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18.05.2003
























CREDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Oficina de Turismo de Marruecos
Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay
Canal 12

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA

Guías Océano

PRODUCCIÓN:
Victoria Rodríguez
Alejandra Borques
Enrique Cotelo

MUSICALIZACIÓN:
Enrique Cotelo

EDICIÓN:
Nano Priliac


 

INDIA
Por las Vías del Rajastán

"Rajastán ostenta el único ejemplo en la historia de la humanidad, de un pueblo que ha resistido las barbaridades más atroces que se puedan infligir (y que la naturaleza humana pueda soportar), ha sido doblegado, y se ha vuelto a levantar, y finalmente florece de sus sufrimientos, convirtiendo su desgracia en la piedra donde afila su coraje".

Coronel James Todd "Memorias y Antigüedades del Rajastán"

Audio del programa

Para comenzar esta nota, quizás, debería saludar inclinando la cabeza y juntando las manos debajo del mentón y diciendo: "Namaskar madamjee, sirjee". O sea, "Bienvenidos, damas y caballeros" en idioma hindi... Con estas palabras de absoluta cortesía a uno lo reciben en cada lugar, en cada rincón, del más lujoso al más humilde, en un país sin comparación: la India. Un país que es un universo en sí mismo: con un territorio una vez y medio mayor que el de Argentina y una población que en los próximos años alcanzará los 1.000 millones de personas.

Nosotros claro, no visitamos toda la India. Estuvimos sí en la capital, Delhi. También recorrimos el Estado de Rajastán, un enorme territorio al oeste de la capital, entre Delhi y la frontera con Pakistán...

Rajastán es la tierra de los maharajaes (príncipes feudales), de una larga tradición caballeresca, solo comparable con las historias europeas de la Edad Media. El pueblo de Rajastán, aún hoy, sigue sintiendo un gran orgullo de su pasado hidalgo, por aquellos guerreros valientes sobre los que se han tejido leyendas extraordinarias de romance y de heroísmo.

Ya hace unos años que Rajastán se ha convertido en un destino turístico por excelencia. Uno de cada tres turistas que visita la India, llega hasta Rajastán. Tiene desde aventura (en los safaris de leopardos tras las montañas Aravallis) hasta la pompa y circunstancia de los convoy de elefantes o, imagínense, atravesar en camello el desierto de Thar.

Pero sobretodo Rajastán es una tierra donde el pasado de gloria, se refleja con nostalgia sobre ciudades amuralladas, palacios, fuertes y edificaciones históricas de increíble esplendor y monumentalidad.

Como contraste, es muy difícil para nosotros, hablarles fríamente de "lo hermoso" que es la India. Son muchos los sentimientos encontrados, muchas sensaciones diferentes, muchos los recuerdos (algunos difíciles de digerir), imágenes duras, ruidos, aromas a pétalos de rosa y olores nauseabundos, sensaciones que se suceden una detrás de otra... Con las imágenes, y las sensaciones, comenzamos a recorrer la India, "Por Las Vías del Rajastán".

Un Palacio sobre ruedas

Antes de nuestro viaje les tenemos que contar de qué manera vamos a recorrer la provincia de Rajastán. No lo vamos a hacer ni en auto, ni en avión. Ni en barco. Lo vamos a hacer en un "Palacio Sobre Ruedas", un verdadero palacio sobre los rieles de Rajastán, uno de los pioneros en esa lista de destinos exóticos y exclusivos que hay alrededor del mundo (junto con, por ejemplo, el "Road to Mandalay" de Birmania, "Mala-Mala" en Sudáfrica, o el Transiberiano de Rusia).

Todos los pasajeros del "Palacio Sobre Ruedas" nos embarcamos, un día martes de tardecita, en una estación de trenes en las afueras de Delhi (no en la estación central de la capital de un país de 900 millones de personas; que sería, sin duda, una mala idea).

Para llegar a esa estación tuvimos que atravesar toda Delhi de punta a punta en un antiguo taxi inglés. El tráfico era absolutamente caótico, miles de vehículos (uno encima del otro): taxis, camiones, ómnibus (todos cayéndose a pedazos), tuk-tuks, motos, además de elefantes, y vacas medio-sagradas, medio-dormidas... lo que para una vaca, es exactamente lo mismo. Alguien dijo con razón: "La India parece la hora pico de la Humanidad" con gente y más gente por todos lados (en las paradas, colgándose de los ómnibus o caminando). Es cierto: las veredas están tan gastadas, que el pasto ya no existe en ninguna parte de Delhi. Me pregunto qué comerán las vacas...

Al llegar a la estación, uno de los andenes estaba cerrado y reservado para nuestro tren, el "Palacio Sobre Ruedas". Nos esperaban con una gran recepción: con músicos, colgándonos un collar de flores a cada pasajero, nos pintaban la frente con un puntito, y nos convidaban con canapés, refrescos y champagne. El contraste era muy fuerte con aquello que habíamos vivido hacía cinco minutos. Así sería todo nuestro viaje: sorpresas y contrastes.

Al borde del desierto, la "Ciudad Rosada"

Jaipur, La Ciudad Rosada, se encuentra a 300 kilómetros al sur-oeste de Delhi. Jaipr es la capital de Rajastán, con una vida de gran ciudad y mucho tráfico pero no como el de Delhi, Bombay o Calcuta. Rajastán es el estado con menos densidad de población de toda la India.

Jaipur está al borde del desierto. Hacia Delhi y al sur, las tierras son ricas y arables. Hacia Pakistán y al norte, la tierra es arenosa y estéril.

A Jaipur la llaman "La Ciudad Rosada". Y, efectivamente, ¡es rosada! Toda. Todas las casas (del centro, por lo menos) están pintadas de rosado. No se sabe cómo empezó la tradición de pintar de ese color a toda Jaipur. Unos dicen que fue el Maharajá Man Singh que ordenó en el siglo XIX que toda la ciudad se pintase de rosa para recibir la visita del Virrey británico. Otros, en cambio, afirman que ya era rosada un siglo antes. El maharajá Sawai Jai Singh, envidioso de la ciudad santa de Fatehpur Sikri -que está hecha de granito rojo y mármol blanco- quiso tener una ciudad rosada propia. Claro, sin gastar ni en granito ni en mármol.

Un Palacio. El primero de tantos...

Nuestra primera parada en Jaipur fue el Palacio del Maharajá, construido por Sawai Jai Singh hace 300 años. Hoy en parte es un museo (que, por ejemplo, conserva libros milenarios de Euclides y Ptolomeo traducidos al árabe), en parte es la gobernación del estado y en parte sigue siendo la residencia de los descendientes de los antiguos maharajaes. El "Hawa Mahal", o Palacio de los Vientos, es un anexo construido en 1799. Es una estructura muy extraña de 5 pisos, con miles de ventanitas, arcos y capiteles. Vista desde la calle parece una gran tela rosada con encajes blancos. Tampoco se sabe exactamente por qué se construyó un edificio tan extraño. Fue dedicado al dios Krishna y lo utilizaban las mujeres nobles para contemplar la calle sin ser vistas.

Nuestra segunda parada en Jaipur fue el Fuerte de Ámbar, construido por el Maharajá Man Singh alrededor del año 1600. La enorme cantidad de fuertes que hay en Rajastán es una muestra de la larga época de invasiones externas, ataques entre maharajaes y contraataques para conquistar más y más territorios. Los fuertes se construían para controlar el territorio recién conquistado (y para mantener a la gente dominada). Los fuertes se construían en un cerro alto, protegidos por bastiones, torres, entradas empinadas y puertas gigantescas. Tenían aljibes y tierras de cultivo para resistir largos sitios del enemigo. Las murallas se levantaban en líneas concéntricas, amurallando primero la ciudad y en el centro del círculo, el fuerte, también amurallado.

El Fuerte de Ámbar está ubicado sobre el cerro de una sierra escarpada de Jaigarh, junto a un lago y un cultivo de azafrán. La vista panorámica desde lejos es increíble.

Para subir al fuerte, hay solo una gran puerta, la que se accede por un largo camino empinado y en espiral que se hace a pie (si las arterias coronarias del turista lo permiten), o principescamente, sobre un elefante. Así subimos nosotros. Fue la primera vez que nos montamos a un bichito de estos. El "conductor" (digamos), usa un pincho y un gancho para empujarlo o "tirarle" de la oreja y así manejarlo. Pero no se preocupen: la piel del elefante es muy gruesa y además, nadie que esté cerca, se animaría a lastimar a un elefante, aunque esté muy amaestrado.

