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HABLEMOS DEL FUTURO (VIII)
La “fuga de cerebros” ¿una oportunidad para nuestros países?
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Doctor Fernando Lema, investigador del Instituto Pasteur de París: Hay países expulsores, como el nuestro, y los que apuestan a la sociedad del conocimiento, definen políticas y destinan recursos. Tenemos que terminar de lamentarnos por los que se fueron, desarrollar acciones sistemáticas para disminuir la expulsión, y buscar la forma de sacarle provecho a toda esa “inteligencia uruguaya” dispersa por el mundo.
EN PERSPECTIVA
Martes 19.08.03, 08.45.
EMILIANO COTELO:
“Hablemos del Futuro”, es una línea de trabajo que venimos desarrollando desde hace algún tiempo En Perspectiva. La idea es ejercitar la imaginación, buscar soluciones a los problemas del país con el foco puesto en el crecimiento sustentable y en la creación de empleo genuino.
Hoy vamos a poner nuestra atención en un fenómeno que ha marcado al país y que en alguna medida condiciona a ese “país del futuro”: la emigración, en particular la denominada “fuga de cerebros”. Algo que en su momento fue visto como una gran debilidad, y que hoy se presenta, quizás, como una interesante oportunidad.
¿Qué se puede hacer desde Uruguay para aprovechar a esos “cerebros uruguayos” dispersos por el mundo? ¿Cómo poner a funcionar ese capital intelectual al servicio del “Uruguay del futuro”? ¿Cómo aprovechar esa “inteligencia emigrada”?
***
Vamos a dialogar con el doctor Fernando Lema, uruguayo, biólogo, 57 años, radicado desde hace 26 años en París y actualmente investigador de la Unidad de Inmunología Estructural del Instituto Pasteur.
Desde hace 26 años radicado en París, pero frecuente visitante de Uruguay: va y viene.
FERNANDO LEMA:
Relativamente frecuente, tratando de construir un camino en el sentido inverso de los uruguayos, yo trato de volver cuando todos quieren irse.
EC - El doctor Lema fue uno de los tantos uruguayos que amablemente se puso "a la orden" respondiendo a una invitación que desde "Uruguayos Para el Mundo" realizamos el mes pasado a nuestra audiencia internacional. Como hoy también está con nosotros el ingeniero Nelson Stratta, gerente de Espectador.com, aprovecho para preguntarle: ¿qué fue concretamente lo que pidieron y qué respuesta tuvieron?
NS - El mes pasado decidmos dirigirnos directamente a toda la audiencia de Espectador.com, que ya roza los 90.000 personas en todo el mundo, para pedirles que nos ayuden a dar una mano a la gente de uruguay que está tratando de salir adelante y les sugerimos que partiicparan más activamente. Tuvimos una respuesta fenomenal de nuestra gente en el exterior, lo que nos llevó a procesar una serie de iniciativas que se verán reflejadas en la apertura una nueva sección de Uruguayos Para el Mundo que se llama "La Columna de los Uruguayos". Es un punto de encuentro virtual, para que los que, como Fernando, nos propusieron ideas concretas de cosas para hacer, puedan avanzarlas y darles curso."
EC- Fernando, en el Instituto Pasteur tú estás trabajando particularmente en la investigación sobre el mal de Chagas.
FL - Es un contrato particular que hicimos con Uruguay en el marco del programa Ecos, un programa de investigación entre Francia y otros países; Ecos Sur, en particular, trabaja con Argentina, Chile y Uruguay. En ese marco financiero, que es muy poquito dinero pero que permite sobre todo el intercambio de estudiantes y ejercer la cotutoría de formación en doctorado, tenemos un proyecto de estudio de ciertas moléculas de tripanosoma, en particular algunas proteínas que están implicadas en la defensa del parásito frente al shock oxidativo que le produce el ingreso al organismo.
EC - Está claro que ésa no es tu única tarea en el Instituto Pasteur.
FL - No.
EC - Pero es un buen ejemplo, porque quizás ya es parte de la respuesta a la primera pregunta que iba a hacerte: ¿cómo se vive esto de estar lejos y ver que tu país atraviesa una situación tan difícil como la actual? ¿Surge el impulso de ayudar desde allá?
