"Bangkok,
entre pagodas y rascacielos"
"Yo
no sabía lo que buscaba. Quizás era nada más
que la intensidad tan propia y existencial, que es la quintaesencia
de un joven ambicioso. Sea lo que sea, nunca soñé
con huracanes. Siempre lo supe: en el golfo de Siam, no hay huracanes.
Pero tampoco me imaginé estar varado por un destino somnífero
en tierras extrañas¼ Me han llamado 'un escritor de
los mares, de los trópicos, descriptivo y realista'. Pero
de hecho, mi interés ha estado en encontrar el valor ideal
de las cosas, de los eventos y la gente. Sólo eso. Busco
en el poder de la palabra escrita, poder hacerlos escuchar, sentir,
y en definitiva: hacerlos ver".
Joseph
Conrad. "La Línea de la Sombra". 1917
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programa
Quizás
esta nochecita los debería saludar (juntando las manos como
al rezar, con una pequeña reverencia y una amplia sonrisa)
y diciendo: Pai nai! Hun sabai di mái?. Justamente quiere
decir "Qué tal, cómo están?", con
la extraordinaria amabilidad de Tailandia. Les proponemos viajar
muy lejos, visitar una ciudad llena de contrastes y contradicciones
y de una belleza cautivante, reflejo de tradiciones centenarias,
a la vez de una modernidad asombrosa, capital de un Estado, y casi
una ciudad-estado por sí sola...
Vamos a recorrer
a Bangkok, entre pagodas y rascacielos, entre leyendas y realidades,
entre "El Rey y Yo" y el Fondo Monetario Internacional,
entre el oro del Palacio Real y las joyas y las sedas, entre el
tráfico más denso del mundo y los canales del mercado
flotante, entre el templo del Buda de Esmeralda y el mercado flotante
de Damóen Saduák...
Un poco de
historia
La primera historia
que les voy a contar de Bangkok es muy actual. Ustedes la vieron
en las pantallas de cine hace muy poco. Es la historia de la película
"El rey y yo" protagonizada por Jodie Foster. Pero antes
de meternos en ella, tenemos que hacer un poquito de historia...
Thailandia ha
sido un país independiente por más de 800 años,
el único en el sudeste asiático que nunca fue una
colonia europea. Originariamente, el pueblo thai inmigró
de China hace 2.000 años. En su peregrinación fueron
influenciados por la cultura india y adoptaron el budismo. En el
siglo XIV se fundó el primer reino de "Ayutthaya"
(cuya capital estaba más al norte de Bangkok), reino que
abarcaba países tan remotos como Vietnam, Cambodia, Laos
y parte de Malasia...
Desde el siglo
XVII las potencias coloniales europeas como Holanda, Portugal, Francia
o Inglaterra, llegaron a Thailandia (en ese entonces conocida como
"El reino de Siam"), para entablar el comercio, traer
tecnologías, y disputar muchos de esos territorios que Siam
fue perdiendo con los europeos poquito a poco.
Entre
1851 y 1868, después que la capital fuera trasladada a Bangkok,
gobernó el rey Mogkut, con el título de Rama IV. Él
comenzó la apertura de Siam hacia occidente. Mogkut creía
que la modernización fortalecería su país contra
los europeos. El rey quería que sus hijos, como él,
sacaran provecho en aprender el idioma inglés. Para estos
efectos contrató a la institutriz inglesa Anna Leonowens,
quien vivió en la corte durante cinco años y al volver
a Inglaterra escribió un libro sobre su vida en la corte...
A pesar de que Mogkut logró abolir los viejos decretos que
penalizaban con la muerte "la introducción al palacio
de poemas amatorios", o los susurros durante las audiencias
reales, o la amputación de un pie para quien pateara una
puerta del palacio, igualmente la institutriz Loenowens quedó
tan impresionada con las intrigas palaciegas que en su libro Mogkut
aparece como un rey cruel, tirano y siempre implicado en intrigas
con sus esposas.
Holywood inmortalizó
al rey Mogkut en la figura calva, inconfundible de Yul Brynner primero,
quien finalmente sucumbe ante los encantos de la institutriz, protagonizada
más recientemente por Jodie Foster en la remake de la película
"Ana y el Rey" que se llamó "El Rey y Yo"...
Durante nuestra
estadía en Tailandia, preguntamos a muchos, tanto por el
libro como por las películas (nunca exhibidas en Tailandia).
Todos las consideraban insultantes para la monarquía y el
país, aunque nadie las había visto y su sola mención
incomodaba tanto a funcionarios del gobierno como al más
simple tailandés.
Amables...
pero estrictos
No queremos
entrar en detalle (como tampoco quiero asustarlos, porque al final
en Tailandia nos trataron muy, muy bien) pero las condiciones de
nuestra filmación en Bangkok, pactadas antes de nuestra salida
entre la producción y el gobierno de ese país eran
propias de una dictadura. Aclaremos, Tailandia no lo es. Se trata
de una democracia y un país muy tolerante, pero igualmente
tuvimos que comprometernos por escrito de seguir un guión
(aprobado por ellos anteriormente) y un itinerario, comprometiéndonos
a no filmar nada fuera de programa y a estar vigilados las 24 horas
del día por un oficial del gobierno tailandés que
lacraba todos los días (al final de la jornada de trabajo)
los rollos ya filmados y que nosotros no podíamos abrir hasta
salir de Tailandia. Bueno, eso, en principio. Con los días,
la vigilancia no se hizo tan estricta y nos llevamos muy bien con
Fuangrabil Narisaroj, el funcionario del gobierno tailandés,
quien pasó a ser simplemente "Nick" y a transformarse
en un colaborador incondicional de nuestro equipo.
La
Ciudad Real
La primiera
visita de nuestra agenda en Bangkok, al otro día de nuestra
llegada, era casi obligatoria. Íbamos a visitar la antigua
ciudad real, un complejo de palacios reales de todas las épocas,
templos sagrados y pagodas, 25 manzanas enclaustradas detrás
de dos kilómetros de enormes murallas blancas.
Nuestra entrada
a la Ciudad Real tuvo sus contratiempos. Primero, tengo que advertirles
que si bien en Tailandia hay tres estaciones: la "calurosa",
la "lluviosa" y la "fría", para los turistas
que vienen de cualquier país "normal", el clima
es siempre el mismo: calor, calor y calor. La Organización
Meteorológica Internacional declaró a Bangkok como
la capital más calurosa del planeta. Nosotros sufrimos siempre
más de 40º todos los días y casi 90% de humedad...
En fin, sabiendo esto, para nuestro primer día en Bangkok
nosotros salimos con la ropa más liviana que teníamos.
Lamentablemente,
al llegar al Palacio Real, los hombres del equipo no fueron admitidos
porque vestían pantalones cortos. A mí me exigían
que cubriera mis hombros y que llevara sandalias cerradas; por lo
que tuvimos que cruzar la calle, donde un sabio tailandés
vende la ropa adecuada para ser admitido en el Palacio Real.
En fin. El Gran
Palacio comenzó a ser construido en 1783. Tiene 33 palacios,
pagodas ceremoniales y templos, además de monumentos, estatuas,
terrazas, jardines, plazas y estupas...
Vamos por partes...
En diferentes épocas, fueron construidos diferentes palacios
para cada rey y su corte. El más antiguo es el Mahamontien,
residencia de los reyes Rama I, II y III, donde se encuentra la
fastuosa sala de coronación de todos los reyes de Tailandia,
totalmente revestida en oro y cielorrasos y alfombras púrpuras
y donde es costumbre que el nuevo rey pase al menos su primera noche
como rey. En realidad no se utiliza mucho, porque el actual rey
de Tailandia, el rey Bhumibol, ha sido rey desde 1946.
El
siguiente Palacio Real de la Ciudad Real, el Chákri, fue
construido en 1868 por Rama V, abuelo del rey actual de Tailandia,
quien lo mandó construir a un arquitecto italiano en estricto
estilo neoclásico, ante la oposición de su primer
ministro... Me acuerdo que cuando lo miramos por primera vez de
lejos, había algo raro, algo "que no pegaba". Y
era que en aquel palacio típicamente italiano, el Primer
Ministro había conseguido del rey solo una modificación:
la incorporación del tejado de colores rojo, verde y oro
tipo pagoda, de innegable estilo tailandés.
Para el siguiente
palacio, el "Boro-Mabidám" construido por Rama
VI (cada rey se construia su propio palacio), ningún Primer
Ministro tuvo suerte. Es un palacio muy formal y elegante en estilo
neoclásico, como el edificio de la Universidad, tanto las
paredes como el techo. Está cerrado al público y es
aquí donde se alojan los monarcas extranjeros (como recientemente
la reina Isabel de Inglaterra o el Rey Juan Carlos de España),
cuando visitan Tailandia...
Pero el mayor
atractivo de la Ciudad Real de Bangkok no es ningún palacio,
sino la capilla real, llamada el Templo del Buda de Esmeralda, la
imagen más sagrada de Thailandia... Por muchas razones, por
todo lo que nos habían comentado antes, por la monumentalidad
del exterior del templo, por el grupo de ocho estatuas gigantes
que vigilan su exterior, por el ruido sobrenatural para espantar
los demonios que provocan miles de chapitas al viento alrededor
del templo, teníamos grandes expectativas con el Buda de
Esmeralda. Sin embargo, es apenas una estatua de 50 centímetro
de alto, eso sí encima de un gran altar laminado en oro,
y ni siquiera es de esmeralda sino de jade. La leyenda dice que
un rayo cayó sobre una piedra sólida de jade dentro
de un monasterio y al romperse se encontró una figura de
Buda que con los años se volvió esmeralda...
Los fieles y
peregrinos que vienen de todas partes de Tailandia le tienen gran
admiración y respeto. El rey lo visita tres veces al año
para cambiar las ropas del pequeño Buda, y nosotros para
verlo tuvimos que quitarnos los zapatos, refrescarnos en agua bendita,
nunca darle la espalda y, al sentarnos, colocar los pies hacia atrás.
Si no cumplíamos con alguna de estas reglas, algún
monje de la capilla amablemente nos lo iba a notar.
La Bangkok
moderna, un mundo aparte
Hay un Bangkok
menos pintoresco, muy moderno, caótico (que igualmente logró
deslumbrarnos), con smog y olor a fideos saltados en salsa de soya...
Según datos oficiales Bagkok tiene 6.000.000 de habitantes,
la población real es de 12.000.000 (40 veces mayor que la
segunda ciudad de Tailandia). Bangkok, dentro de Tailandia, es como
un mundo aparte.
El
tráfico absolutamente desordenado de las calles, lleno de
autos enormes último modelo, buses, motonetas y tuk-tuks
-taxis de tres ruedas-, desde el hotel, hasta cada rincón
de la ciudad, llenando calles, avenidas y autopistas, es una imagen
que nunca se nos va a borrar de Bangkok. A toda hora, un ejército
de baritas de uniforme caki, casco y botas altas de cuero, con tapabocas
blancos contra la contaminación, intentan con orden y método
(pero sin mucho éxito) desenmarañar el gigante embotellamiento
que son las calles de Bangkok. Un embotellamiento que comenzó
hace años, nadie sabe cuándo ni cómo, pero
que todavía continúa...
Con sabiduría
oriental, los autos no protestan a bocinazos. Ante nuestra impaciencia,
el chofer de la camioneta nos confiesa: "Aquí meditamos.
Es la manera de ser del budista: serenidad y gentileza." Viniendo
de la India, como veníamos, los tuk-tuk no nos impresionaron
tanto, pero sí las motos-taxi de 2 ruedas, identificadas
por los choferes de chaleco rojo numerados. Me vi obligada a subir
a una cuando tuve que cambiar la fecha de los pasajes. Fue la experiencia
más emocionante y peligrosa de toda mi vida, sobretodo porque
el chofer, sólo un poco mayor que un niño, estaba
dispuesto a todo con tal de llegar a tiempo. Mientras él
se rascaba la nariz con una mano y la moto esquivaba los obstáculos
más desafiantes que un video-game, mi adrelanina subía
a niveles insoportables. Sobreviví, pero a la vuelta, pedí
un remise con chofer.
Los
tailandeses llaman afectivamente a Bangkok como "Krun Tép",
la Ciudad de Los Angeles, y su paisaje urbano tiene mucho que ver
con "la otra" Los Angeles en Estados Unidos. Desde el
comienzo del "milagro asiático" a fines de los
70, Bangkok la ciudad vivió un boom inmobiliario durante
25 años, construyendo 50 o 100 rascacielos supermodernos
por año. El valor inmobiliario aumentaba y no había
manera de satisfacer la demanda de los inversionistas por más
y mejores edificios, cada vez más altos y más sofisticados.
La crisis de la moneda tailandesa en 1997 detuvo la locura inmobiliaria
de Bangkok, y muchas obras, como el sistema de autopistas, los pilares
y las plataformas del metro elevado quedaron a medio construir,
y quizás nunca lleguen a concluirse...
El Puente
sobre el Río Kwai
Kanchanaburi,
Tailandia... A unos 120 kilómetros al noroeste de Bangkok,
aquí se encuentra el famoso "Puente sobre el río
Kwai", inspiración de la novela y la película
de Alec Guiness.
La
historia es conocida. En 1942, los japoneses empezaron la construcción
de un ferrocarril que acortara las vías de aprovisionamiento
entre Thailandia y Birmania. La construcción se realizó
a lo largo de 400 kilómetros, con el trabajo forzado de un
cuarto de millón de tailandeses y 60.000 prisioneros de guerra
occidentales. Se calcula que la mitad de los trabajadores forzados
murieron por los castigos, el hambre, las enfermedades y el cansancio...
Dos cementerios cerca de Kanchanburi contienen los restos de los
prisioneros de guerra holandeses, australianos, daneses y de otras
nacionalidades, y los turistas occidentales muestran su respeto,
en una escena muy emotiva, dejando miles de ramitos de flores o
sombrillas de papel, que transforman en un jardín de recuerdos
a la tumba del soldado desconocido.
La zona roja
Estamos casi
volviendo de "Bangkok, entre pagodas y rascacielos"...
En estos pocos minutos que nos queda, vamos a hacer una visita prohibida.
¿Se acuerdan que les comenté que para filmar en Tailandia
siempre teníamos que estar acompañados de un empleado
del gobierno? Esta visita fue una picardía fuera de programa.
No se lo cuenten a nadie, pero solo con el chofer y sin nuestro
"espía oficial" salimos de noche para que nuestro
camarógrafo lograra unas discretas tomas de la zona roja
de Patpong.
Todo el tiempo
hemos hablado de Bangkok como una ciudad de contrastes, entre pagodas
y rascacielos, tradición y modernidad. Pero es imposible
imaginarse un contraste mayor que el de la serenidad de los templos
y los palacios de la Ciudad Real durante el día con el desenfado
explícito y el exhibicionismo que caracteriza las calles
y los clubes de la noche de Patpong. Lugar donde tampoco era nada
fácil de filmar, y donde Carlos Trobo, nuestro cámara,
fue un genio de la discreción tanto en la calle, como adentro
de los clubes donde él logró filmar, lugares a donde
yo no entré.
Mientras Carlos
y la producción entraba a un club, yo pude conversar con
un oficial de la Policía Turística que vigila de lejos
la zona (un hecho paradigmático ya que, teóricamente,
en Tailandia la prostitución es ilegal). Fuera de micrófono
el policía me dijo que el gobierno no puede hacer mucho porque
el problema de la prostitución en Tailandia no es nuevo,
ni la culpa la tienen los turistas extranjeros. Las chicas son compradas
cuando tienen 12 ó 13 años en las aldeas, a su propia
familia, por unos 200 a 500 dólares, y que para recobrar
su libertad, deben devolver el doble de esa cantidad.
No deje de
ver, no se pierda...
Si
van a con tiempo por unos días, no dejen de visitar el gran
palacio y el templo del Buda de Esmeralda, Wat Po y su enorme Buda
de oro reclinado, el museo de las barcas reales, tomen un crucero
por el río Chao Phraya, visiten el Jardín de las Rosas,
el barrio chino, pasen por la puerta del mejor hotel del mundo:
el Hotel Oriental (foto), asista a un match de boxeo tailandés,
vaya de compras a los modernísimos shoppings de Bangkrak
o Silóm, y si despierta temprano súmese a quienes
practican "tai chi" en el parque Lumpini. Y todo esto
sin salir de Bangkok...
Casi me olvidaba,
una tienda muy sofisticada que vale mucho la pena visitar es la
Casa de Jim Thompson, donde se puede comprar las mejores sedas de
la marca de sedas más prestigiosa de Tailandia. Aunque no
compren nada, la casa de por sí vale la pena la visita. Es
un conjunto de siete casas de madera de teka tradicional, compradas
en Tailandia central, desmontadas madera por madera y ensambladas
de nuevo por Jim Thompson, todo un personaje de leyenda y misterio.
Jim Thompson llegó a Tailandia después de la Segunda
Guerra Mundial como agente secreto de la CIA y después de
retirarse fundó su propia compañía de sedas.
En 1967, mientras visitaba una de sus plantaciones en la selva de
Malasia desapareció misteriosamente sin dejar rastro, y a
pesar de una búsqueda que duró años, nunca
se volvió a saber de Jim Thompson...
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