18.12.2005












REPUDIO AL REFERENDUM Y A LAS OPCIONES EN PUGNA

Partido Liberal: voto en blanco o anulado, pero rechazando la ley

Presidente del PL, Julio Vera: Proponemos el voto anulado para enviar un mensaje político, y porque la ley es mala: dice ser de desmonopolización, pero fortalece a Ancap. Detractores y partidarios pelean por ver quién defiende más a Ancap, que ya es vigorosa a costa de los uruguayos. La ley sólo transforma un monopolio estatal en uno mixto. Otros liberales votan en blanco, porque la ley es la opción menos mala.

EN PERSPECTIVA
Lunes 24.11.03, 09.10.


EMILIANO COTELO:
“Vamos a achicar el Estado para agrandar el país”, Es el leit motive del Partido Liberal (PL) uruguayo, que existe desde el año pasado y ya se ha hecho notar, por ejemplo, a través de adhesivos que ustedes pueden haber observado en automóviles que circulan por las calles de Montevideo y algunas otras ciudades del país.

El próximo 7 de diciembre el referéndum sobre la ley de asociación de Ancap les permite de alguna manera marcar votos, mostrar presencia, porque están recomendando dos tipos de actitudes: el voto anulado o el voto en blanco.

¿Cuáles son las razones? ¿Qué es este partido? Vamos a conversarlo con su presidente.

Está con nosotros el contador Julio Vera, que tiene 43 años, es contador público graduado en la Universidad de la República en 1984 y magíster en Dirección de Empresas graduado en el Instituto de Empresa de Madrid en 1986; con actividad profesional tanto aquí como en el exterior…

JULIO VERA:
Es verdad; trabajé en España.

EC - ¿En qué tipo de empresas, por ejemplo?

JV - En un banco.

EC - Básicamente.

JV - Sí; en fin, estuve de viaje y serví copas y arreglé mesas también en otros momentos, pero en términos profesionales trabajé en el Banco Árabe-Español de Madrid.

EC - ¿Desde cuándo de regreso en Uruguay?

JV - Hace mucho ya, volví en 1987-1988.

EC - ¿En qué tipo de empresas ha trabajado aquí, en Uruguay?

JV - Trabajé en empresas de telecomunicaciones, en empresas de publicidad, en bancos... Mi primer trabajo fue en una empresa de energía, una empresa multinacional de petróleo; después a nivel de asesor he prestado servicios a instituciones del Estado, a canales de televisión. Me he movido bastante a nivel de profesional independiente y en relaciones de dependencia; también tuve alguna actividad empresarial personal, un poquito.

En el sector público fui director de Cooperación Internacional en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto entre 1991 y 1992.

EC - ¿Por qué se deciden, usted y un grupo de amigos, a lanzar un partido liberal en Uruguay?

JV - Estábamos quejándonos mucho, como les pasa a muchos uruguayos, y eso nos hacía sentir mal; a nadie le gusta la gente quejosa y a nosotros no nos gustaba ser quejosos. Llegamos a la conclusión de que si queríamos políticas liberales teníamos que proponerlas y llevarlas adelante. El camino terminó siendo el político, porque el movimiento empezó más apuntando hacia la acción civil, hacia una asociación de contribuyentes. De hecho, cuando empezamos a elaborar la idea fundamos una asociación de contribuyentes, pero la cosa terminó cayendo en que la realidad uruguaya está muy politizada; actuar a través de una asociación de contribuyentes sería más que nada… no sé si decir “morir con las botas puestas”, pero ser suficientemente enérgico y decir “yo defiendo mis derechos; si el tipo mide 20 centímetros más que yo y tiene un palo y me pega, que me pegue; yo voy a tener los brazos en alto”. Realmente el camino para lograr cosas es el político, en este país y en todos lados.

EC - ¿Y dentro de los partidos políticos existentes no había sectores que reflejaran las inquietudes de ustedes?

JV - Esa fue la gran decepción. De la dictadura para acá los liberales hemos venido votando, y el discurso liberal está muy presente, es bastante conocido a nivel periodístico y a nivel de discurso político. En los dos partidos históricos siempre ha habido corrientes de fuerte pronunciamiento liberal, con una campaña marcadamente liberal.

EC - ¿Entonces…?

JV - Bueno, pero para ser liberal hay que decirlo, pero más que nada hay que actuar como liberal.

EC - Y esos sectores blancos y colorados de impronta liberal, ¿no han actuado como liberales?

JV - Decididamente no; desde el momento que tenemos un Estado cada vez más grande, cada vez más molesto para la gente, cuyo espacio es cada vez mayor (en la vida económica fundamentalmente, pero de todo tipo, de los uruguayos), un país con impuestos crecientes, decididamente no estamos haciendo nada que sea liberal.

El gobierno de Lacalle es por muchos reconocido –por mí personalmente, no por el partido– como el mejor de los últimos tiempos. Pero en el país de los ciegos el tuerto es rey; es el mejor porque los otros eran peores.

EC - ¿Qué es ser liberal hoy, en Uruguay, a comienzos del tercer milenio?

JV - Ahí está. En términos teóricos, o en términos generales, ser liberal es defender todos los derechos de cada uno de los ciudadanos. Nuestro programa de principios, que es bien cortito y bien concreto, se basa en dos pilares, los dos pilares del liberalismo: Estado de derecho y gobierno limitado. Estado de derecho significa que las leyes sean objetivas y universales y que las cumplan todos; cayendo en la realidad uruguaya, que la Constitución se cumpla.

La Constitución uruguaya, como todas las constituciones, tiene su razón de ser en la limitación al poder de los gobernantes. Si los gobernantes no respetan la Constitución, la democracia es limitada, infantil, primitiva; nosotros valoramos muchísimo como ciudadanos que podamos votar, asociarnos con quien queramos, irnos cuando queramos, que podamos leer lo que queramos. Esas son cosas valiosísimas que en algún momento no tuvimos y que queremos conservar; pero eso no es una democracia, eso no es suficiente, es necesario para que haya democracia, pero no es suficiente; como es necesario un Parlamento para que haya democracia. Pero si no hay un límite para lo que hacen los gobernantes, no estamos en democracia; estamos en dictadura parlamentaria, estamos en una forma de autoritarismo con renovación quinquenal. Han pasado casos muy claros, además de cuestiones generales, de violaciones de la Constitución generales minuto a minuto, todos los días, muchos miles de casos, han pasado cuestiones puntuales muy graves y no hemos visto siquiera a un parlamentario que dijera “esto no se puede hacer”.

EC - ¿Algún ejemplo concreto?

JV - La captura de los depósitos de los ahorristas del Banco República. Eso sencillamente no se puede hacer, aludiendo a razones de interés general no se puede quedarse con la plata de 20.000 ciudadanos uruguayos. Eso no se puede hacer, toda lógica, toda concepción moderna, democrática y republicana impide que se haga; la Constitución lo impide en sus artículos 7, 8 y varios más, de manera expresa.

EC - ¿Son liberales o neoliberales?

JV - Somos liberales. El neoliberalismo, al menos como se lo considera en general, o la palabra, la expresión neoliberalismo, es peyorativa, es como si uno se refiriera a alguien de izquierda y dijera un “bolche”. Nosotros somos liberales.

“Neoliberalismo” tiene su origen en el gobierno de Pinochet. La expresión “neoliberal” se acuñó para denostar a Friedman por su apoyo al gobierno de Pinochet; Friedman se transformó en una especie de leproso en el entorno internacional, lo seguían piquetes de gente que protestaba para señalar ese defecto. “Neoliberalismo” se aplica a políticas tendentes al libre mercado llevadas a cabo por gobiernos autoritarios o totalitarios. En la realidad actual hay neoliberalismo; ¿sabe dónde está?: en un país enorme, potentísimo y con un crecimiento pujante: China. China comunista es neoliberal.

EC - Es interesante y provocativa esa afirmación.

JV - China comunista es neoliberal. Nosotros somos liberales. ¿Qué diferencia neoliberal de liberal?: una cosa crucial: antes que libremercadistas –que lo somos–, somos defensores del Estado de derecho; toda forma de autoritarismo, totalitarismo, absolutismo, como quieran llamarle, toda limitación a las instituciones, a la manera institucional democrática y republicana de gobernar es rechazada por nosotros de plano. El gobierno de Pinochet le hizo un gran regalo a la ciudadanía, pero Pinochet era un gorila; ese gran regalo que le hizo a la ciudadanía, de mejorarle su situación económica, no borra el hecho de que pasó por encima de las instituciones y de los derechos de los ciudadanos, está más que claro. Entonces si nos dicen que somos neoliberales nos están dando un toque totalitarista que rechazamos profundamente y que nos ofende en lo personal.

EC - El PL existe desde agosto del año pasado.

JV - Es verdad.

EC - En ese mismo mes se inscribieron en la Corte Electoral.

JV - Es verdad.

EC - Tienen un sitio en Internet que hasta hace poco fue el eje de la actividad; ahora tienen sede también.

JV - Tenemos una sede, pegadito al Zorrilla, en Joaquín Requena casi bulevar España.

EC - ¿Qué nombres podemos citar como representantes, como figuras de este PL que está dando sus primeros pasos en Uruguay?

JV - Hoy el PL tiene dos agrupaciones. Se acercó mi amigo José Antonio Fontana, que viene del Partido Colorado (PC) y ya tenía un movimiento en lo político y en lo civil, y prefirió mantener una diferencia. Por otro lado, entre las personas más próximas que están trabajando podemos mencionar a Jorge Borlandelli, Eduardo Palacios, Héctor Bajac, Pablo Montaldo, Lucía Saavedra…

EC - Tienen al doctor Ramón Díaz.

JV - Ramón Díaz nos acompaña, nos enorgullece mucho que nos acompañe. Todos nos consideramos discípulos de Ramón. ¿Quién en Uruguay no aprendió a ser liberal leyendo las columnas de Ramón Díaz? En los últimos tiempos la única voz honestamente liberal que se ha escuchado ha sido la de Ramón Díaz, claramente. En todos los episodios en que el Estado falló fuertemente la única voz clamando en el desierto ha sido la de Ramón.

EC - Ustedes van a participar de las elecciones del año próximo, tanto de las internas como de las instancias posteriores, pero se encuentran ahora –seguramente sin buscarlo– con este referéndum del 7 de diciembre, que termina siendo una oportunidad, porque les permite fijar una posición en un tema polémico e incluso aconsejar un determinado tipo de voto, que no es el Sí ni el No.

***

EC - Nos interesa ahora saber cómo examinan, cómo analizan la ley de asociación de Ancap, la ley que le permite a Ancap asociarse con una petrolera del exterior para operar en el mercado de los combustibles, la ley que va a ser sometida a referéndum el 7 de diciembre. ¿Qué piensan de esa ley?

JV - ¿Qué pensamos de la ley…? La ley es mala; dice ser de desmonopolización y es de fortalecimiento de Ancap. Esto se enmarca en una forma poco seria de hacer las cosas por parte de los gobernantes, poco respetuosa con la ciudadanía, siempre considerando que el ciudadano no lee, no mira, que le da igual qué se diga.

EC - Los voceros del gobierno, quienes impulsan el mantenimiento de la ley, insisten permanentemente en que la ley fortalece a Ancap; no están escondiendo nada.

JV - Está bien, pero eso es también parte de la cosa.

EC - Al revés: los detractores de la ley sostienen que la ley busca liquidar a Ancap, y los voceros del gobierno los enfrentan diciendo “nosotros queremos fortalecerla, darle nuevas herramientas para que pueda competir”.

JV - Claro, pero que no la llamen ley de desmonopolización; ese es el tema. Nos encontramos con un escenario político en el cual los dos pelean por ver quién defiende más a Ancap. Uno dice “yo defiendo a Ancap” y el otro dice “yo la defiendo más”. El problema es el costo de los combustibles, no es el vigor de Ancap. Ancap es una empresa vigorosa y fuerte a costa de los uruguayos, Ancap es un monopolio, maneja un monopolio, y los monopolios están diseñados para sacarle la plata a la gente. Entonces una ley de desmonopolización necesariamente tiene que reducir el poder de Ancap.

EC - La ley prevé, en una primera instancia, desmonopolizar la importación de petróleo y su refinación; y en una segunda instancia –año 2006, según el texto original– la apertura total del mercado para que se puedan importar libremente también los combustibles ya refinados. ¿Entonces?

JV - Estamos transformando un monopolio estatal en un monopolio mixto, pero totalmente controlado por el Estado y mucho más grande.

EC - Ese monopolio mixto al que usted alude en todo caso existiría durante un tiempo, durante los primeros años, dependiendo de cuándo se concrete la asociación, digamos durante dos años.

JV - Está bien, pero si bien la ley objetivamente permite que en 2006 aparezcan nuevos competidores, es visible, leyéndola, que se está transfiriendo el monopolio de Ancap al monopolio de la nueva Ancap. En esos dos años probablemente se mantendría la misma fortaleza y sería bastante poco posible y poco probable que aparecieran nuevos competidores. Para vender combustibles hay que poder importarlos, distribuirlos, almacenarlos; si hay una empresa que ya lleva dos años gobernando todo el mercado, ¿quién va a venir? Las cosas tienen que ser económicamente posibles. Esto en términos prácticos es modificar el monopolio, transformar el monopolio de Ancap en el monopolio de Ancap asociada.

EC - ¿Usted dice que ni siquiera en 2006, cuando se produzca la apertura completa del mercado, va a regir efectivamente esa apertura?

JV – Claro: que no va a tener aplicación práctica. La ley debería decirlo de manera mucho más expresa, pero si uno mira con mucho detenimiento el artículo 12º, termina diciendo que si alguno tuviera ese coraje podría instalarse e importar derivados del petróleo refinado, combustibles, y venderlos.

EC - Ustedes dicen que esta ley no solamente fortalece a Ancap, sino que puede terminar generando tres Ancap.

JV - Claro, porque la Ancap hoy existente no pierde nada: tiene todo su directorio, todos sus empleados y todos sus bienes. Después se crea una nueva Ancap, que es el centro de la discusión, de la cual Ancap tiene el 50 por ciento de las acciones, pero tiene el 100 por ciento de las decisiones, porque según la propia ley (le pedimos a la gente que la lea; la única recomendación que el PL le hace a la ciudadanía es que lea la ley; la recomendación de voto es para los que piensan como nosotros, a los que nos acompañan; a la ciudadanía en su conjunto que lea la ley de Ancap y vote de acuerdo a la propia concepción) la nueva sociedad va a estar absolutamente controlada por Ancap. Se establece que Ancap va a tener decisiones estratégicas, pero después se hace una lista de esas decisiones y se agrega “o cualquier otra que Ancap considere”; es decir que todo lo que Ancap considere estratégico lo será y todo lo estratégico estará en manos de Ancap, por lo tanto Ancap manejará esta sociedad como si fuera 100 por ciento suya.

Y después se crea una tercera Ancap, una sociedad 100 por ciento de Ancap, cuyo cometido es administrar muelles, depósitos y puertos de Ancap, y se le agrega un segundo cometido, nada menor, que es la importación de refinados, que es el tema esencial; la importación de refinados que Ancap hace hoy bastante seguido para compensar el mayor uso de gasoil sobre el uso de naftas, estaría a cargo de esta tercera sociedad. Entonces vamos a tener a la actual Ancap, a Ancap sociedad y la nueva sociedad para esas tareas puntuales.

EC - Desde el punto de vista de ustedes es una pesadilla, porque de acuerdo a la prédica del PL querrían disminuir la incidencia de Ancap en el mercado de los combustibles.

JV - Decididamente. Pongamos que queremos reducir el poder Ancap, que creemos en esta ley y decimos “en 2006 va a haber competencia que permita bajar los precios”, que haya cuatro o cinco vendiendo, no uno solo; cuando vaya a pasar eso, van a ser tres Ancap las que van a estar peleando como está peleando Ancap hoy, porque este referéndum no habría sucedido si la Federación Ancap no lo hubiera fomentado, lo que hizo la izquierda fue ponerse atrás. La Federación Ancap va a ser tres veces lo que es hoy y cuando llegue el momento va a encontrarle la vuelta para ponerse entre medio.

