INDIA
Por las Vías del Rajastán
"Rajastán ostenta el único
ejemplo en la historia de la humanidad, de un pueblo que ha resistido
las barbaridades más atroces que se puedan infligir (y que
la naturaleza humana pueda soportar), ha sido doblegado, y se ha
vuelto a levantar, y finalmente florece de sus sufrimientos, convirtiendo
su desgracia en la piedra donde afila su coraje".
Coronel James Todd "Memorias y Antigüedades
del Rajastán"
Audio del programa
Para
comenzar esta nota, quizás, debería saludar inclinando
la cabeza y juntando las manos debajo del mentón y diciendo:
"Namaskar madamjee, sirjee". O sea, "Bienvenidos,
damas y caballeros" en idioma hindi... Con estas palabras de
absoluta cortesía a uno lo reciben en cada lugar, en cada
rincón, del más lujoso al más humilde, en un
país sin comparación: la India. Un país que
es un universo en sí mismo: con un territorio una vez y medio
mayor que el de Argentina y una población que en los próximos
años alcanzará los 1.000 millones de personas.
Nosotros claro, no visitamos toda la India. Estuvimos sí
en la capital, Delhi. También recorrimos el Estado de Rajastán,
un enorme territorio al oeste de la capital, entre Delhi y la frontera
con Pakistán...
Rajastán es la tierra de los maharajaes (príncipes
feudales), de una larga tradición caballeresca, solo comparable
con las historias europeas de la Edad Media. El pueblo de Rajastán,
aún hoy, sigue sintiendo un gran orgullo de su pasado hidalgo,
por aquellos guerreros valientes sobre los que se han tejido leyendas
extraordinarias de romance y de heroísmo.
Ya hace unos años que Rajastán se ha convertido en
un destino turístico por excelencia. Uno de cada tres turistas
que visita la India, llega hasta Rajastán. Tiene desde aventura
(en los safaris de leopardos tras las montañas Aravallis)
hasta la pompa y circunstancia de los convoy de elefantes o, imagínense,
atravesar en camello el desierto de Thar.
Pero sobretodo Rajastán es una tierra donde el pasado de
gloria, se refleja con nostalgia sobre ciudades amuralladas, palacios,
fuertes y edificaciones históricas de increíble esplendor
y monumentalidad.
Como contraste, es muy difícil para nosotros, hablarles
fríamente de "lo hermoso" que es la India. Son
muchos los sentimientos encontrados, muchas sensaciones diferentes,
muchos los recuerdos (algunos difíciles de digerir), imágenes
duras, ruidos, aromas a pétalos de rosa y olores nauseabundos,
sensaciones que se suceden una detrás de otra... Con las
imágenes, y las sensaciones, comenzamos a recorrer la India,
"Por Las Vías del Rajastán".
Un Palacio sobre ruedas
Antes
de nuestro viaje les tenemos que contar de qué manera vamos
a recorrer la provincia de Rajastán. No lo vamos a hacer
ni en auto, ni en avión. Ni en barco. Lo vamos a hacer en
un "Palacio Sobre Ruedas", un verdadero palacio sobre
los rieles de Rajastán, uno de los pioneros en esa lista
de destinos exóticos y exclusivos que hay alrededor del mundo
(junto con, por ejemplo, el "Road to Mandalay" de Birmania,
"Mala-Mala" en Sudáfrica, o el Transiberiano de
Rusia).
Todos los pasajeros del "Palacio Sobre Ruedas" nos embarcamos,
un día martes de tardecita, en una estación de trenes
en las afueras de Delhi (no en la estación central de la
capital de un país de 900 millones de personas; que sería,
sin duda, una mala idea).
Para llegar a esa estación tuvimos que atravesar toda Delhi
de punta a punta en un antiguo taxi inglés. El tráfico
era absolutamente caótico, miles de vehículos (uno
encima del otro): taxis, camiones, ómnibus (todos cayéndose
a pedazos), tuk-tuks, motos, además de elefantes, y vacas
medio-sagradas, medio-dormidas... lo que para una vaca, es exactamente
lo mismo. Alguien dijo con razón: "La India parece la
hora pico de la Humanidad" con gente y más gente por
todos lados (en las paradas, colgándose de los ómnibus
o caminando). Es cierto: las veredas están tan gastadas,
que el pasto ya no existe en ninguna parte de Delhi. Me pregunto
qué comerán las vacas...
Al llegar a la estación, uno de los andenes estaba cerrado
y reservado para nuestro tren, el "Palacio Sobre Ruedas".
Nos esperaban con una gran recepción: con músicos,
colgándonos un collar de flores a cada pasajero, nos pintaban
la frente con un puntito, y nos convidaban con canapés, refrescos
y champagne. El contraste era muy fuerte con aquello que habíamos
vivido hacía cinco minutos. Así sería todo
nuestro viaje: sorpresas y contrastes.
Al borde del desierto, la "Ciudad Rosada"
Jaipur, La Ciudad Rosada, se encuentra a 300 kilómetros al
sur-oeste de Delhi. Jaipr es la capital de Rajastán, con
una vida de gran ciudad y mucho tráfico pero no como el de
Delhi, Bombay o Calcuta. Rajastán es el estado con menos
densidad de población de toda la India.
Jaipur está al borde del desierto. Hacia Delhi y al sur,
las tierras son ricas y arables. Hacia Pakistán y al norte,
la tierra es arenosa y estéril.
A Jaipur la llaman "La Ciudad Rosada". Y, efectivamente,
¡es rosada! Toda. Todas las casas (del centro, por lo menos)
están pintadas de rosado. No se sabe cómo empezó
la tradición de pintar de ese color a toda Jaipur. Unos dicen
que fue el Maharajá Man Singh que ordenó en el siglo
XIX que toda la ciudad se pintase de rosa para recibir la visita
del Virrey británico. Otros, en cambio, afirman que ya era
rosada un siglo antes. El maharajá Sawai Jai Singh, envidioso
de la ciudad santa de Fatehpur Sikri -que está hecha de granito
rojo y mármol blanco- quiso tener una ciudad rosada propia.
Claro, sin gastar ni en granito ni en mármol.
Un Palacio. El primero de tantos...
Nuestra
primera parada en Jaipur fue el Palacio del Maharajá, construido
por Sawai Jai Singh hace 300 años. Hoy en parte es un museo
(que, por ejemplo, conserva libros milenarios de Euclides y Ptolomeo
traducidos al árabe), en parte es la gobernación del
estado y en parte sigue siendo la residencia de los descendientes
de los antiguos maharajaes. El "Hawa Mahal", o Palacio
de los Vientos, es un anexo construido en 1799. Es una estructura
muy extraña de 5 pisos, con miles de ventanitas, arcos y
capiteles. Vista desde la calle parece una gran tela rosada con
encajes blancos. Tampoco se sabe exactamente por qué se construyó
un edificio tan extraño. Fue dedicado al dios Krishna y lo
utilizaban las mujeres nobles para contemplar la calle sin ser vistas.
Nuestra segunda parada en Jaipur fue el Fuerte de Ámbar,
construido por el Maharajá Man Singh alrededor del año
1600. La enorme cantidad de fuertes que hay en Rajastán es
una muestra de la larga época de invasiones externas, ataques
entre maharajaes y contraataques para conquistar más y más
territorios. Los fuertes se construían para controlar el
territorio recién conquistado (y para mantener a la gente
dominada). Los fuertes se construían en un cerro alto, protegidos
por bastiones, torres, entradas empinadas y puertas gigantescas.
Tenían aljibes y tierras de cultivo para resistir largos
sitios del enemigo. Las murallas se levantaban en líneas
concéntricas, amurallando primero la ciudad y en el centro
del círculo, el fuerte, también amurallado.
El
Fuerte de Ámbar está ubicado sobre el cerro de una
sierra escarpada de Jaigarh, junto a un lago y un cultivo de azafrán.
La vista panorámica desde lejos es increíble.
Para subir al fuerte, hay solo una gran puerta, la que se accede
por un largo camino empinado y en espiral que se hace a pie (si
las arterias coronarias del turista lo permiten), o principescamente,
sobre un elefante. Así subimos nosotros. Fue la primera vez
que nos montamos a un bichito de estos. El "conductor"
(digamos), usa un pincho y un gancho para empujarlo o "tirarle"
de la oreja y así manejarlo. Pero no se preocupen: la piel
del elefante es muy gruesa y además, nadie que esté
cerca, se animaría a lastimar a un elefante, aunque esté
muy amaestrado.
Adentro del fuerte hay patios, varios palacios, terrazas y jardines.
La plaza del fuerte es típicamente árabe, pero la
entrada a los palacios es estilo hindú. Los constructores
supieron muy bien cómo armonizar los dos estilos, por si
acaso.
La inolvidable Sala de los Espejos
Dentro del Palacio Principal, el "Sheesh Mahal", o Sala
de los Espejos, recrea un ambiente mágico, con una luz tenue,
colada entre las celosías, y reflejada en miles de espejitos
de colores, alternados con figuras de pavos reales y elefantes en
filigrana de mármol sobre piedra arenisca. Es un ambiente
de ensueño y fantasía; para nosotros, muy difícil
de olvidar.
Otra es la Sala De Audiencias, con vista al lago, recortado por
una serie de arcos de mármol tallados al detalle. La fama
del tallado pronto despertó la envidia del emperador del
Taj Mahal en Agra. Al maharajá de Jaipur le llegó
una petición bajo amenaza para que enviara sus artesanos,
por lo que el maharajá de Jaipur mandó revocar los
arcos y columnas. "¿Tallado? ¿Qué tallado?",
habrá dicho el maharajá. El revoque original cubre
todavía el tallado de algunos de esos arcos, y un equipo
de especialista, los restaura con mucha habilidad y sobre todo paciencia.
Sawai Jai Singh: gobernante, científico y... esposo
Una de las bellezas de Jaipur es el "Jantar Mantar", un
enorme observatorio astronómico al aire libre que mandó
construir Sawai Jai Singh, ya cuando era viejo. Sawai Jai Singh
además de gobernante y militar, era un hombre de letras y
un astrónomo. Los especialistas lo consideran "El Newton
de Oriente". Después de lograr la paz con Udaipur, Sawai
Jai Singh se dedicó a las matemáticas y a la astronomía.
Su prestigio llegó hasta Europa. El rey De Portugal le envió
las tablas de "Laurent De la Hire, para su corrección.
Ningún observatorio en Europa las había podido corregir.
Sawai Jai Singh lo logró y en 1723 publicó sus propias
tablas.
El
observatorio está en perfecto estado de conservación,
a pesar de sus 300 años. Es que fue totalmente construido
en piedra y mármol. Al recorrerlo uno se siente como en un
enorme parque temático de Disney dedicado a la astronomía,
donde los visitantes pueden caminar entre (y adentro) de los enormes
instrumentos de observación, que calculan la posición
del sol, la inclinación de la tierra, las estrellas, la medición
de las horas y el calendario. Parecen como gigantescas esculturas
abstractas, como si Calder y Picasso, o algunos más, hubieran
desembarcado en Jaipur, 300 años atrás.
Esto también forma parte de la historia de Jaipur, aunque
es un "chismecito": ¿Cómo se imaginan ustedes
que Sawai Jai Singh logró la paz con Udaipur, para finalmente
dedicarse a la astronomía y las matemáticas? Casándose
con la hija de su maharajá rival, a la que le otorgó
privilegios muy específicos, los que tuvo que detallar y
firmar en el tratado de paz. Su nueva esposa debería ser
la primera en los desfiles oficiales; se le aseguraría el
respeto de las otras esposas en el Harem, y compartiría el
lecho matrimonial con Sawai todas las noches festivas.
Sin duda, Sawai era un gran diplomático. Batió todos
los récords: tuvo 28 esposas y 4 concubinas.
Maharajaes devenidos en empresarios
Claro, cuando se murió, se armó la gorda. Todos los
estados del Rajastán entraron en guerra, debilitándose
entre sí frente a los musulmanes del norte, los marathás
del sur, y una nueva fuerza: el Imperio Británico. Desde
comienzos del siglo XIX, los principados de Rajastán fueron
renunciando a su independencia a cambio del protectorado de los
ingleses. Cuando la India logró su independencia total en
1947, los maharajáes perdieron su poder y fueron convertidos
en ciudadanos comunes y corrientes, aunque pudieron conservar sus
palacios. Algunos, empobrecidos, decidieron vender sus propiedades.
Otros, con mejor juicio, decidieron transformar parte de sus palacios
o fuertes, en hoteles cinco estrellas. Con la liberalización
de la economía india de las últimas décadas,
los descendientes de los maharajaes que aún conservan sus
propiedades, fundaron la Corporación Turística de
Rajastán, que maneja el "Palacio Sobre Ruedas".
Es una de las empresas privadas más importantes de la India.
El "Palacio Sobre Ruedas" comenzó en 1982, juntando
en un mismo tren (y remolcados por una locomotora a vapor), los
viejos vagones imperiales utilizados hace un siglo o más
por los maharajaes del Rajastán para sus visitas y excursiones
oficiales. Desde 1982, no son los maharajaes quienes viajan en su
"Palacio Sobre Ruedas" sino turistas extranjeros, periodistas
(como nosotros), diplomáticos e invitados oficiales.
El viaje tiene una duración de siete días y ocho
noches, recorriendo un total de 2.200 kilómetros. Se parte
de Delhi, y el tren se detiene en Jaipur, Udaipur, Jaisalmer, Jodhpur,
Bharatpur y Agra, donde está el Taj Mahal; y finalmente vuelve
a Delhi.
Tren cinco estrellas
En el año 89 los vagones fueron remplazados por réplicas
modernas de los originales, dotados de las mismas terminaciones
de lujo en madera, tapices y espejos, pero dotados de comodidades
modernas como baños privados con agua caliente, aire acondicionado,
teléfonos y televisión. El tren tiene capacidad máxima
para 120 pasajeros alojados en 15 vagones con cuatro camarotes (con
una cama matrimonial o dos separadas) cada uno y un living que comparten
los pasajeros de cada vagón, para escuchar música,
mirar televisión, y donde se sirve el desayuno todas las
mañanas. Además, el tren cuenta con dos vagones-restaurante,
un vagón-cocina, y un vagón que es biblioteca y bar,
abierto las 24 horas del día. Si están desvelados,
en la madrugada pueden probar un licor de "Asha", hecho
de miel, azafrán, caña de azúcar y menta (muy
fuerte, pero muy sabroso).
Cada vagón de pasajeros cuenta con dos mayordomos que se
encargan de todo nuestro servicio, incluyendo despertarnos todas
las mañanas con un té en la cama.
Las cenas a bordo son dignas de un emperador, compuestas de 8 a
10 platos de exquisiteces de la cocina india, occidental o china.
(Eso son las cenas.) Los almuerzos se programan en palacios de los
maharajaes y hoteles cinco estrellas como parte del tour en cada
ciudad.
Entre ciudad y ciudad el "Palacio sobre Ruedas" viaja
casi siempre de noche. Solo un par de días se viaja de día,
lo cual es una oportunidad que no hay que desperdiciar para poder
contemplar los paisajes del Rajastán, y conocer cómo
vive su gente más allá de las ciudades históricas,
favorecidas por la presencia de castillos, fuertes y monumentos.
La gente de Rajastán es sencilla. A pesar de la modestia
en que viven, no parecen indigentes. En todos lados se ve policlínicas
de salud estatales y niños que van a las escuelas públicas.
Una de esas veces en que el tren viajaba de día, hizo una
parada que no estaba prevista, en un pueblito perdido del Rajastán.
Para estirar las piernas y respirar aire "no acondicionado",
bajamos sin autorización. Al rato se acercaron unos viejitos
del lugar, como para mirarnos más de cerca. No faltó
la oportunidad para intercambiar algunos saludos, por lo menos (nosotros
en inglés, ellos en su idioma). Nadie se entendía.
De intérpretes oficiaron unos niños que salieron de
la escuela y hablaban inglés bastante bien. Nos dijeron que
para los viejitos era la primera vez que veían a un extranjero,
que todas las semanas veían pasar al "Palacio Sobre
Ruedas", pero que el tren nunca se había detenido en
su aldea.
Jaisalmer, La Ciudad Dorada.
La vista de lejos, como un espejismo, del fuerte de Jaisalmer sobre
el Monte Trikuta, debe haber sido casi idéntica a la que
tenían los mercaderes del desierto cuando llegaban a Jaisalmer,
en sus caravanas de camellos, hace 800 años.
El fuerte de Jaisalmer es el más antiguo del Rajastán.
Fue construido por el rey Rawal Jaisal en el 1156. ¿Por qué
eligió este lugar perdido en el desierto? No se sabe. Pero
durante siglos, Jaisalmer controló el tráfico de caravanas
por el desierto entre la India y Arabia, Persia, Egipto, África
y Occidente.
El
fuerte está construido totalmente con enormes bloques sólidos
de piedra arenisca dorada, calzados el uno sobre el otro sin necesidad
de mezcla. Muchos de estos bloques provenían de fuertes anteriores
con más de 1500 años de antigüedad. Hay tres
murallas alrededor de Jaisalmer. La del fuerte tiene 10 metros de
alto, con 99 bastiones y una sola rampa de entrada, muy empinada
y en zigzag, con 4 puertas sucesivas. El camino se construía
en zigzag para desorientar el avance de los elefantes, y los muros
todavía conservan las marcas de las balas de cañón
de un tiempo perdido.
Dentro de sus murallas el tiempo se ha detenido, pero la ciudadela
no está deshabitada. La mitad de la población de Jaisalmer
vive dentro de los muros del Fuerte, perdidos en el laberinto de
sus calles angostísimas, ocupando los antiguos havelis del
siglo XII, XIII, XIV y XV.
Los havelis son las viviendas tradicionales del Rajastán,
diseñadas para combatir el clima del desierto. Son oscuras
(para protegerse del calor), tienen varias pisos (para recibir la
brisa fresca de la noche), y su mayor riqueza está en los
balcones de piedra tallada como si fuera el brocado de un encaje.
Piedra maciza tallada, ¿me entienden? Lo que protegía
a las mujeres de miradas "inoportunas".
Palacio del Lago
Nuestro "Palacio Sobre Ruedas" nos tiene preparadas varias
sorpresas más, pero yo solo tengo tiempo para la más
linda de todas. Me refiero al "Palacio del Lago" en Udaipur,
uno de los destinos más románticos del mundo.
Si bien Udaipur cuenta con otros palacios formidables, el Palacio
del Lago es absolutamente único en el mundo. Si pudieran
cerrar los ojos, imagínense un palacio exótico, no
muy alto, pero largo, mezcla de palacio y transatlántico
totalmente de paredes inmaculadas de mármol blanco, que parecen
flotar sobre las aguas serenas de un lago, el Pichola, rodeado de
cerros y bosques, perdidos a los lejos en el horizonte y en la imaginación.
El Palacio del Lago en Udaipur fue construido hace más de
cuatro siglos, en el año 1559. Parece increíble, pero
este palacio tan armonioso y sereno, debe su construcción
a la soberbia de un príncipe frente a su padre, el maharajá
de Udaipur. Según la historia, un día el príncipe
le pidió permiso para invitar unos amigos al palacio de verano.
El maharajá no solamente se negó sino que le recomendó
a su hijo que se construyera su propio palacio. Y lo hizo: el Palacio
del Lago de Udaipur...
En 1960, el maharajá de la época decidió convertir
su Palacio del Lago en un exclusivo hotel cinco estrellas. Tiene
solo 50 habitaciones, todas ellas con vista al lago y la ciudad.
Una habitación doble, con desayuno incluido, cuesta aproximadamente
200 dólares por día. Para los meses de alta temporada
de Noviembre a Febrero, se recibe reservaciones con más de
dos años de anticipación. El Palacio del Lago es el
tipo de lugar en el que descansa el jetset europeo, sobretodo en
invierno. Entre sus primeros visitantes, aquí se hospedaron
la reina Isabel II de Inglaterra y Jacqueline Kennedy.
Cocacolero...
Les cuento una última sobre Rajastán. Esto nos sucedió
en Jaisalmer. Más allá de las murallas monumentales
de la ciudad dorada, a pocos kilómetros de la frontera con
Pakistán, se encuentran las dunas de Sam, moles de arena
de tres y 15 metros de altura que se pierden a la distancia sobre
la frontera muy cercana de Pakistán (solo a 50 kilómetros).
Las
dunas son muy difíciles de cruzar porque su superficie y
sus senderos cambian todo el tiempo, según los caprichos
de los vientos del desierto.
Aún hoy, el medio de transporte más usado sigue siendo
el camello.
Nuestra visita a Jaisalmer incluía una caravana por las
dunas de Sam, al atardecer... La sensación de estar ahí,
en medio de las dunas, subidos a camellos, mirando caer el sol sobre
el desierto, un sol incandescente, naranja como una pelota de fuego,
era tan fantástica como la mejor de las historias de "Las
Mil Y Una Noches".
Pero, ¿quieren que les rompa el hechizo? Igual que nos pasó
a nosotros, en medio de esa experiencia fantástica, detrás
de una duna, en el momento más inoportuno, aparece un muchacho
hindú, con una túnica tradicional, de ojotas y turbante,
y un casillero en la mano gritando: "Coca-cola! Coca-cola,
con hielo! A diez rupias cada una, una ganga, tome una, me la paga
a la vuelta!"
¡Qué manera de arruinamos la fantasía! Pero
así tal cual fue que sucedió. Igualmente, le compramos
unos refrescos y el muchachito se hizo sus buenas rupias.
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