18.12.2005














3.100 niños en situación de calle

Jorge Freire (Gurises Unidos): Los que están lavando vidrios o vendiendo son el emergente más visible, pero sólo la punta del iceberg. La mayoría están en la periferia. La mayoría están en edad escolar pero no concurren. Sólo 400 están incluidos en programas de apoyo. 620 son niñas y adolescentes, que se encuentran en la situación de mayor vulnerabilidad. Las ONG no conocemos qué está haciendo el Estado.



EN PERSPECTIVA
Martes 01.10.03, 07.37.

EMILIANO COTELO:
El problema de los niños en la calle no es de hoy ni de ayer, sino una realidad que nos golpea día a día sobre todo a los montevideanos cuando recorremos la ciudad. La novedad consiste en que se efectuó un relevamiento y ahora existe una cuantificación.

ALFREDO DANTE:
En Montevideo y el área metropolitana (La Paz, Las Piedras, Pando, Progreso, Barros Blancos y Ciudad de la Costa) hay 3.100 niños en situación de calle. Un estudio de la organización no gubernamental Gurises Unidos dice que las horas durante las cuales los menores permanecen en la vía pública entre cuatro y 12 por día, y algunos duermen en la misma esquina donde piden monedas. El 70 por ciento de estos niños no están acompañados por ningún adulto.

Agrega el estudio que el fenómeno se ve mucho más en barrios periféricos que en los del Centro o la costa o en las principales avenidas.

EC – Ayer fueron presentadas las conclusiones del trabajo efectuado por un equipo dirigido por el doctor Juan José Goyeneche y el técnico Andrés Peri. Estamos en comunicación con el director de la ONG Gurises Unidos, Jorge Freire. Recordemos qué es esa organización.

JORGE FREIRE:
Es una ONG que trabaja por mejorar la calidad de vida de niñas, niños y adolescentes, en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño, buscando la defensa de los niños y poder garantizar que todos ellos, nazcan donde nazcan, puedan tener todos sus derechos.

EC - ¿Cómo participan ustedes en este estudio? ¿Desde cuándo se estaba preparando este relevamiento?

JF – Tú decías en la introducción que, más allá de que ahora se tiene un número (a lo largo de los años se ha ido dando distintos números), algo bien novedoso y que creo que es bastante trascendental para este tema es que ahora se tiene un método validado científicamente por el cual se puede llegar a una medición sistemática del numero de niñas, niños y adolescentes en situación de calle, y no a partir de estimaciones espontáneas o basadas en la cantidad de niñas y niños que se encuentran atendidos.

EC – No fue fácil diseñar ese método; hubo varios intentos, y los resultados no eran satisfactorios.

JF – Exacto. Evidentemente, el método se basa en el estudio de poblaciones móviles, porque para poder contabilizar a estos niños y adolescentes tenemos que prever que generalmente están en movimiento, o se trasladan de una calle a otra, o suben a un ómnibus a vender estampitas y se trasladan en él, o están en carros realizando la recolección de residuos... Para poder medirlo, entonces, no es como un censo en que uno va casa por casa inscribiendo a las diferentes familias, sino que tiene que contemplar esta movilidad y llegar a un número real y certero de la población existente.

EC – Entonces, ¿cómo hicieron?

JF – El parámetro que se utiliza es la observación y, a partir de ella... En otros países, las poblaciones móviles se tomaban para la parte de investigaciones biológicas, que son pájaros, peces... Entonces uno dice “Los marco, les pongo un chip, hago todo el seguimiento y me aseguro de no superponer unos con otros y me aseguro la contabilidad”. Por supuesto que en niñas y niños, en el marco de la defensa de sus derechos y del respeto del derecho a la individualidad de cada uno, estas cosas no se hacen. Entonces, el método debe contemplar la realidad y para ello se toma dos tipos de zonas a partir de las observaciones. Un tipo de zonas que están identificadas claramente a partir de la experiencia que son aquellos lugares donde hay niñas y niños en situación de calle, y ahí nos referimos a lo que decías al inicio: avenidas, intersecciones de calles, centros comerciales, Parque Rodó, etcétera; lugares significativos donde sabemos que existen permanentemente. Hay que contemplar estos puntos, entonces, relevarlos uno a uno, y cuantificar los niños que existen en esos lugares.

EC – Pero ¿cómo los cuantifican: entrevistándolos, llevando sus datos en un registro?

