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28.10.2003























 

 


Aspen, paraíso de invierno

"Fue amor a primera vista. Estaba seguro que Dios había hecho a este pueblo, pensando en los esquiadores, y que solamente faltaba que alguien lo hiciera realidad".

Friedl Pfeifer. En la Gazeta de Colorado springs. Año 1945.



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Hoy volvemos a visitar Estados Unidos pero nos vamos juntos un poquito más al sur, al estado de Colorado, con frío y nieve, en pleno invierno… Les proponemos, en la Puerta de Embarque del "Mapamundi" de hoy cerrar los ojos, serenar los sentidos, y dejarse llevar a: "Aspen, paraíso de invierno".


Aeropuerto... carpa

El aeropuerto de Denver es de una arquitectura absolutamente original. En todos nuestros viajes nunca vimos nada igual. Miren que Denver es durante meses el aeropuerto con más movimiento en Estados Unidos. Sin embargo su terminal es una grandiosa carpa. Inspirado en las carpas tradicionales de los indios Arapaho y Cheyenne, nativos de Colorado, los arquitectos Fentress y Bradburn cubrieron la terminal de pasajeros más grande del mundo (eso era en 1994) con una gigantesca carpa estructural de una tela de fibra de vidrio blanca. Bajo la carpa, en la terminal de pasajeros, el efecto de la luz del día trasluciéndose por la tela de la carpa gigante da una sensación muy cálida y natural. Y desde lejos -cuando uno ve el enorme aeropuerto en medio del valle de Denver- parece una tienda beduina en medio de un gran desierto.

Después de recoger la 4x4 que habíamos alquilado, dejamos Denver atrás tomando rumbo al oeste por la ruta Interestatal 70. Hasta Aspen, es un recorrido de cuatro horas. A la salida del aeropuerto, después de la primera loma, uno ya tiene una vista impactante de un muro montañoso de Sur a Norte, las "Rocky Mountains", totalmente blancas, cubiertas con las primeras nevadas del invierno… Quince minutos después, uno ya empieza a elevarse en línea recta. La carretera es muy ancha y muy segura. En los peores repechos, los camiones tienen su propia senda a la derecha para no enlentecer el tráfico de autos y en las peores bajadas los camiones también tienen una senda de seguridad a la derecha, protegida con barreras, por si recalientan los frenos…

Una media hora después de haber tomado la ruta 70, estamos a punto de alcanzar nuestra mayor altitud sobre las montañas. Es el "Paso Moffat", a 4.300 metros sobre el nivel del mar. La altura se siente en los oídos y en el aire que se hace muy frío, seco y traslúcido. A esta altura, nieva casi todo el año y a los camiones se les exige que instalen sus "cadenas", unas mallas hechas con cadenas de acero con las que cubren las ruedas, y así los camiones pesados consiguen mayor adherencia sobre la nieve.

Después del Paso Moffat, la carretera se hace realmente pintoresca, bajando por valles, bordeando ríos y cañones, subiendo nuevamente, pasando por otros resorts de invierno (menos famosos que Aspen), cruzando puentes y túneles prevenidos con carteles que dicen: "recuerden prender las luces, quitarse los lentes de sol e interrumpir sus llamadas por celulares", y después de cruzar el túnel dicen: "¿Todavía tiene las luces prendidas?"

Una perfecta postal navideña

Apenas llegamos a Aspen, y antes de llegar al hotel, hicimos nuestra primera recorrida por la ciudad. "Ciudad", en realidad, Aspen no es una ciudad, es un pueblo. Tiene 86 manzanas (las acabo de contar en el mapa), y tres semáforos. Pero es el pueblo mejor cuidado y más encantador que hayamos visitado… La nieve, que lo cubre todo, le da un encanto muy especial. Su blanco inmaculado, todo lo mejora, y unifica cada rincón de un pueblo, ya de por sí, muy coqueto. La nieve cubre las pistas de esquí, y como un baño de azúcar impalpable, cubre los techos y cornisas de las casas, las ramas de los pinos, los viejos faroles de hierro fundido del alumbrado, y todas las decoraciones navideñas (moñas rojas, coronas verdes), con las que Aspen compone la más perfecta postal de Navidad.

A los barrios residenciales del centro de Aspen los unifica, además de la nieve y las ardillas que corretean de un lado al otro, la arquitectura victoriana de sus casas, mantenidas a la perfección, y -declaradas en su conjunto como "patrimonio histórico nacional"-. La prosperidad minera de Aspen a fines del Siglo pasado, cambió la plata de sus minas, por la filigrana en madera y el adorno de porches, ventanas, y los tejados puntiagudos de sus casas victorianas.

A los ricos y famosos de Estados Unidos les encanta ir a Aspen, tanto para las fiestas de fin de año, como en el verano. Supuestamente, durante nuestra estadía, estaba Jack Nicholson y un grupo de amigos… En Aspen, las estrellas están por todos lados. Tanto, que es imposible saber quién es una estrella y quién no. De tantos jets particulares, el diminuto aeropuerto de Aspen, ya no permite que se queden sobre la pista por más de media hora. Los jets tienen que irse a cualquier otro lado, y hacer lugar. Y en las calles, se ven más limusinas, que los ómnibus gratis que ofrece la ciudad con todo confort: calefacción, asientos tapizados y un compartimiento fuera de borda donde desordenadamente todos los esquiadores colocan sus preciados esquís.

Es gracioso, pero en los hoteles, cuando los ricos se van a esquiar, en el lobby queda un ejército de "mayordomos de familia", organizando el día de sus patrones: haciendo reservaciones para los restaurantes, confirmando los vuelos de regreso, preparando la ropa o las valijas para la vuelta.

Aspen azul...

Me acuerdo que al final de nuestro primer día de trabajo, con el camarógrafo Carlos Trobo, buscamos una calle alta, desde donde hacer unas tomas panorámicas de toda la ciudad. Esperamos mucho rato, hasta que la luz fuera la correcta. Nos moríamos de frío y se nos congelaban las camperas; pero la magia del atardecer valió la pena. De a poquito, las luces de las calles y las casas, se fueron prendiendo. De a poquito, la nieve -con una noche despejada con luna-, se hizo azul. Aspen se bañó de azul, y sus calles se salpicaron de gotitas de luz. La ciudad y sus famosos, no parecían otra cosa que una preciosa casa de muñecas en miniatura, como esos grandes juguetes de ferrocarriles en miniatura que siempre quise tener, donde todo es chiquito y perfecto, producto de nuestros sueños… Así nos quedó grabada Aspen como un paraíso, imaginado y real.

Para aprovechar el día en la montaña nos tuvimos que despertar bien tempranito. De noche había nevado, y había que aprovechar la nieve fresca…

Al pie de la montaña Aspen nos estaba esperando uno de los Ambassadors de la ciudad, quien iba a ser el guía nuestro durante la estadía. La montaña cuenta con cientos de "Ambassadors", o embajadores... o guías, en alta temporada, que ofician de asistentes de los turistas. Casi todos son jóvenes, o bastante jóvenes, conocen Aspen y los deportes de invierno, son fácilmente reconocibles por los uniformes rojos de la "Aspen Skii Company", hablan varios idiomas, incluso hay varios jóvenes uruguayos que trabajan como embajadores en Aspen cada temporada…

Esquí seguro

En las pistas uno se siente muy seguro. Hay teléfonos por todos lado, uno está rodeado de decenas de patrullas de rescate en esquís y en "snowmobiles", las motos de nieve… Capaz que por esto, no sé, pero después de un rato de andar zigzagueando, como que le agarré confianza. ¡Para qué! Cuando me di cuenta iba demasiado rápido, demasiado pronto. La pendiente era tan empinada que ni veía la nieve de la pista. Iba como en el vacío. Me dio una sensación de pánico terrible… Tirarse al suelo no era ninguna solución (seguiría rodando hasta la entrada del pueblo), pero fue lo único que se me ocurrió. Me di tremendo porrazo. Y no fue el único. Fueron varios. Igual todos me felicitaban. A mí me dolía todo el cuerpo, y el amor propio. A mi lado pasaban lisiados esquiando, varios niñitos de 5 años con sus esquís en miniatura detrás del instructor, decenas de chicos en snowboards, un papá con su bebé a la espalda. Y yo en el suelo… Tendría que haberme dado cuenta que la montaña de Aspen tiene sólo pistas azules (o sea "muy difíciles"), o negras y doble negras (para expertos solamente). Mi instructor me dijo: mañana vamos a probar en las verdes y amarillas. Yo igual me divertí como loca…

Vamos a calentarnos un poquito. Paramos en la cima de la montaña, coronada por un impresionante parador alpino, de madera y piedra, con lobbys y restaurantes rodeados de ventanales panorámicos donde los esquiadores y esquiadoras, se quitan sus abrigos, cuentan sus hazañas alrededor de la estufa a leña y contemplan en silencio la majestuosidad de las montañas que a veces desafían.

Aspen y su historia…

La temperatura promedio en el invierno es de 10 grados bajo cero, y tiene un promedio anual de nieve de 800 centímetro, absolutamente ideal para un resort de invierno. Aspen lo ha sido desde hace 50 años pero su fundación se remonta 120 años atrás. En 1879, dos buscadores mineros encuentran una veta de plata a casi 4.000 metros de altura, en pleno territorio de los indios Ute. 50 kilómetros más abajo establecen un campamento que llaman primero ciudad "Ute", y después aspen (en honor a los álamos de la región,; en inglés "aspen"). Diez años después, en 1879, Aspen ya contaba con 12.000 habitantes, una Casa de Opera y hoteles de primera clase, dos vías de tren, y corriente eléctrica en todo el pueblo, iluminando las calles con los mismos faroles de hierro fundido que aún funcionan en el centro.

Pero cuando en 1893, el Tesoro de Estados Unidos cambió de la plata al oro, como referencia monetaria, la economía de Aspen colapsó. Las minas cerraron y las fortunas se esfumaron. Aspen se transformó casi, en un pueblo fantasma…

En los años 30, Aspen formaba parte del circuito amateur de esquí y tenía instalado un ascenso con lanchones de madera remolcados por un cable de acero.

En 1941, Aspen fue la base de entrenamiento de la 10ª.División de Montaña del Ejército norteamericano. El entrenador era un austríaco de nombre Friedl Pfeifer, quien prometió que después de la guerra volvería a Aspen. Así lo hizo. En 1945 se asoció con el magnate de Chicago Walter Paepcke para instalar aerosillas en toda la montaña, y con esto fundar la Aspen Skiing Company, la que ha mantenido durante 50 años la concesión de deportes y turismo de las cuatro montañas de Aspen, situadas en el Parque Nacional de Río Blanco…

"Apres-Ski"

Ahora nos falta contarles de toda la movida que hay en Aspen. Cuando cierran las pistas de ski muy temprano, a las 5 de la tarde, un poquito antes de que baje el sol, y las máquinas dejan prontas las pistas para la mañana siguiente…

Esta es la hora que comienza lo que aquí llaman "aprés-ski". Sí, lo dije bien, una palabra en francés y otra en inglés (aprés-ski), "después del esquí", una expresión muy chic, que es toda una cultura de la diversión, refinada y "casual", al mejor estilo de Aspen.

Las veredas se llenan de parejas y grupos de amigos, de jeans y tapados de piel, tacos altos y Reebooks, que recorren las 300 tiendas y boutiques más exclusivas, las 40 galerías de arte del centro, comprando de todo mientras deciden a cuál de los 100 restaurantes de Aspen o Snowmass irán a cenar.

Lo más probable es que tomen un licor de huevo, con mucho alcohol y clavo de olor en la Taverna Ayax (al pie de la montaña Aspen), o coman una pizza italiana en horno de ladrillo en "MezzaLuna", mientras miran un partido de fútbol americano, para después cenar en el restaurante del Ritz, o el "Renaissance", los dos mejores de Aspen. Son carísimos, dicho esto por los propios aspenianos, así que imagínense…

Y la movida sigue. A pesar del frío, a pesar de que nuestras camperas térmicas se congelan como papel, unos valientes patinan sobre hielo al aire libre y los turistas caminan por las veredas de un restaurante, a un boliche, a una discoteca. Con el frío, hay que tener cuidado con no resbalar en el hielo al cruzar la calle. Las veredas del centro son seguras, porque tienen instaladas losas radiantes que derriten la nieve que cae. ¿Qué tal?

Los dos boliches que están de moda son "Shooters" con música country en vivo y ambiente cowboy, y el "Double Diamond", para bailar al rock de las bandas de aspen más conocidas… El agite termina obligatoriamente a las 2 de la mañana, cuando por ley, todos tienen que irse a su casa, a dormir y a soñar con el mejor día de esquí de toda su vida, con sol, despejado, y nieve fresca que ellos serán los primeros en estrenar…

No deje de ver, no se pierda

En Aspen no todo es esquiar. También pueden recorrer las montañas en Snowcats (algo así como vans con orugas para la nieve), o en trineos tirados por perros, y si el día está despejado no dejen de hacer un viaje en globo, pero reserven con anticipación! Y claro que si van a Aspen, no pueden dejar de conocer otros lugares del estado de Colorado, como:

. Denver (una gran ciudad, con mucho para hacer y ver)

. Colorado Springs (donde está la Academia de la Fuerza Aérea de EE.UU., o el Jardín de los Dioses, una "deformación" geológica hermosa y sorprendente al pie de las Rocosas)

. Y las Ciudades de los indios Anasazi, cavadas en la roca de las montañas, al sur, en la frontera con Nuevo México…

La mayor envidia que me dio Aspen, fue la piscina de aguas termales que tenía el hotel. Cada vez que cenábamos, de noche, a la intemperie, del otro lado de los ventanales, veíamos como varias barras de amigos muy jóvenes y temerarios, se bañaban en shorts y bikinis como si tal cosa, mientras desde el borde de la piscina hasta Alaska todo estaba cubierto por 30 cm de nieve. Yo me moría de ganas, pero soy muy profesional, morirme de ganas sí, pero de un resfrío no. El agua de la piscina era más que ideal (25 grados), pero la temperatura exterior era de 17 grados bajo cero…

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