01.11.2003




ESTUVO EN EL SEGUNDO FESTIVAL DE CINE DE MONTEVIDEO

Damián Szifrón: "No veo una división
tan notoria entre el cine y la vida"

A los 28 años, se ha consagrado como creador, guionista y director de "Los simuladores", uno de los programas más vistos del Río de la Plata, que también edita y musicaliza. La serie se emite por televisión, pero destila cine. Eso no es raro en alguien que dice vivir la vida "en términos de épica, de comedia, de tragedia" y que ordena sus memorias -además de por las novias que tuvo y por los viajes que hizo- por las películas que vio. Egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires, antes filmó cortos y trabajó en proyectos televisivos de otros. Ahora estuvo en Montevideo para presentar su primer largometraje, "El fondo del mar", que protagoniza el uruguayo Daniel Hendler.

Entrevista especial
ESPECTADOR.COM
Viernes 31.10.03


JULIETA SOKOLOWICZ:
Bienvenido a Montevideo.

DAMIAN SZIFRON:
Muchas gracias. Siempre es lindo llegar acá.

JS - O sea que no es la primera vez que venís.

DS - No, vengo muchísimo a Montevideo, a Colonia, a Punta del Este, a Cabo Polonio... El Uruguay entero es una fascinación para mí.

JS - Todo un turista, entonces...

DS - Sí, desde los tres años, siempre me encantó.

JS - ¿Es verdad que venís a Colonia para desenchufarte un poco de "Los simuladores"?

DS - Sí, siempre vengo, a escribir...

"Los simuladores": Federico D'Elía, Alejandro Fiore, Martín Seefeld y Diego Peretti encarnan a Mario Santos (El Cerebro), Pablo Lampone (Técnica y Logística), Gabriel Medina (Investigaciones) y Emilio Ravenna (Personificaciones). O, dicho de otro modo, a la brigada paralegal que resuelve los problemas cotidianos de ciudadanos comunes a través de operativos de dimensiones muchas veces extraordinarias. Nada es imposible para estos héroes urbanos que, además del reconocimiento del público, obtuvieron el Martín Fierro de Oro. Sony acaba de comprar los derechos para volver a filmar la serie. En Argentina, todavía no se ha concretado la posibilidad de realizar la versión cinematográfica. Mientras tanto, Szifrón escribe los guiones de otros dos largometrajes.

JS - Yo hablaba de "desenchufarte" de "Los simuladores", porque es notorio que hay un trabajo enorme atrás. Pero también, cuando uno ve el programa, percibe que ustedes se divierten mucho haciéndolo. ¿Es así?

DS - Depende de en qué episodio. Siempre la comedia genera eso en el espectador, que cree que uno la pasa muy bien. Digamos que la hemos pasado muy bien muchas veces, pero la verdad es que el contraste entre el trabajo enorme que implica hacer cada capítulo y el poco tiempo que hay para hacerlo muchas veces hace que los rodajes sean arduos y complejos. Se disfruta mucho, pero también se padece mucho muchas cosas. Pero después, cuando vemos el resultado, nos quedamos contentos.

JS - Lo decía, además, porque en "Los simuladores" hay una clara apuesta lúdica: la idea, la puesta en escena, la caracterización de los personajes... Todo.

DS - Todo, todo. La escritura es muy lúdica. El programa es muy generoso en cuanto a que la idea te permite imaginar mundos diferentes para cada capítulo, entonces uno puede explorar un montón de posibilidades que te da la ficción y que tienen que ver con el cine que al menos yo vi desde muy chico. Entonces, por ahí un episodio es de ciencia ficción, en el otro metés a los clones, después aparecen los nazis, después las tablas de la ley enterradas en Zárate... Te vas dando todos los gustos que un director de cine se quisiera dar, que es que te convoquen para determinados proyectos: uno de terror, uno de vampiros, entonces vas a un castillo...

JS - Es hacer cine en televisión...

DS - Y... De alguna manera, sí... Yo conozco más el lenguaje del cine que el de la televisión, entonces creo que trasladé eso. Pero yo no pienso mucho, en general, si es cine o es televisión. No me preocupa mucho el medio que lo emita; a mí me gusta el lenguaje cinematográfico. Es como publicar un cuento en un diario: uno lo escribe y, después, lo publica. [Jerome David] Salinger publicaba en The New Yorker. Truman Capote también.

Muchas veces a la televisión se la juzga como algo menor... Al menos eso pasa mucho en Buenos Aires. Es como que la televisión está muy vapuleada. Y con el programa pasó que de pronto ocupó otro espacio y fue bien visto por una gran parte de la crítica. Entonces me da la sensación de que se puede hacer cosas buenas en cualquier medio, que no hay que ser tan consciente de las limitaciones que te plantean los medios de comunicación.

JS - Cuando te hablaba de la apuesta lúdica pensaba también en algunos detalles que de repente están más dirigidos al público argentino, como por ejemplo que les pongan nombres reales a algunos de los personajes de "Los simuladores". Pero en algunos casos, aunque no conozcas a los personajes reales, basta con prestar atención a los créditos del programa.

Por ejemplo, pensaba en un ¿camarógrafo? que se llama Corbalán y que aparece en el capítulo sobre el falso organizador de castings...

DS - Exactamente, Alejandro Silva Corbalán, que es el director de fotografía. ¡Qué nivel! ¡Qué espectadora! (Risas).

Y hay un camarógrafo, también, Diego Crucitti, que era el comisario corrupto del capítulo 11, que después era alentado a formar un grupo de elite de la Nasa.

JS - Y también -esta anécdota me la contaron- el personaje de Juan Manuel Tenuta en el capítulo del matrimonio mixto, que se llamaba Tito Brodsky, como un comerciante real de San Justo...

DS - Sí, falleció hace un par de años, era el mejor amigo de mi papá, nuestro, de toda la vida. Estaba toda la familia: Tito Brodsky, su mujer Susana, su hijo Gustavo, judío casado con una Paula católica, que es la mujer de ahora de Gustavo, que es muy amigo mío de toda la vida... (Risas).

JS - ¿O sea que el caso en sí también era real?

DS - Digamos que lo que no era real era que los padres tuvieran problema en que ellos se casaran. Eso fue como trasladar esa idea de otra gente que conozco.

Es una diversión extra en el momento de escribir; me imagino la cara de la gente mirando... Es más: al otro día los llama todo el mundo. Los vuelven locos.

JS - ¿Puedo haber visto a un Gabriel Medina en los créditos de "El fondo del mar"?

DS - Exactamente. El personaje de Medina de [Martín] Seefeld lleva el nombre de un amigo mío que estudió en la Universidad del Cine y es extremadamente cursi y meloso. El se refiere a acostarse con la novia como "hacer el amor", y uno le dice: "Por favor, Medina, no digas esas cosas de esa manera, somos hombres, somos amigos...".

JS - ¿Y cómo le cayó que lo pusieras en ese personaje?

DS - Está feliz. Después, Mario Santos es el director comercial de la Universidad del Cine. Ravenna es el dentista de mi papá...

JS - ¿Se llama así, Emilio Ravenna?

DS - Sí. Y el personaje de Fiore, que es Pablo Lampone, es un personaje de "El Padrino", que era una especie de homenaje, porque es una película que a los dos nos encanta.

JS - Parece que esta cuestión de juego y de chiste te ha perseguido durante toda tu vida. En una entrevista que publicó la revista Gente contaste que, siendo un cinéfilo de ley, cuando eras chico jugabas a hacer remakes de escenas de películas famosas. Y que, por ejemplo, una vez pusiste a tu abuela a protagonizar la escena de la ducha de "Psicosis".

DS - Exactamente. Pobrecita... ¡En el momento del asesinato ella miraba a la cámara y se reía! Yo quería que fuera un thriller, que esa escena generara suspenso... (Risas).

JS - ¿Cuántos años tenías en esa época?

DS - Nueve.

JS - ¿Alguna otra escena que se pueda contar?

DS - Siempre, con mi primo... El hacía de cuenta que la subjetiva de la cámara le disparaba y hacía como que se iba a caer por el balcón. En ese momento yo cortaba, después bajaba, tirábamos un muñequito, yo grababa al muñequito cayendo y, antes de que el muñequito cayera, cortaba. Y después ponía a mi primo tirado en el césped... Era descubrir el montaje y los trucos de una manera bastante intuitiva. Cuando yo llegué a la Universidad del Cine ya sabía un montón de cosas que había aprendido así, jugando.

JS - O sea que nunca tuviste una crisis vocacional, siempre estuvo clarísimo lo que ibas a hacer de tu vida.

DS - Siempre estuvo clarísimo. Digamos que nunca tuve una crisis vocacional. Pero en un momento yo venía trabajando mucho en programas de televisión, para proyectos ajenos, y no estaba muy feliz. Tenía un poco reprimidas todas las ganas de generar un proyecto propio. En un momento dije: "Tengo que hacer lo que me gusta y lo que quiero. No trabajo más en ninguna otra cosa que no sea generada por mí. Voy a hacer una película". Ahí me puse a escribir y estuve como dos años en que no me salía nada. Incluso hice un piloto de una cosa que se llamó "La vuelta al mundo", que era con Rodrigo Laserna, Erica Rivas y Andrea Pietra, que fue muy agotador. Era una comedia romántica y cada escena se iba a filmar en un país diferente del mundo. Era un proyecto muy ambicioso. Hice un piloto en México y eso después no salió. Y ahí me agarró una crisis, dije: "Uy, chau". Vi el fracaso...

JS - El "qué voy a hacer de mi vida"...

DS - Claro. Dije: "No voy a poder vivir de esto". Y después, ya con "Los simuladores" y con la película, reflotamos.

JS - Para poder hacer "Los simuladores" tuviste que formar tu propia productora junto con los cuatro protagonistas, que además son tus amigos. ¿Te parece que eso influyó en el método de trabajo, que hay cosas que pueden hacer gracias a que son una productora independiente?

DS - Yo creo que sí. A mí me encanta lo autogestionado, es algo que te da la libertad para tomar las decisiones que vos quieras, porque es tu proyecto. Eso estuvo muy bueno. Además, hay como una nobleza detrás del programa que yo siento que muchas cosas de televisión no tienen y por eso se ven de una manera distinta, están como lavados de espiritualidad. Técnicamente son correctos, pero no tienen una esencia noble.

En esto, lo primero que surgió fue la idea, después las personas para hacerla, después se hizo un piloto, después entró un canal y después se consiguió un horario de programación. Y, muchas veces, en la industria se hace al revés: primero está el canal, que le paga un contrato millonario a un actor, entonces después contratan a un guionista para que escriba la novela para [Pablo] Echarri, y finalmente aparece la idea del proyecto. Entonces hay muchos condicionamientos que llevan a que eso muchas veces no tenga vida.

JS - ¿Y cómo se produjo "El fondo del mar", cómo se financió?

DS - La financió Sebastián Aloi, que es un productor independiente, para quien también es su primera película. Eramos compañeros de facultad. El tenía una empresa de publicidad y quería producir un largometraje. Yo tenía el guión de este largometraje, él lo leyó y nos juntamos, hicimos una especie de sociedad. Todas las cosas, por ahora, vienen siendo sociedades, cosas cooperativas.

***

JS - Por ahora hablamos de la serie y de esta película, "El fondo del mar". Es obvio que en ambos casos hay un interés por mostrar esas historias tan mínimas, como diría Carlos Sorín, que a veces pasan inadvertidas por frecuentes o por comunes. ¿Es intencional ese llamado de atención sobre una sociedad en la que no existen esos "simuladores"?

DS - Sí, yo creo que sí. Yo trato de ser honesto en el momento de escribir. Y trato de escribir sobre los conflictos que tengo o que me interesan. Y me gusta la idea de que la comedia y la tragedia son... En la vida real, yo no veo una división tan notoria entre el cine y la vida. Yo vivo la vida en términos de épica, de comedia, de tragedia, y las cosas que me pasan las siento así. Por ahí es porque soy espectador desde muy chico, no sé. Pero trato de ser genuino. Las cosas que me pasan tienen que ver con esto; con los celos, digamos... No con la villa o la marginalidad. No creo que sea el único camino de hablar del país. También me interesa la vida que tengo y las cosas que le pasan a la gente que está alrededor mío, entonces trato de observar ese tipo de problemática.

Lo que tiene el programa es ese cruce de problemas cotidianos y de gente que uno conoce, resueltos a la manera de las grandes ficciones; de Sherlock Holmes, o de "Misión imposible", o de "Brigada A" [programa que en Uruguay se llamó "Los magníficos"]. Es como si viniera James Bond a resolver el problema de un matrimonio que se lleva mal. Ese contraste genera comedia.

Y la película, de alguna manera, también es un problema personal y chico, pero no están los simuladores. Entonces lo tiene que resolver este personaje solo, que también tiene cierta vocación de héroe medio reprimido. De chico, el pibe leyó a Sandokán, tiene un muñequito de "La guerra de las galaxias"... Vemos que es alguien teñido de cierta cultura, de cierto cine, de cierta literatura, que siempre quiso ser un héroe y ahora se da cuenta de que está a punto de convertirse en un pollerudo, celoso, maniático, entonces no se tolera a sí mismo. Y bueno, cuando descubre que su peor pesadilla se vuelve realidad -él, que es muy celoso, muy posesivo, descubre que ella tiene un amante- se pone en el lugar de ese héroe que siempre quiso ser, digamos, aunque involuntariamente.

JS - Entonces, las múltiples referencias cinematográficas que aparecen tanto en "Los simuladores" como en "El fondo del mar" son algo que fluye naturalmente mientras escribís el guión. No es que primero escribas el guión y después digas: "Vamos a agregar algo que se parezca a..."

DS - No; el cine es algo que tengo tan incorporado, tan mezclado... Yo recuerdo las etapas de mi vida por las películas que vi. Y por las novias que tuve. Y por los viajes que hice. Te diría que son esas tres cosas: las mujeres, los viajes y las películas. Eso ha ordenado las memorias que tengo. Así que hablo sobre eso después, cuando trabajo, en general.

***

JS - En este momento hay un notorio auge de películas argentinas. ¿Te parece que eso tiene que ver con la crisis? ¿La crisis genera creatividad?

DS - Creo que sí. Por suerte ahora la crisis estaría empezando a disminuir un poco. Espero que eso no atente contra la creatividad. Pero sí, creo que es una mezcla de cierto estallido social que evidentemente hubo y de que también estamos apareciendo directores que estudiamos cine. Antes la industria nos proporcionaba a esos directores que se habían formado dentro de la industria. Antes, para ser director de cine tenías que ser primero tiracables, después asistente de dirección, después camarógrafo, y después te daban para dirigir una película de "Rambito y Rambón". Entonces terminabas siendo un tipo que se había formado técnicamente, pero no había universidades del cine, que son las que hacen que vos salgas con un conocimiento del lenguaje y con ciertas intenciones estéticas y también éticas, como para ponerte a producir.

Hay como una camada que estudió. Somos directores desde que empezamos. Lo que pasa es que, en vez de ir creciendo de puesto, vamos creciendo en la magnitud del proyecto que hacemos. Yo siempre fui director, lo que pasa es que antes hacía un video minuto, después hacía un cortito de cinco minutos; después hice un piloto, después un programa de televisión y después una película. Fui creciendo en lo que iba dirigiendo, pero siempre lo que me interesó fue contar historias, la dirección. Entonces, creo que de alguna manera lo mismo pasa con un montón de directores que están apareciendo ahora.

"El fondo del mar" es el primer largometraje dirigido por Szifrón. El protagonista, interpretado por el actor uruguayo Daniel Hendler, es un joven celoso que no puede concentrar sus energías en ninguna actividad que no sea pensar en su novia. Cuando ve salir una mano masculina de abajo de la cama que comparten, se desencadena en él un afán incontenible por descubrir quién es el hombre que lo ha desplazado. La persecución deriva en una mezcla de thriller, drama y comedia negra (predominando la última) impregnada de homenajes cinematográficos: un desayuno pedido a la manera de Sally Albright (la de Harry), un breve pasaje frente a un cine donde se exhibe "El último beso" (Gabriele Muccino, 2001), una moto como la Vespa de Nanni Moretti y tantas más. Según el propio director, hubo dos referencias claras: "Él" (Luis Buñuel, 1952) y el primer episodio de "Historias de Nueva York", "Apuntes al natural" (Martin Scorsese, 1989).

JS - Entonces, ¿te considerás parte de una generación de "nuevos cineastas argentinos"?

DS - Y... Sí.

JS - Te lo pregunto porque hay gente que dice que existe lo que se llama "Nuevo Cine Argentino" y gente que dice que no.

DS - Por supuesto que es una etiqueta. De última, no me parece que sea muy trascendente. Cada película tiene su universo y su individualidad, y me parece que hay que verla desde ese lugar. Quiero decir: eso es algo más de los críticos que de los directores. No me parece mal, pero el Nuevo Cine Argentino es más un hallazgo o una creación de la crítica. Las películas son las creaciones de los directores. Pero hay lugar para todos y convivimos en armonía.


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Entrevista, textos y foto: Julieta Sokolowicz



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