FL - Está claro; estar lejos, estar cerca… es una dimensión relativa de los hechos. En realidad con la distancia uno se vuelve cada vez más nómada, el mundo es muy nómada en este momento; en particular, en las profesiones en que nosotros estamos el nomadismo es una condición de existencia, si no nos movemos no existimos, hay que movernos, desplazarnos, no solamente por la actividad profesional sino por esto de las raíces múltiples que uno va generando en diferentes partes, me hizo trabajar en diferentes partes de América Latina… Yo no nunca sé si es por la culpa, por la convicción, por los horizontes, pero tengo raíces profundas en los diferentes países de América Latina y estoy muy implicado en las actividades de desarrollo científico-técnico en Uruguay.
EC - Tú has participado en más de una iniciativa de este tipo contribuyendo con Uruguay desde afuera. Un ejemplo en ese sentido es el Laboratorio de Inmunología de la Facultad de Medicina.
FL - Ahí tuvimos una pequeña contribución. Hay una historia que comienza a fines de 1984, cuando un grupo de uruguayos residentes en Francia nos decimos “¿Qué hacemos?”. Había que levantar el país, la situación era tan catastrófica, se habían caído muchas cosas abajo, en particular había todo un desafío del mundo, la realidad había cambiado enormemente en esos años de ventanas cerradas del país, había cambiado el mundo... En el mundo en ese momento circulaba por la aprehensión del conocimiento y porque el conocimiento se había transformado en el eje central de la estrategia de las naciones. Ya no se podía concebir, como en otro momento, que la tenencia de la tierra era un valor central, o poseer la máquina; se precisaba mucho más: el valor agregado era la inteligencia de la gente.
En ese mundo que había cambiado, Uruguay es había quedado muy atrás. Se había quedado muy atrás porque mucha gente se había ido, y también porque se había cerrado la Universidad, que es el principal centro de investigación de este país; porque el incentivo al desarrollo científico-técnico era nulo, y porque en la integración regional, que es un factor central de consolidación de la potencia técnica y científica de los países o las regiones, se había olvidado mucho todo esto.
Entonces nosotros dijimos modestamente “¿Qué podemos hacer?”. Nos reunimos un grupo de uruguayos en una asociación. En Francia las asociaciones son organismos muy populares, hay cientos de miles de asociaciones, la gente se agrupa y crea organismos sin fines de lucro, que acá se llaman ONG. Ahí nos juntamos unos 120 uruguayos que en aquel momento residíamos allá y creamos Afudest, Asociación Franco-Uruguaya para el Desarrollo de la Ciencia y la Técnica. A partir de ahí hicimos como una escalada progresiva de proyectos, siempre a partir de la identificación del problema local, nunca inventamos el mundo que queríamos sino qué precisaban aquí. Y lo primero que se precisaba eran colecciones bibliográficas, completarlas; tal colección que se había suspendido, otra que no había dinero para pagar… En aquel momento todavía las revistas, mucho más que el material electrónico, eran fundamentales, porque el que no lee no avanza, no puede construir sus ideas nuevas, no puede estar al tanto de la realidad en que está, porque la realidad no se inventa. Un detallecito de una cosa que observo mucho en Uruguay: es un país muy creativo, porque el esfuerzo adaptativo que hay que hacer es enorme, pero a su vez muchas veces se pretende inventar la realidad, cuando la realidad ya existe. Por eso se precisaba la bibliografía primero.
EC - Quizás porque estamos demasiado encerrados, porque no estamos suficientemente actualizados, informados de lo que pasa afuera.
FL - Creo que hay un problema metodológico también. Muchas veces se cree que la originalidad es absolutamente original y no es tan así. Cuando uno tiene una idea hay muchos cientos de personas en el mundo que tuvieron la misma idea al mismo tiempo, y el 10 por ciento la lleva a la práctica.
Nuestro desafío en ese momento consistía en cómo llenar de información ese vacío que había. Enviamos colecciones bibliográficas, cientos y cientos de revistas, toneladas, a través de un apoyo muy importante que nos dio el Ministerio de Relaciones Exteriores, en particular a través de la embajada de Uruguay. Los barcos uruguayos iban con productos y volvían vacíos, entonces llenábamos esas bodegas vacías de libros y revistas. Así completamos colecciones en Ingeniería, en Facultad de Química, en Medicina, en la Facultad de Ciencias que en ese momento nacía y era todo un desafío para el país. Era la mejor inversión de futuro que hacía el país, apostar a un nuevo concepto de la Facultad de Ciencias. Ahí pusimos el hombro un poquito.
En el marco de todo eso cada uno de nosotros fue asumiendo responsabilidades de cotutorías de tesis, todos nos integramos al Pedeciba, prácticamente masivamente.
