18.12.2005












EL IMPULSO FINAL SÓLO NECESITA FINANCIACIÓN

El corazón artificial
es realidad, y es uruguayo

Pese a la escasez de recursos, trabajando de forma casi artesanal, un equipo multidisciplinario de profesionales creó un prototipo de corazón artificial que ya está patentado en Europa y EE.UU. Los aparatos producidos hasta ahora habían fallado por causas médicas, que en este caso se superaron. Los cirujanos cardíacos Juan Giambruno y Rafael Anzíbar, y el Ingeniero Gonzalo Escobar explicaron que, a diferencia de otros, este prototipo está concebido para la vida del paciente, y no para su sobrevida.

EN PERSPECTIVA
Miércoles 28.01.04, 08.50.


JOSÉ IRAZÁBAL:
La sola idea de hablar de un corazón artificial a muchos puede sonarles todavía un cuento de ciencia ficción. Pero si además les decimos que se trata de un invento de uruguayos que ya fue patentado en Europa y Estados Unidos, seguramente les va a costar aún más creerlo.

Sin embargo se trata de algo real y concreto, un invento que promete revolucionar el mundo de la cirugía cardíaca en seres humanos. Y no sólo eso: hace pocos días se realizó con buen resultado la primera implantación de este prototipo en un animal vivo, un ternero raza holando de 94 kilos.

Vamos a conversar con parte de ese equipo de especialistas que ha estado trabajando en este corazón artificial. Estamos con el ingeniero industrial mecánico Gonzalo Escobar y los cirujanos cardíacos Rafael Anzíbar y Juan Giambruno.

¿Es correcto hablar de un corazón artificial?

RAFAEL ANZÍBAR:
Antes de comenzar a hablar de lo que significa un corazón artificial, como se lo llama, hay que ubicarse en el concepto de las asistencias circulatorias en el ser humano. Como les explicamos a los papás cuando operamos a los pacientes –yo opero más que nada a enfermos congénitos–, la cirugía cardíaca es una cirugía de alto riesgo; es de alto riesgo porque el corazón, que es un músculo especializado para bombear toda la sangre al sistema vascular, es un músculo tan especializado y el sistema vascular es tan perfecto, que es muy difícil sustituir esa función. De hecho cuando falla, como les explicamos a los papás, falla la vida, porque es el motor del organismo.

Es así que desde hace más de 50 años se viene intentando trabajar en el mundo en lograr un dispositivo perfecto que sustituya a la función cardíaca. Los primeros dispositivos bombeaban sangre por un principio básico, con accidentes tremendos; luego se idearon cajas que permitían bombear sangre en forma similar al corazón, pero con complicaciones muy grandes; hasta el momento no se ha logrado un dispositivo que permita sustituir la función de la bomba cardíaca conectada a un sistema vascular.

JI - Usted me está hablando de experiencias que se han hecho a lo largo del tiempo.

RA - Y de la importancia del concepto, de lo que significa bombear sangre en el sistema vascular. Las propiedades del sistema vascular son las que determinan que la máquina tenga que ser perfecta en cuanto a la cantidad de sangre a bombear, a la calidad de la sangre que sale de la bomba y a cómo la va a tomar el organismo para cumplir las funciones vitales del ser humano. Esto aún no se ha logrado; por eso en el mundo se habla de asistencias circulatorias de una parte de la función del corazón o totales, como intenta ser este dispositivo y algunos otros que ya están recorriendo el mundo.

JI - Damos la bienvenida al doctor Juan Giambruno, que acaba de integrarse a la mesa.

¿Qué es exactamente lo que ustedes logran concebir, este Corazón Artificial Total Ortotópico? ¿Está bien así definido?

