18.12.2005












LLAMAN A EXPORTADORES A CONTRATAR TRABAJO A FAÇON, COMO EN CHILE

Preparan a reclusos para su vida en libertad

Encargado del Programa Pro Rehabilitación Penitenciaria, Pablo Álvarez: Kolping, institución social católica de origen alemán, con el apoyo económico de un empresario ex penado, reconstruyen un aula – taller en el que capacitan a los presidiarios en 16 oficios. Las normas del programa incluyen la formación laboral y simultáneamente en valores. Antes no había condiciones porque no se podía confiar en la Dirección de Cárceles. La actual es ejemplar.


EN PERSPECTIVA
Jueves 30.10.03, 08.40.

JOSÉ IRAZÁBAL:
¿Qué hace nuestro sistema carcelario para rehabilitar a los reclusos? Es una pregunta que uno tiende a plantearse, y cuya respuesta generalmente es: parece que muy poco, en particular a medida que las condiciones de reclusión en los distintos centros se vuelve cada vez más compleja. Estamos hablando sobre todo de la cantidad de gente que es procesada y enviada a prisión, que termina en una situación de hacinamiento realmente grave.

Pero lo cierto es que hay iniciativas orientadas en este sentido y que, mientras muchos nos preocupamos por el tema, hay otros que directamente se están ocupando del tema. Éste es el caso de la institución Kolping, una institución sin fines de lucro, de matriz alemana, que hace poco menos de un año se embarcó en un proyecto que hoy es una realidad: el reciclaje del pabellón número 7 del Complejo Carcelario de Santiago Vázquez (Comcar) con el objetivo de convertirlo en un módulo productivo que funcione como aula de capacitación y como taller de práctica en distintos oficios.

Vamos a conocer los detalles de la iniciativa en diálogo con Pablo Álvarez, responsable de la Unidad de Capacitación Logística y Maquinaria y encargado del Programa Pro Rehabilitación Penitenciaria en el Módulo Productivo 7 del Comcar. Podríamos comenzar preguntándote qué es Kolping aquí en Uruguay.

PABLO ÁLVAREZ:
Kolping es una ONG con un perfil internacional. Nace a mediados del siglo pasado a través del beato Adolfo Kolping en la ciudad de Colonia, Alemania. Es una organización social católica sin fines de lucro que hoy está presente en 53 países en los cinco continentes. Fundamentalmente focaliza su gestión en el soporte a la sociedad, no de una manera asistencialista, porque pensaba el beato y nosotros también en el viejo concepto de enseñar a pescar. Pero nosotros redoblamos la apuesta y además de enseñarles a pescar les damos la caña.

Kolping en todo el mundo genera una infraestructura de soporte hacia la capacitación y el trabajo, generando infraestructuras de soporte en maquinaria, en logística y operativa. Ahora se habla mucho de todo lo que son incubadoras de empresas; cuando uno lee los escritos o manuscritos de Adolfo Kolping se da cuenta de que era un adelantado, él estaba muy preocupado, muy afligido en 1850 por la devastación tremenda que había generado la revolución industrial de Watts, de fines de siglo XIX en la sociedad, en las familias, que las desintegraba, que habían quedado sin trabajo, muchos oficios habían colapsado y esa gente se dedicaba al alcohol. Eso generaba todo un espiral de violencia y denigración de la propia familia y la sociedad y consideraba que de alguna manera había que revertir esa situación. La revirtió generando, al lado de las iglesias, aulas-talleres donde los capacitaba en el oficio (él era zapatero) y generó un mecanismo de albergarlos en ese mismo ámbito.

También tenía claro el tema de la globalización: después de generar ese pasaje por ese oficio los mandaba a distintas diócesis –en Austria, en Suiza, en Polonia, en distintos lugares– para que vieran las dificultades que había también en otros países, con otras culturas y otros ámbitos. De esa manera fue generando toda esta orden que hoy es muy prestigiosa. Incluso hay una Comisión Internacional de la Cristalinidad con sólo ocho integrantes y Kolping es uno de ellos. Fundamentalmente generamos ámbitos donde la situación sea absolutamente cristalina. A veces tenemos que reconocer que cuando nos involucramos a dar soporte o cobertura social en ámbitos tan conflictivos como los sistemas penitenciarios, donde antes no nos habíamos involucrado, a pesar de que Kolping está en Uruguay desde hace 17 años, porque no estaban las condiciones dadas de cristalinidad dentro del circuito penitenciario.