EC - El Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas.
FL - Después cada uno asumió un proyecto. Era una asociación muy independiente; teníamos criterios comunes pero cada uno trabajaba de manera bastante autónoma y después rendía cuentas: “Yo hice tal cosa, conseguí tal dinero”. A mí me tocó que en una reunión de biotecnología de la Unión Europea, en Bruselas, donde estaba participando como consultor del gobierno, encontrarme con una gente que me dijo “Parece que Suecia tiene algunos fondos, de un organismo que se llama Sarec (Swedish Action and Research Cooperation); allá nos fuimos a Estocolmo, redactamos un proyecto y nació un proyecto argentino-uruguayo-sueco de estudio de la enfermedad de Chagas en el cual pusimos el hombro para formar mucha gente, lo que era fundamental. Mucha gente no había salido en esos años: se formó bastante gente en el doctorado, que era necesario; en masters.
Establecimos un criterio que era: primero aprovechemos el esfuerzo regional, y firmamos algunos acuerdos con Argentina por los cuales la gente iba a formarse, luego con Brasil, y recién después se saltaba a Europa, con el compromiso de hacer doctorados mixtos, es decir que la gente no se iba y pasaba cinco años fuera, porque el retorno era muy difícil: hacíamos doctorados mixtos, la gente iba un año, volvía al otro y de esa manera se iba completando. Ahí nació ese proyecto, con el apoyo de la Universidad se crearon los locales, la gente se fue formando en asumir las responsabilidades gerenciales de ese tipo de proyectos y hoy es un grupo fantástico que está funcionando en Facultad de Medicina, en el Departamento de Bioquímica, que son muy autónomos, muy competentes y científicos muy de punta. En este momento en que en Uruguay parece todo tan difícil a esta gente le va muy bien.
***
EC - Antes de ir a otros ejemplos, vamos a un poco de diagnóstico. Como tú, muchos profesionales uruguayos están dispersos por el mundo, producto de lo que fue y sigue siendo una corriente emigratoria fuerte. Tú te fuiste del país durante la dictadura militar, pero muchos otros se han ido guiados por otras razones, por una intención meramente profesional, incluso por inquietudes académicas insatisfechas en Uruguay. ¿Por qué se da esto?
FL - Hay mecanismos políticos y sociales que expulsan a las personas, pero en el ámbito de los profesionales en particular una razón central es porque el techo se vuelve muy bajito porque las posibilidades de dar satisfacción a las inquietudes de la gente en función de lo que aprendió se achican, y porque las inversiones o la dinamización del sistema científico-tecnológico es escasa, se piensa poco en la articulación de los diferentes componentes del sistema, y sobre todo hay muy bajas inversiones. Entonces no solamente la profesión de pensar está muy desvalorizada, porque no se paga o se paga poco, porque se paga mal y eso hace que la gente piense que hay otros horizontes fuera... algunas veces más imaginarios que reales pero que los hay, porque mucha gente sale con la esperanza de hacer carrera en ese plano y no puede, termina cosechando naranjas muchos años y después podrá conseguir un empleíto mejor, pero no puede ingresar a un sistema que es altamente competitivo.
Por otro lado, no sólo los países se transforman en expulsores a través de mecanismos sociales, políticos y económicos, sino que hay grandes atractores.
EC - Otros países que son grandes atractores.
FL - Hay políticas definidas en el ámbito migratorio, hay incentivos salariales, las visas se mejoran. Por ejemplo, las visas HB1 de Estados Unidos: se define exactamente el número de informáticos que quieren recibir por año, que se ha duplicado en los últimos años.
EC - Esto puede sonar a una perogrullada, pero me parece bueno destacarlo: hay países que son atractores, no es casualidad que se produzca el movimiento, en este caso de profesionales universitarios, hacia determinados lugares. Esos lugares tienen políticas que atraen.
FL - Tienen un déficit permanente de mano de obra calificada, porque a partir del momento que hicieron la opción de construcción de la sociedad del conocimiento las inversiones centrales van en ese rubro. Japón invierte en tecnología 3,1 por ciento de su Producto Bruto Interno (PBI); la Unión Europea acaba de declarar hace un par de semanas que en cinco años pretende llegar a 3 por ciento; Brasil pasó a 2 por ciento de su PBI. Hay opciones estratégicas que pasan por la construcción de la sociedad del conocimiento, es decir la incorporación de valor agregado a partir de la inteligencia.
