Declaración de Nuevo León
Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey, México
Preámbulo
Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas
elegidos democráticamente, entre quienes se encuentran catorce
nuevos mandatarios que han asumido su cargo después de la
Tercera Cumbre de las Américas, realizada en la Ciudad de
Québec, Canadá, nos hemos reunido en una Cumbre Extraordinaria
en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México. Nuestro
propósito es avanzar en la instrumentación de medidas
para combatir la pobreza, promover el desarrollo social, lograr
un crecimiento económico con equidad y reforzar la gobernabilidad
de nuestras democracias. Con una visión renovada y fortalecida
de la cooperación, la solidaridad y la integración,
haremos frente a los continuos y crecientes retos del Hemisferio.
Guiados por la necesidad de trabajar juntos para impulsar la prosperidad,
promover la inclusión social y una distribución más
equitativa del crecimiento económico, eliminar el hambre,
elevar los niveles de vida, generar nuevas oportunidades de empleo
y de inversión, promover el trabajo decente, así como
enfrentar las nuevas amenazas a la seguridad, entre otras, el terrorismo,
la delincuencia organizada y el tráfico ilícito de
armas, reafirmamos nuestro compromiso con la Carta Democrática
Interamericana y reiteramos nuestra firme intención de continuar
instrumentando los mandatos de las Cumbres de las Américas,
así como los compromisos asumidos en la Cumbre del Milenio,
la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el
Desarrollo (Consenso de Monterrey) y la Cumbre Mundial sobre el
Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo.
Afirmamos que el bienestar de nuestros pueblos requiere el logro
de tres objetivos estrechamente vinculados e interdependientes:
crecimiento económico con equidad para reducir la pobreza,
desarrollo social y gobernabilidad democrática.
Por ello, declaramos:
Crecimiento económico con equidad para reducir la pobreza
En la búsqueda de un crecimiento económico sostenido
y equitativo que contribuya al desarrollo de largo plazo, reduzca
la pobreza, elimine el hambre y eleve los niveles de vida de la
población, con especial atención a los sectores y
grupos sociales más vulnerables, nos comprometemos a continuar
instrumentando políticas macroeconómicas sólidas,
políticas monetarias y fiscales prudentes, regímenes
de tasas de cambio apropiados, una administración prudente
y apropiada de la deuda pública, la diversificación
de la economía y el mejoramiento de la competitividad. Nos
comprometemos también a la transformación cualitativa
de la administración pública a través de su
modernización, simplificación, descentralización
y transparencia. Asimismo, redoblaremos nuestros esfuerzos para
mejorar el clima de inversión en nuestros países y
promover la responsabilidad social de las empresas.
Reafirmamos nuestro compromiso con el Consenso de Monterrey, adoptado
en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para
el Desarrollo en 2002, en el sentido de que cada país es
el principal responsable de su propio desarrollo social y económico
a través de políticas racionales, buen gobierno y
el estado de derecho. El cumplimiento de esta responsabilidad permite
el uso efectivo de recursos internos e internacionales para el desarrollo,
el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
En este contexto, reafirmamos el imperativo de la comunidad internacional
de apoyar los esfuerzos nacionales de desarrollo. De acuerdo con
las recomendaciones del Consenso de Monterrey, buscaremos articular
esfuerzos internacionales con miras a la movilización de
recursos para el desarrollo económico sostenible y el combate
a la pobreza y el hambre en todos los países del Hemisferio.
En particular, continuaremos nuestros esfuerzos con miras a la identificación
de fuentes de financiamiento seguras que atiendan las necesidades
de los países en desarrollo y la apertura de mercados para
sus productos.
Continuaremos implementando políticas públicas que
estimulen mayor ahorro interno, respondan a la necesidad de crear
empleos productivos y contribuyan a una mayor inclusión social.
Destacamos la importancia de la participación del sector
privado en el logro de nuestros objetivos. Reconocemos que las micro,
pequeñas y medianas empresas constituyen un componente fundamental
para el crecimiento económico, la creación de empleos
y la reducción de la pobreza en nuestros países. Apoyaremos
a las micro, pequeñas y medianas empresas a través
de políticas y programas que faciliten su consolidación
y formalización, permitan su efectivo acceso a los mercados
y a las licitaciones del sector público, y entre otros, promuevan
la formación de recursos humanos y faciliten el acceso al
crédito, a los servicios de desarrollo empresarial y a nuevas
tecnologías, a fin de reducir los costos administrativos.
Asimismo, promoveremos la intensificación de la cooperación
internacional para fomentar la transferencia de mejores prácticas
orientadas al desarrollo de las micro, pequeñas y medianas
empresas.
Tomaremos las medidas legales, normativas e institucionales necesarias
y posibles, antes de la próxima Cumbre de las Américas
a celebrarse en 2005, con el objeto de simplificar los procedimientos
y reducir significativamente el tiempo y el costo del establecimiento
de las empresas en cada país de la región.
Apoyamos el trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo a fin
de que, a través de sus mecanismos y programas para el desarrollo
del sector privado, triplique para el año 2007 sus préstamos
mediante el sistema bancario a las micro, pequeñas y medianas
empresas, tratando de beneficiar a todos los países que participan
en el proceso de Cumbres de las Américas.
Reconocemos el relevante papel que desempeña el comercio
en la promoción del crecimiento y el desarrollo económico
sostenidos. Reafirmamos nuestro compromiso de avanzar en la Agenda
de Doha para beneficiar a todas nuestras economías, especialmente
las economías en desarrollo, promoviendo, entre otras medidas,
mejor acceso a los mercados, eliminando los subsidios a la exportación
y reduciendo sustancialmente las ayudas internas que distorsionan
el comercio.
Reconocemos que la liberalización del comercio de productos
agrícolas constituye, entre otros, un elemento esencial para
el desarrollo de la agricultura en los países del Hemisferio.
Por lo tanto, reafirmamos nuestro compromiso con las negociaciones
comerciales para promover un efectivo acceso a los mercados.
Acogemos los avances logrados hasta la fecha para el establecimiento
de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y tomamos
nota con satisfacción de los resultados equilibrados de la
VIII Reunión Ministerial del ALCA realizada en Miami en noviembre
de 2003. Apoyamos el acuerdo de los ministros sobre la estructura
y el calendario adoptado para la conclusión de las negociaciones
para el ALCA en los plazos previstos, que fomentará, con
la mayor eficacia, el crecimiento económico, la reducción
de la pobreza, el desarrollo y la integración, a través
de la liberalización del comercio, contribuyendo al logro
de los amplios objetivos de la Cumbre.
Continuaremos trabajando en la reforma de la arquitectura financiera
internacional con los objetivos de, inter alia, contribuir a la
prevención y rápida solución de las crisis
financieras, que perjudican particularmente a los países
en desarrollo de la región, reforzar el financiamiento para
el desarrollo, combatir la pobreza y fortalecer la gobernabilidad
democrática. Apoyamos los esfuerzos de los países
prestatarios para trabajar con el sector privado con el fin de explorar
nuevos enfoques para reducir la carga del servicio de la deuda durante
períodos de desaceleración económica. Reconocemos
el liderazgo de países de la región al incluir cláusulas
de acción colectiva en sus emisiones internacionales de bonos.
Hacemos un llamado a las instituciones financieras internacionales
y regionales a que fortalezcan la coordinación de sus actividades
a fin de que respondan de manera más efectiva a las necesidades
de desarrollo de largo plazo de los países de la región
para alcanzar resultados medibles en sus esfuerzos de erradicación
de la pobreza, a través del uso más efectivo de todas
las fuentes de financiamiento disponibles para el desarrollo.
Manifestamos que el crecimiento económico sostenible es
el factor más importante para la administración y
el pago del servicio de la deuda pública.
Reconocemos que las políticas macroeconómicas racionales
y una prudente administración fiscal son también centrales
para alcanzar la sustentabilidad fiscal a largo plazo.
Consideramos también pertinente tomar en cuenta, cuando
corresponda, las previsiones sobre alivio de la deuda externa señaladas
en el párrafo 48 del Consenso de Monterrey.
Asimismo, reconocemos la responsabilidad de cada país respecto
de su propio desarrollo económico, pero también que
existe un vínculo de interdependencia entre las economías
nacionales y el sistema económico mundial.
En el contexto de la Iniciativa Reforzada para la reducción
de la deuda de los Países Pobres Muy Endeudados, hacemos
un llamado a todos los acreedores a participar en el alivio de la
deuda en beneficio de los países elegibles del Hemisferio,
en apoyo a las reformas económicas y la reducción
de la pobreza.
Reconocemos que la seguridad jurídica sobre los derechos
de propiedad es uno de los elementos fundamentales para el crecimiento
económico, toda vez que la verificación del título
de la propiedad ayuda a las personas a obtener préstamos
e iniciar negocios.
Por lo tanto, nos comprometemos, en los casos que sea necesario
y apropiado, a fortalecer los derechos de propiedad y ampliar el
uso de la misma como garantía, asegurando la aplicación
de normas eficaces, transparentes, integrales y equitativas que
rijan los contratos de propiedad, así como a mejorar o impulsar
las medidas relativas a la transferencia de la propiedad, los registros
de propiedad, el establecimiento de la propiedad como forma de garantía
y los derechos y obligaciones de deudores y acreedores.
En lo que se refiere a estas medidas, nos comprometemos a emprender
acciones concretas antes de la próxima Cumbre de las Américas,
a celebrarse en la Argentina en 2005, e informar en esa oportunidad
sobre los progresos alcanzados. Nos empeñaremos en asegurar
que los derechos de propiedad beneficien a todas las personas sin
discriminación.
Reconocemos que el envío de remesas es una fuente importante
de capital en muchos países del Hemisferio. Nos comprometemos
a tomar acciones concretas para promover el establecimiento, lo
antes posible, de las condiciones necesarias con miras a alcanzar
la meta de una reducción de por lo menos la mitad del costo
promedio regional de estas transferencias, de ser posible a más
tardar en el 2008 e informar de los progresos alcanzados a la próxima
Cumbre de las Américas en Argentina en 2005. Adoptaremos,
según sea necesario y apropiado, medidas tales como la promoción
de la competencia entre los prestadores de estos servicios, la eliminación
de obstáculos normativos y otras medidas restrictivas que
afectan el costo de estas transferencias, así como el uso
de nuevas tecnologías, manteniendo normas de supervisión
financiera efectivas.
Promoveremos la protección de los consumidores, la competencia
leal y el perfeccionamiento del funcionamiento de los mercados,
a través de marcos regulatorios claros, efectivos y transparentes.
Desarrollo social
Reconocemos que la superación de la pobreza, el hambre y
la desigualdad social son grandes retos que enfrentan muchos países
del Hemisferio en el siglo XXI. Estamos convencidos de que las políticas
económicas y sociales coordinadas e integradas son un requisito
para el éxito en el combate a la desigualdad de oportunidades
y la marginación, y que tales políticas son pilares
fundamentales para edificar una sociedad más justa. Enfatizamos
que el trabajo, el empleo y el ingreso son esenciales para una política
social incluyente.
Reiteramos que el empoderamiento de la mujer, su plena e igualitaria
participación en el desarrollo de nuestras sociedades y su
igualdad de oportunidades para ejercer liderazgo son fundamentales
para la reducción de la pobreza, la promoción de la
prosperidad económica y social y el desarrollo sostenible
centrado en el ser humano. Reafirmamos nuestro compromiso de continuar
promoviendo la igualdad y equidad de género y los mandatos
de las Cumbres de las Américas en esta materia.
Reconocemos la urgencia de que se fortalezcan en la Organización
de los Estados Americanos los mecanismos de lucha contra la pobreza,
tales como el Consejo Interamericano para el Desarrollo Integral,
la Comisión Interamericana de Desarrollo Social y el Programa
Interamericano de Combate a la Pobreza y la Discriminación.
Reconocemos, asimismo, la importancia de la promoción y observancia
de los derechos económicos, sociales y culturales. Urgimos
a la Organización de los Estados Americanos a considerar
cuidadosamente las recomendaciones aprobadas durante la Reunión
de Alto Nivel sobre Pobreza, Equidad e Inclusión Social,
celebrada en Isla de Margarita, Venezuela, para fortalecer la agenda
social hemisférica.
Impulsaremos políticas que fortalezcan los sistemas de seguridad
social en nuestros países. Asimismo, instrumentaremos, en
la medida de nuestras capacidades y posibilidades financieras, redes
de protección social u otras modalidades apropiadas para
atender a los sectores más vulnerables de nuestras sociedades.
Alentamos a los países del Hemisferio que aún no hayan
establecido estas redes a explorar la posibilidad de hacerlo en
el más corto plazo que les sea posible.
Reconocemos los esfuerzos realizados por países del Hemisferio
para atender los problemas sociales suscitados por situaciones de
desocupación, tales como la adopción de sistemas de
seguro de desempleo o programas de ingreso de subsistencia.
Reafirmamos que la diversidad de culturas que caracteriza a nuestro
Hemisferio enriquece enormemente a nuestras sociedades y que el
respeto y la valoración de nuestra diversidad cultural propician
el desarrollo cultural y la cohesión social en nuestros países.
Con relación a los derechos de los pueblos indígenas,
reconocemos el avance sustantivo alcanzado en las negociaciones
llevadas a cabo en el marco de la Organización de los Estados
Americanos en torno a la Declaración Americana sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, con la participación
efectiva de representantes de estos pueblos. Reiteramos nuestra
voluntad política y apoyo para la conclusión exitosa
de las negociaciones y pronta aprobación de la Declaración,
la cual tiene como objetivo promover y proteger sus derechos humanos
y libertades fundamentales.
Destacamos la importancia de la cooperación entre países
de origen, tránsito y destino para asegurar la plena protección
de los derechos humanos de todos los migrantes, incluidos los trabajadores
migratorios y sus familias, y la observancia de las leyes laborales
aplicables a ellos, de conformidad con los compromisos asumidos
en las Cumbres de Santiago y de la Ciudad de Québec. Apoyamos
la adopción de programas de migración ordenada como
factor de desarrollo económico y social, y cooperaremos en
el combate a la trata de personas, que afecta especialmente a mujeres
y niños.
Estamos comprometidos con los principios del trabajo decente establecidos
por la Organización Internacional del Trabajo y promoveremos
la aplicación de la Declaración relativa a los Principios
y Derechos Fundamentales en el Trabajo, con el convencimiento de
que el respeto de los derechos y la dignidad de los trabajadores
es un elemento esencial para alcanzar la reducción de la
pobreza y el desarrollo social y económico sostenible de
nuestros pueblos. Adicionalmente, acordamos tomar medidas para combatir
las peores formas de trabajo infantil. Reconocemos y apoyamos la
importante labor de la Conferencia Interamericana de Ministros de
Trabajo para alcanzar estos objetivos vitales.
La educación es factor decisivo para el desarrollo humano,
al incidir en la vida política, social, cultural, económica
y democrática de nuestras sociedades. El incremento de las
tasas de analfabetismo en muchos países de nuestro Hemisferio
es un asunto que requiere nuestra acción inmediata. Nos comprometemos
a continuar promoviendo el acceso a la educación básica
de calidad para todos, basada en los principios de participación,
equidad, pertinencia y eficacia, que genere las capacidades y habilidades
necesarias para impulsar el proceso de desarrollo de nuestros pueblos
sin discriminación ni exclusión alguna y así
responder a los retos del siglo XXI.
Nos comprometemos a incrementar el acceso y la divulgación
de información sobre nuestros sistemas educativos, con el
objeto de mejorar su desempeño. En este sentido, reiteramos
nuestro compromiso de continuar la implementación del Proyecto
Regional de Indicadores Educativos, refrendado en la Tercera Reunión
Interamericana de Ministros de Educación, celebrada en la
Ciudad de México. En especial, aquellos países que
no lo hayan hecho elaborarán y divulgarán públicamente,
antes de la próxima Cumbre, un informe con base en las metas
de educación establecidas en el Plan de Acción de
la Segunda Cumbre de las Américas, a fin de fomentar su uso
como una herramienta en la toma de decisiones para evaluar y mejorar
los resultados.
Coincidimos en que la investigación y el desarrollo científico
y tecnológico juegan un papel importante en la creación
y el sostenimiento de economías productivas. Seguiremos formulando
políticas y lineamientos que apoyen las asociaciones de investigación
públicas y privadas y promuevan su interacción con
los sectores productivos, teniendo en cuenta los requerimientos
y objetivos de nuestros países. Continuaremos incrementando
las inversiones en el área de ciencia y tecnología,
con la participación del sector privado y el apoyo de los
organismos multilaterales. En este sentido, nos empeñaremos
en ampliar el acceso efectivo y equitativo a las tecnologías
y su transferencia. Asimismo, intensificaremos nuestros esfuerzos
para incentivar a nuestras universidades e instituciones superiores
de ciencia y tecnología a multiplicar y potenciar sus vínculos
y a profundizar la investigación básica y aplicada.
En relación con todas estas iniciativas, nos comprometemos
a la protección de la propiedad intelectual, de conformidad
tanto con las leyes nacionales como con los convenios internacionales.
Estamos conscientes de que la revolución informática
aporta nuevas oportunidades para aumentar el acceso al conocimiento
para el desarrollo y para ampliar la participación equitativa
en el desarrollo sostenible de nuestras sociedades, particularmente
en las áreas rurales, remotas y marginales. En un esfuerzo
por reducir la brecha digital, tanto dentro de nuestros países
como entre ellos, nos comprometemos con la Declaración de
Principios de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información
y la instrumentación continuada de la Agenda de Conectividad
para las Américas y el Plan de Acción de Quito. Por
ello, reafirmamos nuestro compromiso de construir una sociedad de
la información enfocada en el ser humano, incluyente y orientada
al desarrollo, que esté inspirada en los objetivos de inclusión
social, reducción de la pobreza y el progreso en el marco
de un desarrollo económico social equilibrado.
Nos abocaremos, en el marco de nuestras legislaciones y competencias
nacionales, a incentivar el acceso a precios razonables a las tecnologías
de la información y la comunicación para todos, y
alentaremos la plena y activa participación de la sociedad
civil, incluido el sector privado, para alcanzar esta meta.
Destacamos que uno de los pilares del desarrollo humano y el progreso
de las naciones es la protección social en materia de salud,
por lo que continuaremos ampliando las estrategias de prevención,
atención y promoción, así como la inversión
en este ámbito, a efecto de proveer servicios de calidad
para todos y mejorar dentro de lo posible la protección social
a todas las personas, con particular énfasis en los grupos
más vulnerables.
Estamos particularmente preocupados por el impacto del VIH/SIDA
en nuestras respectivas sociedades, su proliferación y la
amenaza que ésta representa para la seguridad de nuestros
pueblos. Reconocemos que para combatir la pandemia del VIH/SIDA
es necesario realizar mayores esfuerzos de prevención, atención
y tratamiento en el Hemisferio. Nuestro liderazgo político
es esencial para hacer frente al estigma, la discriminación
y el temor que disuaden a las personas de someterse a la prueba
y acceder al tratamiento y atención. Reconocemos que, para
hacer frente a los desafíos causados por la pandemia del
VIH/SIDA, se requiere continuar aumentando los esfuerzos de cooperación
a nivel mundial.
De acuerdo con las resoluciones relevantes de las Naciones Unidas
y de sus organismos especializados, las decisiones pertinentes de
la Organización Mundial del Comercio y la Iniciativa "tres
millones para 2005" de la Organización Mundial de la
Salud, nos comprometemos a facilitar tratamiento accesible del VIH/SIDA
con el objetivo de proveer tratamiento antirretroviral a todos los
que lo necesiten, lo más pronto posible y al menos a 600.000
individuos para el año 2005. Asimismo, solicitamos al Fondo
Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo
identificar criterios que permitan a los países de América
Latina y el Caribe tener un mayor acceso a sus recursos.
De la misma forma, estamos preocupados por las enfermedades emergentes
y reemergentes, tales como malaria, dengue, fiebre amarilla, tuberculosis,
lepra, mal de Chagas y otras, considerando el actual contexto económico,
social y de saneamiento ambiental, el impacto de los recurrentes
desastres naturales y los problemas de salud asociados con el crecimiento
no planificado en áreas densamente pobladas.
Por ello, nos comprometemos a reforzar los programas de promoción,
prevención, control y tratamiento, continuar desarrollando
y fortaleciendo estrategias de cooperación técnica
entre países de la región y profundizar la cooperación
técnica con la Organización Panamericana de la Salud,
el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos interamericanos,
así como con otros actores clave, con el propósito
de implementar acciones integrales de salud pública para
el control y la eliminación de estas enfermedades.
Nos comprometemos a mantener un esfuerzo sostenido para mejorar
las condiciones de vida de las poblaciones rurales, al promover
las inversiones y crear un entorno favorable para el mejoramiento
sostenible de la agricultura, a fin de que contribuya al desarrollo
social, la prosperidad rural y la seguridad alimentaria. En este
contexto, apoyamos la aplicación del Plan de Acción
"AGRO 2003-2015" para la Agricultura y la Vida Rural de
las Américas, adoptado por la Segunda Reunión Ministerial
de Agricultura y Vida Rural, llevada a cabo en la Ciudad de Panamá
en noviembre de 2003, y esperamos que el Foro Mundial de Biotecnología,
que se llevará a cabo en Chile en marzo de 2004, contribuya
a combatir el hambre en la región.
Asumimos el compromiso de incrementar la cooperación y fortalecer
las instituciones responsables de coordinar e implementar las acciones
orientadas a disminuir el impacto de los desastres naturales en
las personas y su efecto en los planes nacionales de desarrollo,
con énfasis en las áreas de prevención, mitigación,
atención de emergencias y gestión del riesgo en sus
diferentes niveles.
Creemos que asegurar la salud ambiental de nuestras poblaciones
es una inversión para el bienestar y la prosperidad de largo
plazo. Nos sentimos estimulados por la nueva alianza de los Ministros
de Salud y Medio Ambiente de las Américas y les encomendamos
desarrollar una agenda de cooperación para prevenir y minimizar
los impactos negativos al medio ambiente y a la salud humana.
Gobernabilidad democrática
Expresamos nuestro apoyo a la Declaración de Santiago sobre
Democracia y Confianza Ciudadana para definir una agenda de gobernabilidad
para el Hemisferio que nos permita enfrentar los desafíos
políticos, económicos y sociales, para fomentar la
credibilidad y la confianza ciudadana en las instituciones democráticas.
Reiteramos nuestro compromiso con la plena aplicación de
la Carta Democrática Interamericana, que constituye un elemento
de identidad regional cuya proyección internacional es un
aporte de nuestro Hemisferio a la comunidad de naciones. Reafirmamos
nuestra decisión de coordinar acciones inmediatas cuando
la democracia corra peligro en cualquiera de nuestros países.
Asimismo, continuaremos nuestros esfuerzos para fortalecer los mecanismos
de defensa de la democracia y para desarrollar y promover una cultura
y una educación para la democracia.
Reconocemos la participación de muchos países del
Hemisferio en la Comunidad de las Democracias y hacemos un llamado
para que la Tercera Conferencia Ministerial continúe apoyando
el fortalecimiento de las instituciones democráticas, en
especial de los partidos políticos.
El fortalecimiento y respeto del estado de derecho, la defensa
de los derechos humanos y las libertades fundamentales, el progreso
económico, el bienestar y la justicia social, la transparencia
y la rendición de cuentas en los asuntos públicos,
la promoción de diversas formas de participación ciudadana
y la generación de oportunidades para todos son fundamentales
para promover y consolidar la democracia representativa.
La gobernabilidad democrática se fortalece a través
del diálogo entre todos los sectores de la sociedad. Continuaremos
impulsando una cultura democrática y de desarrollo basada
en el pluralismo y la aceptación de la diversidad social
y cultural.
Reconocemos que la corrupción y la impunidad debilitan las
instituciones públicas y privadas, erosionan la moral de
los pueblos, atentan contra el estado de derecho y distorsionan
las economías y la asignación de recursos para el
desarrollo. Por ello, nos comprometemos a intensificar nuestros
esfuerzos para combatir la corrupción y otras prácticas
no éticas en los sectores público y/o privado, fortaleciendo
una cultura de transparencia y una gestión pública
más eficiente.
Manifestamos nuestra preocupación por prácticas corruptas,
ilegales y fraudulentas en la administración de algunas empresas
nacionales y transnacionales, que podrían afectar negativamente
las economías, en particular en las de los países
en desarrollo, sus productores y consumidores.
La Carta Democrática Interamericana señala que los
pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos
la obligación de promoverla y defenderla y establece que
son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia, la
transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad y
la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública.
Por ello, incrementaremos nuestra cooperación en el marco
de la Convención Interamericana contra la Corrupción,
particularmente a través del fortalecimiento del Mecanismo
de Seguimiento de este instrumento. Encomendamos a la próxima
reunión de la Conferencia de los Estados Partes del Mecanismo
de Seguimiento de la Convención que proponga medidas concretas
para fortalecer ese mecanismo. Estas recomendaciones se evaluarán
en una reunión de los Estados Partes de la Convención
a realizarse en Managua, Nicaragua, a mediados de 2004. Asimismo,
en esa reunión se considerarán medidas concretas adicionales
para aumentar la transparencia y combatir la corrupción.
Instruimos a nuestros Ministros de Relaciones Exteriores que nos
informen en la Cuarta Cumbre de las Américas sobre los progresos
realizados.
Acordamos hacer consultas en el caso de que la adhesión
a nuestros objetivos compartidos de transparencia y anticorrupción,
de conformidad con la Convención Interamericana contra la
Corrupción, se vea seriamente comprometida en cualquiera
de nuestros países. Nos comprometemos a impulsar la transparencia
en los procesos políticos, en la administración de
las finanzas públicas, en las transacciones gubernamentales
y en los procedimientos de licitaciones y contratos de acuerdo con
la legislación interna para, entre otras cosas, prevenir
los abusos y mantener la confianza pública.
En el marco de nuestra legislación nacional y normas internacionales
aplicables, nos comprometemos a negar acogida a funcionarios corruptos,
a quienes los corrompen y a sus bienes, y a cooperar en su extradición,
así como en la recuperación y la restitución
de los activos producto de la corrupción a sus legítimos
propietarios. Asimismo, nos comprometemos a perfeccionar los mecanismos
regionales de asistencia jurídica mutua en materia penal
y su implementación. La Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción es un valioso instrumento para
enfrentar este flagelo, por lo que nos comprometemos a considerar
su firma y promover su ratificación. También nos comprometemos
a incrementar la transparencia de las organizaciones internacionales
de las cuales somos miembros a través del fortalecimiento
de sus mecanismos de rendición de cuentas.
Reconocemos que el pluralismo político y partidos políticos
sólidos son elementos esenciales de la democracia. Destacamos
la importancia de normas que aseguren la transparencia de sus finanzas,
eviten la corrupción y el riesgo de influencias indebidas
y alienten un alto nivel de participación electoral. Por
ello, promoveremos las condiciones que permitan a los partidos políticos
desarrollarse con autonomía de los gobiernos. Alentaremos
la formación política y preparación de líderes,
incluyendo mujeres, jóvenes, indígenas, miembros de
grupos étnicos y poblaciones marginadas. Destacamos la importante
labor del Foro Interamericano sobre Partidos Políticos para
facilitar que los partidos compartan mejores prácticas y
se fortalezcan, así como para promover reformas de los sistemas
de partidos políticos.
Coincidimos en que, a través de la participación
ciudadana, la sociedad civil debe contribuir en el diseño,
ejecución y evaluación de las políticas públicas
impulsadas por los distintos órdenes o niveles de gobierno.
Reconocemos el papel de la sociedad civil y su contribución
a la buena gestión pública y reafirmamos la importancia
de continuar consolidando nuevas asociaciones que permitan la vinculación
constructiva entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales,
organismos internacionales y distintos sectores de la sociedad civil
para que trabajen a favor del desarrollo y la democracia.
Alentaremos la participación de la sociedad civil en el
proceso de Cumbres de las Américas, para lo cual nos proponemos
institucionalizar los encuentros con la sociedad civil, el sector
académico y el privado.
Impulsaremos la modernización del Estado como elemento importante
para el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática
y el buen gobierno, conjugando eficacia y eficiencia con mejor acceso
a los servicios, transparencia y responsabilidad en la gestión,
así como la consolidación y profesionalización
de la administración pública. Nos comprometemos a
estimular el uso de nuevas tecnologías de información
y comunicación en los procesos de gestión pública
y adoptar estrategias que permitan el desarrollo del gobierno electrónico.
El acceso a la información en poder del Estado, con el debido
respeto a las normas constitucionales y legales, incluidas las de
privacidad y confidencialidad, es condición indispensable
para la participación ciudadana y promueve el respeto efectivo
de los derechos humanos. Nos comprometemos a contar con los marcos
jurídicos y normativos, así como con las estructuras
y condiciones necesarias para garantizar a nuestros ciudadanos el
derecho al acceso a la información.
Tomamos nota con satisfacción de que los gobiernos del Hemisferio
están ejecutando el Consenso de Monterrey, al explorar formas
innovadoras para movilizar financiamiento para la inversión
privada y pública y reforzar el manejo de la deuda, considerando
instrumentos financieros como los bonos indexados al crecimiento
y otros, para promover la estabilidad macroeconómica y reducir
la vulnerabilidad financiera. La aplicación de estas medidas
estaría orientada a acelerar el crecimiento económico,
reducir la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática.
Tomamos nota, asimismo, de los esfuerzos de los gobiernos de la
región para promover la discusión en esta área.
Destacamos el papel de las actuales agencias multilaterales al
proveer asistencia humanitaria. Asimismo, tomamos nota de las discusiones
e iniciativas encaminadas a mejorar la efectividad en la provisión
de asistencia humanitaria y erradicación de la pobreza, tales
como la propuesta de crear un Fondo Humanitario Internacional, de
carácter voluntario.
La justicia social y la reducción de la pobreza contribuyen
a la estabilidad, la democracia y la seguridad de nuestros Estados
y de la región. Reiteramos que entre las principales causas
de inestabilidad en la región se encuentran la pobreza, la
desigualdad y la exclusión social, que debemos enfrentar
en forma integral y urgente.
Los avances en el desarrollo económico y social y el logro
de mayores niveles de equidad a través del buen gobierno
contribuirán a que se avance en la estabilidad en el Hemisferio
y se profundice la dimensión humana de la seguridad.
Reiteramos nuestro compromiso con los objetivos y propósitos
contenidos en la Declaración sobre Seguridad en las Américas,
aprobada en la Conferencia Especial sobre Seguridad realizada en
la Ciudad de México en octubre de 2003, que se basa, entre
otros, en el concepto multidimensional de la seguridad, así
como en el principio de que el fundamento y el propósito
de la seguridad es la protección de los seres humanos.
Esta es nuestra primera reunión desde los trágicos
eventos del 11 de septiembre de 2001. Reiteramos que el terrorismo,
así como la proliferación de armas de destrucción
masiva, constituyen graves amenazas a la seguridad internacional,
a las instituciones, a los valores democráticos de los Estados
y al bienestar de nuestros pueblos. Resolvemos intensificar nuestros
esfuerzos y fortalecer nuestra cooperación para enfrentar
estas amenazas.
Tomaremos todas las medidas necesarias para prevenir y combatir
el terrorismo y su financiación, en cumplimiento pleno de
nuestros compromisos en el marco del derecho internacional, incluidos
el derecho internacional de los derechos humanos, el derecho internacional
de los refugiados y el derecho internacional humanitario. De igual
manera, nos comprometemos a luchar contra todas las formas de delincuencia
transnacional, incluido el tráfico ilícito de drogas,
armas y personas, particularmente cuando generan fondos utilizados
en apoyo a las organizaciones terroristas. También nos comprometemos
a adherirnos a las normas mundiales contra el lavado de activos
y la financiación del terrorismo.
Hacemos un llamado a aquellos países que aún no lo
hayan hecho a ratificar la Convención Interamericana contra
el Terrorismo, las doce convenciones y protocolos de las Naciones
Unidas contra el terrorismo, así como otros instrumentos
relacionados. Instamos a todos los países a considerar con
urgencia la firma y ratificación de la Convención
Interamericana sobre Asistencia Mutua en Materia Penal y a participar
activamente en la Red de asistencia jurídica mutua en materia
penal.
Encomendamos a la Organización de los Estados Americanos,
el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Panamericana
de la Salud, la Comisión Económica de las Naciones
Unidas para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial,
el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura,
la Corporación Andina de Fomento, el Banco Centroamericano
de Integración Económica y el Banco de Desarrollo
del Caribe que fortalezcan su coordinación y continúen
profundizando su apoyo, a través de sus respectivas actividades
y programas, comprometiendo los recursos apropiados para implementar
y hacer seguimiento de los Planes de Acción de las Cumbres
de las Américas, así como de esta Declaración,
y que presten su asistencia en los preparativos de la Cuarta Cumbre
de las Américas a celebrarse en 2005.
Agradecemos a la Organización de los Estados Americanos
y a su Secretaría General, en particular a la Secretaría
del Proceso de Cumbres de las Américas y al Grupo de Trabajo
Conjunto de Cumbres, su labor en el seguimiento de las mismas y
en los trabajos preparatorios de esta Cumbre Extraordinaria.
Expresamos nuestro agradecimiento al pueblo y al Gobierno de México
por haber hospedado esta Cumbre Extraordinaria de las Américas
y al Gobierno de la Argentina por refrendar la invitación
para celebrar en ese país la Cuarta Cumbre de las Américas
en 2005.
Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas,
acordamos que el presente documento sea conocido como la "Declaración
de Nuevo León" y lo aprobamos a los trece días
del mes de enero del año dos mil cuatro.
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