Adentro del fuerte hay patios, varios palacios, terrazas y jardines. La plaza del fuerte es típicamente árabe, pero la entrada a los palacios es estilo hindú. Los constructores supieron muy bien cómo armonizar los dos estilos, por si acaso.

La inolvidable Sala de los Espejos

Dentro del Palacio Principal, el "Sheesh Mahal", o Sala de los Espejos, recrea un ambiente mágico, con una luz tenue, colada entre las celosías, y reflejada en miles de espejitos de colores, alternados con figuras de pavos reales y elefantes en filigrana de mármol sobre piedra arenisca. Es un ambiente de ensueño y fantasía; para nosotros, muy difícil de olvidar.

Otra es la Sala De Audiencias, con vista al lago, recortado por una serie de arcos de mármol tallados al detalle. La fama del tallado pronto despertó la envidia del emperador del Taj Mahal en Agra. Al maharajá de Jaipur le llegó una petición bajo amenaza para que enviara sus artesanos, por lo que el maharajá de Jaipur mandó revocar los arcos y columnas. "¿Tallado? ¿Qué tallado?", habrá dicho el maharajá. El revoque original cubre todavía el tallado de algunos de esos arcos, y un equipo de especialista, los restaura con mucha habilidad y sobre todo paciencia.

Sawai Jai Singh: gobernante, científico y... esposo

Una de las bellezas de Jaipur es el "Jantar Mantar", un enorme observatorio astronómico al aire libre que mandó construir Sawai Jai Singh, ya cuando era viejo. Sawai Jai Singh además de gobernante y militar, era un hombre de letras y un astrónomo. Los especialistas lo consideran "El Newton de Oriente". Después de lograr la paz con Udaipur, Sawai Jai Singh se dedicó a las matemáticas y a la astronomía. Su prestigio llegó hasta Europa. El rey De Portugal le envió las tablas de "Laurent De la Hire, para su corrección. Ningún observatorio en Europa las había podido corregir. Sawai Jai Singh lo logró y en 1723 publicó sus propias tablas.

El observatorio está en perfecto estado de conservación, a pesar de sus 300 años. Es que fue totalmente construido en piedra y mármol. Al recorrerlo uno se siente como en un enorme parque temático de Disney dedicado a la astronomía, donde los visitantes pueden caminar entre (y adentro) de los enormes instrumentos de observación, que calculan la posición del sol, la inclinación de la tierra, las estrellas, la medición de las horas y el calendario. Parecen como gigantescas esculturas abstractas, como si Calder y Picasso, o algunos más, hubieran desembarcado en Jaipur, 300 años atrás.

Esto también forma parte de la historia de Jaipur, aunque es un "chismecito": ¿Cómo se imaginan ustedes que Sawai Jai Singh logró la paz con Udaipur, para finalmente dedicarse a la astronomía y las matemáticas? Casándose con la hija de su maharajá rival, a la que le otorgó privilegios muy específicos, los que tuvo que detallar y firmar en el tratado de paz. Su nueva esposa debería ser la primera en los desfiles oficiales; se le aseguraría el respeto de las otras esposas en el Harem, y compartiría el lecho matrimonial con Sawai todas las noches festivas.

Sin duda, Sawai era un gran diplomático. Batió todos los récords: tuvo 28 esposas y 4 concubinas.

Maharajaes devenidos en empresarios

Claro, cuando se murió, se armó la gorda. Todos los estados del Rajastán entraron en guerra, debilitándose entre sí frente a los musulmanes del norte, los marathás del sur, y una nueva fuerza: el Imperio Británico. Desde comienzos del siglo XIX, los principados de Rajastán fueron renunciando a su independencia a cambio del protectorado de los ingleses. Cuando la India logró su independencia total en 1947, los maharajáes perdieron su poder y fueron convertidos en ciudadanos comunes y corrientes, aunque pudieron conservar sus palacios. Algunos, empobrecidos, decidieron vender sus propiedades. Otros, con mejor juicio, decidieron transformar parte de sus palacios o fuertes, en hoteles cinco estrellas. Con la liberalización de la economía india de las últimas décadas, los descendientes de los maharajaes que aún conservan sus propiedades, fundaron la Corporación Turística de Rajastán, que maneja el "Palacio Sobre Ruedas". Es una de las empresas privadas más importantes de la India.

El "Palacio Sobre Ruedas" comenzó en 1982, juntando en un mismo tren (y remolcados por una locomotora a vapor), los viejos vagones imperiales utilizados hace un siglo o más por los maharajaes del Rajastán para sus visitas y excursiones oficiales. Desde 1982, no son los maharajaes quienes viajan en su "Palacio Sobre Ruedas" sino turistas extranjeros, periodistas (como nosotros), diplomáticos e invitados oficiales.

El viaje tiene una duración de siete días y ocho noches, recorriendo un total de 2.200 kilómetros. Se parte de Delhi, y el tren se detiene en Jaipur, Udaipur, Jaisalmer, Jodhpur, Bharatpur y Agra, donde está el Taj Mahal; y finalmente vuelve a Delhi.

Tren cinco estrellas

En el año 89 los vagones fueron remplazados por réplicas modernas de los originales, dotados de las mismas terminaciones de lujo en madera, tapices y espejos, pero dotados de comodidades modernas como baños privados con agua caliente, aire acondicionado, teléfonos y televisión. El tren tiene capacidad máxima para 120 pasajeros alojados en 15 vagones con cuatro camarotes (con una cama matrimonial o dos separadas) cada uno y un living que comparten los pasajeros de cada vagón, para escuchar música, mirar televisión, y donde se sirve el desayuno todas las mañanas. Además, el tren cuenta con dos vagones-restaurante, un vagón-cocina, y un vagón que es biblioteca y bar, abierto las 24 horas del día. Si están desvelados, en la madrugada pueden probar un licor de "Asha", hecho de miel, azafrán, caña de azúcar y menta (muy fuerte, pero muy sabroso).

Cada vagón de pasajeros cuenta con dos mayordomos que se encargan de todo nuestro servicio, incluyendo despertarnos todas las mañanas con un té en la cama.

Las cenas a bordo son dignas de un emperador, compuestas de 8 a 10 platos de exquisiteces de la cocina india, occidental o china. (Eso son las cenas.) Los almuerzos se programan en palacios de los maharajaes y hoteles cinco estrellas como parte del tour en cada ciudad.

Entre ciudad y ciudad el "Palacio sobre Ruedas" viaja casi siempre de noche. Solo un par de días se viaja de día, lo cual es una oportunidad que no hay que desperdiciar para poder contemplar los paisajes del Rajastán, y conocer cómo vive su gente más allá de las ciudades históricas, favorecidas por la presencia de castillos, fuertes y monumentos.

La gente de Rajastán es sencilla. A pesar de la modestia en que viven, no parecen indigentes. En todos lados se ve policlínicas de salud estatales y niños que van a las escuelas públicas.

Una de esas veces en que el tren viajaba de día, hizo una parada que no estaba prevista, en un pueblito perdido del Rajastán. Para estirar las piernas y respirar aire "no acondicionado", bajamos sin autorización. Al rato se acercaron unos viejitos del lugar, como para mirarnos más de cerca. No faltó la oportunidad para intercambiar algunos saludos, por lo menos (nosotros en inglés, ellos en su idioma). Nadie se entendía. De intérpretes oficiaron unos niños que salieron de la escuela y hablaban inglés bastante bien. Nos dijeron que para los viejitos era la primera vez que veían a un extranjero, que todas las semanas veían pasar al "Palacio Sobre Ruedas", pero que el tren nunca se había detenido en su aldea.

Jaisalmer, La Ciudad Dorada.

La vista de lejos, como un espejismo, del fuerte de Jaisalmer sobre el Monte Trikuta, debe haber sido casi idéntica a la que tenían los mercaderes del desierto cuando llegaban a Jaisalmer, en sus caravanas de camellos, hace 800 años.

El fuerte de Jaisalmer es el más antiguo del Rajastán. Fue construido por el rey Rawal Jaisal en el 1156. ¿Por qué eligió este lugar perdido en el desierto? No se sabe. Pero durante siglos, Jaisalmer controló el tráfico de caravanas por el desierto entre la India y Arabia, Persia, Egipto, África y Occidente.

El fuerte está construido totalmente con enormes bloques sólidos de piedra arenisca dorada, calzados el uno sobre el otro sin necesidad de mezcla. Muchos de estos bloques provenían de fuertes anteriores con más de 1500 años de antigüedad. Hay tres murallas alrededor de Jaisalmer. La del fuerte tiene 10 metros de alto, con 99 bastiones y una sola rampa de entrada, muy empinada y en zigzag, con 4 puertas sucesivas. El camino se construía en zigzag para desorientar el avance de los elefantes, y los muros todavía conservan las marcas de las balas de cañón de un tiempo perdido.

