18.12.2005














Salto y el esfuerzo sostenido

Intendente Eduardo Malaquina: Nunca tuvimos un “boom”, ni siquiera cuando la construcción de Salto Grande repartió mucho dinero. La cultura de los salteños hizo que todo se haga mesuradamente, podando el follaje para que no lo afecten los vientos. La producción, el turismo, todos los sectores sacan fuerzas de flaqueza y siguen empujando.

EN PERSPECTIVA
Lunes 06.10.03, 09.10.

EMILIANO COTELO:
El escribano Eduardo Malaquina tiene 67 años y ocupa por tercera vez el sillón principal de la Intendencia de Salto. Está casado y tiene cuatro hijos, tres varones y una mujer, cuyas edades van de los 23 a los 17 años.

Su primer período al frente de la comuna salteña fue a la salida de la dictadura, entre los años 1985 y 1990. En 1989 buscó la reelección, pero le tocó perder a manos del nacionalista, Eduardo Minutti. Entre 1990 y 1995 integró la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande; en 1994 los salteños volvieron a proclamarlo intendente, y finalmente obtuvo la reelección en 2000. En los comicios nacionales de 1999 fue electo senador; ocupó su banca durante seis meses y renunció cuando resultó electo al frente de la comuna. Ha presidido el Congreso Nacional de Intendentes en dos oportunidades.

En el terreno político partidario, fue uno de los fundadores del Foro Batllista (17 de abril de 1990). Fue secretario general del Partido Colorado a nivel nacional y también de Salto.

***

Con él vamos a conversar a partir de este instante, a propósito de algunas facetas que caracterizan hoy la actualidad de este departamento que nos recibió en estos días con tanta hospitalidad.

Estamos hablando de un departamento de 120 mil habitantes, el tercero en población en el país, después de Montevideo y Canelones. Un departamento caracterizado por un lado por la actividad turística, en especial con la gran atracción de los centros termales. Por otro lado la ganadería vacuna y ovina, la horticultura, la producción de cítricos, la agricultura con trigo, girasol, maíz caña de azúcar... Agroindustrias, explotación de ágatas y amatistas...

¿Me falta algo en este cuadro muy apretado de la producción salteña?

EDUARDO MALAQUINA:
Le diría mucho más agroindustria, tratar de procesar lo que se produce todos los días sobre todo en el sector hortícola. Necesitamos tratar de preservar mucho más nuestra producción de prácticamente los 12 meses del año: Salto abastece el mercado hortícola del país fundamentalmente durante nueve meses, por razones de clima y además de cultura de la gente que laborea la tierra, descendientes de portugueses, de italianos, que hace años que están afincados aquí y heredan una cultura de cómo se hace un almácigo, cómo se poda, cómo se controla las plagas, etcétera, etcétera. Tendríamos que incorporar mucho más trabajo de nuestra gente para poder preservar una cantidad de productos que pueden llegar como frescos al mercado porque en ese momento la demanda no es necesaria, lo que hace que se deba desechar muchos productos de muy buena calidad.

EC - No se puede decir que Salto esté al margen de la crisis. De todos modos, al recorrerlo en estos días anteriores hemos visto a esta ciudad sensiblemente mejor que a otras capitales departamentales que hemos recorrido en esta gira. Parecería que confluyen un par de razones: la reactivación en la agropecuaria y el turismo que ha vuelto a moverse después del sacudón brutal de la devaluación en Argentina y la caída de la convertibilidad. ¿Cómo definiría usted la situación de Salto desde el punto de vista económico?

EM – Mucho mejor, el peor mes fue noviembre de 2002. Y Salto tiene alguna característica que hay que remarcar: no ha tenido en ningún momento un “boom” de algo; aún cuando se construyó la represa en Salto Grande, que fue una obra magnífica, que distribuyó –y vaya— una cantidad de dinero en sueldos y en servicios, Salto no hizo un “boom”. Y eso nos permite mantener permanentemente el status, tratando de incorporar nuevas inversiones, creciendo ordenadamente y poco a poco.

EC - ¿En cuánto está hoy el desempleo?

EM – En la última estadística que tenemos estaba en el 7%, pero es de hace tres meses; le diría que hoy es menor. El dato que estamos manejando es que en diciembre de 2002 estaban aportando al Banco de Previsión Social 36.000 personas y hoy estamos en 46.000: estamos creciendo 1.000 por mes, quiere decir que es gente que se va incorporando nuevamente al trabajo.

EC – Son datos alentadores: aproximadamente 6% de desempleo cuando el promedio del país está en 16%... Ustedes están puntos más abajo; no es una diferencia menor. Usted apuntaba de alguna manera a las claves: un desarrollo armónico, decía usted.

EM – La economía o la sociedad es como un árbol: hay que irla podando de manera que tenga una forma determinada para evitar desastres con el clima, con los vientos, etcétera. Acá en Salto la gente sabe podar la manera de ser, sabe ir buscando soluciones, encontrando los mejores caminos, y eso se hace con gente que tiene una cultura importante, que además tiene el empeño de hacer las cosas bien... No hay secreto: es eso. Si bien la gente tiene momentos en que se desmoraliza, en general saca fuerzas de flaqueza y sigue empujando. Los comerciantes, los industriales, los obreros, los profesionales... todos ellos hacen una gestión importante todos los días, y hacen Salto pueda mantener este status que usted remarcaba.

EC – Hablemos del turismo, uno de los ejes de la actividad de este departamento. Este fin de semana, pese al mal tiempo que tuvimos en Salto entre viernes y sábado, encontramos mucha gente en los hoteles de la zona de termas del Daymán y en el Horacio Quiroga. Pero además los operadores nos cuentan que hace varios meses que viene dándose este movimiento, con el dato fundamental interesante de la recuperación de los visitantes argentinos.
Algunos restaurantes de la ciudad, según nos dijeron, están prácticamente llenos incluso en las noches de lunes a viernes, con público notoriamente turista... Pero estas pueden ser impresiones parciales. ¿Cuál es su evaluación?

EM – Mejoró sustancialmente el último año, a partir de enero del año pasado. En enero de 2002 teníamos alojado un matrimonio en Termas del Arapey, un predio de 300 hectáreas y mucho más de 600 camas. En ese momento llamamos a los operadores turísticos con los cuales siempre estamos en contacto, y les dijimos: señores tenemos que revertir esta situación, hay que pesificar los precios, bajarlos, y para atraer nuevamente a los argentinos hagamos lo mismo que hace su gobierno: para nosotros, un dólar vale $1,40 argentinos, hicimos una promoción en todo el país, naturalmente informando al Ministerio y en contacto con ellos, y a partir de ese momento mejoró.

Pero el detalle importante que me parece que hay que resaltar es que al buque insignia, que son las aguas calientes, la actividad privada le ha incorporado otros productos muy interesantes: los juegos de agua, el Horacio Quiroga, Acquamanía, la cadena de restaurantes, los hoteles de cinco, cuatro, tres, dos estrellas, hasta el camping. Y después hemos preservado lo que Salto ofreció siempre: sus museos, sus plazas, su medio ambiente... En esto hacemos cuestión fundamental: nos preocupa mucho la limpieza, la prolijidad de los espacios públicos, y estamos tratando de que la gente colabore en mantener todo esto impecable, porque en turismo hay muchas cosas que son buenas y sirven para atraer, pero le diría que lo más importante es cuando usted se va pensando “Algún día voy a volver”. Me parece que eso es lo que tenemos que lograr los salteños: que cada uno que se vaya, cuando pase el Daymán o el Arapey diga “Quiero volver a este lugar”.

EC – En marzo del año pasado ustedes lanzaron una serie de promociones especiales destinadas, justamente, a captar al visitante en otoño, en invierno, en primavera: devolución de peajes, entradas gratis a parque acuático o al complejo médico termal, tour por la ciudad de Salto, noches de obsequio en distintos hoteles, invitación a un asado con cuero... Distintos ganchos para atraer a la gente con esto de “Turismo todo el año”. ¿Funcionó ese tipo de imán?

EM – Muy bien; y le diría que los fines de semana largos, que es cuando se produce el ingreso turístico, estamos en los mejores niveles que tuvimos siempre, a capacidad colmada. Tenemos que advertir a la gente que se debe asegurar el alojamiento con anterioridad. Un sábado en un fin de semana largo argentino me llamaron del hotel en Termas del Arapey pidiéndome un alojamiento para una persona que había venido de Londres sin reservar hospedaje, y no había en ningún lado: le dimos una de las casas que el municipio tiene allí para albergar a sus funcionarios porque no había lugar en Salto ni en Concordia.

EC – Lo de “Turismo todo el año” es rigurosamente cierto: nos tocó pasar el sábado por la experiencia (para mí por lo menos) totalmente novedosa de las termas en día de lluvia. Y vaya si llovía: hace mucho tiempo que no veía llover con tanta intensidad y parejo durante todo el día. Buena parte del equipo de El Espectador estaba aquí, y con nosotros una cantidad de niños a quienes no había manera de contener y por supuesto querían ir a los partes acuáticos de cualquier forma. Allá fuimos, y nos encontramos con cantidad de gente en la misma, pero además verificamos que un parque acuático funciona también con lluvia (no había frío). No es en principio lo que uno tiene en la cabeza, pero al parecer la gente está acostumbrada a disfrutar de las termas también con ese tiempo.

EM – Exactamente. La ventaja que tenemos es el agua y eso ayuda aún con lluvia; en general los días aquí son muy despejados, muy diáfanos, no hay viento, y de pronto en la mañana tenemos tres o cuatro grados bajo cero pero cerca del mediodía estamos encima de los 20 o 21 grados, y la gente puede hacer piscina, bañarse y disfrutar perfectamente. Es la bendición del clima que tenemos.

EC – Nos llamó la atención en el parque acuático del Horacio Quiroga, además, lo bien planteada que está la iluminación: las instalaciones pueden seguir usándose por un buen tramo después de la caída del sol. Es más, tienen un atractivo extra por ese atractivo de las luces y los colores.

EM – Por eso le digo: aquí hay una inversión importante pero no sólo en volumen sino en inteligencia. Es una inversión bien hecha, bien estudiada, bien planificada, y es lo que hace que tengamos tantas esperanzas en que esto va a continuar y cada día incorporarle nuevos productos.

EC - ¿Qué nuevos proyectos sabe usted que estén preparándose en materia de hotelería, de infraestructura turística en el departamento?

EM – Aquí hay algunas cosas a llevar adelante. La Junta Departamental aprobó hace poco tiempo la enajenación de un predio en Arapey para hacer una cancha de golf y otro hotel. Es un producto que realmente necesitábamos; una cancha de golf es imprescindible en cualquier centro turístico.

EC - ¿Va a ser una inversión municipal?

EM – No: privada. El municipio no invierte en este sentido. Ya ha hecho lo necesario, y ahora lo que hacemos es preservar y cuidar los pozos [manantiales], un tema que debemos estar analizando permanentemente.

Lo otro es que, con la licitación del Aeropuerto Internacional de Montevideo, el Poder Ejecutivo ha resuelto prolongar la pista del Nueva Hespérides, que también es internacional, y nos va a permitir operar con aviones de mayor porte. Esto nos va a facilitar traer mucha gente.

EC - ¿Para cuándo está previsto que se haya concretado esa ampliación?

EM – Aproximadamente a fin de año se haría cargo del aeropuerto el adjudicatario, y a partir de ese momento comenzarán las obras en Salto.

EC – ¿En cuanto al proyecto que mencionaba para Termas del Arapey, el nuevo hotel y la cancha de golf?

EM – Estamos por firmar la escritura de compraventa; el proyecto ya está a estudio de los inversores, pero eso demora un poco más: dos años o dos y medio.

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EC - ¿Cómo repercute en las finanzas del municipio este cambio en la situación económica del departamento? A principios de año, usted tenía una morosidad del 45 a 50%. ¿En qué índice la sitúa hoy?

EM – Depende de qué tributo. Sabíamos que la morosidad que iba a descender primero era la contribución inmobiliaria rural, porque a partir de la reactivación del campo comenzaban a hacerse negocios, a venderse predios, y había que regularizar esa morosidad. En noviembre – diciembre del año pasado estaba aproximadamente en un 50% hoy está en 17%.

EC – No está mal como indicador de mejora.

EM – No, no: muy bien. Si seguimos así, vamos a tirar algunos cohetes. En el resto de los tributos, la contribución inmobiliaria urbana y las patentes de rodados están descendiendo aproximadamente 2% mensual. Esto hace que hoy estemos alrededor de 30%. Una buena noticia que ya conocen los salteños es que en el presupuesto municipal hay una disposición que establece que, el día en que la morosidad quede por debajo del 20%, automáticamente se dispara una reducción de todos los impuestos que cobra la Intendencia.

EC - ¿Bajan los impuestos en términos reales? ¿Cuánto bajan?

EM – Lo que baje la morosidad. Está previsto y se va a cumplir.

***

EC – Por otro lado, es imposible hablar de Saldo sin mencionar el “bagashopping”, que curiosamente se ha convertido en un atractivo de la ciudad. Incluso los tours incluyen por lo menos una pasada por el lugar, porque es una curiosidad no sólo a nivel nacional sino que supongo que también regional. Un lugar donde están congregados vendedores de artículos de contrabando. Usted tuvo cierto protagonismo en esto del “bagashopping”.

EM – Le diría que bastante. Podemos hacer historia: en 1985, cuando asumimos, había una cantidad de vendedores ambulantes, fundamentalmente niños, desperdigados en toda la calle Uruguay, que tenía otra estructura. Se paraban en la puerta de los comercios y, por ejemplo, ofrecían frente a una ferretería llaves más baratas, clavos, etcétera, etcétera; y donde vendían productos para la familia, ofrecían azúcar más barata, etcétera, etcétera. No se podía subir a los ómnibus porque los chiquilines estaban allí...

Había que tomar una medida. Hicimos algún tipo de convenio con la Policía, con el Instituto Nacional del Menor, empezamos a regularizar eso. Luego de varios traslados, un día los instalamos a todos en lo que era el Mercado 18 de Julio, donde hoy es un centro cultural. Luego, durante la administración del contador Eduardo Minutti se lo trasladó a un predio que era de la Universidad, estuvo funcionando allí, y cuando la Universidad comenzó la construcción de su edificio tuvieron que ser ubicados en otro lugar. Vinieron a solicitar un lugar a la Intendencia, pero les dijimos que no teníamos uno y que, si se instalaban en un espacio público, deberían afiliarse al Banco de Previsión Social y pagar a la Dirección General Impositiva, porque esas disposiciones están vigentes y las íbamos a cumplir. O sea que hicieron un acuerdo con una institución privada, arrendaron un predio y están instalados ahí.

EC - ¿No se arrepiente de esa política ...?

EM – Me arrepentiría si no hubiera hecho nada.

EC - ¿No se ha convertido el “bagashopping” en un símbolo nacional del contrabando ...?

EM – Le diría que sí por la difusión que se le ha dado, pero mire que esto existe en todos lados.

EC - ¿...que implicó institucionalizar la venta de productos que ingresan ilegalmente al país?

EM - ¿Usted piensa que en las ferias de Montevideo no venden cosas de contrabando?

EC – Claro que sí.

EM - ¿Usted piensa que en Paraguay no hay cosas de contrabando, que en Brasil, que en Argentina no hay cosas de contrabando? El contrabando no se debe a que un gobernante lo quiera o no, sino a la situación que se genera por la diferencia de precios en la frontera. Diría que hoy, por ejemplo, el contrabando es mínimo porque los precios en la frontera son superiores a los precios de acá.

Muchas veces uno tiene que tomar una medida pensando en cuánto es mejor o peor a lo que teníamos. Yo le digo que estamos mucho mejor, y la gente en Salto le puede decir lo mismo. Pero además el propio comercio instalado en la calle Uruguay y en los lugares donde hay movimiento, hoy, sabiendo que existe el bagashopping, seguramente no tienen la competencia que tenían de las personas que estaban vendiendo en las puertas de sus propios comercios, cuando ellos estaban pagando impuestos y estos no pagaban nada.

EC – Entiendo sus argumentos, pero vuelvo sobre la pregunta: el hecho de que exista la consolidación de la venta de contrabando en un lugar y hasta con un nombre muy claro en cuanto a lo que hay allí, ¿es algo que Salto va a continuar propiciando? ¿Hasta cuándo seguirá el “bagashopping”? ¿No es una mancha para la ciudad?

EM – Le repito que depende de cómo lo tome. Quisiéramos que no hubiera ningún delito; sin embargo los delitos existen. Le diría que lo que pretendemos es que el daño sea el menor y en este momento, para el comercio formal, el daño menor está dado por la ubicación que tiene, lejos de cualquier centro. No puedo evitar, porque no tengo competencias para prohibirlo, que la gente salga con una bicicleta o con un carrito a vender contrabando casa por casa. Hay autoridades que tienen competencia en ese sentido pero no ha sido fácil encontrar una solución; no es que nos alegre ni estemos contentos. Lo que pretenderíamos es que toda esa gente que está trabajando allí se pudiera dedicar a otra actividad lícita, pudiera cumplir con las normas que cumplen todos los otros comerciantes e industriales. Pero, por el momento, no lo hemos logrado. Seguimos haciendo esfuerzos, creo que es una preocupación permanente de todos nosotros, de todas las autoridades involucradas, y esperemos que en algún momento la situación cambie, que no sea necesario que la gente se dedique a otra cosa.

EC – Pero ¿no hay ningún plan inmediato en relación con el “bagashopping”?

EM – Los planes están en la medida en que vamos mejorando el perfil de cómo estábamos. No sé cual será la próxima instancia; será la que nos propongan los hechos a medida en que se van produciendo, y creo que los hechos pasan por la economía.

EC – Pero ¿se nota por ejemplo una caída de la cantidad de vendedores en el “bagashopping”?

EM – En algún momento, sí. Cuando los precios nuestros fueron inferiores a los de la región, hace de esto aproximadamente dos o tres años, habían disminuido. Y creo que hoy vamos con una tendencia igual.

EC – Un comerciante salteño le pregunta en qué medida la Intendencia realiza controles de higiene y salubridad sobre los productos que se vende en el “bagashopping”.

EM – Nosotros controlamos todo lo que se comercializa en Salto, a través de la oficina de Bromatología. Estamos controlando permanentemente todos los productos, y no hemos tenido ningún tipo de denuncias. Tenemos informalidad en otros lugares que no son el “bagashopping”, por ejemplo las panaderías; tratamos de hacer los controles dentro de las normas legales y hasta el momento, por suerte o porque se hace bien, no hemos tenido ningún tipo de problemas con intoxicación de ciudadanos.

EC - ¿Cómo está la relación entre la Intendencia y los comerciantes establecidos en torno al manejo del “bagashopping”?

EM – Ultimamente no hemos discutido el tema. Hemos hablado de otros temas, estamos permanentemente en contacto con el Centro Comercial e Industrial, que es una institución muy prestigiosa, y con los cuales estamos colaborando siempre tratando de llegar a las mejores soluciones, cada uno dentro de sus competencias, desde ya.

EC – Da la impresión de que esa relación está un poco fría.

EM – No creo.

EC – En torno a este tema en particular.

EM – No, no. No se ha tratado últimamente. Hemos tenidos tres o cuatro reuniones en las cuales no lo hemos hablado; hablamos de otros temas, como por ejemplo las inspecciones de la Impositiva, el estacionamiento tarifado en el centro de la ciudad que, a pedido del Centro Comercial, lo hemos dejado libre. Hemos hablado de esos temas que interesan a los comerciantes.

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Transcripción y edición: Jorge García Ramón


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