FORO ACDE 2003 CON EL EQUIPO ECONÓMICO DE
GOBIERNO
"La recuperación
económica
y las proyecciones para 2004"
Texto completo de la exposición del Ministro de Economía
y Finanzas, Isaac Alfie.
Vea
la presentación en PowerPoint que acompañó
la exposición
ISAAC ALFIE:
Es para mí un privilegio estar hoy aquí, con gran
satisfacción realmente por los resultados que se viene obteniendo
después de todo lo que se pasó y se sufrió
el año pasado, lo que podemos catalogar para Uruguay como
algo así como el diluvio universal. Hoy podemos estar aquí
aún con las heridas de guerra, pero con la frente alta para
mostrar las realidades y las buenas perspectivas que el país
tiene.
Naturalmente que existen ciertas correlaciones básicas:
hoy todo el equipo económico es de Peñarol. (Aplausos.)
(A Batlle:) ¡Perdone, presidente! El presidente Julio (de
Brun) dice que es de River, pero es rayado y yo recuerdo cuando
los mandaban a Morena, a Tete Barboza y a todos aquellos jugadores...
(Se ríe.) Y bueno, hay estadísticas que marcan determinada
cosa; todos recordamos el último quinquenio y qué
pasó con la economía. Esperemos que las cosas sigan
igual.
Después de esta introducción estadística rigurosa
vamos a pasar ahora a cosas un poco más aleatorias. También
debería decir que en el año 60 no éramos ni
nacidos, ni Julio ni yo... (Risas.) Así que... (se ríe)
discúlpenme... Me cortaron, vamos a tener una dificultad...
(Se ríe.)
Hablando en serio: hace apenas 15 meses, no más que eso,
con Ariel (Davrieux), con Carlos Sténeri, con Humberto Della
Mea que sigue trabajando y por eso no está hoy aquí,
con el embajador (Hugo) Fernández Faingold, en Washington,
con Julio y (Alejandro) Atchugarry aquí en Montevideo, estábamos
en un viaje de dos días que se transformó en un viaje
de dos semanas peleando, sufriendo y tratando de diseñar
una salida por recursos que nos posibilitaran una esperanza. Lo
único que tratábamos de buscar era recursos para tener
una chance. Recuerdo que nos acostábamos a las tres de la
mañana y nos levantábamos a las seis; por supuesto,
llamábamos a Montevideo a esas horas y estaban aquí
al pie del cañón, tanto el ministro de Economía
como el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU).
Ninguno hubiera imaginado que en tan poco tiempo se puede cambiar
tanto. Y aunque debemos reconocer que somos rápidos para
el olvido, yo particularmente no me voy a olvidar nunca, y creo
que todos los que estuvimos allí no nos vamos a olvidar nunca
-por supuesto, tampoco el presidente de la República ni los
legisladores que nos acompañaban en ese momento- que estaban
sufriendo quizás más que los que estábamos
directamente segregando adrenalina.
Pero teníamos una ventaja: que teníamos la convicción
de lo que estábamos haciendo, teníamos la convicción
de por qué lo estábamos haciendo y la convicción
de que el plan de salida que se estaba diseñando era el correcto.
La misma convicción que ahora tenemos para seguir adelante,
la misma convicción con la cual se encararon todas las reformas
que enumeró el contador Davrieux y que a pesar de que se
diga que se va lento -que es verdad-, se ha hecho muchísima
cosa. Hemos liberalizado prácticamente todo el sector de
transporte. Liberalizado en el sentido amplio. Está concedida
toda la infraestructura básica de transporte al sector privado,
lo que es absolutamente importante e imprescindible para Uruguay,
para aprovechar su mayor ventaja competitiva.
La reforma de los bancos públicos no es un tema menor. El
contador Davrieux dijo cuál es el costo del llamado Banco
Hipotecario del Uruguay (BHU). También empezamos a llamar
a las cosas por su nombre, por lo tanto ése es un inmenso
avance que se ha hecho en la sociedad. Creo que el esfuerzo valió
la pena, valió la pena por nuestros hijos y valió
la pena por el país. Todo empezó con una ley aprobada
por la coalición de gobierno en agosto del año 2002.
Una ley que salió en un fin de semana, que fue la Ley de
Reforma del Sistema Financiero, la ley madre, la llamada ley de
bancos, que fue apoyada, como dije, unánimemente por el Partido
Colorado (PC) y el Partido Nacional (PN), con los votos en algunos
casos también del Partido Independiente (PI).
Quizás ahora haga una pequeña introducción
de algo que he venido repitiendo y creo fundamental: cuáles
fueron las características de la salida de la crisis, el
marco en el sentido amplio en el que se empezó a trabajar.
La primera característica: el respeto integral por los derechos
de propiedad de la gente. De más está decir que es
una de las bases para asentar la confianza, para asentar la inversión
y el consumo en el mediano y largo plazo.
El respeto por las leyes del juego, las legales; nada se alteró,
y mucho menos de manera retroactiva. El respeto por las monedas
en las cuales los particulares habían realizado los contratos.
No se desdolarizó por un acto administrativo, sino que se
comenzó un proceso largo de desdolarización vía
decisiones individuales y de mercado. Largo pero seguro; los saltos
administrativos son muy efectivos en el papel y poco efectivos en
la realidad; sobre todo cuando van contra la naturaleza.
Tampoco se cambió las reglas de juego tributarias. Era bastante
sencillo con un dólar que se había duplicado en poco
tiempo y con salarios que no se habían movido, decir: bueno,
tenemos una base imponible fácil, que son los impuestos a
las exportaciones. Caer en esa tentación era muy fácil.
No se optó por ese camino.
Se respetó la independencia del BCU. Esto que parece una
cosa de libro, teórica, dio como resultado algo que recién
el presidente del BCU mostró: en realidad no tuvimos inflación,
tuvimos un cambio de precios relativos que se reflejó en
un salto en el Indice de Precios al Consumo (IPC) y luego la variación
de los precios vuelve a lo que era previamente.
¿Por qué esta regla fue importantísima? La
ley del año 1996, que marcó prácticamente la
imposibilidad del BCU de financiar al gobierno, de darle crédito
al gobierno contra la emisión pura, lisa y llana, también
hubiera sido fácil ceder a la tentación de alterar
la ley, pedirle el crédito al BCU, o sea que el BCU emitiera
para financiar al gobierno, y entonces entrar en una espiral de
inflación. Todos sabemos la incertidumbre que esto genera
y los problemas que esto genera luego para la recuperación
económica. Rescato también este factor institucional
fundamental para la estabilidad macroeconómica del país.
Ése fue el marco.
¿Cuáles fueron los instrumentos? Un manejo fiscal
ortodoxo, como recién lo decía el contador Davrieux
y ahora lo vamos a mostrar; un manejo fiscal prudente de reducción
de los gastos. Nosotros sabemos... Mejor dicho, los economistas
en general saben que, para medir efectivamente el tipo de cambio
real y la competitividad de la economía, hay que medir el
gasto público en dólares, porque el comercio y en
general el comercio externo se miden en esa moneda. Entonces, cuanto
menos gasto público en dólares haya, menor es la exacción
de recursos de la sociedad que tiene que hacer el Estado sobre el
valor de lo que se produce y se exporta.
Evidentemente, también un manejo monetario ortodoxo, con
licitaciones de letras de Tesorería o de letras de regulación
monetaria para evitar que los precios se desbanden o que la expansión
monetaria que hubo que dar por la salida de la crisis bancaria,
para pagar los depósitos en pesos, fuera de alguna manera
contrarrestada y esterilizada, evitando así la suba en los
niveles de precios.
Todos sabemos que las finanzas de las empresas públicas
en Uruguay son parte importante del déficit, o del resultado.
A nadie le gusta aumentar las tarifas públicas, pero si no
aumentábamos las tarifas públicas las empresas públicas
entraban en déficit y no podían seguir cumpliendo
sus planes de inversión. Por lo tanto, se reconoció
ese hecho en forma realista y se aumentó las tarifas públicas
para absorber los costos.
Todos sabemos, aparte, que si no hay inversión en los servicios
públicos eso indefectiblemente -y ni siquiera en el mediano
plazo, (sino) en el corto plazo-, degenera en pérdida de
competitividad del país.
Se dio la solución a la crisis bancaria, como ya se explicó,
y una solución a la deuda pública, mejor dicho a la
concentración de vencimientos de deuda pública entre
fines de 2002 y en especial en el año 2003, lo que nosotros
llamábamos el riesgo de refinanciación de corto plazo
de los vencimientos del Estado. Esto permitió una salida
propia, la construcción de una salida ordenada.
