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Medio Oriente: primer atentado suicida de una mujer del Hamas
Cinco muertos. Cuatro israelíes y una militante suicida del Hamas. La organización que hasta ahora no utilizaba mujeres en estos ataques lo hizo por primera vez como forma de burlar los estrictos controles impuestos por Israel. Tras la calma de los primeros días de 2004... nuevamente la tormenta. Contacto con Ana Jerozolimski, corresponsal en Israel.
EN PERSPECTIVA
Jueves 15.01.04 - Hora 8.43
JOSÉ IRAZÁBAL:
En Oriente Medio, un atentado realizado por la primera mujer suicida de Hamas mató a cuatro israelíes. Se trata de una mujer de 22 años, madre de dos hijos, que dijo: "Cometo este atentado con nuestros hermanos de las brigadas de Mártires de Alaksa para vengarme de los enemigos de la humanidad que siembran la destrucción en Rafá, Nablusa y el resto de los territorios". Informes de prensa destacan que la organización terrorista utilizó una mujer para burlar los estrictos controles que realiza le gobierno de Israel en la zona.
Vamos a recibir el informe de Ana Jerozolimski para saber cómo repercutió este atentado.
ANA JEROZOLIMSKI:
Volvemos a comunicarnos tan sólo unos días después de nuestro contacto anterior, esta vez porque está claro que esa relativa calma, muy relativa, que parecía envolvernos en los últimos tiempos, era sólo el silencio previo a la tormenta.
Ayer por primera vez la terrorista suicida responsable de la explosión en la que murieron cuatro israelíes, tres soldados y un civil, y otros 10 resultaron heridos, era una madre de dos hijos, de tres y un año. Mariam Zalaj Arrishi, de 21 años, que soñaba con ser en la terminología musulmana, de la que ya hablamos, "mártir". En otras palabras: soñaba con cometer un atentado suicida.
"Cuánto soñé cometer un operativo suicida dentro de Israel, pero no lo logré. Cuánto soñé entregar mi alma a Alá, ansiaba ser la primera chica que cometa una acción suicida". Ese fue el mensaje que dejó grabado Zalaj Arrishi antes de cometer el atentado.
Así se convirtió ayer en la primera suicida enviada por Hamas, en un atentado que de hecho fue obra conjunta de esta organización integrista y de Al Fatah, tal cual lo anunciara sonriente Hajmed Iezin, jefe de Hamas:
"Hoy los batallones Mártires de Alaksa que representan a Al Fatah cooperaron con nosotros en un operativo cualitativo, en el cual participó por primera vez una mujer de los batallones Isadin Alkazan", dijo Iezin, en referencia al brazo armado de Hamas.
Recordemos que hasta ahora el propio Iezin se oponía a que mujeres fueran suicidas en atentados contra Israel, aunque ya había hecho uso de ellas en diferentes roles, camino a ataques, incluso contra civiles. Mariam fue la primera de Hamas, pero no la primera suicida mujer que logra estallar en medio de civiles; otras seis ya lo hicieron, miembros de Al Fatah, del Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Jijad Islámico. La primera, hace dos años exactamente, Uafa Idri, de Fatah, detonó la carga que llevaba consigo en la calle Iafo, en el centro de Jerusalén, y mató a un hombre de 80 años, dejando a varios más heridos; la última hasta ayer, hace tres meses, Dadi Yaradad, del Jijad Islámico, una abogada palestina que voló en el restaurante Maxim, de Haifa, matando a 21 civiles, entre ellos cuatro niños y bebés. Otras 24 mujeres palestinas que intentaron cometer atentados suicidas y fueron detenidas antes de lograrlo están hoy presas en Israel.
No hay duda alguna ya de que los atentados cobran víctimas entre los israelíes, pero también perjudican a los propios palestinos. Nada les ha hecho más daño que los atentados suicidas, que son discutidos hoy por la propia sociedad palestina, aunque aún gozan de bastante porcentaje de apoyo.
Está claro que lo sucedido ayer, presentado por Hamas como lucha legítima contra la política israelí y la ocupación, afecta también a los palestinos. En opinión del brigadier general Gadi Jadmi, jefe de las fuerzas israelíes en la zona, haber elegido como escenario del atentado la zona del puesto de Eretz por la que pasan diariamente obreros palestinos a Israel no es casual.
"Aprovechan para mal la voluntad del Estado de Israel de hacer posible que los palestinos trabajen, ganen su dinero y se mantengan dignamente", dijo el militar. Demás está decir que los propios obreros que tienen permiso para entrar a Israel también tienen críticas a la política israelí y quisieran ver a Israel muy lejos de Gaza.
Pero tienen críticas también para aquellos de sus connacionales que cometen atentados y alteran así su vida diaria. Lo sentimos claramente en nuestra última visita a la zona de Eretz, entre Gaza e Israel, precisamente donde ayer fue el atentado, un puesto fronterizo que de hecho sirve a los palestinos que quieren salir a trabajar. Allí funcionan -fue muy interesante verlas- decenas de fábricas y compañías tanto palestinas como israelíes y hasta de propiedad conjunta, en las que los obreros son palestinos, los afortunados que tienen cómo ganarse la vida. Allí conversamos, entre otros, con Hasan Abu Mariam, del campamento de refugiados de Ubalia, quien nos dijo en perfecto hebreo: "Toda la gente de Gaza, todo el pueblo palestino quiere la paz por la vía correcta: sin líos, sin que el ejército israelí entre, que cada uno pueda decir lo que quiera".
"Sin líos", dije Hasan, y suponemos que se refiere a la Intifada. La Intifada no ha ayudado a los palestinos; le preguntamos e insistimos para no arriesgarnos a tergiversar su mensaje:
"Nadie ayudó a nadie, bajo ningún concepto, la Intifada no ayudó a los palestinos. No los ayudó", nos dijo Hasan. Lo mismo piensa Suel Dawashef, de 42 años, de la ciudad de Gaza, padre de seis hijos, que nos contó que hubo días de cierre en los que Israel no dejaba entrar a nadie a trabajar, generalmente después de atentados, en los que no todos sus pequeños tenían qué comer. "La Intifada a dañado a los dos lados", dijo, tanto a israelíes como a palestinos. "¿También los palestinos se han equivocado?", le preguntamos a Suel.
"Somos humanos y nos equivocamos, pero hay que aprender de los errores que cometimos. La violencia conduce a la violencia del otro lado, hay que hablar, sentarse y ver qué dice cada uno, hay que hacer concesiones junto a la mesa, no por la fuerza sino pensando". Preguntamos si eso es lo que piensa también el hombre de la calle, ¿qué dice el palestino promedio sobre lo que está pasando?
"Nos cansamos, estamos cansados. ¿De qué vale la Intifada si no hay dinero y no hay qué comer?", repreguntó.
El atentado de ayer volvió a mostrar que las víctimas del terrorismo no son sólo las alcanzadas por las bombas, sino también los ciudadanos palestinos. Los casi 3.700 obreros que habían logrado pasar a la zona industrial de Eretz, tuvieron que volver a Gaza. Israel impuso nuevamente un cierre de la franja de Gaza, aunque únicamente por un día, al parecer algo intermedio entre el deseo de tomar medidas de reacción al atentado y por otro lado no darle a Hamas un premio en la forma de mostrar que realmente Israel toma medidas, da pasos y daña a la población.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
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