Aspen, paraíso de invierno
"Fue amor a primera vista. Estaba seguro
que Dios había hecho a este pueblo, pensando en los esquiadores,
y que solamente faltaba que alguien lo hiciera realidad".
Friedl Pfeifer. En la Gazeta de Colorado springs.
Año 1945.
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Hoy volvemos a visitar Estados Unidos pero nos vamos juntos un
poquito más al sur, al estado de Colorado, con frío
y nieve, en pleno invierno
Les proponemos, en la Puerta de
Embarque del "Mapamundi" de hoy cerrar los ojos, serenar
los sentidos, y dejarse llevar a: "Aspen, paraíso de
invierno".
Aeropuerto... carpa
El
aeropuerto de Denver es de una arquitectura absolutamente original.
En todos nuestros viajes nunca vimos nada igual. Miren que Denver
es durante meses el aeropuerto con más movimiento en Estados
Unidos. Sin embargo su terminal es una grandiosa carpa. Inspirado
en las carpas tradicionales de los indios Arapaho y Cheyenne, nativos
de Colorado, los arquitectos Fentress y Bradburn cubrieron la terminal
de pasajeros más grande del mundo (eso era en 1994) con una
gigantesca carpa estructural de una tela de fibra de vidrio blanca.
Bajo la carpa, en la terminal de pasajeros, el efecto de la luz
del día trasluciéndose por la tela de la carpa gigante
da una sensación muy cálida y natural. Y desde lejos
-cuando uno ve el enorme aeropuerto en medio del valle de Denver-
parece una tienda beduina en medio de un gran desierto.
Después
de recoger la 4x4 que habíamos alquilado, dejamos Denver
atrás tomando rumbo al oeste por la ruta Interestatal 70.
Hasta Aspen, es un recorrido de cuatro horas. A la salida del aeropuerto,
después de la primera loma, uno ya tiene una vista impactante
de un muro montañoso de Sur a Norte, las "Rocky Mountains",
totalmente blancas, cubiertas con las primeras nevadas del invierno
Quince minutos después, uno ya empieza a elevarse en línea
recta. La carretera es muy ancha y muy segura. En los peores repechos,
los camiones tienen su propia senda a la derecha para no enlentecer
el tráfico de autos y en las peores bajadas los camiones
también tienen una senda de seguridad a la derecha, protegida
con barreras, por si recalientan los frenos
Una
media hora después de haber tomado la ruta 70, estamos a
punto de alcanzar nuestra mayor altitud sobre las montañas.
Es el "Paso Moffat", a 4.300 metros sobre el nivel del
mar. La altura se siente en los oídos y en el aire que se
hace muy frío, seco y traslúcido. A esta altura, nieva
casi todo el año y a los camiones se les exige que instalen
sus "cadenas", unas mallas hechas con cadenas de acero
con las que cubren las ruedas, y así los camiones pesados
consiguen mayor adherencia sobre la nieve.
Después del Paso Moffat, la carretera se hace realmente
pintoresca, bajando por valles, bordeando ríos y cañones,
subiendo nuevamente, pasando por otros resorts de invierno (menos
famosos que Aspen), cruzando puentes y túneles prevenidos
con carteles que dicen: "recuerden prender las luces, quitarse
los lentes de sol e interrumpir sus llamadas por celulares",
y después de cruzar el túnel dicen: "¿Todavía
tiene las luces prendidas?"
Una perfecta postal navideña
Apenas llegamos a Aspen, y antes de llegar al hotel, hicimos nuestra
primera recorrida por la ciudad. "Ciudad", en realidad,
Aspen no es una ciudad, es un pueblo. Tiene 86 manzanas (las acabo
de contar en el mapa), y tres semáforos. Pero es el pueblo
mejor cuidado y más encantador que hayamos visitado
La nieve, que lo cubre todo, le da un encanto muy especial. Su blanco
inmaculado, todo lo mejora, y unifica cada rincón de un pueblo,
ya de por sí, muy coqueto. La nieve cubre las pistas de esquí,
y como un baño de azúcar impalpable, cubre los techos
y cornisas de las casas, las ramas de los pinos, los viejos faroles
de hierro fundido del alumbrado, y todas las decoraciones navideñas
(moñas rojas, coronas verdes), con las que Aspen compone
la más perfecta postal de Navidad.
A
los barrios residenciales del centro de Aspen los unifica, además
de la nieve y las ardillas que corretean de un lado al otro, la
arquitectura victoriana de sus casas, mantenidas a la perfección,
y -declaradas en su conjunto como "patrimonio histórico
nacional"-. La prosperidad minera de Aspen a fines del Siglo
pasado, cambió la plata de sus minas, por la filigrana en
madera y el adorno de porches, ventanas, y los tejados puntiagudos
de sus casas victorianas.
A los ricos y famosos de Estados Unidos les encanta ir a Aspen,
tanto para las fiestas de fin de año, como en el verano.
Supuestamente, durante nuestra estadía, estaba Jack Nicholson
y un grupo de amigos
En Aspen, las estrellas están
por todos lados. Tanto, que es imposible saber quién es una
estrella y quién no. De tantos jets particulares, el diminuto
aeropuerto de Aspen, ya no permite que se queden sobre la pista
por más de media hora. Los jets tienen que irse a cualquier
otro lado, y hacer lugar. Y en las calles, se ven más limusinas,
que los ómnibus gratis que ofrece la ciudad con todo confort:
calefacción, asientos tapizados y un compartimiento fuera
de borda donde desordenadamente todos los esquiadores colocan sus
preciados esquís.
Es gracioso, pero en los hoteles, cuando los ricos se van a esquiar,
en el lobby queda un ejército de "mayordomos de familia",
organizando el día de sus patrones: haciendo reservaciones
para los restaurantes, confirmando los vuelos de regreso, preparando
la ropa o las valijas para la vuelta.
Aspen azul...
Me
acuerdo que al final de nuestro primer día de trabajo, con
el camarógrafo Carlos Trobo, buscamos una calle alta, desde
donde hacer unas tomas panorámicas de toda la ciudad. Esperamos
mucho rato, hasta que la luz fuera la correcta. Nos moríamos
de frío y se nos congelaban las camperas; pero la magia del
atardecer valió la pena. De a poquito, las luces de las calles
y las casas, se fueron prendiendo. De a poquito, la nieve -con una
noche despejada con luna-, se hizo azul. Aspen se bañó
de azul, y sus calles se salpicaron de gotitas de luz. La ciudad
y sus famosos, no parecían otra cosa que una preciosa casa
de muñecas en miniatura, como esos grandes juguetes de ferrocarriles
en miniatura que siempre quise tener, donde todo es chiquito y perfecto,
producto de nuestros sueños
Así nos quedó
grabada Aspen como un paraíso, imaginado y real.
Para aprovechar el día en la montaña nos tuvimos
que despertar bien tempranito. De noche había nevado, y había
que aprovechar la nieve fresca
Al pie de la montaña Aspen nos estaba esperando uno de los
Ambassadors de la ciudad, quien iba a ser el guía nuestro
durante la estadía. La montaña cuenta con cientos
de "Ambassadors", o embajadores... o guías, en
alta temporada, que ofician de asistentes de los turistas. Casi
todos son jóvenes, o bastante jóvenes, conocen Aspen
y los deportes de invierno, son fácilmente reconocibles por
los uniformes rojos de la "Aspen Skii Company", hablan
varios idiomas, incluso hay varios jóvenes uruguayos que
trabajan como embajadores en Aspen cada temporada
Esquí seguro
En
las pistas uno se siente muy seguro. Hay teléfonos por todos
lado, uno está rodeado de decenas de patrullas de rescate
en esquís y en "snowmobiles", las motos de nieve
Capaz que por esto, no sé, pero después de un rato
de andar zigzagueando, como que le agarré confianza. ¡Para
qué! Cuando me di cuenta iba demasiado rápido, demasiado
pronto. La pendiente era tan empinada que ni veía la nieve
de la pista. Iba como en el vacío. Me dio una sensación
de pánico terrible
Tirarse al suelo no era ninguna
solución (seguiría rodando hasta la entrada del pueblo),
pero fue lo único que se me ocurrió. Me di tremendo
porrazo. Y no fue el único. Fueron varios. Igual todos me
felicitaban. A mí me dolía todo el cuerpo, y el amor
propio. A mi lado pasaban lisiados esquiando, varios niñitos
de 5 años con sus esquís en miniatura detrás
del instructor, decenas de chicos en snowboards, un papá
con su bebé a la espalda. Y yo en el suelo
Tendría
que haberme dado cuenta que la montaña de Aspen tiene sólo
pistas azules (o sea "muy difíciles"), o negras
y doble negras (para expertos solamente). Mi instructor me dijo:
mañana vamos a probar en las verdes y amarillas. Yo igual
me divertí como loca
Vamos
a calentarnos un poquito. Paramos en la cima de la montaña,
coronada por un impresionante parador alpino, de madera y piedra,
con lobbys y restaurantes rodeados de ventanales panorámicos
donde los esquiadores y esquiadoras, se quitan sus abrigos, cuentan
sus hazañas alrededor de la estufa a leña y contemplan
en silencio la majestuosidad de las montañas que a veces
desafían.
Aspen y su historia
La temperatura promedio en el invierno es de 10 grados bajo cero,
y tiene un promedio anual de nieve de 800 centímetro, absolutamente
ideal para un resort de invierno. Aspen lo ha sido desde hace 50
años pero su fundación se remonta 120 años
atrás. En 1879, dos buscadores mineros encuentran una veta
de plata a casi 4.000 metros de altura, en pleno territorio de los
indios Ute. 50 kilómetros más abajo establecen un
campamento que llaman primero ciudad "Ute", y después
aspen (en honor a los álamos de la región,; en inglés
"aspen"). Diez años después, en 1879, Aspen
ya contaba con 12.000 habitantes, una Casa de Opera y hoteles de
primera clase, dos vías de tren, y corriente eléctrica
en todo el pueblo, iluminando las calles con los mismos faroles
de hierro fundido que aún funcionan en el centro.
Pero
cuando en 1893, el Tesoro de Estados Unidos cambió de la
plata al oro, como referencia monetaria, la economía de Aspen
colapsó. Las minas cerraron y las fortunas se esfumaron.
Aspen se transformó casi, en un pueblo fantasma
En los años 30, Aspen formaba parte del circuito amateur
de esquí y tenía instalado un ascenso con lanchones
de madera remolcados por un cable de acero.
En 1941, Aspen fue la base de entrenamiento de la 10ª.División
de Montaña del Ejército norteamericano. El entrenador
era un austríaco de nombre Friedl Pfeifer, quien prometió
que después de la guerra volvería a Aspen. Así
lo hizo. En 1945 se asoció con el magnate de Chicago Walter
Paepcke para instalar aerosillas en toda la montaña, y con
esto fundar la Aspen Skiing Company, la que ha mantenido durante
50 años la concesión de deportes y turismo de las
cuatro montañas de Aspen, situadas en el Parque Nacional
de Río Blanco
"Apres-Ski"
Ahora
nos falta contarles de toda la movida que hay en Aspen. Cuando cierran
las pistas de ski muy temprano, a las 5 de la tarde, un poquito
antes de que baje el sol, y las máquinas dejan prontas las
pistas para la mañana siguiente
Esta es la hora que comienza lo que aquí llaman "aprés-ski".
Sí, lo dije bien, una palabra en francés y otra en
inglés (aprés-ski), "después del esquí",
una expresión muy chic, que es toda una cultura de la diversión,
refinada y "casual", al mejor estilo de Aspen.
Las veredas se llenan de parejas y grupos de amigos, de jeans y
tapados de piel, tacos altos y Reebooks, que recorren las 300 tiendas
y boutiques más exclusivas, las 40 galerías de arte
del centro, comprando de todo mientras deciden a cuál de
los 100 restaurantes de Aspen o Snowmass irán a cenar.
Lo más probable es que tomen un licor de huevo, con mucho
alcohol y clavo de olor en la Taverna Ayax (al pie de la montaña
Aspen), o coman una pizza italiana en horno de ladrillo en "MezzaLuna",
mientras miran un partido de fútbol americano, para después
cenar en el restaurante del Ritz, o el "Renaissance",
los dos mejores de Aspen. Son carísimos, dicho esto por los
propios aspenianos, así que imagínense
Y
la movida sigue. A pesar del frío, a pesar de que nuestras
camperas térmicas se congelan como papel, unos valientes
patinan sobre hielo al aire libre y los turistas caminan por las
veredas de un restaurante, a un boliche, a una discoteca. Con el
frío, hay que tener cuidado con no resbalar en el hielo al
cruzar la calle. Las veredas del centro son seguras, porque tienen
instaladas losas radiantes que derriten la nieve que cae. ¿Qué
tal?
Los dos boliches que están de moda son "Shooters"
con música country en vivo y ambiente cowboy, y el "Double
Diamond", para bailar al rock de las bandas de aspen más
conocidas
El agite termina obligatoriamente a las 2 de la
mañana, cuando por ley, todos tienen que irse a su casa,
a dormir y a soñar con el mejor día de esquí
de toda su vida, con sol, despejado, y nieve fresca que ellos serán
los primeros en estrenar
No deje de ver, no se pierda
En Aspen no todo es esquiar. También pueden recorrer las
montañas en Snowcats (algo así como vans con orugas
para la nieve), o en trineos tirados por perros, y si el día
está despejado no dejen de hacer un viaje en globo, pero
reserven con anticipación! Y claro que si van a Aspen, no
pueden dejar de conocer otros lugares del estado de Colorado, como:
.
Denver (una gran ciudad, con mucho para hacer y ver)
. Colorado Springs (donde está la Academia de la Fuerza
Aérea de EE.UU., o el Jardín de los Dioses, una "deformación"
geológica hermosa y sorprendente al pie de las Rocosas)
. Y las Ciudades de los indios Anasazi, cavadas en la roca de las
montañas, al sur, en la frontera con Nuevo México
La mayor envidia que me dio Aspen, fue la piscina de aguas termales
que tenía el hotel. Cada vez que cenábamos, de noche,
a la intemperie, del otro lado de los ventanales, veíamos
como varias barras de amigos muy jóvenes y temerarios, se
bañaban en shorts y bikinis como si tal cosa, mientras desde
el borde de la piscina hasta Alaska todo estaba cubierto por 30
cm de nieve. Yo me moría de ganas, pero soy muy profesional,
morirme de ganas sí, pero de un resfrío no. El agua
de la piscina era más que ideal (25 grados), pero la temperatura
exterior era de 17 grados bajo cero
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