EN CINCO AÑOS SE CONSOLIDÓ COMO UNA TRADICIÓN
“La fiesta final. Una noche de paz”, un fenómeno cultural uruguayo
Alejandro Fontaina y Carlos García Rubio: De un festival de rock se pasó a una fiesta que reunió a 70.000 personas en una noche, en torno a 16 escenarios y 28 barras. Todos los integrantes de la organización se reúnen dos veces por semana, a lo largo de un año, creando el clima que se traduce en una actividad masiva sin incidentes. Llegan ofertas para replicar la fiesta en el exterior.
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EN PERSPECTIVA
Martes 25.11.03, 08.50.
EMILIANO COTELO:
Se ha consolidado ya como una costumbre, un rito, una nueva tradición;
del mismo modo que Montevideo tiene su desfile de las Llamadas, la Criolla del
Prado, la Feria del Libro, el fin de semana del Patrimonio, la Noche de las
Luces, año a año en noviembre tiene “La
fiesta final. Una noche de paz”.
La del sábado fue
la quinta edición y convocó a 70.000 personas en una sola noche
en las canteras del Parque Rodó. Un ejemplo por demás interesante
de tolerancia y diversidad cultural, una experiencia muy alentadora de convivencia
en armonía, cuando muchos podrían pensar que semejante reunión
de jóvenes podía terminar en incidentes o problemas de todo tipo.
Una buena noticia que nos
parece vale la pena conocer por dentro. ¿Cuáles son las claves
de este éxito? ¿Qué repercusiones ha alcanzado “La
fiesta final” como atractivo turístico, que también lo es?
¿Qué posibilidades hay de exportar esta verdadera creación
uruguaya?
Vamos a conversar sobre
todo esto con dos de sus productores y creadores: Alejandro Fontaina y Carlos
García Rubio. Falta el tercero de los creadores y realizadores, Francisco
Ferrés.
CARLOS GARCÍA RUBIO:
Viene de una seguidilla de estas últimas semanas y demás; nos
tuvimos que repartir.
ALEJANDRO FONTAINA:
Pieza fundamental de todo el equipo. Pero estamos con todo el tema de desarmado,
de la edición del programa especial del jueves, la campaña de
agradecimiento, la limpieza, despedida de toda la prensa y los artistas que
vinieron; todo sigue, tenemos para rato.
EC - Una de las cosas que
me interesan es que la audiencia, por ejemplo la que nunca fue a “La fiesta
final”, sepa de qué se trata; por ejemplo que los padres de los
jóvenes que van conozcan cuál es la historia de este evento y
cómo se desarrolla. Varios de los integrantes de la radio tuvimos la
oportunidad de estar el sábado pasado, ayer hicimos los comentarios del
caso, tanto con Rosario como con José Irazábal, y el tema estuvo
en otros espacios de la programación, pero nos interesa ahora la versión
de ustedes, el testimonio de ustedes. Para eso lo mejor es arrancar por los
orígenes: ¿cómo nació “La fiesta final”?
Fue, en principio, un acontecimiento ligado a una emisora, X FM.
CGR
- Antes que nada una acotación: el jueves el que mire el programa va
a ver: la primera persona que entra a la fiesta, con una entrada, es una señora
de 70 años. Era la primera en la cola.
AF - Es cierto.
EC - Yo hablo de jóvenes
como el público mayoritario, pero está claro que hubo de todo;
ese es otro de los elementos que vale la pena destacar.
AF - El origen está
muy ligado a una radio que ya no existe, que se llamaba X FM, que tenía
una audiencia unida por lo que llamamos variables psicográficas, o sea
un público variado pero que escuchaba un mismo tipo de música
y tenía cierto tipo de valores que nos unían. Hubo varios momentos
en que la empresa no anduvo bien; yo era el creador y el director artístico
de esa empresa que estaba unida al grupo Saeta, Carve, Sadrep y todo ese grupo,
del cual soy familiar directo. Junto con Carlos presentamos una propuesta de
arrendamiento a los dueños de esa empresa –también estaba
el señor Felder, que iba a financiar el proyecto–, en ese momento
la empresa dejaría de perder para ganar plata; en ese momento era una
buena plata que iba a ganar. Después de las negociaciones la dirección
le comunica telefónicamente a Carlos que el negocio no se hacía,
sin dar explicaciones; yo que soy una calderita de lata, arrogante, dije cerramos
todo y le propuse a Carlos cerrar la radio con una fiesta. Ahí empezó.
Empezamos a buscar un lugar, el primero fue el estadio Charrúa…
CGR - Después de
haber descartado unas chacras en la ruta Interbalnearia.
AF - Unas chacras propiedad
de una empresa de arquitectos muy conocida. Se estiraron los tiempos, llegó
el verano; después la radio siguió un tiempo más, se fue
el tiempo de fiestas porque vino el invierno. Carlos presenta la idea de hacer
“Los Buitres, 10 años” –era la primera vez que una banda
de rock and roll se tiraba a hacer Teatro de Verano sola–; nos juntamos,
lo hicimos con la radio, ahí entró Quico a trabajar…
EC - ¿Quién
es Quico?
AF - Francisco Ferrés,
que es íntimo amigo mío, hacía tiempo que quería
trabajar con él y por suerte nos pudimos juntar ahí. Después
de Los Buitres, dijimos “Tenemos esto pendiente, vamos a hacerlo”.
En la Intendencia (en ese momento estaba Fernando Cáceres, “el Cacerola”);
nos propone, porque el Estadio Charrúa tenía fisuras en una de
las gradas, el faro de Punta Carretas para la realización del evento.
EC - ¿Qué
responsabilidad tenía Fernando Cáceres en la Intendencia?
AF - Comisión de
Juventud.
CGR - Era el presidente
de la Comisión de Juventud.
AF - Ahí hicimos
la primera fiesta.
EC - ¿Con qué
espíritu? ¿Qué buscaban con “La fiesta final”?
AF - Lo mismo, el objetivo
principal era transmitir el cierre de una emisora. Ahí Francisco Ferrés
aportó una idea clave para el despegue del evento, que fue la unión
de los boliches. La radio siempre estuvo marcada por un perfil de música
rockera y, para alivianar la posibilidad de conexión con el rock, los
disturbios y todo eso que siempre estaba presente, empezamos a meter el tema
de la paz.
EC - Desde la primera edición
el nombre fue “La fiesta final. Una noche de paz”.
AF - No: “La fiesta
final. Una noche de rock, una noche de paz”.
EC - O sea que inicialmente
el telón de fondo de esta fiesta era el rock.
CGR - Era el rock y era
el final de X FM; estaba muy ligada a un proyecto que marcó a una generación
en radio, entonces tenía una carga muy grande. Se partió de una
plataforma muy fuerte que permitió desde el principio, más allá
de la intención explícita nuestra, porque son nuestros valores
y demás, vincular a la fiesta o ligarla íntimamente a determinados
valores que son el respeto, la tolerancia, a los cuales después fuimos
sumando la aceptación de la diversidad o la diversidad cultural como
algo fuerte. Porque la primera edición estuvo básicamente ligada
al rock y a los grupos de rock.
EC - ¿Ustedes se
estaban inspirando en algún festival, en algún evento de otras
partes del mundo?
CGR - No.
AF - No; la radio en sí,
por las características de poner diferentes espectáculos, ya había
realizado otras fiestas; lo de la tolerancia y la diversidad viene sobre todo
por parte de Francisco Ferrés, que tiene una fuerte influencia de todo
lo que es el campo; toda la idea de incluir la patria gaucha y todo eso viene
de él.
EC - ¿Cuándo
se concreta todo eso: a partir de la segunda o de la tercera?
AF - De la tercera. Después
la historia se desarrolla, nos separamos el grupo original, después de
la primera Carlos se viene a crear Urbana…
EC - Sí, lo tuvimos
por acá un buen tiempo como gerente general de Urbana FM cuando esa emisora
nació.
AF - Uno de los motivos
de la separación fue ese; Francisco Ferrés entró a trabajar
en la radio, la dirección de la empresa (por unas
publicaciones que había hecho Carlos que hablaban de los directores
de las empresas a las cuales Francisco y yo estábamos vinculados) nos
dice que todo bien con la fiesta pero que no podíamos seguir trabajando
con Carlos. Sumado a que él estaba trabajando para Urbana, nos separamos,
pasó un tiempo; como en todas esas separaciones bruscas quedaron algunas
cosas por el camino, que por suerte con el tiempo quedaron de lado. Ese año,
Francisco Ferrés fue el que se arriesgó porque la radio estaba
invirtiendo mucho en un cambio de programación, ese fue el mejor año
de la radio en programación, tuvimos a Jorge Esmoris, a Cecilia Baraldi,
a la gente de Daniel Supervielle (que después trabajó contigo),
una programación muy buena. Francisco dijo “yo me la juego con la
fiesta”, se armó una unipersonal y cargó con todos los riesgos;
yo le dije “Te apoyo con todo lo que tengo, vamos a laburar a la par, pero
yo no puedo poner plata”.
EC - En esa edición
se salió de las fronteras del rock.
AF
- Y saltamos a las 20.000 personas.
EC - Incluyendo entre los
“boliches”, por ejemplo, La Posta de Americando, con lo que implicaba
de incorporación de la música folclórica, el canto popular,
a la oferta de expresiones artísticas que traía “La fiesta
final”. ¿También el teatro en esa edición?
CGR - Desde la primera edición
tuvimos teatro, artistas callejeros, algunos elementos de danza y demás;
incluso integrantes de la Filarmónica, las motos también estuvieron
desde la primera edición... Después hubo más apertura a
otras manifestaciones; pero sobre todo pusimos más en traer distintos
representantes genuinos del arte de todo el país; eso fue a partir de
la segunda y sobre todo de la tercera fiesta.
EC - La tercera es como
el quiebre, es el cambio, el momento que marca incluso el crecimiento en materia
de público, ¿no?
AF – Para la tercera
directamente armamos una sociedad entre Francisco Ferrés y Alejandro
Fontaina. Directamente apostamos a traer público mayor, diferente; queríamos
hacerla desde el mediodía y poner de día espectáculos más
masivos como Jaime Roos, Ruben Rada... Nos mató un tornado que vino el
viernes y nos deshizo todo lo que teníamos armado; tuvimos que suspender
la fiesta para el domingo, pero logramos el objetivo que teníamos porque
metimos creo que alrededor de 30.000 personas, un domingo. Perdimos el público
de la noche, que obviamente un domingo no salió a bailar. Ahí
perdimos mucho espíritu, quedamos deslomados, por el piso
CGR - Y dinero también.
Muchas veces se dice “cuánto se genera…”, también
hay riesgos muy grandes, porque es un evento masivo que se hace al aire libre.
El año pasado hubo un cambio de escenario, pasamos de Punta Brava…
EC - Se van del faro de
Punta Carretas a las canteras.
AF - Exacto. El faro de
Punta Carretas es un predio espectacular, pero está muy expuesto, de
365 días hay 250 con vientos de un lado y otro, que en la rambla capaz
que no se sienten pero ahí soplan y mucho. Aparte, al no haber caminería
levantan polvo y demás. El pasaje a las canteras fue una ganancia real.
EC - Para cerrar esta introducción:
¿cómo definen hoy por a “La fiesta final. Una noche de paz”?
En pocas palabras, ¿qué es?
CGR - Es la gran fiesta
que hay en Uruguay, la gran fiesta en calidad y cantidad, donde se puede apreciar
en una misma noche lo mejor del arte, de los artistas uruguayos, no solamente
músicos sino también de otras manifestaciones, en un escenario
natural privilegiado, como las canteras, apostando a que todos los públicos
encuentren su lugar y su espacio.
