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NO HAGO CAMPAÑA POR LA LEY DE ANCAP: SI PREGUNTAN DIGO QUE ES BUENA
“La izquierda debe demostrar su capacidad de gobierno”
Senador Danilo Astori: El Frente Amplio ha privilegiado enormemente la confrontación por encima de la búsqueda del acuerdo y, cuando se logró el acuerdo, organizó un referéndum. Esto resta posibilidades de construir luego condiciones de gobierno como las que hoy tiene Lula, que cuenta con un anchísimo margen de apoyo político; primero porque lo buscó, segundo porque supo construirlo, tercero porque está funcionando. Esa es mi preocupación fundamental con respecto al futuro.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 17.09.03, 08.50.
EMILIANO COTELO:
La preocupación por la cultura de gobierno que le faltaría a la izquierda; cómo debe ser, desde ahora y hasta las próximas elecciones, la relación con el Poder Ejecutivo; el inminente referéndum sobre la ley de asociación de Ancap; las diferencias con Tabaré Vázquez... son algunos temas sobre los cuales el senador Danilo Astori (Asamblea Uruguay, Encuentro Progresista - Frente Amplio) ha estado pronunciándose en estos días a lo largo de una gira que lo ha llevado por distintos puntos del interior del país.
Afirmaciones, declaraciones, que generan esta convocatoria a que nos acompañe esta mañana En Perspectiva.
En estos días la prensa ha recogido varios pronunciamientos suyos sobre diversos temas, en crónicas llegadas desde el interior del país. Parece que usted viene manteniendo una intensa actividad política. ¿Para qué se está preparando: para las elecciones internas que se acercan o por el referéndum sobre Ancap, que está más cerca todavía, en diciembre?
DANILO ASTORI:
Ni una razón ni la otra, es un procedimiento habitual de trabajo que he practicado siempre. Recorro el país todos los años, el país entero, con secuencias diferentes. Es una parte normal de mi trabajo político, que entiendo imprescindible, porque uno no puede hacer política sin recorrer el país, sin percibir las sensibilidades con que la gente está percibiendo el proceso nacional en cada rincón de Uruguay; al mismo tiempo comparto con esa gente reflexiones sobre los temas que nos preocupan a todos, sobre todo en estos tiempos de crisis y de intento por superar la crisis. No es nada más que eso.
Esta gira reciente, de este fin de semana, por Treinta y Tres y Tacuarembó (dicho sea de paso ya estoy a punto de completar toda la gira nacional, me faltan sólo cuatro departamentos) se inscribe, se inserta, en ese procedimiento habitual de trabajo.
En cuanto a los temas…
EC - ¿Qué temas está priorizando?
DA - Los temas y las opiniones; no son demasiado novedosas, las hemos venido proponiendo muy reiteradamente en los últimos tiempos, sobre todo cuando nos ha tocado discrepar con decisiones de la mayoría del Frente, cosa que ha sido relativamente frecuente en los últimos tiempos y que en parte se explica por visiones distintas sobre los temas en discusión, pero también –me parece, es una hipótesis que también he planteado para discutir–, en gran parte, porque tenemos conceptos diferentes sobre cómo hacer oposición, sobre todo en los tiempos que corren.
EC - ¿Puede explicar un poco cuáles son esas diferencias?
DA - Sí. Las diferencias sobre cómo hacer oposición se alimentan por más de una vía. Primera vía: el Frente Amplio (FA) no es hoy una pequeña fuerza política, es la fuerza política que concitó mayor apoyo electoral en la última elección y la que se perfila con mayores probabilidades de acceder al gobierno nacional. Por lo tanto, a mi juicio, eso aumenta la responsabilidad del Frente como fuerza político partidaria del país y le asigna desafíos muy importantes. Sobre todo cuando juega un segundo factor, que voy a plantear inmediatamente: la necesidad del país de encontrar salidas a situaciones profundamente críticas como las que ha tenido que vivir en los últimos tiempos y al mismo tiempo realizar tareas pendientes que no admiten demora.
Un ejemplo de una y de otra. De la primera: la crisis bancaria, el canje de la deuda, situaciones que a mi juicio no presentaban mucha opción, mucha alternativa; se trataba de contribuir y participar de la decisión, dándole apoyo.
EC - Con respecto a esa operación de canje de deuda usted se colocó en una actitud y la mayoría del Frente en otra.
DA - Exactamente. Y cuando la crisis bancaria ocurrió lo mismo.
Un ejemplo de la segunda: el tema de Ancap, que también está permanentemente en la polémica. Quiero destacar que en el referéndum de Ancap para los uruguayos no se juega sólo el destino de Ancap, que ya de suyo sería muy importante: se juegan cosas trascendentes. Se juega la posibilidad de encarar, de una vez por todas, alguna reforma de nuestras empresas públicas; se juega la posibilidad de exhibir voluntad de empezar a reformar el Estado de una vez por todas; se juega, para los inversores del exterior, la imagen de un país que quiere cambiar, que quiere recibir inversiones del exterior, sin las cuales –vamos a entendernos– creo que no es posible ni superar la crisis, ni plantear un proyecto nacional de desarrollo económico, aunque suene un poco paradójico convocar a la inversión del exterior para fomentar un proyecto nacional de desarrollo. En el caso uruguayo es exactamente así, dada la enorme insuficiencia que ha tenido hasta ahora la inversión privada. Todo eso está en juego el 7 de diciembre de este año.
EC - Pero usted venía hablando de cómo el FA debería hacer oposición, de qué manera tendría que comportarse en este momento frente al gobierno. ¿Por qué cita esos dos ejemplos, el canje de la deuda y la ley de asociación de Ancap?
DA - Por una doble razón. Primero porque al participar de decisiones nacionales de ese tipo, como las que se originaban en situaciones muy críticas, el Frente estaba demostrando que se puede contar con él para apoyar con solidez una decisión nacional de ese tipo. En esas decisiones por lo general –nótese que estamos hablando de crisis bancaria, de canje de deuda, ambas muy observadas con detalle desde el exterior– es muy importante que el país aparezca unido, que aparezca con una base política ancha diciendo: “Acá está Uruguay, fundamentando, gobierno y oposición, esta salida en la que ustedes –los operadores del exterior– pueden confiar. Pueden confiar porque el sistema no hace política partidaria con estos temas; al contrario, se unifica en torno a la salida más conveniente para el país”, o la menos mala, porque muchas veces es la menos mala.
La segunda razón es que, cuando se participa en un gran acuerdo para hacer una reforma estructural (lo de Ancap es una reforma estructural, si se llevara a la práctica) se está dando a la sociedad en su conjunto –y al exterior, por cierto– una demostración cabal de capacidad de gobierno, de capacidad para tomar una decisión de Estado fundamental.
Creo que Uruguay –lo hemos dicho muchas veces– está muy partido a la mitad; reitero un concepto que hemos discutido repetidamente, incluso en esta casa: necesita acuerdos para resolver temas de Estado. Temas de Estado que casualmente están muy asociados a las reformas estructurales que el país necesita y posterga, posterga, posterga… Es lo que muchas veces hace que digamos: “¡Qué lento es este país!”. Más que lento, Uruguay es un país que no ha logrado tender puentes entre los dos grandes bloques que necesitan acordar temas de Estado.
Cuando se le da una oportunidad, el Frente, participando en ella, daría una demostración de capacidad de gobierno enorme.
EC - Si entiendo bien, usted está manejando tres tipos de argumentos para criticar la manera como el Frente se ha movido en algunas cuestiones delicadas en estos últimos meses y para fundamentar cómo entiende que debería moverse.
