EL ESPECTADOR
DE FESTEJO
80 años siendo la
primera
El 14 de diciembre se cumplen 80 años de
la primera transmisión de radio en Uruguay. Los 80 años
de El Espectador. Desde sus orígenes, pasando por la época
de oro de la radio espectáculo hasta consolidar el perfil
periodístico en los últimos tiempos, muchas son las
historias para contar. Las inmensas fonoplateas, la información
como protagonista en todas las épocas, los radioteatros,
la visita de artistas consagrados y el nacimiento de nuevas figuras...
Muchas anécdotas que en una tertulia especial repasan Mirtha
Acevedo, Julia Amoretti, Carlos Maggi, Oscar Romero y Julio Villegas.
EN
PERSPECTIVA
Viernes 12.12.03, hora 9.13.
EMILIANO COTELO:
El próximo domingo 14 de diciembre se cumplen 80 años
del nacimiento de Radio El Espectador. Son 80 años del nacimiento
de la radiodifusión en Uruguay.
Adelantándonos
a esa fecha la tertulia de hoy tiene características especiales.
De la mesa habitual de los viernes solamente se mantiene, por esta
jornada, Carlos Maggi; después hemos invitado a voces, a
nombres, que han pasado por estos micrófonos, por delante
y por detrás de ellos. También hay aquí representantes,
por ejemplo, de los operadores, para charlar en los minutos que
vienen de la manera más espontánea y fresca posible
sobre las vivencias que cada uno tiene asociadas a esta casa en
estas ocho décadas.
Por ejemplo,
están con nosotros Mirtha Acevedo.
MIRTHA ACEVEDO:
Emiliano
EC - Ella entró
al estudio amenazando con que iba a sustituir a Williman en el
CARLOS MAGGI:
Se sentó en el mismo lugar.
MA - ¡No
me digas
! Absolutamente
casual.
EC - Mirtha
Acevedo es una de las voces clásicas de la historia de El
Espectador en cuanto a locución. ¿En qué período
exactamente te desempeñaste en esta casa?
MA - Desde 1952-1953
EC - ¿Hasta
?
MA
- Hasta 1963; 10 años.
EC - Y tu tarea
exactamente consistía
¿en?
MA - Locución
comercial, conducción de programas, presentación de
los artistas que venían del exterior o de los programas,
siempre bajo libreto.
EC - Todo rigurosamente
libretado.
MA - Todo rigurosamente
libretado.
EC - Ya hablaremos
de los guiones. Sigamos con las presentaciones. Está también
con nosotros Julia Amoretti, actriz; por lo tanto ligada a El Espectador,
¿a través de qué tipo de funciones?
JULIA AMORETTI:
El primer período al radioteatro y casi de inmediato a las
líneas de humor, que eran numerosas. El Espectador tenía
programas de humor con la hermosa modalidad de fonoplatea. Teníamos
un contacto absolutamente directo con el público.
Mirtha decía
hoy que estas colas nos hacían recordar a las que se formaban
en la hermosa casa que teníamos, especialmente hecha para
radio
EC - Están
hablando de la cola que en la vereda espera por las invitaciones
para ver a Alejandro Dolina esta noche.
JA - Al llegar
nomás era como el túnel del tiempo. Se nos hacía
dificultoso el pasaje hacia la radio porque era increíble
la cantidad de gente que quería vernos personalmente y presenciar
esos programas humorísticos que convocaban multitudes.
EC - Tú
trabajaste en El Espectador entre 1959 y
JA - Casi comienzos
del 60; estuve 17 años en El Espectador.
EC - Y te tocó
tener como guionistas, por ejemplo, a
JA - Al señor
Carlos Maggi.
EC - Uno de
ellos, nada menos, el contertulio de los viernes, doctor Carlos
Maggi.
JA
- A Salvaje, que era nada menos que Manuel Flores Mora
.
Hacíamos
una dupla increíble, compartíamos locuras varias,
que después anotaremos. Estuvimos además en períodos
absolutamente revolucionarios en cuanto a la radiotelefonía.
En esa época ingresó un hombre que era absolutamente
innovador que venía desde Buenos Aires: Augusto Bonardo,
que implantó para algunos de los actores -tuve la suerte
de formar parte de ese equipo- el sistema de contratación
exclusiva. Una cosa en esa época absolutamente innovadora,
que despertó el celo de varias emisoras porque podíamos
vivir holgadamente del radioteatro.
EC - ¡Qué
notable, qué época!, ¿no? Las épocas
de oro de la radio.
JA - Exactamente.
EC - Vamos a
volver sobre ese concepto dentro de un ratito. Sigamos con la ronda;
ya que se mencionaba a Carlos
Esto no es nuevo para los oyentes
jóvenes porque muchas veces hemos aludido a ese pasado tuyo
de guionista y en esta propia radio. Vamos a refrescar, ¿exactamente
en qué trabajabas, Carlos?
CM - Yo escribía
guiones para esos programas cómicos que sustituían
al entretenimiento actual de la televisión. A eso de las
seis-siete de la tarde empezaba la programación, que llegaba
hasta buena hora de la noche, y lo que había eran fundamentalmente
programas... Era la época de Wimpy, que era un maestro formidable.
La competencia era con Carve. La exclusividad del Nene Bonardo venía
porque le retiraba a Carve las posibilidades de trabajar con nosotros.
Yo trabajé en las dos, en Carve y en El Espectador porque
no le hacía ningún caso a Bonardo y él no decía
nada.
EC - ¿En
qué período exactamente estuviste? ¿Recuerdas
las fechas?
CM
- No sé exactamente en qué años, pero trabajé
en los primeros años del 50; en el 54 me recibí y
dejé de trabajar. Me costó un cierto peaje el haber
trabajado en la radio, porque los intelectuales me miraban con desprecio.
Se equivocaron de medio a medio, porque yo hice los años
de la radio con la fonoplatea y aprendí a escribir teatro
ahí, una experiencia que no hace nadie: todas las semanas
dos o tres días, tenía el público ahí
y sabía cuáles son los efectos y las reacciones. Ahí
aprendí a medir los tiempos que son tan importantes en el
teatro. Así que en realidad ese desprecio después
se revirtió porque yo podía escribir teatro mucho
mejor de lo que se escribía, que era un teatro literario;
yo podía escribir un teatro eficaz, como tiene que ser.
EC - ¿En
El Espectador guionabas sobre todo o únicamente programas
de humor?
CM - Sí,
sólo programas de humor porque eran los que se pagaban más.
(Risas.) Yo ganaba muchísimo dinero; muchísimo dinero
para mi nivel y para lo que significa la radio. Me pagué
todos los estudios, me casé, vivía en Pocitos con
auto, y mi entrada fundamental provenía de Radio El Espectador.
EC - Julio Villegas,
¿en la primera parte de tu carrera profesional fuiste informativista
de El Espectador?
