Suprema Corte habilita juicio penal a Bordaberry
Patrocinante, doctora Hebe Martínez Burlé: Las discusiones de
estos años ignoraron lo más importante: los militares no dieron
un golpe por cuenta propia, sino que fueron llamados por el gobierno
civil.
EN PERSPECTIVA
Lunes 18.08.03, 07.57.
EMILIANO COTELO:
La Suprema Corte de Justicia (SCJ) habilitó un juicio contra
el ex presidente de facto Juan María Bordaberry, al remitir
a un juez penal la denuncia por el delito de atentado contra la
Constitución presentada el año pasado por la organización
de Familiares de Personas Asesinadas por Motivos Políticos.
ALFREDO DANTE:
La SCJ resolvió remitir la denuncia al juez penal de turno
que resulte competente, según la resolución firmada
por los ministros. La corporación se declaró incompetente
para juzgar en esta etapa del proceso a Bordaberry, considerando
que su actuación vulneraría el derecho del denunciado
a recurrir a otro juez o tribunal.
En la denuncia contra el ex presidente se señala que el
decreto 464/973 que, entre otras disposiciones, disolvió
el Parlamento y creó el Consejo de Estado, atentó
contra la Constitución, cambió la forma de gobierno,
de vida, de sentimientos y creó tragedias y sufrimientos
a toda la población de la República.
EC - Hace pocos días Juan María Bordaberry había
concurrido a declarar a un juzgado en lo penal, por otra causa:
la muerte de ocho militantes comunistas en la seccional 20 de esa
organización política, ocurrida en abril de 1972,
antes del golpe de Estado. En este caso, la denuncia se dirige específicamente
a Bordaberry por violación de la Constitución por
las decisiones del 27 de junio de 1973.
Sobre esta denuncia en torno a la cual se expidió sobre
el fin de semana la SCJ, vamos a conversar con la doctora Hebe Martínez
Burlé, abogada patrocinante.
La primera pregunta es casi elemental, creo que se la hace mucha
gente: ¿por qué esta denuncia contra Bordaberry se
presenta 30 años después? Es una denuncia de fines
del año pasado. ¿Por qué 30 años después
del golpe?
HEBE MARTÍNEZ BURLÉ:
Es una pregunta que se hace todo el mundo. Es cierto, yo coincido
en que debió haberse presentado mucho antes, que no debió
haber sido presentada sólo por una asociación de víctimas
y algunos ciudadanos, sino que debió haber sido presentada
por toda la ciudadanía democrática uruguaya.
Cuando recién salimos de la dictadura las condiciones no
eran las mejores para presentar una denuncia; todo necesita su decantación.
Con el transcurrir de los años, al no haberla presentado
ningún otro sector, un grupo de ciudadanos resolvió
hacerlo.
EC - ¿Efectivamente no hay antecedentes?
HMB - No, no hay.
EC - ¿No se intentó en el pasado, ni siquiera después
del regreso a la democracia?
HMB - No que yo tenga conocimiento (*).
EC - ¿Por qué se da el paso ahora?
HMB - Por lo que le decía recién: porque ante la
ausencia de esta actividad y entendiendo que la responsabilidad
estaba intacta, sin ser analizada -la responsabilidad del inicio
de 12 años negros de dictadura-, estos ciudadanos resuelven
hacer la denuncia y piden mi patrocinio y el del doctor Walter de
León.
EC - Se lo preguntaba porque esta denuncia parece ubicarse en el
contexto de una serie de pasos que en los últimos años,
sobre todo en los dos últimos, han ido dando organizaciones
y particulares, buscando aprovechar resquicios que las leyes de
pacificación dejaron a la salida de la dictadura para de
todos modos llevar ante los tribunales a personas u organizaciones.
HMB - Exactamente. También se requirió tiempo para
ver las circunstancias, analizarlas, poder entender como entendemos
en el día de hoy que el falso binomio militares - izquierda
era falso y darle el valor significativo que tuvo la actividad de
los civiles, que fueron quienes llamaron a los militares, específicamente
el señor Bordaberry. Aquí no hubo un golpe militar,
no fue una conjura de cuarteles, sino que fue un civil elegido constitucionalmente
quien resolvió romper el camino democrático que Uruguay
había transitado prácticamente durante toda su historia.
Analizadas las verdaderas circunstancias, habiendo llegado a la
verdad una vez que el tiempo empezara a develarlas, se resolvió
hacer esta denuncia. No es el único caso en que las denuncias
demoran: a veces también en los delitos comunes transcurre
mucho tiempo antes de que se tome la decisión.
EC - ¿Hay que entender que la Ley de Caducidad, por ejemplo,
generó un shock tan fuerte en las organizaciones como las
que han impulsado esta denuncia ahora, que durante mucho tiempo
la atención se concentró en esa ley, su alcance, el
intento por derogarla, etcétera?