EC - A partir de ese análisis tan crítico de la ley, ¿qué es lo que usted va a votar, qué recomienda el PL a sus seguidores?

JV - Yo personalmente voy a votar anulado; considero que la ley es mala, considero que sería mejor para los ciudadanos que esta ley cayera. Pero esto tiene claramente dos dimensiones: la primera y la más importante, que es la propia ley, su significado; y después tiene la dimensión política; esto es claramente un enfrentamiento, un clásico, un clásico amistoso previo a las elecciones, así han querido armarlo ellos y nosotros hemos tenido la suerte de encontrar un huequito para poder dar una opinión. El planteo que hacen los detractores de la ley, los que proponen el Sí, es exactamente opuesto al nuestro; y nosotros consideramos que es falso, que no tiene sustento. La izquierda redactó esta ley, y no sólo la redactó sino que la redactó claramente con la Federación Ancap mirándole por arriba del hombro, porque si no esta ley no tendría un tercio de los artículos, 6 de 18 mejorando las condiciones de los empleados de Ancap, sus privilegios actuales mantenidos y aumentados. Nosotros no podemos permitirnos sustraernos del fenómeno político que esto significa.

EC - ¿Por qué dice eso?

JV - Estamos en contra de la ley y en contra del referéndum. ¿Cuántas leyes peores que esta deberían ser derogadas? Pero que para cada ley que aparece haya que hacer un referéndum… Los referéndum son caros, son muy caros en plata viva, en el costo directo, pero más que nada son caros en el espacio que ocupan en la mente de la gente y en los políticos. El país ya tiene de cinco tres años de campaña electoral, y le agregamos uno más con el referéndum. ¿Cuándo se trabaja acá?

EC - A partir de esa visión, usted dice “yo voto anulado”…

JV - Sí.

EC - Pero no es la única alternativa que están ofreciendo a los seguidores del PL; también hablan de la opción del voto en blanco; ¿por qué?

JV - Porque hay liberales, con una posición perfectamente entendible, que creen que si bien la ley es mala, prefieren darle un apoyo crítico, que enfatizan el aspecto político de la cosa, en no el aspecto concreto de la ley. Dicen “no queremos que caduque cualquier iniciativa que apunte un poquitito hacia los cambios y la modernización”; dicen que “para la imagen internacional es importante que esta ley no sea derogada”. Yo los entiendo, lo que pasa es que una de las razones por las cuales surge el PL es que las opciones siempre han sido esas: o te embroma la izquierda o te embromamos nosotros.

EC - Ustedes están admitiendo el voto en blanco también, un voto que de hecho favorece el mantenimiento de la ley, en la medida de que para derogarla se necesita el 50 por ciento más 1 de los votos válidos. Admiten el voto en blanco, pero más bien pregonan el voto anulado, que en rigor podría decirse que, aunque levemente, favorece la derogación de la ley, ¿verdad? ...

JV - Sí.

EC - ...porque requiere menor cantidad de votos por el Sí para que la ley sea derogada. ¿Cómo se entiende: hay una contradicción allí? Ustedes están sugiriendo dos formas de votación, una que favorece más al Sí y otra que favorece más al No.

JV - El voto anulado es aritméticamente neutro; como está claro que los liberales estamos a favor de la desmonopolización nuestros votos, si no fueran anulados, serían en blanco, por lo tanto lo que usted dice es cierto: el voto anulado viniendo de nosotros termina favoreciendo un poco al Sí. No hay soluciones perfectas, todas las cosas que uno hace significan algún costo; para nosotros el costo está en de alguna manera estar favoreciendo a los que sostienen lo opuesto a lo que sostenemos, pero es importante señalarles a los actuales gobernantes que no basta con revolear el cuco de la izquierda, también hay que gobernar, también hay que tomar políticas liberales, hay que tomar la rienda de las cosas. Esto es una señal; yo personalmente en las últimas dos elecciones quería votar en blanco y después no me animé, cuando llegó el momento les di el voto reticentemente. Eso se acabó, ahora estamos generando una opción política y tenemos que hacerla valer.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

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