ESTUVO
EN EL SEGUNDO FESTIVAL DE CINE DE MONTEVIDEO
Damián
Szifrón: "No veo una división
tan notoria entre el cine y la vida"
A
los 28 años, se ha consagrado como creador, guionista y director
de "Los simuladores", uno de los programas más
vistos del Río de la Plata, que también edita y musicaliza.
La serie se emite por televisión, pero destila cine. Eso
no es raro en alguien que dice vivir la vida "en términos
de épica, de comedia, de tragedia" y que ordena sus
memorias -además de por las novias que tuvo y por los viajes
que hizo- por las películas que vio. Egresado de la Universidad
del Cine de Buenos Aires, antes filmó cortos y trabajó
en proyectos televisivos de otros. Ahora estuvo en Montevideo para
presentar su primer largometraje, "El fondo del mar",
que protagoniza el uruguayo Daniel Hendler.
Entrevista
especial
ESPECTADOR.COM
Viernes 31.10.03
JULIETA SOKOLOWICZ:
Bienvenido a Montevideo.
DAMIAN SZIFRON:
Muchas gracias. Siempre es lindo llegar acá.
JS - O sea que
no es la primera vez que venís.
DS - No, vengo
muchísimo a Montevideo, a Colonia, a Punta del Este, a Cabo
Polonio... El Uruguay entero es una fascinación para mí.
JS - Todo un
turista, entonces...
DS - Sí,
desde los tres años, siempre me encantó.
JS - ¿Es
verdad que venís a Colonia para desenchufarte un poco de
"Los
simuladores"?
DS - Sí,
siempre vengo, a escribir...
"Los
simuladores": Federico D'Elía, Alejandro Fiore,
Martín Seefeld y Diego Peretti encarnan a Mario Santos
(El Cerebro), Pablo Lampone (Técnica y Logística),
Gabriel Medina (Investigaciones) y Emilio Ravenna (Personificaciones).
O, dicho de otro modo, a la brigada paralegal que resuelve los
problemas cotidianos de ciudadanos comunes a través de
operativos de dimensiones muchas veces extraordinarias. Nada
es imposible para estos héroes urbanos que, además
del reconocimiento del público, obtuvieron el Martín
Fierro de Oro. Sony acaba de comprar los derechos para volver
a filmar la serie. En Argentina, todavía
no se ha concretado la
posibilidad de realizar la versión cinematográfica.
Mientras tanto, Szifrón escribe los guiones de otros
dos largometrajes. |
JS - Yo hablaba
de "desenchufarte" de "Los simuladores", porque
es notorio que hay un trabajo enorme atrás. Pero también,
cuando uno ve el programa, percibe que ustedes se divierten mucho
haciéndolo. ¿Es así?
DS - Depende
de en qué episodio. Siempre la comedia genera eso en el espectador,
que cree que uno la pasa muy bien. Digamos que la hemos pasado muy
bien muchas veces, pero la verdad es que el contraste entre el trabajo
enorme que implica hacer cada capítulo y el poco tiempo que
hay para hacerlo muchas veces hace que los rodajes sean arduos y
complejos. Se disfruta mucho, pero también se padece mucho
muchas cosas. Pero después, cuando vemos el resultado, nos
quedamos contentos.
JS - Lo decía,
además, porque en "Los simuladores" hay una clara
apuesta lúdica: la idea, la puesta en escena, la caracterización
de los personajes... Todo.
DS - Todo, todo.
La escritura es muy lúdica. El programa es muy generoso en
cuanto a que la idea te permite imaginar mundos diferentes para
cada capítulo, entonces uno puede explorar un montón
de posibilidades que te da la ficción y que tienen que ver
con el cine que al menos yo vi desde muy chico. Entonces, por ahí
un episodio es de ciencia ficción, en el otro metés
a los clones, después aparecen los nazis, después
las tablas de la ley enterradas en Zárate... Te vas dando
todos los gustos que un director de cine se quisiera dar, que es
que te convoquen para determinados proyectos: uno de terror, uno
de vampiros, entonces vas a un castillo...
JS - Es hacer
cine en televisión...
DS - Y... De
alguna manera, sí... Yo conozco más el lenguaje del
cine que el de la televisión, entonces creo que trasladé
eso. Pero yo no pienso mucho, en general, si es cine o es televisión.
No me preocupa mucho el medio que lo emita; a mí me gusta
el lenguaje cinematográfico. Es como publicar un cuento en
un diario: uno lo escribe y, después, lo publica. [Jerome
David] Salinger publicaba en The New Yorker. Truman Capote también.
Muchas veces
a la televisión se la juzga como algo menor... Al menos eso
pasa mucho en Buenos Aires. Es como que la televisión está
muy vapuleada. Y con el programa pasó que de pronto ocupó
otro espacio y fue bien visto por una gran parte de la crítica.
Entonces me da la sensación de que se puede hacer cosas buenas
en cualquier medio, que no hay que ser tan consciente de las limitaciones
que te plantean los medios de comunicación.
JS - Cuando
te hablaba de la apuesta lúdica pensaba también en
algunos detalles que de repente están más dirigidos
al público argentino, como por ejemplo que les pongan nombres
reales a algunos de los personajes de "Los simuladores".
Pero en algunos casos, aunque no conozcas a los personajes reales,
basta con prestar atención a los créditos del programa.
Por ejemplo,
pensaba en un ¿camarógrafo? que se llama Corbalán
y que aparece en el capítulo sobre el falso organizador de
castings...
DS - Exactamente,
Alejandro Silva Corbalán, que es el director de fotografía.
¡Qué nivel! ¡Qué espectadora! (Risas).
Y hay un camarógrafo,
también, Diego Crucitti, que era el comisario corrupto del
capítulo 11, que después era alentado a formar un
grupo de elite de la Nasa.
JS - Y también
-esta anécdota me la contaron- el personaje de Juan Manuel
Tenuta en el capítulo del matrimonio mixto, que se llamaba
Tito Brodsky, como un comerciante real de San Justo...
DS - Sí,
falleció hace un par de años, era el mejor amigo de
mi papá, nuestro, de toda la vida. Estaba toda la familia:
Tito Brodsky, su mujer Susana, su hijo Gustavo, judío casado
con una Paula católica, que es la mujer de ahora de Gustavo,
que es muy amigo mío de toda la vida... (Risas).
JS - ¿O
sea que el caso en sí también era real?
DS - Digamos
que lo que no era real era que los padres tuvieran problema en que
ellos se casaran. Eso fue como trasladar esa idea de otra gente
que conozco.
Es una diversión
extra en el momento de escribir; me imagino la cara de la gente
mirando... Es más: al otro día los llama todo el mundo.
Los vuelven locos.
JS - ¿Puedo
haber visto a un Gabriel Medina en los créditos de "El
fondo del mar"?
DS - Exactamente.
El personaje de Medina de [Martín] Seefeld lleva el nombre
de un amigo mío que estudió en la Universidad del
Cine y es extremadamente cursi y meloso. El se refiere a acostarse
con la novia como "hacer el amor", y uno le dice: "Por
favor, Medina, no digas esas cosas de esa manera, somos hombres,
somos amigos...".
JS - ¿Y
cómo le cayó que lo pusieras en ese personaje?
DS - Está
feliz. Después, Mario Santos es el director comercial de
la Universidad del Cine. Ravenna es el dentista de mi papá...
JS - ¿Se
llama así, Emilio Ravenna?
DS - Sí.
Y el personaje de Fiore, que es Pablo Lampone, es un personaje de
"El Padrino", que era una especie de homenaje, porque
es una película que a los dos nos encanta.
JS - Parece
que esta cuestión de juego y de chiste te ha perseguido durante
toda tu vida. En una entrevista que publicó la revista Gente
contaste que, siendo un cinéfilo de ley, cuando eras chico
jugabas a hacer remakes de escenas de películas famosas.
Y que, por ejemplo, una vez pusiste a tu abuela a protagonizar la
escena de la ducha de "Psicosis".
DS - Exactamente.
Pobrecita... ¡En el momento del asesinato ella miraba a la
cámara y se reía! Yo quería que fuera un thriller,
que esa escena generara suspenso... (Risas).
JS - ¿Cuántos
años tenías en esa época?
DS - Nueve.
JS - ¿Alguna
otra escena que se pueda contar?
DS - Siempre,
con mi primo... El hacía de cuenta que la subjetiva de la
cámara le disparaba y hacía como que se iba a caer
por el balcón. En ese momento yo cortaba, después
bajaba, tirábamos un muñequito, yo grababa al muñequito
cayendo y, antes de que el muñequito cayera, cortaba. Y después
ponía a mi primo tirado en el césped... Era descubrir
el montaje y los trucos de una manera bastante intuitiva. Cuando
yo llegué a la Universidad del Cine ya sabía un montón
de cosas que había aprendido así, jugando.
JS - O sea que
nunca tuviste una crisis vocacional, siempre estuvo clarísimo
lo que ibas a hacer de tu vida.
DS - Siempre
estuvo clarísimo. Digamos que nunca tuve una crisis vocacional.
Pero en un momento yo venía trabajando mucho en programas
de televisión, para proyectos ajenos, y no estaba muy feliz.
Tenía un poco reprimidas todas las ganas de generar un proyecto
propio. En un momento dije: "Tengo que hacer lo que me gusta
y lo que quiero. No trabajo más en ninguna otra cosa que
no sea generada por mí. Voy a hacer una película".
Ahí me puse a escribir y estuve como dos años en que
no me salía nada. Incluso hice un piloto de una cosa que
se llamó "La vuelta al mundo", que era con Rodrigo
Laserna, Erica Rivas y Andrea Pietra, que fue muy agotador. Era
una comedia romántica y cada escena se iba a filmar en un
país diferente del mundo. Era un proyecto muy ambicioso.
Hice un piloto en México y eso después no salió.
Y ahí me agarró una crisis, dije: "Uy, chau".
Vi el fracaso...
JS - El "qué
voy a hacer de mi vida"...
DS - Claro.
Dije: "No voy a poder vivir de esto". Y después,
ya con "Los simuladores" y con la película, reflotamos.
JS - Para poder
hacer "Los simuladores" tuviste que formar tu propia productora
junto con los cuatro protagonistas, que además son tus amigos.
¿Te parece que eso influyó en el método de
trabajo, que hay cosas que pueden hacer gracias a que son una productora
independiente?
DS - Yo creo
que sí. A mí me encanta lo autogestionado, es algo
que te da la libertad para tomar las decisiones que vos quieras,
porque es tu proyecto. Eso estuvo muy bueno. Además, hay
como una nobleza detrás del programa que yo siento que muchas
cosas de televisión no tienen y por eso se ven de una manera
distinta, están como lavados de espiritualidad. Técnicamente
son correctos, pero no tienen una esencia noble.
En esto, lo
primero que surgió fue la idea, después las personas
para hacerla, después se hizo un piloto, después entró
un canal y después se consiguió un horario de programación.
Y, muchas veces, en la industria se hace al revés: primero
está el canal, que le paga un contrato millonario a un actor,
entonces después contratan a un guionista para que escriba
la novela para [Pablo] Echarri, y finalmente aparece la idea del
proyecto. Entonces hay muchos condicionamientos que llevan a que
eso muchas veces no tenga vida.
JS - ¿Y
cómo se produjo "El fondo del mar", cómo
se financió?
DS - La financió
Sebastián Aloi, que es un productor independiente, para quien
también es su primera película. Eramos compañeros
de facultad. El tenía una empresa de publicidad y quería
producir un largometraje. Yo tenía el guión de este
largometraje, él lo leyó y nos juntamos, hicimos una
especie de sociedad. Todas las cosas, por ahora, vienen siendo sociedades,
cosas cooperativas.
***
JS - Por ahora
hablamos de la serie y de esta película, "El fondo del
mar". Es obvio que en ambos casos hay un interés por
mostrar esas historias tan mínimas, como diría Carlos
Sorín, que a veces pasan inadvertidas por frecuentes o por
comunes. ¿Es intencional ese llamado de atención sobre
una sociedad en la que no existen esos "simuladores"?
DS - Sí,
yo creo que sí. Yo trato de ser honesto en el momento de
escribir. Y trato de escribir sobre los conflictos que tengo o que
me interesan. Y me gusta la idea de que la comedia y la tragedia
son... En la vida real, yo no veo una división tan notoria
entre el cine y la vida. Yo vivo la vida en términos de épica,
de comedia, de tragedia, y las cosas que me pasan las siento así.
Por ahí es porque soy espectador desde muy chico, no sé.
Pero trato de ser genuino. Las cosas que me pasan tienen que ver
con esto; con los celos, digamos... No con la villa o la marginalidad.
No creo que sea el único camino de hablar del país.
También me interesa la vida que tengo y las cosas que le
pasan a la gente que está alrededor mío, entonces
trato de observar ese tipo de problemática.
Lo que tiene
el programa es ese cruce de problemas cotidianos y de gente que
uno conoce, resueltos a la manera de las grandes ficciones; de Sherlock
Holmes, o de "Misión imposible", o de "Brigada
A" [programa que en Uruguay se llamó "Los magníficos"].
Es como si viniera James Bond a resolver el problema de un matrimonio
que se lleva mal. Ese contraste genera comedia.
Y la película,
de alguna manera, también es un problema personal y chico,
pero no están los simuladores. Entonces lo tiene que resolver
este personaje solo, que también tiene cierta vocación
de héroe medio reprimido. De chico, el pibe leyó a
Sandokán, tiene un muñequito de "La guerra de
las galaxias"... Vemos que es alguien teñido de cierta
cultura, de cierto cine, de cierta literatura, que siempre quiso
ser un héroe y ahora se da cuenta de que está a punto
de convertirse en un pollerudo, celoso, maniático, entonces
no se tolera a sí mismo. Y bueno, cuando descubre que su
peor pesadilla se vuelve realidad -él, que es muy celoso,
muy posesivo, descubre que ella tiene un amante- se pone en el lugar
de ese héroe que siempre quiso ser, digamos, aunque involuntariamente.
JS - Entonces,
las múltiples referencias cinematográficas que aparecen
tanto en "Los simuladores" como en "El fondo del
mar" son algo que fluye naturalmente mientras escribís
el guión. No es que primero escribas el guión y después
digas: "Vamos a agregar algo que se parezca a..."
DS - No; el
cine es algo que tengo tan incorporado, tan mezclado... Yo recuerdo
las etapas de mi vida por las películas que vi. Y por las
novias que tuve. Y por los viajes que hice. Te diría que
son esas tres cosas: las mujeres, los viajes y las películas.
Eso ha ordenado las memorias que tengo. Así que hablo sobre
eso después, cuando trabajo, en general.
***
JS - En este
momento hay un notorio auge de películas argentinas. ¿Te
parece que eso tiene que ver con la crisis? ¿La crisis genera
creatividad?
DS - Creo que
sí. Por suerte ahora la crisis estaría empezando a
disminuir un poco. Espero que eso no atente contra la creatividad.
Pero sí, creo que es una mezcla de cierto estallido social
que evidentemente hubo y de que también estamos apareciendo
directores que estudiamos cine. Antes la industria nos proporcionaba
a esos directores que se habían formado dentro de la industria.
Antes, para ser director de cine tenías que ser primero tiracables,
después asistente de dirección, después camarógrafo,
y después te daban para dirigir una película de "Rambito
y Rambón". Entonces terminabas siendo un tipo que se
había formado técnicamente, pero no había universidades
del cine, que son las que hacen que vos salgas con un conocimiento
del lenguaje y con ciertas intenciones estéticas y también
éticas, como para ponerte a producir.
Hay como una
camada que estudió. Somos directores desde que empezamos.
Lo que pasa es que, en vez de ir creciendo de puesto, vamos creciendo
en la magnitud del proyecto que hacemos. Yo siempre fui director,
lo que pasa es que antes hacía un video minuto, después
hacía un cortito de cinco minutos; después hice un
piloto, después un programa de televisión y después
una película. Fui creciendo en lo que iba dirigiendo, pero
siempre lo que me interesó fue contar historias, la dirección.
Entonces, creo que de alguna manera lo mismo pasa con un montón
de directores que están apareciendo ahora.
"El
fondo del mar" es el primer largometraje dirigido por Szifrón.
El protagonista, interpretado por el actor uruguayo Daniel Hendler,
es un joven celoso que no puede concentrar sus energías
en ninguna actividad que no sea pensar en su novia. Cuando ve
salir una mano masculina de abajo de la cama que comparten,
se desencadena en él un afán incontenible por
descubrir quién es el hombre que lo ha desplazado. La
persecución deriva en una mezcla de thriller,
drama y comedia negra (predominando la última) impregnada
de homenajes cinematográficos: un desayuno pedido a la
manera de Sally Albright (la de Harry), un breve pasaje frente
a un cine donde se exhibe "El último beso"
(Gabriele Muccino, 2001), una
moto como la Vespa de Nanni Moretti y
tantas más. Según el propio director, hubo dos
referencias claras: "Él" (Luis Buñuel,
1952) y el primer episodio de "Historias de Nueva York",
"Apuntes al natural" (Martin
Scorsese, 1989). |
JS - Entonces,
¿te considerás parte de una generación de "nuevos
cineastas argentinos"?
DS - Y... Sí.
JS - Te lo pregunto
porque hay gente que dice que existe lo que se llama "Nuevo
Cine Argentino" y gente que dice que no.
DS - Por supuesto
que es una etiqueta. De última, no me parece que sea muy
trascendente. Cada película tiene su universo y su individualidad,
y me parece que hay que verla desde ese lugar. Quiero decir: eso
es algo más de los críticos que de los directores.
No me parece mal, pero el Nuevo Cine Argentino es más un
hallazgo o una creación de la crítica. Las películas
son las creaciones de los directores. Pero hay lugar para todos
y convivimos en armonía.
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Entrevista, textos y foto: Julieta Sokolowicz
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