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México dice que compra carne uruguaya, pero traba la importación
Daniel Belleratti (Cámara de la Industria Frigorífica): En el Nafta, Estados Unidos y Canadá ponen condiciones comprensibles. Pero las de México son improcedentes, suponen desconocer a los técnicos y a los organismos uruguayos, y además son impracticables: si cada país importador quisiera enviar a todas las plantas un veterinario con un sueldo de U$S 6.000, no habría negocio posible. Si es legal, no es ético
EN PERSPECTIVA
Lunes 16.02.04, 08.11.
EMILIANO COTELO:
“Rechazo” puede ser el término que resume la respuesta, tanto desde el sector frigorífico como incluso desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), ante la resolución de México, que la semana pasada habilitó desde el punto de vista sanitario el ingreso de carne uruguaya, una medida que se esperaba desde hace tiempo, pero con serias limitaciones. Por ejemplo, sólo se habilita a una planta a exportar con ese destino, a la que además se le impone la obligación de contar con un inspector mexicano y correr con los costos de ese funcionario.
Recordemos que desde hace meses se realiza gestiones para lograr la entrada de carne vacuna uruguaya a México; los socios mexicanos del Nafta –Estados Unidos y Canadá– están disponibles desde el año pasado para nuestras carnes.
El Servicio Informativo de El Espectador entrevistó este fin de semana a Jorge Barrios, presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica Uruguaya. Hoy nosotros vamos a conversar con la otra gremial del sector. El diálogo es con el director ejecutivo de la Cámara de la Industria Frigorífica (CIF), Daniel Belleratti.
En primer término, ¿puede resumir las condiciones en las cuales México “reabrió” su mercado?
DANIEL BELLERATTI:
Sí; acepta nuestro estado sanitario de país libre de aftosa con vacunación, las carnes tienen que ser desosadas y maduradas –requisito que también está corriendo para Estados Unidos y Canadá–, y aplica determinadas condicionantes totalmente inéditas e –si las vamos a calificar– improcedentes.
EC - Que la autorización se limite a carnes desosadas y maduradas, ¿estaba dentro de lo esperable?
DB - Sí, eso era lo esperable; así están operando Estados Unidos y Canadá.
EC - Por ahí no está el problema.
DB - No; esa es la buena noticia desde el punto de vista del reconocimiento del país, que es por lo que habíamos venido luchando durante más de 15 meses; desde que nos habilitó Canadá, en diciembre de 2002, han pasado ya 15 meses. México podría haberlo hecho en el mismo momento. Esa primera batalla se logró, pero de una forma que yo calificaría como habilitación virtual o simbólica, porque lamentablemente no se vuelve operativa.
Hay que remontarse a dos o tres meses atrás. Cuando anunciaron que a fines de noviembre vendrían dos técnicos mexicanos a inspeccionar las plantas durante 10 días, lo que les iba a permitir inspeccionar las 23 que Uruguay tiene calificadas para venderles a Estados Unidos, Canadá y la Comunidad Económica Europea, daba la impresión de que todo se estaba encaminando en la buena dirección. Después, una semana antes de llegar la misión anunciaron que no, que vendría un solo técnico, el doctor Tomás Más, que iba a estar sólo cinco días e iba a visitar sólo cinco plantas, pero que la visita no tenía carácter de inspección habilitadora sino que verificaría el nivel tecnológico, sanitario e higiénico de esas plantas como testigos o muestreo de las otras y que eventualmente en forma posterior podría hacerse lugar a que las mismas que estaban habilitadas para Estados Unidos lo estuvieran para México, o que enviarían una nueva misión para visitar las otras 18. El ministerio aceptó y la industria compartió que viniera este técnico en una función de auditoría y seguir el largo peregrinaje que los mexicanos nos venían imponiendo.
Pero resulta que el lunes pasado aparece la aprobación para la habilitación de nuestras carnes con esa condición de que cada planta debe tener un técnico veterinario mexicano, con un costo de aproximadamente 6.000 dólares, que tiene que permanecer permanentemente.
EC - ¿A qué período se refiere ese costo de 6.000 dólares?
DB - Mensual.
EC - Pero es habilitada una sola planta.
DB – Sí: profundiza la actitud equivocada de los mexicanos el hecho de que dicen que visitaron cinco plantas y que sólo una de ellas está habilitada para vender carne a México.
EC - Es el Frigorífico Carrasco, ¿no?
DB - Sí, es el Frigorífico Carrasco. Pero quiero señalar que los propietarios del Frigorífico Carrasco están totalmente de acuerdo en que este tipo de situación es inaceptable porque ningún país del mundo puede desconocer a las autoridades oficiales uruguayas, a los veterinarios uruguayos. Hay una tradición en el mundo de la carne, en la comercialización de carnes, en cuanto a que los servicios oficiales son equivalentes. Estados Unidos hace una auditoría anual de los frigoríficos y los procedimientos del MGAP: sus técnicos visitan algunas plantas, confirman que se están haciendo los controles necesarios y se van. Esto es otro improcedente.
Vamos a los números para mostrar lo absurdo de esto. Uruguay tiene en este momento más de 80 mercados abiertos y 23 plantas en condiciones de vender a esos mercados de alta exigencia. Si cada uno de esos 80 países exigiera un veterinario por planta, estaríamos hablando de 1.700 veterinarios permanentemente ubicados en el país; a un costo de 6.000 dólares, estamos hablando de 8,5 a 9 millones de dólares. Es absurdo el planteo de México.
EC - ¿No hay precedentes?
DB - No, no hay precedentes. Las cosas se tienen que hacer como se debe, si usted va a habilitar a Uruguay porque sus carnes y sus procesos son adecuados, la presencia de un técnico por planta únicamente indica desconfianza. El ministerio, que en este sentido tiene un muy bien ganado prestigio, no puede aceptarlo; Uruguay erradicó la aftosa en tiempo récord, no hay presencia del virus desde hace más de dos años, no hay casos clínicos desde hace más de dos años; en una palabra, ha habido una muy buena gestión desde el punto de vista técnico y profesional. México no puede venir a poner en tela de juicio eso con una medida de estas características.
EC - México es un mercado que a la industria uruguaya, a todo el complejo cárnico uruguayo, le interesa de manera especial; de allí todas esas gestiones que se han venido desplegando, que involucraron al propio presidente de la República, Jorge Batlle. México llegó a representar el 10 por ciento del valor de las ventas totales de carne al exterior en 1999.
DB - Exacto; hay que analizar la performance de México en el pasado y hacia dónde está apuntando para entender por qué la industria, los productores y el gobierno estamos realmente necesitados de ese mercado. Los números son muy sencillos: en 1994 –o sea hace 10 años atrás– México importó 25.000 toneladas de carne; el año pasado, en 2003, terminó importando 490 mil toneladas. O sea que es uno de los pocos mercados del mundo donde el consumo de carne se ha ido incrementando en forma sostenida durante una década y se piensa que se va a seguir incrementando. De esa importación de 490 mil toneladas en el año 2003, México importó 350 mil de Estados Unidos; quiere decir que es un mercado que ha proyectado su consumo internamente, ha establecido una corriente comercial muy fuerte con Estados Unidos y Canadá dentro del Nafta, y Uruguay tiene derecho, primero por sus condiciones higiénico-sanitarias, por la calidad de sus carnes, por su necesidad de exportar y por un tema arancelario, de entrar a México en forma casi inmediata. La gran diferencia que hay para Uruguay entre México, Estados Unidos y Canadá es que en Estados Unidos tenemos una cuota de 20.000 toneladas, por fuera de las cuales (el año pasado vendimos más de 80.000 toneladas) tenemos que pagar un arancel del 26,4 por ciento; ese arancel en México después de los convenios firmados hoy está situado en el 10 por ciento y va a ir bajando hasta el año 2007 al 7 por ciento. Hay una gran diferencia arancelaria que permite a Uruguay competir en muy buenas condiciones con Australia y Nueva Zelanda dentro del propio Nafta y dentro del propio México.
EC - Claro, pero son ventajas en el papel, porque a la hora de llevarlas a la práctica aparece este otro tipo de limitaciones.
DB - Exactamente. Estamos viendo que todo lo que se nos concede en negociaciones por las cuales dejamos entrar coches y ellos dejan entrar leche, lana, todas esas negociaciones que se hacen para hacer un tratado de libre comercio entre dos países, cuando llega el tema de las carnes aparecen una y otra y otra traba que nos están demostrando muy poca buena voluntad para enfrentar esta apertura de mercado.
EC - La decisión sorprendió incluso al presidente Batlle, quien había estado hacía poco en México y había venido con promesas del presidente Fox que no auguraban semejantes restricciones. ¿Qué decisiones se están por tomar, qué pasos se pueden dar a nivel oficial para revertir este criterio tan estricto?
DB - En esto estamos apoyando cien por ciento al gobierno. La nota que mandó la semana pasada, después de conocida la decisión, pidiéndoles a las autoridades mexicanas que revisen esos dos aspectos –la presencia de un veterinario en cada planta y que envíen a inspeccionar el resto de las plantas– es una medida que debe –no hablo de imponer porque a México no se le puede imponer nada, lamentablemente– ser impulsada con el mayor de los esfuerzos para que los mexicanos no sigan ganando tiempo y corran meses y meses, porque tal cual están las cosas hoy Uruguay no puede venderle carne. No puede hacerlo una sola planta, el ministerio no puede aceptar un desprestigio de esas características. Hay que transitar el camino diplomático, el camino político, el camino comercial, todo lo que sea posible para que los mexicanos rápidamente reviertan esta decisión totalmente equivocada e injusta.
EC - ¿Es factible un éxito? ¿Usted es optimista a esta altura?
DB - Con México tengo mis reservas. Ojalá sea así, pero fue el último país en habilitarnos cuando Uruguay por primera vez fue libre de aftosa. Estados Unidos nos habilitó en noviembre de 1995 y México lo hizo en 1998, tres años después. Dilataron las cosas hasta que llegó un momento en que no había más trámite por inventar. Veo que estamos viviendo un escenario bastante parecido, ya llevamos 15 meses desde que los otros países del Nafta nos habilitaron y siempre aparece alguna traba que implica una gestión posterior, así vamos y vamos. Ojalá tengamos suerte, hay que presionar y buscar que ellos de alguna manera entiendan que si esto es lícito, no es ético.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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