Radio en vivo


18.05.2003
























CREDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay
Canal 12

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA

Guías Océano
Guías Michelin

PRODUCCIÓN:
Victoria Rodríguez
Alejandra Borques
Enrique Cotelo

MUSICALIZACIÓN:
Enrique Cotelo

EDICIÓN:
Nano Priliac


 

MADRID
Caminando la Capital Española


No es tan monumental como París, ni tan romántica como Venecia, ni siquiera tan decadente como Lisboa. Sin embargo está llena de encanto, de edificios monumentales y parques románticos. Es una ciudad para descubrir poco a poco, paseando por sus calles, entre sus plazas, uniéndose a sus gentes, saboreando sus barrios.

Escuche el programa

Hoy simplemente refuerzo las "eses" y les digo "cómo están?, buenas tardes"…¡Es que hoy nos vamos a Madrid! La capital europea más hospitalaria de todas, la que ha sabido conjugar esa virtud con el respeto por lo que es tradición y la apertura hacia la modernización. Animada como pocas ciudades, llena de vida y cosmopolita. Hoy, capital de una España que en los últimos cinco años ha dado una vuelta de página sorprendente. "España va Bien", dice el presidente del Gobierno, José María Aznar. Aunque Joaquín Sabina agrega: "será para él", en su tema "Como te digo una co te digo la o". Yo no digo ni una co ni la o. Lo que sí pude comprobar en mi visita a la capital española es que la gente está contenta. Por las calles de Madrid se respira buena onda. La propuesta es hacerle una fugaz visita a esta capital.

Desde la Puerta del Sol...

Bueno, empecemos con la caminata. Por dónde empezar, es opcional. Yo les propondría hacerlo desde la Puerta del Sol. No sólo porque su plaza es la zona más animada de la ciudad y así iríamos tomándole el gusto al ajetreo de Madrid sino que es justo allí donde está el kilómetro cero de las carreteras nacionales: Entonces, suena lógica empezar allí.

Si hay algo que caracteriza a la ciudad de Madrid son sus plazas, monumentales o escondidas. Hay una que todos conocemos, al menos, por fotos: la Plaza Mayor.

Directo hacia la Plaza Mayor, el núcleo arquitectónico del Madrid de los Austrias. Su construcción en el Siglo XVII fue el paso fundamental para hacerle perder a Madrid su aspecto de villa medieval. Desde entonces, se convirtió en núcleo de una nueva ciudad.

Aquí solían celebrarse autos de fe, corridas de toros a caballo y hasta se proclamaron varios reyes. En invierno, queda desierta,…no se ve a nadie paseando entre sus arcos. Sola con su alma, en el centro de la plaza, queda la estatua ecuestre de quien ordenó su construcción en el año 1619: el Rey Felipe III. Pero en verano, tiene otro color. La cruzan miles de turistas al día. Algunos van de paso, otros se detienen a tomar un café y a disfrutar del espectáculo que ofrece. O la gente, que va y viene. Ojo si van un Domingo: yo me topé con una gran carpa blanca que tapaba la vista de la plaza: es que por las mañanas, los domingos, suele instalarse un mercado de sellos y monedas. A menos que, claro, les interese de sobre manera la filatelia.

Para tener una idea de la arquitectura típica del viejo Madrid, sería bueno pasar bajo el Arco de Cuchilleros, que da paso a la calle de su nombre, con sus casonas altas y viejas y perderse sin miedo, entre las callecitas y las plazuelas. Claro que si es domingo y dan con la calle Toledo, se toparán con un mar de gente... son los curiosos que van en busca de curiosidades a la famosa Feria del Rastro de Madrid, el más popular de los mercados y uno de los más grandes del mundo. Si van, les recomiendo hacerlo tempranito, sino no podrán caminar. Otro cuidado: la cartera. Nada más.

Barrio de Oriente

En busca de las construcciones monumentales de Madrid, nos vamos acercando al Barrio de Oriente. Y nos encontramos con el imponente edificio del Palacio Real, construido en el Siglo XVIII por los Borbones. Fue residencia oficial de la familia hasta el año 1931. Sin ningún tipo de resquemor, el rey Carlos III llamó "hogar, dulce hogar" a este enorme palacio de 2.000 habitaciones. Algunas están abiertas al público, otras son utilizadas por el gobierno. Es un cuadrilátero de granito de Guadarrama y piedra blanca de unos 140 metros de lado. Pero la mejor perspectiva del Palacio se tiene desde los jardines del Campo del Moro, que era el antiguo jardín de invierno del Palacio. Frente por frente, el Teatro Real de la Opera que reabrió sus puertas recién en 1997 después de 10 años de trabajos de remodelación. No los estoy invitando a una opera sino a un café, en el Café de Oriente, justo en frente al Teatro, con vista al Palacio para descansar unos minutitos y pensar, mientras tanto, si vale la pena o no tomar la Gran Vía, que sale muy cerquita para irse de compras. Es la famosa calle comercial, flanqueada por cines, comercios y hoteles. En fin, vamos terminando ese cafecito para continuar. No costará más de 300 "pelas", como llaman aquí a las pesetas.

Espero que no se me ofenda Cervantes si, en vez de visitar su monumento en la Plaza España, los llevo hasta el Monasterio de las Descalzas Reales. Su historia es interesante. Parece que por mediados del Siglo XVI, mujeres de la aristocracia -ya sea por estar desilusionadas del amor o porque querían casarse sólo con Cristo- se encerraban en este monasterio. Todas tenían que traer algún donativo así que este convento se convirtió en el más rico de la región. Si bien a mediados del Siglo XX, el convento albergaba mujeres pobres, poseía una impresionante colección de obras de arte que incluyen pinturas, tapices, esculturas y reliquias religiosas. Aunque estas hermanitas pasaban hambre, no se les permitía rematar ni vender nada de lo que hubiese en el convento. Hasta que el Estado intervino y el Papa autorizó abrirlo como museo. Hoy el público puede conocer lo que existe detrás de las paredes de lo que en antaño fue un misterioso edificio religioso.

¡Taxi!

"VICTORIA RODRíGUEZ:
Y... ¿cómo está España? ¿Va bien, como dice Aznar?

TAXISTA:
Yo creo que eso depende de cómo se encuentre el bolsillo de cada uno.

VR - ¿El suyo?

Taxista - El mío va bien.

VR - O sea que para usted, España va bien.

Taxista - Ahora, hablando un poco más en serio: España está muy bien.

VR - Ahora se viene el verano y supongo que el turismo empieza a crecer muchísimo aquí, ¿verdad?

Taxista - Sí.

VR - ¿Se puede circular por la calle?

Taxista - Sí. Es como en todas las ciudades: a lo mejor voy a Uruguay y me meto en los peores barrios y no me pasa nada. Luego voy por el mejor y me atracan. Aquí es igual. Por el Centro tienes más posibilidades. No tanto ustedes porque pasan como españoles, más bien a los japoneses.

VR - Hay muchos japoneses. ¿Me quiere decir que es peligroso en general?

Taxista - No, no es peligroso. Eso no quiere decir que usted vaya paseando por aquí y no sufra un tirón.

VR - Si usted tuviera que darle a un turista unos consejos básicos para andar por Madrid, ¿qué le diría?

Taxista - Que se deje toda la documentación en el hotel, que lleve el dinero impescindible e ir acompañado".

Bueno, ya leyeron lo que me dijo el taxista. No es para preocuparse -a mí no me pasó nunca nada en Madrid, pero sí para ir atentos, como en cualquier gran metrópolis hoy en día.

Buscando el espíritu señorial de Madrid hemos llegado al Paseo del Prado, eterno inspirador de artistas. Un paseo con forma de hipódromo, flanqueado por magníficas construcciones, coronado en un extremo por la fuente más célebre de esta ciudad: La Fuente de Cibeles, uno de los símbolos de la capital española, con la diosa Cibeles sentada en un carro tirado por leones.

La idea de la plaza se le ocurrió a Carlos III en pleno "Siglo de las Luces", con ánimo de embellecer a la ciudad. Para eso, contrató a los mejores arquitectos de la corte: Hermocilla, Ventura Rodríguez, Sabatín y Villanueva, quienes trazaron este espacio público, entonces extramuros de la ciudad.

Para completar el proyecto se edificó el Jardín Botánico, el Gabinete de Historia Natural -que es hoy el Museo del Prado- y el Observatorio Astronómico. Habían logrado el escenario perfecto para el ocio y la ciencia. Ya en el Siglo XVI, el Paseo del Prado era el lugar para el cortejo y el galanteo. Para ver y ser visto. Eso sigue siendo hoy, cuatro siglos más tarde.

Hemos llegado a la puerta del edificio neoclásico que alberga a la pinacoteca clásica, probablemente, más importante del mundo: el Museo del Prado. Nos llevaría tres días enteros, recorrer todo este museo. Así que la opción de elegir las salas se las dejo a ustedes. Simplemente les recuerdo para que tomen nota antes de viajar y ya sepan lo que van a querer ver, que en el Museo del Prado se encuentran las mejores colecciones de la pintura española, con El Greco, Velázquez, Goya y Murillo, entre otros. De la flamenca con Rubens, de la italiana con Botticelli, Tiziano, Tintoretto y Veronés y de la alemana y holandesa con Durero y Rembrandt.

Si en cambio prefieren el arte moderno, tienen que visitar el Museo Reina Sofía, en la Plaza del Emperador Carlos V. Entre los artistas más célebres se encuentran Miró, Dalí y Picasso que, de hecho, con su Guernica es la pieza central del este Museo. Sobre esta obra de arte que realizara Picasso en 1937, denunciando el atroz bombardeo de Guernica por los nazis durante la Guerra Civil Española, se dice que cuando los oficiales de Hitler le preguntaron a Picasso quién era el responsable de esa pintura, él contestó: "Ustedes".

Pero como les dije en el inicio de esta recorrida, la idea de este viaje no es encerrarnos en un museo y hacer un Mapamundi culturoso. Seguiremos recorriendo la ciudad al aire libre. De hecho podríamos tomarnos unos minutos de descanso en el Parque del Buen Retiro, un oasis verde en el centro de Madrid.

Aquí, los madrileños vienen a relajarse, a caminar, meditar. Eso deduzco porque no vi a nadie con el ceño fruncido y aires de estrés. De hecho la relajación ha sido desde siempre el objetivo de este parque. Iba a ser el lugar de descanso del rey Felipe IV, pero su palacio fue destruido durante la guerra de la independencia. Sólo quedaron el Museo del Ejército y el Casón, rodeados por este espléndido parque con sus jardines elegantes, fuentes, columnatas y varias estatuas. El paisaje se compone además de un lago donde se pueden alquilar barcas, si tienen ganas de dar un paseo romántico o simplemente aplaudan a los artistas, músicos o acróbatas que suelen dar funciones a orillas del estanque.

¡Olé!...Las Ventas

A ver si descubren dónde estoy. Por el bullicio, podría estar en un estadio, en un centro de espectáculos… De hecho, si hubiese que describir este lugar, sí diría que es como un estadio y que sí está por comenzar un espectáculo. Estoy en la famosa Plaza Monumental de Las Ventas de Madrid, llamada la Catedral del torero, la plaza de toros más grandes de Madrid. Tiene lugar para 22.300 personas.

La fiesta de San Isidro en pleno, por lo que no quedaba un solo lugar vacío en la Plaza. A la entrada, varios se deben haber hecho millonarios con las reventas. Un rito que en España, al menos moviliza fanáticos tanto como lo hace el fútbol. Una barbarie con todo el savajismo del circo romano o un deporte más, según si el que responsa sea un torero de casta, rodeado de fama, dinero y mujeres o a una activista de los derechos de los animales como Brigitte Bardot. Para mí, era una experiencia desconocida y sí, tenía intriga. No tenía nada clara las reglas, pero en la marcha uno va aprendiendo…o se va horrorizando.

Punto número uno, recojan a la entrada un almohadón. Nadie los reparte pero están todos apilados. Era por algo, deduje más tarde… las gradas son de portland y la corrida dura dos horas. El almohadón, resulta útil.

El espectáculo comienza anunciando los datos del toro: a qué cría pertenece, su peso, etcétera. Y los personajes en el terreno se van sucediendo. El picador que entra montado en su caballo, los banderilleros y el torero. Cada uno tiene un tiempo limitado para cumplir su función que en definitiva no es más que ir molestando al toro, que entra a la cancha ya bastante enojado, como si supiese cuál es su destino.

***

"VICTORIA RODRÍGUEZ:
Disculpen, me pueden explicar a quién le gritan "fuera", quién estuvo mal.

ESPECTADOR:
Al picador porque le ha pegado con todas sus ganas, casi lo ha matado.

VR - Lo que pasa es que como es mi primera corrida no sé las reglas

ESPECTADORA:
Lo ha hecho mal y se ha caído. Y se ha vengado y eso no está bien".

***

Uno va escuchando todo tipo de comentarios durante la corrida. Yo, sin entender demasiado lo que sucedía porque parece que hay hasta códigos de honor: la cuestión es matar al toro pero con dignidad…eh, sí, imagino lo que están pensando pero así es la historia en una plaza de toros. Si el picador le clava la espada con demasiada violencia es un salvaje Si cuando le toca el turno al torero este le hace demasiados pases al toro, es porque está acojonado -el torero- y es un cobarde. Que si el toro ya está agotado de tantas heridas y apenas corre, es un mal toro. Uno al final no sabe por quién hay que hinchar. Pero, ¡cómo se posesiona la gente! Por momentos yo prefería concentrarme en eso, en los espectadores más que en el terreno. ¿Y cuando sacan los pañuelos blancos? Mientras el torero daba victorioso la vuelta a la plaza, todos los espectadores sacudiendo pañuelos blancos en señal de que el torero, por su valentía, merece llevarse la oreja del toro. Ovacionaban al torero Dávila Miura, uno de los favoritos. Al día siguiente me enteré leyendo El País de Madrid de los comentarios de la corrida. Al final parece que no le dieron la famosa oreja. Bastante despechado había quedado el torero, según sus declaraciones. Las críticas en cambio, ponderaron al toro.

Finalizado el espectáculo, me volví al hotel con cierto malestar de estómago. Sintiendo una pena terrible por el toro, aliviada porque no le había pasado nada al torero. Confundida. Al punto, de no tener la menor intención de volver a asistir a un espectáculo semejante. Sin embargo, tenía la sensación de haber cumplido con mi curiosidad de viajera.

Cuando vayan a comprar una entrada para las corridas, probablemente les pregunten: ¿Sol o sombra? Les explico: las corridas son a las cinco o siete de la tarde, hora en que el sol empieza a bajar en verano. Y cuando se empieza a esconder detrás de las gradas de la Plaza de Toros, una mitad queda en sombra y otra al rayo de sol. Es sabido que en Madrid el sol calienta por lo que si uno compra entradas de sol, paga menos. Suena justo.

La movida de la noche madrileña comienza en las tascas, los tradicionales bares de tapas y copas. La ciencia es saltar de una a la otra, degustando las especialidades de cada una. No existe quedarse en una sola. A esta modalidad de entretenimiento, que puede sonar agotadora física y digestivamente, se le conoce con el famoso "irse de tapas".

Las tapas, sin embargo, no empachan porque son minibocaditos que se acompañan con vino o cerveza. Las tapas españolas son tan buenas que sus recetas, alguna vez celosamente guardadas, terminaron siendo conocidas por el mundo entero pero en ningún lugar resultan tan buenas como en la propia España. Además, forman parte de su cultura. Un viajero comparó irse de tapas en Madrid con la costumbre de picar de pub en pub en el Soho de Londres. No está mal la comparación, la diferencia está en que en Madrid las tapas ayudan a hacer base para el alcohol.

Originalmente, era de jamón o chorizo. Hoy son de lo que venga: gambas, anchoas marinadas en vinagre, pepinillo, gazpacho y hasta de ensalada. Si se animan y quieren pasar por conocedores, pidan una tapa de testículos de toro. Van a quedar bárbaro. Aviso que aquí no se aceptan quejas ni tenemos mostrador de reclamos.

Las tascas están repletas entre las ocho y las 10 de la noche pero las tapas son apenas la antesala de una noche que puede durar hasta altas horas de la madrugada en discotecas, bares o tabernas flamencas. Las mejores tascas quedan en las calles Cava Baja, Cuchilleros y por la zona de la Plaza de Santa Ana.

"De Madrid al cielo", reza el dicho y es exactamente lo que haremos. Tomarnos el avión de regreso a casa. Esta fue una visita muy fugaz. Si ustedes van con tiempo, tienen infinidad de lugares para visitar. Madrid es una ciudad inagotable en todos sus aspectos: arte, historia, paisaje, arquitectura, ni qué hablar de la gastronomía. Es más, les recomiendo que si van a Madrid, del Aeropuerto de Barajas, pasen por el hotel, dejen las valijas y se vayan directo al Faro de la Moncloa. Desde allí se tiene la mejor y más completa vista de la ciudad: Es un excelente mirador: 76 metros de altura que dominan totalmente el paisaje madrileño. Incluso a lo lejos, por el noroeste, se puede ver el perfil de la sierra madrileña.

El mes de los casamientos

Una última: parece que el mes de mayo es el de los casamientos. Dicen que es porque comienza el calorcito. El hecho es que por las calles comerciales, cada dos cuadras, hay un escaparate que exhibe un pomposo vestido de novia y no se habla de otra cosa. Uno prende la televisión o abre una revista, y todo es ofertas para los recién casados.

Me subí a un taxi y le pregunté al chofer si había escuchado el pronóstico del tiempo. "¿Tienes boda?", me preguntó. Yo sólo quería saber si había hecho bien o mal dejando el paraguas en el hotel. "No, no me caso", le contesté. No conforme con eso, insistió: "Pero, ¿vas a la boda de una amiga? ¿Tienes miedo de que se te arruine el peinado?"... Qué peinado ni qué boda, sólo quería disfrutar de un Madrid con sol.



En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved