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URUGUAY INTERESA COMO CENTRO REGIONAL DE DISTRIBUCIÓN
En marcha el Tratado de Libre Comercio Uruguay - México
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Desde Cancún, Asesor de la Cámara Mercantil de Productos del País, Julio Franco: “Tiene una importancia estratégica fundamental. Lo peor que le puede pasar a un país como Uruguay es que su única alternativa sea el Mercosur, que ha sido beneficioso pero no nos puede dejar cautivos. Embajador de México en Uruguay, Jesús Puente Leyva (foto): El Mercosur no puede ser concebido como un corralito comercial sino como un esquema regional de carácter abierto. Quienes suponen que la subregionalización puede hacerse en términos premodernos están equivocados.
EN PERSPECTIVA
Viernes 12.09.03, 08.50.
EMILIANO COTELO:
Uruguay y México dieron este miércoles un paso histórico en materia de relaciones comerciales. Los dos países llegaron a un acuerdo para un tratado de libre comercio que entrará en vigencia plena dentro de sólo dos meses.
Este tratado de libre comercio es el primero que México consolida con un país integrante del Mercosur y, según declararon las autoridades, podría ser el primer escalón para llegar a un área de libre comercio que incluya a México y a todos los países del bloque.
Para ver la trascendencia de este acuerdo, analizar las relaciones comerciales entre los dos países y ver qué papel se propone jugar México en América Latina, vamos a dialogar con el embajador mexicano en Uruguay, el licenciado Jesús Puente Leyva y antes un punto de vista uruguayo, desde México.
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Estamos en comunicación con Cancún, en diálogo con el contador Julio Franco, asesor de la Cámara Mercantil de Productos de Productos del País y en ese carácter viene participando en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC). La próxima semana vamos a tener oportunidad de conversar con usted y con otros integrantes de la delegación uruguaya a propósito de lo que deja esta cumbre de la OMC. Ahora el tema es el acuerdo Uruguay-México, que usted ha estado siguiendo de cerca en estos días. ¿Dónde ubica la trascendencia de este cambio?
JULIO FRANCO:
La trascendencia del acuerdo con México es múltiple. Es el primer acuerdo de lo que se llama de nueva generación para Uruguay.
EC - ¿O sea…?
JF - Hasta ahora, en los acuerdos comerciales bajo ALADI (salvo el Mercosur, que es un acuerdo intermedio), se negociaba sólo productos: “Te dejo entrar tales productos y me das tales otros”. Este es un acuerdo global: es el universo arancelario con escasísimas excepciones; se establecen normas de procedimiento; abarca la cuestión de los servicios; hay normas de origen asociadas a la extensión en materia de productos; solución de diferencias… Es un acuerdo mucho más completo.
EC - ¿Qué se puede destacar concretamente en cuanto a beneficios para sectores exportadores de nuestro país?
JF - Otro de los factores de un acuerdo de libre comercio es el beneficio de la creación de comercio; es decir empresas y productos que hasta ahora no se exportaban, aparecen en el comercio de la mano de las preferencias que se otorgan por una apertura general del mercado mexicano para productos que hoy no sabemos cuáles son, que dependerán de nuestros empresarios y del impulso que se tome.
Otra posibilidad para las empresas uruguayas, exportadoras o no, es que pueden tener otros abastecedores en condiciones más competitivas para productos similares que hoy se traen de otro origen, que podrán ingresar con mejor calidad o a precios más reducidos porque tenemos un proveedor que entra con preferencia.
Luego, todas las múltiples alternativas que ofrece el comercio internacional más moderno, de las asociaciones económicas entre uruguayos y mexicanos para explotar nuestros propios mercados o aun para ingresar a terceros.
EC - En un rápido resumen –que usted corregirá– el acuerdo prevé: el incremento de los cupos existentes para tejidos de lana y quesos; se desgrava por 10 años el comercio de calzado; se baja a 7 por ciento el arancel para carne al cabo de tres años de la entrada en vigencia; se establecen mecanismos de cooperación sanitaria y fitosanitaria; se establecen normas para facilitar inversiones; hay regulación de salvaguardias y políticas de competencia; protección de propiedad intelectual; y por primera vez entre los dos países se regula el comercio de servicios.
JF - Exacto, es un buen resumen. El firmado es el acuerdo marco; sobre el contenido final podremos volver a conversar en 60 días, porque ese es el plazo que tienen los técnicos para llenar aquellos detalles de redacción, de términos jurídicos y en algunos casos de contenido en la forma en que se va a aplicar. El acuerdo es un gran adelanto.
EC - Veía declaraciones del ingeniero Diego Balestra, presidente de la Cámara de Industrias, quien subraya especialmente los incrementos significativos que se producirán en la venta de productos lácteos, tejidos de lana y vestimenta.
JF - Exacto. En el caso de los lácteos el incremento será de 50 por ciento sobre el cupo actual. Esos son los pocos productos que por su sensibilidad seguirán dentro de un cupo, pero para el resto de los que hoy existen en el comercio –o aún para aquellos que no existen–, el comercio va a ser libre: no va a haber restricciones de ningún tipo. Eso es tan importante como lo otro.
EC - ¿Qué ocurre con la carne en particular; en qué medida se beneficia este sector?
JF - Hay una rebaja del arancel en tres años, partiendo de un 10 o 9 por ciento ahora hasta llegar a un 7 por ciento. En primera instancia no parece demasiado grande, pero algún puntito de diferencia en la oferta siempre mejora las condiciones en que se hacen los negocios. De cualquier manera hay un tema sanitario que va por otros carriles.
EC - Efectivamente, porque el mercado mexicano todavía está cerrado para las carnes uruguayas. Usted, que está allí y debe haber tenido contactos en los que se habló de este asunto, ¿qué novedades tiene a propósito de cuándo se resuelve este bloqueo, que es una de las derivaciones todavía pendientes de la crisis de la aftosa?
JF - Se está trabajando; están aquí el ministro de Ganadería y personal del ministerio. La reunión de coordinación de Uruguay es al mediodía, además no estoy estrictamente en ese tema. Ayer de tarde hubo reuniones, pero no podría decirle qué resultado tuvieron.
EC - Se da un plazo recíproco de 60 días para concluir todas las expectativas sanitarias que Uruguay tiene que resolver con México. Eso comentó el presidente Jorge Batlle esta semana.
JF - Sí, está dentro del marco de 60 días para todas las cuestiones que están implícitas. De cualquier manera, para el punto específico de la aftosa y los problemas de la carne hubo una reunión ayer por la tarde, de la cual no conozco el resultado porque recién al mediodía veré al ministro de Ganadería.
EC - Pasando al significado de este acuerdo desde un punto de vista más global, ¿qué alcance tiene esto de que sea el primer acuerdo de libre comercio entre México y un país del Mercosur?
JF - Tiene una importancia estratégica fundamental. Lo peor que le puede pasar a un país como Uruguay es que su única alternativa sea el Mercosur. El Mercosur ha sido beneficioso para muchos sectores, ha sido beneficioso para el comercio de Uruguay en ambos sentidos, por aprovechamiento de la capacidad del Mercosur para vendernos productos e insumos, pero no nos puede dejar cautivos porque en el mejor de los casos ha explicado el 55-58 por ciento de nuestro comercio, de nuestras exportaciones; hoy es bastante menos del 50 por ciento. No podemos quedar cautivos, tanto en la venta como en el aprovisionamiento de lo que necesitamos en la región de un solo país, o de dos, o de tres. Cuanto más amplio sea el espectro de la oferta y de la demanda internacionales en condiciones competitivas, mejor estará nuestro comercio exterior.
EC - ¿Qué implica un acuerdo de este tipo en el contexto de los procesos de integración en América Latina?