JI - ¿Por qué dicen eso? ¿En qué sentido no estaban dadas esas condiciones?

PA - No estaban dadas porque desgraciadamente en los últimos 30 años el sistema penitenciario se había deteriorado de una manera muy acelerada, donde la prioridad no fue la rehabilitación sino que se generó una suerte de situaciones que no apelaban a rehabilitar al individuo sino más que nada a contener la realidad del sistema penitenciario. La prueba está en que fue procesado en su mayoría el comando anterior a éste que está manejando la operativa.

JI - Ustedes no confiaban siquiera en las autoridades que estaban en ese momento.

PA – No; absolutamente. No podíamos confiar y lo que pasó después nos dio la razón. Tengo que decir, porque nobleza obliga, que hoy Uruguay tiene un director nacional de Cárceles de lujo, el inspector Navas, un ejemplo para el país como funcionario público, un individuo que trabaja 18 horas por día de lunes a domingo con un salario absolutamente muy bajo. No olvidemos que dentro del sistema penitenciario hay mucho tráfico de influencias y de situaciones, de privilegios. Esta persona en los últimos 13 meses ha procesado más policías que en las últimas tres décadas, lo que habla de que hay un operativo de limpieza, de orden. Y nos ha apoyado enormemente en buscar un mecanismo de ir a lo que en el 34 Uruguay tuvo con Gómez Folle, que fue un paladín en toda América Latina de lo que fue el sistema penitenciario hasta la década del 60, que fue un ejemplo. Retomando esos caminos estamos generando un programa que se denomina Pro Rehabilitación Penitenciaria que apunta a la esencia de rehabilitar realmente a la gente porque si ustedes analizan cómo está hoy el circuito (poca gente lo sabe), si mañana hay una trifulca en la calle, un joven lastima a una persona y le roba una campera esa carátula implica que puede ir cinco años al Comcar, sólo por un detalle de esos. No digo que sea menor…

JI - No es un detalle.

PA - No, pero uno piensa que cinco años en la cárcel puede ser por algo grave, de sangre, no un detalle de esas características que le puede pasar a cualquier hijo de la sociedad: se puede armar un lío de esas características. Y cuando uno entra a ver todo eso y se da cuenta de que un joven de clase media, con cierto nivel puede entrar ahí y entra a la “Harvard de la delincuencia”: cuando sale a los cinco años es un individuo quebrado absolutamente a todos los niveles.

JI - ¿Cómo se elige empezar a trabajar en un módulo concreto y empezar a reconstruirlo? ¿En qué condiciones estaba ese módulo?

PA - Era una barraca industrial que no estaba operativa para dar cobertura en lo que se denomina un aula-taller. Ahora se está haciendo un reciclaje con las normas Kolping internacionales y las normas de la Organización Internacional del Trabajo.

JI - ¿Qué quiere decir eso?

PA - Si vamos a cualquier cárcel vamos a encontrar una máquina, que más que una máquina puede ser una silla eléctrica, porque las conexiones empiezan con un cable con una sección de 4 milímetros y como no había termina con una de 1 milímetro, empalmada a veces ni siquiera con cinta aisladora y en un enchufe que no existe. Todas esas situaciones atentan contra la seguridad industrial de los que están operando. Ni qué hablar de las protecciones industriales, las normas de seguridad ambiental y la cobertura de los operarios como pueden ser las antiparras, los audífonos, el casco de seguridad, los guantes, zapatos de seguridad, todo lo que implican las normas de seguridad.

JI - ¿En qué condiciones encontraron ese módulo 7?

PA - En las condiciones en que está hoy el circuito penitenciario, ni más ni menos: con un gran deterioro. Los baños estaban en estado absolutamente deplorable, hoy se los está haciendo a nuevo, las duchas... Por ejemplo en nuestro módulo un interno cuando termina su labor, no lo obligamos pero es una condición sine qua non, tiene que ir a las duchas; no puede volver al celdario si no se ducha. Subliminalmente le estamos transfiriendo valores, buenas costumbres, una cantidad de elementos. Hoy en el Comcar no hay agua caliente, es una realidad, en la ducha no hay agua caliente. Tenemos generar que estén prolijos, no importa si el pelo es largo o no, pero que se lo aten para trabajar. Tenemos gente de distintos módulos y cada módulo tiene una particularidad; hay gente extremadamente peligrosa, hay otros que por distintas conductas no están bien vistos entre ellos, como por ejemplo los violadores o los policías...

Entonces no es fácil articular en un módulo productivo gente de cuatro o cinco módulos, pero hay una condición sine qua non que es que el que pase el portón para el otro lado porque no supo manejar la libertad y la posibilidad que se le dieron, no vuelve.

JI - ¿Ya ha pasado eso?

PA - No, no; no ha pasado. Lo hemos visto con un criterio interesante y esperanzador entre ellos… Además se sanciona a todo el grupo, al otro día no vienen a trabajar y a generar los conceptos del aula. Eso conlleva que gente que de repente está muy enfrentada en los propios módulos ahí habla, dialoga y busca soluciones porque sabe que no se puede desalinear. Eso es parte de la socialización que hay que hacer para cuando salgan.

JI - Hablemos de qué han hecho en ese módulo.

PA - Hemos montado una carpintería con máquinas absolutamente industriales, 18 máquinas de carpintería alemanas, todas de muy buen nivel, donde estamos enseñándoles el oficio de carpintería y donde ahora están produciendo material apícola…

JI - Colmenas, básicamente.

PA - …para empresarios. Nosotros articulamos la modalidad que existe en todas partes del mundo y que está avalada por la ONU y por la Organización Mundial del Comercio, el tema del outsourcing, o sea el empresario trae la materia prima y se le genera un façon a los efectos de que los internos puedan aprender el oficio. Además se les genera un salario para que ellos se puedan administrar.

JI - ¿De cuánto, más o menos?

PA - La ley 14.470, que es la que regula todo el sistema de trabajo penitenciario pide que sea medio Salario Mínimo Nacional. En el ámbito del Parlamento, de la Comisión Tripartita de los Derechos Humanos para el mejoramiento del sistema penitenciario, que se firmó un convenio entre la Dirección Nacional de Cárceles, el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados y la institución Kolping generaron una impronta de un Salario Mínimo Nacional más un plus por productividad. De otro modo siempre se genera la situación de que el interno, cuando trabaja en el aula-taller lo hace en la modalidad de lo que históricamente es un centro penitenciario, pero cuando vaya al mundo real no va a poder manejarse con esos lineamientos porque evidentemente al empresario no le sirve ese perfil. Hay que motivarlo con un façon, como una zanahoria de cuanto más produce más gana.

***

JI - ¿Por dónde van las líneas de este Programa de Rehabilitación?

PA - El Programa de Rehabilitación es un traje a medida de lo que se precisa en Uruguay. Es más, el inspector Navas cuando estuvo ahora en Costa Rica, que es un poco la Bruselas de los derechos humanos del sistema penitenciario de América Latina, presentó nuestro proyecto y resultó muy seductor a ojos de todo el circuito, en virtud de que es una propuesta no sólo innovadora sino revolucionaria para el futuro que viene.

Veamos a qué apunta. ¿Cuál sería en el escenario actual el top of the line para un director de cárceles? Darle una competencia laboral específica a cada uno de los internos que viven dentro de un sistema penitenciario. Vamos a suponer que a ese interno lo tuvimos tres años trabajando en hacer bloques y el señor es especialista en bloques. Eso de ninguna manera nos habilita a saber que cuando ese señor salga a la vida real, salga a competir en pos de un trabajo lo tenga –ya sabemos cómo es el circuito laboral nacional. ¿Qué pasa si ese señor cuando salga a golpear puertas con el estigma y la cruz de ser un ex recluso para la población, no consigue trabajo? Va a estar muy tentado de volver a las andanzas que lo involucraron en el sistema penitenciario.

