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750.000 ARMAS EN URUGUAY, UNA CADA CUATRO HABITANTES
Los jóvenes muertos cada año por armas de fuego suman cientos
Doctor Osvaldo Bello (Emergencia Pediátrica, Pereira Rossell): Sólo en este hospital hay 20 heridos por año, y cinco de ellos mueren. Pero el grupo de más riesgo (de 15 a 19 años) no se atiende en el hospital pediátrico. El último registro es de 160 muertos en 1996, y al igual que los suicidios aumenta con la cantidad de armas en las familias. Es falso que sirvan para defenderse: 90% de la veces son usadas para atacar. Por cada vez que alguien mata a un agresor, ocurren 43 accidentes. Son la cuarta causa de muerte entre menores de 14 años.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 14.04.04, 09.10.
EMILIANO COTELO:
Uruguay es el país del Mercosur con mayor cantidad de niños heridos por armas de fuego en relación a su población. Más de 20 niños por año ingresan al hospital Pereira Rossell con herida de bala, y cinco de esos 20 mueren.
Estos son algunos datos que surgen de los registros del Departamento de Emergencia Pediátrica del hospital de niños, y vienen a colación a partir del suceso del lunes en un liceo de Maroñas que terminó con una niña de 12 años con una bala alojada en su columna, después de que un compañero, también de 12 años, llevara un revólver a clase.
Les proponemos acercarnos esta realidad, una problemática ineludible de nuestro país-
***
Estamos en comunicación con el jefe del Departamento de Emergencia Pediátrica del Pereira Rossell, doctor Osvaldo Bello, profesor agregado de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. Yo daba algunos números en la introducción, pero me gustaría preguntarle por otros: algunas cifras de la región colocan a Uruguay como el país que tiene la mayor relación entre armas registradas y el número de habitantes.
OSVALDO BELLO:
Sí, efectivamente, 17 por ciento es la proporción de armas por habitante. Es una cosa alarmante, comparado con Argentina 5 por ciento y con Brasil menos del 1 por ciento.
EC - En Brasil hay un millón de armas registradas para 130 millones de habitantes; en Argentina 1,5 millón de armas para 30 millones de habitantes y en Uruguay 550 mil armas para 3,3 millones.
OB – Sí, y esos son los últimos datos del Servicio de Materiales y Armamentos del año 1998: 552.707 armas registradas; probablemente ahora sean más, porque el ritmo de registro es constante. Y se estima que hay un subregistro de alrededor de 200 mil, ergo 750.000 armas en Uruguay, una cada cuatro habitantes, aproximadamente.
EC - Usted hacía recién la comparación en base a porcentajes; también podemos verlo de esta manera: en Brasil hay un arma cada 130 habitantes, en Argentina una cada 20 y en Uruguay una cada seis.
OB - Una cada cinco, hablando sólo de las registradas.
EC - Siempre que nos manejemos con las registradas. ¿Qué reflexión le genera el episodio del lunes en el liceo 13 de Maroñas?
OB - En primer término, si yo tuviera que catalogar en mi archivo cuál fue el móvil, si fue violento o accidental, lo catalogaría como accidental. Los niños exploran, juegan con las armas, les interesan y ocurren los accidentes.
En los hechos el móvil accidental es el 60, 70 por ciento de los accidentes por armas de fuego en menores de 15 años, que es lo que vemos en este hospital. Esto ocurre en todo en mundo, en los lugares donde hay muchas armas, lo principal son los accidentes que ocurren con las armas.
Para nosotros, entonces, el camino es desarmarse, porque las armas sirven para poco como instrumento de defensa y sirven para que ocurran muchos accidentes y muchos hechos desgraciados, como éste.
EC - Antes de llegar a cuáles pueden ser las soluciones, me gustaría explorar con usted un poco más la realidad porque, como señalaba, está acostumbrado a tratar en la emergencia pediátrica del Pereira este tipo de accidentes, accidentes en niños provocados por armas de fuego. ¿Cómo ha evolucionado la cantidad de ese tipo de accidentes?
OB - Tenemos analizados diferentes períodos, por ejemplo entre 1990 y 1993 venía un niño herido por arma de fuego cada 111 días, o sea tres o cuatro por año.
Entre 1994 y 1997 pasó a venir un niño cada 36 días, o sea que se triplicó.
Y desde 2001 a la fecha viene un niño cada 20 días aproximadamente, o sea que la incidencia se multiplicó por cinco con respecto a diez años atrás. Esa es la realidad.
EC - ¿Usted tiene una explicación del crecimiento?
OB - No tengo una explicación concreta, pero hay que atribuirlo (porque así lo hacen los investigadores que se han dedicado a este tema en el mundo) al hecho de que, si las armas están y cada vez son más, cada vez hay más accidentes por año. No le veo otra explicación. Si vemos cuáles son los violentos realmente, para nosotros son alrededor del 20 por ciento, la mayoría son accidentales.
EC - Estamos analizando estos números que usted tiene en la emergencia pediátrica del Pereira Rossell. Así como usted acaba de exponerlos, con esta evolución que se ha dado desde 1990 hasta hoy, está claro que estamos ante un problema porque la cantidad de estos accidentes con niños heridos de bala viene aumentando. Pero la otra parte de la inquietud de la población es cuántos son exactamente estos accidentes en todo el país, porque puede pensarse que 20 por año son pocos en comparación con la realidad. Pero convendría precisar que estos números que usted está manejando lamentablemente son parciales, se refieren al lugar donde usted se desempeña, a la emergencia del Pereira, nada más.
OB - Naturalmente, pero hay datos de División Estadística del Ministerio; yo no los tengo actualizados, tengo el período 1980-1996, donde aparecen clasificados en niños de 0 a 19 años, es decir menores de 20 años; en este hospital vemos menores de hasta 15 años.
EC - Esa es otra limitación de los datos del Pereira.
OB - Muy importante, porque el grupo de mayor riesgo está entre los 15 y los 19 años. Las cifras generales, entonces, se van mucho más arriba: por ejemplo de los años 80 murieron por efecto de armas de fuego alrededor de 80 menores de 19 años. En 1996 murieron el doble: 160. No sé las últimas cifras, pero supongo que han seguido aumentando.
Claro: el grupo etario de 15 a 19 años, que nosotros no vemos en este hospital porque son atendidos en los hospitales de adultos, pero que en Estados Unidos lo son en hospitales para niños, es el que más infla esta cifra.
EC - De todos modos, los números que usted da del Pereira Rossell, y que corresponden a menores de 14, también son fuertes.
OB – También, sí.
EC – Y a ellos habría que agregar otros menores de 14 heridos de bala que son atendidos en otros hospitales, ...
OB – ...o los que mueren en el lugar del accidente y no llegan a los hospitales. En mutualistas, en hospitales del interior... Nosotros vemos la punta del iceberg, y a un sector de la población que es socialmente el más comprometido. Esos datos globales habría que buscarlos en otras fuentes.
EC – De todos modos vale la pena concentrarse en su experiencia, porque usted lleva años atendiendo en especial esta situación a la que ha dedicado tiempo de investigación...
OB – Sí; me parece que en vano, ¿eh?
EC - ¿Cómo que “en vano”?
OB – Claro, porque vemos emerger este problema desde hace unos cuantos años y no vemos soluciones. Las propuestas son múltiples, pero la principal –para todos los que han investigado este tema y que han comparado comunidades armadas con comunidades desarmadas— el tema es la presencia de las armas.
EC – Por ejemplo en el hogar.
OB – Y si los hogares están armados, los accidentes van a ocurrir. Y además van a ocurrir más suicidios, y más homicidios intrafamiliares... Está demostrado que en los hogares donde hay armas ocurren cinco veces más suicidios que en los que no las tienen, y cinco veces más homicidios intrafamiliares que en los hogares donde no hay armas.
El tema del arma de fuego es que cumple el objetivo para los suicidas y para los homicidas.
***
EC - ¿Cómo ingresa un niño herido de bala a un hospital? ¿Qué tipo de situaciones son las que generan esos accidentes?
OB – Son múltiples, La mayoría ocurren dentro del domicilio. Para nosotros, el 75% de las heridas ocurrieron dentro del domicilio. El principal motivo es el accidente...
EC - ¿Porque el niño tomó un arma, o porque la manejó mal otro integrante de la familia, por ejemplo un mayor?
OB – Generalmente porque los niños, en ausencia de los padres, manipulan las armas que están en a casa. Los padres creen que están bien guardadas, está probado que más de 50% de los niños en cuyas casas hay armas han explorado las armas en ausencia de sus padres.
EC - ¿Estaban con el seguro puesto?
OB – A veces sí, y a veces no. Ahí vamos a otro tema, que es el de las precauciones que deben tomar quienes están decididos a no desarmarse. Aunque mi objetivo fundamental es que la población se desarme.
EC - ¿Y qué suelen decir los mayores que acompañan a estos niños heridos cuando llegan al Pereira Rossell?
OB – Vienen asustados, aterrados ante la evidencia de la desgracia, que nunca lo previeron, o que pensaban que los niños estaban educados al respecto, que no las iban a manipular... en fin. Después hay un grupo de violencia intrafamiliar, y otro grupo dudoso para nosotros, que requiere investigación judicial. Y excepcionalmente algún caso de suicidio.
EC – Usted se maneja con una muestra (digámoslo así, fríamente) que tiene su particularidad: estamos hablando del sector socioeconómico más bajo. Dentro de ese grupo ¿se puede identificar a alguna característica especial sobre el origen de esos niños que llegan con heridas de bala?
OB – La mayoría, el 90%, son varones. La máxima ocurrencia es alrededor de los 14 años, aunque tenemos heridos con armas de fuego de 10 meses de edad.
EC - ¿De 10 meses?
OB – Sí; de 10 meses. Pero el sector de mayor riesgo para nosotros es el varón cercano a los 12 – 14 años aproximadamente.
EC – Eso con respecto a la víctima. ¿Y con respecto a la familia de la que viene?
OB – En eso no hay un perfil característico. En este caso se dijo que era una familia de policías. No es lo más frecuente. Se entiende que en las casas de los policías hay armas por requerimiento de sus funciones, y sin embargo la incidencia no es mayor; al contrario, se cree que es francamente menor porque en las casas de los policías la familia está acostumbrada a que haya armas en la casa y tienen respeto por ellas.
Pero, como le decía, tanto entre víctimas como victimarios predomina el varón de alrededor de 14 años.
El hecho es que mueren uno de cada cuatro de los que llegan acá. Ese es el otro problema terrible, y muchos quedan con secuelas; con lesiones neurológicas o de otro tipo, y a veces con secuelas graves.
EC – Sí: hoy estamos hablando de una niña de 12 años que podría quedar paralítica.
OB - Probablemente con una secuela grave. Sí; es probable.
EC - ¿Usted ha conversado con sus colegas pediatras, por ejemplo con quienes trata en la Facultad de Medicina, de lo que ocurre en institutos privados en este mismo plano?
OB – No sé bien lo que ocurre en instituciones privadas. No, porque no hay muchas cifras, no hay mucha gente que se haya dedicado a investigar este tema.
EC - Se lo pregunto porque todos recordamos…
OB - Pero sé que hubo casos, sí, sé que hubo casos aislados; no tengo cifras.
EC - …hace unos meses aquellos hechos que conmovieron a la zona de Punta Carretas, cuando dos adolescentes, de familias evidentemente de buena posición económica, desde un apartamento de una torre de valor muy alto manipularon armas, dispararon contra casas del vecindario, etcétera. O sea que el manejo de armas por menores, seguramente con el desconocimiento de los padres, se da a todos los niveles.
OB - Exactamente, porque los niños y los muchachos jóvenes son de explorar y las armas es un tema que les interesa, las manipulan y ahí vienen los problemas.
Las armas no sirven para defenderse. Ese es un falso concepto que tiene la población. Las armas se usan para defenderse sólo en el 10 por ciento de todos los actos delictivos, en el 90 por ciento de los casos se usan para atacar, o sea que sirven para poco.
Se estima que, por cada vez que se logra matar a un agresor con un revólver, ocurren 43 accidentes con armas de fuego, o sea que lo que la Academia Americana de Pediatría propone es que los pediatras interroguemos a las familias respecto de si hay armas en la casa, tratemos de estimularlas a que se desarmen, a que los padres hablen con sus hijos sobre los riesgos de las heridas de bala fuera de su casa…
EC - ¿Ustedes efectivamente tienen ese tipo de diálogo con las familias?