Esos países atractores tienen acciones definidas de captación de esta gente. El problema no es de quién es bueno y malo, tenemos que salir de aquel discurso del brain-drain, de llorar a los que se fueron, sino cómo recuperamos lo interno a partir de acciones sistemáticas que conduzcan a reforzar el sistema nacional para disminuir la expulsión, y cómo logramos negociar para que la gente que esté fuera se transforme en un brain-gain. No precisamos que venga la gente solamente, precisamos que venga la inteligencia de la gente. Para traer la inteligencia hay muchas formas, que podemos discutir: las redes, los nodos, los cursos, las asesorías, las consultorías comerciales, las formas de establecer contactos y puentes para que existan entre el mundo que está fuera y el que está dentro uno solo, el de la circulación de las ideas. Eso exige políticas, definiciones, exige implementar acciones concretas. En ese terreno es donde habría que discutir, organizar y trabajar.
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EC - Es un hecho que el fenómeno de la emigración, en particular la fuga de cerebros, no es patrimonio exclusivo del Uruguay. ¿Qué se está haciendo en otros países para conectar a ese plantel de profesionales que vive en el exterior, para aprovechar ese potencial disperso?
FL - Está claro que es un fenómeno de las naciones del sur hacia el norte, hay una especie de concentración reductora en dos o tres naciones muy grandes: la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, que empieza a recuperar un poco todo esto. Se concentra ahí.
Las migraciones del mundo son enormes, es una cifra gigante de gente que se desplaza todo el tiempo. Porque el hombre se desplazó siempre, el nomadismo fue la característica de la supervivencia; no es un hecho nuevo. Lo que sucede ahora es que hay una concentración porque la gente se desplazó de una manera aleatoria buscando formas de supervivencia. Es lo mismo, no cambió mucho, sólo que hoy la supervivencia es a través del valor intelectual, del valor agregado de la sociedad del conocimiento. ¿Dónde se concentra la gente entonces? En los países donde esto se premia, donde se paga más y se necesita más. Hay dos o tres polos atractores muy fuertes.
América Latina es un continente expulsor en su mayoría, salvo Brasil, que durante muchos años mantuvo quizás una coherencia en su sistema institucional, favoreciendo el desarrollo científico - tecnológico con una industria pujante que necesitaba, con una universidad que se creaba, crecía y apostaba a un desarrollo futuro del país y de alguna manera invertía permanentemente en la captación de su gente. A tal punto que Brasil daba las becas para los estudiantes, y los cuando éstos terminaban su formación, si no tenían empleo, seguían cobrando su beca. Esto fue un mecanismo de retención muy importante que hizo que Brasil tenga menos de 0,5 por ciento de su población profesional fuera de fronteras, y los necesita más que nunca hoy que se lanzó a una apuesta como ningún país en América Latina. Toda América Latina invierte el 0,8 del PBI; la Unesco recomienda el 1 por ciento; Japón tiene 3,1, Estados Unidos 3,8, Europa 2,3 y apunta a 3; pero ningún país de América Latina sobrepasaba el 1 por ciento y Brasil se lanzó solo adelante.
EC - Así que Brasil es la excepción en América Latina. Los otros países han sido expulsores de cerebros, sobre todo por ejemplo de profesionales universitarios, de académicos.
FL - Un 10 por ciento de la población profesional de Uruguay está fuera del país; Argentina tiene un número muy similar, son países que han expulsado enormemente.
EC - De esos países expulsores, ¿han surgido en los últimos años iniciativas para ir “en busca de”?
FL - Surgieron varias, desde las medidas restrictivas cuando el individuo se va con la beca, que es una especie de préstamo que tiene que retornar, pero no resultó muy eficaz; medidas mucho más fuertes como las que usó Colombia en su momento, que era que de alguna manera tenía que salir una garantía detrás, que eran garantías inmobiliarias, por ejemplo, para asegurar que el becario iba a volver y devolver ese dinero.
Pero no funcionó nada de eso. Lo que funciona es que exista un sistema acogedor que funcione, es decir disminuir la expulsión, generar mecanismos de retención. Y la única forma de generar mecanismos de retención es tener un sistema científico - técnico que funciona, que es sinérgico, que tiene conexiones con el exterior, que permite la libertad de expresión y de creación, que tiene los puentes entre el desarrollo académico, el desarrollo tecnológico y el componente industrial. En Uruguay está completamente divorciado esto, es como que fueran tres entidades que no se conocen, no se hablan. Entonces crear el Sistema Científico - Técnico Innovador es un esfuerzo de políticas y un esfuerzo de instituciones públicas y privadas, de componentes de diferentes características que sinérgicamente actúan, trabajan, para generar un país que retiene, un país que hace valer la mano de obra calificada. De esa manera la gente se queda.
Por otra parte hay otro mecanismo, el de hacer volver a la gente.
EC - ¿Cuáles son los caminos que se ha intentado en ese sentido?
FL - Hay varios. Un concepto que creo que fue importante fue transitar de las políticas del brain drain a las del brain gain. No se puede hacer brain gain si no hay claramente una estructura nacional que acoja; eso es la primera condición. Esa estructura nacional que acoja es un fenómeno que no es solamente de los políticos, es también de la sociedad entera: la sociedad tiene que aceptar, pensar que la ciencia y la tecnología son un valor agregado muy importante y que apostar a la cabeza de la gente es lo mejor que puede hacer este país.
Cuando vemos el desarrollo de la venta de materias primas a lo largo del siglo, vemos que al comienzo del siglo eran un tercio lo que hoy se llama commodities, un tercio el sector terciario y un tercio los valores innovadores; eso fue creciendo de una manera importantísima y hoy los commodities representan apenas el 5 por ciento de las exportaciones mundiales. A pesar de que creció la masa, disminuyó el precio, entonces si bien es cierto que los países agroexportadores aún pueden sobrevivir de esa manera, lo ideal sería que vendiéramos vacas en frasquitos y no en pie, como las estamos vendiendo, porque una vaca en pie vale 60 centavos el quilo, y las vacas en frasquitos, es decir hormonas de crecimiento, productos derivados genéticos…
De múltiples maneras hoy existe la posibilidad de transformar la realidad que tenemos, la realidad que nunca miramos porque siempre estuvimos mirando modelos externos. Hay un momento que tenemos que mirar el suelo y ver que tenemos bacterias, vegetales, animales, muchos de los cuales no conocemos. En Brasil, que es el principal pulmón del mundo, se pierden 50 especies por día que nunca fueron conocidas, nunca llegamos a verlas.
Mi apuesta utópica de alguna manera es como volver al siglo XIX, a aquel fantástico siglo de Humboldt, que salía dibujando plantas y animales para repertoriarlos, pero con los estudiantes de ciencias y las tecnologías de hoy. Con la ingeniería genética, con la robótica, con la informática, con todas las nuevas tecnologías que hagan posible transformar la realidad que tenemos. Primero identificarla, segundo protegerla, tercero saber qué es, qué valor genético tiene que potencialmente pueda ser producto –producto no necesariamente comercial, puede ser un producto social– y a partir de eso generar valor, incorporar valor, porque son los productos con el valor agregado de la inteligencia los que se venden, los que abren fronteras, los que permiten insertarnos mejor en este mercado mundializado, que no necesariamente perdemos todos, podemos ganar si podemos insertarnos.
EC - Tú hablas de definir una política favorable a la biotecnología.
FL - Yo hablo de abrir una política favorable al desarrollo de la cabeza de la gente, es decir un país que se piense a sí mismo, que tenga conciencia de los valores propios. Podemos decir que Uruguay tiene tres tercios: un tercio es el continente antártico, aún desconocido y potencialmente riquísimo en cosas para descubrir y explorar; un tercio de mar, esa riqueza gigantesca que tenemos en el mar continental; y un tercio el territorio. Lo que exploramos apenas fue la superficie del territorio: le pusimos vacas, algunas plantas y con eso el país vivió mucho tiempo. Hoy se trata de agregarle valor; el valor agregado es generar inteligencia, formación, capacidad para poder potenciar lo que tenemos con el valor agregado de la inteligencia. Ese es el desafío del futuro, tomar en cuenta que el país es mucho más de lo que creemos y es mucho más de lo que creemos en potencial de inteligencia.
NELSON STRATTA:
Tú hablabas de la capacidad de integrar eso al aparato de producción industrial en el sentido de la innovación.
FL - Es la sinergia de los tres sectores. Se piensa para transformar la realidad; la realidad que se pensaba de una manera simple, descubrimos poco a poco que es mucho más compleja; aquello que se pensaba que era una concatenación como informática, que después de A venía B y después C y después D. Vimos que no es tan así, que cada uno de los componentes que siguen tiene múltiples grados de libertad y se mueve generando modelos alternativos que no son todos iguales. Es decir que lo primero que vemos es que la realidad es compleja y que no tiene un futuro sino muchos futuros posibles. Embarquémonos en la exploración de esos futuros como hacían los navegantes del Renacimiento y descubramos en esos caminos cosas absolutamente insospechadas. Lo peor que podemos hacer es no salir a descubrirlas.
EC - ¿Cómo juegan en ese proyecto los uruguayos que están radicados en el exterior, en especial los académicos?
FL - Creo que hay un interés mayor, que ustedes detectaron con esta experiencia de “Uruguayos para el mundo”, de colaborar. Pero colaborar no es una actitud filantrópica ni solamente una idea, sino un hecho concreto. Contactarme ¿con qué proyecto, con qué acción concreta, puntual; con qué interlocutor del otro lado? Es como decíamos hace un rato: esto es una agencia matrimonial que tiene que tener dos componentes, por un lado la oferta, que más o menos sabemos por dónde anda (ustedes tienen una base de datos bastante grande y el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene una base de más de mil personas potencialmente decididas a colaborar), pero hay que identificar la demanda nacional, es decir a quién quiere contactarse con el otro.
EC - Para situarnos un poco más concretamente ante estos temas, algún ejemplo de cómo podría funcionar una demanda nacional conectada con tal o cual investigador uruguayo ubicado en París o Estados Unidos.
FL - La primera idea que a uno se le ocurre es la cotutoría en la formación, la consultoría o la cotutoría. En el marco de proyectos no todo lo que se precisa está acá ni todo lo que se sabe está aquí y hay que abrir las ventanas al mundo. Abrir esas ventanas implica tener corresponsales fuera. Son mecanismos de intercambio, de discusión, de análisis, de crítica, de evaluación del propio trabajo. Ahí hay una cantidad de actividades potenciales.
Desde el apoyo en la cotutoría de tesis, en la evaluación de proyectos, en la evaluación de sistemas académicos, en la evaluación de carreras, en integración. Hoy pensar la Universidad es todo un desafío porque la educación en general ya no puede ser más un mecanismo acumulativo, de ejercicio de memoria: hoy es el desafío de pensar, de aprender a aprender, es decir cómo hago yo con la masa de información gigantesca que se nos aporta cada día, qué elijo de todo eso. Ese es el mecanismo del aprendizaje.
NS - Muchas veces, además, tenés el tema de la velocidad en conseguir el conocimiento específico para aplicarlo a un producto o a una exportación que uno está buscando. Tener un canal de acceso con los referentes que te pueden decir “Para mejorar la calidad del vino, en tal lugar hay un instituto, los que saben más del tema son éstos” y podés ir directamente a buscar el conocimiento, salteándote una cantidad de etapas. Para la gente que está acá eso es una gran ayuda muchas veces.
FL - Claramente. Tuvimos una experiencia exitosa en Argentina –y tenemos aún– con la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación, donde montamos un proyecto de estas características en función de un trabajo que habíamos realizado durante 10 años en la Unesco, que nos permitía identificar algunas pistas de cómo de hacer estos links norte-sur. Ese trabajo, que primero fue con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y la Universidad de Buenos Aires, más tarde fue nacional, lo que nos permitió construir las dos bases de datos, la de las demandas y la de las ofertas. Pero si yo puedo hacer una crítica hoy de esa propuesta, me doy cuenta de que no basta con tener las bases de datos: hay que saber unir punto a punto. Las dos bases de datos no se encuentran nunca porque son dos mecanismos aleatorios que circulan en el espacio virtual; para que se hagan concretos necesitamos hacer la unión entre la oferta correspondiente y la demanda correspondiente. En esto habíamos comenzado a avanzar cuando cayó el gobierno de De la Rúa y hubo una minicatástrofe a nivel organizativo. Pareciera que ahora va a continuar con este gobierno.
Es fundamental partir de lo puntual, de lo concreto. Decíamos hace un rato asesoría para la formación en el ámbito académico; pero también están las consultorías, consultorías de empresas, asociaciones comerciales; identificar el potencial comprador que está en la otra parte del planeta; hacer agentes comerciales externos que se interesen en los productos de acá o viceversa; hacer colaboraciones de carácter científico. Pero atrás de todo eso tiene que haber un interés nacional, un interés de la sociedad que apuesta a la inteligencia, tiene que haber un interés estructurado a nivel político.
EC - ¿Cómo se construye ese interés nacional en esa dirección?
FL - La primera cosa es esto que estamos haciendo. Los medios tienen un papel fundamental que es generar la conciencia de que el conocimiento no es una entelequia, no es una torre de marfil donde algunas personas se encierran y piensan sobre el futuro. No: es el manejo de la realidad, la transformación de la realidad. Y la transformación de la realidad hoy se hace a partir de herramientas metodológicas, conceptuales, de herramientas concretas en el área de la producción, de la tecnología, de la investigación fundamental. Sin eso no hay posible desarrollo, está claro; no basta con tirar unas semillas en el campo y cortar después y exportar, es mucho más que eso. Es ser los dueños de la máquina de pensar, y ser dueños de la máquina de pensar nos da potencialidades aún inexploradas, no solamente en el plano del conocimiento endógeno, sino en el plano de la integración. ¿Se imaginan cuánto más importante es integrarse en este proceso que va a una velocidad impresionante del Mercosur si tuviéramos la capacidad de ser copartícipes de un proyecto con Brasil?
EC - Profundicemos un poco en esa idea.
FL - Tenemos ciertos sectores, que habría que identificar con más claridad, en los cuales somos potencialmente muy aptos. Pienso en el sector de la informática, por ejemplo, que es muy competitivo; pero hay otros, en el ámbito de las biotecnologías hay sectores que hacen punta. ¿Cómo podemos complementarnos con algo que ya Brasil está haciendo para cuando nos sentemos en la mesa de negociación para construir el Mercosur científico - técnico que va a venir (porque ya se anuncia), y va a precisar de todos porque nadie sale solo en esto, nadie tiene los recursos, las masas críticas, las competencias, la capacidad formativa? Uruguay puede ser una plataforma de formación muy eficaz porque hay una experiencia académica muy buena en este país. No seguir pensando “uruguayos campeones”, pensar que tenemos una capacidad que se generó a través de muchos años, de una sociedad que trabajó en esa dirección, que lamentablemente se rompió pero que hay que recuperar y reforzar; ofrecer eso a los colegas, a los vecinos, a Argentina, Brasil, Chile, y consolidar grupos para la resolución de problemas que comprendan los técnicos nacionales, la formación nacional…
Y nos olvidábamos de una cosa: el problema de los atractores no es solamente que los atractores internos nos encandilen y obnubilen con sus promesas; generemos atractores locales, los mejores equipos pueden estar acá, los mejores equipos no son sólo millones de dólares sino gente que piensa.
EC - ¿Un ejemplo posible? ¿Cuál puede ser un atractor en Uruguay en ese terreno?
FL - Por ejemplo, el desarrollo de un centro de informática altamente capacitado que trabaje con la India, con China, con Sudáfrica, que abra nuevos territorios para explorar donde nuestras competencias sean complementarias con las de ellos, no competitiva sino complementarias.
NS - Hay un proyecto de la Cámara Uruguaya de Software, que está trabajando con la Universidad de la República para generar un gran centro de software testing, que supongo que va a estar en marcha este año. Ahí tenemos un caso concreto donde Uruguay tiene una capacidad muy importante potencial en el tema del testeo de software, porque las empresas que en India están desarrollando software pueden testearlo acá. Eso tiene una necesidad de inversión razonablemente importante y por eso se están juntando para hacer cosas.
FL - Está muy claro. No podemos obviar que no alcanza con la tecnología, porque la tecnología siempre es dependiente de otros, son otros los que la generan a partir de la investigación básica. Si queremos ser autónomos, si queremos ser originales, si queremos ser competitivos, tenemos que generar la suficiente masa crítica de valor académico capaz de hacer el escalado del proceso, es decir pasar después a la tecnología y contactar con la producción. Eso no es un milagro: es dinero barato que haga el link, porque si no hay dinero barato que permita sentar en una mesa de negociaciones a empresarios, tecnólogos y la gente que hace la investigación académica, no van a ser posibles el contacto y el pasaje de la información, porque el interés del científico empieza y termina en el paper.
NS - A eso los vamos a invitar en “Uruguayos para el mundo”, que pretende ser nada más que un punto de encuentro donde personas como tú y personas que están en Uruguay pueden pensar, discutir; no tanto a nivel de las ideas generales sino también de las ideas concretas y puntuales.
FL - Proyectos.
EC - Nelson Stratta tiene para anunciar el lanzamiento en estos días de una novedad dentro de Uruguayos para el mundo.