Nosotros diseñamos un programa que tiene a lo largo de tres años 16 competencias laborales específicas en cinco ramas, que son: la industria, el agro, los servicios, la gastronomía y la construcción. Esas cinco ramas tienen 16 capítulos; por ejemplo en la construcción le vamos a enseñar a hacer bloques, a pegar revestimientos cerámicos, condiciones básicas de construcción, sanitaria, electricidad; en gastronomía no sólo lo que es pizzería, minutas, plancha, pastas, sino además imagínense en un circuito penitenciario… yo hacía referencia –para los que tienen algunos años– a aquel sketch de Toto Paniagua; imagínese en ese circuito que yo les vaya a enseñar modales a los internos: es obvio, me ponen un patín debajo de cada pie y me sacan. Pero si yo al individuo subliminalmente le estoy enseñando el oficio de mozo, que es un oficio, el individuo tiene que aprender las técnicas de cómo servir una mesa y cómo asistir esa mesa, esos conceptos los va integrando a su realidad, y le estoy dando valores y cuando él esté en su casa va a saber lo que es servir una mesa y lo que es tirar un plato arriba de una mesa.

JI - Estamos hablando de una capacitación que da la posibilidad al recluso de salir con 16 oficios u opciones cuando salga mercado. Va a tener que prepararse durante tres años.

PA - Son módulos semestrales. Como dije, hay cinco ramas, cada rama es un semestre y después, de acuerdo a un equipo multidisciplinario que lo va a ir analizando en el tránsito de esos cinco semestres, de acuerdo a su habilidad, a su destreza o hacia dónde está mejor canalizado su perfil, va a haber un último semestre de segundo nivel en la mejor competencia laboral que tenga, para reforzar. Si en carpintería demostró que tenía más habilidad que en los otros 15 oficios, ahí le vamos a dar un segundo nivel para que trate de generar un mecanismo y cuando salga al mercado laboral pueda tener esa competencia más reforzada. Tiene las otras 15 implícitas dentro de su posibilidad.

Es interesante saber que cuando identificamos dentro del circuito penitenciario, en tándem con la dirección del establecimiento y el Instituto Nacional de Criminología (Inacri), que es el que evalúa el perfil del individuo, no podemos hacer esto con un individuo que tiene 20 años de condena, tenemos que hacerlo con alguien que está en el umbral de los tres o cuatro años para salir, entonces lo estamos preparando para ese momento de salir, para que su capacitación no sea virtual sino real. No olvidemos que antes de salir va a tener lo que se denomina salidas transitorias, donde va a poder ir dos o tres veces por semana en un tránsito de un año, un año y medio, durante el cual se va a poder ir testeando en ambos sentidos, intra y extramuros, cómo ese individuo va reaccionando con respecto a lo que aprendió y cómo se socializa en la sociedad.

JI - La gente puede preguntarse: un sistema carcelario que muchas veces no tiene para darles de comer –como nos informan las autoridades– se plantea este proyecto; ¿cómo se financia?

PA - Una de las particularidades de este proyecto es que para que no muera en el intento tiene un blindaje, una cobertura que es la siguiente. De acuerdo a la ley 14.470 tenemos que transitar en un concepto de aula-taller, no se pueden producir bienes y servicios que vayan directamente desde los internos al mercado, porque entraríamos en competencia desleal. La única modalidad que se admite a nivel mundial es el método del outsourcing, donde el empresario es el que viene al circuito, es parte de su cadena productiva (fundamentalmente cuando es para la exportación, donde tendríamos ventajas competitivas comparativas). El empresario paga el salario del interno, paga un canon por el usufructo de los servicios, de la infraestructura edilicia, de seguridad y de energía eléctrica para que Papá Estado no siga siempre pagando, y además paga un pequeño canon de capacitación. Ese empresario indirectamente está aportando a que esos individuos se capaciten dentro del circuito. Si el individuo tiene una ventaja comparativa, al empresario le va a interesar sobremanera pagar ese canon de capacitación porque no podemos esperar las remesas del Estado, que no tiene dinero para darles de comer, menos para capacitarlos.

De esta manera el eslabón no se corta, lo cual es saludable para todos los actores. Esto está fundamentalmente focalizado en producción de bienes y servicios hacia las áreas más sensibles de la población, como la construcción de viviendas sociales, marginales, donde hay empresarios que por distintos motivos, generalmente económicos, no se interesan por esos nichos. Llegó la hora, ya que la sociedad y el Estado pagan, tienen un alto costo, del orden de 160 o 170 dólares mensuales por cada interno, de que éste le devuelva a la sociedad con su trabajo y con su intelecto aplicado bienes y servicios que en definitiva redunden en el beneficio de todos.

JI - Ya funciona el taller de carpintería; es un primer paso. ¿Cuántos reclusos están trabajando ahí?

