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TRAS CUATRO AÑOS DE RECESION
Perspectivas de la economía uruguaya a partir de los últimos datos de crecimiento
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En 2003 la economía nacional creció 2,5%. Este resultado, bastante mayor al esperado, no sorprendió tanto a Pablo Rosselli, Fernando Antía, Gabriel Papa y Michele Santo como la celeridad con que se lo alcanzó. Reunidos en una tertulia especial, los cuatro economistas analizaron los orígenes de la reactivación y anticiparon cómo se procesará su impacto social en los próximos tiempos.
EN PERSPECTIVA
Jueves 25.03.04, hora 09.38.
EMILIANO COTELO:
Los números económicos resonaron fuerte al comienzo de esta semana. El lunes el Banco Central del Uruguay (BCU) divulgó oficialmente el cierre del año 2003. ¿Cuáles fueron las conclusiones más importantes? El año pasado la economía uruguaya rompió una racha de cuatro años de caída y creció 2,5 por ciento, bastante más de lo que se esperaba.
La recuperación de la actividad se dio fundamentalmente en el segundo semestre. En el trimestre julio-setiembre de 2003, el Producto Bruto Interno (PBI) creció un 7,5 por ciento frente a igual trimestre de 2002, mientras que en el cuarto trimestre octubre-diciembre el crecimiento fue mucho más alto aún, de 15,8 por ciento, un índice impactante.
Como ya se intuía, la locomotora de la reactivación fue el sector agropecuario, que el año pasado creció 14,4 por ciento, destacándose en especial el repunte en el subsector agrícola, con el arroz, el trigo, la cebada y la soja a la cabeza. También se hizo notar el crecimiento de la actividad industrial, que fue de 4,6 por ciento anual, abarcando casi todas las ramas, principalmente la de alimentos y bebidas, la textil y la química.
A partir de estos y otros datos, el debate quedó inmediatamente instalado: ahora que terminó la recesión, ¿qué cabe esperar para este año 2004? ¿Es cierto que podemos llegar a crecer más del 8 por ciento? Y, en ese caso, ¿qué pasará con el empleo? ¿La gente sentirá en sus bolsillos esta reactivación? Pero además: ¿cuáles fueron las causas de este quiebre de la tendencia? Y, unido a lo anterior, ¿estamos ante una salida sólida, sustentable, o corremos el riesgo de un nuevo resbalón?
De todas estas cosas vamos a conversar con nuestros invitados de esta mañana. Ellos son cuatro economistas: Pablo Rosselli, que integra la consultora Tea, Deloitte & Touche y participa habitualmente de nuestros análisis económicos; Fernando Antía, investigador del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República; Gabriel Papa, columnista del semanario Brecha que ha estado varias veces como invitado en nuestra tertulia; y Michele Santo, consultor privado y columnista del semanario Búsqueda.
***
EC - ¿Fue una sorpresa para ustedes el cierre del año 2003?
FERNANDO ANTÍA:
No, por cierto que no. En el Instituto manejábamos una estimación bastante próxima a la que finalmente se conoció, que no hicimos pública porque todavía no difundimos nuestro informe, pero constituía el marco en el que estábamos reflexionando respecto de la economía uruguaya.
GABRIEL PAPA:
Digamos que la experiencia internacional muestra que países que han caído mucho a lo largo de la década del 90 luego se recuperan también rápidamente. Desde ese punto de vista, más el contexto internacional particularmente favorable, se podía decir que podía ser esperable, quizás no números de la magnitud de estos, pero sí la tendencia.
EC - El ministro de Economía, Isaac Alfie, dijo esta semana que no hay antecedentes de una salida tan rápida de una crisis como la que enfrentó Uruguay. ¿Ustedes coinciden en eso?
GP - Habría que hacer una pequeña investigación, pero por ejemplo Argentina creció el año pasado 8,7 por ciento; habría que ver comparando trimestres y demás.
FA - El punto es la rapidez con la que se produce el crecimiento, eso es lo que realmente ha sorprendido. Me llamaron la atención las estimaciones de Alfie. En el Instituto procuramos verificarlas y, efectivamente, de las crisis que refiere, tanto las del Sudeste de Asia, como la de Rusia, como los episodios recientes de Argentina, un crecimiento de esta índole cuatro trimestres después del punto más bajo es el más alto que encontramos.
EC - Pablo.
PABLO ROSSELLI:
Desde una perspectiva de la historia uruguaya, el crecimiento que tuvimos en 2003 no tiene antecedentes cercanos, si miramos los datos desde 1980 para acá.
EC - No tiene antecedentes en cuanto a salida de una crisis.
PR - De una recesión, ni siquiera lo tenemos en cuanto a crecimiento dentro de una fase que no sea de salida de una recesión; este crecimiento de 15,8 por ciento que tuvimos en el transcurso de 2003 es realmente espectacular, tanto en la perspectiva internacional como en la propia economía uruguaya. Si sorprendió o no, es claro que en los últimos meses los analistas ya teníamos una revisión sistemática de las mediciones, pero es justo decir también que a principios de 2003 en general no preveíamos un crecimiento tan rápido de la economía uruguaya. Preveíamos una suba, pero con promedios anuales todavía negativos.
EC - Michele, ¿tú esperabas un resultado así?
MICHELE SANTO:
Esperaba un resultado positivo, pero sinceramente me sorprendió la magnitud del mismo; sobre todo el dato del último trimestre es impactante. No recuerdo en la historia reciente ni menos reciente de Uruguay un resultado así. Antes de 1980 no había datos trimestrales, pero dificulto que aún en los momentos de mayor expansión de la economía uruguaya haya habido un trimestre con un crecimiento de 15,8 por ciento. Coincido con Pablo en que tenemos que ser sinceros: a principios de 2003 absolutamente nadie, ni el gobierno ni ninguno de los analistas, esperaba un comportamiento de ese estilo.
EC - La hipótesis más optimista era un crecimiento cero.
MS - Sí, crecimiento cero. Las primeras estimaciones que había hecho el gobierno en el acuerdo con el Fondo [Monetario Internacional (FMI)] eran incluso de una caída del 1 por ciento, todavía no se sabía qué iba a pasar con el tema de la deuda, había un montón de incertidumbres que por suerte se fueron despejando a lo largo del año. La coyuntura regional mejoró muchísimo, hubo una mejora de competitividad generada por la devaluación y un impulso muy fuerte a partir del cual uno debía esperar que viniera una recuperación, básicamente de los sectores exportadores agropecuarios e industrias manufactureras, básicamente industrializadores de las materias primas agropecuarias. Si uno mira los números, por ahí viene la recuperación, aunque en el último trimestre del año también hubo un cierto aumento del consumo interno, cosa que también era esperable.
FA - Y la inversión.
Coincido plenamente con lo que señalaba Michele. Simplemente hago un matiz: en el último tramo del año ya había algunas evidencias en ese sentido. Especialmente por el comportamiento del empleo y la recaudación, el consumo interno y la inversión se reactivan. Por ejemplo, el sector que en términos desestacionalizados crece más en el último trimestre es la construcción, cosa que indica que de alguna forma el inicio de la recuperación de la economía, que estuvo muy sustentado en el sector agroindustrial, en el correr del año se fue extendiendo a otros sectores, lo que por su "impacto empleo", su significación y su peso en la economía, especialmente todos los sectores de servicio, puede ser de extraordinaria importancia para la evaluación de los posibles impactos empleo de esta recuperación.
EC - Tanto Michele como Fernando ya ingresaron en lo que iba a ser el punto siguiente, o sea las explicaciones de esta recuperación. ¿Hay consenso sobre cuáles fueron las causas de una reactivación tan rápida, tan fuerte? Por decir algo, ¿qué papel jugó el cambio en la política cambiaria de junio de 2002?
GP - Jugó un papel relevante, fue lo que permitió todo el impulso al tema exportador tanto en el sector primario como luego en el agroindustrial y todo el tema de la sustitución de importaciones. Y justamente ahí es donde se plantea una de las interrogantes hacia el futuro, si el cambio no fue “voluntario”, previsto en la política económica. Ahí es donde empieza a arrojarse ciertas dudas acerca de la sustentabilidad de esta salida. Ese cambio fue relevante y luego el desahogo en el corto plazo que significó el canje de la deuda a comienzos del año pasado.
EC - Sigamos con las causas de la recuperación, Pablo.
PR - Gabriel apuntaba a dos explicaciones de índole doméstica que creo fueron realmente fundamentales. La corrección del desequilibrio de precios que tenía Uruguay era inevitable, vino a mediados de 2002 y demoró un tiempo en tener sus efectos, pero es una variable clave. El éxito en el canje a nuestro juicio fue fundamental, porque despejó el horizonte del gobierno de financiamiento y hay un cambio de expectativas notorio, que ya empieza a notarse en la segunda mitad de 2003 en decisiones de consumo de las familias. Aumentan las ventas de electrodomésticos y vestimenta, que son indicadores de que hay una mayor predisposición a gastar en base a ahorros. Además, hay variables muy positivas en el contexto internacional, de las que podemos hablar después.
EC - Quizás convenga incorporarlas ahora para completar un panorama de causas de esta recuperación. Si voy escuchándolos bien, ustedes coinciden en que la liberación del tipo de cambio fue un factor decisivo. También lo fue el canje de la deuda, que se completó a principios de 2003. Y hubo factores regionales e internacionales que también incidieron. Entre los últimos podríamos citar los precios internacionales de los "commodities", que beneficiaron a la agropecuaria nacional en general. ¿Qué más?
FA - Creo que hay un shock externo favorable, que tiene muchas dimensiones,
que en buena medida constituye casi la contrafigura de lo que había
sido la sucesión de shocks externos adversos de los años previos.
No sólo tenemos tasas de interés muy bajas, la economía internacional
se recupera, el euro se fortalece, los precios internacionales de
las materias primas crecen sostenidamente, sino que también el panorama
regional, que era tan incierto, pega un vuelco muy favorable. Brasil
dejó de ser una preocupación para los agentes financieros internacionales,
que veían con enorme preocupación el tránsito hacia un gobierno
de izquierda, y Argentina, que estaba postrada, ha tenido una recuperación
que ha sorprendido por su dinamismo. Creo que estos elementos que
hacen al contexto externo son insoslayables; creo también, con los
otros colegas de esta mesa, que la modificación de los precios relativos
fue clave. No obstante, advierto que la devaluación fue producto
–hay que recordarlo– de un fracaso, de una crisis de balanza de
pagos, de una situación extremadamente compleja en el sistema financiero
y la flotación fue un fenómeno incontrolado, porque hubo que dejar
flotar la moneda sin reservas. Ahí hubo un salto cambiario que pudo
haber tenido consecuencias muy adversas para la economía. Sin embargo,
la evolución ulterior de las principales variables, especialmente
el hecho de que la economía se encauzara en lo fiscal y en lo monetario,
determinó que la inflación fuera muy baja, lo cual, junto con otros
cambios de tipo estructural que se fueron procesando en los años
previos, determinó que la devaluación no se tradujera en inflación.
Si hubiera habido una traducción uno a uno entre devaluación e inflación,
los precios relativos no se hubieran modificado y no hubiera habido
esos efectos que estamos comentando sobre los sectores productivos
nacionales. Y fue así porque hubo un marco de estabilidad macroeconómica.
Creo que ése es un elemento importante al que ya se ha hecho referencia.
EC - Sí, pero sobre el cual me gustaría volver a preguntarles para terminar esta parte de la charla concentrada en el diagnóstico. ¿Cuánto mérito tiene el gobierno, el equipo económico, en que la reactivación haya tenido las características que tuvo y que está teniendo? Ustedes estuvieron de acuerdo en que la modificación de la política cambiaria ha sido un factor determinante, pero también dijeron que fue una modificación que hubo que hacer, una especie de imposición cuando se había estado tratando de no modificar la política cambiaria. De todos modos, también mencionaron el canje de deuda, y ahí sí tenemos al gobierno tomando la iniciativa. Eso fue un mérito indiscutible del gobierno. El ministro Alfie ha dicho: “La forma como manejamos la crisis del sistema financiero no fue un dato menor para que se produjera esta reactivación”, y quizá haya otros factores. Entonces, ¿cuánto de este resultado tiene su origen en el gobierno, más allá de los factores externos o accidentales que puedan haber incidido?
MS - Es muy relevante la pregunta. Seguramente es un tema de opinión y no tendremos nunca toda la evidencia para poder saber la respuesta correcta. Una perspectiva es decir: ¿qué es lo que el gobierno hizo obligado? Por ejemplo, dejó flotar el tipo de cambio. Yo no estoy muy seguro de que ésa sea una perspectiva de análisis muy relevante, porque también fue obligado el canje. Era materialmente imposible evitar el canje de la deuda. Entonces, desde esa perspectiva tendríamos muy poco para decir; las dos grandes cosas que tuvo que hacer el gobierno las hizo obligadamente.
EC - Pero el canje de la deuda podría haber ido por otro camino. El FMI quería el default, sin embargo el gobierno uruguayo no aceptó ir por ahí; ¿eso es un mérito del gobierno?
PR - Si yo tuviera que decir si es meritorio o no, diría que me da la sensación de que el vaso está por la mitad, medio lleno o medio vacío. Es justo decir que el gobierno demoró en devaluar, para no hablar todavía del canje de la deuda; por lo menos en enero de 2002 ya era bastante claro que Uruguay tenía que procesar una devaluación fuerte.
MS - Empezó con la ampliación del ancho de la banda en enero.
FA - Tímidamente, a mi juicio.
MS - En una magnitud insignificante.
FA - En una magnitud que fue insuficiente a la luz de la evolución posterior. Pero hubo dos movimientos, recordemos, uno en junio de 2001 y otro en enero de 2002, que procuraban corregir los desequilibrios que ya se advertían en el plano cambiario, pero que no fueron eficaces. Finalmente se llegó a una devaluación “salvaje”, en medio de una crisis de balanza de pagos y del sistema financiero; lo que advierto es que fue bien manejada a posteriori.
PR - Sí, creo que en eso estamos todos de acuerdo.
FA - Ahí hubo bastante acierto, el país tuvo la suerte de no correr una espiral devaluación-inflación, que nos habría llevado a una situación que hoy resulta inimaginable.
EC - Michele, ¿cómo juegan la política monetaria y la propia solución a la crisis financiera?
MS - Antes de entrar al tema de la política monetaria, creo que el manejo posterior a la crisis fue muy bueno. Fundamentalmente, rescato el esfuerzo que hicieron el gobierno y todo el país en tratar de respetar los contratos, la seguridad jurídica, en tratar de no caer en tentaciones que generan problemas muy negativos a futuro, como es el caso de soluciones como las que hubo en Argentina, con default, pesificación compulsiva, asimétrica y todo ese tipo de cosas que van a tener un costo muy grande en términos de crecimiento a mediano y largo plazo. Es un mérito grande del país todo, porque la salida a la crisis financiera fue posible por el acuerdo de todos los partidos políticos que el domingo 4 de agosto sancionaron el marco legal que la permitió. Pero después el gobierno manejó muy bien esa salida de la crisis.
El canje de deuda fue un punto de inflexión clarísimo. Si miramos la evolución de todas las variables financieras –riesgo país, tasas de interés, etcétera– hay un quiebre clarísimo después del canje, ayudado por una coyuntura internacional y regional muy favorable. Uruguay tuvo la suerte de que hizo el canje de deuda y las tasas de interés en Estados Unidos cayeron dramáticamente durante el mes de junio, lo que ayudó a que después del canje los precios de los títulos uruguayos subieran. La situación de Brasil, como comentaba alguno de los otros panelistas, cambió radicalmente en enero de 2003, no se sabía qué iba a pasar con el manejo de la deuda de Brasil, sin embargo hizo un manejo macroeconómico impecable durante 2003 que permitió que bajara sustancialmente el riesgo país. Eso alentó el ingreso de capitales a toda la región… O sea, se juntó un montón de cosas en sentido positivo que permitieron ese resultado espectacular de recuperación que tuvimos en el último trimestre de 2003.
¿Cuánto de eso es mérito del gobierno? Creo que ponerle un porcentaje es muy subjetivo, pero el manejo de la salida de la crisis financiera, el manejo del canje de deuda y de alguna manera el manejo de la política monetaria y fiscal, o el manejo macroeconómico que, como decía Fernando, contribuyó a darle un marco de estabilidad macroeconómica que permitió que la devaluación real, inevitable, que el país tenía que hacer se diera en un contexto de inflación relativamente baja, son todos puntos positivos. ¿Se podría haber evitado la crisis? Ahí entramos en otro campo. Creo que hubo desaciertos importantes en el manejo de la política económica que se hizo hasta el momento de la crisis.
GP - Si recordamos lo que eran las declaraciones y las señales que enviaba el ex ministro [Alberto] Bensión en los años 2000-2001, al comienzo, iban en otro sentido, por ejemplo respecto de la política cambiaria. Fue una solución impuesta, notoriamente; había signos ya desde 1999. Para muchos era evidente, para otros se fue confirmando con el correr de los meses, la situación de Brasil, el desenlace al cual se iba aproximando Argentina en 2000-2001. Sin embargo, es importante señalar que los signos que daba el equipo económico, del cual el actual ministro Alfie era jerarca importante, iban en otro sentido en términos de la política cambiaria.
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EC - En Uruguay estamos a veces pasados de diagnósticos. Sin embargo, en los minutos anteriores preferí insistir bastante en cuáles podían ser las causas de esa recuperación tan fuerte que la economía uruguaya logró el año pasado, sobre todo a fines del año pasado, porque me parece que allí vamos a encontrar claves que nos permitirán mirar hacia delante. ¿Qué es lo que puede pasar en este año 2004 y más a mediano plazo? En base a ese 2,5 por ciento que terminó creciendo la economía en 2003, pero con un último trimestre en el que se creció 15,8 por ciento en relación al último trimestre de 2002, ¿qué cabe aguardar para este año?
FA - Ante todo, en términos de los promedios anuales aparece el
tema del que hemos hablado otras veces, que es el arrastre estadístico.
Por la trayectoria que ha venido describiendo el crecimiento del
PBI a lo largo de 2003, el piso para el crecimiento medio si la
economía no cayera ni creciera. Es decir que, si permaneciera en
los niveles en que está actualmente, va a ser de 5,3 por ciento
con las estimaciones que acaba de difundir el BCU. En términos de
promedio, salvo que se imaginara una caída de la actividad, cosa
que parece bastante impensable, al menos como un fenómeno para el
conjunto del año –podría haber algún trimestre con dificultades,
quizás en torno a las elecciones, pero no como una constante o un
fenómeno que se repita a lo largo del año–, estaríamos en un piso
de 5,3, lo que nos lleva a una tasa de crecimiento alta, necesariamente,
porque la impresión que tenemos es que en este trimestre que estamos
recorriendo el crecimiento ha sido alto, al menos tan alto como
el del cuarto trimestre que, desestacionalizado respecto del anterior,
había sido de 3 por ciento. Hay que considerar que acá se cuenta
todo el impacto de la temporada turística, concentrado fundamentalmente
en este trimestre.
EC - Tú decías que este año vamos a tener un crecimiento alto. Esta semana, en las páginas de economía del diario El País, se señalaba que, en un escenario pesimista, en el cual el nivel de actividad se mantuviera sin crecer en todo el año, por efecto arrastre terminaríamos teniendo 5,3 por ciento de crecimiento de la actividad. Y que, por el contrario, en un escenario optimista, en el cual se mantuviera el 3,6 por ciento de crecimiento desestacionalizado en todo el año y en el que la característica incertidumbre de los años electorales no afectase el actual ritmo de recuperación, el PBI podría llegar a crecer la impactante cifra de 15,2 por ciento. ¿Es un número que efectivamente está en el horizonte?
FA - Esto último lo veo con muchas más reservas. En lo personal, la trayectoria que imagino para un año como éste, que es electoral, es un primer trimestre de crecimiento fuerte, un segundo trimestre de crecimiento alto, aunque menor que el primero y quizás en el tercer y cuarto trimestre un crecimiento mínimo o un estancamiento, incluso alguna caída. Si ésa fuera la trayectoria, el crecimiento a nuestro modo de ver va a rondar en los promedios anuales en el orden del 9 por ciento.
EC - Aclaremos que en este mismo artículo de El País que yo citaba luego se agregaba que el escenario más probable es uno intermedio entre los dos casos planteados anteriormente; ni 5,3 ni 15,2. Quizás hay una coincidencia con el número que tú manejabas, Fernando, que era…
FA - Es un número que se manejó en la prensa y que incluso conversamos la semana pasada, porque era el número que manejábamos en el Instituto antes de conocer estas cifras. Creo que más o menos en ese entorno puede ser, en la hipótesis de crecimiento medio…
EC - O sea, 8-9 por ciento.
FA - 9 por ciento.
GP - Es una tasa plausible, pero hay dos grandes temas que me interesa señalar: el tema electoral y, sobre todo, no solamente -como se dice en la jerga- el ruido político, las señales de los actores, las definiciones o indefiniciones, todo esto versus la conducta de los actores, es decir de los agentes privados con capacidad de decisión. Si pensamos en el escenario de Brasil previo a las elecciones que dieron lugar al gobierno de Lula, los meses anteriores fueron de una inestabilidad muy grande, que determinó en gran medida parte de la política económica que luego tuvo que desarrollar el gobierno, que a su vez determinó una suerte de disciplinamiento fenomenal por la inestabilidad en la especulación, en la retracción de la inversión que se produjo. Esto enciende una luz amarilla respecto de cómo van a actuar tanto el sistema político como los agentes privados.
EC - Entonces, ¿tú por qué número te inclinarías?
GP - Es razonable, 8-9 por ciento es lo que se maneja.
EC - Michele también asiente; ¿ése es tu número?
MS - Sí, coincido plenamente con la secuencia interanual que planteaba Fernando: crecimiento fuerte en el primer trimestre, crecimiento positivo aunque menor en el segundo, y la gran duda que tenemos es cuánto del ruido político, por ponerlo simple, se traslada eventualmente a un comportamiento no tan positivo del PBI en el segundo semestre. Contando, además, con que parecería indicar que los contextos regional e internacional van a seguir siendo favorables, lo que debería seguir alentando un crecimiento fuerte de los sectores exportadores y del sector agropecuario. Creo que hay un piso de crecimiento en el orden del 7 por ciento. Tomando el último trimestre desestacionalizado de 2003, si la economía se mantuviera a ese nivel, me da un 7,5 –de repente hice mal el cálculo–; comparando con el promedio de los cuatro trimestres de 2002 desestacionalizados, creo que dados el primero y el segundo trimestres deberíamos estar más cerca del 9, la cifra que decía Fernando, que del 7 o del 5, creo que es un hecho.
EC - Para terminar la ronda, ¿Pablo?
PR - Coincido plenamente en lo que decía Fernando en términos de la evolución interanual. Es cierto también que a todos nos preocupa la posibilidad de que la incertidumbre electoral afecte a las decisiones de consumo e inversión y que eso afecte el crecimiento del PBI, pero debemos tener en cuenta que la economía está creciendo fuertemente a partir de niveles muy bajos. Es decir que estamos en una fase de recuperación cíclica de la actividad en un contexto internacional muy favorable, con lo cual las probabilidades, a nuestro juicio, de que tengamos un crecimiento relativamente pobre en 2004, de que realmente se estanque la economía, son bajas y por eso nos inclinamos a un crecimiento del PBI de entre 9 y 10 por ciento. No hay una diferencia sustantiva con la proyección que manejaba Fernando, porque pequeños cambios pueden mover un punto el PBI, pero hoy parece poco probable que Uruguay tenga los problemas que tuvo Brasil en el período electoral, si consideramos la fase cíclica que tenemos, con mucho margen todavía para crecer en 2004 y un contexto internacional inigualable.
EC - Hablando del contexto internacional, un oyente consulta por un factor que no ha sido mencionado hasta ahora, que es el precio internacional del petróleo; ¿cómo puede jugar? Hasta ahora viene mal.
MS - Hasta ahora viene mal; de todas las variables externas relevantes para Uruguay la única que está jugando en sentido negativo es un precio del petróleo que está a niveles similares -37-38 dólares- a los que tuvo en la primera Guerra del Golfo. Es un precio muy alto.
PR - Con el agravante de que ahora esos dólares para nosotros son mucho más caros.
MS - Con el agravante de que el impacto en pesos de ese precio es mucho mayor. Es muy difícil saber qué va a pasar con el precio del petróleo, porque por un lado está el tema del aumento de demanda fuerte de China, todo el mundo está señalando el alto crecimiento de ese país como un factor fundamental en el aumento de los precios de todas las materias primas. Por otro lado está la OPEP [Organización de Países Exportadores de Petróleo], aparentemente con una política mucho más disciplinada en cuanto a mantenimiento de cuotas de producción. Y, por otro lado, el mundo industrializado este año va a crecer más en promedio que el año pasado y por lo tanto eso debería generar mayor demanda. Entonces es probable que el precio del petróleo se mantenga relativamente alto durante un tiempo; sería deseable que baje de los 37-38 dólares, pero supongo que va ser difícil que lo veamos a 25-28 dólares en el resto de este año. Creo que se va a quedar arriba de 30 y eso va a ser un elemento negativo.
GP - Claro, y luego está la expectativa respecto de lo que va a pasar con la tasa de interés internacional, asociada también a las elecciones en Estados Unidos, a la política posterior, tomando nota de que estamos en ese dato que es bien relevante en una situación particularmente favorable.
FA - En 2004, precisamente por ser un año electoral, a pesar de que la Reserva Federal es muy independiente, uno debería suponer que no lo sea tanto y que la tasa se mantenga, porque por lo demás hay condiciones como para estimular la actividad económica, como que el eje de la política monetaria va a seguir siendo ése.
GP - Claro, yo me estaba refiriendo a un horizonte más de mediano plazo.
EC - Para terminar de mirar el año 2004 pregunto, por las dudas, si puede llegar a tener importancia esta crisis energética que se ha dado en Argentina, que también nos pega. Ahora nos ha pegado, vamos a ver cuánto nos pega.
MS - Puede llegar a tener, lamentablemente, una incidencia negativa si se mantiene, porque un costo de la energía más alto y eventualmente una menor disponibilidad de energía pueden generar problemas. Podríamos hablar del clima y del impacto que está teniendo la actual sequía, por ejemplo, en los rendimientos que eventualmente vayan a tener los cultivos en el sector agrícola. Pero en general, en mi opinión, el contexto sigue siendo muy favorable; no hay motivo para pensar que el nivel de actividad de Uruguay este año debería crecer menos de 5-6 por ciento en la peor de las hipótesis.
