18.12.2005














Liceal gravemente herida de bala

Móvil con Rosario Castellanos: Se teme que sufra una parálisis permanente. Juan Faroppa, cátedra de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Udelar: además del drama personal, es grave la actitud generalizada, que llevará muchos años cambiar. Hay una legitimación de la violencia, y la sociedad uruguaya es la más armada de la región. Los delincuentes se proveen de armas que roban a sus víctimas, y los menores usan las de sus familias.


EN PERSPECTIVA
Martes 13.04.04, 07.38.



EMILIANO COTELO:
Sigue en grave estado la liceal de 12 años baleada por un compañero del Liceo Nº 13, en el barrio Ituzaingó, también de 12 años. Secundaria suspendió las clases en la institución.

Las crónicas difieren en los hechos, según las fuentes. “Hacía una hora que habían comenzado las clases. Al igual que la mayoría de sus compañeros, Fiorella había dejado el guardapolvos y la moña hace meses. Ya era una liceal. No imaginaba que sería el centro de una tragedia similar a la que los noticieros muestran en colegios de Estados Unidos”, dice El País. “El chico identificado con las iniciales M.D.C.S. diría después que había resuelto armarse dado que solía ser víctima de amenazas por parte de otros adolescentes que concurrían al centro. En el correr de los interrogatorios el chico terminó por admitir que, en realidad, nadie lo había amenazado sino que solamente le había robado el arma a su hermano de un cajón de la mesa de luz.

“En la casa de M.D.C.S. la existencia de armas de fuego es algo cotidiano. Su padre es funcionario policial retirado y sus tres hermanos son policías en actividad y se desempeñan en las guardias de Granaderos, Coraceros y Policía Turística, respectivamente. El arma que el chico llevó al liceo, precisamente, era el "arma de apoyo" de uno de sus hermanos. En este caso se trataba de una pistola Browning calibre 6.35, una potencia de fuego similar a un calibre 22. Cabe recordar que el arma de reglamento policial es o bien la pistola calibre 9 milímetros, o el revólver calibre 38.

“Fue esta la pistola que, involuntariamente, el chico disparó contra su compañera, a la que hirió en el hemitórax izquierdo. ‘El incidente está bastante claro, fue totalmente accidental’, explicó más tarde el director de Investigaciones, el inspector Eduardo Tellechea.

“Durante la indagatoria quedó claro cómo había ocurrido el hecho, indicaron a El País fuentes de la investigación. Según relató el chico y corroboraron otros testigos, todo comenzó cuando le mostró el arma a su compañera de asiento. Si bien la pistola estaba aprovisionada, no tenía proyectil en la recámara. No fue sino hasta que Fiorella tomó la pistola en sus manos y al accionar el mecanismo colocó la bala en el dispositivo de fuego. En vez de colocarla en la mochila de nuevo, el chico se la guardó en un bolsillo y en determinado momento, durante el breve recreo, apuntó ‘jugando’ a la liceal y presionó el gatillo.

“En relación al arma y a su propietario, el hermano del chico que es guardia de Coraceros, se abre otra línea de investigación en la órbita policial. ‘El policía había comprado el arma y tenía toda la documentación en regla que presentó cuando se le solicitó’, explicó por su parte el subjefe de Policía de Montevideo, Nelson Rodríguez Rienzo. El jerarca explicó que no se trataba del arma reglamentaria del funcionario, sino de una particular, aunque ello igualmente podría acarrearle severas sanciones desde el punto de vista interno. ‘Lo que hacemos normalmente en estos casos es una investigación administrativa, de momento sujeta a las resoluciones que tome la Justicia, aunque generalmente en estos casos el funcionario termina sancionado’, explicó Rodríguez Rienzo.

“Por su parte, la víctima se recupera de una herida que podría comprometer seriamente su futuro. Ayer de tarde, Fiorella salió bien de la operación que le realizaron en el Hospital Pereira Rossell. El director de la institución Luis Alberto Castillo, informó que deben aguardar la evolución, pero temen que la paciente corra riesgo de perder alguna función vital, como la de caminar. La bala estaba alojada cerca del canal raquídeo.

“Las autoridades de Secundaria iniciaron ayer las investigaciones para conocer los incidentes que precedieron el disparo que dejó herida a la estudiante.

“El presidente de Enseñanza Secundaria, Jorge Carbonell, aseguró que se elaborará un informe donde se detallen las actuaciones para establecer si existe responsabilidad de parte de las autoridades del liceo, así como también por parte del menor autor del disparo. ‘Lo que hay que establecer es cuál es el grado de responsabilidad del chico y en consecuencia se tomarán medidas y sanciones al respecto’, puntualizó.

“A la par con la investigación interna se implementaron acciones técnicas de apoyo, por parte de psicólogos y asistentes sociales de Secundaria.

“El jerarca puntualizó que se trata de una situación muy delicada que exige que se investigue con todo el rigor. Agregó que de acuerdo a la investigación se sancionará al menor y se podría llegar a retirarle la calidad de estudiante por un período de tiempo”
.


***

El proyectil perforó a la altura del hemitórax izquierdo el cuerpo de la chica, según los informes recabados por la prensa. Las balas de este calibre frecuentemente dañan órganos vitales sin salir del cuerpo. En este caso, el proyectil se alojó en el canal raquídeo, en la zona lumbar, y se teme que Fiorella sufra una parálisis de por vida.

Rosario Castellanos tiene información al respecto. ¿Dónde te encuentras?


ROSARIO CASTELLANOS:
En el hospital Pereira Rossell, a las puertas del Centro de Tratamiento Intensivo, donde Fiorella sigue internada tras haber sido operada ayer por la tarde.

Lo que me informan los médicos coincide con las crónicas, en el sentido de que la bala entró por la axila, rozó el pulmón, hizo un recorrido descendente, afectó el diafragma y el bazo, por finalmente alojarse en el conducto medular entre dos vértebras lumbares.

La afectación en ese recorrido es lo que ayer se solucionó con esta intervención quirúrgica, sin necesidad de retirarle el bazo. Lo que no se ha podido solucionar hasta ahora es la ubicación de la bala, dado que por el lugar donde se encuentra su remoción podría tener peor efecto que dejarla allí.

Me informaron que en este momento la niña no tiene peligro de vida, pero existe por delante la perspectiva de que no recupere la movilidad de sus piernas, y que efectivamente el resultado sea una parálisis de sus miembros inferiores. Esta posibilidad no está definida aún: hay que esperar para saber si la insensibilidad que todavía tiene responde a lo que llamaron un “shock medular” o al corte de la médula, que sería lo que produciría la parálisis permanente.

Esa es la situación a esta hora.


EC - ¿Has podido hablar con los familiares de la chica?


RC – Sí, y realmente la parte más dura de esta nota fue hablar con su madre, quien se encuentra absolutamente quebrada, desesperada con este pronóstico, plenamente consciente de ese pronóstico, y esperando que no se cumpla, queriendo creer lo mejor y tener a su niña nuevamente en casa. No quiso hacer declaraciones y, repito, el diálogo con esta madre desesperada fue la parte más dura de la nota.


EC - ¿Cuándo se supone que va a estar claro el diagnóstico final, y las posibilidades de recuperación de Fiorella?


RC – Todo lo que hay por delante es una gran expectativa; los médicos no me adelantaron plazos. A partir de ahora serán librados dos informes diarios sobre la evolución, pero creo que lo que hay ahora es una gran interrogante, de modo que en definitiva no cabe otra posibilidad que esperar.


***


EC – “Sentimos la explosión y vimos que del arma salía humo blanco, pero tardamos un instante en darnos cuenta de lo que realmente había sucedido”, dijeron sus compañeros a los periodistas de El Observador.

“El timbre del fin del recreo no logró acallar los gritos de Fiorella, que decía ‘¿Qué me hiciste? ¡Me suicidaste!’ ‘No fue nada, no fue nada; estás bien. No digas nada, que ya se te pasa’, le respondió el joven que había llevado el revólver al liceo. De inmediato acudieron varios profesores y el subdirector del instituto, Orlando Fonseca, quienes observaron a Fiorella apretándose el estómago y gritando que no podía mover las piernas”.


***


Estamos ahora en comunicación con Juan Faroppa, profesor ayudante de la cátedra de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, y además consultor de Unicef y de otras agencias internacionales en temas de seguridad ciudadana y derechos humanos.

¿Cómo te resultó enterarte de esta noticia, a ti que trabajas con la institución de Naciones Unidas vinculada a los derechos del niño y el adolescente?


JUAN FAROPPA:
Hay que separar dos planos. En primer lugar, el tremendo drama personal de esta chica, de su familia... Escuchaba recién a Rosario adelantando el diagnóstico médico, y también me imagino la situación del chico que disparó el arma y también de su familia. El aspecto personal, afectivo, es realmente dramático como pasa en cualquier situación de este tipo.

Por otro lado, lo primero que me vino a la cabeza fue esperar una nueva andanada de planteos, exposiciones y propuestas que son tan típicas en nuestro país cada vez que sucede algún hecho similar a este, o como puede pasar cuando hay un homicidio cometido por un adolescente, cuando inmediatamente se empieza a reclamar la rebaja de la edad de imputabilidad penal, etcétera. En este caso estaba esperando esa reacción.

Es un tema sumamente complicado, porque está rozando otras intervenciones que se tiene que dar tanto desde el Estado como desde la misma sociedad para comenzar a revertir una situación que, desde mi punto de vista, va a llevar muchísimos años desgraciadamente poder resolver, como es el grado de violencia que se ha venido instalando paulatinamente en nuestro país.


EC – Yo leía recién la nota del diario El Observador. Esa misma nota dice que este balazo “aparece como la punta de un iceberg que flota en un mar de creciente violencia en centros de estudio. De acuerdo a cifras oficiales, en el año 2001 fueron denunciados ante la Policía dos presuntos delitos cometidos entre estudiantes (amenazas y lesiones graves) en locales de estudio o sus proximidades. El año siguiente, 2002, esa cifra ascendió a siete denuncias (seis por lesiones personales y una por amenaza). Pero fue el año pasado cuando los casos denunciados se dispararon: nueve denuncias por lesiones personales, una por molestias, otra por riña y otra por amenazas”. La información que manejan ustedes ¿va en la misma dirección?


JF – Sí. Evidentemente, las cifras son esas. Ayer oía al profesor Carbonell comentando esta situación, y dijo algo que comparto totalmente: lo grave no es que un chico de 12 años esté armado en un centro de estudio, sino que un chico de 12 años esté armado. En cualquier lugar.

Evidentemente, cuando esto sucede en un centro de estudio, por la imagen que tal vez uno pueda mantener de cómo debe desarrollarse el acto educativo, que es una imagen tal vez un poco idílica teniendo en cuanta las actuales circunstancias, eso genera un impacto mayor.


EC – Carbonell decía también que la situación de violencia creciente es un hecho, pero “es imposible para las autoridades controlar si alguien entra armado a un centro de estudios. Se trata de una cuestión de educación que sólo se puede prevenir”.


JF – Respecto a la situación de violencia en los centros de estudio, en términos relativos (como también pasa con la seguridad interna en general en nuestro país), si comparamos lo que pasa en Uruguay con otros países de la región, incluso algunas ciudades de Estados Unidos, las cifras de nuestro país son asombrosamente bajas. Existe una serie de lo que se llama factores posibilitadores de la violencia, factores de riesgo que se dan fundamentalmente en el ámbito de chicos y chicas que concurren a centros educativos, que tienen que ver con lo que se llama factores de riesgo ambiental, que pueden ser tanto familiares como comunitarios.

Entre los factores de riesgo familiares puede estar una percepción de los muchachos de que tienen un apoyo familiar para la solución violenta de los conflictos. Es un poco eso de “No te dejes pasar por arriba”, o cada vez que se produce un hecho de violencia el muchacho puede percibir que hay una cierta tolerancia o un apoyo implícito o explícito de la familia. La falta de comunicación entre padres e hijos, la victimización de un chico (un chico que fue víctima de un acto de violencia), que tiene una predisposición, etcétera, etcétera. No es una relación automática de causa – efecto pero existen factores que, sumados a otros, pueden llevarlo a duplicar el tema de la violencia.

Y después está todo el tema de nuestro doble discurso y nuestra doble moral uruguaya en que, como tantas cosas, se encuentra este tema de la tenencia de armas de fuego.


EC – Decías que lo grave de este caso es que haya un chico de 12 años armado, sea en el liceo o en el lugar que sea. ¿Qué significa psicológicamente un revólver para un menor?


JF – En este caso estamos hablando de un gurí, un niño de 12 años. Tiendo a pensar que es casi un juego; tener un arma es demostrar poder, es casi una prolongación de su personalidad, sentirse fuerte, poderoso. Sin ser especialista en este tema no quiero incursionar en esa área, pero me da la impresión de que no es muy diferente a lo que puede sentir un adulto cuando compra un arma y anda con ella encima. Sea un arma de fuego como muchas veces puede pasar, un arma que tiene cuatro ruedas y anda por la carretera. Me siento poderoso, me llevo a todo el mundo por delante, y eso se percibe y se transmite.

Cuando planteaba mi temor a que comenzar una filípica pidiendo la cabeza del chico, o pidiendo la cabeza de quien no controla el ingreso de armas en los centros de enseñanza, etcétera, lo que temía era justamente eso: que siendo una de las sociedades más armadas de la región... En Uruguay, el número de armas declaradas por particulares, que están legalmente en su poder, es mayor inclusive que en Argentina y Brasil.


EC – Es bueno recordar ese dato. No lo tenía presente en este momento.


JF – No tengo aquí las cifras exactas, pero es así. Realmente hay un arsenal en poder de los uruguayos, y estoy hablando sólo de las armas que siguen los procedimientos legales y regulares. Pero entre el 20 y el 25 por ciento de los uruguayos tiene armas declaradas, con todas las de la ley. Para que un niño, un adolescente o cualquier persona puedan acceder a un arma, existen sólo dos posibilidades: accede a un arma que ingresa al hogar mediante un procedimiento legal (una va a un establecimiento, compra un arma, la registra, la tiene en su casa, el niño la encuentra y la utiliza), y la otra posibilidad –estadísticamente menor— es que un chico acceda a un arma en el mercado negro para cometer algún tipo de infracción o de conducta delictual. Es imposible que un adolescente vaya a una armería y compre una.


EC – En este caso, son armas que poseían los mayores de la casa, una casa en que además existe relación con las armas desde que se trata de una familia de funcionarios policiales.


JF – Claro. No estamos hablando de las armas reglamentarias: una cosa es la herramienta de trabajo de un funcionario policial... Tampoco estamos acá para darle lecciones de conducta a nadie: “hay que tener más cuidado, guardar el arma fuera del alcance de los chicos”, pero es el mismo aviso que aparece en los medicamentos: no deben ser dejados al alcance de los niños.

En este caso estamos hablando de que, además de las armas de reglamento, había otra más en la casa de esta familia que casualmente eran funcionarios policiales, pero hay abogados, médicos, comerciantes, etcétera, etcétera, que están armados. Y se transmite el concepto de que, si tengo un arma, es para usarla. A mí me horroriza (esto no tiene valor científico, es una experiencia estrictamente personal) encontrarme con conocidos, con colegas, con compañeros de generación de la Universidad, etcétera, etcétera, gente además con ideas supuestamente progresistas en otros ámbitos de actuación, que te dice “Yo tengo un arma en mi casa y si aparece un tipo que quiere entrar a robar yo lo quemo, yo lo mato”.


EC – Te horroriza.


JF – Me horroriza, porque eso es lo que se está transmitiendo en el ámbito familiar. Es lo que decía, una tolerancia hacia una solución violenta del conflicto, que hace que la utilización de un arma sea vista como algo normal, como algo que está dentro de las soluciones para determinado problema.


EC – Una proyecto de ley presentado en estas horas por la diputada Daisy Tourné, del Partido Socialista, apunta a volver más severa la exigencia para la tenencia de armas de fuego, e incluye además mecanismos de fiscalización especializados. Y propone sancionar penalmente a quienes faciliten armas a menores de edad.


JF – Está bien; es una solución. Pero de todas maneras terminamos siempre en la solución penal. Yo castigo después de que algo pasa, y la experiencia nos dice que la sanción penal como último recurso es cuando ya estamos declarando que no tenemos nada más que hacer. La legislación sobre armas en Uruguay es realmente no sólo para otro país sino para otra época, cuando la posibilidad de que existieran armas circulando en el mercado era realmente menor a la que existe ahora.


EC - ¿Cuál es la salida de esta problemática, entonces?


JF – Creo que, muerto el perro, se acabó la rabia. Hay que hacer una campaña de desarme rigurosa. Tal vez sea demasiado utópico, pero las soluciones que más han resultado en otros países para disminuir este tipo de situaciones es la recolección de armamento en manos de particulares, limitar estrictamente quiénes son aquellas personas que, sin ser policías o miembros de las fuerzas armadas, están autorizadas a usar determinadas armas y determinados calibres, y al resto del armamento hay que empezar a recogerlo y destruirlo.

Puede ser una solución utópica, alguien puede decir “Ah, pero quedamos en manos de los delincuentes”...


EC – Evidentemente, esa respuesta va a venir.


JF – Las armas que utilizan los delincuentes, en la generalidad de los casos, son las armas que roban de los domicilios donde llevan a cabo sus delitos.


EC – Otro argumento es: los delincuentes siempre se las van a ingeniar para tener armas, en cambio el que es víctima del delito no va a poder tener una a su disposición.


JF – De acuerdo, pero también habría que ver qué resultado tiene cuando se comete un acto delictivo y una persona intenta defenderse utilizando un arma. Tampoco tengo en este momento datos para dar una opinión más contundente, pero tengo la impresión de que –por lo que uno registra de la prensa— el delincuente está habituada a manejar armas y, cada vez que una persona se quiere defender de un delito con un arma, sale muy mal parada.

No sé: daría para muchísimo más, pero...


EC – Sí; la idea era ahora empezar a pensar a partir de un hecho muy fuerte que nos ha dejado a todos conmovidos. Volveremos sobre el asunto, obviamente.

----------------------------------------------
Transcripción y edición: Jorge García Ramón

recomendar esta nota




En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved