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A propósito de La Pasión de Cristo
(Mensaje enviado el viernes 9 de abril).
He estado escuchando algunos de los comentarios de La Tertulia sobre este film, que en su mayoría fueron sorprendentemente sensatos, en especial los de los religiosos y el de Williman. No pude seguir todo el intercambio.
Aclaro que ya decidí no ir a ver el film, como decidí no ver Garage Olimpo o La noche de los lápices. No porque me niegue a saber, sino porque sé demasiado. De hecho, por lo que me contaron, ellas no muestran ni la mitad de los horrores que leí en los diarios argentinos, como testimonio de los sobrevivientes, a la caída de la dictadura.
Y si alguien cierra los ojos ante algunas escenas o quiere irse, es natural, pero no es privativo de "La Pasión...". Yo desée irme en algunas escenas de La naranja mecánica y más recientemente de Oodishon. Porque es terrible -y debe serlo- presenciar la crueldad deliberada. Si se la muestra de manera que nos haga compartir el sufrimiento de la víctima, puede ser una lección moral. Posiblemente en el viejo sentido de la catarsis de la tragedia griega.
Tampoco necesito ver la película para imaginar el horror y el sufrimiento de Jesús, porque he leído los Evangelios. Si a alguien le parece deprimente que Jesús diga "Padre, por qué me has abandonado", lo lamento, pero eso dicen los Evangelios.
Me sorprende que alguien piense que se inventa la sangre, el dolor o la crueldad. Debe ser muy escasa su imaginación o no se permite imaginar lo insoportable. Estamos demasiado habituados a una forma de presentar la violencia despojada de su horror para convertirla en espectáculo, en algo ajeno. ¿Acaso es sorprendente que un hombre flagelado con varas padezca un sufrimiento extremo? Se puede mostrar la guerra, el holocausto judío, el genocidio armenio o cualquier otra atrocidad, sin conmover, quizás con simpatía pero sin empatía. Hay un abismo intelectual y emocional entre "Rescatando al soldado Ryan" y "La delgada línea roja", entre "La pasajera", aún en fragmentos, y "La vida es bella".
Quizás estamos demasiado habituados a la visión de Jesús crucificado para valorar lo que implica la crucifixión que en sí misma es una espantosa tortura. La costumbre insensibiliza.
En la sierra de Tandil había un Via Crucis, con estatuas, a lo largo de la subida a un cerro. Recuerdo el impacto que causó a mi hijo de 4 ó 5 años, que no estaba familiarizado con los crucifijos, recorrer esas escenas y las preguntas que hizo luego. Esa mirada me hizo revalorizar el elemento de crueldad y de dolor que a menudo olvidamos en una historia, que más allá de creencias religiosas, forma parte de nuestra cultura.
Me parece que fue el Pastor que dijo que en definitiva es una película sobre la tortura. No puedo abrir opinión sobre la película ni sobre su contenido. Pero no deja de ser extraño -y sintomático- que el centro de la polémica sea ese aspecto. Me imagino que dado el tema podría haber otros contenidos en discusión.
Cordiales saludos
M.B.
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