JULIO
VILLEGAS:
En ese rubro sí. Yo había desarrollado actividades
como locutor comercial, informativista pero para la lectura de pasajes
de diarios y operador técnico en Radio Centenario. Después
hubo una vacante en El Espectador y fue cuando ingresé directamente,
ahí sí, en el servicio informativo.
EC - 1956, ¿verdad?
JV - Sí.
EC - Estuviste
en esta casa cuatro o cinco años
JV - Cinco años,
más o menos.
EC - ¿Cuáles
fueron exactamente tus tareas?
JV - La tarea
era formar parte del equipo de informativos de la radio, que cubría
Radio El Espectador y Radio Sport; ambas integraban Difusoras del
Uruguay, que era la empresa madre, junto con Difusora Rochense también,
tenía esas tres emisoras a su cargo.
EC - A principios
de los 60 los estudios estaban ubicados
¿dónde?
JV - A principios
de los 60
MA - Olimar
y 18.
JV - Seguían
en Olimar y
18 casi Olimar, hoy Barbato, actualmente 18 y
Barbato, donde estaba esa escalera interminable. (
) El mozo,
cuando subía y bajaba
cuando se le cayó aquella
bandeja llena de vasos
Inolvidable, me parece que el sonido
se escuchó en toda la manzana.
JA - Además
Lorenzo era el encargado de a determinada hora de la tardecita entrar
con pocillos de café
supuestamente de café:
dentro traía grapa con fernet o con limón. Él
suponía que llevando la bandeja en alto, levantada en la
mano, nadie se iba a enterar, pero el olfato de Beisso y de Alfaro
alcanzaban a darse cuenta de que allí no había café.
EC - ¿Quién
era Beisso y quién era Alfaro? Tenemos que aclarar eso.
JA - Alfaro
era el director de programación y director general, gestor
de grandes programas periodísticos también
JV - Excelente
pianista
JA - Excelente
pianista; un gran individuo. Y José Luis Beisso era un poco
el director de la parte de recursos humanos -como se dice ahora-,
jefe de personal, era el que vivía rezongándo con
nosotros porque nos reíamos y multándonos cuando llegábamos
tarde
JV - En la parte
de grabaciones, también.
JA - Estaba
en grabaciones también; dirigía toda la parte técnica,
la operativa de la salida al aire.
EC - Óscar
Romero, hablando de operadores, es bastante más reciente
en la historia de El Espectador, ¿verdad?
ÓSCAR
ROMERO:
Sí, entré en el año 1985.
EC - Claro,
subrayo: esto que los oyentes están escuchando es un verdadero
acontecimiento. Óscar Romero hablando frente al micrófono
no es algo que yo recuerde.
OR - No.
EC - ¿No?
OR - No.
EC - Es más,
hubo más de uno aquí que me apostó que tú
no ibas a aceptar estar en el estudio hoy.
OR - La verdad
es que
para mí es un honor que me hayas invitado para
la tertulia de hoy, más con los invitados que tenés
en la mesa.
EC - Dejemos
de pasarnos flores. Óscar Romero, como él decía,
llegó a El Espectador en el año 1985, y hoy es
no sé si no es el más veterano de esta casa, el que
lleva más años corridos de trabajo en esta última
etapa de El Espectador. Sin duda es el decano de los operadores
de El Espectador.
OR - Sí,
exacto.
EC - A Óscar
queríamos tenerlo hoy entre nosotros por estas razones que
estoy señalando y por otra más: porque encarna una
manera de ser de los operadores de radio que, entre otras cosas,
lleva a muchos de ellos a ser muy responsables, a tener una preocupación
muy marcada por la historia, por el futuro de una emisora en cuanto
a la conformación de los archivos. Ésta es una de
las obsesiones de Óscar.
Y a Óscar
-como ya se ha dicho al aire, lo que pasa que nunca lo habíamos
hablado con él- le debemos la felicidad de contar con una
cantidad de grabaciones que en algún momento directamente
se habían perdido, que ni soñábamos con la
posibilidad de volver a escuchar. ¿Cómo fue eso?
OR
- El archivo ya estaba armado, hubo gente anteriormente que se tomó
el trabajo de hacerlo durante muchos años. Hubo mudanzas,
gente que se fue, otra que entró y que no se sabía
lo que había... Del basurero de esta radio incluso saqué
casetes. Alguien vio una cajita, no sabía lo que era y la
tiró. Por suerte estaba ahí en ese momento, lo levanté
y lo guardé. Otras
han mandado oyentes, gente que trabajaba
en la radio, y se ha ido armando algo. Pero no es lo que yo recuerdo
que había en Difusora del Uruguay. Había mucha cosa,
muchas cintas, acetatos, discos de acetato, discos de vinilo grabados
en la propia radio, porque yo no lo conocí pero sé
que en los estudios de grabación de Radio El Espectador y
Sport había grabadoras de discos
Llegué a tener
en mis manos un simple de Amalia de la Vega hecho en los estudios
de Radio El Espectador, con Alfaro tocando el piano. Un día
fui a buscarlo, no lo encontré en la discoteca ni en ningún
lado; pero sé que existen esas cosas, sé que hay gente
que trabajó en esta radio hace muchos años
Como
uno: un día me gustaría tener lo que hoy estoy grabando
o diciendo al aire en este momento; sé que mucha gente tiene
esas cosas. Sería bueno que alguno se arrimara y las trajera.
EC - Por supuesto
que nadie le encargó a Óscar en su momento que llevara
adelante esta epopeya, fue una decisión espontánea
y fue fundamental para la reconstrucción de la memoria, sobre
todo para el avance muy fuerte que se dio en esa materia hace cinco
años, cuando se celebraron los
75 años de El Espectador.
OR - Sí,
exacto. Trabajamos con Óscar Pessano, Lucía Massa
y Diego Barnabé. Fue una iniciativa y empecé a sacar
cosas de cintas
Es muy poquito lo que hay, es muy poco lo
que hay para la historia de la radio.
EC - De modo
que no viene mal la apelación que recién estabas reiterando
a los oyentes, a quienes puedan tener en sus casas, por razones
personales, algún tipo de grabación vinculada con
la historia de El Espectador, por supuesto que estamos abiertos
a recibirla. Óscar va a ser el primero en festejar cuando
aparezca el casete, la cinta, el acetato
OR - El otro
día escuchaba a la productora de Planetario (Julieta Keldjian),
que vino de España -fue a hacer una pasantía a Televisión
Española-, que el archivo es la memoria, la historia de la
gente; lo que pasó, cómo vivía la sociedad
hace 20 o 30 años, eso es lo que importa; qué es lo
que se hablaba, cómo se estilaba decir las cosas. Para mí
es el archivo de voces.
EC - Voces como
ésta, por ejemplo:
Escuche un
fragmento del radioteatro El canilla
(Grabación)
"-Recordando
otros tiempos lo llevamos a la esquina donde es música de
pueblo la alegre voz del canilla.
-¡El
Día, El País, Mañana, Debate, Diario! Pagando
(
) papeles con tinta. ¡Diario! ¡Un quilo de jugo
de mate por un mango! ¡Aproveche que vienen a 1,20! ¡Diario!
-Piba, (
)
-Yo no digo
nada
¿Qué decís vos, que querés
ser (
)? ¿Dónde estabas?
-Y mirá,
fui a la (
) a vender el Diario Oficial; (
), ¿sabés?
-¡Andá,
bobo!
-¡Bobo
porque gané un viaje de los que se rebuscan todos! Fui a
la (
), de veras; por ésta.
-¡No,
no jures, que yo sé que estás mintiendo! ¡Sonso!
-¿Sonso?
Sonso sería si no hubiera pateado la redonda en un viajecito.
(
) vendía diario con (
) y un día me dijo:
(
) agarro y (
).
-¡Te
estás riendo, andá! ¿Por qué no inventás
una más grande?
-No, no;
todavía no soy político; ¡pobre de ellos! ¡Uy,
uy, uy, mirá (
)! ¡Diario!"
(Fin de la
grabación)
EC - "Radioteatro
El canilla" se llamaba este programa, según nuestros
registros. Ustedes que están aquí en la mesa, ¿lo
tienen presente?
MA - Yo no,
pero por ahí estaba la voz de Julia, creo, ¿no?
JA - No, es
una voz muy parecida; yo no trabajaba en eso.
EC - A mí
me pareció que era la de Julia también.
JA - Es muy
parecida, el color de voz es muy parecido, pero yo no participé
en ese radioteatro.
MA - Lo que
pasa es que éramos muchos los que estábamos trabajando
y haciendo programas. Era tal el movimiento que había en
aquella casona -que me gustaría saber a quién había
pertenecido, porque se ve que era una mansión señorial,
aquella casa de gran escalinata de mármol, como decía
Villegas- que a veces no teníamos tiempo de vernos o de encontrarnos
porque hacíamos turnos diferentes. Los que estábamos
de noche obviamente teníamos el placer de ver los programas
o de estar pisando el mismo escenario de artistas que venían,
o estar en los programas humorísticos; pero de repente no
sabíamos muy bien lo que salía al mediodía
porque no estábamos todo el día escuchando, entonces
a veces el tiempo, la historia, nos hace confundir las voces de
esta manera, ¿no?
EC - Yo ponía
este audio en particular porque me parecía bueno dedicar
algunos minutos ahora a conversar sobre el radioteatro, ¿no?,
una verdadera institución de la época de oro, hoy
prácticamente desaparecido en las radios uruguayas aunque
no del todo, pero que supo tener un protagonismo fenomenal.
JA - Acotaba
Carlos Maggi una cosa realmente importante cuando dijo que sus compañeros
de estudio o mucha gente en general subestimaba su trabajo en radio.
No eran sólo sus compañeros quienes nos miraban a
veces de reojo por hacer radioteatro, era un género para
muchos, sobre todo para los críticos teatrales, absolutamente
subestimado. El otro día mirando el álbum, gracias
a la producción de En Perspectiva, encontré una crítica
de Ruegger -entrañable compañero ya desaparecido-,
que en ese momento era crítico del diario El País,
sobre una obra que fue un éxito, La Ratonera, de Agatha Christhie
-eran mis primeros pasos en el teatro- acotaba, y lo tengo siempre
presente: "Julia Amoretti, rescatada por fin del radioteatro",
como que había estado en un medio absolutamente prostituido.
Ése era el concepto bastante generalizado de muchos críticos
teatrales... A la radio le debemos la formación, que hoy
agradezco también como docente -de eso puede hablar también
mucho Mirtha- la proyección de voz, la vocalización,
la necesidad de darlo todo a través de la voz y de los tonos;
no nos dio para nada afectación, como decían en ese
momento muchos críticos; al contrario.
CM - Del radioteatro
salieron Candeau, Guarniero, Maruja Santullo, y después recién
empezó la Comedia Nacional con las egresadas de Margarita
Xirgu, que eran las dos Estelas, Castro y Medina, la generación
que siguió, Preve y esa gente. Pero el radioteatro fue el
principio de la Comedia Nacional, que significó otra técnica
y otra intención artística. El radioteatro era el
equivalente exacto a la telenovela actual o a los folletines anteriores.
El rocambole era el folletín de los diarios que salían
en una banda inferior de la página. Eso se seguía
con furor y pasión. El Juan Moreira, de Gutiérrez,
se publicó así; por eso dura tanto y por eso se reitera
tanto, porque el autor tenía que seguir y seguir y seguir
porque la gente lo pedía. Después de eso fue el radioteatro,
que apasionó de esa manera, como es ahora la telenovela,
que cambió, por ejemplo, el sistema de transporte en ciudades
como Nueva York.
EC - Por ejemplo,
un radioteatro como el que recién poníamos en el aire,
El canilla, ¿se emitía todos los días?
MA - Es que
no tenemos memoria de El canilla.
CM - Yo creo
que eso no era un radioteatro, que era un programa, una banda, lo
hacía Puente, un muchacho chiquito, al cual yo estimaba mucho.
EC - Éste
sí era radioteatro típico, ¿no?
(Grabación:)
"Teatro
Palmolive del aire. (Música.) ¡Palmolive!
El suave
jabón de belleza, presenta: su Teatro Palmolive del aire."
(Fin de la
grabación.)
MA - Fijate
qué importante, que en el anuncio decíamos "Teatro
Palmolive del aire", o sea que las radios en general y ésta
en especial, eran un gran difusor cultural, llevaban las grandes
obras de teatro universal adaptadas por buenos guionistas a todos
los rincones del país, cuando de pronto mucha gente no podía
leer esos autores de teatro.
CM - Narraciones
también, muchos cuentos, muchas novelas.
EC - A ver,
¿entonces teníamos teatro por un lado y radioteatro
por otro?
CM - Radioteatro
y teatro son lo mismo, puentes diferentes para un mismo fenómeno;
igualito al de la telenovela.
EC - En algunas
ocasiones el programa adaptaba una obra de teatro, un clásico,
etcétera, y en otros casos el radioteatro tenía un
guión propio, un libreto escrito especialmente.
JA - Exactamente;
lo hacíamos bajo la dirección de Humberto Nazzari
primero, que hacía en el sistema unitario un día a
la semana una obra de teatro universal. Ahí se podía
acceder, tanto el oyente como nosotros, a grandes títulos.
Después estaban las líneas de radioteatro dirigidas
por Tolve
CM - Y por escribidores,
como el de La tía Julia y el escribidor, que justamente,
su protagonista es un guionista de radioteatro.
EC - En todos
los casos, siempre, los programas eran en vivo
JA - Sí,
hasta la llegada de Bonardo, ¿no? Ahí empezamos a
grabar los radioteatros porque había cantidad de líneas.
En el sistema de exclusividad, yo hacía, además de
los programas cómicos, tres líneas de radioteatro.