JF - Eso también es importante; la prueba está en que tanto México como Chile, que son los países que más practican este tipo de relacionamiento internacional, son los que más acuerdos comerciales han registrado en los últimos tiempos, potencialmente crecen mucho más en su inserción internacional. Los beneficios están a la vista: ese mejor relacionamiento significa más puestos de trabajo, crecimiento de la obtención genuina de divisas y mayor transparencia en los resultados del comercio internacional, en esos detalles que no se ven en los números, que es el relacionamiento entre las empresas, porque hay normas mucho más específicas; es mucho más claro el procedimiento si uno no se encuentra con problemas cuando la mercadería llegó a la aduana y no puede traspasarla, aún bajo el Mercosur, como es público y notorio que ha estado sucediendo.
EC - ¿De qué manera se conecta un acuerdo de este tipo con las negociaciones para la conformación del ALCA?
JF - Se conecta porque desde hace poco más de 10 años el mundo del comercio internacional, ante las demoras en la implementación de los acuerdos multilaterales, ha optado por este camino de los acuerdos bilaterales entre dos países, o a veces entre más. Esto ha permitido el crecimiento del comercio internacional, aun en las épocas más difíciles de los últimos años. Entonces hay una importancia estratégica y táctica fundamental, no se superponen ni se oponen.
No creo que el ALCA sea una sumatoria de acuerdos entre países, va a ser una cosa diferente, pero va a ser de este tipo; si hubiera ALCA va a ser un acuerdo con características del tipo del que tenemos con México, entonces éste va a ser prácticamente absorbido, pero no lo va a impedir. Y si el ALCA no existiera, o fuera demasiado poco o demasiado lento, pues tendremos dos alternativas. Al comienzo del Mercosur Uruguay mantuvo los viejos acuerdos del PEC y del CAUCE con Brasil y Argentina porque muchas veces era más conveniente seguir con ellos, aun con sus limitaciones, que ingresar en la duda del nuevo acuerdo que estaba en elaboración.
***
EC – Estamos ahora con el embajador de México en Montevideo, Jesús Puente Leyva.
La población de México, 97 millones de personas…
JESÚS PUENTE LEYVA:
El número mágico: ya son 100 millones.
EC - ...la de Uruguay, tres millones…
JPL - Hoy un poquito más, ¿no?
EC - El producto bruto mexicano: 500.000 millones de dólares.
JPL - Un poco más de 500.000 millones.
EC - ...el de Uruguay: 12.300 millones.
JPL - 40, 45 veces menor.
EC - Y podría seguir citando datos comparativos. Podría señalar, por ejemplo, que México es una de las 10 economías más grandes del mundo. En ese contexto, ¿qué importancia tiene para México un acuerdo de libre comercio con un país tan pequeño como Uruguay?
JPL - En orden de magnitud es la misma que tiene para Estados Unidos su vínculo de libre comercio con México, es una economía enorme al lado de la nuestra. Pero en el mundo, y respetando las premisas de la base productiva de carácter competitivo, todo es importante en el todo.
Para México la relación con Uruguay es muy importante. Tanto así que el Tratado de Libre Comercio cuya negociación acabamos de culminar y se perfeccionará jurídicamente en los próximos 60 días, es el que hemos consumado en más breve lapso de todos los que tenemos. Tenemos tratados de libre comercio que nos vinculan con 10 países hasta ahora, en América Latina; tenemos el tratado con Estados Unidos y Canadá, el tratado con la Unión Europea. Somos el país del mundo más abierto a los desafíos de la competencia en el mercado mundial.
Con Uruguay hemos consumado la negociación de un tratado de libre comercio en poco más de un año. Eso no tiene precedentes, ni en México ni en ningún lado.
EC - ¿Por qué? ¿Dónde está la trascendencia? Es el primer acuerdo de este tipo que México logra con países del Mercosur.
JPL - Por muchas razones. Una es que ya veníamos trabajando con Uruguay, habíamos logrado un acuerdo de complementación económica importante; el siguiente paso era perfeccionarlo y ampliarlo. Como lo dijo el entrevistado desde México que acaba de hablar, había que avanzar en la modernidad de ese tratado. Los tratados a la “antigüita”, convencionales, de bienes, se van quedando en la retaguardia. Había necesidad de abrir el tratado con Uruguay a los servicios, que es la dinámica de la modernidad en muchos ámbitos, en muchos aspectos.
EC - ¿Qué implica, en términos concretos, ingresar en el capítulo de los servicios? Algún ejemplo.
JPL - Demasiados: transporte, comunicaciones, todo lo que son servicios, inclusive los servicios financieros son parte de esta modernidad que genera valor agregado y que vincula con eficacia las operaciones entre países.
EC - En el caso de la relación México - Uruguay, ¿algún ejemplo concreto en servicios? Le pido algún ejemplo del potencial que puede destaparse a partir de la inclusión en el tratado.
JPL - Imagínese lo que puede significar para Uruguay, por ejemplo, una franca entrada de Uruguay con el software, con la capacidad competitiva que tiene. Ya está exportando software a México para varias entidades bancarias. No soy experto en la gama completa de servicios, pero le menciono este porque es relevante.
EC - Un acuerdo de nueva generación que incluye rubros que hasta ahora no se incluían; ¿también las compras del Estado, por ejemplo?
JPL - Las compras del Estado es una parte muy sensible para Uruguay. Nosotros pretendíamos avanzar en esto sustantivamente; no queda afuera, pero queda para cumplimentarse en el tiempo; ya veremos cómo queda el acuerdo final en 60 días, cómo se inscribe textualmente. Vamos a tener previsto avanzar en compras gubernamentales.
EC - ¿Usted dice que en ese capítulo en particular es Uruguay quien ha puesto reparos?
JPL - No es que haya puesto reparos: tiene que avanzar en su legislación interna para hacerse accesible en esto, y México lo ha entendido perfectamente.
EC – Es el primer acuerdo de libre comercio de México con un país del Mercosur. ¿Qué pasa después con la región?
JPL - El significado político de esto es que el acuerdo de Uruguay con México da un testimonio continental, antes que nada latinoamericano, de que el Mercosur no puede ser concebido como un corralito comercial, de que tiene que funcionar –y en la práctica funciona, con este acuerdo– como un esquema regional, pero de carácter abierto.
EC - Permítame entender: ¿usted dice que México está metiendo una cuña en el Mercosur…?
JPL - No, no, México y el Mercosur mismo, Uruguay, están demostrando que aquellos que suponen que la subregionalización puede hacerse en términos premodernos están equivocados. México antes que nada, antes de pretender negociar con cualquiera de los países del Mercosur, acordó con el Mercosur un acuerdo marco que dejó flexibilidad para que cada uno de los países negociaran hacia afuera con los países que fuera menester, en este caso México por delante.
EC - ¿Están corriendo negociaciones de los otros países del Mercosur con México al mismo tiempo?
JPL - Sí, naturalmente; son menos fáciles de llevar delante de las ocurridas con Uruguay porque Brasil compite en demasiados ámbitos con México; lo mismo ocurre con Argentina. No solamente son temas de complementariedad, sino que cuando se hace un acuerdo de este tipo a veces está el designio desafortunado de que no somos competitivos en un ámbito determinado y hay que sacrificar cadena productiva. México lo sabe porque su tratado del norte le ha permitido multiplicar por más de tres el comercio internacional que tenía hasta hace pocos años, lo ha vuelto una potencia exportadora, pero también hemos tenido que pagar tributo sacrificando algunas cadenas productivas.
EC - ¿Cómo recibió México la asunción de los presidentes Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, sobre todo desde el momento en que ellos resolvieron, con el acuerdo de los demás países, pero poniendo un liderazgo fuerte en la dirección de relanzar el Mercosur, que venía alicaído últimamente?
JPL - Lo aplaudimos, absolutamente. Los nuevos liderazgos en América Latina de los presidentes de Brasil y Argentina son muy importantes, potencian a América Latina. México saca réditos de esto, sin duda, aunque no sean evidentes ni estén en la mesa en términos cuantitativos: todo lo que beneficia a América Latina beneficia a México. Es un hecho.
México lo sabe y ha tomado ventaja y posición a este respecto. Repito: ningún país de América Latina –ni Brasil, ni Argentina, ni Chile, ninguno– tiene más compromisos objetivamente planteados de integración económica con América Latina que México. Tenemos acuerdos de libre comercio con Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua y ahora con Uruguay. Ningún otro país tiene ese ámbito de integración específica, objetiva, concreta y documentada.
EC - ¿Cuánto estima que puede llevar el trámite de negociación del acuerdo México - Mercosur?
JPL - No me atrevería a anticipar vísperas.
EC - Porque este con Uruguay es el primer escalón, se ha dicho en estos días; pero da la impresión de que la escalera va a tener una altura considerable…
JPL - No se crea: desde el año pasado hemos avanzado enormemente, por ejemplo en el sector automotriz; un sector sensible porque México exporta actualmente en una magnitud de casi 1,5 millón de automotores. Si usted pone uno tras otro los automóviles y autobuses que México exporta, cada año cubre usted toda la frontera México - Estados Unidos con la cola de automóviles y le quedan 500 quilómetros para el mar.
Sin embargo México logró un acuerdo muy interesante de compartir oferta y demanda competitivas en el ámbito automotor con Argentina y Brasil desde el año pasado.
***
EC - ¿Dónde está México?, ¿en América Latina o en América del Norte?
JPL - México está en el norte y al centro, tenemos un pedacito pequeño en Centroamérica, la parte sur. Estamos al norte pero somos del sur; sería una especie de interpretación dialéctica al estilo de Torres García.
EC - ¿Qué quiere decir con eso?
JPL - Que estamos al norte sustantivamente, geográficamente, pero nuestra raíz cultural, nuestra identidad política, nuestros intereses compartidos en primera instancia son América Latina. Por esa razón, antes de hacer un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, pragmático, ambicioso, trascendente, lo hicimos con Chile. El primer país con el que México hizo un tratado de libre comercio en el mundo fue Chile y, desde el momento en que lo hicimos para acá, el comercio entre los dos países se ha multiplicado por siete. Ese es el éxito de la complementariedad y de la capacidad competitiva.
EC - ¿Hay de algún modo, a partir de ese posicionamiento de México en América Latina, una pulseada, una carrera con Brasil por el liderazgo en la región, por el peso político, económico en la región?
JPL - Yo diría que solamente en lo que concierne a probar, en la práctica, quién es más competitivo y quién querrá más. Lo demás es una especie de metáfora realista que se mueve entre la política y las percepciones culturales, etcétera. Lo cierto es que en el fondo el desafío entre todos los países –si quiere mencionarlo entre Brasil y México, por decirlo así, ya que usted lo plantea– está no solamente en los acuerdos que rebajan aranceles, ése es el concepto premoderno de la integración y es una de las partes débiles del concepto Aladi de la integración. Lo importante es que los países se integren desde la base productiva a través de una sinergia de tecnología y sobre todo de inversiones. En eso México también da testimonio importante en América Latina.
Nuestras inversiones en los últimos 10 años en América Latina suman algo así como 15 mil millones de dólares. Ningún otro país de América Latina –ni Brasil– tiene ese tipo ni ese nivel de inversiones.
Nuestro compromiso como México no está solamente en intercambiar favores de carácter arancelario, esa es la premodernidad: vamos a la inversión y a las sinergias de largo alcance.
EC - México y Brasil fueron los dos únicos países de América Latina que participaron en el Foro Económico Mundial de Davos. Veamos ahora la relación México - Brasil desde otro punto de vista: ¿cuál es el papel que juegan frente al mundo desarrollado como representantes de esta zona del mundo?
JPL - De alguna manera tenemos tiempos diferentes. México empezó a ejercer oficios en la globalidad y en los desafíos de la globalidad hace ya mucho tiempo, ya vamos a tener 10 años en esta historia. México se dio cuenta a tiempo de que la globalidad, si bien no era inescapable en términos de lo que puede ser el proteccionismo tradicional, era una ola, es una ola enorme que se le viene a usted encima como país. Si usted no se monta a esa ola con las premisas de su país, la ola lo desborda y no le pide permiso. México, en el entorno del mercado más grande del mundo, que es Estados Unidos, tenía que aprovechar esa ola como desafío y como oportunidad.
Creo que lo hicimos a tiempo, lo que hemos logrado ha sido importante. Tal vez lo único no favorable (entre otras cosas, no debería reducirlo a eso) es que no hemos logrado avanzar sustantivamente en el valor agregado de las exportaciones que generamos. También hemos estado lentos en la integración de las cadenas productivas hacia adentro del país. Esos son los desafíos hoy de México.
EC - Mi pregunta era a propósito de cómo juegan Brasil y México como representantes de esta zona del mundo ante, por ejemplo, el Foro Económico Mundial.
JPL - Como las dos economías más fuertes de América Latina. Yo diría que si estamos conscientes de que así son las cosas, Brasil buscará las posibilidades de sumar esfuerzos con México para convivir en ámbitos de interés compartido, como puede ser –ya lo es desde ahora– la industria automotriz, por ejemplo.
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EC - Queda claro que en la relación Brasil - México hay unos cuantos puntos pendientes, unos cuantos puntos de tensión en el buen sentido del término, ¿no?
JPL - Los habría sustantivamente si el Mercosur fuera un esquema de regionalización cerrado. No lo es; la prueba explícita, concreta, en la mesa, es el tratado que acabamos de negociar con Uruguay.
EC - Hablemos de la relación Uruguay - México. La exploramos con bastante profundidad con el contador Julio Franco más temprano, pero me gustaría que usted diera su visión desde el lugar que ocupa entre los dos países. ¿Qué abre este acuerdo de libre comercio en la relación Uruguay - México?
JPL - Lo primero es lo que acabamos de mencionar: abre el Mercosur para México y obliga a que se aceleren los tratados con países del Mercosur en los que estamos avanzando.
Por otra parte es cierto que la economía uruguaya es de dimensión reducida, para la industria mexicana en general no es algo entusiasmante, atractivo verdaderamente, porque es muy reducida la demanda internacional uruguaya.
EC - ¿Entonces…?
JPL - Pero para Uruguay sí es importante México, y México lo sabe. Somos importantes clientes desde ahora en lácteos; es interesante que los uruguayos sepan que en México se toma leche larga duración envasada en Uruguay, que para los dos es más interesante y económico consumir leche uruguaya transportada en contenedores desde acá, en Veracruz y demás estados nos cuesta más barata que llevarla desde el altiplano mexicano a la costa. Ese tipo de complementariedad se va a potenciar enormemente.
Somos un enorme e importante mercado de carne, hoy obstaculizado por el problema de la aftosa, pero está hablado que en 60 días tenemos que dar solución a eso.
Es importante México como mercado para los textiles, sobre todo de lana. Hemos superado problemas que se planteaban en términos de normas de origen, por ejemplo.
Creo que es importante lo que hemos hecho.
EC - ¿Por qué le ofrece tanto a Uruguay; a cambio de qué?
JPL - Nosotros podemos llevar a cabo inversiones en Uruguay, agregar valor a insumos mexicanos y empezar a convertir a Uruguay en un centro estratégico de contacto comercial con toda América del Sur, no solamente con el Mercosur.
EC - Hace poco, en julio, usted dio una conferencia en ADM. En ese momento estaban negociándose los términos del tratado y dijo: “Debería propiciar el desarrollo de una inversión comercial conjunta con enorme potencial para ambas partes. Sin embargo, la oferta uruguaya está muy poco diversificada, limitándose a productos agropecuarios que son altamente sensibles, no sólo para México sino para muchos países de América Latina”. ¿A qué se refería?
JPL - A que todos los países del mundo, incluso los industriales, están interesados en avanzar, en mantener su capacidad competitiva en el área agropecuaria. Yo diría que sin defensas de lógica interpretación en el caso de los países industrializados, México es un país agrícola, que sin embargo ha cambiado su pauta de productor agrícola. Producimos cada vez menos productos tradicionales, que podemos importar relativamente barato, y producimos con alto valor agregado. Si no tengo mala memoria, en este momento estamos exportando más de 3.500 millones de dólares en vegetales frescos y congelados, que son un producto de alto valor agregado. Estamos exportando 800 millones de dólares de tequila; es tan exitoso en el mundo el tequila que nos pasa con este producto lo mismo que a ustedes con la carne: escasea en México y hay que tomar tequila barato y de mala calidad porque el mejor se va al exterior. Esa la dialéctica del mercado internacional: les va bien a los precios de un producto y éste se encarece internamente.
EC - Pero usted hablaba de cambios que podían darse a partir de inversiones mexicanas en Uruguay.
JPL - Imagínese que México concibe la posibilidad de producir off-shore la carne que importa actualmente, que en lugar de importarla de Juan Pérez de Uruguay, la importe de Juan Pérez de Uruguay, inversionista sumado al mexicano Pedro López. Ese es un off-shore de producción mexicana en Uruguay y sin duda tiene posibilidades, considerando muchas cosas. Primero que hay tierras por desarrollar, entidades industriales procesadoras de carne... Yo he soñado con la posibilidad de convertir espacios de Uruguay en ámbitos de producción off-shore de carne, por ejemplo, para México.
Lo estamos haciendo en otros aspectos. México hoy controla mayoritariamente la producción siderúrgica de Venezuela, por ejemplo. Yo era embajador en Venezuela cuando promoví este proyecto de entrar a la licitación por Sidor –una de las plantas más importantes de siderurgia en el mundo, por lo menos en América Latina–. ¿Cuál era la lógica? México no tiene insumos baratos para producir acero; bueno: vamos a producirlo en un país amigo, cercano, de costos bajos, con muy buenos recursos minerales, energía, tecnología e instalaciones. Nos hicimos de Sidor y hoy Sidor es una entidad off-shore de producción para México, ganamos simplemente no importando sino produciendo e importando de nuestra propia entidad en Venezuela.
Este es el punto importante. La vieja idea de que vamos a bajar aranceles y con eso ganamos, no es cierta: tenemos que hacer que cunda, que prolifere la inversión de interés compartido.
EC - ¿Cómo se relaciona esto con la posibilidad que en estos días se ha comentado, a raíz del acuerdo, de que nuestro país termine teniendo acceso de esta forma a otros mercados con los cuales México tiene tratados de libre comercio?
JPL - Ya existe, los uruguayos están corriendo, nada más que no les hacemos propaganda. No voy a decir el nombre porque a lo mejor aquí no cabe…
EC - Dé el nombre tranquilamente.
JPL - Branaá, por ejemplo, después de una consulta que hizo conmigo, en seis meses se instaló en México y está produciendo tapicería para automóviles –asientos y demás– para muchos mercados del mundo: para Estados Unidos, para México mismo. El negocio se hizo simplemente porque Branaá es competitiva en la producción de cueros de altísima calidad para automóviles que demandan ese tipo de calidad y de cuero.
EC - ¿En qué medida mejoran esas posibilidades con el acuerdo de libre comercio?
JPL - Absolutamente, si antes había que pagar algún costo por el cuero que va de Uruguay a México, hoy no pagaría.
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EC - Mientras el micrófono se cerraba, el embajador Puente Leyva agregaba: “Ése es el punto”. Eso es lo que a usted más lo entusiasma de un acuerdo de libre comercio como este.
JPL - La rebaja arancelaria se agota rápidamente. Hay una pequeña desviación de comercio, pero si el país no es altamente competitivo no se genera nueva producción, nuevo comercio. Lo que importa al final del camino y de manera óptima es eso: las inversiones masivas. El éxito de México con el tratado de libre comercio con el norte se debe al hecho de que recibimos un promedio de inversiones de 14.000 millones de dólares anuales del exterior durante una década, 80 por ciento de los cuales probablemente viene de Estados Unidos. Producimos insumos: por ejemplo, en este momento estamos produciendo 15 millones de televisores para Estados Unidos. En los últimos años México exportó 400 millones de pantalones blue-jeans; si los coloca uno tras otro, dan la vuelta al mundo ocho veces. Claro, ¡cuidado!: esto no es garantía de nada: China empuja, y muy fuerte.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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