Normandía,
una región azul y verde
"Normandía
es una región de contrastes, una región de tierra
y de mar, donde se embarca y se desembarca, una región donde
el bosque se abraza al litoral".
Le
Monde, Julio 1999
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programa
Hoy
nos vamos bien al norte de Francia para rescatar los colores y los
encantos de los pueblitos que componen una región única
de Europa: la Normandía.
Sus formas caprichosas
han inspirado a pintores, escritores y sus colores y sensaciones
a grandes músicos. Entre huellas y estelas, Normandía
es una obra de arte arquitectónica de la naturaleza, un mosaico
geográfico, que se descubre por campos y playas.
Con sus paisajes
ondulados y a veces algo abruptos y con su impresionante lluvia,
esta región de Francia, esconde grandes momentos de la historia
en lugares tan apacibles como las playas donde se produjo el desembarco
de las tropas aliadas dispuestas a reconquistar Europa. La ciudades
de Trouville, Deauville y Honfleur, seguramente estén en
sus retinas gracias a los pintores que, como Monet, se enamoraron
de estas costas.
Un lugar
para manejar
La Normandía
está compuesta por cinco departamentos, Calvados, Eure, Manche,
Orne y Seine Maritime. Recorrerla es un buen desafío, en
especial porque las distancias y las carreteras son perfectas y
muy bien señalizadas. Este sí es un lugar en donde
decidirse a manejar y usar un buen mapa rutero para perderse en
los pueblitos normandos, puede dar como resultado un viaje inolvidable.
Algunos datos, para ir haciendo boca: 600 kilómetros de costas,
400.000 hectáreas de bosques, 14.000 kilómetros de
ríos, más de 80 parques, campos de golf, más
de 50 abadías y catedrales y casi 200 museos.
Empezamos
por Honfleur
Si
tuviera que empezar a recorrer esta Normandía azul y verde,
les diría que empecemos por Honfleur, uno de las ciudades
más chiquitas pero
con un encanto sin igual. Esta ciudad tiene lo que habitualmente
llamamos "una posición privilegiada", a las puertas
del Pays d' Auge y de la Costa Florida, y les ofrece en todas las
estaciones del año un lugar de estadía ideal.
Con un puerto
de pesca, de comercio y de navegación de recreo, la ciudad
ha sabido guardar un rico valor patrimonial histórico y artístico.
Se llega a ella camino al circuito de las playas de la Corniche
Normanda.
Honfleur
y sus musas inspiradoras...
Su atmósfera
y rincones han inspirado a toda una generación de pintores
en tiempos de los románticos, y por allí han pasado
nombres y tendencias. Por ejemplo, Eugene Boudin, el llamado pintor
de las playas y de las vacas, tiene allí su Museo
de pintura.
Erik
Satie, otro oriundo y enamorado de Honfleur, tiene su propio museo
de música, recién inaugurado y emplazado en la que
fuera originalmente la casa del genio de la música. Créanme
que es un placer visitarlo, a diferencia de lo que uno cree, en
este museo pasan cosas, es interactivo, y los mejores diseñadores
de arte moderno han competido para hacer vivir al visitante más
de cerca, la trayectoria y el talento de este músico. Es
algo loco y atrevido. La llaman la Casa de Satie. Allí encontrarán
una colección de juguetes electrónicos que convierten
a este museo virtual en algo único en el mundo.
Si todavía
son muy jóvenes y no saben quién es Satie, seguro
vale la pena que se jueguen a visitar este Museo, y si usted ya
sabe de quién le hablo, anímese, porque el Museo mueve
hasta al más clásico.....
Les decía
al comienzo que es un típico puerto, que no ha permitido
ninguna construcción moderna, y eso es lo que le da ese aire
tan romántico.
El muelle Sainte
Catherine, con sus casas estrechas y altas, algunas hasta de siete
pisos, presentan fachadas de madera protegidas por pizarra oscura.
El paisaje urbano es de lo más pintoresco. Hacia donde miren,
el panorama les va a mostrar una ciudad donde realmente el tiempo
se detuvo.
A pocos pasos
está la simpática plaza Arthur Boudin, animada y colorida,
con su infaltable mercado callejero, flores, ropa, en especial de
uso para los navegantes. La iglesia de Sainte Catherine, impecable,
toda recubierta de madera. Dicen que su construcción es un
raro ejemplo en Europa: la nave es una verdadera caparazón
de barco invertido. Fue construido por lo lugareños para
agradecer a la Divinidad tras la guerra de los cien años.
Notarán que el campanario está separado y también
se visita como Museo.
Lo que seguro
les llamará la atención es la falta de puertas de
entrada de las casas, ya que muchas son Galerías de arte
y podrán ver a los pintores en el muelle, tratando de captar
algo de aquella apacible villa.
Cuentan
que muchas veces las mudanzas se hacen desde las ventanas ya que
las puertas son tan pequeñas que resulta más fácil
bajarlas por una escalera desde las grandes y vistosas ventanas
que miran al muelle mayor.
Pero eso sí,
no se pueden ir de Honfleur, sin hacer la ascensión al calvario
para ver desde lo alto el estuario del Sena, la ciudad de El Havre,
y a lo lejos, el puente de Normandía.
Cocinando
a lo normando...
Para un normando,
comer bien es un deber. Su cocina es sencilla. Sin embargo de la
leche y la manzana sacan una multitud de productos que le dan a
sus platos sabores naturales.
Permítanme
que les relate algunas exquisiteces de la cocina normanda: las ostras
normandas, el asado presalado, el pollo del Auge, el pato al estilo
de Rouen, y sus quesos, el Camembert o el Pont l'Eveque... delicias,
sólo de allí.
Si me dejan,
les paso una receta normanda, anoten: unos filetes de pescado (750grs),
que puedan hervir en una olla con un caldo compuesto únicamente
de agua, sal, manteca (125grs.), perejil y pimienta.
Lo dejan cocer
30 minutos y luego preparan una salsa con cebollas, sidra, y crema
de leche. Créanme, recibirán aplausos... Habrán
preparado: Pescado a la normanda.
El secreto
de Bayeaux
Ahora vamos
hacia atrás en el tiempo, para acercarnos a una de las ciudades
poco conocidas pero que guarda como secreto, una pieza de la historia.
Bayeaux es una
ciudad ubicada en el Departamento de Calvados, a orillas del río
Auge, cerca del Canal de la Mancha. Es un importante centro agrícola
e industrial. Entre sus productos destacan los relacionados con
los de la industria alimentaria, los encajes y la cerámica.
Guarda
secretamente, lo que ellos llaman, la Tapicería de Reina
Matilde. Es en realidad, un largo bordado de lana sobre lienzo de
lino (70m por 0.50m).
Les describo
el lugar: hay un antiguo edificio que guarda, en un salón
gigante y casi a oscuras, un enorme tapiz, tan largo que no les
alcanzará la vista para contemplarlo. Cuenta en imágenes,
las circunstancias y el desarrollo de la expedición a Inglaterra
de una armada acaudillada por Guillermo, duque de Normandía.
Acaba con una
evocación impresionante de la batalla de Hastings, que permitió
a Guillermo, el vencedor, ser coronado Rey de Inglaterra en 1066.
Fue Odon, obispo
de Bayeaux y hermanastro de Guillermo, quien probablemente encargó
esta obra a un taller anglo-sajón para exponerla en su catedral.
Esta tapicería
es un testimonio único en el mundo, que retrata la vida en
el siglo XI. La última parte del tapiz, que posiblemente
describiera la derrota de las fuerzas inglesas, se ha perdido. Las
escenas están tejidas con hilos de lana de colores sobre
un lienzo.
El tapiz muestra
1.512 figuras en 72 escenas. Las inscripciones en latín identifican
a algunos de los personajes y se refieren a diversos momentos de
la acción. El borde esta adornado con hojas, animales fantásticos
y escenas de caza.
En cierta época
se consideró que dicho tapiz había sido obra de Matilde
de Flandes, esposa de Guillermo el Conquistador, pero es más
probable que se tratara de un encargo del Obispo de Bayeaux. Parece
que se realizó en Inglaterra a finales del siglo XI. El tapiz
es muy valioso por su representación de la vestimenta, armas,
tácticas
bélicas y costumbres de los normandos, antes de la conquista.
Seguro les llamará
la atención un detalle: aparece identificado el Cometa Halley,
en su aparición en 1066.
De la manzana
al Calvados
Normandía
es también una región que destaca por la riqueza de
su historia
y de su herencia arquitectónica. Ubicado en un entorno de
vegetación
normanda, se puede visitar el Castillo
de Breuil con sus tejas rosas. Edificado entre el
Siglo XVI y XVII, perteneció a grandes familias de la nobleza
que pasaron temporadas en él, como los Bouquet y los Montgomery.
Se
trata de una destilería de mucho prestigio. La sociedad "Château
du Breuil" fue creada en 1954 por Don Philippe Bizouard, cuya
familia desde siempre destila el Calvados.
La manzana constituye
el ingrediente esencial que permite obtener un Calvados de calidad.
El clima suave y húmedo a la vez, el terreno cretáceo
del País de Auge, proporcionan al Castillo de Breuil, las
condiciones ideales para explotar con éxito los 22.000 manzanos
que rodean el castillo.
La sociedad
Castillo de Breuil produce su propia sidra que resulta de una fermentación
al 100% natural del jugo de manzana. Cuando la sidra alcanza su
punto puede comenzar la destilación. La campaña de
destilación se inicia a principios del invierno hasta el
verano siguiente. Para conseguir un litro de calvados al 100% de
alcohol, se necesitan unos 27 kilogramos de manzanas, o bien, un
poco más de 20 litros de sidra al 5% de alcohol.
A diferencia
del calvados "AOC" (Denominación de Origen Calificada),
el calvados "AOC Pays d' Auge" procede exclusivamente
de la doble destilación de sidra elaborada con manzanas de
la región del País de Auge.
El Calvados
así producido es más refinado, gracias a la calidad
superior de las manzanas procedentes del terreno específico
de esta región y también gracias a la eliminación
en el transcurso de las dos destilaciones de partes menos nobles
del alcohol.
En las bodegas,
el Calvados envejece únicamente en barricas de roble. El
Castillo de Breuil elige con una atención muy particular
la barrica, su naturaleza, sus dimensiones y su edad porque estos
elementos contribuyen de forma muy notable a la calidad del envejecimiento.
La fineza y el "bouquet" del Calvados resultan de la sutil
mezcla entre la madera, el aire y el alcohol.
Cada Calvados
es diferente, cada responsable de Bodega posee su secreto y para
nada lo revelaría.
Recuerdo haberlo
probado y me resultó fuerte. Es más, cuando se lo
ofrecen, a las mujeres les recomiendan que prueben uno más
suave... o sea, el común es para lo más valientes.
El Monte
San Michel
Ubicado en los
límites de Normandía y Bretaña, dos regiones
de la Mancha en Francia, fue construido como lugar de culto consagrado
a San Miguel.
La
belleza arquitectónica del Monte
de San Michel, la Abadía y sus callejuelas,
la bruma invernal que lo rodea o la luz veraniega, han convertido
a este lugar, además del misterio en el que se envuelve con
la marea alta, en una preciosa joya arquitectónica, única
en Francia.
Uno de los temas
poco tratados de este lugar es la devoción católica
de sus visitantes, pues es un santuario importante que fue erigido
en honor al arcángel San
Miguel.
Con el tiempo,
el Monte San Michel se convirtió en un santuario muy importante,
no sólo por su valor arquitectónico, sino porque es
una escala de uno de los múltiples caminos que llevan en
peregrinación hacia Santiago de Compostela, España.
Es importante mencionar que se trata de una de las rutas más
importantes de peregrinación desde la Edad Media.
El Día
D
Les
propongo ahora recorrer juntos un museo pero a cielo abierto: el
escenario histórico de la Batalla de Normandía.
Identificados
con carteles que dicen "Normandía, Tierra de Libertad",
ocho recorridos cronológicos permiten descubrir lugares cargados
de historia y entender el desarrollo de esta tremenda batalla de
la cual dependía el desenlace de la segunda guerra mundial.
Era el día
6 de junio de 1944.
Hoy, nombres
como Omaha Beach, Arromanches, La pointe du Hoc, son imposibles
de dejar de asociar a este famoso día de la historia del
mundo.
Playas kilométricas,
acantilados estratégicos, una vista al Mar de la Mancha inimaginable,
y el dolor de la muerte. Así es este escenario. Recorrerlo
junto a los veteranos que participaron de esta guerra impresiona,
pero bien vale la pena. Hay museos dignos de recorrer para entender
cómo ocurrió el desembarco y si además les
gusta la historia, se sentirán casi dentro de aquella batalla.
Una cortita...
Les cuento una
última sobre Normandía: este lugar es perfecto para
hacer lo que se llama Bungy Jumping... o sea, saltar al vacío,
atado a un fuerte resorte de gomas.
La aventura
la pueden intentar en Normandía; es precisamente uno de los
lugares más famosos, junto con Las Vegas, Acapulco, Alemania,
Bali, Australia y Nueva Zelanda, para practicar este deporte de
riesgo. La empresa de AJ
Hacket es el pionero y padre del moderno sistema
de bungy. En 1990, este hombre creó en Europa el primer centro
de Bungy permanente y especializado de la actualidad.
La verde y bonita
Normandía es un sitio de excepción para esto en su
fabuloso Viaduc De La Souleuvre, planeado por Eiffel y construido
en 1889.
Riesgo le digo
yo porque nunca me anime a tirarme. Sólo déjenme que
les de algunos datos y ustedes lo piensan, ¿si? Hay que caminar
por una pasarela construida sobre el Viaducto y tirarse al vacío...
a una altura de algo más de 80 metros. Atarán a sus
piernas una fuerte goma que se estirará todo lo que su peso
le permita, y caerán a una velocidad de más de 30
kilómetros por hora.
Es para que
piensen y lo planeen; sin duda hay que poner mucha adrenalina y
ni hablar de que el miedo hay que dejarlo en casa.
El papelón
puede ser muy grande... el mío sí fue un papelón,
porque estaba pronta para tirarme y casi a los gritos le rogué
al instructor que me liberara porque no pensaba saltar. Estaba paralizada.
No me animé... todavía lo estoy pensando...
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