18.12.2005












SE PONDRÁ ESPECIAL CUIDADO EN QUE NO PIERDAN EL AÑO LECTIVO

Conozca dónde están recluidos los
autores de la balacera de Punta Carretas

Presidente del Iname, Lic. Martín Marzano: En el Hogar Agrario viven unos 20 chicos, de entre 15 y 19 años, tradicionalmente de estratos sociales bajos. Además de actividades socioeducativas, se desarrollan experiencias vinculadas a lo agropecuario. Los dos jóvenes de Punta Carretas están recluidos sin medidas de seguridad y permanecerán allí hasta que el Juez estime que están en condiciones de volver a convivir en sociedad.

EN PERSPECTIVA
Martes 23.09.03, 07. 35

EMILIANO COTELO:
Los dos adolescentes que el viernes pasado dispararon desde un piso 11 contra casas y autos en Punta Carretas, están, desde el domingo, internados en el Instituto Nacional del Menor (Iname).

Como ustedes recordarán, se trata de dos jóvenes de 15 años que ese día se encontraban en el apartamento de uno de ellos, en una de las torres más costosas de Montevideo, sobre Bulevar Artigas. “Por aburrimiento”, según manifestaron, tomaron un rifle calibre 22 con mira telescópica y silenciador, y con él efectuaron más de 20 disparos en dirección a residencias y vehículos ubicados en la calle Zorrilla de San Martín entre Ellauri y Parva Domus. Aclararon que no se encontraban drogados ni bajos los efectos del alcohol. El arma utilizada pertenecía al padre del adolescente dueño de casa, un comerciante aficionado a la caza. La balacera afortunadamente no produjo víctimas, pero ello fue de alguna manera un milagro ya que lo hechos ocurrieron sobre el mediodía del viernes.

Luego de ser interrogados por el juez de menores Alejandro Guido, se les derivó a un "Hogar Agrario", dentro del predio de la Colonia Berro, donde permanecen sin medidas de seguridad.

La decisión judicial abrió un debate. Para muchos se trata de una medida "dura pero imprescindible", y que muestra que la Justicia no hace distinciones entre sectores sociales, mientras para otros este tipo de reclusión corre el riesgo de empeorar la problemática que presentan estos dos adolescentes.

Para que esta discusión tenga sentido, es necesario conocer algunos puntos básicos: cómo es ese Hogar Agrario, qué tipo de tratamiento recibirán allí, en general cómo funciona el Instituto Técnico de Rehabilitación Juvenil (Interj), un área del Iname que se especializa en la atención de jóvenes infractores derivados por mandato judicial.

Para conocer cómo se trabaja en este lugar, qué técnicas se aplica, con qué herramientas cuenta para reinsertar a los menores infractores, estamos en comunicación con el presidente del Iname, licenciado Martín Marzano, que esta mañana se encuentra en las instalaciones de la Colonia Berro. ¿Cuál es el objetivo del Interj?

MARTÍN MARZANO:
El Interj es, dentro del Iname, el ámbito especializado para la atención de los jóvenes infractores a la ley penal. Ya tiene algunos años de creado, con la intención de dar respuesta a la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Esto significa que, dentro del propio Iname, que ya es una institución de más de 3.600 funcionarios y que atiende una población de casi 43.000 niños en todo el país, existe un área altamente especializada que trabaja esencialmente con los jóvenes infractores a la ley penal derivados a esta dependencia. En este caso que se ha mencionado en las últimas horas, el juez ha entendido oportuno derivar a estos chiquilines a esta área especializada para que sean internados en una de nuestras dependencias, en un régimen de internación sin medidas de seguridad.

EC - Después vamos al caso específico, pero ¿cuántos centros de internación administra el Interj?

MM - Son 12 establecimientos, en distintos programas.

EC - ¿Hay alguna clasificación de esos centros según el grado de seguridad que se aplica a los jóvenes?

MM - Están esencialmente ordenados en función del grado de contención de la libertad de los chiquilines, comenzando por los programas que tienen las medidas más intensas de control (programas con medidas de seguridad, como uno en la Colonia Berro donde están los jóvenes que han cometido infracciones más severas) y otros programas de un nivel de contención obviamente muy inferior, abiertos o sin medidas de seguridad.

EC - En total, ¿cuántos jóvenes están recluidos en estos centros?

MM - En los programas con medidas de seguridad, aproximadamente unos 330; sin medidas de seguridad unos 150 a 160 chiquilines.

EC - ¿Cuántos en el Hogar Agrario?

MM - El Hogar Agrario es muy particular: es un emprendimiento que, al margen del programa socioeducativo y de trabajo didáctico con el chiquilín, desarrolla una serie de experiencias vinculadas a lo agropecuario. Es un hogar que normalmente tiene unos 20 chiquilines (creo que en este momento tiene 19).

