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Argentina después de sortear el default con el FMI
Ec. Mercedes Marcó del Pont (Fide): Más tarde o más temprano se iba a evitar una ruptura que no conviene a ninguno. El país sobrecumplió las metas acordadas, pero el FMI quería presionar más aunque beneficiaría a los fondos buitres. La discusión de fondo en Argentina y en la región es si aceptar pasivamente la receta tradicional del FMI, ajustar para pagar, o plantearse una política fiscal que privilegie la urgencia por movilizar la riqueza y la producción.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 10.03.04, 07.50.
Argentina evitó caer en default con los organismos internacionales. El presidente Néstor Kirchner acordó con el Fondo Monetario Internacional y ordenó el pago de los US$ 3.072 millones que vencían ayer. El FMI hará hoy el anuncio oficial en Washington. Anne Krueger, quien interinamente ocupa el lugar número 1 en el FMI, recomendará al directorio que apruebe las metas del programa argentino.
“La noticia causó profundo alivio no sólo en Buenos Aires, sino también en Washington”, dice hoy el diario Clarín. “Se produjo luego de una serie de negociaciones contra reloj, que concluyeron al mediodía de ayer tras un diálogo telefónico entre el presidente Néstor Kirchner y la titular interina del Fondo Monetario, Anne Krueger.
“Así sellaron un acuerdo de cuatro puntos clave para encarar el proceso de la reestructuración de la deuda con los privados. Y la jefa del FMI, por su lado, se comprometió a recomendar al directorio la aprobación de la segunda revisión de metas, trámite que permitirá que el Gobierno recupere el dinero que pagó ayer.
“El acuerdo se cerró al mediodía. Pero, antes de eso, habían corrido horas intensas. El primero en levantar el teléfono fue el ministro de Economía, Roberto Lavagna, para comunicar personalmente a Krueger que Kirchner rechazaba algunas exigencias. Por ejemplo, la que impedía a la Argentina deshacerse de algún miembro del sindicato de bancos —que asesorará al Gobierno en el canje de viejos títulos en default por nuevos bonos—. Y tampoco aceptaba fijar un piso fijo de aceptación alto para la oferta entre los acreedores. El FMI reclamaba que ese umbral fuera del 80%. El Gobierno estaba dispuesto a estirarse hasta el 66%.
“‘Este tema me excede’, le dijo Krueger. ‘Tengo que consultarlo con el G7’, agregó, antes de terminar la comunicación. Entonces, se empezaron a mover las piezas del poder real en Washington. Y el Tesoro de los EE.UU., que había iniciado una mediación con escaso éxito, redobló el esfuerzo por evitar el default de la Argentina y convenció al resto de los países ricos de la necesidad de facilitar un acuerdo.
“Cuando Krueger discó el número de teléfono de Kirchner, a las 12.50, había gran expectativa en el Gobierno. En el despacho del Presidente estaban, además de Lavagna, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zanini. La conversación con Krueger duró aproximadamente 20 minutos. Fue en tono diplomático, ameno, pero también muy concreta. Y se acordó lo siguiente:
“En cuando al sindicato de bancos, el Gobierno podrá remover a una entidad, pero si existe una causa justificada por incumplimiento de contrato. La función de los bancos no será negociar con los acreedores, como pedía el FMI, sino asesorar al Gobierno.
“No se fijó el porcentaje de bonistas que tendrá que adherir a la reestructuración de la deuda. Sin embargo, el tema quedó sujeto a discusión futura. La fórmula que se usó es que se buscará un umbral mínimo necesario.
“Se abre el juego de la negociación a todos los grupos de deudores, y no sólo al Comité Global de Bonistas de la Argentina, que conduce el italiano Nicola Stock.
“Se fija julio como objetivo para llegar a un acuerdo con los acreedores privados.
“El vocero del FMI, Thomas Dawson, dará a conocer oficialmente hoy este acuerdo en Washington. Difundirá el contenido de la carta de recomendación que Krueger elevará al directorio del organismo. Incluirá los puntos del acuerdo sellado ayer. La aprobación se haría el 22 de marzo, y un día más tarde el Fondo le reembolsará a la Argentina lo que le pagó ayer. La próxima revisión será en junio. Pero en setiembre viene la negociación más difícil. Entonces, se deberá discutir el superávit fiscal primario para el 2005 y el 2006.
“En el Gobierno había mucha satisfacción por el resultado de esta última pulseada con el FMI. El Presidente habló por teléfono con su colega brasileño, Lula da Silva, primero, y después con el mandatario chileno, Ricardo Lagos. Pero Kirchner evitó romper el pacto de silencio que selló con Krueger a la espera del comunicado conjunto que saldrá hoy”.
***
Para tener un balance de este entredicho, esta tensión que tuvo en vilo a Argentina, a buena parte del mundo financiero y sobre todo a nuestra región, estamos en comunicación con la directora de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (Fide), la economista Mercedes Marcó del Pont. ¿Quién ganó esta pulseada, por decirlo en términos muy simplificados: ganó Kirchner, ganó Krueger?
MERCEDES MARCÓ DEL PONT:
En realidad se verificó un escenario que era previsible. Un día antes, un día después... No se preveía una ruptura, que no conviene a Argentina ni al FMI. En realidad, Argentina estaba mostrando por primera vez en muchos años que no sólo había cumplido sino sobrecumplido las metas acordadas con el FMI, las metas fiscales y las monetarias, y que en realidad había corrido un poco el arco y estaba reclamando en torno a la negociación de la deuda con los tenedores privados cuestiones que no estaban previstas en el acuerdo original. O sea que en realidad no había razones técnicas para que el FMI se negara a aprobar dentro de 12 días la revisión de las metas.
Creo que se limó algunas diferencias en torno a la propuesta y la renegociación con los tenedores de títulos, y se avanzó en un proceso que creo que está anticipando las tensiones que van a seguir en Argentina. Porque creo que hay que entender que en realidad lo que subyace es que hay una pulseada en torno a cuánto se va a pagar a los acreedores externos. Creo que esa es la discusión de fondo...
EC – Esa discusión de fondo fue la que movilizó en estas últimas semanas de manera muy clara y muy fuerte al G7, el Grupo de los Siete países más desarrollados.
MMP – Efectivamente, porque al haber crecido más Argentina está generando un superávit fiscal mayor al previsto. La demanda del FMI es que esos recursos adicionales se orienten a mayores pagos de deuda, o sea a mejorar la oferta que Argentina hizo en Dubai. Y Argentina, a mi juicio correcta y responsablemente, se ha plantado en una propuesta que considera que es la única viable y consistente en el mediano y largo plazo, que es decir: podemos orientar hacia el pago de la deuda hasta un 3% de nuestro superávit porque, de otra manera, tendríamos que quitar recursos necesarios para, por un lado, resolver la tremenda deuda social que todavía tiene nuestro país: hay que recordar que más del 53% de nuestra población está en situación de pobreza; pero también a la urgencia por recomponer la inversión pública que está en los niveles históricos más bajos.
O sea que la discusión aquí es volver a aceptar pasivamente la receta tradicional del FMI que es ajuste para pagar, o plantearse una política fiscal que priorice la urgencia por movilizar la riqueza y la producción de nuestro país. Creo que en ese entorno está la discusión, y creo que van a venir todavía días tensos, sobre todo hasta septiembre, cuando Argentina debe volver a sentarse con el FMI para negociar las metas del 2005 y 2006 en materia fiscal y monetaria.
EC - ¿Cómo se puede anticipar la discusión en torno al pago a los tenedores de papeles, cuáles pueden ser los principales puntos conflictivos?
MMP – Creo que, fundamentalmente, lo decisivo será el grado de aceptación que tenga la propuesta. No se puede decir cuánto se necesita si no sabemos cuánta será finalmente la aceptación y por lo tanto los servicios y los intereses que esos nuevos títulos devengarán.
EC – Pero, antes que eso, ¿Argentina puede mantenerse, puede no aflojar en su propuesta de una quita del 75%?
MMP – Creo que puede; creo que la resolución o la flexibilización de esa propuesta tiene que plantearse en otros sentidos como puede ser atar los bonos al crecimiento futuro de nuestro país, o del tipo de propuestas que está tratando el Parlamento de Italia, donde los gobiernos y los bancos loclaes que colocaron esos títulos deberían hacerse corresponsables junto con los países deudores. Creo que habría que buscar soluciones en ese entorno, porque lo cierto es que Argentina está teniendo este año un superávit primario con una situación social y productiva todavía endeble, que no ha tenido en su historia: hasta antes de la devaluación Argentina tuvo equilibrio o déficit fiscal, o sea que significa un fuerte ajuste. El nivel de gasto primario de nuestro país es el más bajo de toda nuestra historia, con excepción del año 2002.
Creo que Argentina se ha planteado lo posible y lo realista, porque si no podemos volver a andar el camino ya tan recorrido de comprometer metas muy ambiciosas, implementar políticas de ajuste para poder cumplirlas aún en el crecimiento, y que finalmente todo lo firmado se torne papel mojado y sea imcumplido, que es como llegamos a esta situación.
EC – Pero yo la interrumpí cuando usted se refería a ese tema que también es crucial sobre qué porcentaje de los bonistas deberá adherir a la fórmula de reestructuración de la deuda para que ésta quede validada.
MMP – El FMI reclamaba un 80% de aceptación, a lo que Argentina se negó, porque efectivamente es un porcentaje muy alto y que obviamente puede condicionar que la negociación prospere o no. Al incorporar el 80%, entraría en esa negociación gran parte de los “fondos buitres”, que tienen intenciones de corto plazo, de ganancia financiera rápida, y no en una perspectiva de mediano y largo plazo como es la que se pretende imponer en estas circunstancias. Entonces, si bien finalmente en este paper firmado se puso vagamente tener un umbral mínimo de aceptación, se sacó ese 80% que pedía el FMI...
EC – El número queda a terminar de negociar en las próximas semanas.
MMP – Argentina planteaba 66%.
EC - ¿Qué puede ocurrir finalmente?
MM - Creo que la propuesta de negociación con los tenedores de títulos va a avanzar finalmente; a mi juicio es lo más importante, porque en estos días en que aparecía la posibilidad de no llegar a un acuerdo, se barajó en Argentina la posibilidad de un “Plan B”. Y muchas de las cosas planteadas en ese “Plan B”... yo soy economista, participo del Plan Fénix, una organización de la Universidad de Buenos Aires que hace años viene planteando la necesidad de generar un plan integral que articule todo el resto de la política económico social, y ese “Plan B” en realidad son cosas que creo que Argentina debería estar haciendo. Por ejemplo, tratar de que el excedente de pagos muy grande que se está generando en nuestro país no se fugue al exterior y en cambio se quede alimentando las reservas internacionales. Por ejemplo, la urgencia por plantear una política monetaria que esté en función de las necesidades productivas. Por ejemplo, una política de gastos que realmente pueda dinamizar el crecimiento a partir de la generación de infraestructura, etcétera.
O sea que el debate fundamental en estos próximos meses es acerca de qué va a hacer Argentina para sostener este crecimiento, que hoy está basado en gran medida en circunstancias exógenas como son los precios internacionales, la baja tasa de interés, etcétera.
Adelanto momentos de tensiones porque va a haber una pulseada muy fuerte por el superávit primario; el FMI quiere que Argentina lo suba a niveles similares a los de Brasil, y tenemos muy cerquita el espejo de Brasil mostrándonos nuevamente que la receta ortodoxa ha llevado a la situación de recesión y desempleo.
EC – ¿Cómo vislumbra el impacto en las relaciones de la región con los organismos internacionales?
MMP – En las últimas semanas, Argentina recibió un apoyo más claro del gobierno de Brasil, que había sido bastante indiferente durante la negociación de septiembre del año pasado y en el default transitorio que tuvo Argentina con los organismos.
Pero creo que no se puede desconocer que en lo que hace a la política económica hay decisiones estratégicas muy distintas entre Brasil y Argentina, y situaciones de deuda muy distintas porque Brasil todavía tiene una deuda de mercado y está dependiendo, diría que es esclavo de las señales que envíe o no para conseguir capitales y seguir refinanciando.
EC - ¿A qué se refiere cuando dice que Brasil todavía tiene una deuda de mercado?
MMP – Argentina tiene una deuda administrada: una parte todavía está en default, y otra parte es con los organismos multilaterales o deuda interna. Brasil tiene una deuda interna en reales bastante importante, más de corto plazo, y está muy dependiente: dentro de la lógica de las señales “para que no nos corten el chorro”, seguir con la receta tradicional de ajuste. Creo que en algún momento Brasil va a tener que parar la pelota porque ese sendero que nosotros lamentablemente ya recorrimos no conduce a una política que pueda compatibilizar el pago de la deuda y el crecimiento con equidad.
Creo entonces que son dos senderos muy distintos que se han planteado, y en ese sentido no advierto que haya por lo menos en lo inmediato posibilidades de demasiada armonización.
EC – Lula y Kirchner se reúnen la semana próxima, iniciando una serie de conversaciones destinadas ¿a qué? ¿Cuál puede ser el resultado de esa coordinación Brasil – Argentina en cuanto a la relación con los organismos multilaterales?
MMP – A eso me refería: ¿a qué? Creo que, para que pase más allá de lo simbólico (y aspiraría a que fuera así), tendría que haber una negociación más de fondo y plantearse en todo caso un proyecto de desarrollo común, de complementariedad, y en función de eso del tratamiento del tema de la deuda. Lo que pasa es que quizá significaría para el gobierno de Lula desandar o replantear el manejo de su política económica, como digo muy sustentada en el manejo de la tasa de interés para que ingresen capitales, entrando en contradicción con la posibilidad de recuperación de los sectores reales; muy sustentada en un súper ajuste fiscal que está llevando a postergar gran parte de los planes y de los proyectos originarios del PT... Creo que esa es la discusión de fondo, que se tiene que dar entre los dos países pero se tiene que dar en Argentina y en la región.
EC – Parecería que, por lo menos inicialmente, el punto no es negociar en conjunto sus deudas, porque justamente en ese plano hay diferencias muy grandes entre los dos países. En cambio, podría en principio encaminarse el diálogo por el lado de algunas condiciones a requerir a los organismos multilaterales. Veía por ejemplo que, según el canciller brasileño, Celso Amorín, podrían conversar a propósito de reclamar al FMI que elimine del cómputo del déficit a las obras públicas y también al gasto social: que sean considerados como inversiones rentables y no como simples gastos. Eso, claro, cambiaría por completo las cuentas, los números de déficit y las exigencias de superávit, etcétera.
MMP – Efectivamente, creo que es la propuesta que está más cercana. De alguna manera, plantear que dentro del gasto, como gasto de capital lo que estaría destinado a capital social y a capital productivo permitiría aliviar un poco la demanda en términos de excedente fiscal. Pero creo que no podemos desconocer que muchas de las cosas que deberían plantearse para desenvolver una política de desarrollo los países de la región –incluyendo a Uruguay— son hoy por hoy herejías a los oídos del FMI, que siguen sin hacer una autocrítica respecto a su responsabilidad y su participación en las recomendaciones a todos los países emergentes.
EC – A eso iba: ¿qué impresión tiene a propósito de en qué medida el FMI y los demás organismos multilaterales están corrigiendo sus criterios, su rumbo?
MMP – Le diría que no advierto de ninguna manera una autocrítica. Es una situación bastante paradojal porque, desde el seno del FMI, han salido trabajos de técnicos muy importantes planteando, por ejemplo, los efectos negativos de la desregulación y la apertura financiera, bastante críticos acerca de lo que fue el proceso de salvataje que viabilizó la fuga de divisas tanto en Rusia como en los del países del sudeste asiático o en la Argentina... Pero lo cierto es que, a la hora de los bifes, el FMI sigue reclamando más de la misma condicionalidad eterna que, en última instancia, es de una cortedad de miras muy fuerte porque trata de maximizar en el corto plazo el excedente que se destina al pago de la deuda; siempre gira sobre lo mismo. Y en ese sentido creo que la discusión debe pasar no por si se rompe o no con el FMI, sino por cómo se hace para tratar de mantener una negociación que no quite grados de libertad a los países para desenvolver políticas económicas autónomas. Creo que esa es la discusión de fondo: cuando Malasia decidió en el 98 no acordar con el FMI para poder aplicar una política distinta, expansiva, y salió de la crisis antes que los otros países asiáticos, cuando Tailandia decidió el año pasado seguir sin el FMI porque le imponía muchas restricciones, nos estaban mostrando un camino que ya se abrió: poner en discusión cómo coartan estas políticas que están pensadas para maximizar un excedente fiscal con el cual pagar la deuda, y son políticas que no efectúan los países centrales.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón
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