18.12.2005











EN CINCO AÑOS SE CONSOLIDÓ COMO UNA TRADICIÓN

“La fiesta final. Una noche de paz”,
un fenómeno cultural uruguayo

Alejandro Fontaina y Carlos García Rubio: De un festival de rock se pasó a una fiesta que reunió a 70.000 personas en una noche, en torno a 16 escenarios y 28 barras. Todos los integrantes de la organización se reúnen dos veces por semana, a lo largo de un año, creando el clima que se traduce en una actividad masiva sin incidentes. Llegan ofertas para replicar la fiesta en el exterior.

Untitled Document EN PERSPECTIVA
Martes 25.11.03, 08.50.

EMILIANO COTELO:
Se ha consolidado ya como una costumbre, un rito, una nueva tradición; del mismo modo que Montevideo tiene su desfile de las Llamadas, la Criolla del Prado, la Feria del Libro, el fin de semana del Patrimonio, la Noche de las Luces, año a año en noviembre tiene “La fiesta final. Una noche de paz”.

La del sábado fue la quinta edición y convocó a 70.000 personas en una sola noche en las canteras del Parque Rodó. Un ejemplo por demás interesante de tolerancia y diversidad cultural, una experiencia muy alentadora de convivencia en armonía, cuando muchos podrían pensar que semejante reunión de jóvenes podía terminar en incidentes o problemas de todo tipo.

Una buena noticia que nos parece vale la pena conocer por dentro. ¿Cuáles son las claves de este éxito? ¿Qué repercusiones ha alcanzado “La fiesta final” como atractivo turístico, que también lo es? ¿Qué posibilidades hay de exportar esta verdadera creación uruguaya?

Vamos a conversar sobre todo esto con dos de sus productores y creadores: Alejandro Fontaina y Carlos García Rubio. Falta el tercero de los creadores y realizadores, Francisco Ferrés.

CARLOS GARCÍA RUBIO:
Viene de una seguidilla de estas últimas semanas y demás; nos tuvimos que repartir.

ALEJANDRO FONTAINA:
Pieza fundamental de todo el equipo. Pero estamos con todo el tema de desarmado, de la edición del programa especial del jueves, la campaña de agradecimiento, la limpieza, despedida de toda la prensa y los artistas que vinieron; todo sigue, tenemos para rato.

EC - Una de las cosas que me interesan es que la audiencia, por ejemplo la que nunca fue a “La fiesta final”, sepa de qué se trata; por ejemplo que los padres de los jóvenes que van conozcan cuál es la historia de este evento y cómo se desarrolla. Varios de los integrantes de la radio tuvimos la oportunidad de estar el sábado pasado, ayer hicimos los comentarios del caso, tanto con Rosario como con José Irazábal, y el tema estuvo en otros espacios de la programación, pero nos interesa ahora la versión de ustedes, el testimonio de ustedes. Para eso lo mejor es arrancar por los orígenes: ¿cómo nació “La fiesta final”? Fue, en principio, un acontecimiento ligado a una emisora, X FM.

CGR - Antes que nada una acotación: el jueves el que mire el programa va a ver: la primera persona que entra a la fiesta, con una entrada, es una señora de 70 años. Era la primera en la cola.

AF - Es cierto.

EC - Yo hablo de jóvenes como el público mayoritario, pero está claro que hubo de todo; ese es otro de los elementos que vale la pena destacar.

AF - El origen está muy ligado a una radio que ya no existe, que se llamaba X FM, que tenía una audiencia unida por lo que llamamos variables psicográficas, o sea un público variado pero que escuchaba un mismo tipo de música y tenía cierto tipo de valores que nos unían. Hubo varios momentos en que la empresa no anduvo bien; yo era el creador y el director artístico de esa empresa que estaba unida al grupo Saeta, Carve, Sadrep y todo ese grupo, del cual soy familiar directo. Junto con Carlos presentamos una propuesta de arrendamiento a los dueños de esa empresa –también estaba el señor Felder, que iba a financiar el proyecto–, en ese momento la empresa dejaría de perder para ganar plata; en ese momento era una buena plata que iba a ganar. Después de las negociaciones la dirección le comunica telefónicamente a Carlos que el negocio no se hacía, sin dar explicaciones; yo que soy una calderita de lata, arrogante, dije cerramos todo y le propuse a Carlos cerrar la radio con una fiesta. Ahí empezó. Empezamos a buscar un lugar, el primero fue el estadio Charrúa…

CGR - Después de haber descartado unas chacras en la ruta Interbalnearia.

AF - Unas chacras propiedad de una empresa de arquitectos muy conocida. Se estiraron los tiempos, llegó el verano; después la radio siguió un tiempo más, se fue el tiempo de fiestas porque vino el invierno. Carlos presenta la idea de hacer “Los Buitres, 10 años” –era la primera vez que una banda de rock and roll se tiraba a hacer Teatro de Verano sola–; nos juntamos, lo hicimos con la radio, ahí entró Quico a trabajar…

EC - ¿Quién es Quico?

AF - Francisco Ferrés, que es íntimo amigo mío, hacía tiempo que quería trabajar con él y por suerte nos pudimos juntar ahí. Después de Los Buitres, dijimos “Tenemos esto pendiente, vamos a hacerlo”. En la Intendencia (en ese momento estaba Fernando Cáceres, “el Cacerola”); nos propone, porque el Estadio Charrúa tenía fisuras en una de las gradas, el faro de Punta Carretas para la realización del evento.

EC - ¿Qué responsabilidad tenía Fernando Cáceres en la Intendencia?

AF - Comisión de Juventud.

CGR - Era el presidente de la Comisión de Juventud.

AF - Ahí hicimos la primera fiesta.

EC - ¿Con qué espíritu? ¿Qué buscaban con “La fiesta final”?

AF - Lo mismo, el objetivo principal era transmitir el cierre de una emisora. Ahí Francisco Ferrés aportó una idea clave para el despegue del evento, que fue la unión de los boliches. La radio siempre estuvo marcada por un perfil de música rockera y, para alivianar la posibilidad de conexión con el rock, los disturbios y todo eso que siempre estaba presente, empezamos a meter el tema de la paz.

EC - Desde la primera edición el nombre fue “La fiesta final. Una noche de paz”.

AF - No: “La fiesta final. Una noche de rock, una noche de paz”.

EC - O sea que inicialmente el telón de fondo de esta fiesta era el rock.

CGR - Era el rock y era el final de X FM; estaba muy ligada a un proyecto que marcó a una generación en radio, entonces tenía una carga muy grande. Se partió de una plataforma muy fuerte que permitió desde el principio, más allá de la intención explícita nuestra, porque son nuestros valores y demás, vincular a la fiesta o ligarla íntimamente a determinados valores que son el respeto, la tolerancia, a los cuales después fuimos sumando la aceptación de la diversidad o la diversidad cultural como algo fuerte. Porque la primera edición estuvo básicamente ligada al rock y a los grupos de rock.

EC - ¿Ustedes se estaban inspirando en algún festival, en algún evento de otras partes del mundo?

CGR - No.

AF - No; la radio en sí, por las características de poner diferentes espectáculos, ya había realizado otras fiestas; lo de la tolerancia y la diversidad viene sobre todo por parte de Francisco Ferrés, que tiene una fuerte influencia de todo lo que es el campo; toda la idea de incluir la patria gaucha y todo eso viene de él.

EC - ¿Cuándo se concreta todo eso: a partir de la segunda o de la tercera?

AF - De la tercera. Después la historia se desarrolla, nos separamos el grupo original, después de la primera Carlos se viene a crear Urbana…

EC - Sí, lo tuvimos por acá un buen tiempo como gerente general de Urbana FM cuando esa emisora nació.

AF - Uno de los motivos de la separación fue ese; Francisco Ferrés entró a trabajar en la radio, la dirección de la empresa (por unas publicaciones que había hecho Carlos que hablaban de los directores de las empresas a las cuales Francisco y yo estábamos vinculados) nos dice que todo bien con la fiesta pero que no podíamos seguir trabajando con Carlos. Sumado a que él estaba trabajando para Urbana, nos separamos, pasó un tiempo; como en todas esas separaciones bruscas quedaron algunas cosas por el camino, que por suerte con el tiempo quedaron de lado. Ese año, Francisco Ferrés fue el que se arriesgó porque la radio estaba invirtiendo mucho en un cambio de programación, ese fue el mejor año de la radio en programación, tuvimos a Jorge Esmoris, a Cecilia Baraldi, a la gente de Daniel Supervielle (que después trabajó contigo), una programación muy buena. Francisco dijo “yo me la juego con la fiesta”, se armó una unipersonal y cargó con todos los riesgos; yo le dije “Te apoyo con todo lo que tengo, vamos a laburar a la par, pero yo no puedo poner plata”.

EC - En esa edición se salió de las fronteras del rock.

AF - Y saltamos a las 20.000 personas.

EC - Incluyendo entre los “boliches”, por ejemplo, La Posta de Americando, con lo que implicaba de incorporación de la música folclórica, el canto popular, a la oferta de expresiones artísticas que traía “La fiesta final”. ¿También el teatro en esa edición?

CGR - Desde la primera edición tuvimos teatro, artistas callejeros, algunos elementos de danza y demás; incluso integrantes de la Filarmónica, las motos también estuvieron desde la primera edición... Después hubo más apertura a otras manifestaciones; pero sobre todo pusimos más en traer distintos representantes genuinos del arte de todo el país; eso fue a partir de la segunda y sobre todo de la tercera fiesta.

EC - La tercera es como el quiebre, es el cambio, el momento que marca incluso el crecimiento en materia de público, ¿no?

AF – Para la tercera directamente armamos una sociedad entre Francisco Ferrés y Alejandro Fontaina. Directamente apostamos a traer público mayor, diferente; queríamos hacerla desde el mediodía y poner de día espectáculos más masivos como Jaime Roos, Ruben Rada... Nos mató un tornado que vino el viernes y nos deshizo todo lo que teníamos armado; tuvimos que suspender la fiesta para el domingo, pero logramos el objetivo que teníamos porque metimos creo que alrededor de 30.000 personas, un domingo. Perdimos el público de la noche, que obviamente un domingo no salió a bailar. Ahí perdimos mucho espíritu, quedamos deslomados, por el piso

CGR - Y dinero también. Muchas veces se dice “cuánto se genera…”, también hay riesgos muy grandes, porque es un evento masivo que se hace al aire libre. El año pasado hubo un cambio de escenario, pasamos de Punta Brava…

EC - Se van del faro de Punta Carretas a las canteras.

AF - Exacto. El faro de Punta Carretas es un predio espectacular, pero está muy expuesto, de 365 días hay 250 con vientos de un lado y otro, que en la rambla capaz que no se sienten pero ahí soplan y mucho. Aparte, al no haber caminería levantan polvo y demás. El pasaje a las canteras fue una ganancia real.

EC - Para cerrar esta introducción: ¿cómo definen hoy por a “La fiesta final. Una noche de paz”? En pocas palabras, ¿qué es?

CGR - Es la gran fiesta que hay en Uruguay, la gran fiesta en calidad y cantidad, donde se puede apreciar en una misma noche lo mejor del arte, de los artistas uruguayos, no solamente músicos sino también de otras manifestaciones, en un escenario natural privilegiado, como las canteras, apostando a que todos los públicos encuentren su lugar y su espacio.

EC - Además una muestra de los “boliches” y restoranes que caracterizan a la ciudad.

AF - Sí, eso es fundamental. Hay una selección de “boliches”, elegimos cuñales queremos que participen, por su propuesta gastronómica, por su propuesta cultural y por la energía que suman a este emprendimiento, sin la cual no sería posible hacerlo.

***

EC - Cristina nos llama por teléfono y cuenta que tiene 60 años y se moría de ganas de ir a La fiesta final. Dice que le costó convencer a sus amigas, porque todas le decían que eso no era “para viejos”. Finalmente una de ellas aceptó y se fueron a la fiesta. Dice que llegaron a las siete de la tarde y aguantaron hasta la media noche. Agrega que quedaron “copadas”, que les encantó la tranquilidad que había y que nadie se metía con nadie.

Ese es uno de los puntos clave de la fiesta final. ¿Cómo se logra la convivencia pacífica de tanta gente? Estamos hablando de 70.000 personas en esta oportunidad. Y estamos hablando de experiencia acumulada de recitales de rock, por ejemplo, donde confluye buena parte del público que va a “La fiesta final”, que terminan mal, donde se generan incidentes, eventualmente hasta con la Policía, etcétera. ¿Por qué acá eso no ocurre?

CGR - Hay varias explicaciones. La central son tal vez las características mismas del público, sobre todo a partir de cómo es convocado ese público: la campaña publicitaria previa, la campaña de los valores mismos de la fiesta, lo que se vive, lo que por experiencia acumulada año a año tanto el público como la organización vivimos se basa en difundir esa paz, que la gente vaya a buscar determinada armonía y a festejar en un clima de libertad, de tolerancia y respeto hacia los demás y hacia la diversidad que hay dentro de la fiesta. Por un lado se promueve algo que a su vez es aceptado por el otro; pero tampoco es fruto de la casualidad, hay un trabajo muy grande en el armado de toda la fiesta: cómo se disponen los lugares, cómo se maneja el personal de seguridad o toda la seguridad en general, cómo se articulan artísticamente los diferentes escenarios y las diferentes propuestas, cómo se van alternando de modo que la gente circule para evitar lo que muchas veces pasa en otros lugares porque la gente está en el mismo lugar, viendo las mismas caras durante horas, y ahí se puede generar algún problema.

EC - La circulación es una de las claves, entonces.

CGR - Sí, sí; pensemos que en este evento, en el cual hay involucrado un estudio arquitectónico –el de los arquitectos Juan Galain y Coco Bacigaluz– que hace un estudio pormenorizado de los flujos de circulación y de cómo lograr que la gente tenga un comportamiento mucho más de feria, visitando los diferentes lugares.

EC - 16 escenarios y 28 “boliches”.

CGR - Y muchos rincones, a su vez, para perderse –en el buen sentido.

AF - La comparamos con la estrategia que usan los shoppings, de puntos calientes; entonces ponés espectáculos en una y otra punta que son llamadores, y muchos espectáculos móviles que llevan el público y lo recambian de un lado a otro, ya sean comparsas, grupos de música brasileña, que van llevando y arrastrando al público. Más que nada es la gente, la que hace que no pase nada, más allá de todo lo que hagamos, es la gente que…

CGR - …va y comparte realmente esos valores con los cuales es convocada.

AF - Sí, porque con 70.000 personas, si pasa algo… no hay seguridad…

EC - Ustedes hablan de los valores, los valores en los que se insiste mucho en la promoción son: tolerancia, respeto, amor, armonía. Me llamó la atención el hecho de que en las camisetas de los encargados de la seguridad interna no dijera “seguridad”, “security”, ni nada de eso; dice “tolerancia”. Eso no es casualidad.

CGR - No; ni es casualidad la actitud y la forma de actuar que ellos tienen, que es realmente tolerante, marcando una presencia, pero sin intervenir. Aparte no se necesitan intervenciones dentro del predio; lo mismo que pasa con la asistencia médica: hay una asistencia médica muy fuerte, ahí tuvimos un aporte muy grande de Cruz Roja. Pero pensemos también que es un evento en el que hay 70.000 personas, donde se consume mucho alcohol, donde aparentemente no hay normas, pero es claro que cuando al público se le dan buenas condiciones artísticas, buenas condiciones de disfrute y un clima de libertad, sabe cómo comportarse. Ahí podemos llevarnos muy gratas sorpresas en cuanto a cómo es el comportamiento de un grupo tan grande.

EC - Volvamos al tema seguridad. Hay cantidad de historias que todos hemos conocido o que nos han contado de enfrentamientos en “boliches” que tienen como culpables a los “patovicas” o encargados de la seguridad. ¿Cómo seleccionan ustedes a la gente que trabaja esa noche en esa tarea?

CGR - Es gente con la que venimos trabajando desde hace mucho tiempo; hay un año entero de preparación, ahora ya estamos arrancando con la preparación de la siguiente, dentro de pocos días. Se hace un trabajo muy fuerte con todos los encargados de área y demás, y específicamente en seguridad.

AF - Dos reuniones por semana, una operativa y otra de asado.

EC - ¿De asado…?

AF - Sí, para que realmente todo el mundo se conozca.

CGR - Más allá de lo directamente profesional, que está en la reunión operativa de los martes, para lograr un clima. Esa es de las cosas que más contentos nos tienen, y pensemos que es un grupo base de 25-30 personas reuniéndose todo el año todos los jefes de área, cosa que se va ampliando, ampliando, hasta llegar en los últimos días a 1.500, 2.000 personas trabajando. Pero para entonces se ha creado un clima y una energía, así como se suma la energía de los “boliches”, como se suma la energía de los artistas que vienen todos a ofrecer lo mejor de lo suyo para un público muy diverso que se quieren ganar en esa noche, porque muchos de ellos tienen la oportunidad de tocar con muy buenos elementos y frente a un público mucho más numeroso que el habitual, la energía de la gente que está en todos los aspectos de la producción, como de la gente de la Comisión de Juventud, que es la coorganizadora de todo el evento…

EC - La Comisión de Juventud de la Intendencia Municipal de Montevideo.

CGR - …que logra un clima de trabajo, de intercambio de información pero también de intercambio de energía muy, muy positivo.

EC - ¿Cómo manejan las variables alcohol y droga?, porque las dos cosas existen notoriamente en “La fiesta final”. El alcohol porque se comercializa, los “boliches” venden cerveza, whisky y otras bebidas alcohólicas; la droga no sé cómo entra, pero cualquiera que circulaba el sábado pasado se daba cuenta de que marihuana se estaba fumando, y vaya uno a saber qué otro tipo de drogas también. ¿De qué manera se paran ustedes frente a esos fenómenos que, entre otras cosas, pueden terminar en violencia?

CGR - Partimos de la base de que lo que genera violencia en una cantidad de lugares, en “boliches”, en la calle o en eventos masivos, no es la droga porque sí o el alcohol porque sí, sino las condiciones en las cuales se encuentra la gente; a veces hay situaciones apremiantes. Por contraposición, situaciones de libertad real permiten que el público se cuide mucho más a sí mismo, que asuma con responsabilidad ese cuidado, que no hay nadie mejor que uno mismo para cuidarse y ponerse el límite en el consumo de lo que sea. Creo que en el caso de “La fiesta final” está demostrado que es así.

EC - ¿Cómo está la relación con la Policía? ¿Qué es lo que ustedes acuerdan con la Policía?

CGR - Con la Policía y la Prefectura, que son pilares en cuanto a todo el montaje de seguridad y circulación, seguridad en la parte externa, porque dentro de la fiesta es todo seguridad privada, nuestra, un personal de seguridad lo más cercano en edad al grueso de la población de la fiesta, no se acuerda nada en cuanto a drogas o alcohol, sí que dentro de la fiesta disponemos nosotros y damos libertad en cuanto a lo que la gente hace. Porque aparte es incontrolable: hay determinados controles en la entrada, pero una vez que la gente pasa el último vallado está a merced de lo que ella misma haga. Si uno ve todos los casos de intervenciones de asistencia médica y demás, no tuvimos nada, por quinta vez ningún incidente grave, son situaciones mínimas.

AF - La droga está en todos lados: en el estadio vas a cualquier tribuna, andá a la Amsterdam, la droga pasa por todos lados. Me parece que ahí, más allá de nosotros de que somos organizadores de un evento, va por una campaña fuerte que tiene que ponerse las pilas el gobierno, ¿no? Droga hay en la fiesta; este año vi muchos jóvenes –no había visto en años anteriores– que no tienen información y se drogan, eso es lo peor: realmente no tienen información de lo que están tomando. Este año estuvo el grupo Cavia dentro de la fiesta, que estuvo trabajando muchísimo con la gente de Cruz Roja.

EC - O sea que dentro de la fiesta ustedes tienen organizaciones no gubernamentales dedicadas a la prevención y el tratamiento de los casos de droga.

CGR - Exactamente.

CGR - De todos modos, la gran mayoría de los casos son tratamientos por exceso de alcohol.

***

EC - Tenemos cantidad de preguntas de la audiencia. Por ejemplo, Gabriela pregunta: “¿Qué es lo que entienden por diversidad cultural cuando un movimiento cultural indiscutible, como es la música tropical, no estaba representado el sábado pasado?”.

AF - Dos cosas; algunas manifestaciones puntuales de salsa hubo, hubo algunos grupos, pero lo principal es que los artistas básicamente están combinados con los “boliches” y los “boliches” que participan del evento no tienen música tropical en vivo.

EC - ¿Cuál es la “relación contractual” entre la organización y los “boliches”?

AF - Algo importante, que sorprende a mucha gente, sobre todo del exterior, es que no les cobramos nada a los “boliches” por participar. No les cobramos, no se venden los espacios en “La fiesta final”, sino que se selecciona a los “boliches”.

EC - Los seleccionan ustedes.

Foto de Fabián Mareli publicada por La Nación.

AF - Sí, y se les exige determinada puesta en escena y determinada puesta artística que alimente la propuesta de la fiesta.

EC - El requisito es en cuanto a la presentación del local y a la oferta de artistas que va a mostrar cada uno de esos “boliches” en su escenario.

AF - Referente a la música tropical, “La fiesta final” está muy ligada a una radio de rock que dejó de existir el año pasado, en la que la música tropical no entraba ni por asomo; pero es un pendiente que tenemos, lo único que nos ha parado es ver cuánto público puede estar en contra, porque hay una gran pelea entre los escuchas de otros tipos de música y los escuchas de música tropical. Estamos analizando realmente cuánto puede llegar a afectar al producto en sí la inclusión de ese tipo de música.

EC - Tenemos un mensaje de Héctor, que dice que con su esposa suele salir los viernes a distintos “boliches”, algunos de los cuales estuvieron representados el sábado en “La fiesta final”, y opina que la organización tuvo sus problemas, por ejemplo en cuanto a la calidad de la propuesta. Entre otras cosas apunta a que el servicio en los “boliches” fue diferente, fue inferior al que esos mismos “boliches” ofrecen en sus locales estables. ¿Qué dicen ustedes sobre este punto?

CGR - Que puede tener parte de razón; pensemos también que los “boliches” tienen que armar toda una infraestructura y poner todo un personal que muchas veces es más que el que tienen en sus propios locales para algo diferente, además tienen que atender a su público de siempre –generalmente tienen un espacio con sillas y demás– y por otro lado tienen que tener grandes barras para atender la enorme cantidad de gente que pasa. Es posible que en algunos casos los “boliches” no tuvieran el mismo nivel que en su lugar.

AF – Imagínate que si se vendía mil entradas por hora, imaginemos cuánta gente puede llegar a pasar por una barra en 70.000 personas... Es uno atrás del otro.

EC - ¿Ustedes entienden que allí hay un debe, un aspecto que hay que mejorar para el futuro en la relación con los “boliches” justamente?

AF - Sí, pienso que sí.

EC - ¿Mayores exigencias?

AF - Sí, mayores exigencias. Algunos realmente se esfuerzan mucho y otros no se esfuerzan nada.

EC - Hay varios mensajes a propósito del problema del sonido, que pese a que esta vez los escenarios se distanciaron un poco más que en años anteriores, de todos modos se producía una mezcla de amplificaciones, y que “para escuchar bien un determinado recital había que situarse muy cerca del escenario, con lo cual se corrían otro tipo de riesgos, inconvenientes, porque allí estaba el agite más pesado; en cambio si uno se alejaba terminaba disfrutando mal de lo que en realidad quería escuchar”, dice Héctor.

CGR - Es otro de los aspectos que claramente hay que seguir mejorando. Creo que se mejoró un montón respecto del año pasado y ediciones anteriores en cuanto a evitar mezclas de sonidos y demás; igualmente tiene que haber cierto grado de comprensión de que estamos hablando de 16 escenarios simultáneos, es inevitable determinado grado de superposición de sonidos. De todos modos es algo en lo que vamos a seguir trabajando para tratar de mejorar.

EC - Otro aspecto que ha dado que hablar es el recital de No te va a Gustar, que terminó siendo multitudinario, seguramente superó lo calculado y se convirtió en un problema; al punto de que apenas tocaron algunas de las canciones que tenían previstas porque se produjeron aglomeraciones, la gente se vino sobre los músicos y el público mismo estaba realmente apretado y en riesgo. ¿No estuvo bien localizado ese espectáculo?

AF - Ahí cometimos un error, que fue poner dos espectáculos fuertes…

CGR - Estaba Rada también.

AF - … dos espectáculos fuertes casi al mismo tiempo en escenarios muy cercanos, entonces no logramos que el público se dispersara; tendríamos que haberlo puesto en la otra punta. Realmente ese fue el error nuestro, cosas que nos pasan año a año.

CGR - Se mantuvo el resto de los horarios y demás, estamos hablando de un pico de tensión de unos 30 minutos, a las 11 y media de la noche, pero todo el resto de los lugares a esa hora y el resto de las horas, incluso ahí, el flujo de circulación actuó bien; ése fue el único momento en que nos faltó coordinación, o habrá que cambiar el diseño.

EC - Algunas consultas van más a detalles prácticos que pueden ser reveladores de lo compleja que es la organización de una fiesta como ésta: ¿qué cantidad de metros de cable hubo que tender?

AF – Miles. Miles, miles.

EC - Claro, en las canteras no hay enchufes.

CGR - No hay nada, no.

EC - ¿Cómo se hace para que funcionen todos estos “boliches”, los escenarios, las instalaciones para la televisión, para el centro de prensa? ¿Cómo se arma?

CGR - Pensemos que ese lugar es un páramo, es espectacular si bien el predio de las canteras del Parque Rodó que nos da la Intendencia a través de la coorganización con la Comisión de Juventud, es un lugar vacío, no hay agua corriente, no hay electricidad, no hay otros servicios. Teníamos que instalar todo, además esa noche desabastecemos Montevideo de baños químicos, de todos los implementos necesarios para montar esa especie de mini ciudad que armamos. Pensemos la cantidad de quilovatios que hay que alimentar, muchos “boliches” piden 50, 75 quilovatios; son cargas muy pesadas; más la iluminación general, más el agua que hay que proporcionarles a todos los “boliches” por un tema de Bromatología, más el agua y demás que hay que proporcionarles a los baños químicos (este año se superaron los 200)... Los metros de cable que hay que tender son miles, los del circuito de televisión nada más son más de 2.000.

EC - ¿Ya se ha convertido en un atractivo turístico? ¿Viene gente de afuera a participar en “La fiesta final”?

AF - Sí; este año con el Ministerio de Turismo empezamos algo que vamos a hacer mucho más fuerte, que fue promocionarlo para hacer paquetes y demás. Vinieron algunos grupos de Argentina y ha venido gente que se ha enterado del evento, de Buenos Aires en particular. El X Moto-Fest, que fue un encuentro regional de motos también acercó a gente del sur de Brasil y Argentina.

EC - Tengo la edición de ayer del diario La Nación de Argentina, que incluye una crónica a propósito de “La fiesta final”.

CGR - Hay una linda frase al final, en la sección espectáculos. Vino mucha prensa argentina.

AF - Se transmitió en directo para Rock and Pop; estuvo la gente de CQC, que también está sacando algo en estos días…

EC - Aquí está: “Montevideo disfrutó 18 horas de música. “La fiesta final” convocó a unos 70.000 espectadores”. La nota termina diciendo: “Están agrandados en Uruguay, y tienen con qué”.

Por último tengo aquí un mensaje de Carlos, quien señala: “Estoy escuchando y realmente me resulta muy interesante el proyecto; le pido a Fontaina y a García Rubio me contacten; nuestra empresa de eventos trabaja en Brasil y nos resulta interesante replicar esta propuesta ahí”. Efectivamente ustedes ya han tenido algunos sondeos, algunas posibilidades de exportar la idea y la organización.

AF - Sí, claramente. Estuvimos negociando con gente de México del grupo CIE, que maneja toda la parte de espectáculos musicales para gran parte de América Latina; llegamos a firmar un preacuerdo, pero se cayó. El primer año les dábamos la idea, íbamos a trabajar allá siete meses, íbamos a armar en Monterrey, en Aguasteca, que es un lugar muy místico, que tiene mucha vinculación con los indios. Cuando llegamos acá nos mandaron un mail pidiendo una rebaja en la cantidad de gente que tenía que viajar, que éramos 10 personas. Directamente dijimos “estamos hablando otro idioma” y la dejamos por esa.

Pienso que, de hacerla en otro lado, perderíamos eso de que es algo nuestro, algo de acá. Mi idea es que realmente sea algo uruguayo –salvando las diferencias–, como el Carnaval de Rio.

CGR - Claramente hemos desarrollado un know-how y una experiencia que nos permiten manejarnos profesionalmente en cualquier lado del mundo. Es un proyecto totalmente exportable, gente que ha venido del exterior nos da muy para adelante con eso, queda sorprendida por el nivel del trabajo y la cantidad de gente involucrada en la producción y demás. Comparto con Alejandro (y es parte de lo que hablábamos antes): gran parte de todo el éxito y de las claves en cuanto a que no pase nada tiene que ver con cómo es el público uruguayo o cómo somos los uruguayos y cómo a través de un evento que alimenta esas virtudes se puede hacer. Capaz que en otro lado con más fragmentación social y demás no es posible un evento de estas características.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

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