NS - “La columna de los uruguayos”. Es un foro, una sombrilla de foros para que los uruguayos que están fuera puedan conversar, porque ahora conversan conmigo: me mandan cantidades enormes de mails con buenas ideas. Estamos tratando de generar un espacio temático y te vamos a invitar, a que nos ayudes a aterrizar este en particular que habla de la comunidad académica internacional y cómo apoyar proyectos concretos en Uruguay. Pero hay varios (el plano de las donaciones, etcétera). Vamos a empezar a disparar estos puntos de encuentro para que los que están fuera puedan conversar con los que están acá, por escrito, y todo el mundo pueda leer y aportar.
FL - Hay un elemento importante de remarcar: no solamente son cosas concretas que son muy importantes, porque hay que empezar desde ahí, pero hay una dimensión subjetiva que aporta la gente que está fuera. Esa gente no vive en la crisis y este país sí: abrir las ventana, entonces, para pensar que la crisis no es irremediable. Esta crisis va a durar 20 años, yo hablaba ayer con un gerente de un banco que me decía que las crisis por más coyunturales que sean demoran muchísimos años en ser reabsorbidas. Si esta crisis va a durar 20 años, no podemos vivir 20 años en la sombra.
EC - Guillermo nos manda un correo electrónico en este momento, dice: “Para retener talentos en Uruguay, o para retener jóvenes y otros ciudadanos, debemos recrear aquí las mismas condiciones que ellos van a buscar allá. Allá no van a buscar empleos públicos, ni teléfonos monopólicos, ni naftas caras; van a buscar oportunidades, desafíos y buenos ingresos. Eso se logra en un marco de libertad política y económica, de eliminación de privilegios y de competencia sana. Nada de eso hay hoy en Uruguay, por eso los talentos no volverán y los que quedan se seguirán yendo”.
¿Qué le respondes?
FL - Creo que es una visión un tanto pesimista que parte de una forma de analizar la realidad. La realidad tiene muchas ventanas posibles. Si hay un mensaje que podemos pasar, es que tenemos que salir de la lectura catastrófica de la crisis. Crisis en el anagrama chino quiere decir dos cosas: caos y oportunidad. El caos es lo que estamos viviendo; veamos la otra parte de la ambivalencia, la oportunidad magnífica que representa haber llegado al fondo del fondo. A partir de ahora todo es construcción, todo tiene que ser innovación, pero no para hacer más de lo mismo, por favor. Hagámoslo diferente, los mismos componentes de una realidad pueden articularse en múltiples modelos. Elijamos el modelo del éxito, el modelo del futuro, apostemos a la cabeza de la gente, a las generaciones que vienen. Que los niños puedan comer, que puedan ir a la escuelas, que este país socialmente tenga otra estructura diferente que permita construir la inteligencia del país, porque la inteligencia de país no son unos poquitos que piensan, es una sociedad entera que camina hacia el futuro con decisión, empeño, con proyectos concretos y donde se enraízan fuertemente el componente académico, el componente tecnológico, el componente innovador, el componente industrial, y todo eso se articula en un marco de integración regional donde salimos todos, creciendo todos, en un desafío geopolítico nuevo, porque este mundo está cambiando fantásticamente. Y es una oportunidad fantástica que el mundo cambie, pero tenemos que saber adaptarnos.
NS - La gran oportunidad es que podemos conversar con esta gente que se fue, el Uruguay fuera del Uruguay es un activo interesante de gente que en una gran mayoría está muy interesada en dar una mano. Dar una mano a veces es dar una idea para abrirte la cabeza para que puedas seguir haciendo tu trabajo; y dar una mano muchas veces es ir tan lejos como ir a conseguir plata para financiar un proyecto en la Universidad.
EC - Es una segunda Cancillería.
NS - De hecho vamos a tener “consulados”.
EC - Es otro tipo de cancillería, hay que verlo de esa forma. Quizás una cancillería incluso mucho mas atomizada, porque estamos hablando casi de una embajada igual un individuo; por lo tanto también mucho más flexible.
FL - El valor de este cambio conceptual que hubo en el mundo es la formación de las redes. Siempre existieron las redes más o menos organizadas, pero hoy tenemos la posibilidad, hay un cambio en la noción del tiempo, podemos conectarnos instantáneamente con cualquier individuo en el planeta. Es un cambio conceptual importantísimo, entonces hoy que tenemos las redes, los medios de comunicarnos con todo el planeta simultáneamente –ese es uno de los magníficos efectos de la mundialización–, ¿por qué no aprovechar las redes para generar, no fenómenos virtuales sino cambios reales, concretos, uniendo punto a punto la imaginación y la capacidad de la gente?
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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