Si mi repaso está bien, usted se ha referido por un lado a cuestiones que deberían ser políticas de Estado, asuntos en los cuales debería estar unido todo el espectro político, por lo tanto el Frente debería estar entre los grupos que respaldaran esas medidas. Segundo, entiende que el Frente tiene que demostrar cultura de gobierno, porque probablemente va a gobernar (es una alternativa muy cierta, muy probable), y necesita consolidar una imagen de fuerza con capacidad de gobierno. Pero además, tercero, porque si es gobierno va a tener que manejar varios de esos asuntos y conviene que se procesen antes, que se encaminen antes, no esperar a marzo de 2005.
DA - Varios comentarios breves. En primer lugar, es una muy buena síntesis. En segundo lugar, quiero llamar la atención sobre que son todos temas que están asociados entre sí; los separamos a los efectos de la claridad expositiva y comunicacional, pero son varias caras de un mismo tema. Tercero, sinceramente no lo digo por una razón de conveniencia sino porque naturalmente al país le conviene que se vayan adelantando estas soluciones. Por eso muchas veces he dicho que es muy probable que si el Frente llega al gobierno va a tener que poner en práctica medidas que hoy ha criticado.
Pongo dos ejemplos: el Frente no va a poder tocar las bases fundamentales de la solución que se encontró para la deuda, va a tener que respetarla y mantener su continuidad. Naturalmente, habrá otros ingredientes en el futuro; por ejemplo, si es gobierno creo que va a tener que encarar una buena renegociación de la deuda, no con los tenedores de bonos sino con los organismos multilaterales de crédito, con un objetivo fundamental: lograr que el flujo de fondos entre Uruguay y esos organismos sea positivo para Uruguay.
EC - ¿Qué quiere decir esto?
DA - Que mientras Uruguay vaya cumpliendo sus compromisos, al mismo tiempo reciba fondos de esos organismos –estoy hablando de los tres clásicos: Fondo Monetario (FMI), Banco Mundial (BM) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID)– que le permitan tener la base financiera necesaria para encarar las transformaciones que se propone.
El otro ejemplo es la asociación de empresas públicas; ahora ya no hablo de Ancap. El Frente en su mayoría está criticando la ley de Ancap, pero hay frenteamplistas que la comparten. Si la ley cayera, el Frente en el gobierno, en el futuro, va a tener que proponerse la asociación de Ancap y, agrego, y de otras empresas públicas; porque el futuro de estas empresas, entre otras cosas –voy a decir algo de lo que estoy absolutamente convencido– la posibilidad de que sigan siendo nuestras, depende de encontrar caminos de asociación para ellas.
Esto le ha pasado a Lula, en Brasil. Tenemos que estudiar permanentemente ese ejemplo al detalle, porque es como un modelo que anticipa lo que va a ocurrir en Uruguay. Lula criticó dos reformas que Cardoso no pudo llevar adelante; ahora las está haciendo y ha logrado el record de que fueron aprobadas en el Parlamento en ocho meses. Me estoy refiriendo a la reforma tributaria y a la reforma de la seguridad social, que cuando Cardoso las propuso encontró una oposición muy fuerte por parte del Partido de los Trabajadores.
EC - Desde el FA el propio Tabaré Vázquez –y no sólo Vázquez, también varios dirigentes de distintos sectores de la coalición de izquierdas– argumenta que es el gobierno el que no da espacios para que el Frente incida.
DA - También es cierto.
EC - Que desde el Poder Ejecutivo y particularmente desde algunos sectores de los partidos tradicionales –se mencionan el Foro Batllista y muchas veces el Herrerismo– se bloquea la posibilidad de acuerdos con el Frente.
DA - Sí, sí; también es cierto. Esa es la otra parte de este tema que estamos analizando. Por eso yo hablaba de esa fragmentación en dos bloques que dinamitan los puentes que los pueden unir.
EC - Usted comparte que efectivamente ocurre eso; entonces no es necesariamente que el Frente no tenga cultura de gobierno…
DA - No, no, no; creo que la parte de esta interpretación que acaba de ser mencionada –sobre la que me gustaría hacer algún comentario– es rigurosamente cierta, es una parte del problema. Por supuesto, cuando uno hace un análisis autocrítico de la conducta frenteamplista desde este punto de vista, lo hace con la esperanza de que las cosas vayan cambiando en el futuro para mejor, para mejor futuro del Frente y de Uruguay.
Pero no estaría completo el análisis si no mencionáramos también que, de parte de los gobiernos que hemos tenido, prácticamente no se le abrió espacio al Frente para tomar propuestas, para entender la visión que se aportaba acerca de los problemas del país. Eso ocurrió con todos los gobiernos precedentes. El único gobierno que le abrió algún espacio político al Frente, incluso para formarse en el conocimiento del Estado, fue el primer gobierno del doctor Sanguinetti…
EC - …cuando hubo representantes del FA en los directorios de los entes autónomos.
DA - Exactamente; luego eso dejó de existir. Además el Frente dejó de ser tenido en cuenta en temas fundamentales.
Lo que duele es que desde el punto de vista uruguayo, nacional, en la única oportunidad en que sí, efectivamente, se tomaron en cuenta todas las propuestas del Frente sobre un tema no menor, que fue el caso de Ancap, terminó en fracaso. Eso es lo que duele como uruguayos, porque la verdad es que Ancap es la excepción en la que se tiene en cuenta el conjunto de propuestas del FA, todas, absolutamente todas. Lamentablemente después, por razones que no viene al caso analizar en este momento, termina en un fracaso político y en un referéndum, que además divide a los frenteamplistas y corta transversalmente a más de un partido. Este es el dolor como uruguayo, como habitante de este país.
EC - Para redondear este tema, ¿qué debería implicar esa cultura de gobierno que usted le reclama al FA, en este contexto, cuando desde el otro lado no se le da suficiente participación en la toma de decisiones? ¿En qué se traduciría esa cultura de gobierno? ¿En tener más paciencia aún, en seguir negociando pese a las dificultades, en seguir tendiendo la mano pese a los bloqueos? ¿Cómo se entiende que usted sostenga que el Frente no tiene cultura de gobierno?
DA - Yo no sostengo eso: sostengo que es necesario seguir mejorando desde ese punto de vista. Nunca he dicho que no tiene cultura de gobierno. Sí he dicho –y reitero ahora– que el Frente ha perdido oportunidades preciosas para demostrar que tiene capacidad de gobierno –como yo creo que las tiene, por supuesto– y al mismo tiempo oportunidades importantes para seguir mejorando en este proceso.
Quiero explícitamente coincidir absolutamente con las declaraciones recientes –y otras que ha hecho al efecto– del general Liber Seregni, que no ha dicho que el Frente no tiene capacidad de gobierno: ha dicho que el Frente se está preparando para llegar al gobierno con capacidad, pero que todavía le falta. Eso es verdad. Al mismo tiempo, Seregni ha dicho otra cosa que es rigurosamente cierta, con la cual no puedo menos que coincidir en absoluto: que el Frente pierde oportunidades de demostrarle a la sociedad que tiene capacidad de gobierno. Como por ejemplo en estos casos que hemos estado citando.
Lo de la paciencia y de seguir buscando acuerdos es rigurosamente así; esta tarea requiere una enorme paciencia, una enorme vocación de seguir buscando el acuerdo y, si es necesario, tender la mano. Por supuesto que es así. El problema es que eso requiere mucha convicción. En lo personal estoy absolutamente convencido de que tarde o temprano este es el destino imprescindible e inexorable de la izquierda, si es que quiere no sólo llegar al gobierno, que no es el objetivo final sino, desde el gobierno, transformar el país. No tengo la menor duda.