HMB - Exactamente. Con gran habilidad, muchos de los políticos
que colaboraron con el proceso y posteriormente, con el encubrimiento
de todos estos hechos, hicieron que toda la población o la
gran mayoría de la población nos sometiéramos
al falso binomio: acá los malos de la película fueron
los militares por un lado, y tupamaros y comunistas por otro.
EC - Está claro que la Ley de Caducidad no abarca al golpe
de Estado en sí mismo.
HMB - No, no: deja expresamente fuera a los civiles; por lo tanto
no hay ninguna duda en cuanto a que esa ley no se aplica en este
caso. Lo que pasa es que al pensar que los malos de la película
eran los militares -así como para los militares era la gente
de izquierda-, las organizaciones de derechos humanos se abocaron
a ver la inconstitucionalidad de la Ley de Caducidad, etcétera.
Eso nubló la visión de dónde estaban las verdaderas
responsabilidades.
Si hoy hacemos un análisis profundo del tema, vemos que
fue un civil elegido constitucionalmente en un país democrático
-más allá de los cuestionamientos que hubo en su momento
de la elección, que no vienen al caso- quien llamó
a los militares, quien dio soporte jurídico y sustento ideológico.
Los militares no estaban preparados para gobernar; recién
en 1965 tuvieron derecho al voto, por lo tanto cabe pensar que en
1972, 1973 lejos estaban de estar prontos para dirigir un país.
Eran preparados para enfrentar la subversión, no para gobernar.
Por lo tanto la verdadera responsabilidad, la más fuerte,
le cabe a un civil que llama a los militares y los prepara porque
entiende que los partidos políticos no sirven. Es el que
inicia la dictadura, por lo tanto le cabe una responsabilidad muy
grande que debe asumir.
No olvidemos que el sector de los malos de la izquierda
sufre prisión, tortura y muerte. Y también los militares
sufren, los responsables y los no responsables: en cuanto no hubo
posibilidad de separarlos, todos los militares están puestos
en una misma bolsa y están sufriendo discriminación
social y moral desde hace 18 años, lo que no deja de ser
un castigo. Los únicos que salieron absolutamente impunes
de todo este proceso fueron los civiles, los autores de los hechos,
como en el caso de Bordaberry y algunos de sus colaboradores, y
los colaboracionistas, que fueron muchos.
EC - ¿Por qué presentaron la denuncia ante la SCJ?
HMB - Porque, de acuerdo a la Constitución, la competencia
originaria corresponde a la Corte. Sin perjuicio de lo cual, como
en este país es la primera vez que ocurre un hecho como este,
ahora se produjo la disquisición desde el punto de vista
jurídico de que la Corte en sí no es competente para
esta etapa procesal. Coincidimos con el contenido de la resolución
en cuanto al pasaje al juzgado en lo penal, hecho que de todas maneras
se debía hacer, aunque la Corte asumiera su competencia,
porque no puede instruir, no puede hacer la investigación,
tomar declaraciones, etcétera. La Corte entiende que, para
haber sido competente en esta etapa, debió haber un previo
juicio político, que es inexistente. Por lo tanto, al no
haber juicio político, al no ser más presidente -pese
a que sigue cobrando la jubilación como ex presidente, cosa
bastante ilógica desde mi punto de vista, porque dejó
de ser presidente desde el momento en que dejó a ser presidente
democrático y pasó a ser presidente de facto-, es
un ciudadano común y deben seguirse los mismos pasos que
para cualquier persona considerada responsable de un delito.
EC - ¿El delito no prescribió?
HMB - No; en eso la jurisprudencia y la doctrina están absolutamente
acordes, no hay discrepancias en cuanto a que los 12 años
del período de facto no se computan, por lo tanto no prescribió.
EC - ¿Cuál es el procedimiento ahora?
HMB - Supongo que en los próximos días la SCJ va
a pasar el caso al juzgado penal competente.
EC - ¿Cuál es?
HMB - No lo sabemos todavía, no sabemos qué criterio
va a aplicar la Corte en este caso concreto; puede ser la fecha
del ilícito, pero como es un delito permanente la fecha se
diluye; puede ser la fecha de presentación de la denuncia
o la de la resolución de la Corte. Estamos a la espera de
la resolución para ver a qué juzgado corresponde.
EC - Una vez resuelto eso, ¿qué deben hacer ustedes,
los denunciantes?
HMB - Nada; normalmente cuando uno presenta una denuncia deja de
participar, salvo que haya tenido participación en los hechos
y pueda ser citado para hacer un careo, para ampliar declaraciones.
En este caso el papel de los denunciantes ya terminó; ahora
la Justicia citará al denunciado como a cualquiera, e indagará.
En lo personal creo que en cuanto a los hechos en sí es público
y notorio lo que ocurrió, pero no actuó solo, entonces
quizás la Justicia tenga mayor trabajo en ver el nivel de
participación de otras personas.
EC - ¿Qué penas tienen los delitos en juego?
HMB - De 10 a 30 años de penitenciaría, además
de ser considerado el denunciado como reo de lesa nación.
EC - ¿Qué significa esto último?
HMB - Durante la dictadura existía este delito por el que
mucha gente fue procesada; cada vez que se referían a ellos
públicamente lo hacían como reos de lesa nación.
Está estipulado en la Constitución. Es uno de los
delitos más graves atentar contra la Constitución,
que es nuestro bien de mayor categoría a nivel jurídico;
es un delito de extremada gravedad.
***
(*) N. de R.: finalizada la entrevista, se comunicó con
el programa el periodista Miguel Angel Campodónico, autor
del reportaje Antes del silencio", en el que consta que
ya hubo dos denuncias judiciales presentadas por el mismo
hecho, de modo que la actual es la tercera.
En la página 154 de ese libro se dice que Bordaberry
ya fue objeto de dos denuncias que fueron desestimadas por el Poder
Judicial. La primera de ellas se presentó cuando todavía
era Presidente [de facto]. La Suprema Corte de Justicia estaba integrada
por personas que venían del período anterior, es decir,
cuyos integrantes no habían sido designados durante el proceso
que nació el 27 de junio de 1973, al punto de que ninguno
de ellos votó contra Bordaberry. La segunda demanda, que,
según Bordaberry, nunca debió existir en tanto ya
había cosa juzgada, también fue fallada a su favor,
en este caso por una Corte electa ya en tiempos de la democracia.
De modo que no hay ninguna razón para que se insista
por tercera vez en lo mismo. En realidad, en los dos casos anteriores
no fallaron en mi favor, lo que hubiera significado decir que no
hubo violación de la Constitución, lo que se sostuvo
fue que la Corte no tenía facultades para juzgarme. Que sólo
podía hacerlo en el período de seis meses inmediatamente
posteriores a mi desempeño como Presidente y que, además,
hubiera tenido que ser juzgado previa y necesariamente por el Parlamento.
Y yo todavía agrego que de ir en el sentido que quieren los
demandantes, habría que replantearse toda la historia nacional.
Una decisión tomada en el período en el cual
Bordaberry fue Presidente [de facto] estableció importantes
diferencias entre los funcionarios públicos, al punto de
que, de acuerdo a la categoría en la cual fueran incluidos,
podrían o no continuar ocupando sus cargos. Debido a la calificación
de los funcionarios en clases A, B y C, quienes recibieron la constancia
de pertenecer a la categoría que indicaba la última
letra mencionada fueron destituidos en virtud de que al ser C no
podían seguir prestando funciones en el área estatal.
Según Bordaberry, la medida no fue tomada por el Poder Ejecutivo
sino que se trató de una fórmula instrumentada por
las Fuerzas Armadas que se encontraban en guerra. Y no era aplicable
a todos los ciudadanos uruguayos sino solamente a los funcionarios
públicos y, muy especialmente, a quienes trabajaban en la
enseñanza. Yo recibí varias denuncias de gente
conocida que me reclamaban porque se había cometido alguna
injusticia al llevarse detenido a alguien que no tenía nada
que ver con los tupamaros. A veces me ocupaba de averiguar lo que
había pasado y al final llegaba a la conclusión de
que había sido bien detenido. Nunca recibí una denuncia
sobre la cual no terminara comprobando lo que acabo de decir. Un
amigo mío, por ejemplo, se quejaba porque habían detenido
a su hijo y porque le habían incautado una camioneta. Trasladé
el caso a las Fuerzas Armadas. Todo se terminó cuando los
militares fueron a su campo y le mostraron a mi amigo el lugar en
el que estaba la tatucera de los tupamaros que el detenido conocía
muy bien. El padre se quedó helado,
Una de las preguntas que cabe hacerse es hasta dónde
Bordaberry estaba enterado de todo lo que sucedía en materia
de seguridad, una delicada zona que, por sus características,
parecería que hubiera podido quedar exclusivamente en manos
de los militares por considerarse que en esa área debían
actuar las fuerzas especializadas. Y, si por esta misma razón,
en tanto actuaban sin el conocimiento de los civiles, no es razonable
pensar que se cometieron injusticias que los miembros civiles del
Gobierno no llegaron a conocer. Responde Bordaberry: Hablemos
de hechos y no del pensamiento de cada uno. Reitero que lo de las
categorías no fue una decisión del Poder Ejecutivo,
es decir, no fue mía. Pero yo estaba en conocimiento de que
se hacían distinciones entre los funcionarios que tenían
antecedentes en la subversión, en la enseñanza y en
la actividad pública en general. No digo de relación
con los tupamaros, en ese caso simplemente se hubiera tratado de
una conducta delictiva, sino en simpatía, podría decirse.
Había muchos a los que los tupamaros llamaban periféricos,
que no estaban adentro de la organización, pero que simpatizaban
desde afuera y que, llegado el caso, podían ayudar a colaborar.
En la enseñanza había una gran cantidad y en la función
pública también. Acepto que yo no puedo afirmar que
nunca se haya cometido una injusticia, pero creo que en la totalidad
de los casos -si existieron-las injusticias fueron mínimas.
Mi experiencia me indica hoy que las Fuerzas Armadas tenían
un excelente servicio de información.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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