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LA TERCER COLUMNA BLANCA
Abreu decidido a pelear la candidatura del Partido Nacional
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Convencido de que “Uruguay necesita liderazgo político fuerte, con principios, con pragmatismo, con firmeza, pero sobre todo con prudencia”, el ex ministro de Industria y de Relaciones Exteriores Sergio Abreu se lanzó como precandidato en la interna nacionalista. Sin descartar un posible acuerdo con otros precandidatos, como Francisco Gallinal y Juan Andrés Ramírez, Abreu afirmó que si se consolida la tendencia que en algunas encuestas lo muestra tercero en esta contienda está “dispuesto a enfrentar esa responsabilidad, a liderar un grupo político”.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 07.01.04, hora 7.50.
JOSÉ IRAZÁBAL:
El Partido Nacional (PN) hace rato que está en campaña para las próximas elecciones internas. Sin embargo hace pocos días muchos de los precandidatos llegaron a un acuerdo, asumieron una especie de pacto de no agresión para los próximos meses, en esta carrera por la candidatura.
Mientras las encuestas dan en general al doctor Luis Alberto Lacalle y al senador Jorge Larrañaga en un mano a mano, algunas ya muestran como una tercera opción en intención de voto al doctor Sergio Abreu.
Justamente con Abreu vamos a conversar hoy para conocer su propuesta y saber cómo está viviendo este proceso de cara a las internas de junio próximo.
Abreu, en su alocución el pasado 2 de enero en Paysandú, en oportunidad del homenaje a Leandro Gómez, el doctor Luis Alberto Lacalle dijo que desde este mes que recién comienza y hasta el 27 de junio, día de las elecciones internas de los partidos, se ha formulado a sí mismo la promesa de no hacer uso de la palabra sin antes saludar a los candidatos, y nombraba a Cristina Maeso, Arturo Heber, Francisco Gallinal, Jorge Larrañaga y Sergio Abreu. “Ésta será la introducción de todos mis discursos”, afirmó. ¿Usted cree que este va a ser el clima de la campaña?
SERGIO ABREU:
Es una buena iniciativa, entre otras cosas… Esto no debería ser anunciado, simplemente es un etilo de buena relación que debe existir entre candidatos de cualquier partido, incluso entre candidatos de diferentes partidos. Mantener diferencias, discrepancias, no significa perder el respeto ni marcar la distancia con los demás. La unidad de un partido político debe ser compatible con la diversidad. En esa diversidad cada uno va marcando sus diferencias sin necesidad de introducirse en un camino de enfrentamientos o confrontaciones porque, como usted recordará, yo hice mención en forma muy clara a que no existe posibilidad de construir nada positivo caminando sobre el cadáver de un compañero o creando condiciones de confrontación que después hacen difícil recomponer un esquema partidario o una relación que después termina perjudicando no sólo a un partido político sino a la gestión de gobierno o a la forma en que se manifiesta un partido político.
JI - Por allí había terciado Juan Andrés Ramírez, quien decía que no entendía mucho esto de que exista un pacto de no agresión, decía que de alguna forma esto hacía referencia a lo que fue la campaña anterior. “Muy claramente quiero decir que no estoy de acuerdo; nuestros enfrentamientos no fueron gratuitos, nuestros enfrentamientos no fueron estrategias electorales, sino que nosotros peleábamos por cosas valiosas y ese era el sentido de nuestra lucha”, dijo.
SA - Es buena esta puntualización. Vuelvo a insistir: la diversidad debe mantenerse con la unidad, pero además las discrepancias que se tengan en temas de fondo, como pueden ser aspectos éticos o que hacen a las diferencias de comportamiento al encarar la relación política desde el punto de vista de la gestión de gobierno, de la honestidad personal o incluso de la honestidad intelectual, es un tema que no puede incluirse en ningún tipo de compromiso de carácter político. En ese coincido con el doctor Ramírez. Esto no significa que tengamos que estar permanentemente buscando discrepancias o confrontaciones, que no ha sido un estilo que yo tenga que señalar en nadie, simplemente creo que un pacto de esa naturaleza, que no es explícito ni de ninguna manera se convino, simplemente fue una coincidencia respecto de cómo debe manifestarse un partido político en una campaña electoral. Esto es compatible con lo que dice el doctor Ramírez, que es importante: ninguno que participe en la actividad política puede obviar y olvidar determinados temas que debe plantear si significan una desintegración ética o intelectual en la propuesta de algún candidato.
JI - En aquel momento, en 1999, estaba muy fresco todavía el tema del último gobierno nacionalista de Luis Alberto Lacalle, ese fue el centro de las divisiones internas del partido. ¿Cree que eso ya dejó de ser tema en la interna blanca?
SA - Dejó de ser tema, sin perjuicio de que las cosas de fondo que hacen a una definición política de cada candidato respecto de su propuesta, de su idea, de su conducta, tienen que estar siempre como parte de la presentación de su candidatura. Hay tiempos y momentos y hay confrontaciones que se dan con mayor o menor virulencia. Hoy le diría que un partido político, en la situación en que está el país y las dificultades que tiene la gente, que tenemos todos en nuestras familias, en nuestro sector, en todo lo que es el Uruguay social que vivimos, no tiene tiempo para confrontaciones políticas entre candidatos por temas banales o de estrategia. Le diría que es importante rescatar la confianza en la gente, que se ha perdido en función de conductas políticas que no se explican y muchas veces de desviaciones de conductas que a veces son penadas y otras no, pero que son parte de esa distancia que se está dando, que tenemos que rescatar día a día, no sólo como partido político, sino como gente que tiene la responsabilidad de conducir y de tomar decisiones sobre el destino de la ciudadanía.
JI - Antes de entrar en su propuesta primero hacia las internas, para ver a quién prefiere la gente dentro del PN, si a usted o a otro de los candidatos, hablemos de su polo. En estos últimos días se habló de la posibilidad de conformar una especie de tercer grupo después de la candidatura de Lacalle en el Herrerismo y de Larrañaga, un tercer polo que podría ser el de Reconstrucción Nacional (RN), su grupo, Correntada Wilsonista (CW) del senador Gallinal y Desafío Nacional (DN) de Juan Andrés Ramírez. ¿Es así?
SA - Sí, nosotros lo venimos planteando en conversaciones permanentes, y le diría que no sólo con gente de nuestro grupo; la actividad política es muy dinámica, hay gente del Herrerismo y otros sectores, como la propia Alianza Nacional, que conversa con nosotros para realinearse, para buscar coincidencias en los programas y en las ideas básicas de una determinada propuesta. La posibilidad de ir desarrollando este movimiento también cuenta con adhesiones de integrantes y dirigentes incluso del Partido Colorado (PC) y de la izquierda moderada que se han venido perfilando con mucha más afinidad con nosotros, porque estos temas están más allá de las fronteras partidarias. Lo que no podemos hacer es crear las condiciones para decir “acá estamos los blancos con nuestra tradición y nuestro sector”, en una visión absolutamente excluyente de lo que piensan los demás, incluso desde el punto de vista histórico.
JI - Llevándolo a los datos de la realidad electoral, ¿esto puede terminar en un mano a mano entre Larrañaga y Lacalle y el resto de los grupos sumándose a esas dos candidaturas que hoy por hoy son las que más respaldo tienen?
SA - Sí, creo que sí, pero por cómo se está perfilando el tema de las conversaciones podemos ir perfilando tres grandes columnas en este sentido. Esas tres columnas van avanzando en el tiempo, no son sólo una expresión de carácter electoral; también tenemos que ir buscando las afinidades y qué piensa cada uno. Hay diferencias muy claras en algunas propuestas de los sectores sobre cómo encarar el sector productivo nacional, los aspectos sociales, cómo participa el Estado en su rol en algunos sectores con mayor fuerza que en otros, es decir qué experiencia tiene cada uno en estos temas, cómo la vuelca, teniendo en cuenta que son tres columnas que van a ser conducidas por algunos de nosotros. Sobre todo teniendo en cuenta que un partido político se fortifica en esa diversidad pero también en una expresión clara para que sea también una portera abierta para que los que piensen en forma similar puedan incorporarse sin necesidad de estar sorteando obstáculos excluyentes.
JI - ¿Usted se ve encabezando ese tercer polo? Porque también se habla de Gallinal como una figura fuerte.
SA - Yo trabajo en política para tratar de liderar e imponer las ideas, soy un hombre firme en mis convicciones y no ando dando mucha vuelta, diciendo “aquí no quiero…”. Yo tengo un grupo político, he trabajado con él, busco entendimiento; si esta tendencia que existe en algunas encuestas nos muestra que vamos a competir, estoy dispuesto a enfrentar esa responsabilidad, a liderar un grupo político y a decir “aquí están, los que me quieran seguir, vengan aquí, aquí tienen un lugar”. A nadie le voy a preguntar de dónde viene, pero no puedo decir otra cosa que me tengo absoluta fe en lo que estoy haciendo, respeto a los compañeros y voy a hacer la cabeza de un grupo para que quien esté en condiciones de acompañarnos esté con nosotros y el que no, estará en otro grupo con mi respeto y mi consideración.
JI - Usted ha dicho: “No hay futuro cuando la promesa fácil y el juicio ligero alimentan esperanzas que no se pueden cumplir”. ¿A quién se refiere concretamente?
SA - Me refiero a las dos expresiones de la honestidad: la honestidad personal, que es un tema realmente importante en la actividad política, yo siempre digo que un país está muy mal cuando la honestidad comienza a ser una virtud, porque debe ser simplemente un valor de la sociedad toda. Y la deshonestidad intelectual, es decir prometer lo que no se puede o tener el juicio fácil respecto de las soluciones en la situación de un país comprometido como Uruguay.
JI - ¿En qué sectores de la política uruguaya lo ve?
SA - Lo veo en muchos sectores; a veces está la demagogia, que es prometer lo que no se puede, y a veces la improvisación, que es el manejo ligero o sin fundamento de los temas. Por falta de conocimiento, de experiencia o de formación simplemente se acerca a los problemas nacionales con soluciones que no están al alcance de la mano. Siempre digo –para mí es un tema importante–: el que diga que Uruguay se arregla en 15 o 20 días, o el que entienda que Uruguay sale adelante y va a ser un país próspero y desarrollado en muy poco tiempo, es un mentiroso. Y el que piensa y dice que Uruguay no tiene salida o que estamos en situación de condicionamiento por tal o cual cosa, por el modelo tal o cual, es un irresponsable. Uruguay tiene salidas en la medida en que sea bien liderado, con una visión clara de cuál es el proyecto del país, de qué manera complementar la parte productiva, sobre todo del pequeño y mediano empresario con el sector social, la emergencia social y el rol del Estado, y acuerdos políticos básicos entre los actores. Pero con la promesa fácil o la simple enunciación de las falencias de fulano, mengano o de tal partido o tal situación, no hay solución para un país que está buscando rescatar la credibilidad y la confianza.
JI - Usted utiliza en su argumento la palabra “modelo”, y la izquierda, el Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) habla del fracaso del modelo neoliberal, que está agotado; lo han dicho prácticamente todos los dirigentes y está también en los discursos del candidato, Tabaré Vázquez.
SA - Yo no creo que exista un modelo, todavía no he encontrado las características de un modelo neoliberal. Uruguay es un país mucho más estatista que liberal. El Estado tiene una presión sobre el sector productivo que cualquier pequeño o mediano empresario –no le digo el gran empresario– sabe que es inmanejable y que las tarifas públicas y la presión tributaria terminan siendo una mano en el bolsillo del que produce y trabaja. Esto no es parte de un mercado sacrosanto, simplemente es un Estado que todavía no se resigna a tener un rol diferente del que ha tenido hasta ahora. Si ese es un modelo neoliberal, le diría que estamos en una confusión conceptual tremenda.
Lo importante es terminar de ingresar en un régimen de competencia y que de alguna forma el Estado deje de ser el hermano mayor que no comprende y sigue imponiendo criterios al resto de la economía. Los otros modelos sí han fracasado, veamos cómo terminaron los modelos socialistas, porque en Uruguay nadie está diciendo que es socialista o marxista, hablan de un modelo que se supone que desapareció, pero nadie está proponiendo un modelo socialista con una visión marxista, simplemente porque es el único que realmente ha fracasado en el ámbito internacional. Veamos la experiencia de Nicaragua para darnos cuenta de cuál es el modelo alternativo que tomó una sociedad que después volvió a recuperar otro tipo de concepciones en el manejo del país; veamos lo que ha sucedido en las grandes economías socialistas con la caída del sector productivo o un avance tecnológico que quedó muy rezagado.
No es un tema de modelos fáciles sino simplemente de tener un proyecto de país ajustado a la propia realidad de Uruguay. La geografía es madre de la historia, estamos condicionados por la región y tenemos que ver cómo funcionan nuestras cadenas de producción, nuestra estructura productiva y nuestro propio Estado para definir un proyecto de país que no puede ser encasillado en una concepción de modelo.
JI - Las encuestas marcan una fuerte tendencia de la ciudadanía hoy a elegir al EP como futuro gobierno. ¿De qué habla eso? ¿De un agotamiento, de un cansancio de la gente con respecto a los partidos tradicionales? ¿Qué lectura hace usted?
SA - Hay un cansancio, no sólo con respecto a los partidos tradicionales, hay una distancia con respecto al sistema. Me pasa con mis hijos, con los amigos de mis hijos, con mis amigos; en realidad ninguno se siente muy comprometido con la actividad política y cuando tiene que hacer un juicio manifiesta una resistencia al sistema que por tanto facilita el cambio natural a decir: “Vamos a experimentar con alguno que no tuvo hasta ahora la responsabilidad”. Es un tema de una gran seriedad, estamos hablando de que quizás cambiemos la forma y el estilo de relacionamiento político del país sin conocer todavía cuál es el contenido o la propuesta. Fíjese que hasta el propio EP en su último congreso evita decir cuáles es su propuesta, su idea, cómo va a manejar el país. Entonces sucede lo que sucede en tantos países del mundo que tenemos que mirar, como el presidente de Brasil que dijo el otro día: “No he cambiado yo, son las circunstancias”. Después de llegar al gobierno siguen el mismo camino o la misma forma de aproximarse a los problemas porque la realidad es mucho más tozuda que la propia visión ideológica o la apreciación teórica. Eso va creando las condiciones para que haya una tendencia natural a un cambio en función de que el país ha vivido una de las crisis más grandes de su historia y también de un gobierno que ha mostrado –yo participé en él– una crisis de liderazgo y de relacionamiento político adecuado. Obviamente esto va transfiriéndose como una responsabilidad a quienes le dieron ciertas sustentabilidad y gobernabilidad, con un esfuerzo y un desgaste que sufrimos y vivimos con total claridad.
JI - Hablemos de qué herramientas tienen hoy los partidos tradicionales, enfoquemos directamente sus propuestas con respecto a cómo seducir a la opinión pública, que está tal vez en ese estado de ánimo que usted decía. Hablemos, por ejemplo, del peso del Estado; dentro de la agenda que usted plantea para el sistema político el plan de RN habla de despolitizar la administración pública y poner fin al clientelismo político. Se habla de la implantación de mecanismos de responsabilidad por los resultados de la gestión pública. ¿A qué se refiere concretamente?
SA - El planteo que usted hace es adecuado porque es una de las preocupaciones más fuertes que hemos tenido puntualmente. Tenemos un programa que no sólo es una visión de país, eso podemos elaborarlo entre todos y cada candidato puede hacerlo; lo importante es que la ciudadanía mire la mochila del candidato y el grupo que se presenten. Esa mochila tiene valores, conductas personales, experiencia y formación, y es mucho más importante la confianza que uno despertó desde el pasado que la credibilidad que puede proyectar hacia el futuro, pero también hay temas muy concretos que hacen a la credibilidad y la confianza de la gente. No es posible que no tengamos una ley de financiamiento de los partidos políticos, que cada uno de los partidos manifieste con transparencia cómo se financia privadamente con los aportes de sus simpatizantes o de las empresas, sin que esto sea un pecado; simplemente para evitar condicionamientos o actitudes o conductas después en el gobierno o fuera del gobierno –no sólo el que gobierna desde el punto de vista del que ganó sino desde el punto de vista legislativo o de decisiones que se toman en otros ámbitos de la administración– que terminan comprometiendo la transparencia y la honestidad de los gobernantes desde antes.
JI - ¿No podría hacerlo el propio PN? ¿Usted no ha planteado en la interna, más allá de que no hay una ley concreta, poner sobre la mesa brindar públicamente la información de quién financia, por ejemplo, al PN en las campañas electorales?
SA - Es muy importante esto del partido, pero más importante que la el partido –porque uno puede darles transparencia a las finanzas de un partido–, es la de los sectores, de las candidaturas y de los sublemas. Cuando se apuesta a una candidatura se está apostando en forma directa a Juan, Pedro y Diego, y ahí hay aportes financieros que vienen del país, de amigos, simpatizantes o incluso de partidos internacionales, que no necesariamente tienen que ser de izquierda, como se hablaba antes cuando se hacía referencia en forma hasta irónica al “oro de Moscú”. Ese tema tiene que estar como un proyecto de ley que nosotros presentamos al Directorio del partido, que se asumió por unanimidad y se encomendó al jefe de la bancada de senadores para llevar adelante. Yo hablé personalmente con el doctor Tabaré Vázquez, lo visité, estuvimos trabajando en ese tema, conversando, le pedí el respaldo de su partido para seguir adelante con esto; hablé con dirigentes del PC, con senadores del PC, entre ellos el diputado Washington Abdala, hombre que ha trabajado mucho en estos temas. Pero yo no veo voluntad política en el Parlamento, porque si la hubiera se reúne mañana, se levanta el receso, se trata un proyecto de este tipo y se aprueba.
JI - ¿Eso se puede enmarcar dentro de esa señal que usted decía que muchas veces el sistema político no le ha dado a la gente, que ha llevado a la disconformidad con los políticos en general?
SA - No tenga dudas de que éste es uno de los elementos y lamentablemente no tenemos una respuesta adecuada. Como tampoco es posible que no tomemos la misma incompatibilidad que hoy existe para un director del Banco de Previsión Social de ser candidato para el resto de los entes autónomos y servicios descentralizados. No podemos poner que el Estado que le saca el dinero a la gente con tarifas, con precios, con todo lo que tiene que pagar todo uruguayo, que no tengamos garantías para que no sea utilizado en forma electoral por quienes al frente de estos entes estén viendo la forma de ser electos diputados, senadores o predominar en las elecciones, ya sea departamentales o a nivel nacional.
JI - Hablábamos, dentro de la propuesta de RN, del tema del clientelismo político, que tantas veces se pone sobre la mesa; muchas veces los candidatos suelen poner esto como algo que está distante a ellos, como que no participaran del propio sistema, porque a esos empleados públicos que entran por clientelismo político o a dedo, para decirlo a lo criollo, los ponen los propios políticos.
SA - Sí, sí. Ya no existe más eso porque el Estado está fundido y es muy difícil ingresar, aunque todavía algunos hacen alguna manganeta para poder ingresar a alguno, cumplir con alguno, que tampoco es una garantía de que lo terminen votando porque también el ciudadano tiene independencia de criterio como para decir “me hicieron un favor, pero no lo tengo que pagar con un voto sino simplemente me dieron lo que me deberían dar todos los gobernantes que es la capacidad de trabajar”. Ese clientelismo está ahora mirado en otras expresiones, está orientado en lo que me usted me dice por el tema del corporativismo. Hoy es mucho más fácil tomar en cuenta las preocupaciones de algunos sectores o de algún grupo de gente o de algún sindicato o de representantes de algunos votos, de algún sector de la sociedad y caer bien, simpático con ellos, legislando en forma rápida sobre sus temas, que estar viendo el interés nacional y limitar ese tipo de planteos con la responsabilidad y viendo más allá de una elección o de un rédito directo. Esto también para la pregunta que me hizo al principio sobre la responsabilidad. Si yo tengo un almacén, un negocio o lo que fuere, y trabajo como puedo y me va mal, me rematan hasta la caja registradora. Pero lo que tenemos que buscar también es que los que son responsables del funcionamiento de las empresas públicas y de algunas definiciones importantes, sean también responsables civil y económicamente de los desastres que puedan hacer en la gestión.
JI - ¿Habla de legislación sobre el tema?
SA - Tengo incluso la ley. Uruguay está permitiendo legislativamente que se pueda ejercer esa responsabilidad. Creo que hay que llevar un proyecto concreto sobre este tema en el que la responsabilidad civil de los gobernantes esté claramente delimitada para que sea también una advertencia para que cuando se toma una determinada responsabilidad se sepa a qué hay que atenerse. Si no, mire lo que sucede ahora: pasan de un ente autónomo a otro con una distancia enorme en materia de competencia. Asistimos a todos los compromisos políticos y hay una nueva versión en la política nacional que es el todólogo, que sabe todo y que puede ocupar cualquier cargo simplemente porque tiene la cercanía o el mercado electoral cautivo para determinado posicionamiento.
JI - El presidente Jorge Batlle en su campaña electoral en 1999 habló de este tema y dijo que iba a poner técnicos para encabezar los organismos.
SA - Eso no sucedió, más allá de que pueda haber sido una buena intención, yo he estado muy cerca del presidente siendo ministro y en realidad ha faltado liderazgo muy fuerte para esas cosas. Tenemos 1.000 ejemplos. No pienso decir los nombres porque terminamos después de alguna forma manoseando a las personas, pero sabemos muy bien que en algunos los entes autónomos -otros que en este momento hasta se han ido los directores porque que van a ser candidatos- se han manejado con un criterio absolutamente político partidario. Le digo más: con una visión muy limitada respecto de sus intereses puntuales en los departamentos de los que venían. Tenemos que hacer un esfuerzo de este tipo y no estoy hablando de técnicos, porque los técnicos a veces no tienen la capacidad de analizar con rostro humano las decisiones políticas. Estoy hablando de gente idónea, una palabra muy sencilla, que tenga una visión política pero también una visión adecuada y control suficiente de los dirigentes y de los gobernantes para que se alineen a un determinado liderazgo y no sean autarquías como sucede en muchos entes autónomos, como sucedió en UTE o en Ancap donde puede más la visión de los entes que la propia visión del gobierno.
JI - No me quería ir del tema de lo que ha sido este gobierno de Jorge Batlle; ¿cómo lo definiría?
SA - Como un gobierno que atravesó uno de los peores momentos que la región ha vivido, un gobierno que trató de buscar determinados entendimientos y que no lideró adecuadamente la forma de actuar en política, que fue errático o muy imprudente en muchos aspectos. Un liderazgo político es muy importante, no sólo se necesita un jefe de Estado preparado e inteligente, como es el caso del señor presidente de la República, sino también un jefe de gobierno que administre con prudencia su liderazgo, que pueda buscar los entendimientos adecuados, que tenga un partido político propio al que le pueda ir incorporando decisiones y armonizar las discrepancias, pero que también tienda la mano y busque entendimiento con el resto de la sociedad. Acá falló ese proyecto, que se fragilizó entre otras cosas porque Uruguay frente a esa crisis no reaccionó como debió. No debió en 1999 con la devaluación brasileña, donde se nos cayó toda la estructura productiva y todo un mercado que teníamos relacionado con Brasil; no reaccionó a partir de 2000 y cada vez que miramos o emitimos una señal fue un poco contradictoria respecto de lo que queremos. Eso ha facilitado inclusive una oposición fácil, que nunca ha contribuido con nada positivo, la verdad es que más allá de las discrepancias naturales que se pueden tener en una democracia también es cierto que Uruguay se ha dividido en dos países que simplemente están mirando la campaña electoral y no están mirando cómo nos ponemos de acuerdo para solucionar algunos temas.
En eso falló el gobierno, ésa es mi visión, creo que hicimos un esfuerzo, ha tenido algún tipo de acierto también. Este año va a ser diferente en la economía y algunas señales también se van a ver, pero todas miradas desde el punto de vista del clima, de los precios internacionales, del crecimiento de las economías regionales y desarrolladas, pero Uruguay necesita liderazgo político fuerte, con principios, con pragmatismo, con firmeza, pero sobre todo con prudencia.
JI - La idea hoy es acercarnos a su propuesta como precandidato presidencial del PN, y no me gustaría terminar la entrevista sin poder hablar del proyecto de país que usted tiene desde el punto de vista de la producción, de la generación de empleo, que debe ser hoy el tema que más preocupa a todos los uruguayos.
SA - Es tan sencillo y tan complicado el tema: un país sin inversión no camina. Uno podrá decir soy de izquierda, de derecha, del centro, pero si no hay inversión no hay posibilidades de que el país pueda tener empleo y comercio. Esa inversión se hace en sectores productivos.
JI - ¿Quién tiene que hacer la inversión?
SA - Hoy el ahorro nacional es muy limitado, entre otras cosas hay distintos recursos, como el caso de las AFAP, que yo tengo y advierto que hay que manejar con mucha prudencia porque no son recursos del gobierno sino de la gente, pero si no son inversión extranjera, inversión directa extranjera que se va proyectando en un país que sepa adónde va. No toda la inversión extranjera es adecuada y hay sacudones importantes en las economías de los países como consecuencia de las inversiones. Es lo que está pasando con Parmalat hoy, una empresa que factura en Uruguay 35-40 millones de dólares anuales y que tiene vinculada una cantidad de productores rurales, unos 240 productores rurales a 2.300 litros por día y que hoy se ven afectados por una crisis internacional. Tenemos que tener un gobierno que se oriente hacia la inversión.
JI - Parmalat está en 40 países…
SA - Por eso le digo, significa que hay un riesgo también en la inversión por la globalización y que se necesita un gobierno que tenga orientaciones concretas. Yo no creo en el mercado sacrosanto, creo en el Estado orientador, regulador y garante desde el punto de vista social. Orientador quiere decir que si estoy orientado para el turismo vamos a buscar los mecanismos y los incentivos, si estoy buscando que el sector textil, o el sector lácteo, o el sector agrícola o que el pequeño y mediano empresario uruguayo se defienda, tengo que tener políticas activas. Esa es mi preocupación y eso es lo que desarrollamos desde el Ministerio de Industrias, incluso desde la propia cancillería, para que la estructura y el tejido social del país, que es el pequeño y mediano empresario, se defienda y pueda justificar una vida más o menos armónica en un país de 3,5 millones de habitantes. Pero no hay que mirar las cosas como que se van a dar una vez que alguien tenga la mano generosa. Hay que fomentar la inversión, que es la única forma de que Uruguay pueda caminar. Hemos limitado la inversión pública por el déficit fiscal y la inversión en infraestructura con todas las dificultades. El Uruguay de izquierda o de derecha, si las inversiones no están no produce; si no produce no comercia, si no comercia no hay actividad y si no hay actividad no hay empleo.
JI - ¿Qué pasa con la emergencia social, con la gente que se cayó del sistema en medio de toda esta crisis de cuatro o cinco años prácticamente sin crecimiento?
SA - Esa no puede esperar que la economía crezca para que tenga un efecto redistributivo, esto está claro, tenemos que ir también con políticas definidas. Usted ve la salud pública en Uruguay, es uno de los países que tiene (destinado a ese sector) el porcentaje de producto bruto más alto de la región y sin embargo se nos están yendo 8 o 9.000 personas todos los meses del mutualismo para incorporarse a la salud pública con las carencias que tiene. Acá hay una mala gestión social, pero tenemos que atender al carenciado inmediatamente, al sistema de los chicos que están en la calle, buscar recursos sin esperar que la economía crezca porque es un tema de una marginalidad…
JI - Muchas veces el planteo desde el gobierno es: no existen recursos.
SA - No sólo no existen, se gestionan mal. Y se gestionan mal, entre otras cosas, porque nombramos al amigo que no salió diputado. Creo que tenemos que empezar por esos temas, una gestión que tenga además un liderazgo fuerte.
JI - ¿Usted cree que hay ineficiencia en el manejo de los recursos que hay para atender la trama social?
SA - Le doy un ejemplo: hay 2.000 inmuebles improductivos en el país; cualquier escucha puede ir a la página web y los identifica. Y esos 2.000 inmuebles improductivos no van a ser objeto de plebiscito ni de referéndum porque todos están de acuerdo en que son improductivos. Sin embargo no se ha vendido ninguno y hay una lentitud exasperante en estas cosas y los mecanismos que deberían buscarse son para paliar por ejemplo la situación de niños en las calles o familias. Tenemos qu atacar estos temas ya porque el tema social de Uruguay no admite la vergüenza de un país que se entendió que era la Suiza de América y que tenemos generaciones que ya están creciendo en la marginalidad, y en un continente como América Latina donde el 44-45 por ciento de la población está debajo del límite de pobreza, con una brecha social insostenible. Uruguay con los recursos que tiene no se puede dar el lujo de participar en esta tendencia hacia el fracaso social.
JI - No quería desaprovechar su particularidad de haber sido ministro de Relaciones Exteriores: la región ha cambiado en los últimos tiempos, han cambiado los gobiernos, se ha hecho una cumbre de presidentes aquí en Uruguay, pero con características muy particulares, donde se generó un malestar desde el gobierno porque prácticamente el interés de la agenda del presidente de Brasil y del presidente de Argentina esta vez no estuvo en la casa de gobierno sino en la Intendencia Municipal. ¿Cómo analiza esto, esta situación regional?
SA - Uruguay es un país pequeño, está en una región muy dinámica, con dos grandes socios, como digo generalmente, que de tanto que nos quieren cada vez que nos abrazan nos ponen al borde del paro respiratorio. Por tanto Uruguay necesita ser bien dirigido y bien liderado, necesita principios en el ámbito del derecho internacional, que son no intervención, autodeterminación y solución pacifica de las controversias. Necesita firmeza, un liderazgo donde ninguno de los países, por más grande que fuere, nos pueda imponer condiciones que terminen comprometiendo nuestra dignidad personal. Pero también necesita prudencia. Firmeza y prudencia son absolutamente compatibles. Y esa prudencia significa que Uruguay sepa adónde va y que pueda decir las cosas que a mí como ciudadano me han molestado, más allá de las discrepancias que puedo tener con el gobierno y la forma en que se maneja.
A mí no me gusta que ningún gobernante, y menos nuestros vecinos, nos digan qué es lo que tenemos que hacer, nos digan qué gobierno prefieren o simplemente que no están de acuerdo con como se maneja la interna de un país. Me parece un acto de injerencia inaceptable, en este tema como en tantos otros. Tenemos que administrar estas cosas, pero eso es la señal de un gobierno. Yo he tenido experiencias de este tipo, conozco mucho a los gobernantes, soy amigo personal del que ha sido presidente de Brasil, con el cual he trabajado mucho tiempo, conozco distintos actores y nadie se va a sentir agraviado si Uruguay les dice “señores, hasta aquí llegaron ustedes y no nos planteen familias ideológicas porque los gobiernos de la región no acumulan por sublema, cada ciudadano, cada uruguayo es autónomo y tiene que elegir su destino y no hay nadie que tenga que sustituir a Uruguay en lo que tiene que ir y a quién tiene que saludar y a quién tiene que gobernar”.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
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