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LA OFICINA SE HABÍA MUDADO 10 DÍAS ANTES DEL ATENTADO CONTRA LA ONU
Vivir en Irak después de Hussein
Desde Bagdad, jefe de la División Posconflictos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas, doctor Marco Tulio Boasso: El atentado no fue un aviso sino un acto claro de rechazo a los extranjeros. La vida es peligrosa en todos los planos: el tránsito, los comerciantes armados... Hay permanentes cortes de servicios: funcionamos con dos o tres horas de energía eléctrica por día, después con generadores.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 03.09.03, 08.50.
EMILIANO COTELO:
Hoy les proponemos conocer Irak en primera persona, con preguntas como: ¿la situación está controlada o la guerra recién empezó; cómo es la vida cotidiana en Bagdad cinco meses después de la caída del régimen de Saddam Hussein; cómo ha cambiado el trabajo de los organismos internacionales después del atentado del 19 de agosto que destruyó el cuartel general de la ONU en la capital iraquí?
La entrevista será con el doctor Marco Tulio Boasso, uruguayo, abogado, que desde 1994 se desempeña en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas. Boasso es jefe de la División Posconflictos de la OIM y se encuentra en Irak desde hace tres meses procurando implementar varios programas humanitarios como parte de la reconstrucción de ese país.
Con el doctor Boasso tuvimos una comunicación fallida hace un mes, cuando no logramos establecer la comunicación previamente acordada, y desde entonces había resultado imposible retomar el contacto debido a la inestabilidad que caracteriza los enlaces telefónicos con Bagdad, incluso si se utiliza sistemas satelitales. Después de mucho insistir, en las últimas horas volvimos a localizarlo y, entre otras cosas, confirmamos que se encuentra sano después del atentado. También anunció que tiene previsto permanecer un mes más en Irak.
Usted se encuentra en Irak desde hace ya tres meses, ¿verdad?
MARCO TULIO BOASSO:
Exactamente.
EC - Primero que nada, ya que hemos tenido dificultades en las comunicaciones durante varias semanas para llegar a usted, ¿en qué medida el atentado del pasado 19 de agosto que tuvo como escenario el cuartel general de la ONU en Bagdad le afectó a usted, a su equipo, a la OIM,?
MTB - Como usted bien dice, el atentado del 19 de agosto nos afectó a todos, fundamentalmente de manera psicológica. Fue algo que no esperábamos; casi todas las organizaciones, casi todas las agencias que trabajamos en el tema humanitario habíamos tenido una serie de atentados, habíamos sido víctimas de ataques con desgraciadas consecuencias en muchos casos -nos han matado a algún colega conductor, herido a algún colega internacional, queridos compañeros de la Cruz Roja también fueron víctimas de estos ataques y fallecieron-, pero el ataque al cuartel general de la ONU fue una cosa muy simbólica y terrible. Todos conocemos las consecuencias. Pero además denota una evolución -si se puede emplear el término- en este tipo de ataques: es la primera vez en la historia que una agencia, un cuerpo como el de Naciones Unidas, que está dedicado a la ayuda humanitaria, es atacado de esta manera tan deliberada y con estas consecuencias tan espantosas.
Desde el punto de vista profesional, sin duda tuvo una consecuencia nefasta porque no se puede llevar a cabo los proyectos que estamos implementando, que son de importancia tremenda para la situación de Irak, en dos áreas, la asistencia humanitaria a grupos muy vulnerables de la población civil iraquí y la reconstrucción del país en sí.
Como usted comprenderá, en este momento las agencias estamos manteniendo una presencia casi simbólica, tratando de ver cómo mejor podemos seguir adelante con nuestras tareas, con una gran limitación en nuestra movilidad. El sistema es que el cuartel general se establece inmediatamente que uno llega a este tipo de misiones. Allí las agencias son asignadas a un local, a un espacio y paulatinamente se van moviendo hacia sus propios locales cuando comienzan a identificar edificios, etcétera y éstos se hacen habitables y pueden funcionar como oficinas. De manera que todos teníamos nuestras oficinas en el Canal Hotel. Justamente, la explosión ocurrió al lado de la nuestra. Cuando uno vuelve a ver se imagina que pudo haber estado sentado allí dos semanas atrás, es realmente aterrador.
EC - Recordemos que en el atentado del 19 de agosto falleció nada menos que el representante especial de la Secretaría General de la ONU, el brasileño Sergio Vieyra de Melo, pero hubo 20 muertos en total y decenas de heridos entre los integrantes de la misión de Naciones Unidas en Irak. A partir de un episodio tan fuerte, ¿qué ha quedado hoy de la misión de la ONU, a cuánto se ha reducido su presencia?
MTB - La reducción ha sido importantísima. En total éramos aproximadamente unos 300 funcionarios internacionales en Bagdad y hoy quedamos menos de 50. Si usted divide eso por el número de agencias que quedamos, que seremos entre 10 y 15, tiene una idea de la proporción que existe entre agencias y funcionarios internacionales que siguen presentes en esta ciudad y en el país en general, porque otras ciudades también han comenzado a mostrar signos importantes de agitación social y los colegas internacionales o extranjeros que están trabajando allí han tenido que salir.
De manera que la situación es muy difícil y los números se van reduciendo mucho. Sigue habiendo salidas importantes de las agencias y le diría que vamos a reducir aun más la presencia.
Quiero aclarar que es bueno que quedemos aquí porque esa es la función de Naciones Unidas, la función de todas las agencias que conformamos el sistema, que adherimos y coordinamos con el sistema. Por otro lado es muy difícil la decisión de quedarse porque la situación es muy inestable.
EC - Con haber sido un atentado gravísimo, el del 19 de agosto no fue el último, la violencia es algo permanente en Irak en estos últimos meses. El otro hecho de gran resonancia ocurrió la semana pasada, el viernes, en la mezquita en Daiaf durante la oración: un atentado con coche bomba dejó varias víctimas, entre ellas nada menos que el jefe de la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak, el ayatolá Mohamed Bakir Al-Hakim.
Menciono esta secuencia de atentados y agresiones, de ataques de diversas formas, para preguntarle cómo se siente desde el punto de vista personal en el desarrollo de sus actividades, cómo han tenido que modificar o no los esquemas de seguridad, cómo es la vida cotidiana para un hombre como usted en Irak.
MTB - La vida cotidiana fue difícil desde el principio. Hay enormes limitaciones, todos trabajamos con oficiales de seguridad, que es gente experta en montar sistemas de seguridad y en establecer reglas y normas para minimizar los riesgos de ataques o de víctimas, incluso por accidente, porque en este lugar hasta el tráfico es tan increíble que puede ocasionar accidentes fatales.
Fue difícil desde el primer momento. A las ocho o nueve de la noche es el toque de queda para nosotros los funcionarios internacionales y a las 11 de la noche es el toque de queda general del país. Después de las 11 de la noche es muy difícil circular porque es cuando ocurren los operativos que están realizando las fuerzas de la coalición, es cuando se producen los enfrentamientos, etcétera (aunque, como usted habrá visto, también hay enfrentamientos en pleno día). Ahora la situación es aún más difícil. Mientras hablamos, en este momento, no sabemos si ahora viene un mensaje de seguridad que nos dice que mañana no hay movilidad alguna y todo el mundo queda recluido en el hotel, que no va a haber salidas hacia las oficinas, por ejemplo. Eso puede pasar en cualquier momento, puede pasar a las dos, a las tres de la mañana, de acuerdo a cómo evoluciona la situación de seguridad en la ciudad.
Pero normalmente, si este mensaje no viniese, lo único que podríamos hacer es ir a la oficina y trabajar. Justamente, estamos estableciendo estrategias y dilucidando cómo van a continuar los programas, fundamentalmente implementados a partir del personal local o con asistencia probablemente técnica desde Ammán o alguna otra capital cercana. Eso es todo lo que hemos podido hacer, por eso le decía que nuestra presencia en general es casi simbólica.
Después de ocho horas de trabajo regresamos nuevamente al hotel a tomar un poco de descanso, pero con esa sensación psicológica muy difícil de sentir que capaz que en este momento están poniendo una bomba en este hotel o en el hotel donde están otros amigos. No es una situación fácil. Quisiera reiterar: todos los colegas que estamos aquí tenemos una enorme experiencia en trabajar en zonas de guerra, desde África hasta Afganistán, pasando por América Central, hemos estado en muchos sitios, incluso en Colombia, donde hay un conflicto de baja intensidad, como se sabe, pero el tema de la bomba… Es saber que esto no es un juego, no cualquier grupo, no cualquier persona hace un atentado directamente dirigido a soslayar la vida del representante especial de las Naciones Unidas.
***
EC - ¿Cuál es la interpretación de ustedes? Estos ataques, estos atentados, ¿qué origen tienen exactamente? ¿Estamos hablando de una resistencia más o menos organizada a la presencia de Estados Unidos y las fuerzas de la coalición en Irak?
MTB - Evidentemente sí, esa es la interpretación general que todos tenemos. Hay una resistencia ciertamente organizada. Fíjese que estamos hablando de 800 quilos de explosivos colocados en una mezcladora que se hizo estallar debajo de la oficina del representante especial, que es donde estaba el espacio físico que ocupaba la OIM 10 días atrás, antes de retirarnos a nuestra propia oficina. De manera que efectivamente, eso fue organizado y tiene un objetivo claro que es sacar a los extranjeros del país, creo que nadie tiene dudas al respecto. Por eso es que nos sentimos un blanco potencial de este tipo de ataques.
Este ataque no es una broma, no es una alarma, no es un aviso: es un ataque muy concreto, muy especial y si se quiere el aviso es: “Acá no son bienvenidos”, no solamente las fuerzas de la coalición. En principio podía interpretarse que Naciones Unidas es algo distinto, pero imagínese que la Cruz Roja, que tiene un mandato claro de trabajo durante el conflicto, que nadie en el mundo puede decir que sea más que una organización imparcial y esencialmente humanitaria, tiene que salir porque ha tenido una amenaza concreta. La amenaza es muy clara: ni la Cruz Roja se salva, tienen que irse todos.
EC - Supongo que el mensaje también tiene como destinatarios a los eventuales inversores que pudieran ser convocados para participar en la reconstrucción de Irak, las empresas de países europeos o del propio Estados Unidos que vinieran a hacerse cargo de algunas de las obras o de algunos de los servicios que hay que restablecer tras la toma del país. El mensaje es bastante contundente en cuanto a los riesgos que corren. Pero ¿de dónde viene ese mensaje? ¿Son los restos del partido Baas, de Saddam Hussein? ¿Qué tipo de fuerzas están detrás de este tipo de actividades?
MTB - Es muy probable que sean los restos del partido Baas, que no era una organización pequeña, tiene una enorme cantidad de ramificaciones. Se estiman unas tres millones de personas como cercanas a los círculos de poder del régimen de Saddam, de manera que no es poca cosa esta gente desperdigada por ahí y sin duda muy molesta porque ha cambiado la correlación de fuerzas y de jerarquías en el país. No sería descabellado pensar eso.
Pero además Irak de por sí, como hablábamos hace un tiempo, es un crisol de razas, de religiones y de etnias, es un país de una gran complejidad. Yo siento -es mi opinión personal- que todos los occidentales hemos venido aquí con la mejor buena voluntad, pero no terminamos de entender muy bien cómo funciona esto ni cómo ayudar, cómo poder ayudar mejor y ser entendidos. Hay una gran falta de comunicación, y por eso tampoco sería descabellado pensar que al ver un grupo de extranjeros inmediatamente se los asocia a las fuerzas de la coalición, a Estados Unidos y a los otros grupos. De manera que el mensaje es muy claro: “Acá no queremos extranjeros; no confiamos en los extranjeros”.
EC - Algunos analistas, observadores, han llegado a sostener que la guerra en Irak recién ha empezado. No en vano -dicen- ya a esta altura, desde que expulsó a Saddam Hussein del poder, Estados Unidos ha perdido más efectivos, más soldados que los que murieron en la etapa de los ataques, en la invasión en sí. ¿Qué dice usted de esa interpretación de que esto va realmente para muy largo y que va a ser muy difícil consolidar la posición de las fuerzas de la coalición?
MTB - Yo concuerdo con esa posición. Fundamentalmente porque no existen, no creo que haya elementos de inteligencia suficientes para poder hacer los operativos que se requiere, y que requieren una información certera.
El bombardeo a Bagdad fue sumamente meticuloso, usted no ve una ciudad destruida como pudo haber visto en Bosnia o en Kosovo, o como se vio en el mismo Afganistán. Se ven objetivos militares milimétricamente estudiados y bombardeados; con errores, definitivamente, pero ésta no es una ciudad arrasada, la infraestructura vial está en pie, etcétera. Falta electricidad, falta combustible, pero eso también es absolutamente obra de sabotajes, que es esta resistencia de la que estamos hablando.
La entrada de las tropas de la coalición no fue fácil, pero era lógico -como decían esos u otros analistas políticos- que la gran resistencia se iba a dar en la ciudad, donde esta gente puede esconderse, mimetizarse mucho más fácilmente con la población y donde cualquier fuerza militar se desgasta porque, como le digo, con la falta de inteligencia... No puedo decirlo porque no lo sé concretamente, pero ¿cuántos operativos militares se hacen de noche y cuántos errores cometemos en ellos?, ¿cuántas veces nos metemos en la casa de alguien que no es el que pensábamos? Eso desgasta, desgasta la imagen, desgasta el concepto.
Súmele a eso que después de este proceso aparece un inmediatismo impresionante de querer todo para mañana, queremos que se solucione inmediatamente todo lo que no tuvimos en los últimos 20 o 30 años. En ese sentido también encontramos enormes dificultades, que por un lado son típicas, de tratar de hacer cosas, que no es fácil, y por otro el sabotaje y la resistencia, que sabe que lo mejor que puede hacer para generar caos, como ocurre en Basora, es prenderle fuego a un oleoducto o sabotear las fuentes de energía, porque eso realmente genera un gran caos social.
EC - Una de las primeras críticas que recibió Estados Unidos en la etapa pos Saddam fue haber dejado a los iraquíes librados a su propia suerte en materia de seguridad interna. Todos conocimos las imágenes y los relatos a propósito de cómo en Bagdad y otras ciudades iraquíes se desataron saqueos, robos, cómo se disparó la delincuencia en general, el fenómeno del bandolerismo, como algunos lo han resumido. ¿Qué ha estado ocurriendo en esa materia? ¿Ha mejorado algo la situación? ¿Cómo lo viven ustedes cuando recorren las calles?
MTB - Definitivamente ha habido mejoría, las fuerzas de la coalición evidentemente se encuentran más… más en contexto, entonces hay una mejoría. Pero no es suficiente. El comercio aquí es enorme, este es el Medio Oriente de comerciantes natos, usted lo puede ver en las calles; pero las horas de funcionamiento de ese comercio son muy limitadas, la gente cierra por temor, no sale a la calle. Por ejemplo el día en que se le rindió homenaje a Al-Hakim aquí en Bagdad, yo salí por cuestiones de trabajo y no había un alma. Eso da pautas claras de que la gente tiene temor, estos grupos religiosos salen a la calle con un objetivo, pero quizás infiltrados de agitadores, etcétera. La situación de seguridad es muy muy difícil y la gente no quiere tomar riesgos, de manera que aquí nada funciona normalmente, diría que las cosas funcionan de vez en cuando.
La situación de seguridad ha mejorado, sin duda, pero era tan mala que con poquito se mejora; de todos modos no es una situación que dé confianza a la población. Se están entrenando elementos policiales iraquíes y han entrado algunas tropas de policías de países vecinos. Todo eso definitivamente ayuda, pero es difícil garantizar la seguridad del propio iraquí. Hay un gran sentido de la autodefensa; también ha sido el leit motiv de esta zona y este país: “Frente a la ausencia del Estado o de la seguridad pública interna, confío mucho más en lo que yo pueda hacer para defender mi casa, mi propiedad y mis bienes que en lo que otro pueda hacer por mí”. Podría decirle que cada negocio, cada comercio tiene sobre el mostrador su pistola, su AK 47, como una cosa natural y normal. Lo vemos todos los días.
***
EC - En estos minutos he estado tratando de preguntarle cómo es la vida diaria en Bagdad o en Irak en su experiencia personal. Le pregunté cómo se manejan ustedes en tanto funcionarios de un organismo internacional como Naciones Unidas en la medida que la ONU acaba de ser víctima directa de un atentado tan violento como el del 19 de agosto.
Por otra parte lo consultaba a propósito de la seguridad interna, de la existencia o no de organismos policiales, sobre la vida de los propios iraquíes en materia de robos, asesinatos, violaciones.
Finalmente quería consultarlo, siguiendo con la vida cotidiana, sobre qué pasa en materia de carencias de servicios. Ya mencionó algo al pasar, pero ¿cómo lo vive usted, cómo vive el ser humano que está allí los cortes en materia de energía eléctrica y agua potable, por ejemplo?
MTB - Claro que hay cortes de servicios de manera permanente, le diría que funcionamos con dos o tres horas de energía eléctrica central de la empresa de Bagdad por día; el resto es a fuerza de generadores. Los asombraría a ustedes lo enormes que son los generadores. Cuando eso falla, por supuesto, hay cortes de agua, de luz, etcétera. La vida no es para nada fácil, o mejor dicho, es muy difícil.
Los servicios tienen una gran implicancia en el trabajo que hacemos, no tanto el agua, pero sí los corte de energía, la falta de Internet, las dificultades de comunicación telefónica. Los teléfonos como éste por el cual nos estamos comunicando fueron donados por MCI a los trabajadores humanitarios; a cada uno se le asignó uno, es una línea que paga el gobierno de Estados Unidos. Pero, como usted ha visto, funcionan a veces y a veces no, es difícil asegurar la comunicación con el mundo exterior, lo cual hace también sumamente difíciles el trabajo y la cuestión psicológica, porque queremos comunicarnos con nuestras familias y no podemos... Por ejemplo cuando estalló la bomba la congestión de líneas fue tremenda. Tenemos radios que utilizamos permanentemente por razones de seguridad, por las cuales recibimos los mensajes de seguridad. Más o menos hemos establecido algunos servicios básicos dentro del sistema internacional que trabaja aquí.
EC - Todo esto ocurre en un contexto climático… ¿de qué características? Por ejemplo, ¿con qué temperaturas, con qué índices de humedad transcurre la jornada en esta época del año en Bagdad?
MTB - La humedad es muy poca; este es un clima extremadamente seco, pero en términos de temperatura… se va a asombrar cuando le cuente. Hace un mes empezó a bajar, en este momento tenemos temperaturas de 50, 52 grados Celsius, pero hemos tenido hasta 60, 55 y 58 grados Celsius. Imagínese. Realmente nunca visto, son puntos sumamente calurosos. Por ejemplo en Basora hoy por hoy sigue habiendo temperaturas de 58, 60 y más grados. Ahora en Bagdad empieza a bajar un poco. No le diría que es sostenible; para nada: sin aire acondicionado, sin ventiladores es absolutamente insoportable, incluso para los equipos. Por ejemplo los equipos de satélite, las parabólicas que están fuera que utilizamos para los teléfonos satelitales y otro tipo de equipos, sufren daño y no funcionan, se calientan y dejan de funcionar, entonces se cae Internet, etcétera, etcétera. O sea que hasta en eso es realmente difícil la situación.
EC - Usted aludió al pasar a los programas en los que tenía previsto trabajar en Bagdad a partir de su responsabilidad en la OIM y cómo éstos se han visto afectados por el atentado del 19 de agosto y el redimensionamiento que los organismos internacionales han tenido que hacer de su presencia en Irak. De todos modos, ¿cuáles son las principales líneas de las tareas que llevan adelante hoy?
MTB - En primer lugar la asistencia a los desplazados internos, a las familias de desplazados que con motivo de la guerra y otras penalidades han debido abandonar sus casas, sus hogares, incluso la región a la cual pertenecen.
Otro programa que estamos iniciando y que es también de gran importancia para la consolidación de la paz en Irak, es una actividad muy típica nuestra: la reinserción de los antiguos militares o las fuerzas disueltas de las fuerzas armadas iraquíes. Es otro programa que se ha visto tremendamente afectado pero que esperamos que pueda seguir adelante, como le decía antes, prestando asistencia técnica a varios organismos con los que estamos trabajando en conjunto.
Tenemos también un programa de evacuación médica, un programa importantísimo por el que estamos sacando gente que tiene problemas médicos a causa de la guerra -el nuestro es un enfoque al posconflicto- y que no puede ser tratada aquí en Irak. Hemos sacado gente hacia Inglaterra y Alemania, donde se les hacen prótesis, se les trata de devolver la vida normal que tenían. Es un programa importantísimo que también se vio afectado, es de alta movilidad de recursos y vuelos permanentes de charters, de gente, de aviones preparados médicamente para recibir esos casos y trasladarlos a otros sitios.
Otro programa importantísimo es el de las Iniciativas de Transición en Irak -así se llama-, que ha ocasionado un gran beneficio a las poblaciones más vulnerables y damnificadas con la construcción de escuelas y centros de salud, la reparación de infraestructura comunitaria, etcétera, lo que se hace además con una enorme participación de las comunidades y de la población local.
Eso para mencionarle algunos de los programas que contribuyen más, sobre todo a la estabilización, no sólo desde el punto de vista socioeconómico sino también desde el punto de vista de la paz.
EC - Usted personalmente, ¿por cuánto tiempo más se queda en Irak?
MTB - Pienso que voy a estar aquí un mes más -ojalá sin mayores contratiempos-, a menos que el sistema decida evacuar la zona. Si no, pienso que permaneceré 20 días, un mes, para terminar de organizar una nueva manera de ejecución de estos programas. Teníamos prevista una gran presencia de funcionarios internacionales y una gran contribución en el entrenamiento y la formación de los iraquíes para que ellos mismos pudieran seguir adelante con estos programas y darle sostenibilidad a este esfuerzo. Estamos tratando de hacer lo mismo pero desde Amán, vamos a tratar de hacer esta formación y estos entrenamientos en Amán, para que esta gente iraquí vuelva al país y pueda seguir la ejecución. Estamos planeando ese tipo de actividades con otros colegas de Naciones Unidas. Veremos en qué termina.
Quería decirle una cosa que obliga esta entrevista: el pueblo iraquí es estupendo, es un pueblo tremendamente acogedor. Lamentablemente -creo que esto hay que decirlo porque lamentablemente a veces nos llevamos una impresión equivocada- los clips de las agencias de noticias internacionales no le hacen justicia a este pueblo realmente maravilloso. Yo jamás me he sentido en ningún estado de inseguridad rodeado de esta gente, de este iraquí que, tanto como colega, como mozo en el restaurante o donde quiera, es tremendamente acogedor, curioso, amante y amigo del extranjero.
No hay que confundir la población del país, que es una cultura que ha estado en la tierra por más de 9.000 años (sólo mencionemos Babilonia y tenemos una idea) con los grupos extremistas que lamentablemente dominan la geografía poblacional de este país. Pero que la población definitivamente es maravillosa. El mayor respeto y la mayor admiración por este pueblo sufrido, que aún en estas circunstancias tremendas y penosas, lucha por seguir adelante con dificultades enormes que casi no podemos describir. Nosotros como funcionarios internacionales tenemos medios para combatir la falta de servicios, la falta de comida, la falta de combustible, etcétera.
Esta es una gente maravillosa que merece un enorme respeto y, además, toda la ayuda que se le pueda brindar.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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