PA - 18.

JI - Por otro lado un grupo más pequeño de reclusos está en el reacondicionamiento de otra parte…

PA - Entre y cinco y seis, de acuerdo al momento; estamos terminando la parte de la carpintería y toda la parte de duchas y oficinas.

JI - ¿Cómo se sigue luego? Fuera de micrófonos me adelantabas algunas posibilidades en el corto plazo.

PA - Exactamente. En los próximos 90, 120 días vamos a poner a funcionar una fábrica de baldosas, que existe pero que hay que reciclarla, fundamentalmente baldosas de calle, a los efectos de que con todos estos programas de la Intendencia los vecinos de Montevideo puedan acceder en condiciones favorables, o los barraqueros puedan traer sus propios materiales para que les hagan un façon para bajar sus costos o tener un margen de utilidades y beneficios mejor, y de esa manera tener un mecanismo de poner a funcionar esa área.

Después tenemos la opción de montar un taller metalúrgico, que es parte de la cobertura de capacitación en tornería, fresa y soldadura; ya tenemos las máquinas de soporte para eso que vinieron de Alemania.

Y en el verano vamos a instalar un módulo que tiene que ver con el tema de agro, que es la parte de invernáculo e hidroponia, que va directamente ligado a lo que es alimentación, para que cambien el perfil y se den cuenta de cómo se produce; además que cuando salgan extramuros tengan la posibilidad de, donde vivan, “autosustentarse” o por lo menos que puedan sacar de ahí parte de su canasta familiar.

***

JI - ¿Cómo se elige a los reclusos que participan en esos talleres?

PA - El Inacri en tándem con esta comisión y la dirección del establecimiento, los elige de acuerdo a la conducta y al perfil de cada uno. Estar en este programa es un privilegio. Hoy en el sistema penitenciario portarse bien o portarse mal es lo mismo, no hay ningún privilegio, es así. Entonces cuando los internos entran a vislumbrar que estar en un programa de estas características de alguna manera los expone bien en una vidriera donde el sistema los puede observar y ver la evolución y los avances hacia la progresividad de su libertad, de acuerdo a las normativas, eso para ellos vale más que cualquier dinero. En algunos casos puede estar la media pena o los dos tercios de pena, en muchos casos estamos hablando de un individuo al que le dieron 30 años, que es la máxima pena, que se puede acortar en 10 años. Ese es el motivo más importante que pueda haber, pero para eso tienen que saber que de esa manera, si en el tránsito de esa progresividad hacia la libertad, no presionan al sistema –que ya está bastante deteriorado– no le generan problemas, es muy bueno desde el punto de vista penitenciario para ese individuo y desde el punto de vista personal también. Es muy interesante ver cómo entre ellos, con todas las diferencias que tienen, cómo generan un ámbito en el cual no se puede levantar la voz, se tiene que dialogar, se tiene que transar, como dicen ellos, se tienen que buscar los espacios a través del diálogo y no de otros mecanismos que son moneda corriente fuera del circuito.

JI - Me comentabas fuera de micrófonos que si la experiencia marcha, si empiezan a ponerse en práctica las ideas en cuanto a la organización y puesta en funcionamiento de los talleres, se piensa trabajar en algún momento con cerca de 300 personas.

PA – Sí; el umbral al cual apuntamos en los próximos 24 meses es que se vayan involucrando distintos módulos productivos en distintos ámbitos y llegar a manejar una población objetivo del orden de 300 internos constantemente. Una cosa interesante, pero que debemos saber lo que implica la rehabilitación, esta operativa del Programa Pro Rehabilitación Penitenciaria, en primera instancia en este módulo está financiada por un ex interno.

JI - Para los trabajos de reciclaje, el dinero lo puso un ex interno.

PA - Sí, exactamente, un ex interno que estuvo 63 días, que dentro del circuito penitenciario no es nada. El individuo reflexionó y se dio cuenta, vio todo ese infierno y dijo “algo tengo que hacer”. Como era un empresario, a través de la DNC, lo derivaron a Kolping y dijo: “Vengo a ver cómo puedo ayudar a cambiar la realidad”. Ahí fue que empezamos a generar una sinergia de situaciones, este señor es el que –como se dice vulgarmente– pone la mano en la billetera para sustentar este módulo productivo que en definitiva es la punta del iceberg del proyecto.

JI - Para el reciclaje del pabellón en sí.

PA - Y para la operativa que genera todo ese tránsito de que hay que pagar salarios mientras están en el perfil de capacitación y en el tránsito de observación, alguien lo tiene que pagar, esto no sale de lo que se denomina el peculio del Estado: sale del empresariado privado.

JI - ¿Cómo acercar a ese empresariado; qué estrategia hay en ese sentido?

PA – En este caso, él se enteró a través de la DNC de que nosotros estábamos en este programa, vino a hablar con nosotros, nos comentó qué era lo que pensaba de las deficiencias del sistema y cómo podía ayudar. Fue así que lo identificamos dentro de un perfil empresario que estábamos observando y creo que estratégicamente fue una buena decisión porque obviamente en el Comcar todos se conocen, a pesar de ser 2.700, y que esta persona fuera el punto de referencia de cómo cambiar la realidad, o de cómo uno podía cambiar la realidad a través de un mecanismo de estas características, ha generado un impacto bien interesante.

JI – La pregunta iba también a cómo planean ustedes acercarse al empresario privado para que se interese, a un empresario uruguayo de estos rubros en los que van a trabajar ustedes en los talleres y decida invertir.

PA - En Chile, por ejemplo (porque todos los empresarios hablan de Chile, de la dinámica, de las posibilidades de ese país hacia la exportación), tiene una cadena a lo largo y ancho de todas sus regiones, de punta a punta, de Norte a Sur, donde este método de outsourcing y aulas-taller está bien aceitadito. Yo estuve observando el método, es totalmente legal y muchas de las cosas que llegan a Uruguay, a las góndolas de los supermercados, son producidas dentro del circuito penitenciario en esa cadena productiva, en esa cuota parte de la cadena productiva que es el empresario. En definitiva son ventajas comparativas que tiene el empresario para exportar, y genera además ese mecanismo de nutrir un sistema penitenciario que en los países de América Latina y el mundo están colapsando porque no hay recursos, ayudar la interna.

Los empresarios en todas partes del mundo –y en Uruguay no son ajenos– se involucran cuando hay ventajas comparativas; por eso estamos identificando ahora cuáles son los nichos del mercado, fundamentalmente hacia la exportación y si no hacia todos aquellos nichos donde la sociedad está más vulnerable, donde no hay actores que quieran involucrarse pero lo harían si hubiera ventajas comparativas, fundamentalmente en la construcción en la parte social. Estamos elaborando un programa para hacer un llamado a empresarios con reglas de juego muy claras, que beneficien pero que no le sigan sacando al Estado. No puede ser que el Estado esté pagando energía eléctrica, agua, seguridad, para que un empresario se enriquezca. Primero que pague todos esos conceptos con ventajas comparativas y que tenga ventajas para poder competir en el exterior. Uruguay tiene que exportar, en eso estamos todos de acuerdo, no nos vamos a pelear.

***

JI - ¿Cómo ha sido tu experiencia personal en esto?

PA - Ha sido muy removedora. Yo provengo de clase media, a las cárceles siempre las vi por televisión, eran problema de otros. Hoy veo jóvenes, adolescentes de entre 18 y 25 años, también de clase media, que cayeron en la cárcel por situaciones, no digo menores pero en las que se vieron envueltos y hoy están en un infierno. Uno se pone a reflexionar cómo mejorar eso, porque en definitiva la gente tiene que saber es que a la larga o a la corta esa gente va a salir y si no hacemos nada para que salga mejor cada vez va a haber más violencia. Vemos todos los días en la televisión lo que pasa en Palestina, lo que pasa en el mundo, si no generamos una cultura de dar soporte… No es casualidad que un Chilavert sale a donar libros para los centros de reclusión o que una princesa como D’Aremberg va a hacer el puntapié inicial de un campeonato. La gente se empezó a dar cuenta de que como están las cosas no pueden seguir.

Creo que el concepto de la libertad… hasta que no la perdemos no nos damos cuenta de lo que tenemos. No hay ningún elemento en la vida de un ser humano que pueda ser más devastador –lo digo absolutamente como es– que perder la libertad, y perderla en esas condiciones. Porque si usted la pierde en un hotel cinco estrellas… aun así al vigésimo cuarto día ya no quiere estar más en ese hotel, pero perder la libertad con todo lo que implica en un sistema penitenciario muy agresivo es lo peor que le puede pasar a un ser humano en la vida. Porque se quiebra la familia, se quiebra uno mismo, se quiebra el futuro, se quiebra absolutamente todo, se colapsa el sistema, pero es absolutamente devastador. Cada vez que paso el portón, me subo a mi vehículo para volver a Montevideo, es como una película que uno pasa muchas veces, y cuando llego de verdad miro a mis hijos y les hablo de otra manera, los sensibilizo de otra manera porque veo peligros latentes que de otra manera uno no ve.

JI - ¿Cuál es tu relación con los reclusos?

PA - Total. Todo el mundo me pregunta: ¿cómo estás entre toda esa gente?

JI - ¿No tenés miedo, por ejemplo?

PA - Voy a ser honesto: miedo no tengo. No porque me sienta Rambo ni mucho menos, pero, nobleza obliga, los internos tienen códigos de honor, mucho más de lo que todos pensamos. Ellos saben que lo que estamos haciendo por ellos… no confunden precio y valor, saben que no hay plata con qué pagarlo, porque esta es la única posibilidad que tienen para de verdad reinsertarse y que la Justicia y los distintos actores los vean. Después de irme del módulo he sabido que, ante circunstancias que han pasado, porque he tenido que llamarles la atención a algunos que se han desalineado, dentro de los módulos se han dado situaciones en que me han salido a defender a capa y espada porque ellos mismos conciben la realidad de que al que les está dando una mano bajo ningún concepto se le cuestiona ni se lo pone en situación de peligro. En esas circunstancias los internos tienen códigos de honor. Usted puede darle la espalda a cualquiera, a pesar de que tengo gente que ha tenido ocho asesinatos. Pero yo le doy la espalda, porque sé que ése no me va a tocar. Es mucho más peligroso cuando me paro en un semáforo, me choco con una persona y sale un individuo con una cantidad de problemas… Ese es mucho más peligroso, se lo aseguro.

Uno empieza a percibir que no son extraterrestres; tienen sus problemas y lo importante es mejorar ese perfil. Al principio a uno le da como una cosa, pero después se entra a dar cuenta de que esos códigos son los que permiten que uno pueda llegarles. Hay gente absolutamente interesante dentro del circuito, uno empieza hablar y la ve mucho más coherente y cuerda que muchos que están fuera. Es una realidad.

JI - ¿Es gente de qué edades?

PA - Fundamentalmente estamos trabajando con gente de entre 20 y 35 años, edad en la que se encuentra el 60-70 por ciento de la población carcelaria.

JI - ¿Algún caso que te haya marcado en particular de esas personas que has conocido?

PA - Tengo uno que ha salido hace muy poco, que estuvo 24 años recluido, entró a los 20 y salió a los 44. Un individuo con varios asesinatos; incluso hicimos una experiencia, cuando salió lo tuvimos seis meses trabajando en Kolping, le enseñamos todo el tema de pintura y pintamos toda la institución con él. Debo reconocer que era el primer funcionario que llegaba y el último que se iba; nunca faltó, con lluvia, con temporal, con... Un individuo absolutamente agradecido. Le hicimos hacer una empresita, le hicimos sus volantes… Usted habla con él y hay una cultura subliminal, porque en la cárcel se aprenden muchas cosas, es un individuo que todos los días de alguna manera te da una lección de vida. Me marcó mucho porque es gente que es sabia: estar 24 años recluido en las condiciones en que este señor estuvo da para respetar a esa persona, sobre todo cuando sabe que perdió 24 años de su vida y hoy los quiere recuperar.

JI - Nos han llamado varios oyentes pidiéndonos algunas formas se acercarse a la experiencia, de poder hablar con ustedes, un teléfono al que dirigirse, una dirección.

PA - 200 42 61. Es el Centro de Logística, Capacitación y Maquinaria de Institución Kolping. Con gusto, de ocho de la mañana a ocho de la noche estamos abiertos. Ojalá se pueda sumar más gente a este emprendimiento que no termina aquí, con este programa, que muchas ONG y muchos particulares puedan sumarse porque en Uruguay usualmente no es de sumar, es de restar, estamos precisando muchos uruguayos que sumen.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

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