18.12.2005














La situación de los lecheros ante la crisis de Parmalat

Entrevista con Conrado Ferber, presidente de la Cámara Uruguaya de Productores de Leche y productor remitente a Parmalat.

EN PERSPECTIVA
Lunes 12.01.04 - Hora 8.10.

JOSÉ IRAZÁBAL:
La maniobra financiera por miles de millones de dólares que tiene en jaque a los principales ejecutivos de la multinacional italiana salpica a la lechería uruguaya. La filial de la empresa se ve afectada en el cumplimiento de sus obligaciones a pesar del esfuerzo de sus autoridades por mantener las cuentas en orden.

Quizás los principales perjudicados hoy, más allá de los trabajadores, que también deben tener la incertidumbre y el nerviosismo por lo que se está viviendo a nivel internacional, son los propios productores lecheros, unos 250 remitentes, que están viendo qué puede suceder con esta situación.

Vamos a conocer los efectos a nivel local en diálogo con Conrado Ferber, presidente de la Cámara Uruguaya de Productores de Leche y productor remitente a Parmalat.

Ferber, ¿cuál es su primera impresión de lo que está sucediendo en la empresa Parmalat, de su filial aquí en Uruguay?

CONRADO FERBER:
Primero vamos a dividir en dos el problema: una parte es lo internacional, que realmente es una hecatombe, un desastre, una cosa nunca vista. Pero por ahora aquí en Montevideo, en Uruguay, la cosa viene muchísimo más tranquila. Hemos tenido algunos inconvenientes, que no son nuevos, se vienen arrastrando de tiempo atrás y son puntuales. En este momento los productores se encuentran al día, hoy hay vencimientos, o sea que empezamos nuevamente el repechaje de esta quincena, pero hasta la fecha se ha venido cobrando, con gran dificultad, con gran esfuerzo –supongo– por parte de la empresa, pero la situación todavía no ha llegado a mayores.

La situación general es muy difícil, suponemos que con el tiempo aquí también irá tomando otro cariz, se venderá la planta, no se sabe, nadie puede saberlo. No se sabe cuál va a ser la política que va a seguir la empresa. Lo real para nosotros es que tenemos necesidad de atender la boca de salida, no queremos caer nuevamente en la esclavitud que nos traería volver al monopolio de una sola firma, el monopolio que vivimos durante tiempo de Conaprole. Por lo tanto la idea es que a medida que se vaya decantando la situación vayamos viendo cómo avanzamos, cómo sigue funcionando esta planta. Sin leche no hay industria, sin los productores la planta son fierros, es relativísimo. Es una cuenca muy buena, somos un grupo de productores que trabajamos muy unidos, estamos cada día más unidos, funcionando bien.

JI - ¿De qué zona del país son?

CF - De todo el país; en la zona de Nueva Helvecia hay un lote grande de productores chicos y después hay productores de todos lados, generalmente grandes productores. Estamos encarando el problema dentro de nuestras posibilidades. No le pedimos ayuda a nadie, pero pensamos que si esto se precipita sería lógico que se elimine el problema de la pasteurización de la leche que va a Argentina, que no tiene ninguna razón de ser porque la empresa argentina que compra no la necesita; lo exige la Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria).

JI - Explíquenos cómo es el problema.

CF - Cuando empezó a salir la leche este invierno –algo inédito y que nos significó a los productores un adelanto enorme en los precios, veníamos en una situación sumamente difícil, tanto que llegamos a un 32 por ciento de aumento de Conaprole en la leche industria al 1º de setiembre– le solicitamos a nuestra autoridad sanitaria permiso para poder salir desde los tambos al exterior. Ellos trasladaron el problema al Senasa, que es la autoridad sanitaria argentina. Se le dijo que nosotros queríamos sacar la leche directamente desde los establecimientos y se les adelantó que si alguna vez hipotéticamente venía leche de Argentina se iba a pedir que fuera pasteurizada; por lo tanto de allá contestaron: “Nosotros también”. La realidad es que tenemos una pasteurización totalmente innecesaria, quienes la compran no la quieren, que le significa al productor casi un centavo en el precio de la leche y evidentemente forma un cuello de botella. La realidad es que tenemos que esperar que decanten las situaciones; no vemos como un ideal que la leche salga toda al exterior, mucho menos sin procesar, pero no queremos bajo ningún concepto volver a quedar en manos de una sola empresa.

