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La doble competencia del 7 de diciembre
Análisis político del director de Factum, Oscar A. Bottinelli.
EN PERSPECTIVA
Viernes 28.11.03, 08.08.
EMILIANO COTELO:
El 7 de diciembre está en juego la suerte de la ley de asociación de Ancap. Pero, ¿es lo único o lo principal de esa votación?, ¿hay otras cuestiones dirimiéndose en el referéndum?
Es el tema que nos propone para su análisis de hoy el politólogo Oscar Bottinelli, director de Factum: “La doble competencia del 7 de diciembre”. Comencemos por los números más recientes de la Encuesta Nacional Factum, que corresponden…
OSCAR A. BOTTINELLI:
...a la tercera semana de noviembre; son los que ya divulgamos el sábado pasado en El Observador:
- Sí a la derogación de la ley, 45%
- No, por su mantenimiento, 27%
- Indefinidos, 28%
Es la primera vez que los indefinidos en nuestra encuesta pasan al No.
EC - O sea que no hay grandes variantes, salvo este nuevo crecimiento de los indefinidos.
OAB - Los indefinidos superan al No, un punto del No se desplazó hacia los indefinidos. Esto, dicho para dar un estado de situación.
Para entrar al tema, decíamos que hay una doble competencia hacia el 7 de diciembre; en general todo referéndum tiene una doble competencia, pero este más que ninguno. El objeto de una de las competencias es la ley de asociación de Ancap, sobre la cual ambas partes han generado muchas dudas con respecto al aspecto vital de la misma en la medida en que del lado de los defensores ha habido muchas señales de que en sí misma no resuelve todo ni es la mejor solución –otros consideran que sí– y del lado de los que quieren anularla, muchos consideran que es mala porque la aplica este gobierno o que no es mala una asociación sino esta asociación, y que más bien requiere determinado tipo de ajustes. Todo esto matiza mucho el tema en sí mismo.
Hoy es 28 de noviembre; el 28 de noviembre del año que viene es el fin del ciclo electoral, el balotaje. Es decir que estamos comenzando exactamente hoy los 12 meses de año electoral, por lo tanto un referéndum que cae en el año electoral inicia ese ciclo. Podrá haber muchas lecturas: el primer set de un partido de cuatro, un partido preliminar donde cada uno exhibe la fuerza y la calidad que tiene antes de empezar la verdadera competencia... pero se lea como se lea, sin duda es una batalla simbólica por demostrar el estado de fuerza de cada uno de los grandes bloques.
Aquí viene otro tema: el Partido Nacional (PN) hace un año, con el retiro de la coalición de gobierno, había logrado romper esa imagen de un país dividido en dos bloques, uno encabezado por el Encuentro Progresista - Frente Amplio (EP-FA) y otro que tiene como elemento central de referencia al gobierno. En todo este año había jugado con bastante éxito a un juego de que en Uruguay hay tres actores políticos de primera línea; esto lo llevó muchas veces a votar aliado con el EP-FA, por ejemplo para levantar un veto legislativo. El referéndum, como todo acto simplificatorio, que es una votación binaria, una votación para un lado o para el otro, lleva otra vez a que se cristalicen dos bloques, de un lado el EP-FA más el Nuevo Espacio (NE), y del otro, para hablar de las fuerzas parlamentarias, todo el Partido Colorado (PC), todo el PN, el Partido Independiente (PI) y, aquí, más Astori.
EC - O sea que el referéndum revive, por lo menos puntualmente, la coalición de gobierno que ya no existe.
OAB - Claro, la revive en el imaginario de la gente, lo cual desde el punto de vista del escenario en principio es una conveniencia para la izquierda, que vuelve a plantear que esto es en términos dicotómicos, binarios, en términos de uno u otro; esto y también la elección del año que viene. Este es una primera consecuencia del referéndum que se valida o no según el resultado del propio referéndum.
EC - Pero hay más.
OAB - ¿Qué otros resultados puede haber? Uno es que el Sí a la derogación gane claramente, si se deroga la ley porque pasa la mitad de los votos (diría que no la mitad de los votos válidos, como se resuelve la cuestión de la ley, sino cómo se va a desempeñar la mitad de los votantes en una elección nacional; acá no se está hablando de lo jurídico sino de lo político), si tiene un resultado así de claro la izquierda gana porque consolida esa expectativa que viene en las encuestas de intención de voto –más allá de que ha tenido oscilaciones y de que ha bajado un poquito en los últimos meses–, consolida esa imagen y es lo más favorable para que en la elección del año que viene resulte elegido Tabaré Vázquez. Lo consolida.
EC - Sí, sobre todo teniendo en cuenta que una parte de la izquierda está votando No, o sea que si el Sí pasa el 50 por ciento está claro que desde el punto de vista del EP-FA hay un resultado muy positivo.
OAB - Un resultado muy positivo con otro tema –que daría para otro análisis–, que es cómo queda la parte de la izquierda que vota a contra flecha.
EC - Sí, es bastante compleja la cuestión. Me refería nada más que al número, al hecho de pasar el 50 por ciento incluso con un sector en otra posición.
OAB - Exacto. Después qué pasa si se da al revés, es decir si la ley no se deroga y el No le gana al Sí. Hoy esta posibilidad aparece muy difícil, pero si se diera sería catastrófica para la izquierda porque querría decir que en los estados de opinión pública puede obtener una intención de voto que no se consolida en el momento de las urnas. Esto no parece tan claro, pero es la apuesta más riesgosa que hizo la izquierda al haberse puesto a promover este referéndum.
EC - Ahí sí, la actitud asumida por Asamblea Uruguay terminaría siendo un factor bastante caliente de debate después del 7 de diciembre.
OAB - Si llegara a darse eso, el juego interno de culpabilidades sería muy grande.
EC – ¿Otra hipótesis?
OAB - Otro resultado posible es que la ley no se derogue –esta hipótesis requiere un número elevado de votos en blanco–, que el Sí supere al No, pero el No más los votos en blanco superen al Sí. Lo que permitiría que la ley no se derogue sería que el No estaría reforzado y acompañado por un montón de votos en blanco, lo cual le permitiría ganar por jugar en dupla contra el Sí. De alguna manera ganan y pierden las dos partes: la ley no se deroga y ganan los que se oponen a la derogación de la ley, pero el No pierde con el Sí, es decir que los grupos políticos que respaldan al No resultan ser menos que los que respaldan al Sí. Porque una cosa es lo jurídico, la ley no se deroga, con lo cual la izquierda pierde porque no tuvo la fuerza suficiente para imponerse y ser más de la mitad de todos los que votaron válidamente, pero también pierden todos los que respaldaron al No porque sacaron menos votos que la izquierda. Ese sería el único resultado casi neutro, neutro pero diría que casi, casi pierden los dos porque ninguno gana claramente: uno pierde con el otro pero no se deroga la ley porque hay muchos votos en blanco; el otro gana pero no logra la derogación.
Estos son los tres escenarios posibles. Hay que tener en cuenta dos cosas. La primera es que no es tan fácil el análisis referido a cómo afecta a las personas, a los líderes políticos. Del lado del No ya se han visto mensajes de algunos actores que están haciendo campaña y dicen “¡Uh, si pierde el No cómo va a afectar esto a Fulano y Mengano!”, como que ya empieza un juego de algunos dirigentes de intentar despegarse del efecto del resultado, considerando que sólo va a afectar a determinados dirigentes.
No es muy fácil hacer esta lectura antes de que ocurra; pero sin duda va a tener mucho impacto sobre las internas de los partidos, aunque cuando pierden los partidos pierden todos, es muy difícil decir: “Yo estaba en el mismo bote, hice campaña por este bote, pero no tengo nada que ver con el resultado”. Pero puede haber matices, sobre todo puede haber algún resultado que no conforme a un líder político; no que sea afectado desde afuera sino que él mismo considere que está en peor posición de lo que le gustaría para definir una acción hacia el año que viene.
EC - ¿A quién estás aludiendo?
OAB - Estoy aludiendo a que después del 7 de diciembre empiezan a definirse las precandidaturas presidenciales, las posibilidades de acuerdo, los candidatos que confirman estar en carrera, los que se bajan de la carrera... Y hay un número de precandidatos demasiado grande, estamos hablando de alrededor de siete u ocho en el PN y en el PC algo bastante difuso.
Lo otro a tener presente como una especie de advertencia es lo siguiente. Cuando uno dice que hay una competencia que va más allá de la ley de asociación de Ancap, que es un reposicionamiento de los actores políticos, sobre todo de los partidos, hay que tener cuidado con dos cosas. La primera es decir que esto significa que el que gane el 7 de diciembre ya ganó el gobierno. Es una lectura demasiado simplista, porque hay un año de campaña electoral, un año en el que van a ocurrir cosas en Uruguay y además todos los actores políticos juegan, no es que ya se publicó el extracto del sorteo del 5 de Oro, no. Es que el 8 de diciembre el que gane va a estar mucho mejor situado que hoy, va a mejorar sus posibilidades, y el que pierda va a estar el 8 de diciembre mucho peor que hoy: uno va a arrancar la carrera electoral con mucha más comodidad, en la pole position, usando términos de Fórmula 1, y el otro va a arrancar mal, va a arrancar en la cola de la carrera. Cuando uno arranca delante tiene una gran ventaja sobre el que arranca detrás y hay que leerlo así, algunos creen que ya salió el 5 de Oro y únicamente queda un trámite de un año. No es así.
Tampoco el que no sea así puede llevar al otro extremo, como también se ha oído: que el resultado del referéndum no va a influir para nada en las elecciones. No, ¡cómo no va a influir el hecho de ganar! Si de alguna manera los estados de opinión que se reflejan en las encuestas van creando una cierta imagen de cómo es la carrera y beneficia a unos y otros, el hecho de que de las urnas salgan ganadores y perdedores sin ninguna duda impacta sobre el año que viene. El 8 de diciembre el que gane va a tener algunos problemas, el primero de ellos será no marearse con el resultado, no creer que ya tiene todo ganado y jugar para aprovechar ese resultado favorable. Y el bloque al que le vaya mal tendrá que examinar cuál es efectivamente esta realidad del país, cuál es su poder de convocatoria, cuáles son los costos del 7 de diciembre y hacer un reposicionamiento para la campaña electoral. Una campaña que realmente va a arrancar en abril, el 12 de abril, después de la Semana de Turismo, cuando entramos en la recta final; pero antes, en febrero o marzo vamos a tener la decantación de las precandidaturas de los partidos. El 8 de diciembre va a empezar el período de reflexión hacia estas definiciones, las precandidaturas, los alineamientos partidarios y el reposicionamiento de los actores políticos.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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