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18.05.2003
























CREDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay
Canal 12

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA

Guías Océano

PRODUCCIÓN:
Victoria Rodríguez
Alejandra Borques
Enrique Cotelo

MUSICALIZACIÓN:
Enrique Cotelo

EDICIÓN:
Nano Priliac


 

"Egipto, el don del Nilo"

"¡Hermoso apareces en el horizonte del cielo, oh tú, sol viviente, que vives desde el origen!
Has salido por el horizonte oriental y has llenado la Tierra con tu belleza.
Cuando te pones por el horizonte occidental, el mundo se sumerge en las tinieblas, en el estado de la muerte...
Sol durante el día.
Tu destierras la oscuridad y ofreces tus rayos.
Oh tú, Dios único que no tiene igual.
Tu creaste la tierra según tus deseos,
Tu creaste el Nilo en el mundo subterráneo y lo haces salir según tu voluntad,
Para salvar la vida a los hombres...
El rey, del Alto y Bajo Egipto."

Este es un extracto del "Canto al Sol", compuesto por Akhenaton. Siglo 14 a.c.

Escuche el programa

La propuesta es transportarnos hasta Egipto. Ya en el siglo 5 A.C., un viajero griego, Herodoto, dijo: "Egipto, es el don del Nilo". Y por eso tomé prestadas sus palabras para titular al Mapamundi de hoy. Vamos hacia el río más largo del mundo vamos. Navegaremos sus aguas, recorreremos algunas de las ciudades y templos que descansan en sus orillas y repasaremos juntos algunos de los personajes más ilustres de la mitología egipcia.

Si vamos a seguir el curso del Nilo, es nuestro deber introducir al dios Hapi, el dios que estaba especialmente relacionado con el Nilo del que Egipto recibía su sustento. Por esta razón, se trata de una deidad de enorme importancia en el panteón egipcio. Algunos textos antiguos representaban a Hapi como un ser con una fuerza destructiva. Así, habrán querido referir los anuales desbordes de su cauce. Como dios del tramo norte del Nilo, está representado con una corona de plantas de papiro y como dios de la parte sur del río, con plantas de Loto.

Un crucero desde Luxor hacia Asuán

Nuestro punto de partida será Assuan (foto arriba y abajo), que junto con Luxor es la ciudad más importante del Alto Egipto. Asuan queda en la orilla derecha del río Nilo. ¿Cómo se llega a Assuan? Pueden hacerlo por carretera, recorriendo los 213 kilómetros que la separan de Luxor, o venir en crucero, por el Nilo, desde Luxor o desde El Cairo.

Desde ya les puedo adelantar que los amaneceres a bordo de un barco en el Nilo, son un espectáculo mágico. El sol, imponente, va aclarando muy lentamente, el paisaje de verdes y campesinos trabajando la tierra... Se trata de paisajes que hasta la llegada de los primeros rayos de sol se mantienen como en una nebulosa con el único sonido de los motores del barco, removiendo suavemente las aguas mansas del Nilo. Y, gradualmente, esa nebulosa empieza a teñirse de naranja y las figuras del paisaje toman forma... mujeres lavando la ropa a orillas del río, hombres arreando a los bueyes, niños jugando descalzos entre los pastos. Inolvidable.

Asuán es una gran ciudad pero se hizo famosa recién a principios de los setenta, cuando construyeron la alta represa. Los primeros en llegar fueron obviamente cientos de ingenieros y arquitectos. Fue una obra realmente faraónica, al mejor estilo de los antiguos egipcios. Incluso durante la construcción, hubo que trasladar muchos monumentos antiguos que había en ese lugar para evitar que se inundaran ya que la represa formaría el lago artificial más grande del mundo, el lago Nasser. Ya hablaremos de él más adelante. Mientras se realizaban las obras hubo que abrir un canal de derivación para desviar el curso del agua. En fin... fue una obra de ingeniería gigantesca que dejó al país sin problemas de energía eléctrica y el río ya no provoca esas terribles inundaciones que anegaban todos los campos de cultivo. Las dimensiones de la represa además son tan grandes, que la superficie hace las veces de carretera para cruzar el río. Esta nueva represa fue construida a tan solo ocho kilómetros de la represa antigua, un proyecto que se inició durante la dominación británica de Egipto.

Pero dejemos atrás las obras humanas más recientes y vamos a concentrarnos en el pasado monumental egipcio.

Qué ver en Asuán...

En primer lugar, para tener la mejor panorámica de Asuán, vayan hasta el mausoleo de Agha Khan. No es una construcción demasiado grande, pero tiene una cúpula -que se ve desde cualquier punto de la ciudad- en lo alto de la orilla occidental. Para subir hasta la parte más alta pueden hacerlo por las escaleras o a lomo de camello. Yo me quedo con la segunda opción, sin duda. No pueden dejar de andar en camello si van a Egipto. Ya verán que al final del viaje, la silueta de este animal les resultará absolutamente familiar y no les impresionará la idea de montarlo.

La isla Elefantina es otro punto interesante. Le pusieron ese nombre porque las rocas exteriores se parecen a la forma de un elefante. Esta isla estuvo consagrada a varios dioses. Horus, entre ellos. Originalmente, Horus era concebido como un dios del Cielo y se representaba como un halcón con las alas abiertas. El sol y la luna eran sus ojos. En esta isla, además, hay un museo que alberga restos arqueológicos que datan de distintas épocas de la historia de Egipto encontrados allí. Es increíble cómo todavía hoy, las excavaciones siguen descubriendo tesoros nuevos.

Por ahí también podrán encontrar poblados nubios. Ojo, si van a sacarles fotos a las mujeres nubias recuerden que tienen que darles propina.

Después, en uno de los extremos de la orilla occidental del río, se encuentran las tumbas de los nobles. Allí fueron enterrados varios reyes y jefes expedicionarios de los imperios Antiguo y Nuevo.

Por ejemplo, en la tumba de Mekhu y Sabni, que datan de la IV Dinastía, hay dos relatos que cuentan la tragedia que vivió Mekhu en una expedición en el interior de Africa... Otra tumba que impacta es la de Setka que fue un supervisor de los sacerdotes del Alto Egipto a finales de la VI Dinastía. Su tumba tiene una de las mejores pinturas del Imperio Antiguo.

Habrán escuchado hablar alguna vez del "obelisco inacabado". Así le llaman al famoso y gigantesco bloque de piedra, cortado por todos los lados menos por uno -se cree que debido a una fisura que se hizo en el momento de tallarlo. Y lo de inacabado es porque efectivamente nunca se terminó. Y dicen que de haberse terminado, hubiera sido el monumento más grande de todos, con 42 metros de alto. Este obelisco queda justo en unas canteras de granito de donde se extraía la piedra para la construcción de estatuas y monumentos.

Pero sin duda, uno de los templos más lindos de todo Egipto (ir a Asuán y no visitarlo es una falta grave), es el templo de Philae. Queda justo en el medio de las dos represas, en la isla de Agilkia. Algunos viajeros del Siglo IXX definieron a Philae como la Perla de Egipto.

Estuvo a punto de quedar sumergida bajo las aguas del Nilo cuando la construcción de la primer represa, a principios de Siglo y también de la segunda, razón por la cual tuvieron que trasladar al templo a su ubicación actual, esta isla de Agilkia. Piedra por piedra. El traslado tuvo un costo millonario, pero la Perla de Egipto, sigue a salvo. Entre las bellezas del templo, se pueden ver los restos de la famosa puerta de Adriano y un poco más hacia la derecha, hay un templo, más chiquito pero mágico, dedicado a la diosa Hathor.

¿Quién era Hathor (foto)? Uno de los personajes mitológicos que más me gustan: era la Patrona de las mujeres, diosa del amor y del placer. La forma más original de Hathor era la vaca, más tarde fue representada como una mujer con cabeza de una vaca y más tarde, con cabeza humana, cara ancha y con una mirada como bondadosa. Y por las noches, el templo de Philae se transforma... no se lo pueden perder. Hay un espectáculo de luces y sonidos, como en las pirámides de Giza o en el templo de Karnak, que vale la pena presenciar. No olvidarán esa noche.

Ahora abodaremos una faluca, las típicas barcas que flotan por el Nilo, dejaremos el ruido de la costa de Assuan, y nos sumergiremos en la paz y en el silencio de las aguas del río. Un viajecito largo pero tranquilo... 43 kilómetros al norte de Asuán, hacia Kom Ombo.

Se trata de un pueblito chiquito, detenido en el tiempo que tiene un atractivo especial: un templo, en la orilla del río. Un templo dedicado a varios dioses, entre ellos a Hathor a quien ya presentamos; Sobek, el dios con forma de cocodrilo y a Khonsu, dios de la luna. Lo más interesante de este templo, son los relieves del corredor interior que están sin terminar por lo que aportaron información muy valiosa sobre los métodos artísticos que usaban en esa época. Por ejemplo, en una de las paredes, hay un relieve mandado grabar por el propio emperador Trajano y donde aparecen además los instrumentos de cirugía empleados en aquel entonces. También aparece, en otro relieve, un calendario egipcio y también está representada la famosa Cleopatra 7ª. En el patio del templo, además, hay algo interesante: un pozo. Según dicen, ese pozo servía para establecer las cuotas de los impuestos. Si. Escucharon bien. Cuanto más alto estaba el nivel de las aguas, más grande iba a ser la cosecha y por lo tanto, más impuestos podrían cobrarse. Y si siguen caminando, hacia la salida, van a encontrar una capilla romana, consagrada a mi diosa preferida, Hathor. Aunque según supe la utilizan como almacén de cocodrilos. Sí. Insólito.

En los alrededores de Kom Ombo, un poquito más al sur, hay un mercado imperdible. No crean que me refiero a un mercado de artesanías aunque está demás decir que en Egipto, los bazares son una perdición (en cobre, madera, lo que quieran...). No me refería a este tipo de mercados. Este, es especial. Aquí se comercializan camellos. Sí. A los pobres cuadrúpedos se los trae desde Sudán, todo a través del desierto. Algunos camellos incluso, siguen su marcha hasta los mercados de El Cairo. Pero bueno, sepan que cerquita del pueblito de Kom Ombo, hay uno de estos famosos mercados de camellos.

Prosigamos con nuestro paseo en faluca por el río. Ah, acuérdense de llevar comida. La faluca no va a parar y además no tendrían dónde parar a comer. Pero si le pagan algún vintencito extra, y le avisan con tiempo, creo que el faluquero les hace algo de comer ahí mismo, abordo. Si confían y tienen buen estómago, adelante. Bueno, hagamos otra escala. En Edfu. Otra de las ciudades a orillas del Nilo, un poquito más lejos de Asuán, a unos 170 kilómetros.

Esta ciudad sí es famosa por su templo. Dicen que es uno de los mejores conservados de todo el país. Su construcción la empezó Ptolomeo III Evergetes I en el año 237 A.C. pero fue terminado recién en el año 57 A.C., supuestamente por conflictos turbulentos vividos en esa época en el Alto Egipto. Es un templo consagrado al dios Horus. Ya no más, al entrar, se van a topar con una estatua del dios Horus, de casi dos metros, hecha de granito. Horus lleva las dos coronas, las del Alto y Bajo Egipto y pareciera que todavía custodia la entrada del templo. Aquí, todos los años celebraban una fiesta muy importante: la visita de la diosa Hathor a Horus. Los sacerdotes de la diosa llegaban hasta Edfu en grandes procesiones, acompañando a la estatua de Hathor hasta el santuario del templo, donde tenían lugar los ritos propios de la fiesta.

***

Volvamos al pasado faraónico de nuestro destino. Me reservé para este bloque, una de las joyitas de Egipto. Los Templos de Abu Simbel. A doscientos setenta kilómetros de Assuan. Pueden tomarse un avión desde Asuán porque el aeropuerto de Abu Simbel queda a tan solo dos kilómetros de los templos.

Vayamos por partes. Primero, el gran templo, el del faraón Ramsés II. Lo mandó construir para venerar a los dioses Amón Ra y Ra Harakhte. Lo que más llama la atención es la imponente fachada de 33 mts de altura y 20 mts de ancho, presidida por cuatro enormes colosos de Ramsés II. Veinte metros de altura cada uno. Escapa a la imaginación. Si serán grandes que entre las piernas de los colosos, hay estatuillas que corresponden a los diferentes miembros de la familia real de Ramsés II, la madre y su esposa, la
espléndida Nefertari. Además, están los hijos y las hijas.

En el santuario del templo, están sentados, los dioses Ptah, Amón, Ra-Harakhte y el propio Ramsés II. Lo fantástico es que estas estatuas son iluminadas por los rayos del sol sólo dos veces al año. Dos fechas puntuales, que coinciden con el nacimiento y con la coronación de Ramsés II como faraón. No fue casualidad, sin duda.

Y después está el templo más chico, el de la reina Nefertari, esposa de Ramsés II. Y está dedicado además a la diosa del amor…a ver si aprendieron algo, quién era? Yo ya se los conté. Hathor. Hathor era la diosa del amor.

Y no nos podemos ir de Abú Simbel sin acercarnos hasta el acantilado para maravillarnos con la inmensidad del lago artificial más grande del mundo: el lago Nasser. No les van a alcanzar los ojos, no entra en la vista de tan grande que es. Bueno, ahora imagínense a los gloriosos templos de Abu Simbel sumergidos bajo las aguas del lago. Eso hubiese sucedido cuando se construyó la represa de Asuán, de no haber sido por un llamamiento que hizo Egipto a la UNESCO para trasladarlos. El proyecto finalizó después de cuatro años de trabajo titánico. Había que trasladarlos pieza por pieza, desmontando todo y reubicándolos en un lugar casi igual al original. Las obras terminaron en el año 1968 y todo costó unos 40 millones de dólares americanos. Pero valió la pena salvaguardar esos tesoros.

Este viaje nos llevó por el río Nilo, haciendo escala en los lugares más atractivos del Alto Egipto. Siempre quedan cosas por el camino. En este programa siempre aclaramos que el tiempo nunca alcanza para recorrer a fondo los lugares y menos cuando se trata de Egipto.

Hacia el otro extremo del Nilo

Pero antes de irnos, quisiera llevarlos así, bien rapidito hasta el extremo contrario a donde nos encontrábamos… hasta el delta del Nilo. Si ustedes van a Egipto, vale la pena recorrer el delta. Alejandría es la ciudad protagonista del delta y lugar de vacaciones de quienes viven en el contaminado Cairo. Las costas de Alejandría, si se fijan en el mapa, verán que ya las baña el Mar Mediterráneo. Dirán que fueron alucinaciones mías, pero la rambla de Alejandría, me recordó a nuestra rambla montevideana. No sé si habrá sido la nostalgia de estar lejos de casa. Alejandría ya no tiene casi nada de su gran pasado. Es mejor hacer un poco de historia para entender porqué fue lo que fue. La fundó Alejandro Magno en el año 332 A.C. Inmediatamente la ciudad se convirtió en el punto de encuentro de todos los sabios…fue por eso que se creó la famosa pero ya perdida Biblioteca de Alejandría. La mandó incendiar Julio César cuando entró en Alejandría en el año 48 A.C. Su Faro, también fue famoso. Incluso considerado una de las maravillas del Mundo Antiguo. Pero bueno fue en realidad el romance entre Julio Cesar y Cleopatra y más tarde entre Cleopatra y el sucesor de Julio Cesar, Marco Antonio, lo que inmortalizó a Alejandría. Igualmente hay puntos interesantes para ver, además de sus playas: El Palacio de Ras El Tin, la Necrópolis de Anfushy, La Columna de Pompeyo y el Museo de Bellas Artes. Y si van, les pediría que chequearan algo por mí y después me cuentan: Parece que muy cerquita de Alejandría a unos seis kilómetros de la costa egipcia, se ha descubierto recientemente el antiguo puerto Griego de Herakleion, que había quedado sumergido bajo las aguas hace 2000 años debido a arenas movedizas. Quien primero lo menciona es Herodoto, en el año 450 AC pero luego la construcción de Alejandría hizo que nadie más le prestara atención. Pero ahora lo han redescubierto y entre las cosas que encontraron, hay estatuas, joyas y monedas. Es considerado el descubrimiento arqueológico más importante desde el descubrimiento de la Tumba de Tutankamon en 1922.

Y ya que están, visiten un pequeño pueblo que queda a 65 kms de Alejandría. Se llama Rosetta. Les dice algo? Todo el mundo lo conoce porque fue el lugar donde se encontró, en el año 1799, una de las piezas claves para la egiptología, la famosa piedra de rosetta, la estudiamos alguna vez no? Gracias a ella, se pudieron descifrar los jeroglíficos.

Bueno, ustedes ya saben, lo de siempre: si van, no se pierdan de nada y nos cuentan a la vuelta.

Una anécdota para el final

Voy en taxi por El Cairo, tapándome la boca con la mano para no intoxicarme de tanta polución. La ventana del taxi no funcionaba así que no había forma de cerrarla…cuando lo intenté me quedé con la palanquita en la mano. Circulábamos en el más caótico de los tráficos. Yo me daba cuenta que el taxista me miraba por el espejo retrovisor. En fin. No le presté demasiada atención hasta que en una se da vuelta y le dice algo al guía que iba conmigo. El guía pareció molestarse pero como yo no entendía el idioma ni me preocupé. El tema es que la conversación empezó a subir de tono hasta que al final el guía mandó detener el taxi y nos bajamos. ¿Saben cuál era el problema? Una nadita…¡el taxista me quería comprar con camellos! Se ve que allá es costumbre, se compran mujeres a cambio de camellos. No quise ni saber cuántos camellos valía yo…no vaya a ser que encima me sintiese ofendida o menospreciada. Qué bárbaro, ¿no? Me querían canjear por camellos.

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