18.12.2005














Inesperada polémica por atentado de 1978

Senador Carlos Julio Pereyra: El vino envenenado que mató a Cecilia Fontana de Heber fue obra de una organización de militares y civiles de ultraderecha para descabezar al Partido Nacional, pero no tengo pruebas para dar nombres. La Policía y la Justicia (incluso en democracia) no quisieron llegar a conclusiones. Es deplorable que el tema vuelva al Senado para un ataque político y no para cerrar la investigación.

En perspectiva

EN PERSPECTIVA
Miércoles 04.02.04, 07.36.

EMILIANO COTELO:
El Parlamento fue ayer escenario de un sorpresivo y durísimo enfrentamiento que tuvo de un lado al senador socialista José Korzeniak y del otro a legisladores blancos y colorados. El resto de la bancada frenteamplista que integra la Comisión Permanente del Poder Legislativo se mantuvo prácticamente en silencio.

El legislador de izquierda había dicho hace pocos días en radio Carve, a propósito de desavenencias en el Partido Nacional, que una facción nacionalista fue responsable en 1978 de enviar botellas envenenadas a los principales líderes blancos.

ALFREDO DANTE:
A partir de ese comentario, el senador herrerista Luis Alberto Heber reclamó a Korzeniak al Partido Nacional, pero el socialista ratificó sus dichos y se desató la polémica.

EC - Con visible enojo, Heber respondió a Korzeniak: "Entiendo que, después de haberlo escuchado, él debe renunciar al Senado e internarse en el Vilardebó, porque ha desvariado en todo lo que ha dicho hasta ahora".

Recordemos qué episodio fue el aludido en esta discusión.

AD - Tres botellas de vino envenenado fueron enviadas en forma anónima a las casas de Mario Heber, Luis Alberto Lacalle y Carlos Julio Pereyra en 1978, durante la dictadura militar. Celia Fontana de Heber, la madre del actual senador, murió tras probar el vino.

EC - Korzeniak relató que, años atrás, un miembro del Ministerio Público le había mostrado un expediente del cual se podía inferir que las botellas fueron enviadas por un grupo ultraderechista que integraban miembros del Partido Nacional. Informó que le preguntó al senador Carlos Julio Pereyra, y que él le respondió que fue "un grupo de civiles nazis del Partido Nacional". Recordó además que el propio senador blanco había reiterado el concepto con el periodista César Di Candia, años después.

"Lo que dije el otro día lo vuelvo a decir si me lo preguntan", reafirmó. Korzeniak recordó que tiempo atrás había hablado de ese tema en el Senado y en aquella ocasión, citando información que obtuvo a través de un contacto con un representante del Ministerio Público. Reconoció que cometió una indelicadeza por tocar un tema que afecta a Heber en lo personal y pidió disculpas al senador, pero añadió que no se arrepiente "en absoluto de haber dicho eso, cuando se acusa al Frente Amplio de ser violentista. El violentismo no está en el Frente Amplio: si queremos usar argucias que no son limpias para la campaña electoral, yo voy a repetir verdades. No pido disculpas de partido a partido".

AD - Heber respondió "Quiero guardar serenidad en este tema, porque es doloroso, pero el senador Korzeniak habla de cosas que no tienen nada que ver con lo que estamos hablando". Dijo que no había calificado como violentista al Frente Amplio y aseguró que "no hay nazis en el Partido Nacional". "En ese momento el partido estaba en la clandestinidad y peleaba por la libertad. Fue un atentado contra la dirigencia máxima del Partido Nacional porque era una fuerza opositora a la dictadura", afirmó.

EC - Heber también se quejó de que Korzeniak sostuviera que las peleas en el Partido Nacional llegan al punto de matarse entre sí. "Es una excusa, o lo que busca es no explicar al periodista las peleas que tienen dentro del Frente", dijo, y agregó que "comparar esa situación con el episodio de las botellas envenenadas es una ofensa al Partido Nacional".

AD - Korzeniak reiteró que fueron blancos los que enviaron las botellas, y el diputado Jaime Trobo empezó a reclamarle a gritos "¿Quiénes fueron?", y el debate continuó entre mutuos reclamos de "Cállese, atrevido".

EC - El diputado Washington Abdada, del Foro Batllista, consideró que las palabras de Korzeniak constituían un agravio para los nacionalistas, y le emplazó a presentar pruebas.

AD - El diputado Iván Posada, del Partido Independiente, se solidarizó con Heber y con el Partido Nacional, y consideró que la expresión de Korzeniak fue "desafortunada y carente de respeto".

EC - Con el silencio de la bancada del Encuentro Progresista, a excepción de Korzeniak ratificando sus argumentos, el diputado Víctor Rossi, de Alianza Progresista, dijo que las declaraciones de Korzeniak no habían sido felices y que entendía el planteo de Heber.

***

Resulta impactante que, de manera repentina, vuelva al debate político un episodio tan grave y de tanto tiempo atrás, y por otra parte un episodio nunca aclarado, nunca cerrrado.

¿Cómo tomó este entredicho el senador Carlos Julio Pereyra, aludido ayer por Korzeniak como una de sus fuentes? El senador estaba ayer en La Paloma, donde lo encontramos ahora.

CARLOS JULIO PEREYRA:
Efectivamente. Sólo conozco la versión periodística, y espero conocer la versión taquigráfica para formarme una opinión más concreta.

Casa del doctor Lacalle sobre la calle Etchevarriarza

EC - Usted fue uno de los destinatarios de aquellas botellas envenenadas.

CJP - Efectivamente.

EC - Botellas enviadas en 1978 en forma anónima a su casa, a la de Lacalle y a la de Mario Heber.

CJP - Por la rigurosidad histórica del episodio: las botellas fueron dejadas en el jardín de la casa del doctor Lacalle, en la calle Echevarriarza.

EC - Ahí está: todas fueron dejadas para ser distribuidas.

CJP - Eso es.

EC - Y efectivamente lo fueron.

CJP - Lo fueron. Eso ocurrió en la noche del 28 de agosto de 1978. Al día siguiente, Lacalle nos hizo conocer a Heber y a mí la novedad de ese regalo que había parecido dirigido a nosotros, con una leyenda que decía que era para brindar el 31 de agosto al mediodía, "por la nueva etapa que se inicia para la Patria".

"Por la nueva etapa de la patria".

EC - Textualmente, "El jueves 31 al mediodía, brindemos por la Patria en su nueva etapa", y había unas iniciales: MDN.

CJP - Eso es.

EC - La caligrafía de aquella tarjeta dio mucho que hablar en su momento, porque era muy identificada con un colegio privado uruguayo.

CJP - Sí; incluso la Policía hizo desfilar a una cantidad de personas, pero realmente ni la Policía ni el juez que intervino tuvieron interés en el esclarecimiento del episodio, y eso lo dije en la Comisión Investigadora que se creó después en el Senado, y en el propio plenario del Senado.

EC - Usted dice que no hubo interés ni de la Policía ni de la Justicia en llegar a conclusiones.

CJP - No; de ninguna manera, porque la Justicia y la Policía orientaron sus investigaciones hacia nosotros mismos, incluso los familiares de Mario Heber y los míos desfilaron por el juzgado, les tomar pruebas caligráficas... El propio juez me dijo: "Los principales sospechosos son ustedes". Nosotros éramos tan corruptos, según el régimen de entonces, que nos enviábamos botellas de vino envenenado entre nosotros.

EC - De todos modos, a propósito de quién pudo haber sido el responsable, ¿usted tiene elementos? Korzeniak ha citado ayer conversaciones que mantuvo con usted.

CJP - Yo he hablado muchas veces de este tema; la gente me pregunta, tanto periodistas como legisladores, amigos... Yo no tengo prueba ninguna; creo que la pueden tener los servicios de inteligencia de la época. Yo no tengo ninguna prueba. Sí se ha manejado teorías. Parece claro que el régimen imperante tuvo que ver con esto, porque en un lugar tan poblado como el centro de Pocitos no se podía entrar al jardín de una casa sin saber a qué horas regresan sus habitantes, a qué hora se levantan, si los vecinos salen al balcón por la noche (la casa está rodeada de apartamentos), si están detrás de una ventana, si entran... en fin: ahí hubo seguramente gente especializada, seguramente elementos de las Fuerzas Armadas que estudiaron el teatro del suceso para dejar allí las botellas del vino envenenado. De eso estoy seguro.

Ahora: que puedan haber intervenido... En aquel tiempo había, sí, y no se puede negar, hubo siempre, algún blanco que estaba a favor de la dictadura, así como la inmensa mayoría del partido, prácticamente todo, estaba en contra. Y es probable que alguna de esa gente quisiera descabezar a la dirigencia partidaria. Esa es una de las cosas que se ha manejado.

EC - Usted conoce el libro "El vino de la muerte", del periodista Alvaro Alfonso, que se editó el año pasado.

CJP - Efectivamente.

El doctor Lacalle dijo en 2001 que dejará escrito lo que sabe del envío de estos vinos envenenados, para que "algún día alguien lo lea".

EC - Esa investigación tampoco pudo concluir quién pudo ser el responsable, pero deja planteadas una serie de hipótesis. El doctor Lacalle es preguntado: "¿Fueron militares o un grupo de ultraderecha del Partido Nacional, como se ha manejado?", y él responde: "No, no. Es una imputación demasiado grave si yo dijera que tengo una certeza. Mario Heber -que en paz descanse- y yo, tenemos una interpretación, pero esa interpretación no involucra a militares de ninguna especie; sólo a civiles". El periodista insiste: "¿Involucra sí a dirigentes nacionalistas?". Y ante esa pregunta Lacalle guarda silencio. El periodista insiste: "¿No lo va a decir?", y Lacalle concluye: "Me lo llevaré cuando me vaya".

El libro cita al semanario Crónicas, que preguntó a Lacalle en diciembre de 2001 "¿Nunca supo nada del vino envenenado?". Respondió entonces "Sí, sabemos, pero prefiero no decirlo". "Pero ¿fue algo que provenía del régimen de la época?", le preguntan. "No; lateralmente" respondió. "¿Conoce a las personas involucradas?". Y dijo "Tenemos una idea". "¿Se enfrentó con ellos alguna vez?". "A veces los veo", respondió Lacalle, "y no voy a decir nada más. Eso lo voy a dejar escrito para que algún día alguien lo lea".

¿Tienen la misma hipótesis usted y Lacalle?

CJP - Yo creo que intervinieron elementos militares y civiles, y que entre los civiles pudo haber algún blanco colaboracionista -que los hubo-, con inclinaciones fascistas -que los hubo-, y que debe haber colaborado en la cosa para descabezar a la dirección partidaria. Pero eso no pudieron hacerlo sólo civiles aislados: fue un comando, una organización, seguramente, en la que había militares que estudiaron el terreno para poder operar sin que nadie se enterara en aquel momento. Las hipótesis se han manejado en estos sentidos.

Le quiero decir algo más. Al principio de las investigaciones por parte de la Policía existió el propósito de señalar que era entre nosotros mismos, como le decía recién que el juez lo afirmó. El inspector [Víctor] Castiglioni, reconocido hombre de derechas, instrumento del régimen policial de entonces, reiteradamente me preguntaba si había disidencias entre los integrantes del triunvirato del Partido Nacional que resistíamos a la dictadura y otros dirigentes nacionalistas, como para poder interpretar el episodio. Yo siempre le dije que no creía que proviniera de ciudadanos del Partido Nacional, aunque naturalmente en alguna organización de derechas sí podía haber algún blanco intercalado, como había blancos, colorados y gente que estaba con el régimen y que tenía interés en que no realizáramos acciones que de alguna manera pudieran afectar al régimen.

EC - En definitiva, ¿usted llega a tener para usted mismo (evidentemente, no va a manejar nombres de manera pública) una convicción de quién pudo ser, quiénes pudieron ser?

CJP - Sí, yo tengo algunas interpretaciones. Pero no puedo indicar nombres porque no tengo la prueba de lo que aconteció. Por lo demás, reitero que ni la Policía ni el juez que entonces intervino tuvieron interés en aclarar el episodio. Incluso, cuando en la comisión investigadora cité opiniones del juez y de la Policía que me fueron transmitidas a mí, las negaron terminantemente ante la comisión, tanto los policías como el juez. Incluso el ex senador Mario Heber y yo habíamos sido investigados, penetraron en nuestras casas, tomaron fotografías de nuestras casas, citaron al personal doméstico de nuestras casas, llevaron a mi esposa, a los familiares de Heber y a los míos a hacer una prueba caligráfica, queriendo distraer la atención hacia nosotros mismos... Por eso me duele que este episodio haya motivado una discusión en el Senado.

EC - A eso iba: ¿cómo observa este debate que se genera por unas declaraciones radiales del senador Korzeniak, y que termina en la Comisión Permanente?

CJP - Me parece deplorable que se haya este tema en estas condiciones. Si se lo hubiera llevado para agotar las investigaciones sería otra cosa, pero simplemente para un ataque político me parece deplorable.

EC - ¿Cabe la posibilidad de reabrir las investigaciones en torno a estos sucesos?

CJP - El expediente fue archivado, pero el Senado -después de la investigación y de las declaraciones que formulamos varias personas que vivimos el episodio- lo pasó a la Justicia y evidentemente no hubo ningún interés ni de la Policía ni del juez que intervino en aclarar el episodio...

EC - Usted se refiere ya a la época democrática.

CJP - Sí, sí. La Policía ya no tenía nada que hacer, pero la Justicia sí. Y creo que la Justicia no intensificó las gestiones, porque el expediente fue archivado.

EC - El juez a cargo del caso, ya en la época democrática, fue el doctor Lombardi.

CJP - No recuerdo quién fue; pero sí que el doctor Davrieux fue el juez que me dijo a mí durante la dictadura que los principales sospechosos éramos nosotros mismos, Heber, Lacalle y yo; que nos tuvieron emplazados durante meses, que no podíamos abandonar el país (incluso en los primeros días no podíamos abandonar el departamento de Montevideo)... No hubo interés en buscar donde realmente había que buscar.

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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
Fotografías tomadas del libro "El vino de la muerte", de Alvaro Alfonso, Editorial Fin de Siglo, 2002.


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