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06.04.2003























 


Argentina ante las elecciones del 27 de abril

"La crisis política argentina, nuestra crisis, es preponderantemente política, no es económica. En todo caso es económica como consecuencia de lo político. Ortega y Gasset decía que como no anda clara la cuestión del mando, todo lo demás se enturbia. Esto ocurre en Argentina desde 1999, cuando Menem dejó el poder. Con unidad de mando, la Argentina se recompone rápidamente.

La democracia la defino como la civilización del desencanto. Cada cuatro o cinco años, nos encantamos por alguien, un partido, un programa, una promesa, y al tiempo nos desencantamos. Y ahí precisamos un encanto alternativo. Nos desencantamos porque el presidente no cumplió o porque cumplió. Pero esto requiere de dos partidos que estén a cierta distancia entre ellos, como los boxeadores. Una distancia que no es hostilidad ni hermandad excesiva. Los ingleses hace 300 años hacen esto. Cuando asumen el poder lo expresan diciendo que ahora les ha tocado el turno.

Argentina tuvo durante muchos años tal hostilidad entre peronistas y anti-peronistas, que no se podía gobernar. Eso sucedió durante décadas. Cuando Perón y Balbín se reconcilian, en el 73, cuando entienden que había que convivir, surge la tolerancia. Perón se murió cuando se tornó bueno y sabio, yo creo que fue porque no pudo aceptarlo. Pero así como antes se peleaban demasiado, a partir de entonces se hicieron demasiado amigos. Entonces la sociedad empezó a verlos como cómplices, como que ya eran lo mismo. Entonces en Argentina floreció la anti-política, que se expresa en la frase: "son todos lo mismo". Eso es lo peor. En estos momentos surgió la expresión: "que se vayan todos". Cuando los dos son vistos como cómplices, se enerva el sistema de votación. Y la sociedad fue llevada a expulsar a los políticos, a todos, porque "son todos iguales". Es una situación de anomia gravísima. Esto normalmente se cura cuando aparece un nuevo político con unidad de mando.

Ahora vamos a una elección con tres candidatos peronistas. Van a lograr lo que nunca logró Perón: que en la segunda vuelta del 18 de mayo todos los argentinos voten por un peronista contra otro peronista. Pero esta es la crisis del peronismo: Argentina es un país en tan malas condiciones, tan degradado, que solo los peronistas pueden gobernarlo. Contra el peronismo no se puede gobernar. Tienen un sentido del poder que no tiene ningún otro sector. Los radicales no logran terminar sus períodos, como le sucedió a Alfonsín y a De la Rúa. El peronismo, en cambio, es el partido del poder. Es el partido de las decisiones duras, e incluso de la falta de escrúpulos.

La crisis viene del peronismo, porque ellos son verticalistas. El próximo episodio de violencia puede ocurrir cuando gane un peronista e intenten pisarse unos a los otros. Pero el peronismo recompondrá la autoridad, como sucedió durante los 10 años de Menem.

Menem recompuso la unidad pero le salió Duhalde. Este choque Menem-Duhalde es lo que nos trajo toda esta historia. Entre ellos no hay química. Menem lo desprecia y Duhalde le tiene un terror patológico a Menem. Por eso no lo enfrenta. Menem, por su parte, quiere ser vitalicio, y sospecha que es inmortal. Es poco republicano.

De la Rúa nunca tuvo nada que ver con el poder. Se creyó presidente porque le taconeaban los granaderos en la Casa Rosada. Habría que prohibir el taconeo de los granaderos porque los vuelve locos a los presidentes. Son afectados seriamente por este hecho simbólico. De la Rúa no recordaba que no era de veras, que estaba en ese sitial por una coyuntura. El nunca fue presidente, agravado por un bloqueo psicológico tremendo.

Ahora hay que resolver el poder en el peronismo, que es la única fuerza capaz de gobernar. Y Duhalde, que se achica ante Menem, pone un delegado que es Kirchner. Pero al ir con Kirchner surge otro problema, porque es feo ser ahijado. A Kirchner le dicen Chirolita, por un personaje que manejaba un ventrílocuo. Pero a veces muestra signos de independencia, lo que es peor. En esos casos Duhalde intenta controlarlo y entonces sugiere poner como candidato a vice a Lavagna. Luego Kirchner se corrige, porque tiene a todo el aparato duhaldista para apoyarlo. En el caso de Rodríguez Saá, me produce una sensación extraña. Dice cosas insólitas, como que va a repudiar la deuda externa, que va a crear una nueva moneda. Yo pienso que son cosas que sólo las dice en público, para la platea, pero luego me lo repite en privado, lo que me aterra. Es de verdad. Va a intentarlo. Los otros dos, López Murphy y Elisa Carrió son de extracción radical.

El principal riesgo de las elecciones del 27 de abril es el empate técnico. Tengo mucho temor de que suceda lo que sucedió con Bush y Gore. Es, para mí, el peor escenario, porque en ese caso habrá un ríspido problema de escrutinio, de recuento frenético de sufragios, voto a voto. Pero igual lo más probable es que a la segunda vuelta pasen Menem y Kirchner.

En Argentina funciona el anti-menemismo. Hay muchos que dicen que el culpable de todo lo que le ha sucedido al país es Menem. Lo demonizan, fundamentalmente la prensa, donde el 85% es de centro izquierda, del Frepaso.

Los otros cuatro candidatos dicen que definirán la segunda vuelta con Menem. O sea todos creen que el anti-menemismo disperso les favorecerá.
Hay que tomar en cuenta que el voto a Menem es vergonzante. El que dice que no sabe qué va a votar, o que está indeciso, en fija que vota a Menem.

Hay que lograr una recomposición de la masa crítica política. Lula, en Brasil, fue sumando, hasta lograr una masa crítica para poder gobernar. En Argentina, en cambio, se ha ido dividiendo y subdividiendo. Al faltar la figura que permita agruparse en torno a un liderazgo, todos creen que pueden ser ellos los elegidos. Los argentinos de hoy prefieren ser los primeros de una aldea, a ser segundos en Roma, como decía César. Pero el gran desafío es recomponer, lograr que alguien logre una masa crítica para gobernar. Tenemos la posibilidad de recomponer el sistema de autoridad política. El problema es si el que gana, conseguirá hacerlo.

Respecto a los modelos, las plataformas, la gente habla de programas como si aplicarlos fuera luego algo mecánico. Después de algunos años de estudiar la política, de analizar modelos, ya sé que lo difícil es concretar, decidir.

Los candidatos peronistas no se diferencian mayormente uno de otro. La gran pregunta no es si éste se definió en lo abstracto por esto o por aquello, sino cómo lo va a administrar.

Duhalde se va del gobierno en una buena posición, con un país pacificado, tranquilo. Yéndose, demuestra que no tiene ambición, aunque en verdad la tiene. Y si sale un De la Rúa, le manda las masas a la calle y se acabó.

Duhalde juega al ajedrez. Menem, en cambio, dejó el tenis y ahora juega al golf, lo que lo torna invencible, porque puede pensar, mientras juega, como jorobar a Duhalde. Duhalde, en cambio, está concentrado en cómo mover las piezas en el tablero.

El tema en Argentina es la autoridad, lo que es fruto de un largo aprendizaje. Nuestras democracias son muy jóvenes y se aprende con los errores. En Argentina estamos lejos de la madurez democrática. Pero el atajo, en todo caso, es mucho peor".

Preguntas de los participantes

-¿Habrá estabilidad política en Argentina tras las elecciones?

-Espero que la haya. En cuanto a las políticas concretas, la convertibilidad no vuelve más. Menem deberá atender al tema social, aceptar el tema cambiario como está ahora. No veo que el que venga hará un gran cambio de políticas, pero sí puede haber un cambio en la eficacia de la gestión. No creo que haya grandes diferencias entre Menem y Duhalde en cuanto al modelo. Exageran sus diferencias por la retórica típica del período preelectoral, pero no hay tales diferencias. Menem y Duhalde se detestan, pero las segundas líneas son todas amigas. Cuando se aclare quién predominó, los demás se encolumnarán detrás. Argentina tiende al predominio de un partido peronista neoconservador. Neoconservador y con pocos escrúpulos. En este momento somos un país de partido y medio. El justicialismo está fracturado y el radicalismo en estado agónico. Los peronistas dicen que ellos mismos son como los gatos: parece que se están peleando en el tejado, pero en realidad se están reproduciendo. Esta masa de peronistas debe unirse, pero luego está el problema de formar un contrapeso del otro lado.

-¿Qué porcentajes de votos en blanco estima que habrá en las elecciones del 27 de abril?

-No creo que supere el 12 o 15%. No será un peso decisivo".

(Tomado de ACDE)



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