Como no tengo la menor duda –también lo he dicho– de que si el Frente efectivamente llega al gobierno estas diferencias que hemos estado discutiendo, sobre todo en el pasado reciente, pasan a un segundo plano, porque habrá que empezar a tomar decisiones todos los días; decisiones difíciles, con poco margen de maniobra, que es lo mismo que decir decisiones con pocos recursos financieros para apuntalarlas. Allí las diferencias pasan a un segundo plano: se trata de cómo colaborar todo el mundo para hacer un buen gobierno. Es –repito– el ejemplo que está exhibiendo Brasil en este momento.
No tengo la menor duda de que las posiciones que muchas veces Asamblea Uruguay (AU) ha venido defendiendo en soledad serán fundamentales y estarán en la base de la orientación del gobierno. No tengo la menor duda de que es así.
***
EC - Usted entiende que, si el Frente llega al gobierno, al enfrentarse a la responsabilidad de tomar decisiones con las limitaciones que implica estar al frente del Poder Ejecutivo, la línea política y económica va a terminar primando va a ser la de AU.
DA - La que hemos estado defendiendo todos estos años, que por un lado supone cambios muy importantes respecto de las orientaciones que han dominado en el país en los últimos tiempos. Enumero cinco o seis ejemplos rápidamente; después, si se da el caso, podemos detenernos: volver a tener un proyecto de desarrollo productivo, que el país no ha tenido hasta ahora, con especialización, con apuesta a la calidad; construir las nuevas bases de un sistema bancario diferente –lo cual no es menor–; hacer la reforma del Estado –por lo menos empezar–; cambiar el sistema tributario; encontrar un rumbo definido y permanente en materia de relaciones internacionales y construir esto que se está demandando tanto en los últimos tiempos: un marco institucional para las políticas sociales. Eso es lo que yo entiendo es la línea en materia de reformas a llevar adelante.
Pero vamos a lo político, que me parece que es lo que importa en la pregunta.
EC - Sí, porque usted estaba tomando como base la experiencia del gobierno de Lula en Brasil.
DA - Exacto. En lo político, ¿qué es lo fundamental para un gobierno de la izquierda en Uruguay? Construir una base política sólida de apoyo que permita no sólo gobernar al país, sino llevar adelante un proyecto en el que hay cuestiones de Estado a resolver. ¿Cómo se hace eso? Convocando a las otras fuerzas a construir acuerdos.
Eso es lo que ha venido defendiendo AU durante todos estos años: la búsqueda empecinada de acuerdos que permitan resolver temas nacionales. Sólo que nosotros hemos entendido que era fundamental lograrlo en la oposición para después tener autoridad política para convocarlos desde el gobierno. Me parece que si una fuerza –lo he dicho tal cual– sólo tira piedras, después corre el riesgo de recoger piedras cuando sale a convocar acuerdos desde el gobierno.
EC - ¿El EP-FA encabezado por Tabaré Vázquez sólo tira piedras?
DA - Nosotros entendemos que se ha privilegiado enormemente la confrontación, por encima de la búsqueda del acuerdo. Y cuando se logró el acuerdo, se organizó un referéndum. Esto resta posibilidades de construir luego condiciones de gobierno como las que hoy tiene Lula en Brasil, que tiene un anchísimo margen de apoyo político; primero porque lo buscó, segundo porque supo construirlo, tercero porque está funcionando. Esa es mi preocupación fundamental con respecto al futuro.
EC - ¿El gobierno Lula es una especie de reivindicación para AU? Quiero decir, las posiciones de AU dentro del Frente son muy polémicas y reciben críticas de todos lados dentro de la coalición, desde los sectores más radicales, pasando por las conocidas diferencias con el propio presidente del Frente, Tabaré Vázquez. De alguna manera usted está diciendo: no gustarán estas posiciones, podrán ser consideradas demasiado moderadas o hasta corridas a la derecha, pero son realistas en cuanto a lo que se deberá hacer llegado el momento de gobernar; es la izquierda llegada al gobierno, es la conjunción de los programas del Frente con la obligación de llevar adelante efectivamente la conducción del país. ¿Algo de eso?
DA - Es un tema trascendental. Quisiera hacer varios comentarios, ojalá muy breves todos.
En primer lugar, más que una reivindicación, la experiencia de Lula es para nosotros un modelo de conducta política. Lo suscribimos totalmente. Dios quiera, en el futuro, si llegamos al gobierno, podamos actuar así, como actúa Lula, como ha llevado el gobierno de Brasil. Naturalmente, salvando las enormes distancias de complejidades entre un caso y otro. Yo diría que el uruguayo tendría que ser un caso más sencillo para poder llevar adelante lo que yo podría llamar un “modelo Lula”. Así que más que reivindicación, un modelo, una exhibición práctica de lo que quisiéramos hacer.
Segundo, nosotros hemos pretendido anticipar desde la oposición lo que podría ser una conducta política desde el gobierno. Lo hemos entendido no simplemente para mostrar un ejemplo tangible de cómo actuaríamos, sino porque se dio la circunstancia, además (hecho no menor), de que el país lo estaba reclamando, el país atravesó por la crisis más importante de su historia contemporánea. Hermosísima oportunidad, en medio de las dificultades, para demostrar cómo actúa una fuerza de oposición absolutamente responsable.
¡Ojo!: yo no olvido (y al mismo tiempo lo reivindico) que desde el punto de vista institucional el Frente actuó con mucha corrección. Esta es una característica que siempre destaca el presidente del FA, Tabaré Vázquez, y que yo comparto totalmente. Pero me parece que no es suficiente dar un testimonio de corrección institucional: también hay que dar un testimonio de participación en decisiones de gobierno desde la corrección institucional.
Desde este punto de vista tenemos que seguir avanzando. Cuidado: no planteo esto solamente con un talante autocrítico, sino con la esperanza de que en los tiempos que todavía hay que recorrer en la oposición, si es que se llega al gobierno en las próximas elecciones, adoptemos conductas de este tipo, porque vamos a tener oportunidad. El que está viviendo Uruguay es un período políticamente muy denso, van a pasar cosas, porque el país está remando con mucho esfuerzo para intentar salir de esa crisis muy honda. Es un período lleno de oportunidades para decisiones, adopción de actitudes que pueden darle oportunidades al Frente de seguir avanzando en la dirección que proponemos.
EC - El hecho de que a usted le parezca tan relevante el gobierno de Lula en Brasil, no sé si como modelo, como experiencia a tener en cuenta...
DA – Creo que es un modelo; sí, sí.
EC - ...por parte de la izquierda uruguaya, ¿ha llevado a AU a proponer dentro del FA un seguimiento sistemático de la gestión de Lula para aprender, para sacar conclusiones?
DA - Lo proponemos a diario.
EC - ¿Cómo está el Frente en ese tema?
DA - Yo percibo –es una opinión personal– que no se le está dando la atención que merece al gobierno de Lula. Entiendo que en buena parte del Frente no se observa con atención los pasos que da Lula y por lo tanto no se reflexiona a la luz de la realidad nacional cómo podría ser la conducta del Frente para… no imitar, pero sí aprender las lecciones que está dando este modelo.
Voy a poner un último ejemplo de Lula, de hace pocos días. Refiriéndose a la inversión en Brasil, que es absolutamente fundamental para el crecimiento y para que el país supere sus problemas económicos (porque Brasil también es un país en crisis), comunicó esta frase a los inversores del exterior y del país: “Señores, inviertan en Brasil, que los únicos riesgos que van a correr son los riesgos del capitalismo”. Esta frase encierra dos mensajes fundamentales: primero, si ustedes invierten y producen, con el gobierno de Brasil no van a tener problemas, van a encontrar reglas de juego estables, permanentes, claras; pero si les va mal, el gobierno tampoco va a salir a hacer un salvataje de sus quiebras. Es un mensaje político absolutamente fundamental. Y muchas veces la izquierda uruguaya no da ese mensaje a los inversores del exterior, hemos incurrido en acciones y tomado decisiones que siembran dudas a la gente que quiere reglas de juego estables y permanentes para venir a invertir a un país como Uruguay. Vuelvo a lo que conversábamos al principio: sin una voluminosa y –ojalá– permanente corriente de inversiones provenientes del exterior –Uruguay ofrece muy buenas posibilidades para esto– va a ser muy difícil transformar el país en un sentido positivo. Y para la izquierda en particular va a ser muy difícil hacer esas reformas estructurales que mencionamos.
EC - De modo que, a partir de lo que está mostrando el gobierno encabezado por el PT –pero no sólo del PT– en Brasil, AU siente que la polémica que desde hace tiempo protagoniza dentro del Frente tiene más sentido que antes, piensa seguir llevándola adelante tensando una cuerda que por momentos se pone realmente al borde de la ruptura, con episodios muy ríspidos. Me da la sensación de que ese momento está por ocurrir, de que estos dos meses que faltan hasta el plebiscito sobre Ancap van a tener un foco puesto en esas diferencias de criterio entre AU y el resto del Frente. Sobre todo porque veo que usted, en estos actos que realiza por el interior, está hablando muy claro de que va a votar a favor de la ley; pese a que en su momento anunció que no iba a hacer campaña, está hablando muy explícitamente de las virtudes de la ley y señalando que como ciudadano va a votar por su mantenimiento. ¿Cómo juega este partido?
DA - Como ciudadano anuncié desde un principio, desde que se comenzó a recolectar las firmas –repito: como ciudadano de este país– que no participaría en la recolección de firmas y que de haber un referéndum votaría a favor de la ley. Estoy hablando como ciudadano y estoy siendo leal con mi conciencia, estoy absolutamente convencido de que esta es una muy buena ley para el país y que debe quedar firme. Por eso voy a votar a favor de ella. No tendría ningún sentido que ocultara lo que voy a hacer el 7 de diciembre. Es más, creo que estaría traicionando mi conciencia y dando un mal ejemplo desde el punto de vista ciudadano.
En segundo lugar, yo no estoy haciendo campaña. Por ejemplo, no vine hoy aquí a hablar de la ley de Ancap, pero no le puedo decir al periodista que no me pregunte sobre el tema.
EC - Pero cuando usted hace un discurso en un acto en el interior, por ejemplo, en una capital departamental…
DA - No menciono el tema.
EC - No lo pone arriba de la mesa usted espontáneamente.
DA - No, pongo arriba de la mesa la necesidad que tiene el país de transformar sus empresas públicas, todas. Incluso pongo arriba de la mesa lo que ha dicho un congreso del FA, y lo que ha dicho el presidente del FA: que el camino de la asociación es una de las vías para transformar a nuestras empresas públicas. Eso está dicho en los documentos del IV Congreso del Frente, llamado “Tota Quinteros”, y está más que explícito –parece el fundamento de una ley de asociación– en una ponencia del doctor Tabaré Vázquez en un seminario realizado al efecto por el general Liber Seregni y el Centro de Estudios Estratégicos 1815. Ese es el tema que yo pongo arriba de la mesa.
Si me preguntan –y este es el tercer comentario–, no puedo ocultar lo que pienso, no debo ocultarlo. Por eso cuando me preguntan contesto y cuando me sigan preguntando en el futuro voy a seguir contestando.
EC - Eso no es hacer campaña…
DA - No; creo que hacer campaña es otra cosa. Es tomar la actitud opuesta, es tomar la iniciativa, es recorrer el país planteando el tema, es adoptar consignas de campaña, ir al encuentro de todos los medios, sistemática e intensamente. No le voy a explicar a un periodista avezado lo que es hacer campaña, y pido disculpas por ello…
EC - Pero está en el filo, ¿no? Usted sabe que juega con fuego; ¿o no?
DA - No, no. Estoy siendo leal con mi conciencia, compartiendo con mis compatriotas mis convicciones al respecto; lo hago toda vez que se me pregunta. Repito: sentiría como un hecho absurdo callar mi opinión, cuando además muy buena parte de la población ya la conoce.
EC - ¿El referéndum sobre Ancap puede terminar convirtiéndose en una especie de interna en el FA?
DA - No creo.
EC - ¿Vázquez - Astori, a ver cuál de los criterios prima…? ¿Cuál es el resultado del referéndum, si la ley se mantiene o no…?
DA - No, no. He señalado que es un error creer que hay una reproducción mecánica o automática entre el resultado de este referéndum y la elección nacional. Con más razón todavía creo que no hay una reproducción mecánica entre el resultado del referéndum y una eventual interna en el FA, que todavía no sabemos si se va a dar, porque nosotros no hemos tomado ninguna decisión acerca de si vamos competir o no.
EC - Iba a preguntárselo: si va a presentar precandidatura, o no, dentro del FA el año que viene.
DA - Vamos a resolverlo a fin de año, no antes, o en los primeros meses del año próximo, porque entendemos que en este momento no hay elementos de juicio suficientes, ni es un tema que esté en el centro de nuestra atención, estamos dedicados a otros temas del país. La conducta electoral de AU se resolverá dentro de varios meses.
Pero quisiera hacer un comentario sobre un tema que quedó pendiente: no sentimos que estamos jugando con fuego, es más: entendemos que estos temas deben debatirse con mucha sinceridad y respeto, con mucha tolerancia. Ni tampoco lo percibimos como un riesgo de ruptura. Por nuestra parte, lo hemos señalado reiteradamente, vamos a seguir trabajando siempre en el FA.
EC - Colóquese en la hipótesis de que la ley quede, de que fracasa el intento por derogarla, que la mayoría del Frente impulsa. No sé si se va a dar, las encuestas por ahora muestran lo contrario, pero en ese escenario AU sería vista, dentro del Frente, como responsable del fracaso de una operación política en la que la coalición se está jugando mucho.
DA - No lo sé, veremos. Sería un error verlo así, como fue un error creer que AU fue la responsable del resultado de la reforma constitucional de 1996.
EC - Por eso: me estoy basando en aquel antecedente.
DA - Fue un error grave porque allí participó todo el pueblo uruguayo, y en todo caso fue el pueblo uruguayo en su conjunto el responsable del resultado. Recuerdo que en aquel entonces, en 1996, hubo importantísimos sectores del Partido Nacional y el Partido Colorado que se opusieron a la reforma constitucional, entre otras cosas porque terminaba con sus privilegios, como por ejemplo el cooperativismo electoral que se practicaba y que culminaba con sub-lemas a la Cámara de Diputados. Es sólo un ejemplo.
Si una vez más se asignara la responsabilidad total del resultado del referéndum a nuestro sector se estaría cometiendo un error gravísimo porque en todo caso es la sociedad uruguaya en su conjunto la que va a tomar una decisión al respecto. No hay que olvidar que según esos mismos sondeos de opinión esta es una decisión que también atraviesa bastante transversalmente, con diferencias de números, de cifras, a todos los partidos políticos; en todos los partidos hay gente a favor y gente en contra.
De todas maneras, esperemos ver el resultado y deseemos –es mi deseo personal ferviente– que la gente pueda resolver en libertad, esto es con información y argumentos adecuados, no en base a consignas que no son reales, como por ejemplo “No privatizar Ancap”. Esa es una consigna falsa porque no se está privatizando nada, simplemente se está proponiendo una asociación, que la gente debe decidir si es buena o mala.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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