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UNA PROPUESTA PENSANDO EN LAS ELECCIONES DEL 2009
Voto epistolar: nueva polémica por voto de uruguayos en el exterior
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Diputado Carlos Pita (CP, EP-FA): No sabemos con certeza cuántos son los uruguayos en el exterior, cuántos de ellos son ciudadanos, ni a quién votarían. Pero no hay familia que no sufra la desintegración, y quienes se fueron o se irán lo hacen porque no pueden quedarse, se siguen sintiendo uruguayos y quieren mantener los lazos. Ahora, sólo pueden hacerlo quienes disponen de mucho dinero. Reintegrar a los emigrados tendría beneficios también para el país.
EN PERSPECTIVA
Martes 27.01.04, 08.50.
JOSÉ IRAZÁBAL:
Quienes emigran, sea por el motivo que sea, ¿deberían conservar el derecho a incidir en la vida política del país? ¿Debería el Estado hacer algo para ayudar a esos uruguayos a participar en la elección de nuestros gobernantes? El tema no es nuevo, en particular resurge con fuerza cada vez que se acercan las elecciones; se trata de un viejo anhelo de la izquierda en Uruguay, en general resistido por los partidos tradicionales.
El tema vuelve a la consideración pública a partir de una propuesta del diputado Carlos Pita. Bajo la consigna “Porque los de afuera no son de palo”, Pita pretende impulsar una iniciativa popular para habilitar el voto epistolar de los uruguayos que hoy residen en el extranjero para elegir a las autoridades del país.
Sobre esta iniciativa que fue considerada ayer en la primera sesión del año de la Mesa Política del Frente Amplio (FA) vamos a conversar con el diputado de la Corriente Popular (CP), Carlos Pita.
CARLOS PITA:
Es un tema que hemos planteado desde la CP, prácticamente en la primera semana de enero, fundamentalmente producto de una necesidad de plazos, tomando cabal conciencia de que tenemos una de las más grandes oportunidades en estos meses que vienen de definir este tema.
Este es el vigésimo año de legislatura democrática, yo he participado de 19 legislaturas democráticas después de la dictadura militar y en todas ellas he impulsado proyectos de ley que reglamentan y hacen efectivo el derecho al sufragio en el exterior por voto consular o epistolar, convencido de que el epistolar es el mejor. Nunca hemos logrado voluntad política mayoritaria como para aprobarlo. Una ley que regula la elección necesita, por la Constitución de la República, dos tercios de votos de la Asamblea General, que no se han logrado nunca.
El fenómeno migratorio ha llegado a adquirir una dimensión realmente conmovedora en el país, con consecuencias de toda índole; las familiares en primer término, el efecto de desintegración familiar y todas sus consecuencias, pero también con un efecto demográfico, económico, con sus consecuencias fundamentalmente dolorosas y negativas y algunas positivas aunque parezca mentira: hay datos impactantes de las remesas del exterior: el Banco Central estimó hace poco que en el año 2002 éstas alcanzaron un volumen de 40 millones de dólares.
JI - Un fenómeno que venían viviendo muchos países, sobre todo de América Central.
CP - De América Central y algunos países de África; América Central con respecto a Estados Unidos y los países del norte de África con respecto a Europa; en el caso de América Latina, de Ecuador con respecto a España, sobre todo. En Uruguay también pasa eso. La idea que tenemos, que estamos tratando de impulsar, es un proyecto muy sencillo: establecer el voto por correspondencia sin vincularlo a absolutamente ningún otro tema que tenga que ver con el poder, con la administración del poder, como prácticamente todas las reformas constitucionales –lamentablemente la historia de las reformas ha sido esa exclusivamente– y planteado en términos de integración nacional y de futuro a mediano y largo plazo del país, absolutamente ajeno a cualquier consideración de naturaleza político - electoral inmediata. ¿Qué quiero decir con esto? Lo hemos estudiado, los compañeros y compañeras juristas del sector político y otros compañeros han estudiado largamente este tema y una reforma que establezca el voto por correspondencia, el voto epistolar, no tiene posibilidades de ser subsidiario de la aplicación del literal E del artículo 331 de la Constitución, que es el que establece que cuando la reforma modifica o tiene que ver con los cargos electivos se puede plebiscitar y aplicarlo simultáneamente en la misma elección en que se lo plebiscita, es decir votación por el sistema vigente y por el sistema proyectado.
JI - Usted plantea que se aplique en el año 2009, no en el año 2004.
CP - En este caso concreto creo que nos pueden acompañar en el sentido común de aplicabilidad de esta reforma, no parece lógico –además de que no está para nada contemplado en ese literal de la Constitución– que pueda haber para este tema un régimen vigente y uno proyectado, porque tendríamos que hacer el plebiscito ya con el voto por correspondencia en el caso de que resultare aprobado.
JI - Habría que poner en marcha un mecanismo electoral bastante complejo y nuevo.
CP - Esto hace además a la naturaleza del universo de los habilitados para votar, por lo tanto es muy difícil imaginarnos su aplicación para esta elección. Sería para ser aplicado en el año 2009, absolutamente lejos de cualquier especulación político - electoral.
Yo escuché la presentación y la comparto, creo que es así: hay una visión equivocada de algunos dirigentes políticos de los partidos más antiguos del país en el sentido de que una elección podría ser volcada de alguna manera por el voto del exilio económico-social. Ya no es así, los volúmenes de la emigración en todo caso reproducirían las tendencias a nivel del territorio geográfico uruguayo. La iniciativa es concretamente esa, que se entienda bien: voto por correspondencia por reforma de la Constitución por iniciativa popular por el 10 por ciento de los habilitados para votar.
JI - Después vamos a ir a los cuestionamientos que dicen que la izquierda quiere aprovechar la presencia de uruguayos en el exterior porque supone que esta gente estaría votando al EP. Decíamos que a lo largo del tiempo ya hubo otros proyectos, hubo un proyecto del diputado Gonzalo Carámbula, hoy director de Cultura; luego le siguieron el diputado Felipe Michelini, del Nuevo Espacio; Víctor Rossi; ahora está su proyecto; hace unos días se presentó otro del senador José Korzeniak. ¿En qué se diferencia este proyecto que usted está presentando hoy de las otras iniciativas que la izquierda ya había puesto sobre la mesa, que finalmente quedaron por el camino?
CP - En cuanto al contenido de las iniciativas –no son sólo ésas que acaba de enumerar, hay más; casi todos los años, en las 19 legislaturas que han transcurrido desde la dictadura, se han presentado proyectos de esta naturaleza–, nosotros recogemos el texto del último proyecto que presentó en el Senado de la República como proyecto de ley constitucional toda nuestra bancada, redactado por Pesqueira, miembro de la Junta Electoral del departamento de Montevideo, básicamente modificando el artículo 77, diciendo que entre los habilitados para votar están los ciudadanos residentes en el exterior. Es un procedimiento absolutamente sencillo, de eso se trata el texto; la diferencia sustantiva es el procedimiento: nuestro proyecto es por iniciativa popular. Las iniciativas legislativas no tienen los dos tercios que precisan para ser votadas, obviamente en este marco político no lo tienen, y la otra vía que está presente y es posible es la iniciativa de dos quintos de la Asamblea General, que tiene idéntico procedimiento posterior: se plebiscita con la elección siguiente. Nosotros proponemos la recolección de firmas porque en la historia de la democracia directa contemporánea de Uruguay –que es la más importante, abundante en esta materia– los plebiscitos que no han sido iniciados por el camino directo de la ciudadanía recolectando firmas han sido rechazados; el último fue el del Poder Judicial, que nosotros presentamos por los dos quintos, pero no tuvo el calor suficiente en la ciudadanía y no fue acompañado a pesar de que lo impulsados e incluso tuvo menos votos que nuestro propio partido político, o sea que no marchó bien. No quiere decir que ahora pase lo mismo, pero un movimiento cívico que tenga mucho más que ver con ciudadanía, que además esté generando ciudadanía, nos parece el mecanismo ideal porque le permite a la gente no sentirse parte de un partido empujando una iniciativa, eso es una ventaja incomparable.
JI - Usted recibió el apoyo del PIT-CNT y de algunas otras organizaciones que intentan acercar lazos entre uruguayos que están aquí y uruguayos que están en el exterior.
CP - A nivel de personalidades muchísima gente ha planteado el acuerdo con este movimiento cívico que se propone crear. Nosotros no hemos avanzado en la instrumentación de una comisión concreta porque estamos a la espera del pronunciamiento formal de las organizaciones que potencialmente puedan impulsar esto; en particular la nuestra, el FA, que obviamente nos importa en forma determinante para actuar desde el punto de vista político partidario. La idea que tenemos es que es un esfuerzo que vale la pena y es un objetivo que está más allá de los partidos políticos, que va mucho más allá, que no tiene que ver con esta elección y conforma un proyecto de nación.