JF – Para estas zonas de las que hablábamos, el método es siempre la observación; no se toma contacto directo con el niño. Para esta observación, primero se ha capacitado claramente a todos los observadores en lo que es un niño en situación de calle: todas las características que lo definen, y a partir de las cuales vamos a poder separar a una niña o niño que está en la calle espontáneamente porque de pronto salió con sus padres por diferentes circunstancias, respecto de aquel que realmente está en situación de calle, con características diferentes. A partir de esas variables que nos permiten diagnosticar la situación de calle, vamos haciendo las observaciones y contabilizando.

EC – Eso es para un tipo de zonas de Montevideo y el área metropolitana; para la más sencilla de relevar.

JF – Esta modalidad se utiliza en los dos tipos de zonas. ¿Cómo definir las zonas? Uno es, como decíamos, aquellas zonas donde en la experiencia hemos visualizado que los niños se concentran. Otro tipo es el que componen el resto de Montevideo y el área metropolitana de Canelones, donde no necesariamente se concentran en puntos específicos. Para ello se sortean segmentos censales de forma de obtener información representativa y así poder acceder a todo el universo de la población y no simplemente tomar a aquellos que espontáneamente vimos en algún lugar.

EC – De esa manera se trabajó después de diversos intentos. ¿Cuándo se hizo exactamente este relevamiento?

JF – Del 5 al 29 de mayo.

EC – Son datos del otoño, casi invierno.

JF – Exactamente, y cuando fuimos haciendo el relevamiento la variación en el clima fue bastante importante. Igualmente, se podría pensar que sería adecuado hacer este mismo estudio en un período en que el clima fuera claramente distinto, para hacer un nivel de comparación para llegar a un media entre una época y otra.

EC – Se supone que ahora, cuando empiece el calor, cuando las condiciones climáticas sean más benignas, el número de niños en situación de calle puede aumentar.

JF – Exacto. Son todas estimaciones que uno puede tener en cuenta por la experiencia y por el sentido común. Pero lo que tratamos a través de este método es, más allá de esos parámetros que siempre fueron los tomados en cuenta para contabilizar esta realidad, poder basarnos científicamente y ser siempre muy estrictos en la definición del número.

EC – Hablamos, entonces, de 3.100 niños.

JF – Niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación de calle de lunes a viernes en Montevideo y el área metropolitana.

EC – Niños y adolescentes: ¿hasta qué edad llega?

JF – Tomamos todas las edades desde recién nacidos hasta 18 años: se iba relevando todo lo que se observaba. La edad predominante está entre seis y 18 años, pero si desglosamos un poco más, 44 o 45% (depende del horario en que se visualizó, la mañana o la tarde) se encuentran entre seis y 13 años. Esto significa que prácticamente la mitad de los niños y niñas que se encuentran en situación de calle están en edad escolar. Un elemento muy importante a la hora de repensar las estrategias, y a la hora de pensar que el espacio socializador e integrador de la escuela en todo el proceso de aprendizaje, está siendo perdido o claramente mellado por toda esta situación de calle.

EC – La mitad son niños en edad escolar, pero que no van a clase, o van de manera irregular... ¿Qué conclusión pudieron sacar?

JF – El estudio nos da el dato cuantitativo de lo que vemos, de lo que podemos observar. A partir ahí sí de la experiencia de Gurises Unidos, en un nivel más cualitativo, lo que se ve claramente es que las niñas y niños en situación de calle van haciendo un alejamiento progresivo de la escuela y de todos aquellos servicios básicos dirigidos a la infancia, ya que en la medida en que empiezan con la situación de calle, están cada vez con más frecuencia, más horas, y van perdiendo el vínculo con todo lo comunitario y con la propia escuela, porque los niveles de exigencia de la escuela, los niveles de apropiación del mismo niño y el sentido de pertenencia a la escuela se van perdiendo.

EC – El 75% son varones.

JF – Exacto: 75 u 84%, según que las observaciones sean efectuadas en la mañana, en la tarde o en la noche. Un elemento que se está viendo en la investigación es que, a medida que nos acercamos más hacia la noche, aumenta el número de varones y de adolescentes.

La decana de Ciencias Sociales de la Universidad Católica (Ucudal), Cecilia Zaffaroni, que estuvo ayer entre los expositores de este trabajo, hacía un comentario bien interesante: por supuesto que esto demuestra que es claramente una población masculinizada, pero también nos llama la atención que el 20% sean niñas y adolescentes mujeres. Son 620 niñas y adolescentes mujeres en situación de calle, y –también a la hora de definir políticas y diseñar alternativas— un elemento a tener muy en cuenta es la vulnerabilidad en que se encuentra este grupo etario, por más que es minoritario.

EC - ¿Puede desarrollar esa idea?

JF - ¿Para qué nos sirven los datos que recibimos en la investigación? Es como un espejo en el que nos miramos y podemos definir en qué situación estamos y, a partir de ahí, hacia dónde queremos ir o cómo definir las acciones o las intervenciones en torno a lo que vemos. Si definimos que es una población masculinizada, de pronto la tendencia es a que las acciones y las políticas dirigidas a esta población en concreto sean llevadas al sector masculino. Sin embargo, por más que sea minoritario, no debemos perder la importancia de lo que significa este 20% y la situación de vulnerabilidad en la que muchas veces se encuentra en la calle la niña o la adolescente menor, que puede ser mayor que la que presenta el varón.

EC - ¿A qué alude: al riesgo de que estas adolescentes terminen cayendo en la prostitución, por ejemplo?

JF – Es una cosa muy variable y que habrá que estudiarla. Lo que digo es que la exposición de la niña en situación de calle la hace más vulnerable en la medida en que el nivel de explotación por el uso del mundo adulto de los niños, niñas y adolescentes en situación de calle por su desprotección puede ser mayor. Son muchos los ejemplos que podríamos poner.

EC – Vayamos a las actividades que desarrollan estos niños en situación de calle.

JF – Se las fue categorizando en diferentes grupos. Es importante que el niño en situación de calle no está pegado a una única actividad, sino que en la estrategia general desarrolla diferentes acciones. Durante la observación pudimos ir viendo las actividades que estaban desarrollando en ese momento. Las acciones que vimos están vinculadas a la mendicidad, a la recolección, a los servicios callejeros (lo más visible: el limpiavidrios, el malabarista, el que vende), y vinculadas a la recreación porque también es importante destacar que el niño alterna entre que limpia los vidrios de un auto, después se va a jugar a la pelota al lado, vuelve a limpiar vidrios... La actividad va rotando de una cosa a otra.

Lo interesante de esto –creo que es un llamado a la reflexión a todos los ciudadanos y a quienes estamos generando opinión y generando decisiones en torno a este tema— es, en primer lugar, que muchas veces pensamos que las actividades mayoritarias son aquellas que son más visualizadas (limpiavidrios, malabaristas, vendedores). Pero el estudio ha demostrado que, en el momento de la observación, prácticamente el 40% estaban efectuando actividades de mendicidad. Luego le seguía la recolección y clasificación, con prácticamente un 27%; venían luego las actividades recreativas, y por último los servicios callejeros.

Creo que esto se une directamente con una reflexión que se traía al inicio: que generalmente tendemos a pensar que este problema está concentrado en el Centro y la costa Este de Montevideo.

EC – Pero el estudio que ustedes realizaron demostró que ese es un prejuicio equivocada.

JF – No sé si la palabra es “prejuicio”. Lo que me queda claro es que de pronto es el lugar donde se hace más visible, quizá por el contraste de estos niños, niñas en la calle haciendo sus actividades de estrategia con la realidad de esas zonas. Porque el estudio muestra que sólo un 28% están en el Centro y costa Este: el 72% están en el área suburbana de Montevideo y el área metropolitana.

EC – Más de 2.000 niños están en la periferia y en Canelones.

JF – Una cosa así. Eso implica que, en la mirada en torno a definir acciones en torno a esto, tenemos que darnos cuenta de que esto es sólo “la punta del iceberg”: es lo que visualizamos, pero su magnitud es mucho más importante por debajo, y cuando se planifican acciones y políticas en torno a eso hay que contemplar a todo el universo para poder dar respuestas completas y de raíz.

EC – El número, 3.100 niños, niñas y adolescentes en situación de calle, considerando Montevideo y el área metropolitana, ¿es mayor o menor a lo que se estimaba hasta ahora?

JF – Depende de quién lo mire o cómo se mire, uno piensa que es mucho, que es poco...

EC – Pero las organizaciones que trabajan con niños, el Instituto del Menor, el Ministerio del Interior... Cada uno debería tener sus propias aproximaciones al problema. ¿Cómo es este número que ahora surge en comparación?

