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Paraguay shockeó a la celeste
Desde Asunción, Ricardo Piñeyrúa. El primer error fue la integración del equipo dispuesta por el director técnico, Juan Ramón Carrasco. A partir de él se cometió nuevos errores que convirtieron una probable victoria en una derrota contundente. Es responsabilidad de Carrasco aprender de este resultado.
EN PERSPECTIVA
Jueves 11.09.03, 07.38.
EMILIANO COTELO:
¡Qué shock! ¡Cuánto cambió la celeste del domingo al miércoles! ¡Qué envalentonados estábamos, y qué golpazo nos dimos! Veamos algunos títulos de los diarios de hoy.
ALFREDO DANTE:
El País: “Derrota contundente de celestes. La selección erró dos goles en el primer tiempo y regaló el partido con la serie de cambios realizados”.
EC – El Observador: “Cachetada guaraní”.
AD – Ultimas Noticias: “Carrasco pagó tributo a sus temerarios seis cambios inexplicables”.
EC – La República: “Paragu... ¡ay!. Del cielo al infierno sin pasar por el purgatorio. Paraguay 4, Uruguay 1”.
Profesor Ricardo Piñeyrúa, desde Asunción: ¿cuál es tu interpretación?
RICARDO PIÑEYRÚA:
Les cuento, primero, que en el Hotel Internacional donde nos alojamos coinciden muchísimos periodistas, entre otros los redactores de Últimas Noticias, de El País y de La República. Eso dio lugar anoche, entre las 12 de la noche y la madrugada, a un debate muy fuerte y muy largo sobre todo lo que pasó en el partido, y fue interesante chequear los distintos puntos de vista.
Yo lo separaría en varias partes. Primero, para mí Uruguay tuvo ayer dos problemas que son responsabilidad del técnico. El primero, cómo integró el equipo...
EC – Esos famosos seis cambios.
RP – Algunos de esos cambios tienen explicación que él dio: Ligüera estaba muy cansado, porque había viajado a España a principios de la semana pasada, volvió, jugó todo un partido bajo la lluvia, y quería reservarlo; Sosa y Recoba estaban golpeados (creo que se notó que Recoba estaba mal cuando entró)...
EC – No rindió nada parecido a lo del domingo.
RP – Claro: se notó que estaba con un dolor que le impidió jugar bien. Y justificó los cambios en la zaga diciendo que necesitaba poner hombres fuertes para la contención del juego aéreo paraguayo.
EC – Ese fue el argumento principal: que él suponía que esos jugadores iban a funcionar muy bien por arriba... Pero resultó que se las comieron todas.
RP – Exacto. El tema es que acá comienza la discusión (y se la puede tomar donde quedó antes de que empezara esta fase eliminatoria) respecto a las convocatorias. Porque no convocó a Lembo, que tiene muy buena estatura y fortaleza física, que siempre fue muy buen jugador y que además está acostumbrado a jugar contra Roque Santa Cruz porque jugó contra él decenas de partidos a nivel de juveniles. Sorondo anduvo muy mal, y Jesús Cono Aguiar jugó en su nivel, a quien le adjudico menos responsabilidad que a Sorondo (quien es más alto, más grande) y además tiene muchísimos problemas.
Pero donde creo que cometió un error aún mayor en la integración fue en la posición de Mario Regueiro, a quien ha asignado una tarea de lateral que no siente, para la cual no tiene oficio. Y por ese lado llegaron dos de los cuatro goles, porque Regueiro no pudo controlar una pelota que se le fue a sus espaldas y cometió un error que cometen muchos defensas: miró a la pelota y no al jugador y, cuando se dio vuelta, Cardozo estaba detrás de él y se llevaba la pelota; y después los centros de Arce que llegaron permanentemente por esa zona, o incluso en la jugada del primer gol, cuando el volante por derecha de Paraguay llegó y lo estaba marcando Forlán porque Regueiro no estaba.
Creo que en la integración hay parte del pecado. Ahora...
EC - ¿Qué pecado: el de la soberbia? Porque algunas de las crónicas ya hablan de soberbia.
RP – Está bien, pero podemos criticar la integración ahora, con el resultado visto. Pero si divido el partido en dos, tengo que decir que Uruguay jugó un primer tiempo como hacía muchísimo que no se lo veía en el exterior. Porque jugando fuera de Montevideo, Uruguay era realmente muy malo. Y ayer hizo un primer tiempo muy bueno; incluso, creo que no lo refleja el resultado de 1 a 1 de ese primer tiempo, porque Paraguay llegó con cierta fuerza en los primeros minutos y después, en la jugada del gol (prácticamente no tuvo otra cosa), mientras que Uruguay generó seis, siete jugadas de gol, que Bueno no pudo convertir, tampoco Chevantón, alguna incluso de Forlán con remate de distancia... varias posibilidades de gol que Uruguay no supo convertir, lo cual también habla de algunas vacilaciones importantes de parte de Uruguaya la hora de definir el partido. Esas vacilaciones se reiteraron cuando se inició el segundo tiempo, en las dos jugadas iniciales donde participaron Forlán, Chevantón y Bueno, dos chances clarísimas de gol que Uruguay no convirtió.
También hubo problemas individuales...
EC – Después sí, nos caímos a pedazos.
RP – Ahí está. Te voy a decir lo que yo creo que en definitiva produce ese caerse a pedazos a partir de los cinco minutos del segundo tiempo.
EC – Cuando el desconcierto fue total, se perdió completamente la precisión, la contundencia, y Paraguay comenzó a dominar fuertemente.
RP – Creo que allí es donde está la principal responsabilidad del técnico, mucho más que en la propia integración. Comienza al iniciarse el segundo tiempo, cuando hace el cambio por el cual ingresa Ligüera por Giacomazzi. Creo que Giacomazzi no había hecho un gran partido, pero es un hombre que tiene un gran despliegue físico y oficio en la recuperación de la pelota. Para Carrasco, cometió un error: no jugó bien con la pelota, pero Carrasco no dio el valor que Giacomazzi había tenido en la recuperación de la pelota y, además, en el desgaste que él producía en el medio campo paraguayo para que la recuperara Abeijón. Cuando entró Ligüera, Abeijón quedó solo en la recuperación de la pelota, y debió ser asistido por Olivera y por Ligüera. Y entonces, Uruguay se quedó sin la pelota: después de esos dos ataques iniciales, Uruguay nunca más tuvo la pelota el tiempo suficiente para atacar; les pido que miren el partido. Aparecen jugadores como Enciso, que no habían tenido participación el primer tiempo y que empiezan a robarse el partido, uno los ve que van por la mitad de la cancha y llevan la pelota permanentemente.
Creo, entonces, que ese fue el primer error de Carrasco. Si Ligüera hubiera entrado por Olivera le habría dado más fútbol pero manteniendo la estructura. Y, como muchas veces pasa en el fútbol y en otros órdenes, el primer error va provocando nuevos errores. El equipo no funcionó cuando entró Ligüera por Giacomazzi (no porque Ligüera no pudiera funcionar sino porque se desacomodó todo el andamiaje); y el segundo cambio, cuando Carrasco puso a Recoba, también lo hizo mal desde mi punto de vista. Porque, si bien es cierto que Bueno había errado muchos goles, también es cierto que las combinaciones futbolísticas que él hace se sostienen en la función del jugador número 9: casi todas las pelotas pasan por el que juega en esa posición. Y cuando lo saca para poner a Recoba se queda sin un 9 porque ni Chevantón ni Forlán pueden cumplir esa función; y Recoba, menos. Entonces se queda sin contención y, por más que tiene a Recoba en la cancha, se queda sin la estructura que da sustento al fútbol que él propone.
Creo que ahí ya está. Ya había perdido la pelota, Paraguay ya había hecho un segundo gol, y al haberse desacomodado el equipo ya no tenía posibilidades de construir el fútbol que le permitiera seguir adelante.
EC – El equipo cayó anímicamente, incluso.
RP – Sí; creo que se cayó.
EC – Y los hinchas volvimos a sufrir; volvió lo que creíamos que había pasado.
RP – Acá creo que hay una tercera cosa, y es lo que pasó a partir de ese momento. Lo comentábamos el lunes, después del 5-0 ante Bolivia: uno tiene la sensación de que se está en un proceso de aprendizaje; que todavía los movimientos o el ajuste futbolístico no estaban totalmente integrados.
EC – Recuerdo que el lunes tú tenías algunas reservas.