Veamos un poco el manejo fiscal. No me resisto a la comparación
de cómo se manejó esta crisis con respecto a 20 años
atrás. En ese gráfico mostramos el gasto total del
gobierno en términos reales normalizado con base 100 en 1999
y en 1979, y cómo el gasto en términos reales evolucionó
en uno y otro año. En especial, 1982 fue un año de
una crisis enorme, muy parecida a la del año 2002. El comportamiento
que había sido expansivo, ahora fue absolutamente contractivo.
Como bien decía Ariel, el gasto primario, o sea el gasto
consolidado total del sector público, incluyendo intendencias,
organismos paraestatales, gobierno central y organismos de seguridad
social, bajó del 31 a poco más del 25 por ciento del
PBI que, combinado con la caída del PBI, hace una reducción
-a mi gusto desconocida- de 33 por ciento aproximadamente, un tercio
del gasto en términos reales en apenas dos años, preservando
lo que bien explicó recién Ariel, los gastos sociales,
los gastos focalizados en los sectores vulnerables, preservando
la red de protección social tradicional del país.
Justamente, la devaluación con un gasto fiscal contractivo
es lo que surte los efectos que estamos viendo. Todos sabemos, en
teoría económica no hay dudas: una devaluación
expandiendo el gasto fiscal no tiene prácticamente ningún
efecto, porque el cambio de los precios relativos que da como resultado
la devaluación, si hay una mayor demanda interna a vía
del gasto público, deja de generar los excedentes necesarios
para la exportación, el llamado cambio de la estructura del
gasto no se da o por lo menos no tiene la fuerza que debería
tener. Eso pasó -acá tengo la comparación-
cuando se observan las exportaciones en la crisis anterior y ahora.
Todos sabemos que las exportaciones este año están
creciendo, todos sabemos que ya son más que las del año
2001, y cuando observamos la crisis de principios de los 80, hasta
1985 las exportaciones estaban bajando, aún con una devaluación
que fue en términos reales mucho mayor que la que tenemos
hoy. Están los datos que avalan el aserto.
La contrapartida de ese comportamiento de gasto fiscal es este
resultado primario. Aproximadamente, en números preliminares
a octubre estamos ya en un 2,6 por ciento del superávit primario
consolidado. 3 por ciento es la meta. Estamos en camino al pleno
cumplimiento de nuestros compromisos, como es tradicional en el
país.
Veamos algunos resultados, que creo que es lo más importante.
El Producto se empezó a recuperar ya en el primer trimestre
de este año; estamos previendo aproximadamente un crecimiento
del orden del 12 por ciento en el cuarto trimestre de este año
sobre el cuarto trimestre del año pasado. Este resultado,
dada la crisis que tuvimos, ¿es bueno o es malo? Si lo comparamos
con la crisis de principios de los 80 de Uruguay, evidentemente
es espectacular, porque demoramos casi hasta el año 1985
-segunda mitad de 1985- para empezar a crecer.
Pero vamos a compararlo con otros fenómenos, con otras crisis
mundiales, para ver cómo anduvimos en standards internacionales.
Vamos a empezar por lo que tanto leemos en los diarios y tanto a
veces alabamos -algunos-, que es nuestro vecino allende el Plata.
Comparemos cómo creció el Producto con base en el
último trimestre en que cayó con Argentina en el año
2002; esto es acumulado al sexto trimestre, o sea 18 meses después
del piso. Argentina tiene un crecimiento del 9 por ciento acumulado
en el Producto Bruto Interno. Uruguay ya tiene 9,8 seguro y va a
tener 12 -y no soy optimista en exceso, creo- cuando terminemos
el cuarto trimestre. Ustedes dirán que Argentina tuvo algunos
problemas, que las soluciones que se dieron no eran tan buenas.
Muy bien, veamos qué pasó con Brasil cuando tuvo la
profunda crisis de 1992. Más o menos, el crecimiento de Brasil
en la salida es parecido al de Argentina, naturalmente inferior
al nuestro.
Comparémonos con quienes en general se muestran mucho más
dinámicos y tienen economías donde el sector privado
es bastante más pujante. En 1988, Corea acumulaba 11 por
ciento en el cuarto trimestre, nosotros esperamos 12; en el tercer
trimestre después del pozo de la crisis, Corea 7; nosotros,
casi 10. Éste es el más cercano: Thailandia, como
verán, tiene un comportamiento parecido al de Argentina y
Brasil; y también podemos comparar con Singapur o con Taiwán
y todos los resultados son bien parecidos. ¿Qué quiere
decir? Desde mi punto de vista, algo tiene que haber habido en el
diseño de la salida, en la forma como se implementaron las
reformas, para que esto sucediera. Ninguno de estos fenómenos
son librados al azar. Tampoco el crecimiento viene exclusivamente
por un efecto de rebote, y si consideramos rebote lo otro, nosotros
rebotamos bastante más rápido, quiere decir que también
es un factor diferencial. Pero también tenemos que pensar
que hay países, algunas culturas, que están en crisis
desde hace más de 2000 años y casi no muestran crecimiento.
¿Cuál es la situación actual? Los números
recientemente divulgados del tercer trimestre muestran crecimiento
en todos los sectores; el tercer trimestre sobre el piso, que es
el cuarto trimestre del año pasado, está mostrando
crecimiento en la construcción, en el comercio, en el agro
y en la industria, y también en el resto de los sectores.
Todos crecen, ya no es un fenómeno como pasaba a principios
de año, que era liderado -como es obvio- por algunos sectores
y los cuales no llegan los demás. Ya empezó a llegar
a todos los sectores.
El Producto industrial sin refinería, desestacionalizado,
tiene un comportamiento también muy importante; lo amarillo
es una estimación para el año que viene, una estimación
conservadora, creo, como ven la pendiente de la gráfica se
achata, la tasa de recuperación cae. Eso no quiere decir
que para la recuperación.
El empleo total urbano crece. En el trimestre móvil finalizado
a octubre había 50.000 personas más trabajando que
un año atrás. Ésta es una satisfacción
para el ministro de Trabajo, para todos nosotros, pero no seamos
mezquinos. Es una satisfacción para el país, para
todos, porque esto es lo que tantas veces se dice: ¿cuándo
va a llegar la recuperación a la gente? Todos nos alegramos
de que esto llegue. Y, cuanto más rápido, mejor.
Otro indicador: las importaciones intermedias sin petróleo
en trimestres móviles. Básicamente, los insumos para
la industria también tienen un comportamiento de crecimiento
explosivo que esperamos se siga manteniendo.
Las exportaciones totales muestran el mismo comportamiento, que
fueron las primeras, obviamente, que empezaron a responder por la
combinación de un abaratamiento en el precio relativo de
la mano de obra nacional con una austeridad fiscal.
Este gráfico es bien interesante. La línea azul muestra
la recaudación real del IVA en Aduana diario en promedios
de 21 días móviles; la línea amarilla muestra
el año 2002 y la línea roja muestra el año
2003. Como verán, ya estamos, desde hace poquito, por encima
del año 2001, en recaudación real. Obviamente, ése
es sólo un indicador del nivel sobre el cual estaría
ubicado el nivel de actividad interna.
Si ustedes ven ese gráfico, más allá de la
natural estacionalidad que tiene -y todas las gráficas tienen
cierto paralelismo en algunos aspectos-, (notarán que) la
recuperación del año 2003 condujo a cierta asimetría
en el comportamiento, pero ahí se ve los días posteriores
al canje de deuda. Eso es mitad de mayo; algo debió tener
que ver el canje en el nivel de actividad.
La recaudación de la DGI y Comercio Exterior, que es lo
que tenemos más rápido en términos constantes,
también está creciendo, desde un pozo; el pozo y la
estabilidad llegaron a junio-julio de este año, a partir
de julio-agosto empezó a crecer más fuertemente y
la variación de depósitos del sector privado no financiero
en moneda extranjera muestra ese comportamiento. La base es el día
del feriado bancario, y como ven tiene un comportamiento positivo
de arriba de 500 millones de dólares, aún cuando hayamos
partido de -500 en el mes de agosto. Quiere decir que la recuperación
supera los 1.000 millones de dólares en poco más de
un año.
¿Qué quiere decir todo esto? ¿Para qué
hice todo este introito? Creo que todos los indicadores son indiscutibles
en cuanto al camino que está mostrando el país y la
base por la cual somos razonablemente optimistas en la formulación
del programa del año que viene, en el cual esperamos un crecimiento
importante en términos uruguayos de nuestra economía.
Para elaborar el programa, naturalmente, primero hay que mirar
el entorno. ¿Cuál es el entorno que tenemos? Asia,
Estados Unidos, Europa, todos están creciendo; quiere decir
que la demanda externa va a ser un motor, o por lo menos no va a
ser un freno para nuestra expansión.
Las tasas de interés en términos reales siguen bajas
y van seguir bajas por un tiempo.
Los precios de exportación han mejorado. No son de película
ni espectaculares, pero han mejorado. De hecho, del crecimiento
de este año del total de exportaciones, que podemos situar
en el entorno de los 300 y algo de millones de dólares, casi
70 millones obedecen a un efecto precio. El resto es un efecto volumen;
aproximadamente un cuarto de efecto precio y tres cuartos de efecto
volumen.
Las bases de la formulación del programa son los resultados
que hemos venido observando y lo que nosotros tomamos como política.
La política es que vamos a seguir respetando las reglas de
juego, está claro. La política es mantenemos una flexibilidad
cambiaria; la política es mantenemos la austeridad fiscal;
la política es -como vamos a ver al final- generamos espacios
para la inserción uruguaya en el mundo.
¿Cuáles son las bases del programa? Un crecimiento
de 5 por ciento, para hacer la proyección fiscal; inflación,
como dijo Julio, entre 7 y 9; estamos previendo un crecimiento del
salario real de entre 1 y 2 por ciento. Y estamos previendo un incremento
de tarifas públicas que atienda el incremento de costos de
las empresas públicas, costos en sentido amplio. Quiere decir
que, si las empresas siguen los programas de reformulación
y de reducción de sus costos, las tarifas van a acompañar.
Algunas proyecciones que entiendo importantes: en promedio, estamos
esperando que el número de nuevos empleos creados para el
año que viene sea de aproximadamente 50.000. Estamos previendo
un incremento en las importaciones de entre 15 y 20 por ciento,
un crecimiento de la producción industrial sin refinería
de entre 12 y 14 por ciento, siempre en términos reales.
Desde el punto de vista fiscal tenemos un programa, un compromiso
de que el resultado primario -esto es, el resultado fiscal antes
del pago de intereses- sea superavitario en al menos 3,2 por ciento
del PBI. Y, dada la carga de intereses, un resultado global negativo
de 2,9 por ciento del Producto.
Dentro del programa hay algunos aspectos que entendemos importantes.
Naturalmente, con 5 por ciento de crecimiento, y si este año
logramos alrededor de 3 por ciento de superávit primario,
podemos empezar a recomponer el nivel de inversión pública,
muy deteriorado, que no hubo más remedio que hacer durante
la crisis. Por lo tanto, estamos previendo una cierta recuperación
del nivel de inversión pública.
Sin embargo, cuando miramos los egresos globales consolidados del
sector público, el programa prevé sólo un aumento
de 1,4 por ciento en los egresos consolidados globales en términos
reales. Pero ese 1,4 por ciento incluye algunas cosas que necesariamente
se dan en algunos casos, porque hay un año electoral, que
es el costo de las elecciones, y en otros casos porque tenemos que
pagar determinadas deudas que estaban muy atrasadas y entendemos
razonable dejar en orden también este aspecto.
Aquí tenemos una estimación (...)
(Se interrumpe la transmisión.)
(...) La base del resultado primario para el año 2005 es
3,8 por ciento del Producto, y una previsión pasiva aún
sin crecimiento.
A su vez, tenemos otro factor en el déficit global, que
es el hecho bastante específico y técnico de que el
BCU, de acuerdo al manejo que se ha dado, tiene que pagar dos años
de intereses de los certificados de depósitos que tiene constituidos
en el sistema bancario, que eran a dos años. Esto cuesta
aproximadamente 0,4 por ciento del Producto.
Si sumamos los dos factores, como son dos años, el 0,4 se
transforma normalmente en 0,2, entonces tenemos que un déficit
global de 2,9 bajaría a 2,1 en una proyección pasiva
a partir del año 2005.
Naturalmente, todavía hay déficit y todavía
hay que mejorarlo, pero claramente estamos bastante mejor de lo
que estábamos no hace mucho tiempo.
