18.12.2005














“Acuerdo simbólico de paz” para Medio Oriente lanzado en Ginebra

Desde Jerusalem, Ana Jerozolimski: No sólo los sectores duros de ambos lados sino también los pacifistas todavía deben superar muchos escollos.



EN PERSPECTIVA
Miércoles 03.12.03, 08.18.


EMILIANO COTELO:
Esta semana la región de Oriente Medio se vio sorprendida por el plan de paz alternativo o acuerdo simbólico –esas son algunas de las denominaciones que ha tenido este entendimiento que protagonizaron sectores moderados de Israel y Palestina– que se dio a conocer anteayer en Ginebra.

¿Cómo repercutió en la zona? Vamos a dialogar con nuestra corresponsal en Medio Oriente, Ana Jerozolimski.

ANA JEROZOLIMSKI:
Durante demasiado tiempo, estas fueron las voces del conflicto en esta zona:

(Audio de disparos)

Choques violentos entre israelíes y palestinos. “La represión israelí es brutal”, acusan los palestinos; “Lo que hacemos es defendernos”, sostiene Israel, acosado durante la Intifada por una impresionante ola terrorista cuya característica principal fueron los atentados suicidas en medio de concentraciones civiles.

Pero al parecer la esperanza es lo último que se pierde. Esta semana fue para no pocos aquí motivo de gran esperanza por el lanzamiento de un nuevo plan de paz, esta vez en Ginebra.

El problema es que no se trata de una iniciativa oficial promovida ni respaldada por los gobiernos de ambas partes, sino de algo extraoficial logrado en casi tres años de negociaciones secretas entre dos grupos que de hecho no representan a sus autoridades.

El doctor Iesi Beilin, ex ministro de Justicia de Israel, antes en el Partido Laborista y ahora en un nuevo grupo de izquierda, jefe del grupo israelí en la iniciativa de Ginebra, explicó en un intervalo en el acto cuál es el objetivo.

(Audio en inglés de Iesi Beilin)

“Queremos simplemente demostrar que tenemos un plan y un interlocutor. Esta es hoy nuestra misión. Y agradecemos al gobierno suizo por habernos permitido llevar a cabo esta ceremonia con toda esta gente que se nos suma en nuestra plegaria y en nuestra esperanza”.

Su homólogo palestino, el ex ministro de Información Yasser Abedrabo, también se mostró convencido de que las cosas pueden y deben cambiar.

(Audio en inglés de Yasser Abedrabo)

“Si lo postergamos más, eso significaría que marchamos en camino hacia más derramamiento de sangre, más sacrificio. Por eso hagámoslo hoy, hagamos un acuerdo y comencemos hoy a implementarlo, a fin de poner fin a la violencia y al derramamiento de sangre”
.

No es casualidad que cada uno de ellos haya sentido que tiene que aclarar tanto. El gobierno israelí y el palestino rechazaron el plan. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, dio a entender que las figuras de izquierda que lo promovieron actuaron a espaldas del gobierno para derribarlo, y que de todos modos no pueden tomarse atribuciones de negociadores y de quien puede firmar un acuerdo, algo que corresponde únicamente al gobierno.

(Audio en inglés de Sharon)

Sharon considera además que el plan de Ginebra debilita la Hoja de Ruta, “un intento de tratar, sin probabilidad alguna, de provocar incomodidad, de hacer todo un espectáculo y desestabilizar el programa, el plan, que en mi opinión es el único que puede conducir a una solución, creo que es algo grave”.

Del lado palestino, el sector duro de Al Fatah y radicales de otros grupos llegaron incluso a amenazar de muerte a los miembros de la delegación palestina, que estuvieron a punto de no viajar a Ginebra. Arafat aclaró que el plan no representa ni a la Autoridad Palestina ni a la OLP, pero a último momento permitió la presencia en el acto de su asesor de Seguridad Nacional, Jiriel Rajub, quien dio un mensaje de apoyo a Ginebra.

La gran tormenta del lado palestino fue desatada por lo que es de hecho su única concesión clave en el tema de los refugiados, cuyo retorno absoluto el acuerdo ya no exige, sino que lo supedita en un número limitado a la aceptación de Israel. Pero al volver de Ginebra diversas figuras palestinas ya comenzaron a afirmar que los israelíes no los interpretaron bien y que ellos no transaron en ese tema.

A esta polémica se agregó lo que también los pacifistas israelíes que volvieron de Ginebra presentaron como un verdadero balde de agua fría. En sus discursos los israelíes destacaron la esperanza y la necesidad de abrir un futuro de paz por el sufrimiento demasiado que han sufrido ya ambos pueblos, pero los palestinos ni mencionaron los atentados contra Israel, llamaron al primer ministro Sharon de fascista y en la parte artística, en lugar cantar por la paz junto a los israelíes, como se había planeado, un coro del Club del Preso en Ramallah acusó a los israelíes de torturarlos. El ambiente realmente no parecía propio del lanzamiento de una iniciativa de paz.

“Los palestinos se han olvidado de que además de ocupación también hay terrorismo –dijo uno de los miembros de la delegación israelí–. Hablaron sólo de lo que les duele a ellos. Es una lástima, tendrían que haber entendido sin duda al menos a aquellos que vinieron a Ginebra, que de su lado hay un problema, el terrorismo, con el que tendrán que lidiar".

Lo claro es que, con o sin Ginebra, israelíes y palestinos no pueden seguir en la situación actual. El camino, evidentemente, aún es muy difícil.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

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