FA - Me parece que esta crisis energética que se planteó en Argentina nos da una señal positiva en el sentido de la tendencia a la cooperación y la interconexión eléctrica. Porque, de hecho, de este apuro aparentemente nos va a sacar Brasil. Nosotros también los ayudamos cuando ellos tuvieron problemas en 1999-2000. De modo que ahí hay también algunas de las virtudes de la integración cuando funciona eficazmente.
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EC - Las últimas preguntas tienen que ver con la gente, con en qué medida la gente va a sentir de forma medianamente rápida consecuencias positivas en sus bolsillos, en su vida cotidiana, de esta recuperación que se ha producido a ritmo tan intenso a fines del año pasado y que continuaría en este año 2004. Concretamente, ¿qué puede avizorarse en materia de empleo y de salario?
PR - Lo de rápido o lento es siempre relativo a la urgencia de cada uno. Es cierto que la recesión provocó una caída muy fuerte de los niveles de vida de la población, aumentó fuertemente el desempleo, bajó el empleo, bajó el salario, y por suerte en 2003 ya empezamos a ver algunas señales importantes. El aumento del empleo que tuvimos en 2003 fue muy significativo: más de 50.000 puestos de trabajo si comparamos el empleo de fines de 2003 contra el de fines de 2002, el peor momento de la recesión. Y pensamos que va a seguir subiendo fuertemente este año porque hay una doble combinación favorable, que es que la actividad económica va a crecer sensiblemente y a su vez el salario real es bajo o el tipo de cambio real es muy alto, lo que quiere decir que las empresas tienen pocos incentivos a incorporar maquinaria y tecnología y más incentivos a incorporar mano de obra en los casos en que eso es una decisión posible de tomar, por lo tanto creemos que a nivel del empleo va a haber una reactivación de nuevo importante este año.
EC - ¿De qué orden? Estamos en un desempleo de 14,4 por ciento.
PR - Hablemos del empleo, que es más “fácil” de proyectar, pensamos que puede haber una creación de empleo similar a la que tuvimos el año pasado, de más de 50.000 puestos de trabajo. Para poner eso en perspectiva, si comparamos el empleo de principios de 1998, antes de la recesión, y tomamos el empleo de fines de 2002, el peor momento de la recesión, se había perdido 120.000 empleos. Si los medimos de esa manera, quizás a fines de 2004 no habremos recuperado todos esos empleos, pero sí una buena parte. En cambio, no vemos un aumento importante del salario real, pensamos que no va a haber aumentos significativos del salario real.
EC - Michele, ¿tienes el mismo pronóstico?
MS - Sí, creo que hasta tanto no disminuya de manera apreciable el nivel de desempleo, lo cual va a tardar un tiempo, es imposible pensar en mejoras significativas del salario real, lo que no quita que mucha gente comience a tener ingresos que no tenía porque va a estar trabajando. El aspecto positivo de la reactivación desde el punto de vista social o de cómo la gente puede percibirlo y cuándo es que mucha gente –el año pasado ya fueron 50.000, este año probablemente sea una cifra similar, más menos– va a conseguir un trabajo y por lo tanto un ingreso, a niveles salariales sin duda mucho más bajos de los que había en 1998... El país es otro; no olvidemos que, sobre todo si miramos los niveles salariales en dólares, hoy estamos muy por debajo; el PBI en dólares del año pasado fue exactamente la mitad del PBI en dólares de 1998.
EC - Hay que remarcar ese número, porque estamos hablando de índices de crecimiento muy fuertes el año pasado, que se proyectarían a éste, pero cuando pasamos por cuatro años de recesión donde el PBI bajó 17,7 por ciento. Tú has manejado ahora los valores del PBI en dólares.
MS - Claro, en dólares en 2003 estamos exactamente en la mitad de lo que estábamos en 1998; para volver a los niveles de 1998 en dólares, si nos planteáramos llegar a ese nivel en cinco años, el PBI en dólares debería crecer arriba del 14 por ciento. Eso no parece muy probable, salvo que haya una mejora espectacular y permanente en los términos de intercambio que permita que Uruguay tenga una inflación en dólares del orden del 10 por ciento sin empeorar la competitividad. No ha habido, no conozco, no recuerdo un período en el cual durante cinco años seguidos hayamos tenido esa mejora. Si nos planteáramos volver al PBI en dólares de 1998 dentro de 10 años, el mismo debería crecer a un promedio ligeramente por encima del 7 por ciento, lo cual es más posible pensando en una combinación de 3-4 por ciento de crecimiento real y una inflación tendencial en Estados Unidos, que sería la referencia, del orden del 3 por ciento. Si lo miramos desde ese punto de vista, estamos lejos de volver a los niveles de 1998, pero también debemos reconocer que los niveles de 1998 eran totalmente artificiales e insostenibles, o sea que la base de comparación no es muy válida.
GP - En cuanto al tema de cómo derrama este crecimiento en sus aspectos sociales, empleo e ingreso, hay una gran insuficiencia de la economía uruguaya, incluso en la década del 90, cuando el PBI creció mucho, en bajar sustancialmente la tasa de desempleo. Esto se relaciona con el tipo de inserción internacional que tiene el país, que a su vez es un motivo de preocupación en la medida que, si pensamos que la apuesta a las exportaciones no ha dado todos los resultados esperados en función de la magnitud de la devaluación que se vivió, el incremento de las exportaciones en términos reales no es de una potencia considerable, y a su vez todo lo que es la producción de base primaria tiene un impacto limitado en términos de empleo. Luego el procesamiento en la cadena productiva es lo que le va agregando valor, pero allí hay que hacer un trabajo muy grande a los efectos de que esto se traduzca en empleo genuino.
EC - El economista Daniel Olesker, que es asesor del PIT-CNT, dijo que el actual crecimiento de la economía es vulnerable, concentrador y excluyente, y que, a menos que el gobierno implemente políticas activas de empleo, los bolsillos de los uruguayos no percibirán cambios importantes. ¿Tú ibas por ese lado?
GP - Claro, y además anoto que el impacto en las condiciones de vida ha sido fenomenal. Ahí hay un debe muy grande, hay políticas sociales que hay que implementar y mejorar fuertemente, y sobre todo hay que reflexionar mucho y tomar acciones rápidas para que ese crecimiento se traduzca en empleo. No podemos repetir... La economía uruguaya ya ha pasado por ciclos de crecimiento seguidos de caídas y la tasa de desempleo ha ido creciendo sistemáticamente en su umbral, entonces ahí hay un problema estructural que hay que encarar.
EC - Gabriel ingresó en otro plano, que es el de cómo hay que hacer para que el crecimiento pueda ser real y sólido. Fernando, ¿tú tienes algo que decir a propósito del tema del impacto social?
FA - Quizás de las dos cosas; cuál va a ser el efecto empleo va a depender de la cuantía del crecimiento del PBI y de su difusión y composición, es decir de qué sectores van a ser los de mayor crecimiento en el año próximo. Creo que lo novedoso, la noticia más reciente en materia de evolución sectorial, que es el último trimestre del año pasado que acabamos de conocer, es esa extensión a nuevos sectores que estaban bastante quietos e incluso caídos verticalmente, como la construcción, como el comercio y los servicios, que son sectores de alto impacto empleo que empieza a crecer más tardíamente y que probablemente proyecten esa tasa de crecimiento hacia 2004. De verificarse ese escenario, que creo probable, tendríamos un crecimiento más balanceado, no sólo apoyado en el agro y la industria, o las agroindustrias, sino también abarcando al comercio, los servicios.
PR - Nuestra posición es de un crecimiento más o menos generalizado este año.
FA - Nosotros coincidimos en esa visión y en consecuencia el impacto empleo va a ser mayor que el que hubiera tenido lugar –en el que creo fundamentadas esas apreciaciones de Daniel Olesker–, en el sentido de un tipo de crecimiento que no tenía un fuerte impacto empleo.
Respecto de qué hacer en materia de política económica, me parece que en este campo la prioridad debería ser el empleo, porque en la medida en que aumente el empleo y lo haga sostenidamente, podrá esperarse recuperaciones de salario como fenómeno generalizado.
EC - ¿Qué quiere decir “políticas que ataquen el problema del empleo”?
FA - Cualquier política hoy que contribuya a nivel macroeconómico para darle continuidad y persistencia a este crecimiento es de primera prioridad. Hay toda una temática de políticas de financiamiento, éste es un crecimiento que se ha dado virtualmente sin crédito bancario y la normalización del crédito bancario puede ser un elemento muy importante hacia el futuro para darle continuidad a ese crecimiento.
Hay políticas que han sido atinadas en lo que hace a reducir el costo laboral; rige en este momento una ley aprobada en octubre pasado que reduce a cero los aportes patronales para los nuevos puestos de trabajo, excepto la construcción. Quizás en el margen estas políticas también estén contribuyendo a la reactivación del empleo: no sólo el fenómeno de que el salario real es bajo, sino que las cargas sociales se han reducido. En realidad los aportes patronales, tanto en la industria manufacturera como en el agro, se eliminaron en 2001, y estas políticas tienden a generar condiciones más o menos parecidas en otros sectores de la economía.
EC - El tiempo se nos fue, ¿pero qué tienen los demás integrantes de la mesa para decir sobre esto, qué políticas de corto o mediano plazo hay que aplicar para garantizar la sustentabilidad de la recuperación económica?
PR - Pocas palabras; coincido con Gabriel y Fernando en que el empleo es un problema estructural que requiere alguna política designada para tratar de combatir una desocupación alta que tiene Uruguay. No es el único problema desde el punto de vista de las políticas, el aumento de la pobreza que hay en Uruguay, que está relacionado al problema del empleo pero es sustancialmente más complejo y abarcativo, debería ser prioritario, y en los dos casos insistiría en que deberían ser políticas de corte microeconómico, por oposición a las políticas de corte macroeconómico, utilizando en concreto la política fiscal, la política monetaria, para estimular el crecimiento genérico de la economía; no es tiempo de políticas expansivas, porque la economía ya está creciendo mucho. Esas políticas tienen que ser contracíclicas, microeconómicas.
MS - Creo que lo que habría que hacer para consolidar este crecimiento del empleo es fundamentalmente desde el punto de vista macro, mantener la estabilidad macroeconómica que se ha conseguido, mantener un nivel de competitividad adecuado, mantener previsibilidad para la inversión a mediano y largo plazo, porque lo único que les va a dar sostenibilidad tanto al aumento del empleo como a una eventual mejora futura de salarios y al crecimiento de la economía es que la inversión retorne a un ritmo vigoroso y durante un período de tiempo prolongando, no que crezca un trimestre 24 por ciento y después pare. Sin un aumento fuerte de la inversión, va a ser imposible crear los puestos de trabajo de alta calidad y con buenos salarios que todos queremos, y va a ser imposible que la economía pueda plantearse el crecimiento a mediano y largo plazo.
A corto plazo coincido con Pablo en que muy probablemente haya que atacar el tema del desempleo estructural desde el punto de vista microeconómico, analizar a fondo cómo está funcionando el mercado laboral, qué tipo de regulaciones están eventualmente creando o no problemas, qué tipo de cosas se puede hacer desde el punto de vista micro para aumentar la contratación de mano de obra, porque el problema fundamental hoy es el trabajo. Hoy la mejora en los niveles de ingreso de las familias va a venir solamente si aumenta la cantidad de puestos de trabajo, porque creo que no es posible pensar en un aumento importante del salario real en los próximos años.
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EC - Para terminar, les traslado un mensaje que nos envió un oyente: "Me sorprende sobremanera -en particular por quiénes integran la mesa- no haber escuchado ni una mínima referencia al frente fiscal. La pregunta sería: ¿el crecimiento del año pasado y las perspectivas de crecimiento para 2004 nos permiten olvidarnos por un rato de esa referencia casi obsesiva de los economistas hacia la responsabilidad fiscal, máxime en año electoral?".
MS - El crecimiento registrado en el año 2003 y el que se dará en el año 2004 ayuda a despejar algo el frente fiscal, ya que la mejora en la recaudación generada por la reactivación facilita que se consiga las metas de superávit primario.
Sin embargo, el mantener la situación fiscal bajo control, más que una "obsesión" de los economistas es un imperativo de la realidad, si es que se quiere mantener el horizonte financiero del gobierno y del país despejado, lo cual es imprescindible a los efectos de consolidar la recuperación económica a través de un fuerte y sostenido aumento de la inversión.
No se debe olvidar que, para mantener a la deuda pública en una tendencia "convergente" hacia niveles sostenibles a mediano y largo plazo, se requiere un superávit primario del orden del 4% a 5% del PBI, por lo que el esfuerzo fiscal que tendrá que hacer el próximo gobierno y toda la sociedad uruguaya es muy significativo, salvo que se decida no pagar la deuda.
La restricción fiscal y de endeudamiento va a seguir presente por lo menos en los próximos cinco a 10 años, y el manejo de estas cuestiones resultará crucial para poder consolidar la recuperación económica.
FA - Me parece que, pese a tratarse de una año electoral, el cumplimiento de las metas fiscales de 2004 (superávit primario de 3,2% del PBI y déficit fiscal consolidado de 3,1% del PBI) no presentará dificultades. Debe tenerse en cuenta que son metas muy parecidas a las de 2003 y que el año pasado, en un contexto macroeconómico más adverso, las mismas se habrían alcanzado (aunque todavía no están las cifras finales). Es de suponer que en 2004, en un contexto de mayor crecimiento económico y de recuperación de la demanda interna como el que se proyecta, la recaudación tributaria crecerá a buen ritmo y que ello, unido al mantenimiento de una política de austeridad fiscal, permitirá alcanzar la meta de superávit fiscal primario.
Finalmente, también se verificaría una leve reducción del peso de la cuenta de intereses respecto al PBI (habría sido 6,6% en 2003 y se reduciría a 6,3% en 2004), como consecuencia de la menor devaluación media y de la persistencia de tasas de interés menores que las medias de 2003, lo que también contribuiría a alcanzar la meta de déficit global.
GP - El oyente tiene razón en destacar el vínculo que existe entre los llamados ciclo fiscal y ciclo electoral. En particular, el análisis de largo plazo de los números fiscales muestra claramente que el gasto público aumenta fuertemente durante el año electoral. Luego, el “nuevo” gobierno en funciones procede a realizar un ajuste fiscal. La evidencia histórica nos dice que el gasto público
es usado por el gobierno como una herramienta electoral. Se podría decir que se trata de un costo “espurio” de la democracia.
La magnitud del endeudamiento público, la necesidad de generar recursos para pagar, aunque sea parcialmente, los intereses de la deuda y la estrecha supervisión que sobre las cuentas fiscales realiza el FMI, permiten prever que
este será un año electoral atípico. Sin embargo, no es de descartar que parte del aumento de la recaudación que se derivará de la incipiente mayor actividad interna financie cierto “carnavalito” electoral.
Finalmente, quiero subrayar que el camino de los ajustes fiscales del tipo de los que han recorrido los últimos gobiernos no debería ser transitado por el próximo gobierno. Por el contrario, la nueva administración debería realizar una fuerte reestructura del gasto público -por oposición a las rebajas indiscriminadas que han caracterizado a los anteriores ajustes- a la vez que,
por el lado de los ingresos, la política de recaudar gravando casi exclusivamente el consumo, el salario y las pasividades debería ser modificada.
PR - La situación fiscal sigue siendo un aspecto clave para el desempeño macroeconómico, porque es necesario que el Estado mantenga un fuerte superávit primario en los próximos 10 años. Sin embargo, el fuerte crecimiento registrado por la actividad económica ha determinado que los resultados fiscales mostraran una mejora importante en 2003.
Lógicamente, el desempeño de las cuentas públicas en 2004 sigue siendo importante para preservar la estabilidad macroeconómica. Un aumento excesivo del gasto público o una rebaja fuerte de impuestos podría contribuir a generar inestabilidad, lo cual podría a su vez afectar el desempeño de la actividad económica. Pero, asumiendo una política fiscal prudente, las perspectivas de actividad para 2004 son muy buenas.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Julieta Sokolowicz
Fotos: Caterina Notargiovanni
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