EC - ¿Es solo un hogar agrario?

MM - Hay uno solo y hay otros programas en el mismo complejo Berro, que es un establecimiento de unas 250 hectáreas donde se distribuyen distintos pabellones u hogares.

EC - Los jóvenes que ingresan estos centros sin medidas de seguridad ¿llegan de la Justicia con una especie de "condena" por determinado tiempo? Ya sé que no son esos los términos jurídicos, pero para que nos entendamos...

MM - Los jóvenes son inimputables y los jueces indican la internación simplemente diciendo "con medidas de seguridad". Eso faculta al director de la Colonia Berro y al propio Interj a entender cuál puede ser, dentro de los programas con medidas de seguridad, el más adecuado a las características de ese chiquilín. En otras circunstancias, el juez dispone "Intérnese en Colonia Berro con tal programa", como ha ocurrido en este caso, y el Iname -como auxiliar de la Justicia- se limita a cumplir la orden del magistrado.

EC - En este caso, dos adolescentes derivados por el juez de menores al Hogar Agrario ubicado en la Colonia Berro, ¿se establece algún período durante el cual deban permanecer allí?

MM - No, porque eso está condicionado a la opinión del juez. La tarea del Iname es transferirle una información permanente sobre la estadía y el comportamiento de estos chiquilines y son los jueces, en función del análisis de esa información, quienes establecen cuánto tiempo deben permanecer internados.

EC - Es decir que hay una evaluación frecuente...

MM - Permanente.

EC - ...y en algún momento (al comenzar la reclusión no se sabe cuándo) el juez llega a la conclusión de que determinado joven puede volver a la vida normal.

MM - Efectivamente.

EC - Pero el juez ¿ordena algún tipo de actividad concreta, algún tipo de educación o rehabilitación en particular para cada joven que remite?

MM - Podemos imaginar que los magistrados de los tres juzgados de menores conocen exactamente toda la actividad que se desarrolla en el complejo Berro: tienen una idea muy clara de cuáles son las propuestas en cada uno de los hogares, y por lo general no es razonable que nos reiteren la aplicación de esos programas. Pero, evidentemente, cuando están derivando a uno u otro de los programas existentes en la Colonia Berro, lo están haciendo en el entendido de que saben exactamente de qué se trata, y entienden que es lo más pertinente para las características del chiquilín.

EC - En este Hogar Agrario ¿qué tipo de actividad desarrollan?

MM – Se procura un restablecimiento o un mantenimiento de los derechos en todos los sentidos; estos jóvenes tienen un fuerte trabajo en el terreno educativo en función de los cursos que están desarrollando (sea escuela, liceo o la Universidad del Trabajo), se mantiene esa actividad...

EC – Se lo iba a preguntar más adelante pero ya que lo menciona, estos dos jóvenes seguramente concurrían al liceo...

MM – Tengo información de que estaban en tercero o cuarto año.

EC – A partir de la decisión del juez de internarlos en la Colonia Berro, ¿qué pasa con las clases, con el instituto al que iban: queda interrumpido?

MM – En principio, la División Educación del Iname tiene un cuerpo docente que habilita el desarrollo de la actividad de educación primaria y secundaria y, consecuentemente, se procura preservar el derecho de estos jóvenes para que no pierdan el año. Consecuentemente, estamos cumpliendo allí una tarea que es el mantenimiento del nivel educativo mínimo para que estos jóvenes no se vean rezagados o marginados en esta dimensión.

EC – O sea que continuarán estudiando...

MM – Continuarán inexorablemente estudiando, porque para nosotros es un proceso fuertemente socioeducativo y el componente de la formación de las habilidades para la búsqueda del empleo, y muy especialmente para la integración de los chiquilines a la sociedad, es un ingrediente absolutamente capital. La tarea que se desarrolla desde los programas del Interj está muy centrada en el terreno de la educación, y tenemos una oferta de propuestas educativas de orden no formal que son los diversos talleres (por ejemplo un taller de panadería, para las jóvenes uno de corte y confección, uno de cerámica, estamos implementando uno de metalúrgica), actividades de corte formativo que en la inmensa mayoría de los casos son vivamente acogidas por los chiquilines, quienes por lo general desarrollan cursos de formación básica en estas áreas.

EC - ¿Tienen autorizadas salidas?

MM – No; en principio no las tienen autorizadas. Si bien están en un programa abierto (no existen las rejas características en los programas que tienen contención), hay un acuerdo con los jóvenes respecto a que ellos no pueden salir.

EC – Tienen libertad de movimientos, ¿dónde?

MM – En el propio establecimiento y sus aledaños, pero la evaluación de los jueces está condicionada a la actitud que los jóvenes puedan adoptar en relación a consignas que son absolutamente claras.

EC - ¿Cuál es el perfil socioeconómico de los jóvenes alojados en un hogar como ese?

MM – Tradicionalmente ha sido medio – bajo y bajo. Tradicionalmente. En los últimos tiempos se han incorporado algunos jóvenes de clase media, pero en términos generales el origen de la inmensa mayoría de los chiquilines que están en nuestras dependencias es de familias muy pobres, de carencias muy importantes desde el punto de vista social, económico y cultural, y por lo general provienen de los barrios con mayores dificultades económicas.

EC - ¿Cómo funciona la integración entre esas distintas clases de jóvenes?

MM – De alguna manera se da en una actitud clara de nuestros equipos técnicos de priorizar la singularidad de estos chiquilines.

EC - ¿Conviven todo el tiempo?

MM – Sí, pero desarrollan actividades diversas en distintos momentos. Ahora, por ejemplo, estamos terminando de hacer una evaluación psicológica, psiquiátrica y social de estos chiquilines, porque evidentemente cada uno de ellos es una persona en particular, que tiene una forma de ser especial, y se procura adaptar la propuesta, el modelo educativo y el trabajo que desarrollamos sabiendo que son personas diferentes.

EC – Se lo preguntaba porque una de las dudas que puede haber en la opinión pública es en qué medida se corre el riesgo de que el ambiente, los compañeros de internación que le toque a cualquier adolescente pueda terminar empeorando su personalidad o su problemática.

MM – Imagino que no porque, aunque parezca mentira, los jóvenes tienen una capacidad de adaptación y de aceptación de las diferencias entre ellos mucho más alta de lo que creemos los adultos. Son muchas veces más solidarios y, sin duda, más respetuosos de las diferencias de lo que puede pasar en el mundo adulto. En este momento hablaba con el director, le preguntaba cómo están estos dos chiquilines, y me comentaba que se han integrado realmente bien; están sin duda viviendo una experiencia que para ellos es diferente, pero acá hay un equipo humano muy calificado... sin duda empobrecido en términos numéricos (porque lamentablemente el Iname no cuenta hoy con la cantidad de recursos necesarios) pero la calidad de los mismos, muy especialmente quienes tienen la responsabilidad del trabajo directo con los chiquilines, que son los educadores, se han formado en la inmensa mayoría de los casos en nuestro propio centro de formación, y están en condiciones de ayudar a que ese proceso de internación se dé en un marco de atención de los derechos como corresponde, en el marco de la Convención Internacional de los Derechos del Niño.

EC - ¿Cuál es el objetivo final de este proceso, del tratamiento de estos jóvenes?

MM – Tenemos que inferir que la decisión del juez es permitir que estos chicos vivan una experiencia que les permita no sólo tomar conciencia de la inconducta que dio mérito a esta decisión, sino muy especialmente a lograr que en este pasaje (breve o prolongado, dependerá también de la actitud del joven en la internación) tengan una experiencia que les resulte positiva y que obviamente integren como un episodio más de su vida que tiene que dejarles enseñanzas. Nuestro especial interés es que, en un marco de atención de sus requerimientos, estos chiquilines puedan comprender la necesidad de un relacionamiento solidario, constructivo y civilizado en la sociedad civil, para poder operar en tiempos en que debe imperar el respeto de los derechos de todos.

***

EC – Mientras en el centro llueve copiosamente, en la Colonia Berro se encuentra Rosario Castellanos.

ROSARIO CASTELLANOS:
En este momento estoy a cubierto, pero todo el camino hasta aquí ha sido bajo lluvia torrencial y por momentos granizo. Esa condición del día seguramente va a teñir mi punto de vista sobre la colonia.

EC - ¿Dónde está ubicada?

RC – Viajando por ruta 8 se toma la que lleva a Suárez, y –obviamente, preguntando— desde Suárez tomé un camino que deja de ser asfaltado hasta encontrar el acceso principal a la colonia. Es una extensión de 250 hectáreas, así que lo que tengo alrededor es campo, la sensación de estar en mitad del campo a pesar de la cercanía con Suárez y con la ruta 8.

EC - ¿Cómo es el hogar agrario donde han sido internados estos dos adolescentes responsables de los disparos del viernes?

RC – Una vez llegados, seguimos un camino interno y muy al fondo, opuesto a la entrada, encontramos ese hogar que es una de las varias construcciones distribuidas en el predio, separadas entre sí. Son construcciones de estilo colonial español, de las primeras décadas del 900, y el hogar agrario no está rodeado por un cerco perimetral como algunas de los otros edificios por los que pasamos, destinados a detención con medidas de seguridad.