JF – Si pensamos que la cobertura niños, niñas y adolescentes en situación de calle a partir de programas públicos y privados alcanza en Montevideo a alrededor de 400, vemos claramente que el número es muy superior. Incluso diferentes números que han sido divulgados siempre han estado por debajo de lo que estamos trayendo.

Desde el equipo técnico de Gurises Unidos, esto nos llevó a varias reflexiones y es difícil decir si es mucho o poco. La impresión es que es un número significativo, y que implica poder empezar –más allá de las respuestas que se ha venido dando y que todos reconocemos— ahora sí con una línea de base y con la capacidad de un método que nos va a permitir poder hacer mediciones periódicas, en forma sistemática, para visualizar en qué medida estamos logrando avances o retrocesos en el tema, empezar a asumir el problema desde este lugar y llevar adelante alternativas diferentes o complementarias de lo que ya se llevó a cabo.

EC – Esa era la pregunta para el final: cuál será la utilidad de esta investigación, para qué se empleará sus resultados.

JF – Para quienes trabajamos día a día en el tema, el informe es de una riqueza muy grande. Contar científicamente con un número nos da, primero, un número de magnitud al que debemos cubrir; segundo, la posibilidad de hacer mediciones periódicas y ver en qué medida las intervenciones que se está llevando a cabo, las políticas públicas dirigidas a esta población está pudiendo o no revertir la magnitud del problema; después, con el desglose más específico, habrá que prestar más atención a toda la zona suburbana, a los niños y niñas que están solos (como ustedes resumían al principio la mayoría se encuentran sin un referente adulto). Esto nos permite, en las acciones a desarrollar, focalizar más en problemas específicos y así dar respuestas más directas a lo que existe.

EC – Este estudio ¿ya venía incorporado a un plan de trabajo que implicara, una vez en posesión de los números, tomar tales o cuales decisiones? ¿Está previsto actuar en función de este informe?

JF – Sí, por supuesto. Esta investigación de Gurises Unidos se hace en el marco de un proyecto apoyado por la Unión Europea que incluye el interés de, más allá de hacer un diagnóstico, fortalecer las redes sociales dirigidas a la infancia desde las organizaciones públicas y privadas, y poder ir generando respuestas reales y permanentes al problema.

EC – Eso en cuanto a Gurises Unidos. Pero no es la única institución que trabaja en el área; es más, desde hace algunas semanas viene preparándose un convenio entre el Instituto Nacional del Menor y el Ministerio del Interior para incidir sobre esta realidad.

JF – Gurises Unidos está integrado a diferentes redes a nivel nacional y departamental de organizaciones no gubernamentales que trabajamos con este problema, y este es un aporte no para Gurises Unidos sino para el país. La idea es que se pueda tomar y universalizar este método y estos datos para trabajar. Por un lado, la idea de la actividad de ayer fue presentar los datos, presentar el método, y decir que ahora contamos con una modalidad seria para empezar a trabajar, por más que muchas organizaciones lo venimos haciendo en forma seria, en el sentido de tener las herramientas para asegurarnos el elemento de medición. En lo que tiene que ver con las políticas públicas en esta área, creo que a partir de estos datos nos debemos una reflexión y también a la hora de definir políticas públicas sería muy enriquecedor que tanto los organismos públicos como los privados podamos, antes de definir o de plantear estrategias o nuevas alternativas, llegar a un espacio de reflexión, de intercambio y de complementariedad de lo que se viene haciendo, así como de un aprendizaje mutuo de las metodologías que se viene aplicando y de cuáles son aquellas que realmente respetan el marco de la Convención y llegan a soluciones reales.

EC – Implícitamente, usted está dejando sentadas reservas respecto a este plan del Ministerio del Interior y del Iname.

JF – Gurises Unidos con el grupo Intercalles, que somos todas las organizaciones no gubernamentales con niños en situación de calle en Montevideo y el interior, así como con la Organización Nacional de ONG del Uruguay, hemos planteado en conjunto que primero querríamos saber un poco más en detalle cómo es la propuesta, porque nunca la hemos recibido, y que no compartimos cómo se están llevando a cabo los grandes lineamientos, tal como el tema se ha planteado en la prensa.

EC – Queda pendiente encarar con más tiempo esa línea de acción que se viene gestando, con ustedes y sobre todo con las autoridades que vienen preparando ese esquema.

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Transcripción y edición: Jorge García Ramón

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