OB - Sí, yo personalmente lo tengo. Les digo a los padres que les pregunten a sus hijos si en las casas adonde van hay armas, porque muchas veces los accidentes ocurren en casas de amigos, y por más que uno tenga la precaución de no estar armado, los niños o los muchachos van a casas donde las hay.
EC - ¿Y qué experiencia recoge? ¿Cómo le va en esas conversaciones con los familiares de los niños heridos?
OB - Parece que la gente no está dispuesta a desarmarse. Eso es lo que uno palpa. No, no me refiero a las familias de los niños víctimas de armas de fuego, sino en general, La gente tiene una falsa seguridad; es muy difícil convencer a la gente que tiene armas de que se desarmen. Estamos en una sociedad habituada a que haya armas, entonces hay que trabajar mucho.
Pero la mejor manera de trabajar es legislando, porque es muy fácil comprar un arma, se compra en cualquier lado, las compra cualquiera y no son caras, y después aparecen los problemas. Dentro de las causas de muerte por accidente en niños menores de 14 años en Uruguay las armas de fuego ocupan el cuarto lugar, es una barbaridad, superan a las muertes por intoxicaciones y por caídas; uno ve que los niños se caen y se dan golpes tremendos, se caen de los árboles, de las ventanas, pero las muertes por armas de fuego son mucho más frecuentes que las muertes por caídas y por envenenamiento, por intoxicación.
EC - Hoy, para autorizar la tenencia de armas, se exige una serie de requisitos, uno de los cuales es haber adquirido formación en cuanto al manejo de armas. Para usted eso no es suficiente: la solución es lisa y llanamente el desarme.
OB - Sí, el desarme. Hay estudios que han comparado comunidades donde las exigencias para tener un arma son muy altas respecto de otros donde esas exigencias son menores, y la incidencia de accidentes por armas de fuego es francamente, muy significativamente menor en las últimas.
Siempre cuento que invité a un colega de Costa Rica que es el jefe de la emergencia de un hospital que tiene el número de consultas que el hospital de niños de Uruguay a discutir este tema en un congreso, y me dijo: “¿Qué querés que discuta, si en los últimos 10 años vino un niño herido por arma de fuego?”. Y yo tenía 50.
EC - Es impresionante ese dato. ¿Cuál es el marco legal para la tenencia de armas en Costa Rica?
OB - La sociedad no está armada como en Uruguay, tener un arma es una cosa muy rara. Lo mismo en la sociedad japonesa, que no entiende los códigos de la sociedad estadounidense, por ejemplo, donde hay tantas armas.
O sea que el tema pasa primero por desarmarse, por que la gente se convenza de que las armas no sirven; excepcionalmente puede que alguien se defienda con un arma y salga de un transe difícil, pero cuando esa noticia llega, por otro lado nos llega la noticia de que hubo 40 accidentes con armas que no sirvieron para defenderse.
EC - La última pregunta tiene que ver con su postura en esta materia; la discusión puede ser muy larga, pero el argumento básico de quienes se oponen al desarme es: si se va por ese camino los únicos que van a tener armas van a ser los delincuentes, porque se las van a ingeniar para conseguirlas de manera clandestina.
OB - Ese es otro tema. Yo no lo puedo controlar. Yo puedo trasmitirle a la gente cuál es la información de lo que ocurre en las sociedades que están muy armadas, cada vez que alguien mata a alguien defendiéndose, ocurren 40 accidentes con armas dentro de las casas. Entonces, ¿cuál es el negocio de tener armas? ¿Que los delincuentes tienen armas? Bueno: que se encargue el Ministerio del Interior de impedirlo.
EC - Vamos a volver sobre este tema, porque imagino que va a figurar en el debate un buen tiempo; aunque a usted lo noto muy escéptico, porque otras veces ha aparecido la preocupación y después se diluyó.
OB - Sí, se diluye; además están los amantes de las armas, los vendedores de armas, que tienen una posición bastante opuesta a la mía.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
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