EC - Además una muestra
de los “boliches” y restoranes que caracterizan a la ciudad.
AF - Sí, eso es fundamental.
Hay una selección de “boliches”, elegimos cuñales queremos
que participen, por su propuesta gastronómica, por su propuesta cultural
y por la energía que suman a este emprendimiento, sin la cual no sería
posible hacerlo.
***
EC - Cristina nos llama
por teléfono y cuenta que tiene 60 años y se moría de ganas
de ir a La fiesta final. Dice que le costó convencer a sus amigas, porque
todas le decían que eso no era “para viejos”. Finalmente una
de ellas aceptó y se fueron a la fiesta. Dice que llegaron a las siete
de la tarde y aguantaron hasta la media noche. Agrega que quedaron “copadas”,
que les encantó la tranquilidad que había y que nadie se metía
con nadie.
Ese es uno de los puntos
clave de la fiesta final. ¿Cómo se logra la convivencia pacífica
de tanta gente? Estamos hablando de 70.000 personas en esta oportunidad. Y estamos
hablando de experiencia acumulada de recitales de rock, por ejemplo, donde confluye
buena parte del público que va a “La fiesta final”, que terminan
mal, donde se generan incidentes, eventualmente hasta con la Policía,
etcétera. ¿Por qué acá eso no ocurre?
CGR - Hay varias explicaciones.
La central son tal vez las características mismas del público,
sobre todo a partir de cómo es convocado ese público: la campaña
publicitaria previa, la campaña de los valores mismos de la fiesta, lo
que se vive, lo que por experiencia acumulada año a año tanto
el público como la organización vivimos se basa en difundir esa
paz, que la gente vaya a buscar determinada armonía y a festejar en un
clima de libertad, de tolerancia y respeto hacia los demás y hacia la
diversidad que hay dentro de la fiesta. Por un lado se promueve algo que a su
vez es aceptado por el otro; pero tampoco es fruto de la casualidad, hay un
trabajo muy grande en el armado de toda la fiesta: cómo se disponen los
lugares, cómo se maneja el personal de seguridad o toda la seguridad
en general, cómo se articulan artísticamente los diferentes escenarios
y las diferentes propuestas, cómo se van alternando de modo que la gente
circule para evitar lo que muchas veces pasa en otros lugares porque la gente
está en el mismo lugar, viendo las mismas caras durante horas, y ahí
se puede generar algún problema.
EC - La circulación
es una de las claves, entonces.
CGR - Sí, sí;
pensemos que en este evento, en el cual hay involucrado un estudio arquitectónico
–el de los arquitectos Juan Galain y Coco Bacigaluz– que hace un estudio
pormenorizado de los flujos de circulación y de cómo lograr que
la gente tenga un comportamiento mucho más de feria, visitando los diferentes
lugares.
EC - 16 escenarios y 28
“boliches”.
CGR - Y muchos rincones,
a su vez, para perderse –en el buen sentido.
AF - La comparamos con la
estrategia que usan los shoppings, de puntos calientes; entonces ponés
espectáculos en una y otra punta que son llamadores, y muchos espectáculos
móviles que llevan el público y lo recambian de un lado a otro,
ya sean comparsas, grupos de música brasileña, que van llevando
y arrastrando al público. Más que nada es la gente, la que hace
que no pase nada, más allá de todo lo que hagamos, es la gente
que…
CGR - …va y comparte
realmente esos valores con los cuales es convocada.
AF - Sí, porque con
70.000 personas, si pasa algo… no hay seguridad…
EC - Ustedes hablan de los
valores, los valores en los que se insiste mucho en la promoción son:
tolerancia, respeto, amor, armonía. Me llamó la atención
el hecho de que en las camisetas de los encargados de la seguridad interna no
dijera “seguridad”, “security”, ni nada de eso; dice “tolerancia”.
Eso no es casualidad.
CGR - No; ni es casualidad
la actitud y la forma de actuar que ellos tienen, que es realmente tolerante,
marcando una presencia, pero sin intervenir. Aparte no se necesitan intervenciones
dentro del predio; lo mismo que pasa con la asistencia médica: hay una
asistencia médica muy fuerte, ahí tuvimos un aporte muy grande
de Cruz Roja. Pero pensemos también que es un evento en el que hay 70.000
personas, donde se consume mucho alcohol, donde aparentemente no hay normas,
pero es claro que cuando al público se le dan buenas condiciones artísticas,
buenas condiciones de disfrute y un clima de libertad, sabe cómo comportarse.
Ahí podemos llevarnos muy gratas sorpresas en cuanto a cómo es
el comportamiento de un grupo tan grande.
EC - Volvamos al tema seguridad.
Hay cantidad de historias que todos hemos conocido o que nos han contado de
enfrentamientos en “boliches” que tienen como culpables a los “patovicas”
o encargados de la seguridad. ¿Cómo seleccionan ustedes a la gente
que trabaja esa noche en esa tarea?
CGR - Es gente con la que
venimos trabajando desde hace mucho tiempo; hay un año entero de preparación,
ahora ya estamos arrancando con la preparación de la siguiente, dentro
de pocos días. Se hace un trabajo muy fuerte con todos los encargados
de área y demás, y específicamente en seguridad.
AF - Dos reuniones por semana,
una operativa y otra de asado.
EC - ¿De asado…?
AF - Sí, para que
realmente todo el mundo se conozca.
CGR - Más allá
de lo directamente profesional, que está en la reunión operativa
de los martes, para lograr un clima. Esa es de las cosas que más contentos
nos tienen, y pensemos que es un grupo base de 25-30 personas reuniéndose
todo el año todos los jefes de área, cosa que se va ampliando,
ampliando, hasta llegar en los últimos días a 1.500, 2.000 personas
trabajando. Pero para entonces se ha creado un clima y una energía, así
como se suma la energía de los “boliches”, como se suma la
energía de los artistas que vienen todos a ofrecer lo mejor de lo suyo
para un público muy diverso que se quieren ganar en esa noche, porque
muchos de ellos tienen la oportunidad de tocar con muy buenos elementos y frente
a un público mucho más numeroso que el habitual, la energía
de la gente que está en todos los aspectos de la producción, como
de la gente de la Comisión de Juventud, que es la coorganizadora de todo
el evento…
EC - La Comisión
de Juventud de la Intendencia Municipal de Montevideo.
CGR - …que logra un
clima de trabajo, de intercambio de información pero también de
intercambio de energía muy, muy positivo.
EC - ¿Cómo
manejan las variables alcohol y droga?, porque las dos cosas existen notoriamente
en “La fiesta final”. El alcohol porque se comercializa, los “boliches”
venden cerveza, whisky y otras bebidas alcohólicas; la droga no sé
cómo entra, pero cualquiera que circulaba el sábado pasado se
daba cuenta de que marihuana se estaba fumando, y vaya uno a saber qué
otro tipo de drogas también. ¿De qué manera se paran ustedes
frente a esos fenómenos que, entre otras cosas, pueden terminar en violencia?
CGR - Partimos de la base
de que lo que genera violencia en una cantidad de lugares, en “boliches”,
en la calle o en eventos masivos, no es la droga porque sí o el alcohol
porque sí, sino las condiciones en las cuales se encuentra la gente;
a veces hay situaciones apremiantes. Por contraposición, situaciones
de libertad real permiten que el público se cuide mucho más a
sí mismo, que asuma con responsabilidad ese cuidado, que no hay nadie
mejor que uno mismo para cuidarse y ponerse el límite en el consumo de
lo que sea. Creo que en el caso de “La fiesta final” está demostrado
que es así.
EC - ¿Cómo
está la relación con la Policía? ¿Qué es
lo que ustedes acuerdan con la Policía?
CGR - Con la Policía
y la Prefectura, que son pilares en cuanto a todo el montaje de seguridad y
circulación, seguridad en la parte externa, porque dentro de la fiesta
es todo seguridad privada, nuestra, un personal de seguridad lo más cercano
en edad al grueso de la población de la fiesta, no se acuerda nada en
cuanto a drogas o alcohol, sí que dentro de la fiesta disponemos nosotros
y damos libertad en cuanto a lo que la gente hace. Porque aparte es incontrolable:
hay determinados controles en la entrada, pero una vez que la gente pasa el
último vallado está a merced de lo que ella misma haga. Si uno
ve todos los casos de intervenciones de asistencia médica y demás,
no tuvimos nada, por quinta vez ningún incidente grave, son situaciones
mínimas.
AF - La droga está
en todos lados: en el estadio vas a cualquier tribuna, andá a la Amsterdam,
la droga pasa por todos lados. Me parece que ahí, más allá
de nosotros de que somos organizadores de un evento, va por una campaña
fuerte que tiene que ponerse las pilas el gobierno, ¿no? Droga hay en
la fiesta; este año vi muchos jóvenes –no había visto
en años anteriores– que no tienen información y se drogan,
eso es lo peor: realmente no tienen información de lo que están
tomando. Este año estuvo el grupo Cavia dentro de la fiesta, que estuvo
trabajando muchísimo con la gente de Cruz Roja.
EC - O sea que dentro de
la fiesta ustedes tienen organizaciones no gubernamentales dedicadas a la prevención
y el tratamiento de los casos de droga.
CGR - Exactamente.
CGR - De todos modos, la
gran mayoría de los casos son tratamientos por exceso de alcohol.
***
EC - Tenemos cantidad de
preguntas de la audiencia. Por ejemplo, Gabriela pregunta: “¿Qué
es lo que entienden por diversidad cultural cuando un movimiento cultural indiscutible,
como es la música tropical, no estaba representado el sábado pasado?”.
AF - Dos cosas; algunas
manifestaciones puntuales de salsa hubo, hubo algunos grupos, pero lo principal
es que los artistas básicamente están combinados con los “boliches”
y los “boliches” que participan del evento no tienen música
tropical en vivo.
EC - ¿Cuál
es la “relación contractual” entre la organización y
los “boliches”?
AF - Algo importante, que
sorprende a mucha gente, sobre todo del exterior, es que no les cobramos nada
a los “boliches” por participar. No les cobramos, no se venden los
espacios en “La fiesta final”, sino que se selecciona a los “boliches”.
EC - Los seleccionan ustedes.
|
Foto de Fabián
Mareli publicada por La
Nación. |
AF - Sí, y se les
exige determinada puesta en escena y determinada puesta artística que
alimente la propuesta de la fiesta.
EC - El requisito es en
cuanto a la presentación del local y a la oferta de artistas que va a
mostrar cada uno de esos “boliches” en su escenario.
AF - Referente a la música
tropical, “La fiesta final” está muy ligada a una radio de
rock que dejó de existir el año pasado, en la que la música
tropical no entraba ni por asomo; pero es un pendiente que tenemos, lo único
que nos ha parado es ver cuánto público puede estar en contra,
porque hay una gran pelea entre los escuchas de otros tipos de música
y los escuchas de música tropical. Estamos analizando realmente cuánto
puede llegar a afectar al producto en sí la inclusión de ese tipo
de música.
EC - Tenemos un mensaje
de Héctor, que dice que con su esposa suele salir los viernes a distintos
“boliches”, algunos de los cuales estuvieron representados el sábado
en “La fiesta final”, y opina que la organización tuvo sus
problemas, por ejemplo en cuanto a la calidad de la propuesta. Entre otras cosas
apunta a que el servicio en los “boliches” fue diferente, fue inferior
al que esos mismos “boliches” ofrecen en sus locales estables. ¿Qué
dicen ustedes sobre este punto?
CGR - Que puede tener parte
de razón; pensemos también que los “boliches” tienen
que armar toda una infraestructura y poner todo un personal que muchas veces
es más que el que tienen en sus propios locales para algo diferente,
además tienen que atender a su público de siempre –generalmente
tienen un espacio con sillas y demás– y por otro lado tienen que
tener grandes barras para atender la enorme cantidad de gente que pasa. Es posible
que en algunos casos los “boliches” no tuvieran el mismo nivel que
en su lugar.
AF – Imagínate
que si se vendía mil entradas por hora, imaginemos cuánta gente
puede llegar a pasar por una barra en 70.000 personas... Es uno atrás
del otro.
EC - ¿Ustedes entienden
que allí hay un debe, un aspecto que hay que mejorar para el futuro en
la relación con los “boliches” justamente?
AF - Sí, pienso que
sí.
EC - ¿Mayores exigencias?
AF - Sí, mayores
exigencias. Algunos realmente se esfuerzan mucho y otros no se esfuerzan nada.
EC - Hay varios mensajes
a propósito del problema del sonido, que pese a que esta vez los escenarios
se distanciaron un poco más que en años anteriores, de todos modos
se producía una mezcla de amplificaciones, y que “para escuchar
bien un determinado recital había que situarse muy cerca del escenario,
con lo cual se corrían otro tipo de riesgos, inconvenientes, porque allí
estaba el agite más pesado; en cambio si uno se alejaba terminaba disfrutando
mal de lo que en realidad quería escuchar”, dice Héctor.
CGR - Es otro de los aspectos
que claramente hay que seguir mejorando. Creo que se mejoró un montón
respecto del año pasado y ediciones anteriores en cuanto a evitar mezclas
de sonidos y demás; igualmente tiene que haber cierto grado de comprensión
de que estamos hablando de 16 escenarios simultáneos, es inevitable determinado
grado de superposición de sonidos. De todos modos es algo en lo que vamos
a seguir trabajando para tratar de mejorar.
EC - Otro aspecto que ha
dado que hablar es el recital de No te va a Gustar, que terminó siendo
multitudinario, seguramente superó lo calculado y se convirtió
en un problema; al punto de que apenas tocaron algunas de las canciones que
tenían previstas porque se produjeron aglomeraciones, la gente se vino
sobre los músicos y el público mismo estaba realmente apretado
y en riesgo. ¿No estuvo bien localizado ese espectáculo?
AF - Ahí cometimos
un error, que fue poner dos espectáculos fuertes…
CGR - Estaba Rada también.
AF - … dos espectáculos
fuertes casi al mismo tiempo en escenarios muy cercanos, entonces no logramos
que el público se dispersara; tendríamos que haberlo puesto en
la otra punta. Realmente ese fue el error nuestro, cosas que nos pasan año
a año.
CGR - Se mantuvo el resto
de los horarios y demás, estamos hablando de un pico de tensión
de unos 30 minutos, a las 11 y media de la noche, pero todo el resto de los
lugares a esa hora y el resto de las horas, incluso ahí, el flujo de
circulación actuó bien; ése fue el único momento
en que nos faltó coordinación, o habrá que cambiar el diseño.
EC - Algunas consultas van
más a detalles prácticos que pueden ser reveladores de lo compleja
que es la organización de una fiesta como ésta: ¿qué
cantidad de metros de cable hubo que tender?
AF – Miles. Miles,
miles.
EC - Claro, en las canteras
no hay enchufes.
CGR - No hay nada, no.
EC - ¿Cómo
se hace para que funcionen todos estos “boliches”, los escenarios,
las instalaciones para la televisión, para el centro de prensa? ¿Cómo
se arma?
CGR
- Pensemos que ese lugar es un páramo, es espectacular si bien el predio
de las canteras del Parque Rodó que nos da la Intendencia a través
de la coorganización con la Comisión de Juventud, es un lugar
vacío, no hay agua corriente, no hay electricidad, no hay otros servicios.
Teníamos que instalar todo, además esa noche desabastecemos Montevideo
de baños químicos, de todos los implementos necesarios para montar
esa especie de mini ciudad que armamos. Pensemos la cantidad de quilovatios
que hay que alimentar, muchos “boliches” piden 50, 75 quilovatios;
son cargas muy pesadas; más la iluminación general, más
el agua que hay que proporcionarles a todos los “boliches” por un
tema de Bromatología, más el agua y demás que hay que proporcionarles
a los baños químicos (este año se superaron los 200)...
Los metros de cable que hay que tender son miles, los del circuito de televisión
nada más son más de 2.000.
EC - ¿Ya se ha convertido
en un atractivo turístico? ¿Viene gente de afuera a participar
en “La fiesta final”?
AF - Sí; este año
con el Ministerio de Turismo empezamos algo que vamos a hacer mucho más
fuerte, que fue promocionarlo para hacer paquetes y demás. Vinieron algunos
grupos de Argentina y ha venido gente que se ha enterado del evento, de Buenos
Aires en particular. El X Moto-Fest, que fue un encuentro regional de motos
también acercó a gente del sur de Brasil y Argentina.
EC - Tengo la edición
de ayer del diario La Nación de Argentina, que incluye una
crónica a propósito de “La fiesta final”.
CGR - Hay una linda frase
al final, en la sección espectáculos. Vino mucha prensa argentina.
AF - Se transmitió
en directo para Rock and Pop; estuvo la gente de CQC, que también está
sacando algo en estos días…
EC - Aquí está:
“Montevideo disfrutó 18 horas de música. “La fiesta
final” convocó a unos 70.000 espectadores”. La nota termina
diciendo: “Están agrandados en Uruguay, y tienen con qué”.
Por último tengo
aquí un mensaje de Carlos, quien señala: “Estoy escuchando
y realmente me resulta muy interesante el proyecto; le pido a Fontaina y a García
Rubio me contacten; nuestra empresa de eventos trabaja en Brasil y nos resulta
interesante replicar esta propuesta ahí”. Efectivamente ustedes
ya han tenido algunos sondeos, algunas posibilidades de exportar la idea y la
organización.
AF - Sí, claramente.
Estuvimos negociando con gente de México del grupo CIE, que maneja toda
la parte de espectáculos musicales para gran parte de América
Latina; llegamos a firmar un preacuerdo, pero se cayó. El primer año
les dábamos la idea, íbamos a trabajar allá siete meses,
íbamos a armar en Monterrey, en Aguasteca, que es un lugar muy místico,
que tiene mucha vinculación con los indios. Cuando llegamos acá
nos mandaron un mail pidiendo una rebaja en la cantidad de gente que tenía
que viajar, que éramos 10 personas. Directamente dijimos “estamos
hablando otro idioma” y la dejamos por esa.
Pienso que, de hacerla en
otro lado, perderíamos eso de que es algo nuestro, algo de acá.
Mi idea es que realmente sea algo uruguayo –salvando las diferencias–,
como el Carnaval de Rio.
CGR - Claramente hemos desarrollado
un know-how y una experiencia que nos permiten manejarnos profesionalmente en
cualquier lado del mundo. Es un proyecto totalmente exportable, gente que ha
venido del exterior nos da muy para adelante con eso, queda sorprendida por
el nivel del trabajo y la cantidad de gente involucrada en la producción
y demás. Comparto con Alejandro (y es parte de lo que hablábamos
antes): gran parte de todo el éxito y de las claves en cuanto a que no
pase nada tiene que ver con cómo es el público uruguayo o cómo
somos los uruguayos y cómo a través de un evento que alimenta
esas virtudes se puede hacer. Capaz que en otro lado con más fragmentación
social y demás no es posible un evento de estas características.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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