Aquí entramos libremente a un gran espacio donde está prendida una estufa a leña. Rodeándola está, por ahora, el personal a cargo del establecimiento, porque los muchachos han podido dormir un rato más debido a las condiciones del tiempo. Nos asomamos a la puerta de ese dormitorio común (son 19 los chicos alojados hoy) donde están descansando en una sucesión de camas en cuatro filas.

Estamos hablando de un hogar cuyo equipamiento es sumamente precario y envejecidos. Comparativamente con lo que estos dos chicos dejaron en sus casas, en la torre frente al Club de Golf, esto no tiene punto de comparación. Son viejas camas de metal, como de sanatorio, por supuesto el juego de cama y las mantas también de condiciones seguramente muy precarias, muy sencillas.

Tenemos un espacio común, un salón de uso múltiple, con estufa, junto a él está el salón comedor también de mesas corridas, por supuesto que también son comunes los baños... Esas son las condiciones en el edificio en un día en que por suerte no hace frío, porque la única fuente de calor es esa estufa a leña que permanece encendida todo el tiempo.

Alrededor, lo que hace a la condición de hogar agrario: la huerta plantada, algún ternero (porque hay tambo en el cual también trabajan estos chiquilines), que son las dos actividades fundamentales que hoy no hemos podido apreciar: de ese aspecto del tratamiento, hoy no voy a poder contarles por las condiciones del tiempo.

Pero, en síntesis, un edificio que muestra que fue construido en épocas de vacas gordas; sólido, de espacios amplios y buena iluminación, todo su equipamiento es lo mínimo indispensable y aún eso en condiciones que denotan el tiempo que ha transcurrido desde que fueron nuevos.

He llegado hace poco, me he dedicado más a mirar que a conversar, y pienso quedarme un rato más para ver a los muchachos levantados y con el funcionamiento habitual de un día común.

***

EC – Cuando son las 08.38 volvemos a la Colonia Berro.

RC – La colonia comenzó a tomar vida a medida en que se despertaban los madrugadores, y ya seis de ellos armaron una primera rueda de mate junto a la estufa. Entre ellos están los dos chicos que motivaron esta nota, quienes están aquí desde el domingo según lo que ellos mismos explicaron en una reunión en la que estuve también con el presidente del Iname, quien les habló en forma muy cálida, tratándolos como lo que son: dos chiquilines en esa edad en que desde su aspecto físico están denotando la transición, uno de ellos con más pinta de niño, el otro dando muestras de que está convirtiéndose en adulto.

Marzano me explicaba que en este hogar en particular las cosas son difíciles porque no es la primera vez en que tiene realidades tan diferentes en su población. Los chicos tienen entre 15 y 18 años, o sea que estos dos nuevos ingresados están entre los menores del hogar.

Por el momento, la integración parece haberse dado de forma bastante natural. Ahora están conversando con otros tres chicos que denotan realidades muy distintas, pero están todos completamente confundidos en la charla frente a la estufa y alrededor del mate. También me explicaban que respecto a estos dos adolescentes hay un aspecto a solucionar que es que no pierdan el curso del liceo (son alumnos de cuarto año), y sería ideal que pudieran reintegrarse a sus clases, así como lo hacen otros que viven en la colonia y concurren al liceo o a UTU para no perder el año escolar.

EC – Marzano decía que, aunque no pudieran salir para concurrir a clases, se les iba a suministrar apoyo docente para que no perdieran el año.

RC – Claro, pero también existe la posibilidad de que el juez les permita salir a clases. Pero, más allá de las caras serias, conversando manos atrás, la impresión es que (de acuerdo a la experiencia que me indicaba Marzano) esta primera semana transcurre un poco como si estuvieran en un campamento; lo más difícil comienza después, cuando esto pasa a ser una rutina. Además, el día de hoy en particular los va a tener encerrados por la lluvia; las necesidades son tantas que ni siquiera hay botas de goma para los 19 chiquilines, de manera que, aunque pare la lluvia, el barro no les va a permitir salir a trabajar o entretenerse; acá el día es largo, sobre todo cuando se ha madrugado tanto.

En definitiva, es una historia que creo que valdrá la pena seguir, porque sin dudas todos aquí pretenden que sea a favor de los muchachos y no se convierta en una experiencia que venga a agudizar el problema que puedan presentar. Las evaluaciones comenzarían recién mañana, así que por ahora están a la espera, muy serios, con caritas de estar mirando todo.

***

Instituto Técnico de Rehabilitación Juvenil

Programa de libertad asistida - Población atendida año 2002

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Transcripción y edición: Jorge García Ramón



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