EC - Tres líneas
quiere decir tres programas
JA - Claro,
antes se llamaban líneas de radioteatro; así nos asignaba
la empresa cuántas líneas de radioteatro, cuántos
radioteatros para no confundir al oyente. Yo hacía tres radioteatros
y dos programas de fonoplatea.
EC - ¿En
qué horarios iban los radioteatros?
JA - A las horas
más hermosas, por ejemplo una y media, sobremesa; también
estaban el de la tarde y el de la noche; y algún teatro o
radioteatro policial que dirigía precisamente Tolve.
EC - ¿Cómo
era eso de los radioteatros policiales?
JA - Eran los
thrillers de ahora, con mucho suspenso, muchos efectos de los que
él (Oscar Romero) podrá dar más datos que yo,
porque empezamos en forma absolutamente artesanal, digamos; aquellos
sonidos de los caballos que hacíamos sobre pedregullo. Sería
bueno recordar la puerta, que era una puerta corpórea; no
era la del estudio... Era una puerta corpórea hecha por un
carpintero, donde hacíamos los portazos, (
).
MA - Que tenía
ruidos de cerraduras y demás
Y los incendios. Había
un técnico de sonido, un sonidista, que recreaba todos esos
sonidos que aportaban el ambiente a la acción.
EC - Lo maravilloso
es que esos sonidos se iban ejecutando en vivo, todo era en vivo
JA - El famoso
incendio con un ruido de papel, que si lo hiciéramos ahora
la gente creería que se está quemando algo; es simplemente
estrujar un papel celofán.
JV - Faltaba
el sonido del humo.
JA - Del sonido
del humo y de la niebla se encargaba el mensajero nuevo que llegaba
a la radio, a quien siempre se le asignaba la tarea de que fuera
de apuro a buscar a Carve, por ejemplo, el sonido de niebla que
se le había prestado. El pobrecito corría, y el que
estaba enganchado de Carve, le decía: "¡Uy, se
lo llevaron de Montecarlo!", y el pobrecito seguía corriendo
y al final llegaba a la radio con las manos vacías porque
obviamente no existía el sonido de niebla
MA - Algunas
bromas llegaban un poco más lejos. Por ejemplo, hacer una
prueba a alguien que aspiraba a hacer radioteatro, que hiciera un
sonido de humo en el micrófono; era absolutamente desesperante
para el postulante.
***
Escuche un
fragmento de Los Risatómicos
(Grabación)
"-¡Buenas!
¡Buenas, Juancito!
-¡Buena
tiene usted las orejitas!
-¡Ay,
qué amable! ¡El primer cumplido que me decís
desde que nos conocemos! Muchas gracias.
-¡Gracias
tiene usted en su carita!
- Pero mi
vida, está desconocido, sos el hombre (
). ¿Qué
te pasa?
-Fui a lo
de mi tía Tota
-¿Y
qué tiene?
-¡La
Tota, Totita, (
), me dio a tomar bebida!
-¿Estás
mareado?
-¡O
usted es dos veces gorda, o la veo doble!
(Fin de la
grabación)
EC - Los risatómicos,
uno de los programas que tuvieron como guionista a Carlos Maggi;
supongo que lo tienes presente
CM - Sí,
lo tengo bien presente. Yo no estuve durante todo el tiempo; este
libreto, por ejemplo, no lo había escrito yo.
EC - No te reconoces.
CM - No, no,
no; mi estilo era otra cosa, era un estilo expresionista. Lo hice
muchos años, unos cuantos años, me divertí
mucho. Pasaron cosas muy particulares. El avisador era Bylo, aquello
de "Diga By, diga Lo", que era una especie de miel para
niños. El mejor sketch que tenía el programa era un
pesonaje que se llamaba Macabro, que contaba un velorio. Los velorios
eran muy descacharrantes, era el hombre que se había caído
en el dulce de membrillo y había quedado todo confitado,
entonces no sabían cómo velarlo; ese tipo de cosas.
(Risas.)
MA - "¡Pobre
mi amigo González!"
CM -
La mujer del avisador hizo una observación sagaz, dijo: "¿Cómo
para un programa para niños lo que están transmitiendo
es un velorio? Hay que sacarlo". Había que sacarlo porque
era el avisador; vino Bonardo y me dijo: "Hay que sacarlo";
dije: "Bueno, lo sacamos si hay que sacarlo". Pero -siempre
hay un pero-, yo dejé el personajepara que dijera: "Yo
quisiera hablar pero no puedo porque no me deja el avisador. Claro,
si tú mandás una carta que diga 'Macabro sí',
el avisador se daría cuenta de la fuerza que tengo con la
gente"... Y empezaron a recibir cartas y llenaron literalmente
una pieza hasta el techo. El día que volvió -porque
el avisador se dio cuenta cuando le mostraron las cartas, no era
tonto y reinició el programa- esa escalera de mármol
tenía una cancel en el medio y el público forcejeó
tanto que rompió los vidrios, rompió la cancel, entraron,
casi hay desgracias personales, tuvieron que llamar a la Policía
para parar a la gente.
JA - Como dice
Maggi literalmente, comenzó a ponerse una urna inocentemente
y después hubo que poner como un baúl, y después
como un cajón, y yo no sé las dimensiones que tiene
este estudio, pero era similar el lugar que se llenó de cartas.
Lo recuerdo perfectamente.
EC - Varios
de estos programas eran verdaderos fenómenos populares, ¿no?
Esta anécdota que cuenta Carlos es bien ilustrativa; pero
Julia también tiene alguna otra, por ejemplo a propósito
de La Gaceta Sideral
JA - Sí,
La Gaceta Sideral empezó con un marcado éxito, pero
ahí tuvimos una experiencia absolutamente inédita,
porque era mucho el público que la seguía. Era un
diario absolutamente descacharrante, escrito en primera instancia
por Taco Amaral; algunas de las frases más cotidianas habían
cobrado una popularidad increíble. Yo hacía un personaje
"Mariucha la telefonucha", que era un poco remedando una
telefonista que tuvo durante muchos años El Espectador, que
era Enriqueta Latorre, muy especial
EC - Julio la
tiene en la memoria.
JA -
que
solía confundir algunas voces, y una vez
EC - Los informativistas
padecían a esa telefonista.
JA - Padecíamos;
cuando cayó Perón ella ya estaba muy molesta de las
llamadas a la radio
EC - ¿Qué
tipo de llamadas era?
JA - Era simplemente
notificar que había caído Perón, entonces ella
ya estaba absolutamente
EC - Ah, mucha
gente llamaba para pasar ese dato.
JA
- Para constatarlo: "'¿Cayó Perón, cayó
Perón?", hasta que en un momento se puso furiosa: "¡Cayó
Perón, sí!", y dice: "Soy Amengual".
Era el director de la radio; casi se desmaya por haberle contestado
mal al director de la radio.
Pero hablando
de La Gaceta, se nos propone hacerla en el Estadio Centenario, cosa
absolutamente insólita, que repetimos después de muchos
años con "La verdad que sí", que llevamos
hace pocos años dirigida por Luis Trochón... Fue una
experiencia para nosotros que nos hace pensar en lo que debe sentir
un jugador ante ese espacio tan enorme. Eso fue lo que sentimos
los actores al ingresar ahí.
JV - ¡Qué
fonoplatea!
JA - Se habilitaron
algunas tribunas del Estadio Centenario para llevar La Gaceta Sideral
por única vez. Fue un éxito increíble.
CM - ¿Sabés
que yo le puse el nombre a ese programa?
JA - ¡No
me digas
!
CM - Le puse
el nombre y lo iba a hacer, y después no pude. Paco Amaral,
que era mi amigo, fue el que lo hizo. La respuesta popular era mucho
más grande que la que tuvo nunca la televisión. Cuando
hicimos el año de Macabro y pasó todo lo que te conté,
que rompieron la cancel, yo recorrí Montevideo y hubo seis
tablados que se llamaban "Pobre mi amigo González".
EC - ¿Todos
estos programas se hacían con público, en la fonoplatea?
JA - Se hacían
en la fonoplatea, y era tal el éxito
EC - ¿Todos?
JA - Sí,
los humorísticos se hacían todos en la fonoplatea.
EC - Al punto
de que alguna vez se les ocurrió llevar esa fonoplatea al
Estadio.
JA - Sí,
sí. Había otro más reciente, del tiempo del
que estamos hablando ahora, que fue un programa político,
de sátira política, "La cámara de la risa",
libretado por Juceca, Julio César Castro, a quien unos meses
antes de morir le dije en Canal 10: "Parece mentira que una
frase tuya todavía sea absolutamente actual". En ese
programa, La cámara de la risa -que era la Cámara
de Representantes-, dos por tres había formar una comisión
investigadora: "Que se forme una comisión investigadora",
frase que conozco muy de cerca por estar casada con quien estoy
y que todavía se usa. ¡Es increíble! Por cualquier
problema se formaba una comisión investigadora, que desgraciadamente
a veces no llegan a nada; y que me perdone el que me esté
escuchando.
***
EC - Carlos,
no terminaste de contar cómo surgió ese nombre: La
gaceta sideral.
CM - Era el
momento en que había aparecido Gagarin, el primer astronauta,
entonces pensé que el mundo se venía, como se vino,
a la atención sobre el espacio; todavía esos nombres
no estaban hechos, la palabra "astronauta" no existía;
si no le hubiéramos puesto "El astronauta con ustedes",
o alguna cosa así. La gaceta sideral implicaba eso: llegamos
al espacio exterior.
EC - Entre los
guionistas de El Espectador hubo una larga lista de nombres célebres,
como ya ha quedado de manifiesto en esta conversación. Pero
entre ellos hasta ahora no hemos mencionado a Mauricio Rosencof,
a quien Carlos Maggi, casualmente, llevó a El Espectador
como libretista.
CM - Sí,
yo llevé varios amigos ahí; también llevé
a Peloduro (Julio E. Suárez), también Alanis Molina;
todos hicieron su pasaje por ahí con cosas de humor y fueron
muy buenos libretistas. Yo a mi vez fui entrenado, preparado y enseñado
por Silvia Ricco. Me pasó una cosa formidable, el primer
libreto que escribí me reuní con ella para mostrárselo,
ella estaba del otro lado de la mesa y sin poder leer, con el papel
al revés, me dijo: "Eso no sirve"; yo no había
empezado a leer todavía. Porque los párrafos eran
largos, me dijo: "Si en la radio hacés párrafos
de 10 líneas estás perdido; una o dos líneas,
más no se puede". Ahí empecé a aprender
los secretos de guionar para la radio.
EC - Mauricio
Rosencof nos cuenta una anécdota de las muchas que le tocó
vivir cuando trabajaba, en aquellos años, en El Espectador.
(Grabación:
)
"Corrían
los días en que la locución de El Espectador, allá
en la calle Soriano, la hacían -¡mirá qué
tres!- Omar Grasso, que se ha convertido en un referente de la dirección
escénica; Becquer Puig, uno de los mejores poetas que dio
este país; Alfredo Zitarrosa; y estaba Mirtha Acevedo, que
daba el tono y el timbre justo.
Yo trabajaba
en El Espectador por esos días y hacía un programa
con Adolfo Hugo Mañán y Núbel Espino, con fonoplatea;
se dio una historia muy pintoresca porque había un programa,
que era una parte de este mismo programa, donde en la fonoplatea
se sorteaba a alguien que tenía que responder preguntas que
tenían que ver con la nomenclatura de Uruguay, o era un programa
que tenías que decir "By" o "Lo". Te
metían en una cabina hermética, el público
y el locutor salían al aire diciendo de qué se trataba
y al que estaba dentro le preguntaban: '¿Cambia usted media
docena de huevos por un Volkswagen cero quilómetro?', entonces
tenía que decir "By" o "Lo", o sí
o no. Había un sordo que tenía un aparato, un auricular,
que cada vez que había un sorteo se lo daban; el sordo no
perdía nunca. Corrían días en que no se conocían
las radios a transistor, y una vuelta, con Mañán y
Núbel, dijimos 'acá hay algo raro'; entonces lo llevamos
-teníamos un mostrador para tomar algo, eran otros tiempos-
y empezó a reírse, entonces le preguntamos cuál
eran el negocio. Al país no habían llegado todavía
las radios a transistor y éste la había comprado en
el puerto: lo que tenía enchufado a la oreja no era para
sordos, sino que estaba escuchando el programa. Claro, escuchando
el programa dentro de la cabina con un aparato de ésos
Nos reímos mucho y le pedimos que no participara más
en la audición. Eran días formidables.
Recuerdo
que un día bajamos en el ascensor con Roberto Barry, que
estaba haciendo El comisario de Cerro Mocho, que tenía en
la solapa un emblema de la Lista 99 y me enseñó algo
para el humor que es formidable: 'Yo llegó hasta acá
-decía- con el humor; el resto lo pone la gente'. El Espectador
de hoy es dignísimo heredero del que fue".
(Fin de la
grabación)
EC - El programa
"Diga By, diga Lo", era el que formaba parte de esa anécdota.
JV - El que
mencionaba Maggi.
CM - Era el
mismo avisador que antes, unos buenos años antes... porque
Mauricio empezó con un programa que se llamaba "El Zorro",
creo, que era un móvil que recorría la ciudad y daba
detalles del lugar donde estaba, y el participante del juego, que
estaba en el estudio, tenía que decir dónde estaba.
"Acá estoy, frente a un monolito hecho para García
Lorca"; "Ah, en la esquina tal y tal". Ese móvil
iba recorriendo la ciudad y el juego consistía en que se
supiera dónde estaba. Ése fue el primer programa que
le pasé a Mauricio.
EC - Yo llegué
a ver el programa "Diga By, diga Lo" en televisión,
porque después tuvo su versión en televisión,
también conducido por Mañán, si no estoy mal
de la memoria.
MA - Perdón;
lo último que hizo Mañán fue El castillo de
la suerte, que luego convirtió en las puertas que se abrían;
"Diga B, diga Lo" fue hecho por Cacho de la Cruz, que
también fue integrante de esta casa con su orquesta.
EC - Yo juraría
que vi ese programa hecho por Mañán, ¿eh? Y
Julia Amoretti me reafirma. Sí, sí, son de esos recuerdos
fuertes de la infancia. Mañán, como ya quedó
mencionado a lo largo de esta charla, es otra de las figuras emblemáticas
de esta casa, de El Espectador. Después pasó por la
televisión, como pasó con muchas de las estrellas
de la radio.
Ése es
un tema sobre el cual me gustaría preguntarles: ¿cómo
vivieron ustedes la llegada de la televisión? ¿Cómo
vivieron los que eran los grandes referentes, los protagonistas
de la radio, la aparición de esa competencia tan temible?
***
EC - Tenemos
una cantidad de mensajes y preguntas de los oyentes. Por ejemplo,
un oyente de 80 años consulta si es posible que la radio,
allá por el año 27, o sea muy poco después
de haber nacido, tuviera el nombre de una marca: General Electric.
Y efectivamente es así, ese fue el origen de El Espectador.
MA - Empezó
siendo Paradizábal, hay que remitirse mucho a esas cosas
porque nosotros, los que tenemos 70 años, todo lo hemos recibido
por transmisión oral, por haber conocido a los protagonistas,
o por dos excelentes libros, uno escrito por Ildefonso Beceiro y
el otro por Raúl Barbero
CM - Y otro
por Rubén Castillo.
MA - También;
pero ésos son más de historias puntuales, el de Beceiro
y el de Barbero, de las fechas de inauguración, que están
muy mezcladas. Era Paradizábal donde la radio de Uruguay
-tú decías Radio El Espectador específicamente-
tiene varios puntajes de ser ganadora en el mundo. El Espectador
fue la primera radio de Uruguay después de haberse llamado
General Electric porque el equipo comprado era de esa marca; tuvo
el primer locutor comercial del mundo, Luis Viapiana, y fue la primera
radio uruguaya y la segunda en el mundo; la tercera fue la BBC de
Londres.
EC - La asociación
de los nombres de emisoras radiales con marcas fabricantes de receptores
no era casual en aquellos años, el negocio inicialmente era:
montar una programación al aire para que la gente sintiera
la necesidad de comprarse un aparato. En distintas partes del mundo
ocurrió eso, que las grandes fábricas de equipos receptores
ponían sus emisoras para mover el mercado.
***
(Grabación:
)
"Durante
media hora, CX 14 El Espectador, CX 18 Radio Sport y radioemisoras
del interior, le brindarán, informando a todo TEM, una nueva
edición del Radiario TEM, con las principales noticias del
acontecer nacional e internacional. Presenta TEM y su gran red de
distribuidores en todo el país, que brindan el mayor y más
seguro respaldo para el confort de los hogares uruguayos."
(Fin de la
grabación.)
EC - Los integrantes
de la mesa tratan de hacer memoria reconociendo esa voz, la voz
de ese locutor de El Espectador. ¿Han llegado a un cierto
consenso sobre quién podía ser?
JV - Parecida,
por lo menos, a la de Jorge Lencina.
JA - Sí.
EC - De todos
modos, si alguien lo tiene confirmado del otro lado
CM - El mismo
Jorge Lencina: Jorge, llamá, por favor.
EC - Hablemos,
Julio, justamente de los informativos de El Espectador, por lo menos
de los que a ti te tocó vivir a fines de los 50.
JV - Con Lencina
nunca pude completar un informativo de las 23 horas porque nos reíamos
los dos ante cualquier hecho, cualquier noticia que tuviera un carácter
festivo, nos tentábamos y se tenía que ir del estudio
porque era imposible terminar un informativo con él.
JA - Siempre
que en el medio no entrara Mañán disfrazado de fantasma
con papel higiénico todo alrededor y arrastrando cadenas
(Risas.)
EC - Ese tipo
de cosas era bastante frecuente en esa época, ¿no?
JV - Sí,
servía para dominarse uno mismo y lograr seguir con su tarea
a pesar de lo que estuviera ocurriendo en el entorno más
inmediato.
EC - ¿Qué
otros nombres trabajan contigo en aquellos años?
|
Infantino
en acción
|
JV - Cuando
yo arranqué integraba un equipo que dirigía desde
no hacía mucho tiempo Hugo Milton Infantino, donde estaban
Francisco Amaral, Walter Billig, Nelson Rodríguez Gutiérrez,
Deleisis y algunas otras figuras que se fueron alternando en toda
esa época; con la dirección de Infantino. Mucha gente
conoce a Infantino por su época de mayor prestigio desde
el punto de vista de su actividad periodística. Yo lo conocí
en otro carácter, a mi juicio quizás más importante:
su calidad humana. Cuando desarrollaba sus primeras armas como jefe
de la sección informativos de El Espectador; venía
de afuera, creo que de Treinta y Tres, y no tenía, por supuesto,
la formación periodística que fue adquiriendo después
en los años de madurez, que le permitió ocupar un
sitial realmente importante en el periodismo no sólo radial
sino en general en nuestro medio y en el exterior, en agencias informativas.
EC - Antes de
continuar vamos a escuchar a Infantino en una grabación que
también tiene su lugar en la historia, porque fue la entrevista
que le realizó a Ernesto "Che" Guevara.
Escuche el comienzo de la entrevista
(Grabación:
)
"Para
El Espectador de Montevideo, directamente desde La Habana, nos complacemos
y nos honramos en presentarles a Ernesto Guevara, el conocido 'Che'
Guevara, una de las personalidades más singulares de la revolución
cubana.
-¿Qué
puede decirles Guevara a los oyentes uruguayos de los juicios a
los criminales de guerra?
-Es una pregunta
que encierra su pequeña trampa. Desde el punto de vista
"
(Fin de la
grabación)
EC - Esa era
la voz de Infantino, uno de los periodistas uruguayos más
prestigiosos, como tú decías.
JV - Sin duda.
Pero como te digo, en aquella época más bien el destaque
de Infantino se reflejaba en la manera en que lograba conducir a
un grupo de gente bastante calificada, por cierto. En aquel momento,
como decía Maggi, la competencia era con Radio Carve.
CM - Fundamentalmente.
JV - Carve y
El Espectador dominaban el aspecto de la información en el
ámbito radial de nuestro país. En El Espectador se
le daba especial importancia, junto con todas las otras actividades
que se mencionaban anteriormente, a la parte informativa. Allí
Infantino desarrolló esa labor de articulación de
la gente, sabía conducirla, sabía hablar con humildad
y buen sentido de diálogo con todos, limaba las pequeñas
asperezas que suelen producirse en cualquier grupo humano y realmente
dejó una marca indeleble en ese sentido para todos los que
lo conocimos. Lo hemos conversado con compañeros de trabajo
posteriormente a haber dejado nuestra labor en El Espectador.
EC - El período
en el que tú estuviste en el servicio informativo de El Espectador
estuvo pautado de manera bastante fuerte por los hechos argentinos,
¿no?
JV - Fue un
poco antes, pero de todas maneras yo agarré los coletazos.
Carve y El Espectador eran radios muy escuchadas en la época,
sobre todo en la última etapa de Perón, donde había
dificultades en los medios argentinos para expresarse y tenemos
conocimiento de que mucha gente seguía los acontecimientos
a través de las radios uruguayas, en especial Carve y El
Espectador. Después de la caída de Perón venían
incluso delegaciones argentinas -de los opositores a Perón,
obviamente- a conocer la radio y a felicitar por la labor informativa
que se desarrollaba, indicando eso: era la manera en que en la vecina
orilla se conocían determinados acontecimientos.
OR - Lo mismo
pasó durante la Guerra de las Malvinas: los soldados se informaban
mucho mejor de lo que pasaba por las radios uruguayas, sobre todo
El Espectador y Carve.
EC - Se repitió
la historia.
***
Escuche parte
del relato de Julio Villegas
(Grabación:
)
"Pasamos
ahora al equipo 1 (
). Todo va mejor con Coca-Cola. El puntero,
el cuarteto puntero cruzando en este momento avenida Italia y Bolivia
Vamos a ver cómo andan esos muchachos. ¡Bravo Brasil!,
el brasileño Luiz Carlos (
), el italiano Vittorio Martelli;
la segunda ubicación queda el colombiano Joaquín C.
Rodríguez, la cuarta momentáneamente el (
).
Se están turnando cada 50 metros (
) todos ellos, colaborando
para mantener la diferencia (
) que han logrado con respecto
a los perseguidores. ¡Muy bien el colombiano!, ¡muy
bien (
)!"
(Fin de la
grabación)
EC - Ustedes
escucharon bien: Villegas relatando ciclismo, allí le estaban
dando entrada. Una de las facetas escondidas en la carrera del amigo.
JV - Lo que
pasa es que el director de Radio Sport, don Esteban Areano, después
reemplazado por López Baroffio, buscaba en la cantera de
El Espectador, sobre todo en la parte de informativos, a aquel que
tuviera alguna característica de voz que pudiera asimilarse
a los relatos del ciclismo, porque en el ciclismo se necesitaba
mucha gente para las carreras de los domingos y sobre todo para
las vueltas ciclistas del Uruguay, donde era necesario un plantel
muy numeroso. A poco de entrar en El Espectador, en la parte del
informativo, Areano me llamó para ofrecerme, con un contrato
suculento -creo que eran 25 pesos cada tres meses-, integrarme al
plantel de ciclismo. Ahí nació esa inclinación
por ese deporte, que se desarrolló muchos años, porque
después de dejar El Espectador en la parte informativa, López
Baroffio me pidió que siguiera con los relatos de ciclismo
y seguí. Romero me decía que esto que estamos escuchando
-yo no recordaba el año- es de los campeonatos mundiales
de ciclismo del año 68.
***
EC - Dice Miguel
de La Blanqueada: "Los estoy oyendo como todas las mañanas.
Me hacen recordar muchos de los programas que disfruté por
radio en la ciudad de Trinidad, allá por 1955. El comisario
de Cerro Mocho era uno de mis preferidos; recuerdo como si fuera
hoy las transmisiones desde la fonoplatea, a la que nunca pude asistir;
recién vine a Montevideo en 1962. Gracias por los buenos
recuerdos".
Escuche la
presentación y el comienzo de la actuación de Nat
King Cole en el Victoria Plaza
EC - Es la presentación
en vivo en la fonoplatea de El Espectador de Nat King Cole, nada
menos.
MA - La presentación
en vivo, pero no la actuación en vivo.
EC - A ver
Mirtha estaba ahí.
MA - Sí.
EC - ¿Cómo
fue?
MA - Los operadores
siempre fueron los héroes de todas las transmisiones. El
Negro Álvez era el operador de exteriores y fue a instalar
todos los equipos para la actuación de Nat King Cole en el
Zafiro Room del Victoria Plaza. Empezó muy temprano: los
micrófonos para la orquesta, los micrófonos para el
cantante, todo el armado pronto y listo, y en el momento de salir
al aire la presentación se cortó el micrófono
que había costado una fortuna. Un oído muy avezado
se dará cuenta de que la voz que sale de Nat King Cole en
este momento es la del disco, no la de la actuación. Se habían
puesto los cables de los micrófonos sobre una puerta vaivén
que daba a una kitchenet que estaba al lado del Zafiro Room, y en
el roce y el vaivén de la puerta todo el día se cortó
justo ese cable. El heroico operador de turno, Stefano, manoteó
un disco de Nat King Cole que tenía en la mesa y lo puso
al aire. O sea que el primer tema que los oyentes de El Espectador
escucharon no fue Nat King Cole en vivo: fue una grabación.
EC - Entretelones
que quizás algunos oyentes de aquel programa estén
descubriendo recién en este momento.
OR - Se les
puede haber pasado.
EC - ¡Qué
épocas, ¿no?!, cuando figuras como éstas llegaban
traídas por emisoras de radio uruguayas. ¿Qué
otros nombres podemos citar?
MA - Dentro
de la línea de El Espectador -yo siempre digo: no conocimos,
sino que pisamos el mismo escenario por un ratito- Nat Cole, (
),
que me tocó presentar, Marlene Dietrich, de las figuras internacionales
muy conocidas; luego todas las figuras del Río de la Plata
que se te ocurran.
EC - Una señora
recuerda a la soprano Lily Pons.
MA - Fue la
primera.
EC - Dice que
se dobló un tobillo a la entrada de la radio; ¿puede
ser?
MA - Está
en la historia -obviamente eso fue hace muchísimo tiempo-,
lo recuerda Ildefonso Beceiro en su libro. Dice que convencida Lily
Pons, por entonces la soprano más famosa del mundo, para
que viniera a El Espectador, el día que vino consiguieron
prestado -trato de citar lo más textual posible lo que decía
Beceiro- un auto para traerla, como si fuera una limusina. Llovía
y el auto quedó bastante lejos de los estudios. Al bajar
se torció un tobillo, se mojó toda, pero con un gran
humor igual llegó a los estudios a acceder a una entrevista.
EC - También
en esa platea, por supuesto, se presentaron, en muchos casos por
primera vez, artistas uruguayos, músicos y grupos musicales
uruguayos, ¿no? ¿Cuáles?
MA - Los Olimareños,
Anselmo Grau
EC - ¿Es
cierto que Los Olimareños nacieron gracias al olfato de Walter
Alfaro?
JA
- De Walter Alfaro y de Arteagaveytia, el Gato Arteagaveytia -el
Gato Flaco para muchos de nosotros-, un gran libretista. Lo que
escuchábamos en la presentación que se hacía
a propósito de Nat King Cole era un libreto; por lo general
esos libretos eran de Arteagaveytia, que además se encargaba
de ayudar a Alfaro -con el gran oído musical de Alfaro- con
la gente que venía a ofrecer su actuación. Así
descubrieron a Alan Gómez, a Anselmo Grau, a Los Olimareños
(foto), y años después a Mercedes Sosa, que debutó
no siendo la cantante que es, porque realmente estaba pasando muy
mal económicamente, vivía en una pensión -yo
no estaba en El Espectador, pero lo supe- a la vuelta de Yaguarón
y Soriano, cerca de la radio, y fue a acompañar a su esposo;
ahí la descubrieron, la hicieron cantar por primera vez en
El Espectador.
***
EC - Desde la
audiencia recuerdan no sólo los oyentes, también los
protagonistas; por ejemplo tuvimos recién una llamada de
Renée Franco
JA - Locutora.
EC -
que
tenía presente que había sido ella, junto a Zitarrosa
y a Becquer Puig, quienes habían presentado a Marlene Dietrich
en el Zafiro Room del Victoria Plaza.
JA - Exactamente;
y ese día actuaba en el mismo escenario Ima Zumac, una cantante
peruana, entonces habíamos dos grupos de locutores haciendo
cada uno la presentación de ese programa.
***
Escuche a
Raimundo Soto
(Audio)
"Bueno,
amigos. Estuvimos musicando en este programa de El Espectador de
los sábados a las siete y diez, y estamos ahora con las novias
de todos los muchachos que tienen en la Facultad de Ingeniería
de México. (
)" (Música.)
(Fin audio)
EC - La voz
inconfundible de Raimundo Soto, conduciendo en ese caso uno de los
tantos programas de preguntas y respuestas que caracterizaron a
la época de oro de la radio.
Con esto quería
terminar esta charla con ustedes esta mañana: ¿qué
período abarca lo que se suele llamar época de oro
de la radio? ¿Cuál fue el gran auge, éste de
las fonoplateas, de los radioteatros, de las actrices y los locutores
convertidos en estrellas de los que se ocupaban las revistas de
chismes, en fin? ¿Cuál exactamente ese período?
MA - Creo, por
lo que me cuentan mis hermanos Violeta y Raúl, que protagonizaron
realmente esa década de oro, que fue a partir del 40, donde
ellos eran verdaderamente ídolos, no podían ni salir
a la calle precisamente porque la gente, como tenía la oportunidad
de conocerlos personalmente a través de la versión
teatral que se hacía del radioteatro, los seguía para
verlos. Tenían una popularidad increíble; la misma
que puede tener ahora una estrella de televisión.
EC - Los años
40, 50; de esa época es el programa de Raimundo Soto que
traíamos de los archivos; y después los años
60, cuando aparece la competencia de la televisión. ¿Cómo
fue ese momento, cómo fue el surgimiento de ese competidor
tan desafiante?
JA - Creo que
la radio tuvo muchísimo que ver -Mirtha también puede
decir- en el fogueo, en la soltura que nos dio, para la televisión.
Como nosotros habíamos hecho mucha fonoplatea y algunos también
teatro, no vivimos con tanto miedo; sí con un poco de temor
de que la radio pudiera desaparecer -por suerte eso no sucedió-,
pero le debemos mucho los que desde el primer día vivimos
ese momento con mucho susto. Creo que todavía, los que hace
tanto tiempo que hacemos televisión, lo vivimos no con tanto
miedo, pero sí con esa responsabilidad. Creo que Mirtha podría
decir, que también fue una de las estrellas de televisión
en cuanto a conducción de programas, cómo lo vivimos.
MA - Fue un
pase obligatorio, porque empezaban a transmitir desde Canal 10,
desde los estudios, (
) y se hacía en simultáneo
por Carve y El Espectador programas que venían a El Espectador.
Claro, todos los que sabíamos pararnos o hablábamos
con cierta soltura por la fonoplatea fuimos a parar a la televisión
obligados.
EC - ¿Pero
qué pensaban que iba a pasar con la radio?
MA - Ah, yo
por lo menos era muy inconsciente, porque además nunca me
enamoré de la televisión -a lo mejor la televisión
tampoco se enamoró de mí-, pero como después
pasé a una actividad de agencia de publicidad sé que
la televisión logró dañar económicamente
mucho a la radio; no en la calidad de la difusión, no en
la calidad de los hombres y mujeres que siguieron trabajando, sino
en el aporte económico publicitario.
EC - Julio,
¿qué recuerdos tienes tú de ese momento?
JV - Sin duda
la parte de la publicidad fue el motivo por el cual evidentemente
la radio sintió el cimbronazo de la aparición de la
televisión, que era la gran novedad y para las agencias,
los avisadores, los empresarios, era un vehículo nuevo, la
vedette del momento y por lo tanto canalizaban buena parte de sus
cuotas publicitarias hacia la televisión, en desmedro de
los programas radiales. Eso obviamente se fue sintiendo, no hay
ninguna duda.
MA - Era impensado,
por ejemplo, que pudiera suceder lo que sucede ahora en algunas
horas: que la gente recurre a la radio y prescinde de la televisión.
EC - Porque
aquí está la radio, vivita y coleando, 80 años
después, a pesar de la televisión.
***
Escuche a
Alfredo Zitarrosa y Julio Sosa
(Grabación:
)
"(Aplausos.)
Gracias, Armando Pontier, por estos 11 años, inolvidables
para mí, que cimentaron mi carrera artística. Gracias,
pueblo uruguayo; gracias a todos mis amigos; queda con ustedes no
sólo mi canción sino también mi corazón
de uruguayo y de artista. (Aplausos)
Julio Sosa
tuvo la posibilidad de cantar con Pontier, se encontraron -el lugar
no interesa- y Julio tuvo que cantarle algo a Armando. Eligió
para ello un tango de Flores y Aguilar: Tengo miedo. Otro día
Julio Sosa tiene la oportunidad de ingresar al teatro, de seguir
su destino de triunfos, de dejar a un gran maestro, un gran compositor
y un gran amigo, y ese día, el último que actúa
junto a él y su orquesta, Julio tiene que cantar el último
tango con Armando, en su propia patria. Y también para ese
día un montón enorme de recuerdos que se agolpan en
su corazón de hombre y de artista (
)"
(Fin de la
grabación)
EC - Con Alfredo
Zitarrosa, nada menos, presentando a Julio Sosa, vamos a cerrar
esta tertulia especial.
(Sigue la
grabación:)
"(
)
y entona hoy Julio Sosa: Tengo miedo. (Música.)"
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
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