"Las Vegas, el delirio"
"Dentro de algunos siglos, los arqueólogos, estudiando
las ruinas de nuestra civilización, concluirán sin
duda alguna, que Las Vegas fue un importante centro religioso, repleto
de templos majestuosos, decorados con las ofrendas traídas
por los peregrinos de todas partes del mundo."
Andrés Martínez, en su libro La
Nueva Las Vegas.
Escuche el programa
"Welcome to Dreamland", bienvenidos a la
tierra de la fantasía. Con esas palabras, la ciudad de Las
Vegas recibe a los miles de turistas que la visitan por año.
Y no es un cliché... Efectivamente, Las Vegas supera cualquier
expectativa, dispara la imaginación, atrofia al más
preciado de nuestros sentidos, el común, porque todo es posible
en esta ciudad. ¿What's your dream? ¿Cuál es
tu sueño? Pregunta Las Vegas. Y ella misma se responde: Esta
es la ciudad en la que todas tus fantasías se pueden hacer
realidad.
"Las Vegas, el delirio", así titulamos
a nuestro destino de hoy. El delirio de quienes la imaginaron, la
llevaron a cabo y de quienes hoy aterrizan en el medio del desierto
de Nevada en busca de sueños. Una ciudad que genera amor
u odio. No hay términos medios. Tan sorprendente como criticable.
La meca del entretenimiento, el mayor monumento a la inventiva y
creatividad humana. A la vez, la perdición total, la ciudad
más representativa del lado oscuro de la humanidad, la que
lucra con nuestras debilidades y frustraciones. No en vano, hay
quienes la apodan "The Sin City", "La Ciudad del
Pecado".
Oasis... de luces y juego
Todavía no hemos aterrizado en Las Vegas. Vamos
a bordo de un avión que despegó en Dallas y que hace
un buen rato viene sobrevolando la nada. Llamo "la nada"
al inhóspito desierto de Nevada. El avión vuela bajo,
todavía no se puso el sol, y por la ventanilla sólo
se ven las grietas en la tierra seca, muerta, del desierto. Y, de
pronto, todos los pasajeros quedamos con la boca abierta... ¿Qué
es eso? ¿Qué son todas esas luces brillando descontroladas
en el medio de "la nada"? ¡Las Vegas, allí
está! Un oasis de luz en el desierto. Ya desde arriba, impacta
por esa ubicación tan caprichosa en ese rincón del
planeta. Finalmente aterrizamos. El aeropuerto está al lado
de la ciudad. Una limousine nos está esperando, así
que a partir de este momento, dejen de lado todos sus prejuicios
y a experimentar Las Vegas.
Por más que la hayamos visto en alguna película o
en la televisión, uno nunca está preparado para enfrentarse
a Las Vegas. La primera impresión que causa toda esa arquitectura
fabulosa que recrea los rincones más glamorosos del universo
no se olvida nunca. La Estatua de la Libertad, la esfinge egipcia,
pedacitos de Roma, Venecia... Los millones de bombitas de luz, los
neones... Las Vegas no tiene parangón.
Comencemos nuestra recorrida transitando su arteria principal:
el Strip (foto arriba), como le llaman ellos. Una gran avenida que
concentra a cada lado, los hoteles más lujosos del mundo,
cada uno "copiando" el estilo arquitectónico del
país al que pertenece. Y así nos encontramos con el
hotel "New York New York", por ejemplo, que recrea tal
cual el Skyline de Nueva York: el edificio del Empire State, la
Estatua de la Libertad, Ellis Island. Y además, una montaña
rusa impresionante que recorre el exterior y se cuela por el interior
del hotel y del casino. Es de no creer.
Cuanto más kitch... mejor
|
Hotel
Luxor |
Cada hotel, según la moda, tiene su parque temático.
Como el hotel Luxor y el rayo de luz que proyecta la cima de la
pirámide... ¿Sabían ustedes que es el rayo
de luz más potente de la tierra? El hotel Monte Carlo con
su look europeo aunque fue desbancado por el Bellagio con sus famosas
fuentes de aguas danzantes, un espectáculo único que
ocurre cada 15 o 30 minutos... Aguas que bailan al son de Pavarotti
una vez, de Andrea Bocelli otra, de Elvis Presley otra... siempre
es un show distinto. El hotel Ceasars, uno de los clásicos
de Las Vegas. Cuando fue construido en 1966, su arquitectura pretendía
reflejar la decadencia romana. Con el tiempo, tuvo que aggiornarse,
e inversiones millonarias le dieron otro glamour. Es que en Vegas,
se trata de ver quién supera a quién. Cuanto más
grande, más caro, más luminoso, más kitch...
mejor. El paisaje urbano de esta ciudad es maravillosamente ridículo.
El Flamingo Hilton, uno de los pioneros de Las Vegas, que poco guarda
de su aspecto original cuando lo creara Bugsy en 1946 ya que recientemente
se invirtió 130 millones de dólares en su renovación.
El Hotel Mirage que tiene en su predio un bosque tropical con cascadas
y un volcán que hace erupción cada 15 minutos. El
hotel Sahara, el Circus Circus, el MGM... En fin. Caminar por el
Strip de Las Vegas es como caminar por el mundo.
Las
réplicas están tan bien hechas -estamos hablando de
inversiones millonarias, claro- que uno se siente efectivamente
transportado. A París, por ejemplo. El hotel París
de Las Vegas (foto arriba) tiene su réplica de la Torre Eiffel
(un poco más chica que la original, pero si suben hasta el
observatorio de la torre, van a tener la mejor vista de Las Vegas)
y hasta tiene su pequeña champs Elissée. Y la rapidez
con que se construye y se levantan esas moles de cemento es igualmente
escalofriante. Una noche pueden haber cimientos, y al día
siguiente hay un hotel. En fin... ¿van entrando en clima?
Para llegar a la cama... hay que pasar por el casino
El de las maquinitas es el ruido que suena en los interiores de
cualquiera y todos los hoteles de Las Vegas... el ensordecedor sonido
de las maquinitas, de los slots... la música de los casinos.
Y es que obviamente, los casinos son los imanes que atraen a los
miles y miles de turistas, de todas partes del mundo y la verdadera
razón de existir de Las Vegas. El juego es difícil
de definir para quien no tiene el vicio. Edward Allen, por ejemplo,
dice: "Lo que más me gusta del juego es que no tiene
sentido. El hobby de apostar, a cualquier nivel, me permite creer
en cosas que sé que no son reales. Me permite aplicar las
estructuras y reglas más bizantinas en mis actos más
cotidianos. Y todo en busca de la atractiva ficción que llamamos
suerte".
Cada vez que uno entra a un hotel de Las Vegas, tiene necesariamente
que atravesar el casino para llegar al Lobby. Y vaya si hay que
caminar: el espacio que ocupan los casinos en los hoteles es enorme.
Créanme que uno se pierde entre las maquinitas, las mesas
de póker, de black jack... y además ensordece el "cling,
cling, cling" constante de las moneditas cayendo... Como si
fuera poco, uno pierde la noción del tiempo porque los techos
en los casinos están pintados como si fuesen el mismo cielo,
e iluminados como si fuese la hora del crepúsculo. Nada es
casualidad... la idea es que los jugadores no tengan noción
de la hora en que viven y sigan jugando. Además, como en
Las Vegas se vive en los interiores de los hoteles, está
bien pensado eso de que recreen la intemperie y el cielo adentro
del hotel.
Cara de póker...
A ver... observemos las caras de los jugadores... todos muy concentrados.
Los crupiers parecen hacer magia con sus manos y los dados. La gente
está vestida bastante informalmente salvo las mozas, que
cada tanto se aparecen sosteniendo bandejitas con bebidas alcohólicas
vestidas de conejitas o algo parecido pero casi todo al aire. Sin
embargo los jugadores no se desconcentran. Algunos tienen dibujada
la sonrisa... se ve que tienen suerte y tal vez van cumpliendo su
sueño de hacer dinero fácil. A otros, se les va frunciendo
cada vez más el ceño a medida que pasan los segundos.
¡Quién sabe cuántos miles de dólares
van perdiendo! ¿Qué increíble, no? Para algunos,
la fantasía de hacer una fortuna puede concretarse. Para
otros, puede ser la noche de la peor pesadilla de sus vidas. ¡Cómo
se puede perder la razón! En fin, los prejuicios de lado
habíamos dicho, ¿se acuerdan? Sigamos observando...
¡Cuánto humo! Mmmm, nada está prohibido. Fumar
tampoco. Y supongo yo que si hay un momento para fumar debe ser
justamente ese, en el de la espera, jugándose el todo por
el todo, a la expectativa de la voluntad de los dados o de la pelotita
de la ruleta.
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El Hilton
de Las Vegas |
¿Sabían ustedes que los hoteles tienen suites especiales
para los grandes jugadores? Las ballenas, como se conocen. De esos
que apuestan -ganando o perdiendo- de a 10 millones de dólares
por fin de semana. Hay 300 de estos grandes jugadores en el mundo
entero y los hoteles se arrancan la cabeza por conseguirlos. Así
que imagínense cómo los atienden. Para empezar, esas
suites son gratis para ellos, con el lujo más absoluto. El
hotel tiene que saber cuáles son los gustos y excentricidades
del jugador y su amante (por lo general viajan con compañía).
Qué flores le gustan, qué joyas prefiere la dama,
qué comida le cae mejor. Los atienden como si fuesen sultanes.
En definitiva, los hacen vivir todas sus fantasías. El objetivo
es lograr la fidelidad del gran jugador con un hotel en particular.
¿Esta vez el jugador le hizo perder a la banca 10 millones
de dólares? ¿Y qué importa? La próxima
seguro los recupera. La suerte no dura 100 años. Es más,
la suerte puede tener cara de tragedia. Les voy a hacer un cuento
un poco dantesco, que me hizo el gerente de un casino.
Resulta que una mujer, una moza de un bar de Las Vegas, venía
todos los fines de semana a jugar a las maquinitas. (Por lo general,
en las maquinitas el promedio es que la gente se gaste 200 o 300
dólares por fin de semana). Claro, la mujer tenía
el sueño de hacerse rica de la noche a la mañana.
Un buen día, le tocó. Se ganó 34 millones de
dólares, el pozo acumulado en una maquinita. La moza que
hacía 10 dólares por semana de propinas se ganó
34 millones de dólares en una tarde. Pues una semana más
tarde, el gerente del casino la vio pasar en su auto nuevo, un superdeportivo.
Ese mismo día, chocó, tuvo un accidente en la autopista
y quedó paralítica de por vida. En fin... cada cual
que haga la lectura que quiera.
El gran Bugsy
"Se
dijo mucha basura sobre Ben. El sólo quería ser alguien.
Solía andar por ahí con Clark Gable, Gary Cooper,
Cary Grant y otras grandes estrellas. Yo le copiaba los gestos a
Ben cuando actuaba de gángster. Ben y sus amigos... tipos
duros. Eran mis ídolos. Ben tenía clase, era un verdadero
caballero y un buen amigo".
Estas palabras las dijo el actor George Raft refiriéndose
a su amigo Ben. ¿Qué Ben? Benjamin Bugsy Siegel. Y
es que Las Vegas, a la vez que mantuvo siempre su conexión
con Hollywood y las grandes estrellas, también la tuvo con
la mafia a través del querido Bugsy y sus juntas o amigotes...
personajes como Lucky Luciano o Meyer Lansky. De hecho le llevó
años a Las Vegas limpiar su imagen en la mente del público.
Ahora lo que no es cierto es que Bugsy fuese el pionero... Contrariamente
a la leyenda, Bugsy no aterrizó en la mitad de la nada...
Ya existían algunas propiedades. Sin ir más lejos,
el primer hotel del strip, el Rancho Las Vegas, ya existía.
Fue construido en 1941. Bugsy aparece con su Flamingo, recién
en 1946. Pero bueno, se las ingenió para llevarse el papel
protagónico y ayudar a Las Vegas a dar ese salto insólito,
a pasar de ser un punto adormecido en la mitad del desierto a la
ciudad que nunca duerme. Y es por esos años también
que comienza la moda de traer a las inauguraciones de los nuevos
hoteles a grandes estrellas del momento como Jerry Lewis, Dean Martin
y el legendario Sammy Davis Jr., entre otros. Y desde entonces,
a lo largo de todas las décadas futuras, Las Vegas era el
lugar para ver a los grandes. Si tuviéramos que elegir al
más grande, probablemente sea Frank Sinatra. La ciudad entera
le rindió un homenaje para conmemorar su muerte, apagando
todas las luces y todos los neones del Strip durante un minuto.
¿Góndolas en el desierto? Estamos en Las Vegas
Sigo
con la intención de hacerles conocer por ejemplo, el interior
del Hotel Venecia (foto), una de las últimas incorporaciones
al Strip. Bueno, de afuera obvio que no le falta la Plaza San Marcos,
ni el Campanile. Añejaron hasta las mismas piedras para que
la arquitectura sea lo más parecido posible al estilo veneciano
y a los guardias de seguridad los visten de gondoleros. No, la verdad,
que no es lo mismo que estar en Venecia, pero bastante parecido.
Por dentro, aunque no lo puedan creer, tiene canales y el paseo
en góndola cuesta 20 dólares. 10 minutos, por el canal,
flanqueado por tiendas todas súper paquetas, de marcas internacionales,
al tiempo que el gondolero canta la canción que uno le pida.
El paseito termina en una pequeña recreación de la
Plaza San Marcos a la que no le faltan los músicos callejeros,
artistas vestidos de época y clásicos personajes venecianos
como el seductor Casanova y Marco Polo.
El
Ceasar's (foto) es otro hotel al que tienen que entrar. Saltéense
el casino si quieren y vayan directo a las Forum shops. A lo largo
de una réplica del Foro Romano, se encuentran las tiendas
de los grandes diseñadores del mundo. Tan exclusivas como
en la vía Venetto. Ir de compras puede resultar demasiado
caro pero ir a mirar es gratis y vale la pena. A lo largo de la
galería hay estatuas pero que cada una hora, se mueven, como
si estuviesen vivas. Si uno no lo sabe, puede infartar al verlas
moverse por primera vez. En fin. De todo puede pasar en Las Vegas.
Otro hotel que vale la pena visitar es el París-Las Vegas,
uno de los más nuevos del Strip. Adentro tiene el famoso
boulevard que recrea una típica calle parisina. Pero cuando
hablo de recrear, me refiero no sólo a las fachadas de las
boutiques, de los restoranes sino también a los olores. A
ver, respiren profundo que van a sentir olorcito a baguette recién
hecha. Las vende un loco que pasa en bicicleta esquivando los turistas
por el boulevard. Ah, y los mozos en los bares, atienden a la gente
en francés. Casi todo es falso en realidad, desde el cielo
pintado que les conté, hasta las paredes de las casas, las
ventanas de los apartamentos con las cortinitas a medio correr...
Atrás de eso, no hay nada. Las boutiques sí son de
verdad y venden cosas espectaculares. Y los restoranes tienen contratados
a los mejores cheffs de Francia para que la cocina gala sea de verdad
buena. Y desde el interior del hotel se asciende hasta el piso más
alto de la Torre Eiffel. Me acuerdo que había una pareja
en el ascensor conmigo que nunca había subido a la torre
de verdad. Entonces para ellos, era como haber conocido París.
En ese ascensor también había otra mujer que sufría
de vértigo. Nunca abrió los ojos, ni mientras íbamos
ascendiendo ni cuando llegamos al último piso. Nunca los
abrió. ¿Me quieren decir para qué subió?
Los casamientos secretos
Ya que mencioné la palabra fantasía, hablemos entonces
de otra gran fantasía que atrae muchos visitantes a Las Vegas:
no me refiero a la de hacer dinero fácil sino a la de contraer
matrimonio fácil. Qué digo fácil, de la manera
que se les ocurra. Es que en Las Vegas, en toda Nevada, no hay ningún
tipo de requisito para que la pareja (de años o de la noche
anterior, da lo mismo), pueda contraer matrimonio. Sólo tienen
que pagar un permiso, emitido por el Departamento de Matrimonios
del Condado, que vale 30 dólares y elegir cualquiera de las
50 o 100 capillas que hay. La moda de casarse en esta ciudad en
realidad la impusieron por los años 50, parejas célebres
como Rita Hayworth y Dick Haymes, Paul Newman y Joanne Woodward.
Y años más tarde, en la década del 60, el mismísimo
Elvis Presley con Priscilla Beaulieu. Y hoy en día, son miles
las parejas anónimas que se casan en Las Vegas. Pero además,
lo más insólito, es que pueden casarse de la forma
que quieran. ¿Quieren imaginarse que son los reyes del rock,
vestirse de shorts y remeras tajeadas y que los case el propio Elvis?
Hecho, ningún problema. El pastor se disfraza de Elvis y
asunto solucionado.
En
fin, las sorpresas en Las Vegas son inagotables. Hay tanto más
para ver... si quieren aprovechar el día y me refiero a la
luz solar, primero pónganse lentes porque después
de tanto vivir de noche, les van a arder los ojos si enfrentan el
sol de verdad y caminen por el strip para ver los colores de los
edificios. Algunos como el hotel Excalibur (foto) son de una cursilería
a más no poder. Pero insisto que vale la pena. Tal vez es
de día cuando más se nota eso de estar en la Disneylandia
de Adultos. Los castillos y las torres de los parques temáticos,
todo parece más de mentira que durante la noche.
Si van durante el verano, recuerden que pueden llegar a hacer 40
y pico de grados. ¡Es insoportable! Así que vístanse
como dignos turistas: bermuditas, chancletas y un gorrito. Y nada
más. Bien cómodos. No van a desentonar. Por las calles,
todos andan igual.
Ya
de noche, esmérense un poquito más. Caminen entre
los neones, aprovechen para ver algún espectáculo...
todas las noches hay un show distinto, tienen de todo para elegir,
desde un David Copperfield hasta una Tina Turner. Por la calle,
van a ver todos los shows anunciados en las carteleras luminosas
gigantes que hay en cada esquina. Pero un lugar que no se pueden
perder, es la calle Freemont (foto). Al final del Strip, en el downtown
de Las Vegas, donde comenzó todo el movimiento y la urbanización.
La calle Freemont supo ser el eje de la capital del juego, sólo
que después, los hoteles y toda la actividad del Strip la
opacaron. Hasta que, hace muy poquito, se hizo una inversión
multimillonaria para revivir esa calle y la cerraron, formando una
especie de galería techada donde vi el mayor despliegue de
luces y neones de toda Las Vegas. Hay shows cada media hora, shows
de luces y sonidos, personajes insólitos que caminan por
ahí, como parte del espectáculo... (nadie los puede
tocar porque van seguidos de guardaespaldas, están ahí
para que los veamos, para entretenernos), cualquier cosa van a poder
ver en la calle Freemont. Además de los clásicos casinos
que todavía están allí como el Golden Nugget,
por ejemplo.
Otro par de tips que les quiero comentar por si van: Las Vegas
ya no es el regalo que era antes. Ya nada cuesta 2 dólares,
ni 10. Con suerte 20. Comer en los restoranes sale carísimo.
Eso de recrear París, se lo creyeron tanto que todo tiene
precio francés. Y otra cosa... las propinas. Fundamental.
No se olviden. Si no igual, se las piden. Y si quieren volver de
Las Vegas con una pequeña fortuna, si tienen esa fantasía,
recuerden que para eso tienen que ir con una gran fortuna. Tal como
dicen por ahí.
Chismes
Antes de irme, les cuento una cortita; un chisme en realidad. ¿Saben
quién bailó y cantó frente a un gran público
como "entertainer" en Las Vegas? El mismísimo ex
presidente de los EEUU, Ronald Reagan. Dicen que lo hacía
bárbaro.
Y los dejo con una frase de Michael Ventura:
"No hay intenciones inocentes en Las Vegas. Nadie viene
a Las Vegas para ser inocente".
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