JI - Usted se refiere a alternativas a la venta a Parmalat.

CF - Esta situación puede desembocar de cualquier forma, de eso no hay ninguna duda. Por ahora somos firmes partidarios de darle a la empresa toda la chance en tanto no se agrave nuestra situación, o sea que no haya más plazo del que ya estamos dando. Ese es otro tema a estudiar, porque nosotros terminamos financiando la materia prima que les vendemos para que ellos procesen y manden al exterior; cobramos a los 60 días y somos el eslabón más débil. En la industria frigorífica en los años 1980-1985 y hasta hace relativamente poco tiempo era habitual vender con plazo; de ahí venían los viejos bolsones que siempre existieron y todo el problema de la 402 del Banco República, cosas muy viejas. Todo eso ha ido teniendo un cambio, hay gente que vende a plazos y gente que vende al contado. Tenemos que entrar a ver de qué forma el productor puede empezar a colocar su leche con un plazo sensiblemente menor. En ese sentido hay que reconocerle a Conaprole que siempre ha sido seria en sus pagos y ha funcionado correctamente, pero tenemos que aventurarnos en defensa nuestra y de todos los productores, porque al defendernos nosotros, nuestro precio, estamos defendiendo a todos los demás.

JI - ¿Cómo están los precios de Conaprole y Parmalat?

CF - Parmalat está por encima de Conaprole, siempre ha sido así; también hay un problema de recolección –en aras de decir las cosas justamente–, nosotros somos en general los productores que tenemos mayores volúmenes de leche, lo cual abarata costos en el funcionamiento de la empresa. Pero la realidad es que hay un precio muy por arriba del de Conaprole, que hasta la fecha se mantiene puntual, sin problemas; en algunos casos ha habido algún problema con el último aumento, pero en general sigue siendo un precio muy por arriba del de Conaprole. Estamos chocando aquí con el productor tradicional de Conaprole, que cree a ultranza que la empresa le pertenece, que funciona de esa manera y que haga lo que haga siempre va a estar bien. Y no es así, la prueba está en que decían que Conaprole pagaba el máximo siempre, pero apareció un 32 por ciento el 1º de setiembre, en primavera, cuando bajan los precios, cuando normalmente con una suerte enorme se mantenían. Un 32 por ciento es mucha plata; lo recibieron todos los productores del país, no sólo los de Parmalat ni únicamente los que exportaban. Es un beneficio claro y directo de la competencia.

JI - Estamos hablando de un sector que además está en un momento muy particular de despegue, sobre todo de precios externos y de mayor producción, ¿no?

CF - Este 2004 pintaba excelente; esto es un tropiezo. Pero acá hay ánimo, los productores de alguna manera vamos a salir adelante. No le pedimos ayuda a nadie, no le estamos pidiendo a nadie que nos reciba la leche, ni cosas por el estilo. Hay un complejo del hijo pródigo de la parábola: nadie quiere de ninguna manera que los que se fueron vuelvan; pero tampoco nadie quiere volver. Si es posible vamos a tratar de arreglarnos por la nuestra, no le pedimos ayuda a nadie, pero pretendemos sacar las trabas innecesarias, como la pasteurización en la frontera, que es una traba de la industria para frenar la salida del productor. Esto se va a decantar, a la larga la empresa va a seguir andando, como Parmalat, como quien la compre o como una sociedad nueva que formen los productores.

JI - Los representantes de la empresa en Uruguay han sido muy frontales al plantear el problema, han utilizado términos muy gráficos, uno de ellos decía: “Tendríamos que agarrar del pescuezo a quienes hicieron los desfalcos en Italia”. La intención de los empresarios de Parmalat en Uruguay es seguir adelante; temen no tener respaldo a la hora de conseguir créditos de los bancos.

CF - ¿Qué pasó en Italia? No sabemos si la gente de acá sabía o no lo que pasaba en Italia, no tenemos idea. Los bancos tendrán que ver si les conviene o no seguir, si las casas matrices están en ánimo de seguir negociando esto en Italia y hacer un bolsón con todo o no. De todo eso no tenemos idea, lo que tenemos que ver claramente es: primero no podemos de ninguna manera permitir que se aumente el plazo de lo que venimos cobrando, eso es seguro, porque más vale perder que más perder, lo tenemos muy claro; aparte de eso, no estamos pidiéndole a Conaprole ni a nadie que venga a salvarnos. El otro día en un programa radial un conocido dirigente rural hablaba de una forma que… Le digo la verdad, duele que una persona que ve a otra pasar una situación difícil y que no le está pidiendo nada, la señale y le ponga el dedo en el ojo. Eso nos parece indebido, no corresponde.

Con toda franqueza, vamos a solucionar el problema de alguna forma. Hasta aquí venimos andando bien, no hay atrasos, hoy recién empieza una quincena nueva, venimos en una conversación fluida con los dirigentes de Parmalat Uruguay SA y vamos a tratar de seguir en eso, de poner sentido común, de poner la fuerza necesaria. Creo que vamos a salir adelante, soy un individuo especialmente animoso en general, pero creo que hay que capitalizar los momentos difíciles para tratar de sacar cosas a favor.

JI - Si se cierra esa posibilidad de Parmalat, cosa que al menos a corto plazo no está planteada en Uruguay, por los volúmenes que producen deberían apelar directamente a la venta a Conaprole.

CF - O a salir al exterior, como le decía. A salir al exterior o a buscar alguna solución en plaza de algún otro tipo. En la lechería hay una cantidad de cosas que si las empuja un poquito se caen en mil pedazos; por ejemplo la 15.640 y la prohibición de los 100 mil litros.

JI - ¿Qué es eso concretamente?

CF - Es la ley que rige la lechería, que es una defensa acérrima de la industria local. Todas las ciudades del interior están tomando leche en malas condiciones o condiciones regulares porque se compra leche carrera, leche clandestina, que existe porque hay una prohibición de poner plantas pequeñas en el interior. Una vez roto el monopolio de Conaprole en 1980 las plantas entraron en la ley de 1984, la 15.640, que prohibió la posibilidad de poner nuevas plantas de menos de 100.000 litros, aunque la mayoría de ellas no llega a esa cifra. Eso es un coto de caza especial para los productores. Aquí está dañado, primero y antes que nada, el consumo, porque está tomando una leche que no es correcta; están dañados los productores, sobre todo los chicos de los aledaños de las ciudades del interior, que podrían estar haciendo nuevos agrupamientos, cooperativas, promoverse, funcionar de otra forma, comprar en conjunto, pero se les niega. Los políticos están haciendo un papelón porque las intendencias del interior son las que controlan, por la ley 15.640, el tema de la leche carrera o clandestina, pero como es un problema social miran para otro lado. Por lo tanto toda la situación es un desastre.

La única que se beneficia con esta situación es la industria, que está cobrando un porcentaje importantísimo sobre lo que le paga al productor, la leche cuota. Le hago un número rápido: si usted está pagando 8,70 la leche, el productor está cobrando en el eje de 4 pesos; si a eso le suma el FFAL, son 4,80; 1 centavo por pasteurizarla y recolectarla, se le va a 5,30; a esa cifra tiene que restarle la grasa que se peina de la leche que se le vende a la población, que se vende a 2,60, diferencia que también embolsa la industria; estamos hablando de que está a 4,80. A 8,70; queda ensachetarla, lo que no creo que tenga un gran costo, y la distribución; el resto es ganancia.

Entonces, ¿por qué no podemos funcionar con libertad? ¿Por qué tenemos que funcionar corriendo carreras de embolsados? ¿Por qué tenemos que tener regulaciones totalmente absurdas? Hay que tratar de capitalizar toda esta situación que se está creando para tratar de lograr los cambios necesarios. Cuando la industria exportó tuvo reintegros, devolución de impuestos, le permitieron sacar la leche sin pasteurizar, con la teoría de que era para los productores y que la industria los representaba, que era lo mismo. Nunca vimos eso. Se supone que está en el precio que se nos puso por el producto, pero nunca lo vimos. Pero cuando van a salir los productores, que es a quienes genuinamente les correspondería esa devolución, la misma se retira, se suspende, hoy todavía continúa suspendida. El gobierno la suspende ¿en aras de qué? De apoyar a la industria. La realidad es que precisamos libertad, pero libertad en serio, no títulos, no rótulos; la libertad que nace de la persona de poder trabajar, de poder actuar con el único freno, el único respeto de la libertad del otro, el límite tiene que ser la libertad de la otra persona, pero no esa necesidad imperiosa que tiene la industria de que funcionemos como una carrera de embolsados.

------------------
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe

recomendar esta nota




En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved