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MARCAR LA CANCHA PARA NEGOCIAR DESDE POSICIONES DE PODER
Los primeros 100 días del presidente Kirchner
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Politóloga Ana María Mustapic: En este período tomó decisiones que estaban dentro de sus atribuciones y no implicaban recurrir al Congreso ni a ninguna otra instancia. Es el modo en que un presidente que no tiene partido puede construir su legitimidad. Creo que avanzamos mucho con el tema del juicio a los militares, con la idea de que nunca más tengamos un Estado terrorista, pero todavía no tenemos un Estado que se preocupe por sus ciudadanos. Ese es el gran desafío por delante, donde deberá colocarse todos los esfuerzos.
EN PERSPECTIVA
Jueves 04.09.03, 08.50.
EMILIANO COTELO:
Este lunes se cumplieron los primeros 100 días en el gobierno del presidente de los argentinos, Néstor Kirchner.
¿Cómo se explica su estilo presidencial?, ¿cómo se explica esa propensión que lo caracteriza a las confrontaciones, por ejemplo con los militares del proceso, con buena parte de los ministros de la Corte Suprema de Justicia, con los empresarios, hasta con su propio vicepresidente, Daniel Scioli?
¿Es que gobierna para las encuestas, pensando en las diferentes elecciones de este año? ¿Por qué ha abierto simultáneamente tantos frentes tan delicados? ¿Podrá dominar luego todas esas tormentas? Y, si ustedes quieren una pregunta mucho más general: con Kirchner, ¿logrará Argentina estabilizarse o volverá a temblar?
Les proponemos buscar respuestas a estas preguntas en diálogo con Ana María Mustapic, politóloga, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Oxford, egresada en 1981; licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad del Salvador, de Buenos Aires; profesora de Instituciones Políticas y de Gobierno y de Política Comparada en la Universidad Torcuato Di Tella y coordinadora directora del Programa de Estudios Electorales y Legislativos en Universidad Torcuato Di Tella.
Está en estas horas en Montevideo, ¿para qué tareas específicamente?
ANA MARÍA MUSTAPIC:
A propósito de un seminario internacional que organiza Naciones Unidas, la Unión Interparlamentaria, la Facultad de Ciencias Sociales y la Cámara de Diputados.
EC - Hablemos de Argentina. Comentando esa tendencia de Kirchner a abrir frentes de batalla, decía Mariano Grondona en su columna del domingo pasado en La Nación:
“El presidente Kirchner, ¿es conciliador o militante? Dada su constante actitud de confrontación, no es difícil la respuesta. Tiene, sin embargo, un atenuante. Habitualmente los presidentes asumen después de la campaña electoral, cuando se acallan los ruidos del combate. Lo insólito del calendario electoral de este año es, empero, que en vez de cerrar la campaña electoral, los comicios presidenciales del 27 de abril en verdad la abrieron, de modo tal que ella sigue vigente en los grandes y los pequeños distritos y así continuará prácticamente hasta que los electos asuman sus cargos ejecutivos o legislativos el próximo 10 de diciembre. ¿Se puede criticar a Kirchner por seguir en campaña después de la campaña antes de que ella termine? El 10 de diciembre, cuando el ruido de las acusaciones recíprocas haya cesado en todo el país, ¿podremos asistir por ello a los primeros pasos de un presidente conciliador?
“Las reiteradas confrontaciones del nuevo presidente, ¿responden entonces a las anómalas circunstancias de esa campaña incesante en que se ha convertido el año 2003? ¿O reflejan condiciones de carácter que seguirán vigentes más allá de la campaña, cuando ya no sean electoralmente necesarias?”.
¿Usted tiene respuestas para estas preguntas?
AMM - (Se ríe) No es sencillo.
EC - Claro, el factor electoral de este año 2003 es muy fuerte, ¿no?
AMM - Es muy fuerte. Estos días se ha estado hablando de los 100 días de Kirchner, pero uno podría decir que todavía son como 100 días de fantasía, porque efectivamente no se han terminado de constituir los poderes que lo van a acompañar a partir del 10 de diciembre. A partir de ahí uno podría estar pensando: ¿y después de esto qué: va a haber otros 100 días con el presidente “verdadero”? Efectivamente, hay ahí un problema.