JUAN GIAMBRUNO:
Sí, está bien definido lo que intentamos concebir. En un mundo en desarrollo debemos ser muy respetuosos, la investigación básica y la investigación y la experimentación van formando a los mismos investigadores, a los mismos impulsores de las distintas ideas, para ir encontrando soluciones a diferentes circunstancias. Las ideas que fueron surgiendo en la mente de todo este grupo de integrantes uruguayos, que honrosamente integramos y nos encontramos en profunda revisión de nuestros planteamientos, buscan encarar algo que nos llamó la atención desde los primeros momentos, con el doctor Rafael Anzíbar y el doctor Héctor Estable, con quien tenemos el altísimo honor de trabajar juntos en este emprendimiento. Si ustedes revisan la literatura van a encontrar que siempre son causas médicas las que impiden a los brillantes ingenieros del mundo, con la mejor tecnología del mundo, con el enorme apoyo económico que hay para el objetivo de este emprendimiento, que es de enorme razón humanitaria, llegar a una solución. Poníamos “razón médica”, “razón médica”, “razón médica”, entonces nos fuimos retando a nosotros mismos a hacer distintas soluciones. Nos encontramos –los tres somos cirujanos cardíacos– con que teníamos una posición privilegiada, que no queríamos reconocer, quizás porque nos parecía increíble, para ver cómo tratar de encontrar soluciones médicas.

JI - ¿De qué año estamos hablando?

JG - No se lo podría decir, porque yo he trabajado con los doctores Estable y Anzíbar desde hace muchísimos años, hemos tenido muchos hitos importantes en la formación del grupo…

JI - Ha sido un proceso lento pero que ha ido acumulando experiencia, y han ido acumulando trabajo también, porque usted me decía que cada vez que analizaban la posibilidad de llegar a un corazón artificial se encontraban con un problema médico, una traba médica. ¿Cómo se integra a este grupo de médicos el ingeniero industrial Gonzalo Escobar?

GONZALO ESCOBAR:
En determinado momento, Juan, después de hacer muchas experiencias, buscando y juntando gente con un tesón muy grande, logró convencernos a mí y otros ingenieros electrónicos y químicos para trabajar y hacer un esfuerzo en pos de la nueva patente. Logró convencernos después de mostrarnos un montón de experiencias que hay en el mundo y de hacernos reconocer las virtudes de esta concepción. Ahí empezamos a trabajar fuera de hora, con escasos recursos, para lograr convertir realidad, al principio en forma artesanal, este dispositivo.

JI - El doctor Anzíbar nos decía que había un proceso bastante largo en el tiempo de diferentes equipos en el mundo que han intentado llegar a ese “corazón perfecto”. ¿Ustedes trabajaron en base a la experiencia de esos grupos de otras partes del mundo?

GE - Inicialmente una forma de convencernos fue darnos todo lo que se estaba haciendo en el mundo en ese momento, que era una biografía muy extensa; al leer lo que se estaba haciendo en el mundo y ver las razones por las cuales estaban fallando esas experiencias, reconocimos las virtudes de este invento patentado por el doctor Giambruno. Empezamos a trabajar en ello, continuamente descubriendo nuevas virtudes que se iban asociando al invento.

JI - ¿Comenzaron a armar el corazón en sí, físicamente?

GE - Comenzamos primero probando los distintos dispositivos que teníamos que lograr, con las performances que teníamos que lograr, para llegar a ese dispositivo. Probamos cámaras aisladas, fuentes de bombeo, elegimos caminos que nos iban orientando hacia lo que tendría que ser definitivamente el corazón, de muy bajo consumo energético –para eso elegimos determinadas características de los elementos a considerar en el diseño–, y de a poquito fuimos armándolo, con algunos fracasos que fuimos superando y de los cuales fuimos aprendiendo, hasta llegar a un dispositivo que lograba las performances que mencionaba Anzíbar.

JI - Anzíbar decía que el desafío de la ciencia ha sido llegar a reemplazar un órgano que es vital, fundamental en la vida del ser humano. ¿Pensaban básicamente en pacientes para los cuales no era posible un trasplante?

RA - Sí; volvemos al concepto primario. No debemos olvidar que lo que estamos presentando hoy es un megaproyecto, que significa en el mundo competir con otros dispositivos que, como decía Juan, ya han desarrollado una alta tecnología durante muchos años y que pretende sustituir la vida, cambiar un corazón por otro. No debemos alejarnos de ese concepto.

El segundo concepto es que aún hoy día no se han logrado los objetivos médicos que significan una sobrevida y una calidad de vida adecuada en aquellas personas a las que se les ha colocado esos dispositivos altamente probados. O sea que aún la medicina hoy día ha fallado en el mundo en cuanto a lograr un dispositivo que cumpla su función en cuanto al corazón y el sistema vascular.

JI - ¿Ya hay muchas experiencias de pacientes que han recibido corazones artificiales?

RA - Sí, son bastantes en cuanto a los años y, como decía Juan, lo que se ha destinado desde el punto de vista financiero. Hay equipos de muchísimos ingenieros, de más de 140 ingenieros, en las universidades estadounidenses intentando lograr un dispositivo así. Volviendo al concepto de lo que le preguntabas a Gonzalo, nosotros partiendo del concepto médico de qué es lo que precisa un individuo, salvando todas las dificultades que han tenido esos equipos, intentamos concebir un aparato que pudiera salvar esos errores, las demandas del organismo y transmitirles a los ingenieros lo que pretendíamos.

***

JI - Supongo que existe una carrera entre científicos de todo el mundo por llegar a esto e ir patentando lo que se va descubriendo. ¿Cómo fue el proceso para el grupo de ustedes en ese sentido?

JG - Yo quisiera decir que por suerte entre científicos, en el ámbito de la medicina, existe todo lo que es el material bibliográfico, la información médica, que fue lo que empezamos a leer en los primeros años (allá por los 80, o antes o después, cuando empezó la época del trasplante cardíaco como solución al importante problema de la insuficiencia cardíaca terminal) por inquietud humanista, como solución paralela o alternativa que la ingeniería planteaba, las noticias en el ámbito médico. Hubo médicos muy importantes, tenemos que destacar que en el mundo Tzumu Akutzo, un importante científico de la Cleveland Clinic y otros, fue de los primeros que tuvieron un aparato; es un honor decir que somos sudamericanos y que el doctor Domingo Liotta diseñó el primer dispositivo que se puso a un ser humano para mantenerlo con vida cuando el corazón fallaba y la muerte era inminente; eso lo hizo el doctor Benton Culligan en Houston; después vino un gran científico que es el doctor Robert Charville, que llevó adelante el primer dispositivo que se le implantó y que mantuvo muchísimo tiempo con vida a un ser humano.

Con toda esa literatura que iba surgiendo queremos decir que a nivel científico hay una colaboración informática; quizás sentimos un poco de incapacidad ya que podríamos haber leído más cosas de las que hemos leído. Hoy en día para leer un artículo de cinco o diez carillas tenemos que ir al Sindicato Médico y pagar 18 dólares por cada artículo... Estamos tratando de ver cómo podemos acceder a la bibliografía internacional; a alguna accedemos por Internet. Los uruguayos tenemos muchas formas de revolvernos para llegar a la información, pero... Hay mucha colaboración internacional, pero también ha habido una dedicación importante a la lectura. En esa lectura fuimos aprendiendo muchas cosas, entre las cuales lo que llegamos a escribir junto con el doctor Estable y el doctor Anzíbar acerca de que hay que resumir en un momento algo y ponerlo en cuatro términos: un corazón artificial precisa tener compatibilidad anatómica, compatibilidad hematológica, compatibilidad hemodinámica y compatibilidad biológica. Esos cuatro conceptos se tienen que sumar a la mecánica de ingeniería que es absolutamente fundamental para hacer un corazón.

Nosotros llegamos a concebir un diseño. Vamos a hablar de esta palabra que es importante: un diseño. Tenemos un diseño que creemos que es el que vamos a llevar adelante, tenemos un prototipo que tecnológicamente tenemos que mejorar con tecnología, con poder económico tenemos que comprar materiales más caros, comprar insumos en el extranjero. Dentro de la formación de todo esto, esta idea, esta concepción, este aprendizaje, fuimos ganando día a día en el intercambio entre nosotros en el grupo. Hoy en día creemos que vamos a poder avanzar decididamente con el apoyo que nos está dando la institucionalidad, el país, el respaldo académico.

Su pregunta iba dirigida a cómo empezó todo esto. Esto empezó en el mundo hace 50 años; le cuento como anécdota que un ingeniero que estuvo en casa me contó que en el año 1959 estaba en el MIT (Massachussets Institute of Technology), en Boston, porque cuando tenía 19 años le había dicho a su padre que quería aprender a poner el cohete en la Luna, y cuando entró al MIT en el hall central decía: “Objetivos de Estados Unidos: poner un cohete en la Luna y hacer un corazón artificial”. Esto es lo que queremos marcar con este intercambio de comunicación y de transmitir a las autoridades que nos están apoyando en Uruguay (realmente es un placer tener apoyo del Poder Ejecutivo y el respaldo académico): el mundo está en esto hace mucho tiempo, pero no es una empresa muy chiquita, es un megaproyecto. Hace 50 años eran grandes objetivos porque la humanidad sentía que tenía que llegar a la Luna y ver qué pasaba allí (hoy estamos muy cerca de Marte, por suerte), y que la insuficiencia cardíaca terminal era un problema muy grave para los pacientes enfermos, sobretodo porque afecta a una enorme población muy joven, desde el nacimiento hasta la muerte, es una causa muy grave que solucionada podía marchar muy bien.

JI - Usted decía que ya hay un prototipo armado; me gustaría preguntarle al ingeniero Escobar cómo es ese prototipo, qué es lo que llegaron a armar los ingenieros.

GE - Básicamente el CATO (Corazón Artificial Total Ortotópico) consiste en una cámara compresora externa que hoy en día estamos fabricando en fibra de vidrio –con la facilidad que nos da este material de cambiar la forma, de adaptarnos a necesidades y su bajo costo–, dentro de la cual se encuentran dos pequeñas cámaras que se están haciendo de silicona compatible, que son las que bombean el flujo sanguíneo. En la cavidad que queda entre esas dos pequeñas cámaras y la cámara compresora externa de fibra de vidrio se introduce mediante una bomba impulsada por un motor eléctrico –que tenemos que traer de afuera– líquido que a su vez produce la contracción y la eyección e impulsión del líquido.

JI - Ese aparato, ¿tiene el mismo tamaño de un corazón?

GE - Sí; la gran virtud de la invención de Juan Giambruno es que el diseño permite acercarse mucho a la forma, a la forma de trabajar y al tamaño del corazón. Uno de los inconvenientes grandes de los dispositivos creados hasta ahora es que la parte motriz generalmente va muy solidaria y fija a las cámaras sanguíneas; pero este sistema permite ubicarla en el lugar más conveniente sin que afecte al organismo.

JI - ¿Cómo lo mantienen funcionando, qué tipo de energía utiliza?

GE - Baterías eléctricas, que hoy en día son externas pero en el futuro -la tecnología está desarrollada– utilizarán transmisión de energía subcutánea. Es algo que ya está desarrollado en el mundo y que posteriormente estaríamos utilizando.

JI - Usted tocó el tema de los materiales; ¿cómo se los consigue; dónde hay que ir a buscarlos, cómo se investiga eso?

GE - Hoy estamos usando los materiales locales más parecidos a lo que necesitaríamos, pero en el futuro necesitaremos recursos grandes para conseguir materiales que cumplan todas las condiciones de biocompatibilidad necesarias.

JI - ¿Qué quiere decir “recursos grandes”?

GE - Por ejemplo, nosotros sabemos que universidades estadounidenses han suministrado recursos en el orden de 7, 8 millones de dólares para destinar a la investigación y la creación de corazones artificiales.

JI - Doctor Anzíbar, Uruguay, un país de 3 millones y algo de habitantes, ¿se puede platear como objetivo invertir ese dinero y decir: “Podemos llegar a crear un corazón artificial que pueda luego llegar a ser demandado en los países desarrollados del mundo”?

RA - Eso no depende de nosotros. Una vez creado el dispositivo, el proyecto tiene que seguir su avance de acuerdo a los principios básicos con los cuales fue concebido, y nosotros no podemos frenar su desarrollo. Dependerá del apoyo que tengamos, de los nexos internacionales que tengamos. Desde el punto de vista médico nos sentimos muy complacidos porque esto va a funcionar, lo hemos comprobado; hemos demandado a los ingenieros detalles y modificaciones y hemos tenido arduas discusiones para que esto se fuera modificando hasta llegar a un corazón artificial casi perfecto. El desarrollo tecnológico depende del apoyo económico: por cada modelo experimental que se hace en el mundo... Cualquier universidad de Estados Unidos, por ejemplo Cleveland, que tiene un desarrollo importante, destina 500 mil dólares a cada modelo experimental vacuno que realiza. Son proyectos de largo aliento, de alrededor de 10 años, en los que se van renovando los programas de investigación. Hay un grupo de gente mucho más grande que el nuestro, con alta tecnología y apoyo a nivel de las universidades; con ese apoyo se llega a dispositivos artificiales que hoy se han colocado en el mundo y han fracasado. O sea que nosotros tenemos un objetivo: desarrollar el proyecto, no importa dónde; está concebido con los conceptos básicos de lo médico y lo que hemos solicitado a los ingenieros. Todo depende de cómo se tome el proyecto y de cuánto se quiera avanzar; en nuestro país o fuera del país.

JI - ¿Qué respaldos han recibido a nivel local –Giambruno decía que han tenido respaldo gubernamental– y qué posibilidades hay de que esto se desarrolle con inversión del exterior?

RA - Preferiría que contestara Juan, pero antes quiero resaltar algo que tú le preguntaste a Juan, aclarar un concepto muy grande: este dispositivo que hemos creado pasó dos grandes exámenes. Un primer gran examen fue ser admitido como patente en Estados Unidos con todas las reivindicaciones puntualizadas de variaciones del aparato y así expuesto en 30 países del mundo. Eso es un examen muy grande con un costo muy grande, de cerca de 100 mil dólares, todos surgidos de Juan, que ha hecho una inversión que no cualquier uruguayo hace para poder lograr un invento. El segundo examen ha sido una inspección internacional que ha dado un tremendo apoyo a los conceptos del aparato. Para nosotros son dos pruebas de fuego. Por eso estamos aquí, por eso se ha dado a publicidad; este dispositivo sirve, han opinado técnicos internacionales que han trabajado en el Sharvitz 7 (corazón de última generación) durante años que han dicho que este dispositivo salva las dificultades que tiene aun el Sharvitz 7 en algunos conceptos. Entonces no nos podemos quedar cruzados de brazos: hay que seguir buscando el apoyo, y se hará acá o en el exterior.

JI - Hoy conversamos de esas experiencias pero no dijimos si en la actualidad hay seres humanos con corazones artificiales funcionando.

RA - Con una gran dependencia del centro y con grandes complicaciones, que terminan por finalizar con la vida a corto plazo.

JI - Corto plazo. ¿De cuánto estamos hablando?

RA - Ha habido variables: algunos han vivido menos de un mes. En otros han servido como puente hasta el trasplante. Por eso hablamos del concepto de asistencias, porque depende de cómo es el funcionamiento del aparato o qué le aporta al sistema vascular para mantener la vida. Tanto es así que en el hospital La Pitié San Petrié de París, donde estuve con el profesor Cabrol y vi funcionar un Sharvitz, vi a una señora que tuvo su propio apartamento en el hospital durante dos años hasta que murió, que vivía conectada a unos dispositivos de energía que eran del tamaño de un placard. Eso no es vida, no es calidad de vida. Este dispositivo salva esos elementos, permite una autonomía del ser humano y no lo estamos concibiendo como un puente hasta el trasplante sino para la vida. Ese es nuestro objetivo; será muy ambicioso, pero tenemos que transmitir el concepto a quienes saben de esto en el mundo y a quienes saben lo que cuesta desarrollarlo, buscaremos ese apoyo para poder lograrlo.

JI – Hablando de apoyos, ¿qué posibilidades hay de tener financiamiento en Uruguay –estoy pensando en el gobierno tal vez– o del exterior?

JG - Muy buenas, porque el enorme financiamiento que citaba el doctor Anzíbar que reciben en universidades de Estados Unidos depende del tipo de sociedad de un país y otro. Aquí ha habido una financiación excepcional que son las horas de trabajo de los cirujanos, las horas de trabajo de los ingenieros, de las esposas de esos ingenieros y los hijos de los ingenieros, que a lo mejor un día dicen: “Juan, te lo bancamos: ahora ¿que pasó?”. Esa financiación no tiene precio. ¿Usted se imagina la financiación que hemos recibido, la calidad humana de estos individuos que querían soñar con un sueño que ellos también estaban concibiendo, que estaban buscando algo para un país y que son brillantes? Basta escuchar al doctor Rafael Anzíbar para conocer su calidad profesional, técnica y humana; basta escuchar al ingeniero Escobar para saber cómo es, pero quiero decirle que este grupo está formado por gente, 20 somos lo que llamamos el IUCA, como le hemos llamado cariñosamente, el Instituto Uruguayo para Corazón Artificial, que la financiación la han hecho las espaldas de esta gente y es maravilloso.

Yo me siento profundísimamente honrado –también he puesto mis horas de trabajo y mi dedicación–, la financiación la ha hecho gente, vale la pena recordar a gente como Juan Pablo Benenatti, una figura excepcional dentro del proyecto, un hombre con absoluto dominio de lo que es un PC –que yo no sabía ni lo que era–, que me ayudó a redactar la patente; yo estaba en Estados Unidos luchando contra los miles de dólares de cada gestión de abogado y llamaba a Juan Pablo y le pedía: “Preciso que me hagas tal dibujo, mandame un fax”, los yankis me pedían otro dibujo y él me lo hacía por computadora y me lo mandaba... Lo que hizo Juan Pablo Benenatti no tiene nombre, y lo sigue haciendo continuamente hasta ahora.

Lo que ha hecho Carlos Inkievitz, por ejemplo. Eso sí que es financiación. Carlos Inkievitz es un dibujante de AutoCad, que es una cosa impresionante, si usted va a pagar un dibujante de AutoCad una hora de trabajo no sé si no sale 100 o 200 pesos en Uruguay. En Estados Unidos yo buscaba realizar cosas, llamaba para acá y Carlos Inkievitz me hacía los dibujos, me hacía las cosas... La patente la hice ahí, tengo un papelito que es una honra, que dice acá que es el documento oficial de Estados Unidos; (vi de estos como 50 y cuando veo que en este dice “Giambruno”...). Y tengo que decir que Juan Pablo Benenatti y Carlos Inkievitz han sido ciudadanos de este país excepcionales en este proyecto. Y esa es una profundísima financiación. Y ojo que financiación también dan los que dentro de las instituciones del Estado y dentro de las instituciones oficiales académicas nos dan respaldo, como la Facultad de Medicina –hacia cuya decana tenemos un profundísimo agradecimiento–, la Facultad de Veterinaria, la Facultad de Ingeniería, el Ministerio de Salud Pública, el doctor Diego Estol –a quien me gustaría que le preguntara cuántas veces fui a golpearle la puerta y cuántas veces me respondió espectacularmente bien–, el Ministerio de Defensa Nacional, porque nosotros tenemos que experimentar, vamos allí y nos recibe el coronel Arauco en Remonta del Ejército y nos pone el servicio a disposición, cree que ésta es una cosa que hay que investigar… Eso es un respaldo económico, una cirugía cardíaca en cualquier institución de asistencia mutual en Uruguay (se hacen 60 por mes) tiene un valor superior a 10.000, 15.000 dólares; nosotros hicimos experiencias para corroborar lo que tenemos, algo fundamental para chequear lo que estamos haciendo e ir perfeccionándolo; eso es respaldo económico, un respaldo económico impresionante. En el Ministerio de Industria y Energía –quiero decirlo porque sin querer a veces se transmite un concepto que anda por ahí– los uruguayos tenemos el privilegio de tener al doctor José Antonio Villamil como director de la División Patentes de la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual; allí hay lo que se llama una asesoría nacional a inventores uruguayos. Es increíble, pero ese abogado me ha dedicado millones de horas y jamás... El país nos apoyó a través de José Antonio Villamil porque el hombre tuvo la lucidez suficiente para decir: “Juan, esto parece que es”.

Por suerte también hemos tenido un apoyo muy importante, accedimos directamente a la Presidencia de la República, tuvimos la oportunidad de conversar con el señor presidente Jorge Batlle, que tuvo una delicadeza muy grande –que públicamente le queremos agradecer–, cuando llevaba equis días de gobierno nos hizo un favor cuando dijo públicamente que había un invento del doctor Giambruno que era excepcional, etcétera; supo ver una cosa que era una realidad, se ve que el hombre sabe lo que son las patentes; me habían aprobado la patente en el Internacional Preliminary Investigation Report. Era un golpe muy grande, con Villamil ya sabíamos que veníamos bien.

Eso es apoyo económico, porque cuando yo golpeaba una puerta muchas veces decía: “Discúlpeme, me equivoqué; tenía que haber ido a Millán 2515” [dirección del hospital psiquiátrico], porque la gente me preguntaba: “Doctor, ¿para qué quiere eso?, ¿para qué quiere que le haga eso?”. Me daba vergüenza decir: “Es para hacer un corazón artificial”; la gente me miraba y decía: “¿Un corazón artificial en Uruguay?”. Yo siempre hacía todo como chiste: “Mire que me equivoqué, yo debería haber ido a Millán 25 15. ¿Usted quiere que le diga?, yo le digo a qué vengo”. Entonces le contaba a la gente y la gente se reía un poco y uno conquistaba un poco con eso. Pero el señor presidente ese día, hace dos años, nos hizo ese favor enorme, la institución Presidencia de la República; “Fue lo que dijo el presidente”, decía la gente; nos facilitó bastante el camino. Hemos vuelto a conversar, le hemos presentado al señor presidente esto y es probable que forme una comisión de apoyo, porque nosotros no sabemos de plata: estamos intentando lograr todo ese tipo de cosas y estamos en contacto y esperando que a través de la institución país Uruguay desde el más chiquito, que se llame Inkievitz –yo también soy chiquito, todos los que hemos integrado ese grupo–, hasta las mayores autoridades, podamos lograr fuentes de financiación de todo esto, que es un megaproyecto, y vamos a llegar tan lejos como podamos soñar.

JI - ¿Doctor Anzíbar?

RA - Han sido tres o cuatro años de esfuerzo, de investigación científica, de arduas discusiones con los ingenieros para llegar a desarrollar un dispositivo que sirve. Todos esos apoyos que mencionaba Juan van cargados de afecto, de consideración que se le tiene a él como inventor, que se nos tiene a los que integramos el grupo, van cargados de curiosidad, porque también alguno dice “Esto acá nunca se va a lograr”, es lo primero que piensa la gente, pero ha llegado la hora de que se terminen los apoyos por esas vías.

JI - Los apoyos voluntaristas.

RA - Hay que institucionalizarlos, hay que ver qué apoyo real da la Universidad, qué apoyo real da el Ministerio, y empezar a institucionalizar. Porque todo surge de la voluntad: “Yo soy uruguayo, tengo que apoyar, tengo que ayudar”, el proyecto va cargado de afecto, de credibilidad; o de no credibilidad (porque incluso nosotros mismos que concebimos el aparato final, hasta que lo vimos funcionar en un vacuno en los últimos tres modelos experimentales...), y vamos creyendo en lo que hacemos paso a paso. Esa credibilidad es lo que va a permitir el apoyo a partir de aquí; porque no sólo surge de que se destine un departamento que dé el apoyo de laboratorios, de materiales: tiene que institucionalizarse un apoyo concreto porque necesitamos estar organizados para seguir adelante.

JI - Está bien que esto se vea como un negocio también, como una posibilidad para el país.

RA - Si lo ven como un retorno, sí.

JI - ¿No puede pasar por capitales privados, no se estila? Ustedes hablaban de universidades estadounidenses, ¿pero qué pasa con los laboratorios, con las empresas privadas?

JG - Pasa mucha cosa. Innovación tecnológica es igual a desarrollo económico, la gente se puede acercar; nosotros tuvimos que imaginar por qué no se acercaban tantos al principio, o por qué algunos se acercaban y después se iban. Aguzando el ingenio con el doctor José Antonio Villamil, con la doctora María Paz Wilson, fuimos viendo nuestro documento de patentes... Es interesante que la gente sepa (me gustaría que usted se lo preguntase algún día a Villamil): la patente es lo que uno revela, lo que uno dijo que creyó que era, pero después lo jurídico, la marca registrada, eso que da el respaldo, el marco legal, tiene que estar reivindicado, y eso lo hacen los abogados del mundo. Los abogados del mundo son tremendamente caros y es tremendamente costosa la tarea. Una de las mayores tareas que hemos hecho, (muchas se las dejamos a los ingenieros en la parte técnica y los cirujanos en la parte quirúrgica), es la defensa de la patente, es una cosa impresionante. Quizás hemos ido avanzando muchísimo contra lo que el mundo creía que realmente íbamos a tener derecho a darle a Uruguay como marco legal de defensa de la invención. Defender la invención es una cosa tremendamente difícil, uno puede decir: “Yo tengo esto, yo lo inventé”. Qué lindo, es precioso, pero si no lo reivindicaste bien, no lo “clamaste” bien (se dice “to claim”), no tenés el derecho legal de decir: “Voy a fabricar esto. Señor, apóyeme porque de esto va a salir una recompensa económica”. Hemos avanzado muchísimo en eso, pero es tremendamente costoso.

JI - El doctor Anzíbar decía que se terminó el tiempo del voluntarismo –“Yo te hago el favor, porque sos uruguayo”– para pasar a una cosa más oficial.

JG - Hemos tenido –los han buscado el doctor Estol y el presidente de la República–, se está engendrando ese apoyo, es muy difícil todo esto pero se está engendrando. Estamos en un momento clave, y si no lo es lo vamos a crear nosotros porque vamos a ir para adelante, hasta la victoria.

RA - Va más allá de voluntades políticas porque las voluntades políticas son transitorias. Nosotros pretendemos crear un departamento científico que ataque todas las áreas de desarrollo en forma puntual de lo que este dispositivo amerita y tener una continuidad acá y con nexos en el extranjero.

JI - La última experiencia que se ha hecho, con un ternero, ¿cómo ha funcionado?

RA - Llevamos nueve experiencias realizadas, seis para ajuste desde el punto de vista anatómico, de ingeniería –después, de cada modelo experimental se fueron modificando elementos del aparato– y las últimas tres, en el último trimestre del año 2003, ya con el dispositivo funcionando en el ternero, con pruebas hemodinámicas y desde el punto de vista funcional, con exámenes de sangre, de coagulación, con monitorización de todas las presiones en las cámaras y en los diferentes lugares.

Ahí la emoción es muy grande porque uno ve, después de extraerle el corazón al ternero y colocarle el dispositivo, que éste suplanta perfectamente a la vida, como queda perfectamente demostrado con las curvas de monitorización que hemos logrado y que ahora le está mostrando Juan. ¿Por qué no se ha seguido? Porque no cumplimos estrictamente los principios básicos de la medicina, que es mantener una asepsia completa, utilizar los mejores instrumentales, permitir montar un posoperatorio adecuado, y eso significa dinero.

JI - ¿Dónde operaron al ternero, dónde le hicieron el trasplante?

RA - Hicimos los últimos tres en el Servicio Veterinario y de Remonta del Ejército.

JI - Ingeniero, usted decía hoy que llegó la etapa de conseguir nuevos materiales en el exterior, lo que también significa bastante dinero.

GE – Sí. Sobre todo es difícil conseguirlos, continuamente están cambiando en el mundo; posiblemente también la construcción de los elementos con estos materiales requiera una tecnología especial que tendremos que buscar, y todo eso significa dinero, bastante dinero.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
Fotos en estudio: Javier Castro

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