Yo pongo un ejemplo: yo soy Pita, de Galicia, la Coruña, y tenía una abuelita Parodi, de la Liguria, de Santa Margarita de Líguri, de Italia; Pita y Parodi, abuelos, criaron nueve hijos y 25 nietos en este Uruguay, geográficamente hablando. Uruguay tiene que volver a ser la pequeña gran nación que fue, o por lo menos intentarlo, y en el mundo moderno, en el mundo globalizado, la integración nacional de Uruguay es un objetivo de la patria que yo sueño, del Uruguay que se viene, del Uruguay que quiero construir. Yo siempre he luchado por el cambio y una de las partes de ese cambio es recuperar el sentido de patria, el sentido de nación, el sentido de comunidad, y si siento que se desgarra una parte de ese sentimiento no veo por qué no puedo tender un puente para restablecerlo.
Respeto a los que dicen que la gente que se va pierde el derecho de decidir por los que se quedan; entiendo eso, lo he escuchado de algunos dirigentes políticos de los partidos tradicionales, pero no lo comparto, me parece injusto y poco equilibrado, porque hoy en día una persona que se va pero que tiene mucho dinero viene sin problemas a votar, mientras que una persona que se va a ganarse la vida porque acá no puede, y la pelea y manda unos pocos dólares o euros a la familia que queda, pero no tiene para pagar el pasaje porque no puede pedir licencia porque la manera de trabajar en el exterior es distinta y es difícil conseguirla, no puede venir. Todos los países que han tenido flujos migratorios intensos, grandes o pequeñas naciones, han recurrido a este mecanismo: España, Italia, Estados Unidos; en la región Brasil y Argentina tienen mecanismos de voto de su gente en el exterior. Entonces parece mentira que Uruguay, que otrora fue paradigmático desde el punto de vista de la ciudadanía, del derecho cívico democrático, tomado como ejemplo, tenga este nivel de atraso en esta materia. Yo estoy convencido de que este tema vale mucho y tenemos que encontrar la manera de trabajarlo no por fuera sino por encima de los partidos políticos.
***
JI – Vamos entonces a los cuestionamientos. Hay quienes señalan que la izquierda maneja con insistencia este tema con un objetivo puramente electoralista. Recordemos un análisis de Óscar Bottinelli para En Perspectiva, que decía que en lo episódico la izquierda cree que se beneficia con ello, lo que en verdad carece de toda demostración; a falta de estudios al respecto puede ser o no ser, “en lo sustantivo significa una movida estratégica la creación de una especie de gran comunidad de la diáspora uruguaya que se ligue al país, entre otras cosas por el voto”.
CP - Estoy de acuerdo en lo segundo y no en lo primero. Si la izquierda fuéramos todos los que estamos en el Frente, no creo que esto tenga que beneficiar a un partido político, en concreto no creo que tenga que beneficiar al FA, no sé cómo van a votar los ciudadanos en el exterior, no sé ni siquiera cuántos son los habilitados para votar.
Con respecto a lo segundo, es una gran diáspora la uruguaya en el exterior y sin ninguna duda es un gran factor estratégico de sentimiento de unidad nacional, es un factor eminentemente vinculante, de sentido de pertenencia. Cualquiera que tenga familiares en el exterior lo sabe bien; yo tengo una familia grande en San Pablo desde hace 27 años, se fueron en la época de la dictadura militar, se afincaron allá y se quedaron, y todo el tiempo están desesperados por ver cómo se vinculan a la nación, a la que siguen sintiendo suya y propia. Ellos vienen a votar porque es una manera de seguir siendo uruguayos, pero si les diéramos la posibilidad de votar lo agradecerían enormemente porque gastan un platal viniendo de San Pablo y muchas veces no les da para venir todos. No importa a quién voten: es un sentimiento de pertenencia.
Me parece clarísimo que la propia Constitución no establece la vigencia para esta elección nacional. Despejamos este tema para que la señora que nos está escuchando no piense que yo quiero el voto del hijo, o la que abuela el voto del nieto; lo que tratamos de hacer quienes empujamos esto es: factor de integración nacional, tiene que ver con mil cosas. Hace un rato mencionaba el proyecto Carámbula, el proyecto en realidad era la creación del Instituto Nacional de la Migración, estamos convencidos de que Uruguay tiene que tener, y la hemos propuesto, una Comisión Nacional por la Integración de Uruguay en el Mundo, que tenga un nivel de institucionalidad o institucionalización similar al que tuvo la Comisión por el Reencuentro a la salida de la dictadura militar; en otro contexto, con otros objetivos, pero con cierta analogía, que aborde todos los aspectos vinculados a la emigración y las consecuencias que ésta tiene sobre la familia y la nación. Para que tengan una idea de todo lo que se puede hacer con esto, compatriotas residentes en España nos han planteado la posibilidad de crear un fondo complementario de retiro, en Uruguay, de ciudadanos en el exterior que aparte de venirse con el retiro que generen en el país que los ha acogido para trabajar –si hay convenio de reciprocidad con la seguridad social– puedan, si les da la capacidad de ahorro, además de ayudar a su familia, invertir en un fondo complementario que les aumente sus ingresos mensuales a la hora del retiro y este fondo sea destinado a inversiones para la reactivación económico productiva. ¿Cuánto podría conseguirse de ayuda del exterior? Creo que mucho. ¿40 millones, más? No sé, no tengo ni idea, pero vale la pena. Eso es una política pública activa que Uruguay puede intentar pensando en su migración; ni que hablar de lo que ya se está haciendo multiplicado varias veces en el ámbito de la cooperación científico técnica, en el ámbito de la Universidad de la República, hacerlo en todos los ámbitos del país. Hay una cantidad de temas que hacen a la idea de la construcción del país.
JI - Va mucho más allá del proyecto que usted plantea.
CP - Mucho más allá. Este es el factor paradigmático del vínculo, de identidad; el voto es sin duda el paradigma del derecho cívico.
JI - Una oyente nos enviaba un mensaje la semana pasada desde el exterior, manifestando que no estaba de acuerdo con la posibilidad de que el uruguayo que vive en el extranjero vote. Decía: “Yo vivo en el extranjero y jamás votaría sólo para que gane tal o cual partido. El voto es para elegir a la persona más capacitada para gobernar y con la mejor dirección para sacar el país adelante. Los uruguayos residentes en el extranjero no aportamos ni contribuimos al diario vivir del país en absoluto, solos y a la distancia con el sentimiento del profundo amor y respeto hacia la tierra de nuestra infancia y juventud, que siempre será nuestro país, estemos donde estemos. El votar corresponde al que vive en Uruguay, al que trabaja, aporta, cría a sus hijos y tiene que velar por un futuro mejor para todos los uruguayos dentro de Uruguay. Nosotros al salir perdemos mucho y dentro de esa pérdida en ganancia de un futuro mejor está el derecho al voto”, decía Laura.
CP - Es una expresión particularmente sensible y fina de posicionarse en contra del voto por correspondencia, que respeto totalmente, como corresponde. Pero tengo una discrepancia abismal en ese sentido, creo que la sensibilidad de los uruguayos en el exterior –es mi experiencia– en la enorme mayoría es diametralmente opuesta. Puedo poner mil ejemplos de naciones en el mundo, la comunidad judía y el sentimiento nacional que dan nacimiento al Estado de Israel, por ejemplo, que se sostiene como Estado en una realidad complejísima y difícil, incluido el punto de vista geopolítico y militar, por la unidad nacional de Israel en el mundo. Eso es un extremo de ejemplo, de una situación de ese tipo. Una pequeña nación como la nuestra, con un porcentaje muy importante de sus nacionales en el exterior, ¿por qué no puede establecer un elemento vinculante? Creo que es bueno; sin duda que para eso está la definición democrática, creo que es muy bueno para el país que se haga y yo siento que la gente se va con un dolor brutal porque no pudo realizar aquí sus aspiraciones legítimas, desde las más sencillas hasta las más elaboradas, pero se van por eso, por la impotencia de quedarse, no porque no quiera quedarse. Entonces, encima de que se tuvo que ir, que no tuvimos cómo abrirle el camino para sus ambiciones y sus sueños, me parece muy duro no dejarle el derecho al voto.
Además es parte de la idea de reconstrucción, de la idea del retorno, no es sólo una fantasía. Yo quiero que Uruguay vuelva a ser un país de inmigrantes, como fueron mis abuelos, y no de emigrantes. Es parte del sueño nacional y la nación se construye de ideales, y este es uno de ellos.