Ahora quiero referirme a algo que a nuestro entender es sumamente
trascendente y que hace al crecimiento, al empleo y al salario,
que es en definitiva toda nuestra preocupación. Hace poco
más de un mes decíamos que Uruguay tiene que pisar
firme y poner un pie fuera del país y, de ser posible, sin
olvidar a la región, también fuera de ella para evitar
que los vaivenes e incertidumbres de la región no vuelvan
a afectarnos tan duramente como nos afectaron durante los años
pasados. Decíamos que teníamos que aprender de la
lección. Y decíamos también que tenemos que
convertirnos en la plataforma de lanzamiento de América del
Sur para sacar nuestra producción y la producción
ajena para transformarla, para agregarle valor a nuestra producción
y a la ajena. Decíamos que cuando alguien piense en invertir
en la región al menos evalúe a Uruguay. Y que para
ello, desde nuestro punto de vista, no hay un sector más
importante que el otro, el agro, la industria, el comercio, los
servicios de infraestructura, la logística, los servicios
financieros, todos son buenos, todos son importantes, todos se relacionan
y tienen sinergias entre sí.
Naturalmente, decíamos que parte de los deberes del sector
público era crear las condiciones para esto. Estábamos
pensando en el planteo negociador que estábamos desarrollando
tanto a nivel del Mercosur como a nivel del ALCA, y en todas las
acciones que bien enumeró el contador Davrieux, de infraestructura
básica de transporte y de servicios que se está dando.
Sabemos que somos parte y nos debemos a este lugar del mundo; sabemos
también que nuestros dos grandes vecinos, hermanos y socios
tienen grandes industrias y gran potencial. Pero también
sabemos que Uruguay fue grande cuando se enfrentó al mundo
y no le tuvo miedo, no tuvo miedo de exportar ni de importar porque
en la especialización estaba el crecimiento. Esa independencia
y ese mirar al mundo fue lo que construyó la gloria de Uruguay.
Para ello, pedíamos la comprensión de nuestros socios
del Mercosur para tener una posición negociadora más
flexible que contemplara los legítimos intereses de Uruguay
y de su gente, que contemplara a este pequeño territorio
entre dos gigantes, que legítimamente tiene también
sus prioridades, pero que esas prioridades no nos impongan un corsé
a nosotros.
¿Qué pasó en estos días? Creo que hemos
logrado las reglas de juego claras y estables para que no haya incertidumbre
de todas las cosas que se venían encima por los acuerdos
del Mercosur.
Uruguay logra preservar la competitividad de su economía.
Los aranceles de bienes de capital, informática y telecomunicaciones,
que estaban entre 6 y 9 por ciento y subían a 14 y 16 por
ciento entre 2004 y 2006, se bajan a 2 por ciento hasta 2010; se
mantiene hasta el mismo año el régimen de preferencia
en materia de importación de insumos para el agro; se mantiene
el régimen de promoción de inversiones; se mantiene
el régimen de admisión temporaria; hay un aumento
en el total de excepciones para otros insumos básicos que
Uruguay entienda pertinentes y que son clave para la industria de
100 a 225, que también van a entrar en la columna de arancel
preferencial. Es decir: tenemos una posición de estabilidad,
por siete años la industria puede pensar tranquila en sus
inversiones que en términos generales es un plazo más
que razonable para mejorar su competitividad, para poner el pie
dentro y fuera de la región, para crecer genuinamente.
A su vez, y reconociendo que el comercio también es un factor
importantísimo en la generación de valor agregado
del país. Se ha conseguido una cantidad de mejoras en materia
de acceso a mercados. Se consiguió el reconocimiento en materia
de origen para la acumulación de procesos productivos. Esto
significa que, a partir de ahora, mercaderías provenientes
de países miembro pueden ser sujetas a transformación,
a mecanismos de fraccionamiento y de agregación de valor
en términos generales, que se suma el origen de toda la región.
Prácticamente, es una producción totalmente integrada.
Esto mejora muchísimo la integración productiva, la
especialización y, en definitiva, la competitividad.
Se elimina las reservas de mercado de Argentina y Brasil para las
compras gubernamentales, las empresas uruguayas van a poder participar
en las licitaciones de Argentina y Brasil. De la misma manera, el
primer punto se incorpora al régimen de libre circulación
de bienes producidos, los que también se transforman en los
depósitos aduaneros; lo mismo que el primer punto en sentido
un poco más amplio.
Brasil libera la compra de servicios de su estado para los servicios
uruguayos, el mantenimiento de equipos, de software, el mantenimiento
de equipos de computación. Ahora, cualquier servicio va a
poder ser brindado libremente por uruguayos cuando compre el Estado
brasileño.
Y, por último, se obtiene mayor flexibilidad para negociaciones
externas y vamos a trabajar fuertemente dentro de los países
de América, en especial para lograr ciertas complementaciones
productivas con países con los cuales claramente somos y
producimos bienes que se integran en cadenas productivas.
En resumen: creemos que éste era nuestro deber y el gobierno
cumplió en otorgar las bases y la plataforma para que el
sector privado haga su trabajo, para que elija lo mejor al mejor
precio, sin barreras artificiales que dañen su potencial
de producción.
Por último, hace 20 años que sirvo en el sector público,
empecé como docente en la Universidad de la República;
hace 18 que trabajo en el gobierno central: jamás vi un cimbronazo
como el que tuvimos en el año 2002, pero tampoco vi jamás
una recuperación tan rápida y vigorosa como la que
tuvimos; la experiencia mundial, por lo menos la reciente, tampoco
asistió a cosas muy parecidas. Quiere decir que está
probado que podemos hacer las cosas, que debemos tener fe en nuestras
fuerzas y que cuando las instrumentamos debemos mirar al mundo en
términos modernos, cambiar con él, adaptarnos a las
realidades y no vivir pensando en algo que ya fue y que no volverá
jamás.
Nuestra tarea es seguir dando las bases, seguir haciendo acuerdos
como éste que mostramos; nuestra tarea es no dilapidar los
recursos de la sociedad desde el sector público, por eso
diseñamos ese programa financiero austero. Nuestro deber
es cuidar la casa de todos los uruguayos y brindar las condiciones
para el desarrollo, como hacen los buenos padres de familia, como
dice el Código Civil. Las prioridades están en el
mantenimiento de la red de protección social que las familias
también reservan a sus miembros más débiles.
Reduciendo los gastos en todo lo que sea posible, pero privilegiándolos
como se privilegiaron para los mismos sectores que se privilegiaron
durante el año pasado.
Tenemos un hecho ahora que es el tema de la cobranza de las carteras
del Banco República (BROU). El BROU es un banco público
que tiene garantía estatal, nosotros le vamos a exigir al
Directorio del BROU que la garantía sobre esa cobranza no
se ejerza, vamos a exigirle que cobre esos créditos, porque
si no cobra los créditos toda la sociedad va a tener que
pagar por ello. El capital que se puso en el BROU, el capital que
se pone en el BHU nos cuestan 8-10 por ciento anual de intereses.
Si no rinde eso estamos dilapidando los recursos de la gente, de
todos los que pasan por ahí fuera y no tienen ninguna posibilidad
de defenderse.
Nuestro enemigo es el desempleo, que trae la marginación.
Ya vimos la respuesta diferente que se dio esta crisis frente a
la anterior; ya vimos la diferencia de respuesta que la sociedad
le dio y que el sector privado, el generador genuino de riquezas,
le dio. Está claro que no podemos tener un Estado triturador
de recursos de la sociedad, que gobierne para sus funcionarios o
para las corporaciones que lo presionan, sino que, como nos hemos
impuesto, gobierne para la gente y para las empresas que son las
generadoras genuinas de la riqueza, que generan el crecimiento y
el empleo.
Antes de ceder a las tentaciones del gasto, todos nosotros preferimos
bajar los impuestos y dejar que la gente gaste su dinero como más
le guste y donde mayor utilidad le dé. Nuevamente, tenemos
que tener un Estado ágil y musculoso, preocupado por el trabajo
de su gente, que deje que quienes apuesten al riesgo ganen. No les
expropiemos su ganancia, porque en ellos está el crecimiento.
Hay que mirar para adelante, por eso se ha tomado las medidas sobre
la inversión que se tomó el mes pasado, por eso se
está mandando las leyes que se está mandando al Parlamento
para facilitar el crédito, para evitar dobles tributaciones.
En definitiva, como decía John Fitzgerald Kennedy, tenemos
que asumir aquella frase que decía: "No te preguntes
qué puede hacer el Estado por ti, sino qué puedes
hacer tú por tu país". Eso es lo que todos tenemos
que asumir, en el sector público y en el sector privado.
En resumen: creo que vamos a tener un buen año. En nosotros
está que sea mejor o mucho mejor. Nosotros vamos a seguir
trabajando y creo que ustedes también. Muchas gracias.
Vea
la presentación en PowerPoint que acompañó
la exposición
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Julieta Sokolowicz
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