Dentro de sus murallas el tiempo se ha detenido, pero la ciudadela no está deshabitada. La mitad de la población de Jaisalmer vive dentro de los muros del Fuerte, perdidos en el laberinto de sus calles angostísimas, ocupando los antiguos havelis del siglo XII, XIII, XIV y XV.
Los havelis son las viviendas tradicionales del Rajastán, diseñadas para combatir el clima del desierto. Son oscuras (para protegerse del calor), tienen varias pisos (para recibir la brisa fresca de la noche), y su mayor riqueza está en los balcones de piedra tallada como si fuera el brocado de un encaje. Piedra maciza tallada, ¿me entienden? Lo que protegía a las mujeres de miradas "inoportunas".

Palacio del Lago

Nuestro "Palacio Sobre Ruedas" nos tiene preparadas varias sorpresas más, pero yo solo tengo tiempo para la más linda de todas. Me refiero al "Palacio del Lago" en Udaipur, uno de los destinos más románticos del mundo.

Si bien Udaipur cuenta con otros palacios formidables, el Palacio del Lago es absolutamente único en el mundo. Si pudieran cerrar los ojos, imagínense un palacio exótico, no muy alto, pero largo, mezcla de palacio y transatlántico totalmente de paredes inmaculadas de mármol blanco, que parecen flotar sobre las aguas serenas de un lago, el Pichola, rodeado de cerros y bosques, perdidos a los lejos en el horizonte y en la imaginación.

El Palacio del Lago en Udaipur fue construido hace más de cuatro siglos, en el año 1559. Parece increíble, pero este palacio tan armonioso y sereno, debe su construcción a la soberbia de un príncipe frente a su padre, el maharajá de Udaipur. Según la historia, un día el príncipe le pidió permiso para invitar unos amigos al palacio de verano. El maharajá no solamente se negó sino que le recomendó a su hijo que se construyera su propio palacio. Y lo hizo: el Palacio del Lago de Udaipur...

En 1960, el maharajá de la época decidió convertir su Palacio del Lago en un exclusivo hotel cinco estrellas. Tiene solo 50 habitaciones, todas ellas con vista al lago y la ciudad. Una habitación doble, con desayuno incluido, cuesta aproximadamente 200 dólares por día. Para los meses de alta temporada de Noviembre a Febrero, se recibe reservaciones con más de dos años de anticipación. El Palacio del Lago es el tipo de lugar en el que descansa el jetset europeo, sobretodo en invierno. Entre sus primeros visitantes, aquí se hospedaron la reina Isabel II de Inglaterra y Jacqueline Kennedy.

Cocacolero...

Les cuento una última sobre Rajastán. Esto nos sucedió en Jaisalmer. Más allá de las murallas monumentales de la ciudad dorada, a pocos kilómetros de la frontera con Pakistán, se encuentran las dunas de Sam, moles de arena de tres y 15 metros de altura que se pierden a la distancia sobre la frontera muy cercana de Pakistán (solo a 50 kilómetros).

Las dunas son muy difíciles de cruzar porque su superficie y sus senderos cambian todo el tiempo, según los caprichos de los vientos del desierto.

Aún hoy, el medio de transporte más usado sigue siendo el camello.

Nuestra visita a Jaisalmer incluía una caravana por las dunas de Sam, al atardecer... La sensación de estar ahí, en medio de las dunas, subidos a camellos, mirando caer el sol sobre el desierto, un sol incandescente, naranja como una pelota de fuego, era tan fantástica como la mejor de las historias de "Las Mil Y Una Noches".

Pero, ¿quieren que les rompa el hechizo? Igual que nos pasó a nosotros, en medio de esa experiencia fantástica, detrás de una duna, en el momento más inoportuno, aparece un muchacho hindú, con una túnica tradicional, de ojotas y turbante, y un casillero en la mano gritando: "Coca-cola! Coca-cola, con hielo! A diez rupias cada una, una ganga, tome una, me la paga a la vuelta!"

¡Qué manera de arruinamos la fantasía! Pero así tal cual fue que sucedió. Igualmente, le compramos unos refrescos y el muchachito se hizo sus buenas rupias.



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