RP – Creo que ayer apareció eso cuando Paraguay hizo el segundo gol y Uruguay quedó un poco desacomodado. Se olvidó todo, o no se olvidó pero no se lo pudo llevar a la práctica porque no está lo suficientemente madurado como para poder mantener aún en la desventaja esa idea futbolística. Y Uruguay terminó siendo un equipo como fue siempre: el que la agarraba le pegaba lo más fuerte que podía para ver si alguien allá agarraba la pelota y podía convertir un gol.
Creo que hay un poco de cada cosa, y personalmente creo que esta derrota, que por supuesto nos duele mucho y que como decías nos volvió a desilusionar o por lo menos a lo que pensábamos antes de la selección, puede tener un valor importante si Carrasco la sabe asimilar. Creo que estamos en el momento en que Carrasco debe demostrar si es capaz de aprender de la derrota o su soberbia (porque sí es soberbio en su declaración y en su forma de comportarse) es más fuerte que su percepción de la realidad. Si aprende, quizá pueda evitar en su proceso de aprendizaje de él también en la experiencia de las eliminatorias, que estas cosas le vuelvan a suceder a Uruguay. No digo que no pueda perder más por goleada, porque ante Brasil o ante Argentina, o ante cualquiera, a Uruguay le puede pasar lo mismo. Pero que, por lo menos, cuando tenga la oportunidad (como la tuvo ayer) por lo menos de llevarse un punto o de haber ganado y llevarse tres, aprender a manejar el partido de otra manera, que creo que lo hizo mal. Recordemos que Uruguay nunca había ganado en Paraguay, y confieso que ayer, cuando terminó el primer tiempo, yo estaba convencido de que después del 1 a 1 Uruguay iba a ganar porque lo que había hecho Paraguay era realmente muy poco ante un equipo de Uruguay que había jugado muy bien en ese primer tiempo. Creo que había venido a Paraguay algo así como tres veces y siempre me fui con una desilusión, con la sensación de que nos pasaban por encima; pero ayer no: terminó el primer tiempo y había que ver lo que era el estadio, las caras de los hinchas paraguayos, la sensación de que “Nos van a ganar”. Pero la historia fue otra.
EC – Hay que destacar que el equipo sigue jugando limpio, ¿no?
RP – Sigue jugando limpio...
EC - ¿Cómo es la comparación con el partido ante Bolivia, donde Uruguay actuó bien en ese sentido?
RP – Aquí, salvo algunas cosas de Ruben Olivera... Hubo un par de faltas fuertes: una de Abeijón en el primer tiempo, que creo que no fue intencional (fue a buscar una pelota, le sacaron la pelota y le dio muy fuerte al jugador) y después algunas de Ruben Olivera que creo que le pueden costar su convocatoria a la selección porque incluso se hizo mostrar una amarilla por andar a los empujones con un rival.
EC – Pero ¿cómo andamos en el balance, en comparación con nosotros mismos?
RP – No, no: muy bien. En la cantidad de faltas cometidas, en el comportamiento de los jugadores, hay un cambio radical. Ayer, incluso, perdiendo 4 a 1, no hubo aquello que era muy nuestro de terminar el partido a los empujones, o a las patadas, o hasta a las piñas, si se perdía por goleada porque no se aceptaba la derrota. Me parece que eso también es un avance porque quiere decir que hay un proceso de comprender que al fútbol se gana jugando y no golpeando (y mucho menos contra los paraguayos, además). Creo que ese es un síntoma positivo.
Insisto: ayer, para mí, fue un muy buen primer tiempo; después Uruguay jugó muy mal en el segundo, donde Carrasco cometió errores en la integración pero también errores propios de los jugadores, y todos tienen que aprender. Fundamentalmente, Carrasco: a hacer bien el equipo, a no inventar... Porque la sensación que quedó en última instancia fue que él quería ser más que los jugadores...
EC – Sí; que no importaba quién jugara: como estaba él al frente, ya estaba todo arreglado.
RP – Exactamente. Anoche me decía el fotógrafo de Últimas Noticias: “Si hubiera ganado este partido, en el próximo viaje el va en el charter y los jugadores en ómnibus...
(risas)
RP – ...o los deja en Montevideo, porque si hubiera ganado sería él y lo demás no importaba”.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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