JI - Vamos más al detalle de su proyecto en cuanto a lo que sería la instrumentación. ¿Su propuesta pretende habilitar a que todo aquel que tenga la nacionalidad uruguaya pueda votar, esté donde esté, sea cual sea el motivo por el cual emigrado?
CP - Leo el texto del proyecto que han elaborado los compañeros juristas. Se agrega al artículo 77 que define la ciudadanía el derecho a sufragio, en particular dice: “los ciudadanos uruguayos residentes en el exterior accidental o permanentemente tendrán derecho a sufragio para los cargos tales o cuales a través del voto epistolar o por correspondencia a cuyos efectos la Corte llevará un registro e instrumentará las condiciones para su implementación”.
Los uruguayos en el exterior hoy mantienen la nacionalidad. Es más: los hijos de los uruguayos son uruguayos desde el punto de vista de la nacionalidad; la ciudadanía la tienen si tienen las condiciones legales que los habilitan, tienen que tener la credencial cívica y cumplir con ese mecanismo. El proyecto establece que votan los ciudadanos. No basta con que sean uruguayos, tienen que ser uruguayos y ciudadanos, o sea tienen que –respondiéndole a Laura, que tan sensiblemente opinaba distinto–, tienen que quererlo intensamente y ser ciudadanos, tienen que tener credencial, tienen que haberla sacado, tienen que haber elaborado toda una demostración de voluntad de uruguayo y de ciudadano uruguayo.
JI - La Corte Electoral termina retirando de los padrones a los ciudadanos que después de dos elecciones no participan, como puede pasar con muchos de los que hace años están en el exterior. Allí habría que rever gente que tendría que volver a sacar su credencial cívica.
CP - Sin ninguna duda; fíjese hasta dónde esta reglamentación mencionada en esta parte del análisis es tremenda, es en el sentido exactamente inverso de esta idea, nosotros nos ubicamos a una distancia oceánica del enfoque vigente.
JI - ¿Cómo se organiza la votación? Usted decía que se haría por correspondencia; ese ciudadano que está en el exterior, ¿cómo recibiría las listas que participan en una elección nacional, por ejemplo?
CP - Nosotros hemos visto sobres del sistema de votación italiano o español; le envían el material con las opciones electorales a las que están habilitados para sufragar con el correo franqueado por la Corte y el ciudadano que está por ejemplo aquí en Uruguay elige la lista que va a votar, la deja dentro del sobre que viene dentro del sobre, es como que le mandaran dentro del sobre un sobre de votación y las listas; elige la que quiere, la pone dentro del sobre y la manda.
JI - En Uruguay hay unas cuantas listas para votar.
CP - En Uruguay es un problema de instrumentación, sin ninguna duda, que está presente. Hay múltiples aspectos vinculados a la instrumentación, de acuerdo a los sistemas, pero esa es una materia eminentemente de regulación del organismo competente, uno no puede establecerlo en la Constitución de la República, ni que hablar. Creo que es un mecanismo absolutamente implementable, no le veo dificultad alguna; este texto que acabo de leer fue redactado por el compañero Pesqueira, el presidente de la Junta Electoral Departamental de Montevideo, uno de los hombres que más saben del tema electoral en Uruguay, tiene una trayectoria muy dilatada y respetada, que nos ha explicado que cualquier dificultad instrumental se subsana por mecanismos garantistas y no hay ningún problema. Yo he escuchado opiniones que me parecen infundadas con respecto a este tema, algunos hablan del voto informático; si Uruguay tiene un sistema de voto artesanal pero muy garantista, es porque la Corte Electoral lo ha querido; se han presentado mil proyectos de informatización del voto, de voto electrónico, y la propia Corte por mayoría nunca ha querido cambiar el modo de votación, y entonces se tendrá que hacer un voto por correspondencia análogo al voto en el territorio nacional.
JI - ¿No es más fácil el voto consular? ¿No es más sencillo instrumentar un voto consular, que el uruguayo que quiera votar vaya al consulado donde haya un registro y pueda votar?
CP - Nosotros hemos impulsado en algunos proyectos –de los tantos que hemos presentado– el voto consular, por lo tanto no lo considero malo; antes que nada sin duda lo prefiero a que no haya; el problema del voto consular, después de haber analizado durante tanto tiempo el tema, es que reproduce el mismo problema: tenemos muy pocos lugares físicos en el mundo, no pasan de 100 y pico, donde se pueda instrumentar eso, entonces una persona que está a 3.000 quilómetros en un mismo gran país del consulado más próximo tiene la misma dificultad que el que está a 3.000 quilómetros de Montevideo, y le sale lo mismo o más caro poder ejercer el derecho del voto. Sin duda, el voto en el exterior democrático por naturaleza es el voto por correspondencia; no en vano los países lo aplican mucho más que el consular.
JI - Uno de los planteos que se hacen sobre la propuesta que usted ha realizado ha surgido de los propios ministros de la Corte Electoral. Algunos ministros, como Maschwitz, del Partido Nacional, comentó que en principio la iniciativa es inviable en Uruguay, sostuvo que lo fundamental es mantener las garantías del voto y opinó que su propuesta va en sentido contrario: “No es viable en este momento, nuestra legislación actual está pensada para un sistema absolutamente distinto, que ofrece las máximas garantías, cosa que no se podría cumplir con un voto de estas características”.
CP - Yo leí esa opinión de un miembro de la Corte; me parece totalmente equivocada. Hagámonos a la idea del voto italiano, por ejemplo; no se cuenta en el exterior el voto, no lo maneja nadie, la garantía con la identidad corroborada, con un procedimiento razonablemente establecido por la propia Corte y se contabiliza, se verifica y se valida acá; supongamos los circuitos de los uruguayos que votan por correo que vienen de España, otro de los que vienen de Buenos Aires, otros de los que vienen de Florida, otro de los que vienen Australia, pongamos cuatro circuitos del exilio uruguayo más numeroso, que son España, Argentina, Australia y Estados Unidos, según las estadísticas provisorias que hay del tema. No hay ninguna dificultad, es el mismo procedimiento que un voto observado, si usted quiere hacer voto observado por identidad, de acuerdo a la instrumentación garantista lo determine, la propia Corte lo establece. Yo creo que no hay ninguna dificultad en su instrumentación, no soy yo el autorizado para decirlo, pero ministros de la Corte, el doctor Salvo, el doctor Penco, cualquiera que está totalmente a favor de esta idea, el propio Pesqueira de la Junta Electoral Departamental de Montevideo, explican que el tema de las garantías es perfectamente instrumentable.
JI - ¿Cuánto costaría esto?
CP - No tengo la más mínima idea; me da la impresión de que no debe ser un procedimiento muy costoso, no tengo idea de cuánto salen los franqueos, sinceramente. Pero me parece que es un tema que vale la pena desde todo punto de vista. Si de números se trata, imaginémonos el efecto estimulante que puede tener sobre las remesas que vienen a los familiares de los uruguayos en el exterior, son las propias cifras del Banco Central del año 2002.
JI - Hay una cifra que habla de que un 10 por ciento de la población de Uruguay hoy está fuera del país, aunque no hay certeza, lamentablemente no hay números para tener un seguimiento más de cerca de los uruguayos que tuvieron que irse del país. Pero vayamos a la parte política: decíamos que dentro del propio FA se han alzado voces diciendo que disparar un mecanismo de estas características, salir a recoger firmas por este tema, desvía la atención en un año muy particular para la izquierda, un año electoral muy particular.
CP - Sí, yo he escuchado y leído esa opinión; discrepo completamente con esa visión, sea del compañero de se trate. Lo digo con respeto: adversario político, partidario, como sea, es un error: esto es un tema del país, puede tener mayor o menor importancia según la opinión de cada uno, pero es un tema nacional de trascendencia. No hay familia que no esté directamente interesada en este tema, a todos nos está pasando; yo tengo familiares en el exterior y tengo el miedo de que alguna de mis hijas grandes se vayan en cualquier momento; la segunda, Ana Laura, está por terminar Biología en la Facultad de Ciencias, a mí me duele mucho pensar que se va a ir, estoy pensando, estoy pensando en todas las maneras que puedo de ver cómo la sigo teniendo cerca, cómo no se me despega de Uruguay o cómo puede volver si se llega a ir. Estamos todos con ese tema metido en la cabeza, es difícil encontrar un joven que no esté pensando en irse; antes había que buscar un joven que pensaban irse, a uno le llamaba la atención; ahora es difícil encontrar alguno que no esté pensando en hacerlo. Y seguirán siendo uruguayos si se van, por favor.
JI - El esfuerzo que implica, es lo que han planteado muchos, recoger antes de abril…
CP - Lo entiendo y lo hemos planteado con total franqueza. Nosotros no caímos en la cuenta en el tema estrictamente de los plazos porque estábamos metidos con el tema del referéndum de Ancap, que nos significó un esfuerzo brutal desde el punto de vista militante, desde el punto de vista político intelectual en el debate, fue un debate muy fuerte, muy áspero, muy intenso; después vino el Congreso del Frente y se nos vino encima el año 2004. Yo creo que es armónico y connatural a la idea del país que viene, o que queremos que se venga, si la ciudadanía quiere que se venga. Yo quiero que Uruguay cambie, quiero que haya un cambio importante en el país; parte de ese cambio depende de la galvanización de un sentimiento nacional que haga que el país pueda movilizarse en términos de comunidad hacia objetivos superiores de desarrollo. Y sentimiento de patria, en Uruguay tenemos una crisis de identidad brutal; esto refuerza la identidad; nuestro proyecto político, como partido político, está pensado precisamente para recuperar el sentido está pesado para recuperar el sentido de nación. Esto es absolutamente funcional, no distrae nada, es parte de la idea que yo tengo de la nación; pero en todo caso tampoco es un tema de las partes de la nación, si pensamos en la nación, sino del conjunto. Y los partidos son parte de la nación por definición. Discrepo con eso, y en cuanto al tema del esfuerzo, creo que hay que hacerlo, hoy tenemos tres meses.
JI – Se necesita el 10 por ciento de las firmas, según el artículo 331 literal A de la Constitución, de los habilitados para votar antes de fines de abril para que eso se pueda plebiscitar en el mes de octubre.
CP - Efectivamente, pero la Constitución de la República establece que las firmas, si se reúne el 10 por ciento de los habilitados para votar, el proyecto será puesto a consideración de la ciudadanía simultáneamente a la siguiente elección. Si es para octubre el plazo vence a fines de abril, en la fecha exacta que coincida con el último domingo de noviembre y el plazo de 180 días, pero si es para la siguiente se corre cronológicamente hacia adelante el plazo. Como es un objetivo nacional vale la pena analizarlo más allá de que tenga que ser imprescindiblemente en octubre. A mí me gustaría que fuera en octubre, pero además creo que si nos pusiéramos esto al hombro –muchos uruguayos ya han adherido a esta idea— se podría intentar con éxito. Son 244 mil firmas con la impresión digital, que complica bastante la recolección, es farragoso el esfuerzo militante, pero se puede gestar un movimiento cívico suprapartidario que pueda llevarlo adelante.
JI - De cualquiera manera se necesitaría una definición del FA bastante rápida.
CP - Nosotros la queremos lo más rápido posible porque nos parece que esto vale la pena y no complica para nada. Es un error pensarlo en términos de complicación partidaria, pero no es que no complique, es que es parte del proyecto de país que tenemos, es una parte sustantiva del proyecto de país que tenemos.
JI - Hay dirigentes del FA, del EP, fuentes que dicen que usted lo que busca es luz pública con esto. “Pita busca capitalizar un tema que hoy es muy sensible para los uruguayos, como es que los jóvenes y gente no tan joven se ha ido del país; con esto Pita busca tener su exposición pública”.
CP - No hay manera de evitarlo, todo el mundo puede hacer esa interpretación, está en su derecho; está en su derecho creerle o no a quien está hablando y de hacer la opción que entienda pertinente en cuanto a la iniciativa y ni que hablar en cuanto a la elección. Es lo más normal de una democracia. Eso está presente en cualquier iniciativa pública; le pasa al periodista, al dirigente político, al médico, al militar o al albañil, a cualquiera que tenga algo que ver con una cuestión pública le pasa algo de esto: es sospechado de tener un interés particular por encima del interés particular que dice defender. Con respecto a este tema en particular digo: no es para esta elección; capaz que, si llega en algún momento a tener éxito y está vigente para el año 2009, se acuerdan de que alguna vez tuvo algo que ver alguien o capaz que no se acuerda nadie. Es un tema que podemos despejar. Me alegra profundamente que la interpretación más recibida de la Constitución establezca que no hay vigencia inmediata para evitar esa sospecha, para no dañar al proyecto en sí mismo.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
Fotos: Javier Castro
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