EC - ¿Estas elecciones que se desarrollan durante 2003 son muy importantes para la gobernabilidad?
AMM - Son importantes en el siguiente sentido. Como es sabido, Kirchner subió con poco respaldo (obtuvo nada más que el 22 por ciento de los votos) y después pudo revalidar su legitimidad simplemente porque no hubo segunda vuelta.
EC - O sea que el porcentaje propio de Kirchner es 22 por ciento.
AMM - Que tampoco es tan propio, porque está todo el respaldo que le dio el presidente Duhalde con su control de la provincia de Buenos Aires. En definitiva es un presidente muy débil, que no tuvo la chance de obtener títulos propios a través del voto popular.
EC - ¿Entonces puede pensarse que Kirchner está construyendo su legitimidad?
AMM - Efectivamente, construyendo su legitimidad; necesita contar con respaldos propios también. Luego, una vez que se sepa quiénes van a ser los actores, que estén instalados, va a tener que desplegar capacidad de negociación. Este estilo confrontativo que él tiene hoy en día es pertinente en el sentido de que le permite recuperar la autoridad presidencial, que estaba muy alicaída, por un lado; y siendo un presidente débil es el único modo que tiene para fijar él la agenda en lugar de que se la fijen. Desde esa perspectiva está haciendo lo que razonablemente uno diría que conviene hacer en esta circunstancia.
EC - Desde el punto de vista del funcionamiento del Congreso, estas elecciones que se cumplen hasta fin de año, ¿qué pueden aportar a Kirchner en cuanto a mayorías, por ejemplo?
AMM - Seguramente va a haber mayoría de diputados del Partido Justicialista (PJ). Sucede que el PJ es un partido muy fragmentado, por lo que va a ser necesaria cierta capacidad de liderazgo y cohesión de ese grupo, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores. Creo que el riesgo en estas circunstancias es que la oposición quede muy débil, porque cuando la oposición es débil asoman las diferencias internas del PJ. Ese podría ser un eventual riesgo.
EC - ¿Cómo están jugando las encuestas en todo este contexto? Parecen haberse convertido en vedettes. Ahora paso a una nota, también del domingo, pero de Joaquín Morales Solá:
“Tal vez la mayor debilidad de Néstor Kirchner no consista sólo en ser el presidente con menos votos en la historia política argentina; Arturo Illia cosechó, en 1963, tres puntos porcentuales más que el actual mandatario. Su mayor fragilidad es, en cambio, ser el jefe de un gobierno democrático cuando el sistema histórico de partidos parecería haber colapsado en gran parte del país. (...)
“El desgaste del viejo sistema partidario, que gobernó en la Argentina en los últimos 50 años, creó un protagonista nuevo en la política nacional: las encuestas y su reino de supuestas verdades irrefutables”.
¿Qué le parece a usted?
AMM - No estoy tan segura… ¿Qué hace uno con las encuestas? Puede decir: “Yo utilizo las encuestas ¿para ver qué cosa?: para ver el respaldo que tengo”. Pero ¿a propósito de qué?: de algo que he propuesto. El riesgo es que las encuestas sean nuevamente las que fijen la agenda, y que no sea el presidente el que lidere.
Uno tendría la impresión de que las encuestas son para palpar el estado de la opinión pública a partir de las cosas que se están haciendo, no para adoptar decisiones a partir de cuál es la opinión de la opinión pública.
Esa es una variante; la otra puede ser: “Me guío por la opinión pública y en función de su reacción acomodo mis estrategias”.
Hay que ser cuidadoso en cómo utilizar las encuestas, cómo se evalúa la utilización de las encuestas.
EC - Según Morales Solá, “Esa seducción envolvió también al Parlamento y hasta a la propia Corte Suprema de Justicia; ambas instituciones están pendientes de las encuestas, tanto como el propio Kirchner. Así las cosas, el Congreso y el máximo tribunal de justicia han seguido al pie de la letra –por ejemplo– la nueva política del presidente sobre las violaciones a los derechos humanos en la década del 70. Kirchner tiene una visión abiertamente crítica sobre la última dictadura militar y ha promovido una revisión de ese pasado ominoso”.
AMM - El tema de ese recurso permanente a las encuestas tiene que ver con el tema de la campaña electoral. Estando en permanente campaña electoral, como muchas veces los votos se deciden por el estado de humor… Creo que tiene bastante que ver con eso.
Desde ya digamos que si fuera exactamente así sería un problema, porque no hay clase dirigente. Ese es un riesgo si uno simplemente se guía por lo que dicen las encuestas de opinión. La otra es que estamos en campaña electoral.
EC – Y ¿qué papel está jugando Duhalde?
AMM - Duhalde… es un líder que controla la poderosísima provincia de Buenos Aires. En estos momentos tiene un rol “sistémico”, su actitud es “que las cosas funcionen bien”, de cooperación; cada tanto se mandan algún aviso a través de declaraciones en el diario. No él directamente; leí esta mañana antes de venir para acá, que Ruckauff, que es candidato a diputado (fue gobernador, canciller y ahora va a ser diputado por la provincia de Buenos Aires) …
EC - No se quiere ir, ¿eh?
AMM - No, no; parece que es difícil encontrar trabajo en otro lado (se ríe). Ruckauff declaró: “A Kirchner uno puede no necesitarlo para ganar las elecciones, pero a Duhalde sí se lo necesita”.
EC - ¿Cómo fue?
AMM - Esto es: uno puede ganar las elecciones sin Kirchner, pero no sin Duhalde.
EC - Se había especulado con que Kirchner iba a terminar siendo un títere de Duhalde… ¿No ocurrió eso, o sí? ¿Cuál es la impresión de ustedes, los politólogos?
AMM - No, no; títere no; no tiene una personalidad como para ser sumiso. No; que pueda necesitar negociar, etcétera… como cualquiera, como cualquier político en un sistema democrático. Títere no, no lo veo.
EC - ¿Cómo define entonces la relación Kirchner - Duhalde?
AMM - Una relación de cooperación. No sé qué va a suceder cuando se vuelva a plantear el tema de la elección presidencial, esto es hacia 2006, coloquémonos en 2006. Ahí habrá que ver cómo se plantean las cosas. Por ahora hay una tregua y cooperación hasta 2006; creo que a ambos les conviene.
***
EC - Cuando el presidente de Estados Unidos, George Bush, recibió a Kirchner en la Casa Blanca, cuando lo empujó a las arenas movedizas de la ideología –dijeron algunas crónicas– Kirchner se defendió con esta frase: “No tema, soy peronista”. Lo dijo no bien el jefe de la Casa Blanca aludió al izquierdismo de Lula da Silva y a otros fenómenos que se estaban dando en América Latina con nuevos gobernantes. ¿Qué es Kirchner desde el punto de vista ideológico?
AMM - Como él mismo lo dijo, peronista. Efectivamente, es peronista.
Uno puede estar viviendo este frente que abrió respecto de los derechos humanos como parte de una posición muy firme; por otro lado da la impresión, por sus propios antecedentes como gobernador en la provincia de Santa Cruz, de ser más ortodoxo, más fiscalista en materia económica.
EC - Al mismo tiempo es muy crítico de lo que él mismo denomina neoliberalismo y las políticas que se siguieron durante la era Menem.
AMM – Efectivamente. Desde ya, es crítico de estas políticas. No sé… ¿en un espectro derecha - izquierda…? Uno diría centroizquierda.
EC - Eso es lo más aproximado.
AMM - Creo que sí, yo lo ubicaría dentro de ese eje, dentro de una centroizquierda moderna.
EC - ¿Populista…?
AMM - No, no me da la impresión. Tiene gestos como más… campechanos, etcétera, pero no creo que esto sea populismo. Hoy no me da esa impresión.
EC - ¿Tiene un programa de gobierno o está improvisando?
AMM - No me da la impresión de que esté improvisando. En el plano económico Lavagna está llevando adelante las tareas al frente del Ministerio de Economía, las negociaciones con el Fondo Monetario, etcétera; todo esto parece estar funcionando razonablemente bien.
Por otro lado Kirchner se ha fijado una agenda; ha abierto estos varios frentes, pero no me parece que haya sido puramente casual. Se han abierto ciertas agendas, uno puede decir que quizás no sepa exactamente dónde terminan, pero no me da la impresión de que fuera una cosa totalmente improvisada. Tampoco totalmente planificada.
EC - La relación con Scioli ha sido muy traumática hace muy pocos días. El vicepresidente discrepó con la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, cuando dijo públicamente “Ningún país serio anula leyes”, que una cosa es derogar y otra anular. A partir de un par de críticas como esas, Scioli prácticamente fue proscrito: el presidente no lo recibía, no hablaba con él. Además Kirchner destituyó de las esferas del gobierno a los principales funcionarios de confianza de Scioli, que habían sido puestos en sus cargos por su relación con él. Parece que esta semana se amigaron, la reconciliación llegó, pero el episodio chocó mucho. ¿Cómo se entiende? ¿Qué fue eso?
AMM - Creo que también hubo problemas de coordinación. Y creo que el presidente Kirchner no está de todo consciente de la importancia que tiene el vicepresidente.
EC - ¿A ver…?
AMM - El vicepresidente es un salvavidas, si uno tiene en cuenta la experiencia de De la Rúa. De la Rúa cayó porque quedó a merced del Congreso, porque cuando no hay vicepresidente la ley de acefalía establece la vía de sucesión por el lado del Congreso, y eso fue lo que sucedió con De la Rúa. Entonces, que Kirchner tenga sus conflictos con Scioli es un problema muy grave; lo mejor que pueden hacer es lo que hicieron anteayer: abrazarse a los besos. Se necesitan mutuamente.
No se espera de un gobierno que uno diga una cosa y otro diga otra, es una cuestión de sentido común…
EC - Sí, las dos actitudes llamaron la atención. Primero llamó la atención la crítica de Scioli, pero la respuesta del presidente fue apabullante, fue una aplanadora.
AMM - Fue una sobreactuación. Pero atención: fue una sobreactuación sobre un punto fácil, el secretario de Turismo. Que cambien el secretario de Turismo no cambia ningún equilibrio en el país. El tema es la sobreactuación por parte del presidente, que creo que sí es criticable.
EC - ¿Cuál fue el origen del cortocircuito? ¿Por qué el presidente y el vicepresidente pueden llegar a tener tan pronto diferencias tan fuertes?
AMM - Por ciertas conversaciones, contactos, que estaba teniendo Kirchner, etcétera. Es cierto que el lugar del vicepresidente puede ser muy aburrido y que alguien un poquito más acostumbrado a la acción puede tener ciertas iniciativas sin estar coordinándolas con el presidente.
EC - Particularmente eran reuniones con empresarios, sector con el cual, aparentemente, Kirchner no se lleva demasiado bien.
AMM - Kirchner marca terreno fuertemente: “Yo estoy acá”; después, va y negocia. Esa es mi impresión. En principio se pone separando las líneas fuertemente, “Y a partir de ahí conversemos”. No se coloca en un lugar temeroso, subordinado, sino firme. No es que los rechace, quiere tener su estilo, quiere decidir cómo es el acercamiento. Esa es mi impresión.
EC - Mi pregunta a propósito de cuál había sido el origen del cortocircuito Kirchner - Scioli iba más atrás en el tiempo, a saber qué había fallado en la construcción de esa fórmula presidencial.
AMM - Hay que tener claro que Kirchner es un candidato por default; fue candidato por default a la Presidencia de la nación. Se estaba preparando para 2007, no para 2003; de repente apareció como el candidato porque habían fracasado las candidaturas de Reuteman y De la Sota y el único que quedaba era él; el otro era Rodríguez Saa, que ni pensarlo por el lado de Duhalde. Todo esto fue medio improvisado.
Pero fíjese que él busca como vicepresidente a alguien que se puede decir que es más de centroderecha, busca cierto equilibrio. Creo que le molestó que el vicepresidente tomara la iniciativa cuando él tenía su propia estrategia.
***
EC - Al pasar usted ya hizo alguna referencia a la relación Kirchner - empresarios; pensaba consultarla específicamente sobre este punto. Vuelvo a Morales Solá, quien dijo el domingo pasado:
“El sesgo más negativo de los tres meses de Kirchner, en el terreno esencial de la economía, ha sido el discurso confrontativo hacia la inversión de riesgo en el país. Muchas cosas que se hicieron en la década del 90 necesitan de una enorme tarea de mejoramiento y de transparencia; eso no significa que deba crearse una opinión pública contraria a los capitales y al papel de los empresarios en la economía”.
¿Usted lo ve de esta forma?
AMM - No sé si eso alcanza a crear una opinión pública contraria a los capitales y a la inversión. No me parece. Uno tendría la impresión de que para crecer se necesitan empresarios e inversión; el tema son aquellos empresarios que se beneficiaron con sus contactos estrechos con el Ejecutivo, etcétera, y obtuvieron beneficios extra. Eso me parece razonablemente criticable.
Nuevamente, me parece que él marca terreno, quiere sentar los términos de la discusión, entonces no va con una actitud temerosa frente a los empresarios.
EC - ¿Cuál es, a su vez, la actitud del sector empresarial con el gobierno Kirchner? En el correr de estas semanas parecería haber ido consolidándose un recelo, una desconfianza…
AMM - Sí. Se me ocurre que no los están tratando como estaban habituados a ser tratados, eso los debe descolocar. De todos modos una relación de este tipo no puede mantenerse en el tiempo, uno espera que en un plazo más o menos razonable se defina cuál va a ser la actitud del gobierno.
EC - De todos los frentes que abrió el presidente Kirchner desde que asumió, uno de los que más están dando que hablar es el de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar, el revisionismo de hechos ocurridos en los años 70. Podría decirse que es un segundo revisionismo, porque (como han anotado en varios análisis de prensa de estos días), una de las preguntas es: ¿por qué Kirchner pone tanto énfasis en este asunto, cuando en términos comparativos Argentina es de los países que más avanzaron en el juicio y el castigo a militares involucrados en graves violaciones a los derechos humanos?
¿Qué interpretación tiene usted?
AMM - Si la posición es de defensa de los derechos humanos y búsqueda de justicia, esta decisión no sería tan “política”: iría en busca de la justicia; estaría más movida por la ética de la convicción que por la ética de la responsabilidad.
EC - El viejo debate…
AMM - Exactamente. Esto también está en la actitud de Lilita Carrió, por ejemplo, dirigente del ARI. Además porque una de las cosas que ha hecho Kirchner desde que asumió es manejarse con aquellos recursos que le provee el cargo presidencial.
EC - ¿O sea…?
AMM - Solo. Yo puedo destituir a la cúpula de las Fuerzas Armadas, porque está dentro de mis atribuciones como Poder Ejecutivo.
EC - Fue una de las primeras medidas que tomó, durante las primeras horas de su gobierno.
AMM - Sí, apenas asumió; ni su propio ministro de Defensa estaba al tanto.
EC - Para nombrar al nuevo comandante en jefe del ejército, por ejemplo recurrió, como gente de confianza en las Fuerzas Armadas, a militares a quienes conocía de la región de la que él viene: del sur, de Santa Cruz y otras provincias cercanas.
AMM - Exactamente. Estábamos viendo las decisiones que podía tomar en su calidad de Presidente de la Nación: intervino el PAMI, conocido como un ámbito de corrupción entre sindicalistas y políticos; recurrió a la opinión pública para buscar apoyo y presionar sobre la Corte Suprema, lo que terminó provocando la renuncia del presidente de ese organismo, Nazareno. Tomó toda una serie de decisiones que estaban dentro de sus atribuciones presidenciales, que no le implicaban tener que recurrir al Congreso ni a ninguna otra instancia. Uno diría que es el modo en que un presidente que no tiene partido y tiene que construir su legitimidad puede hacerlo, en ese sentido lo ha estado haciendo bien, por ese lado.
Volviendo al tema de los derechos humanos…
EC - Ahí él solo no puede.
AMM - No; solo no puede, pero fija el liderazgo, dice: “Me interesa que esto se haga”.
EC - Consiguió que el Congreso votara una medida tan polémica como la anulación de leyes que estaban vigentes, la de punto final y la de obediencia debida.
AMM - Sí, efectivamente, esa medida fue muy polémica.
EC - Tanto que se discute el efecto real de esa resolución del Poder Legislativo. Parecería que tiene más bien un efecto simbólico, que es un mensaje político dirigido a quien sí puede resolver en esa materia, que es la Corte Suprema. Ahí volvemos a los problemas: ¿no era que a Kirchner le molestaba la Corte Suprema anterior porque había sido instalada por Menem y era permeable a los deseos de Menem? Ahora él también se las ingenia para presionar a la Corte Suprema con un determinado lineamiento sobre lo que hay que hacer con estas leyes…
AMM - En términos generales uno puede decir: ¿por qué el Ejecutivo no puede fijar su posición respecto de una cuestión vinculada con la Justicia? Yo creo que eso es totalmente legítimo. A veces hay una visión demasiado estricta de la división de poderes, entonces yo por ser el Poder Ejecutivo no puedo hablar de cuestiones judiciales. Yo puedo tener mi opinión, el tema es que no haya otros elementos que interfieran en las decisiones que tome la Corte Suprema. Eso es lo que hay que tratar de preservar.
¿Qué puede pasar con la Corte Suprema? Las cortes también se amoldan a las circunstancias; no sería Argentina el único lugar donde sucediera una cosa así. Están en contacto con la sociedad y con los humores de la sociedad.
EC - Casualmente o no –es difícil saberlo– en medio de este tema de qué hacer con los militares responsables de graves violaciones a los derechos humanos durante el proceso apareció el juez español Baltasar Garzón solicitando la extradición de 40 de ellos. Se generó el debate sobre si corresponde que sean juzgados en España o en Argentina. Estas decisiones políticas respecto a las leyes de obediencia debida y punto final permiten, en teoría, que los juicios sigan corriendo en territorio argentino. Falta el fallo de la Corte Suprema, pero ya hay un pronunciamiento político a favor de la anulación y por lo tanto a favor de que algunas de esas causas sean reabiertas. Algo de eso está ocurriendo, incluso ya en estos días. Baltasar Garzón –o mejor dicho: el gobierno español– dejó de lado su aspiración de extradición y la pelota vuelve a la cancha argentina. ¿Eso implica que va a pasar algo, efectivamente, o que todo va a quedar atrapado en una maraña jurídica, legal, etcétera?
AMM - La verdad es que no lo sé muy bien, pero en parte, como todo lo jurídico, entra en una maraña jurídica, de eso no me cabe la menor duda. Esto va a llevar tiempo y su impacto sobre la opinión pública se va a ir atenuando. De esta agenda que se abrió, que uno no sabía bien hacia dónde iba, el único punto positivo hasta ahora, en cuanto al enmarañado, es que se decidió que sean juzgados aquí, lo que ha sido posible por esa decisión del Congreso, tan política, simbólica, etcétera, pero que por lo menos sirvió para frenar el tema de la extradición, que iba a ser todo un problema. Aznar decidió no seguir con el pedido de extradición porque pueden ser juzgados en territorio argentino.
EC - Y desde el punto de vista de los efectos reales, poniéndonos del lado de las organizaciones defensoras de los derechos humanos, esto que termina ocurriendo ¿es bueno o malo? ¿Iba a ser más efectivo el juicio en España que el que va a ocurrir en Argentina?
AMM - La verdad es que no lo sé. Seguramente algunos hubieran preferido que fueran juzgados en España.
EC - Porque también se corre el riesgo de que no pase nada.
AMM - No sé si no pasa nada. Supongo que a algunos les hubiera gustado más España porque se hubiera agregado una dosis más de humillación. Esa es la impresión que tengo.
EC - Una dosis de mayor humillación hacia los militares responsables de estos delitos. Pero al mismo tiempo se hubiera abierto el frente de la soberanía.
AMM - Sí, efectivamente.
EC - La soberanía argentina en entredicho.
AMM - Sí, esa era la otra cuestión central.
Si me permite, esta cuestión de los derechos humanos me parece bien –se busca justicia, etcétera–, pero no hay que olvidar que los derechos humanos no pueden limitarse solamente a esta cuestión: en Argentina hoy en día los derechos humanos no están garantizados. ¿En qué sentido? No hay Estado, no hay un Estado que garantice la salud, por lo tanto que garantice la vida a la gente... La pobreza en Argentina es un desastre. A veces se olvida que ese es un problema de derechos humanos. Esa es la cosa…
Creo que avanzamos mucho con el tema del juicio a los militares, que en ese sentido dimos pasos muy importantes con la idea de que efectivamente nunca más tengamos un Estado terrorista, pero todavía no tenemos un Estado que se preocupe por sus ciudadanos. Es el gran desafío que se tiene por delante, ahí es donde desde ahora deber ser colocados los esfuerzos de todo gobierno.
EC - De alguna manera vuelvo a la pregunta que le hacía hace unos minutos: ¿por qué este énfasis en volver a juzgar a los violadores de los derechos humanos durante la dictadura y no poner más el cuidado, la atención, el impulso, en las cuestiones del presente, en los problemas de hoy? ¿Por qué ese regreso a 30 años atrás?
AMM - Porque la lectura... el tema de los derechos humanos ha sido producto del Estado terrorista; como producto, nacido en respuesta. Argentina sigue centrada en ese tema, no ha ampliado su propia agenda para abarcar los temas que tenemos hoy en día. Hacia el futuro –porque esto es ir hacia el pasado– es tremendo lo que tenemos por delante.
EC - Hablando del futuro, me quedan dos preguntas nada fáciles para usted. La primera: ¿Kirchner será capaz de encauzar estos diferentes frentes que ha abierto? O, si prefiere: ¿Argentina tenderá a estabilizarse política, económicamente o, con un presidente como este volverá el torbellino?
AMM - Uno es muy escéptico; siendo argentino no le queda otra que ser escéptico, porque siempre nos hemos dedicado a producir acontecimientos extraordinarios; lo único es que siempre tenemos algo de esperanza.
Espero que pueda haber algún tipo de aprendizaje desde el ejercicio en el Poder Ejecutivo en estos momentos. Quizás esto sea una ventaja: que estos meses sean como “no verdaderos” en el sentido de que todavía es campaña, etcétera, para que cuando todas las cosas se sepan, quiénes son todos los jugadores, a partir de ahí el presidente ya haya podido madurar algo más y adquirido más experiencia. Una de las cosas que me preocupan es esta especie de parroquialismo, de repente, que hay.
EC – “Parroquialismo”…
AMM - En el sentido de que este presidente es de la provincia de Santa Cruz y todos los que tenemos son santacruceños. ¿Qué me está diciendo esto? Los conocimientos son restringidos, uno diría que un presidente debería poder incorporar distintas figuras de distintas partes del país. Ese tipo de cuestiones también me preocupan. Otra es esta cosa tan impetuosa del presidente, que pueda moderarla.
EC - Porque pasamos de una crisis por un presidente dubitativo, como era De la Rúa, un presidente al que le costaba tomar decisiones (claro, estuvo el intermedio de Duhalde), y ahora que las cosas se reencauzan tenemos a un presidente que es una máquina de resolver, sobre todo de “enfrentarse a”.
AMM - Exactamente. Se necesita un presidente que pueda “negociar con” y que busque buenos negociadores, que elija bien con quiénes va a negociar, porque la política es eso.
EC - Un oyente, Héctor, dice: “Estuve hace poco en Argentina conversando con gente del peronismo y que conoce del asunto. La única lectura de la actuación de Kirchner es la siguiente: o desarticula el poder menemista, sus mafias del poder económico, político, judicial, militar y empresarial, o no es posible estabilizar ningún gobierno en Argentina. Como buen peronista, Kirchner lo sabe. No hay que hacer lecturas ideológicas de esta apertura de frentes: es una lucha a muerte por lograr, efectivamente, estabilizar un gobierno decente, sin las falsas ilusiones de los gobiernos radicales”.
¿Qué le parece?
AMM - Me parece un comentario pertinente. Coloca a Kirchner como un outsider; el oyente está diciendo que radicales y peronistas eran la misma cosa y tiene que venir uno de afuera para romper con esto. Él dice que la falsa ilusión de los radicales es que los radicales aparecían como los republicanos, etcétera, cuando en realidad también estaban involucrados en prácticas de connivencia.
EC - Este oyente plantea el dilema entre radicales y menemistas, no peronistas…
AMM - Está bien, pero siempre van a ser, el peronista siempre está en algún lado, siempre va a haber “radicales y…”. Ahora hay menos radicales, es verdad.
En parte es cierto, tiene que tratar de debilitar la trama creada bajo el gobierno de Menem. Hay que tener en cuenta que en el medio estuvo el gobierno de Duhalde, hay que ver qué pasa ahí, un año de Duhalde.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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