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Los estilos de hacer política
Análisis político del director de Factum, Oscar A. Bottinelli.
EN PERSPECTIVA
Viernes 26.09.03, 08.15.
EMILIANO COTELO:
Hay muchos hechos y varias causas que explican los cambios en la actitud política y electoral de los uruguayos.
El politólogo Oscar Bottinelli, director de Factum, toma uno de esos fenómenos para el análisis político de hoy. El título: “Los estilos de hacer política”. Comenzamos con una aclaración.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Sí; hay un problema que tenemos analistas y periodistas, que es cómo se llama a ese conjunto político que normalmente llamamos “izquierda”, que primero fue Frente Amplio (FA), después Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), ahora es EP-FA más Nuevo Espacio (NE), podría ser que se llame Nueva Mayoría. Ahí hay un problema de marca que cuesta y que complica la presentación. Sobre todo por lo siguiente: si cuando hablamos de izquierda todos tenemos claro que nos referimos a eso y no necesariamente nos estamos refiriendo a izquierda en el sentido ideológico. El crecimiento de esa opción política que llamamos izquierda no necesariamente es un fenómeno de izquierdización ideológica de la sociedad. Tomemos como caballito de batalla, como término de guerra, la palabra “izquierda” para referirnos no a lo ideológico sino a este espacio político.
EC - Sigamos por ahí.
OAB - Desde 1971 a la fecha esa izquierda creció constantemente, de un 18 por ciento original a un 21 por ciento en 1984; sumando el FA y el NE al entorno del 30 por ciento en 1989; al 35 por ciento en 1994; al 43-44 por ciento en 1999, sumando FA más NE o tomando la votación en el balotaje de Tabaré Vázquez, que estuvo entre el 44 y el 45 por ciento.
En todo este período hubo muchas cosas en Uruguay. Desde el punto de vista económico hubo ciclos de distinta naturaleza, no es que los ingresos de la gente cayeron durante todo ese tiempo, bajó el consumo, aumentó la desocupación en forma constante, sino que tuvimos períodos de aumento de desocupación, períodos de baja de la desocupación, como ocurre hasta más o menos 1995, luego un crecimiento de la desocupación; durante los años 90, hasta 1998, un crecimiento muy fuerte en el ingreso de los hogares en prácticamente ocho de diez hogares del país; luego tuvimos la fenomenal crisis, sobre todo la caída que comienza en el año 2000, con desocupación, con caída de ingresos y después la fenomenal crisis, el desplome que tuvimos en el año 2002. La izquierda fue creciendo durante todo ese período, en los años buenos y en los años malos, lo que quiere decir que ese crecimiento tiene explicaciones muy profundas y hay múltiples causas para realizar este crecimiento. Esto es lo importante: no hay una sola causa.
EC - ¿Una de esas causas es esto del título de hoy, “los estilos de hacer política”?
OAB - Hemos detectado que entre las causas de crecimiento de la izquierda o de decrecimiento de los partidos tradicionales, aparece con fuerza el tema de los estilos de hacer política.
EC - ¿O sea?
OAB - Referido en gran medida al término del personalismo de la acción política y al clientelismo. Aclaremos: el clientelismo no es un fenómeno uruguayo, es un fenómeno mundial, en todo el mundo donde hay competencia política, en los países desarrollados y en los subdesarrollados, donde la política es más o menos primitiva y donde está más o menos consolidada. Pero también éste es un fenómeno que está cambiando en Uruguay y en el mundo. En general se observa que un fenómeno de atenuación del clientelismo está relacionado en gran medida con dos cosas: que baja el papel del Estado y no es solamente el tema de que el Estado uruguayo cuenta con menos dinero o menos recursos, sino que ha bajado en general el papel, el rol, las funciones que cumplen los Estados; por otro lado también los Estados se han vuelto más eficientes, entonces si un Estado es eficiente se necesitan menos intermediación del ciudadano para hacer un trámite o para obtener un servicio. Eso ha ido atenuando el clientelismo: baja el papel del Estado, mayor eficiencia de los Estados y por otro lado, en el caso uruguayo, el agotamiento de recursos que impide que el clientelismo camine.
Paralelamente también se está agotando una forma de hacer política, una forma que quizás tenga un freno hacia la izquierda, que es la muy fuerte y excesiva militancia que daba una visión de una especie de secta, de grupo que tenía un in y un out, un pertenecer o un no pertenecer, muy fuerte y muy firme. Esto ha producido cambios importantes.
Veamos qué pasa con los temas clientelismo y personalización. Hay una visión de la sociedad de que la forma de hacer política de los políticos de los partidos tradicionales es una forma que va teniendo creciente desgaste. Nos referimos la ver la acción del político del partido tradicional –como una generalización, no estoy diciendo que sea correcta o incorrecta, digo lo que surge– como una búsqueda de votos para sí, que es una búsqueda de una acción personal y no de una acción colectiva, que hay toda una personalización en la relación política, “yo busco tu voto para mí”, y en esa relación existe alguna especie de intercambio de favores, un trueque de algo.
¿Qué visión hay de la forma de hacer política de la izquierda? (No importa cuánto tiene de correcto, importa lo que surge de la gente.) Se ve como una acción más colectiva, más despersonalizada. Para comparar un ejemplo, que surge incluso de palabras recogidas de la propia gente. Un dirigente político de un partido tradicional que va a recorrer diciendo: “Vóteme a mí, ésta va a ser mi lista”; un dirigente de izquierda está buscando el voto también, pero lo está presentando como: “Usted tiene que acompañar esta opción que va a defender esto y aquello, que va a beneficiar a todos los que como usted tienen tales tipos de problema”. Esta distinción a veces desde los propios políticos no se ve tan clara, la gente la distingue quizás más allá de lo real, porque, entre otras cosas, existe en la izquierda carrera por los cargos, acuerdos políticos por cargos.
Para situar dos cosas que en este momento están en danza. Notoriamente la seducción que está tratando de hacer la izquierda al ex intendente de San José, se está hablando de la posibilidad de su candidatura única a la Intendencia de San José, se dice que el ex intendente Cerdeña plantea que su aspiración es ser candidato único de todas las listas a la Cámara de Diputados, hay una negociación por cargos.
En la construcción de sublemas que se están haciendo al interior de la izquierda se están negociando apoyos recíprocos en un departamento o en otro para que distintos grupos se potencien o tengan una mayor representación parlamentaria. También en las divisiones que se hacen en algunos grupos políticos hay de por medio algunos problemas sobre cómo confeccionar listas al Parlamento.
Sin embargo lo que se traduce para el grueso de la opinión pública es otra cosa. Es una acción menos personalizada y, sobre todo, menos de cambio y de trueque de favores con la gente.
Ha habido un intento de modernización en los partidos tradicionales, los hay; y ha habido en el mundo. Quizás el ejemplo de los partidos más modernos es el Partido Popular Español –partido que incluso tiene sede aquí en Uruguay, en Constituyente y Joaquín Requena, frente al liceo Zorrilla–, un partido muy moderno, con cuadros muy modernos, con una gran estructura de diagnóstico de la sociedad, de producción de programas, de producción de soluciones.
En Uruguay ha habido esos intentos. Vamos a situar algunos más antiguos o que han tenido más resonancia en los medios de comunicación. En el Partido Nacional el Instituto Manuel Oribe, que creó el Herrerismo hace más de una década conformando grupos de programa, grupos de estudio, realizando seminarios, conferencias, trayendo gente del exterior. Fundaciones como la Fundación Tres Árboles, ahora próxima a Jorge Larrañaga; la Fundación Álvaro Carbone, próxima a Juan Andrés Ramírez. En el Partido Colorado hubo dos grandes comisiones de programa, ambas coordinadas por Fernández Faingold en el Foro Batllismo o el sanguinettismo, la de 1984 que hizo el programa del Cambio en Paz y en 1994 El Uruguay entre todos, o estos nuevos equipos programáticos que coordina Washington Abdala.
Sin embargo estas acciones que se pueden llamar más modernas, más programáticas, de los partidos tradicionales, no tienen la visión de la gente que tiene la acción cotidiana colectiva de la izquierda. Esto es un elemento que se está detectando más allá de conformidades o disconformidades con las políticas económicas o sociales, que marca de manera importante también por qué crece la izquierda y por qué decrecen los partidos tradicionales. Los estilos de hacer política están marcando un cierto desfasaje entre los partidos tradicionales y el sentir que se produce en el grueso de la opinión pública del país.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
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