18.12.2005














La ciencia y la tecnología al margen de la campaña electoral

La escasa inversión en ciencia y tecnología que tradicionalmente ha realizado Uruguay, durante los años de crisis cayó un 60%. Así, los pocos proyectos de investigación que eran financiados por el Estado están parados o con grandes dificultades para ejecutarse. ¿Cuál es el impacto de esta realidad y cómo se podría construir una política que contribuya al desarrollo del país? Tertulia especial con los científicos Mario Wschebor, Rafael Radi, Luis Barbeito y Pablo Darscht.

EN PERSPECTIVA
Miércoles 31.03.04, hora 9.40.

EMILIANO COTELO:
Esta tertulia especial podría titularse: la ciencia y la tecnología al margen de la campaña electoral.

¿Cuál es la situación actual de la investigación uruguaya en ciencia y tecnología? ¿Cuánto ha caído el presupuesto destinado a estos rubros? ¿Qué impacto tiene esa situación en las perspectivas de desarrollo del país? ¿Qué importancia asume el tema en el discurso de los candidatos de los partidos? ¿Qué puede cambiar en el futuro?

Para charlar a propósito de estas cuestiones, para aportar información y, sobre todo, para tratar de mirar hacia adelante, están con nosotros cuatro destacados académicos: Mario Wschebor, doctor en Matemáticas, ex decano de la Facultad de Ciencias, investigador grado 5 en el Área Matemática del Pedeciba, desempeña sus actividades en el Centro de Matemática de la Facultad de Ciencias; Rafael Radi, doctor en Medicina y doctor en Bioquímica, profesor de Bioquímica de la Facultad de Medicina, investigador de las áreas Biología y Química del Pedeciba, investigador internacional del Howard Hughes Medical Institute, de Estados Unidos y delegado renunciante de la Universidad de la República al Conicyt; Luis Barbeito, médico y biólogo, director del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), presidente de la Asociación Uruguaya para la Ciencia, la Tecnología y el Desarrollo; y Pablo Darscht, ingeniero, ex coordinador general del Programa de Desarrollo Tecnológico (PDT), director de la Fundación Ricaldoni, creada por la Facultad de Ingeniería para obtener fondos privados para invertir en ciencia y tecnología.

Quiero empezar tomando como base un artículo y un cuadro que el doctor Mario Wschebor publicó hace un par de semanas en el semanario Brecha, en el que realizó una afirmación muy fuerte, muy contundente: "El gobierno actual está estrangulando a la investigación científica y tecnológica". Y agregó: "Lo que está pasando no registra antecedentes".

Wschebor focalizó aquel análisis en los fondos concursables: Programa de Desarrollo Tecnológico (PDT), Fondo Clemente Estable (FCE), C&T Juvenil (Clubes de Ciencia) y Fondo Nacional de Investigadores (FNI). Y concluyó: "Se han reducido los fondos anuales realmente ejecutados, en pesos, a menos de la mitad en un período de cuatro años".

MARIO WSCHEBOR:
Efectivamente, como usted dice, el cuadro que acompaña al artículo es suficientemente ilustrativo como para que en cierto modo no sean necesarios comentarios adicionales, pero puedo agregar alguno.

Si uno mira lo que ha ocurrido entre 2000 y 2003, justamente los cuatro años en los cuales el gobierno actual ha ejercido el comando del país, estos fondos, que en lo esencial -salvo cosas menores- corresponden al PDT, al Fondo Clemente Estable (FCE) y al Fondo Nacional de Investigadores (FNI), han pasado de 25 millones de pesos corrientes en el año 2000 a 10 millones de pesos corrientes en el año 2003.

EC - O sea que en pesos...

MW - Es el 40 por ciento. Pero si usted mira más en detalle observará que los gastos de funcionamiento pasaron de menos de 1.000.000 de pesos a 3.000.000 de pesos.

EC - O sea que los gastos de funcionamiento aumentaron.

MW - Se triplicaron, mientras que los fondos específicamente destinados a programas son más o menos la cuarta parte. No estoy proponiendo aquí que los gastos de funcionamiento disminuyan, sino que lo que ocurrió fue que se montó un aparato a los efectos de ejecutar un programa, nos quedamos sin programa y quedó el aparato. Es una situación un poco absurda y el comentario que corresponde es que es una especie de ironía sobre la reforma del Estado. El gobierno habla de la reforma del Estado y elimina las cuestiones sustantivas, pero los aparatos burocráticos necesarios para poner en funcionamiento las cuestiones sustantivas siguen en pie.

EC - Aclaremos que los números se refieren a las erogaciones efectivamente ejecutadas.

MW - Sin duda.

EC - Vamos a colocar ese cuadro completo en nuestro sitio web Espectador.com cuando carguemos la trascripción de esta entrevista.

Otra puntualización: ¿qué son los fondos concursables?

MW - Le propongo, para ser más específico, que no sea yo quien describa todos; aquí está Pablo Darscht, que ha estado al frente del PDT durante un período largo y puede explicar mucho mejor lo que ocurre con el primer renglón, precisamente el PDT. Yo le puedo hablar del FCE, de cuyo Comité de Selección soy miembro y me han hecho el honor mis colegas de designarme para presidirlo.

En el caso del FCE la situación es la siguiente. El FCE anualmente llama a concurso para proyectos de investigación y los grupos de investigadores y los investigadores individuales se presentan. De los proyectos del año 2001 que tendrían que haber sido pagados a fines de ese año, todavía hay deudas sin pagar por parte del gobierno; conozco bien lo que ha ocurrido en los años 2002 y 2003 porque me ha tocado actuar en esos dos períodos, hasta hoy. En el año 2002 en materia de proyectos de investigación se presentaron más de 240 perfiles; nosotros aprobados 14 por los fondos disponibles, son 14 pequeños proyectos. Y yo digo en el artículo, y lo digo hondamente y quienes estén cerca del trabajo de investigación saben a qué me refiero, que los miembros del Comité de Selección más que evaluadores nos sentimos verdugos, porque de esos 240 proyectos, hay más de un centenar, por lo menos, que son competitivos en cualquier país del mundo. Por mi actividad me toca ser evaluador de proyectos en países del hemisferio norte, en países de América Latina, participo, como miembro de la comunidad científica, en procesos de evaluación, y le aseguro que esto es un acto de verdugo, no de evaluador.

En el año 2003 actuamos como comité asesor del PDT en lo que se llama proyecto de investigación fundamental; se presentaron más de 200 proyectos, aprobamos 30, también la acción del verdugo. Pero lo que señalo aquí -y esto tiene que quedar bien claro para la audiencia- es que ninguno de estos 14 proyectos de 2002, ni de los 30 de 2003, ha recibido un solo peso. Entonces me sentí muy indignado -lo digo sinceramente- cuando leí el acta de la Comisión Permanente, en la cual el señor ministro de Economía y el director de Planeamiento dijeron que acá no había ningún problema. Cuando leí eso pensé: "Estos señores debían enfrentarse cara a cara con cada uno de los directores de proyecto, con cada uno de los jóvenes investigadores involucrados y decirles las mismas palabras: 'Aquí está todo bien, aquí no pasa nada'".

EC - Aclaremos que este tema se viene discutiendo desde hace meses, aquí mismo en el programa tuvimos oportunidad de desarrollar entrevistas con algunos de ustedes en torno a este atraso en las partidas destinadas a estos fondos. Luego el asunto terminó derivando en una interpelación al ministro de Economía, que impulsó el senador Enrique Rubio. Ese es el llamado a sala al que se refería recién el doctor Mario Wschebor.

Antes de ver algún otro de los programas abarcados en el cuadro que manejaba Wschebor -aunque tampoco es cuestión de enfrascarnos uno por uno-, quería preguntarle a Rafael Radi cuál es la consecuencia de que haya proyectos que directamente no han recibido un peso y no hayan podido ponerse en marcha.

RAFAEL RADI:
Voy a comenzar por la consecuencia más importante desde el punto de vista científico, tecnológico y académico: que los proyectos de investigación concursables, en Uruguay y en todos los sistemas serios de ciencia y tecnología del mundo, financian ciencia original, y la originalidad es un nicho que tiene un tiempo de vida y un tiempo de vida útil. Es muy difícil llegar a plantear un proyecto original, hay muchos grupos en el mundo trabajando, hay que estar muy actualizado con la bibliografía, hay que tener ideas nuevas. Normalmente el proceso de elaboración, evaluación y aprobación de un proyecto lleva un tiempo que puede ser de ocho, nueve, diez meses, pero una vez que se aprueba es imperioso que se pueda empezar a ejecutar porque el flujo de las ideas y de la originalidad así lo requiere.

Entonces, si empezamos a ejecutar un proyecto algunos años después, en primer lugar los equipos de investigación se disgregan, la gente toma otras opciones, las ideas habitualmente dejan de ser originales, el grupo pierde posicionamiento a nivel nacional e internacional. Por supuesto que si hay una interacción con el sector productivo sucede lo mismo, no hay ninguna empresa ni ningún sector del aparato industrial o productivo que pueda sostener una espera de años para que el sector académico pueda ejecutar aportes. Y además genera una gran distorsión en los sistemas de evaluación posteriores. Cuando la agencia evaluadora estudia los resultados de ese proyecto, ¿qué puede evaluar? ¿Está evaluando lo que propusiste en 2001, lo que pudiste hacer en 2004? Se distorsiona todo el funcionamiento. Tú hacés como que me das dinero, yo hago como que hago la investigación y el resultado final es muy pobre.

EC - ¿Qué tipo de proyectos están involucrados en estos atrasos? Para aterrizar en casos concretos y que el oyente sepa cuál es la utilidad de estas investigaciones que están pendientes o que se postergan.

RR - En las áreas biomédicas hay proyectos que estudian las bases moleculares de las patologías, desarrollos farmacológicos, proyectos de ingeniería biomédica; eso en las áreas médicas. Hay investigaciones en todas las áreas del conocimiento, en ingeniería, matemática, física, química, química fina, tecnología de los alimentos, medio ambiente. Seguramente Mario Wschebor lo tenga más claro porque él ha estado presidiendo esto, pero las áreas del conocimiento que abarcarían estos proyectos concursables son todas y normalmente llegan a la convergencia los mejores recursos humanos que tenemos en el país. Y el nivel de selección es muy duro, estamos hablando de que se está financiando en la zona del 5 al 10 por ciento de los proyectos presentados, es un corte extremadamente duro. Estamos seleccionando lo mejor de lo mejor que tiene el país en todas las áreas del conocimiento. Pero no estamos alimentando a eso mejor de lo mejor, lo cual es muy dramático porque hoy estamos perdiendo la generación de muchachos de entre 25 y 30 años; no la estamos por perder, la estamos perdiendo.

EC - ¿A qué te refieres cuando dices que la estamos perdiendo? ¿Directamente optan por irse?

RR - Sí, directamente, terminan su grado doctoral y directamente se van al exterior. Ni siquiera se plantean quedarse. El reclutamiento se da en Europa y Estados Unidos, que a su vez funcionan como fuerzas centrípetas muy potentes porque tienen un déficit de científicos, que además está cuantificado. La Comunidad Económica Europea ya sabe que para los próximos diez años necesita varios centenares de miles de científicos y quiere importar a la mayoría desde el Mercosur, por temas culturales, de formación académica, etcétera.

EC - ¿Estos fondos concursables son todo lo que se invierte en Uruguay en ciencia y tecnología o el presupuesto de investigación es más amplio?

MW - Hay dos aspectos de la cuestión. El primero: como parte de la falta de políticas en materia de ciencia y tecnología, la información que tenemos es escasa y mal organizada. Eso es lo primero que hay que decir: parte de la carencia y la ausencia gubernamental tiene que ver con la información. El informe último que yo conozco, que es más exhaustivo, es viejo, lo hizo el grupo que dirigió Celia Barbato en el año 1995 para el Conicyt. En él hizo una evaluación más o menos global, pero no fue publicado por oposición de los representantes del gobierno en el Conicyt en esa época. Para entonces la estimación que ellos dieron era que Uruguay destinaba el 0,35 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) a investigación y desarrollo. En aquel momento había aproximadamente 1.700 investigadores, sumando todas las áreas del conocimiento, aproximadamente la mitad en dedicación exclusiva y la otra mitad trabajando también en otras actividades.

EC - En esos números se estaba computando este tipo de recursos, los fondos concursables. ¿También se estaba computando el presupuesto universitario destinado a la investigación, el presupuesto común y corriente del IIBCE, que depende del Ministerio de Educación y Cultura, y otras instituciones?

MW - Sin duda, hay una lista de instituciones; lo invito a mirar ese informe, si es que lo encuentra, porque no ha sido publicado y además es viejo. El país necesitaría en este momento una actualización de esa información. Ningún país serio del mundo deja de tener informes generales en períodos relativamente breves que hagan un relevamiento humano y material de la actividad de investigación en ciencia y tecnología, es un componente fundamental.

EC - El dato básico era que el país destinaba en esa fecha 0,35 por ciento del PBI. ¿Cómo nos coloca esa referencia en la comparación con países latinoamericanos, no ya con países del mundo desarrollado?

PABLO DARSCHT:
Hay algún dato más reciente que es bastante más desalentador todavía. En base a que hay carencia de datos, se plantea -no hay una medición exacta- que estamos actualmente entre el 0,2 y el 0,3 por ciento.

EC - ¿Qué señalan los parámetros internacionales?

PD - Los parámetros internacionales de los países desarrollados están en el orden del 2 por ciento y la Comunidad Europea tiene como meta en un plazo que ahora no recuerdo...

RR - 2010.

PD - ...2010, llegar a 3 por ciento. Hay otro componente muy importante, que es el origen de los fondos que se destinan a investigación más desarrollo. Relacionado con el grado de desarrollo de los países sucede que el componente público es mayor o menor, en Uruguay ni siquiera se releva cuál es el componente privado de este presupuesto de investigación y desarrollo; no se releva porque es muy reducido. En economías más desarrolladas es el componente principal, mientras que el público es secundario. Obviamente eso pasa por tener políticas que hagan que sea atractivo para el sector privado invertir en investigación y desarrollo, que es todo otro tema.

Pero estamos en el 0,2, estamos bajos incluso a nivel latinoamericano, y en cierta forma nos "ayuda" a no estar más bajos el derrumbe que tuvo el PBI en los dos últimos años, aunque ni siquiera con ese derrumbe logramos subir, también nos derrumbamos en los gastos en investigación y desarrollo que se hizo en el país.

LUIS BARBEITO:
Esta situación de alguna manera nos aleja de la sensación que pueda tener la audiencia de que aquí hay un grupo corporativista que viene a hacer reclamos porque está atrasado en los pagos. Sabemos que el gobierno está atrasado en varios frentes con los pagos y las obligaciones. Creo que a diferencia de estas cosas, cuando hablamos de ciencia y tecnología hablamos del futuro, de la viabilidad del país en las próximas décadas, de uno de los motores de desarrollo que vamos a tener. Por lo tanto es una situación de alta responsabilidad. A veces comparo la responsabilidad en este tipo de inversiones con las que puede tener una sociedad en vacunas, por ejemplo, en tener un sistema de vacunación, porque no es que si yo hoy no me vacuno contra tal cosa me voy a morir, el conjunto de la sociedad en las próximas décadas va a depender de esa protección inmunológica. Esto es lo mismo, en ciencia y tecnología tener hoy un buen regimiento de gente que piense en los profundos cambios del conocimiento, en la gran revolución que estamos sufriendo día a día en materia tecnológica, biomédica y cultural -porque la cultura, nuestra comprensión del mundo, cambia-, es una obligación que tiene nuestra sociedad, que todos queremos que se cumpla para nuestros hijos y nietos y se haga de manera profesional y seria. De lo contrario, lo que estamos haciendo, como los números lo indican, es posicionar al país entre los países que van a quedar al margen de la sociedad, de la cultura.

Hasta ahora las economías funcionaron en base a los recursos naturales y a la acumulación de capitales, eso fue bien reconocido; hoy todos los economistas señalan al conocimiento y a la ciencia y la tecnología como los motores del desarrollo. Y así va a ser, los recursos naturales van a valer cada vez menos, van a ser más baratos y los capitales van a ser móviles y van a vagar por el mundo, y lo que va a quedar como genuino capital de una sociedad para asegurar la prosperidad va a ser el conocimiento. Entonces los científicos hacemos la investigación científica y los esfuerzos en buena medida con la convicción de que es así, por eso nuestro pavor al ver que en medio de una crisis económica como la que estamos viviendo este tipo de materias, de actividad de la sociedad, que encara desde la educación de los científicos hasta la innovación, deja de ser una prioridad.

***

EC - Uruguay tiene un presupuesto, una inversión en ciencia y tecnología muy baja en cualquier comparación que se haga con los parámetros internacionales. Pero además en este período de gobierno han ido ocurriendo caídas año a año, por ejemplo en el rubro de los fondos concursables que el profesor Wschebor detallaba más temprano, que han llevado a que esos recursos, los realmente ejecutados, cayeran en pesos a menos de la mitad entre 2000 y 2003, y a la sexta parte si se los mira en dólares. Son datos fuertes y preocupantes.

Entonces, más allá de los reclamos que ustedes han venido formulando en estos últimos meses a nivel político, que siguen sobre la mesa -hay gestiones de todo tipo-, ahora caímos en año electoral, éste es el año 2004 y los candidatos ya están en campaña. ¿Qué sensibilidad perciben que existe en los partidos hacia esta temática?

RR - El año pasado un grupo heterogéneo de individuos, entre los cuales nos encontramos muchos universitarios, decanos, científicos, fuimos convocados a un taller de trabajo liderado por el actual presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología, senador Enrique Rubio, que se denominó Cientis (Ciencia, Tecnología, Innovación y Sociedad), donde se hizo un esfuerzo, a mi juicio genuino, que dio a lugar a una serie de seminarios. Se hizo un esfuerzo de llegar a conclusiones y a un denominador común entre investigadores, gente del mundo de la producción, trabajadores, gente de las áreas sociales, sobre cómo se podría diseñar una nueva trama de ciencia y tecnología en el país, con qué herramientas, con qué nivel de presupuesto, apoyando qué programas. Eso ocurrió en el transcurso del año 2003 y hasta donde sé se pretende continuar en el año 2004. Me imagino que podrá servir como insumo a quienes estén interesados en el tema. Me consta que este grupo trabajó muy bien y en particular entiendo el interés del senador Rubio sobre este tema. Ése ha sido el espacio fuera del mundo académico que nos ha convocado para dar nuestra opinión; hasta ahora no hemos tenido, por lo menos hasta donde sé, otras aproximaciones para poder discutir.

LB - Yo he estado al frente del IIBCE, hemos tenido problemas y hemos salido a hablar masivamente con legisladores, ministros, y debo decir que hay dos partes en todo esto. Por un lado está el análisis cultural que hacen, que es siempre positivo. No hay nadie, es difícil encontrar a alguien que diga: "Lo que usted reclama, o lo que me pide no es válido, es totalmente erróneo". Al contrario, normalmente apoyan fervientemente lo que uno dice y se animan a hacer algún plan hacia delante de buena fe. Lo que falla, se me ocurre, es que todo el sistema declare la prioridad de la ciencia y la tecnología, que no sean los políticos o los gobernantes en forma aislada, como actualmente ocurre. Lo que precisamos es que todo el engranaje de la sociedad, que incluye al gobierno pero también a sectores industriales, productivos y hasta comerciales, de alguna manera generen una gran alianza que vaya más allá de los partidos políticos, que sea una política nacional, una política de Estado de largo plazo, que incluya la enseñanza, el comercio, para que Uruguay paulatinamente incorpore la ciencia y la tecnología al entramado social y de alguna manera empiece a sacar beneficios que van desde lo cultural hasta la riqueza que eso tiene que generar.

EC - ¿A quién le corresponde dar ese paso? ¿A los partidos, a sus dirigentes? ¿Ellos tienen que tomar la iniciativa o debe presionarlos la sociedad? ¿Hay en la sociedad una actitud de preocupación por estas cuestiones?

LB - Yo estoy al frente de una institución científica pequeña, modesta, que tiene trayectoria; además me considero parte de la comunidad científica y lo que hago es alertar, decir y mostrar las consecuencias nefastas que puede tener no seguir determinado camino, pero en definitiva es la sociedad la que tiene que determinar a través de sus representantes. Yo no puedo hacer un mandato y decir esto es así o asá, pero creo que en algún momento tiene que haber un despertador que suene, una alarma que diga: "Señores... Hoy estamos enfrentando una crisis energética, hace poco pasamos una crisis sanitaria en el terreno de la aftosa, y las amenazas van a continuar".

RR - Plomo...

LB - Las amenazas continúan y precisamos un aparato que nos vaya posicionando en forma favorable a todo eso, precisamos superar eso. La ciencia da capacidad de análisis y de predicción, de anticipación. Todo el mundo sabe las ventajas que tiene la anticipación en todas las materias de la vida.

EC - ¿Son optimistas ustedes en cuanto a que se produzca ese alerta, ese reclamo?

PD - Hay algunas cosas que los candidatos seguramente manejan y algunas cosas que nos gustaría que manejaran.

EC - A ver...

PD - Asumo que todos manejan que el Estado está fundido cuando escuchan estos planteos del tipo "necesitamos fondos".

EC - Sí, ésa es la primera respuesta que surge: acabamos de pasar por una crisis económica y financiera brutal, casi nos hundimos, hay que recortar; les tocó a la ciencia y la tecnología.

PD - Y la segunda, que ya se comentaba, tiene que ver con estos otros reclamos corporativos.

EC - La duda o la presunción de que lo que hay es el interés de un grupo de gente tratando de preservar sus puestos de trabajo o sus proyectos personales.

PD - Otra cosa que en general no se discute, como decía Barbeito, es que la calidad de los científicos uruguayos es muy buena medida con estándares internacionales. No necesitamos decir que esto se hace con poca plata para poder decir que es bueno. Es bueno y punto. Creo que esto se puede asumir como una de las cosas que el sistema político en general conoce y sabe.

Otra cosa que también tenemos que reconocer que es así y se sabe es que en general hemos tenido menos éxito en relación a los resultados de investigación aplicados a problemas de la realidad.

EC - ¿Cómo es esto?

PD - Eso está muy claro en la evaluación que se hizo del primer programa BID-Conicyt, que terminó a fines del siglo pasado. Si bien la calidad de la investigación es muy buena en términos internacionales, hay debilidades en cuanto a la transferencia de los resultados a otros sectores de la sociedad, en particular a los sectores económicos.

Esas cuatro realidades se conocen y son como puntos de partida para plantear qué nos gustaría que además manejaran los candidatos. En primer lugar deberían observar algunas realidades que están pasando en el mundo, cosas que pueden sonar como eslóganes, pero la globalización es lo primero que hay que mirar, qué implica la globalización en este marco, la economía del conocimiento, no alcanza con ser bueno, tener vacas buenas y venderlas o estar rezando para que la soja siga valiendo mucho, para que haya sequía en algún lugar del mundo, ésa no puede ser la apuesta de un país. Hay estudios bien interesantes que muestran que los países que se basan en recursos naturales históricamente crecen más lento que los que buscan otras formas de competir. Ésa no puede ser la apuesta de Uruguay.

Me parece que la vinculación entre investigación y desarrollo no está clara en los políticos de este país. Es clarísimo que nadie va a apostar a ciencia y tecnología para ganar las próximas elecciones, por lo que decíamos antes, es un tema de largo aliento, estratégico, vamos a apostar a ciencia y tecnología para ser un país mejor dentro de algunos años, pero con eso no me da el tiempo para que me voten de vuelta en la próxima elección, tiene que ser un horizonte más largo.

Hay impedimentos para que haya inversión privada en estos temas. Esos impedimentos tienen que ver con reglas de juego que no están claras, con instituciones que están mal diseñadas y no funcionan, con jerarcas que están hoy a cargo de temas de ciencia y tecnología pero no sienten que ése sea su tema, no entienden sobre el mismo y tratan de barrerlo abajo de la alfombra. Eso es triste pero es lo que está pasando en Uruguay.

Tenemos un sistema educativo terciario que hay que revisar, hay que ver cómo funciona y qué características tiene. Hay muchísimo para hacer, además el hecho de que estemos en una situación tan penosa hace que sea relativamente fácil hacer bastante con pocos recursos y generar un impacto rápido.

***

EC - ¿Qué expectativas genera en la comunidad científica uruguaya un año como éste, un año electoral? ¿En qué medida puede cambiar la situación difícil que desde el punto de vista presupuestal e institucional tiene que enfrentar la investigación en ciencia y tecnología en nuestro país?

Ya hemos escuchado a algunos de los integrantes de la mesa. En particular Pablo Darscht pasaba una lista de mensajes a los dirigentes políticos. ¿Qué dice el doctor Wschebor?

MW - Emiliano nos pregunta sobre la sensibilización o la sensibilidad de los partidos políticos o los dirigentes políticos sobre estos temas; debo decir que hoy no traje el sensibilómetro, traje el realistómetro.

EC - A ver...

MW - Es decir, no sólo éstas son las realidades, sino que hay que señalar además que en estas realidades hay incumplimiento de leyes aprobadas y promulgadas en su momento, que están sin ser cumplidas por el Poder Ejecutivo; no es un tema menor. El FNI, el FCE, el PDT son el fruto de leyes, no son el fruto de la voluntad individual de nadie, ni siquiera de un gobierno determinado.

De todas maneras voy a escuchar la exhortación de Emiliano y a tratar de decir algo sobre el futuro; se puede decir mucho. Como señalaban todos los colegas que están aquí, el tema es muy complejo, tiene muchas ramificaciones, hay muchos aspectos importantes en la educación, en la producción, en la vida cultural, no se puede tratar de sintetizar en un telegrama un tema de esta complejidad, que es real, y que quien no tenga en cuenta seguro se va a equivocar.

Voy a decir algunas cosas en este terreno minado y riesgoso que consiste en simplificar algunos temas complicados. Voy a decir cuatro cosas rápidas.

La primera: el eje de la actividad de investigación en cualquier área y cualquier orientación es la gente, eso es lo primero, lo más importante. Se estima que Uruguay tiene hoy el equivalente a aproximadamente 1.400 investigadores en dedicación total -porque hay muchos que son part-time-, sumando todas las áreas del conocimiento, desde la filosofía hasta la ingeniería química, todo; más o menos ése es el orden de magnitud, que es aproximadamente el uno por mil de la población activa del país. Los países grandes del mundo que tienen una política científica destinan aproximadamente el uno por ciento de su población activa al personal que hace investigación y desarrollo, diez veces lo que destina Uruguay; y los países pequeños destinan mucho más porque necesitan generar ciertas masas mínimas que permitan hacer actividad científica; los países realmente de avanzada, los países escandinavos, Finlandia, destinan entre el 2 y el 3 por ciento de su población activa a tareas de investigación y desarrollo. En Uruguay para llegar al 1 por ciento tendría que multiplicarse por 10 el número de investigadores con una política muy activa y muy fuerte por parte del Estado, de las universidades, de las nuevas instituciones que hay que crear; tiene que llevar un mínimo de 20 años, hay que prepararse para 20 años de trabajo para formar el 1 por ciento de la población activa que se dedique a la investigación. Sin eso no hay investigación, no hay impacto en la producción, no hay impacto en la cultura, no hay creación; tiene que haber un grupo humano grande importante, no lo hay. Hay gente muy buena, pero somos muy pocos. Para eso hay que crear nuevas instituciones especializadas en la formación de investigadores. Rodolfo Gambini, nuestro gran físico, director del Pedeciba, ha propuesto la creación de un centro de estudios avanzados especializado en la formación de posgrados e investigadores. Es una iniciativa muy importante, el país carece de eso hoy.

Punto dos. En las áreas tecnológicas estratégicas el país tiene algunas empresas que son del Estado, que son públicas y que son de alta tecnología por antonomasia. Son muchos los sectores, pero voy a mencionar cuatro, que son los que los uruguayos mejor conocemos: UTE, Antel, OSE y Ancap. Esas cuatro empresas públicas tienen una cifra de negocios que es de más del 10 por ciento del PBI, pero lo que destinan a investigación tecnológica en sus áreas, para ser ellas mismas empresas competitivas y de alta calidad, sin lo cual no sobreviven en el mundo de hoy, es insignificante. Si estas empresas destinaran al cabo de un período de gobierno el 3 por ciento de su cifra de negocios a investigación y desarrollo, que es una cifra bajísima en el mundo para empresas de esta naturaleza que necesitan estar en la frontera del conocimiento en su área, eso sólo multiplicaría por un factor mayor que dos el total de todo lo que el país destina a investigación y desarrollo actualmente.

Tercero, la investigación médica. No voy a hablar de eso; Radi, aquí presente, ha hecho propuestas en la materia. El país destina el 10 por ciento del producto al gasto médico; ¿cuánto destina a la investigación médica? Muy poco. ¿Cómo puede ser que un país destine el 10 por ciento del producto a la medicina y una cantidad insignificante de eso a la investigación médica?

Cuarto, gran tema: bibliotecas, archivos, información: estado de abandono en este país. Lo digo en dos palabras: sin una gran política nacional en este sentido no hay nada, si usted no tiene acceso a las bases de datos, los libros, las revistas... Hace años que estamos dando vueltas en una calesita ridícula para tratar de engancharnos en el sistema brasileño que permite acceder a las publicaciones científicas del mundo. ¿Por qué? Porque hay que poner unas migajas para cubrir una pequeñísima cuota parte del pago de Brasil para que los investigadores uruguayos, esta pequeña comunidad que debería crecer, puedan tener acceso a lo que se publica en el mundo, que es el punto de partida -como es obvio, eso lo sabe cualquiera- y no se consigue. Juan dice que tiene que hacerlo Pedro, Pedro que tiene que hacerlo Diego y Diego que lo tiene que hacer Juan; con eso se completa el círculo vicioso.

Éstos son algunos puntos centrales, solamente puntos, que no aluden al gran problema institucional que mencionaba Rafael Radi, pero que les da un poco de carne a estos huesos sobre los cuales tenemos que construir la ciencia en el país.

EC - Van quedando sobre la mesa una serie de asuntos, unos cuantos llamadores de atención, si miramos hacia los partidos políticos, hacia sus dirigentes y candidatos. Agreguemos en el final lo que Radi quería decir, que apuntaba justamente a eso, a lo institucional.

RR - Hasta el momento la ciencia y la tecnología nacional se han canalizado desde el punto de vista de los programas concursables a través del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), que tiene una dirección, la Dirección Nacional de Ciencia y Tecnología, que tomaría carta en estos temas. Pero el MEC históricamente ha demostrado ser extremadamente ineficaz para esto, hay una serie de etapas intermedias entre los programas, la decisión ministerial y la vida de los laboratorios que hace que en definitiva las prioridades siempre sean otras, muchas de las cuales son muy importantes, naturalmente -las escuelas, los liceos, la actividad cultural, el Sodre-, pero ¿dónde queda en el MEC la investigación científica y tecnológica?, ¿cuánto saben, cuánto dominan los estamentos de ese ministerio este tema? Creemos que una realidad en el país debe involucrar un cambio del diseño institucional, sacar de la órbita del MEC los programas de ciencia y tecnología. Hay acuerdos bastante generalizados, por lo menos a nivel de la comunidad académica, en cuanto a la creación de una Secretaría de Ciencia y Tecnología muy cercanamente ligada a Presidencia, algo similar a lo que es hoy la OPP pero para el tema científico y tecnológico, de manera que los programas puedan ser rápida y efectivamente ejecutados, sin el pasaje por todas estas etapas intermedias que, ya no es un problema de opinión sino de la realidad, ha demostrado su absoluta ineficacia. Sin duda ése es un elemento que debe ser considerado en un nuevo diseño de la trama institucional para el tema científico y tecnológico.

***

Varios oyentes de En Perspectiva enviaron por correo electrónico algunas preguntas para los integrantes de esta Tertulia Especial. Luis Barbeito las contestó:

PREGUNTA:
Me pregunto qué incidencia tiene en el rol secundario que se le asigna a la investigación científica, la presencia dominante en el poder político de los abogados y en general de los políticos con formación en letras. Sería interesante hacer una estadística de los últimos 50 años la proporción de estos profesionales en el total de los legisladores y gobernantes en general.


LUIS BARBEITO:
En mi opinión, la formación profesional y, en general, la cultura y la información que tienen los dirigentes políticos acerca de este tipo de problemas es un factor decisivo para los resultados. No sólo en la actualidad, es un asunto clásico: el interés por la ciencia ha dependido, desde la Antigüedad, de la cultura y la comprensión de los gobernantes, desde el rey de Sicarusa hasta Catalina II o Federico el Grande.

No creo que se pueda decir que nuestros dirigentes políticos tienen una formación predominante en letras.
Ojalá fuera así... Más bien, son abogados, contadores, escribanos y médicos, que son además las profesiones muy dominantes en el medio profesional uruguayo, que imprimen una percepción muy limitada de los saberes y de lo que es una estructura profesional moderna.

Más allá de los dirigentes políticos, en mi opinión, la formación, la estructura institucional y las prácticas asociadas, son en el Uruguay una traba importante para el desarrollo técnico. Éste requiere algunos cambios de fondo, que permitan superar barreras corporativas e impulsar formaciones multidisciplinarias y basadas en las disciplinas.

No hay que olvidar que la estructura de nuestro sistema de educación superior público es la establecida por la ley de 1908, hace casi un siglo. El sistema ha crecido, introducido algunas modificaciones marginales que le han permitido mantener sus rasgos principales, pero resiste fuertemente a su modernización. Esto no es sólo consecuencia de la miopía del mundo político, también del conservadurismo de las conducciones universitarias y de las agremiaciones de profesionales.

***

PREGUNTA:
Para qué vamos a invertir en Ciencia y Tecnología si después los investigadores emigran, hacen sus desarrollos fuera del país y generan allí productos o tecnologías que los uruguayos tenemos que terminar importando?


LB - Así formulada, la pregunta puede aplicarse a otras ramas de la cultura o del deporte: "¿Para qué vamos a invertir en educación (cualquiera sea su tipo) si después los mejor educados (carpinteros, músicos, ingenieros o científicos) emigran y generan allí productos que los uruguayos tenemos que terminar importando?" Quiero decir que el problema de la emigración va mas allá de la ciencia y tecnología (CyT). No se debe pensar que los jóvenes estudian ciencias con el propósito de emigrar. Muchos de ellos permanecen en el país y soportan momentos muy difíciles.

Nuestro país produce un número todavía bajo de científicos. Pero hay escasez de puestos de trabajos y de dinero para la investigación. Los salarios son muy bajos. Las penurias cotidianas son muchas. No hay signos claros que el país asuma un compromiso maduro de desarrollo de la CyT. No se ha promovido suficientemente la inversión tecnológica privada. Por tanto, no es extraño que muchos jóvenes científicos emigren, desalentados. Se debe tener en cuenta además las ofertas crecientes de trabajo en el extranjero.

Por tanto, cabe preguntarse si el país necesita o no desarrollar la CyT, si el "proyecto" de país para las próximas décadas debe tener o no un fuerte componente de CyT, si se deben o no instrumentar políticas para aumentar el número de profesionales y la inversión pública y privada en CyT, si el país podrá ser viable en el futuro sin una masa crítica de científicos que contribuyan con la sociedad para generar bienestar, innovación y riquezas en un mundo cambiante, crecientemente complejo y basado en el conocimiento?

Si la respuesta favorece el desarrollo estratégico de la CyT, entonces la siguiente pregunta es: ¿cómo hacer para retener los mejores científicos y recuperar a los que ya emigraron con toda su experiencia y contactos? El manejo del concepto de "BRAIN GAIN" contrapuesto al de "BRAIN DRAIN" me parece interesante, pues representa una oportunidad de desarrollo rápido que está siendo aplicado con éxito por otros países.



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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Caterina Notargiovanni

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