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18.05.2003
























CREDITOS Y AGRADECIMIENTOS

Oficina de Turismo de Viena
Oficina de Turismo de Austria
Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay
Canal 12

BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA

Guías Océano
Guías Michelin

PRODUCCIÓN:
Victoria Rodríguez
Alejandra Borques
Enrique Cotelo

MUSICALIZACIÓN:
Enrique Cotelo

EDICIÓN:
Nano Priliac


 

"Viena a ritmo de vals"

"¿En qué gran ciudad del mundo, uno puede bañarse en el río que la cruza, después manejar 20 minutos hasta las colinas y mientras se moja los labios con el mejor vino de la región, contempla el parpadeo de las luces a sus pies? ¿En qué gran ciudad del mundo uno puede en invierno esquiar en esas mismas colinas, caminar por sus bosques, tomar un baño termal, hacer golf, cricket, skate, remo o vela, dentro de la ciudad misma? ¿Mandar a los niños solos en el transporte público a la escuela? Y todo esto en una de las ciudades más respetadas por su esplendor y por sus manifestaciones culturales que la ubican entre las mejores del mundo. Esta ciudad es diferente".

David Cámeron.

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Desde ya les digo que en el destino de hoy, apenas vamos a dar las primeras pinceladas de Viena, capital de Austria. Es imposible de abarcar solo de una vez porque en ella conviven varias ciudades a la vez: Viena, la capital de la música, Viena, la capital del imperio austro-húngaro, la Viena del vals, la Viena de la Emperatriz Sissi, la Viena de Freud, la Viena actual y moderna, la segunda capital de las Naciones Unidas, la Viena de cuentos y leyendas al borde del Danubio, la Viena romántica de los bosques, y la Viena triste, la de posguerra (la de la película "El Tercer Hombre", con Orson Welles, por ejemplo).

Por eso hoy les proponemos darnos una vuelta por la Viena clásica, la del Imperio y la Viena del siglo pasado, un recorrido turístico y alegre. Y para esta vuelta "1-2-3" por Viena, no podíamos elegir mejor compañía que los valses y las polkas de Johann Strauss.

En "fiaker" por el centro

No es fácil decidirse por cuál es exactamente el centro de Viena. Si decimos que estamos en el "centro" de Viena, podemos estar en el barrio alrededor de la catedral, en la zona del Palacio Imperial, cerca de donde está la Opera y el mercado de pulgas, la zona del Ayuntamiento y los museos, y la zona del palacio "Belvedere". Todo eso es el centro de Viena, y aunque parece mucho (y lo es), la mejor manera de recorrerlo es a pie. El tráfico por el centro es espantoso, porque las calles son angostitas, no hay casi lugar para estacionar, y todas son flechadas. Vale la pena hacerlo caminando porque, además, en cada cuadra hay mucho para ver sobre Historia, leyendas y, por qué no, hacer compras. Si uno se cansa, siempre hay un café típico, o una confitería donde reponer energías.

Pero hoy me levanté perezosa, y como quiero andar rapidito, mejor me voy a tomar un "fiaker". No, no es una bebida espirituosa. (Es muy temprano para eso.) No, un "fiaker" es una de las carrozas abiertas, típicas de Viena, por definición conducidas por un cochero de grandes bigotes, medio rezongón (hasta que entra en confianza), y que siempre usa un sombrero de copa redonda.

Nada es barato en Viena y tomarse un "fiaker"... menos. Si pueden, el sonido de las herraduras de los caballos sobre los adoquines de Viena, vale toda la pena.

El alma de la ciudad

Vamos a empezar nuestro recorrido pegado a la catedral de Viena, consagrada con el nombre de "San Esteban". Allí está el alma de la ciudad. Varios emperadores Habsburgos están enterrados debajo del altar mayor. En el mismo lugar de San Esteban, ha habido iglesias romanescas desde el Siglo XIII, pero el estilo gótico de San Esteban se debe a su ampliación en los Siglos XIV y XV. Desde afuera, lo que más impresiona es el tejado a dos aguas que le da toque casi bizantino, un efecto exótico y muy vivo que corona el edificio gótico. Está construido con un millón de tejas vidriadas de colores fuertes (verde, amarillo, blanco, negro), que describen motivos geométricos. También hay una enorme águila imperial que también corona la torre más alta, la "Steffl", a 60 pisos de altura sobre Viena. No todas las torres de la catedral llegan tan alto. La torre norte nunca se completó porque, según la leyenda, su constructor rompió el pacto que tenía con el diablo al pronunciar un nombre santo. El diablo se enojó, y el pobre cayó desde la torre a su muerte. Nosotros no creemos en esas cosas, pero cuando subimos a la "Steffl" - cosa que se puede hacer por un dólar - y contemplamos toda Viena, les juro que nos agarramos bien fuerte.

En nuestro "fiaker" comenzamos a recorrer toda la zona alrededor de la catedral de San Esteban. Hans, nuestro cochero, nos hizo cuentos a grito pelado, como para que se entere toda Viena de las historias que nos hizo creer, mientras mira hacia adelante al conducir la carroza por las calles, callecitas y callejones que todavía siguen el trazado original de la Edad Media. En un truco muy bien planeado, nos pide que nos agachemos, y nos metemos en uno de los patios interiores entre los edificios que tiene la zona, absolutamente pacíficos, todos empedrados y arbolados, con helechos que caen de los balcones interiores. En estos patios sobresalen las torres "mochas" de la antigua nobleza, quienes vivían por encima de las casas de la burguesía. Desde el Siglo XV, los Habsburgos -duques de Austria-, echaron de Viena a los nobles que se negaran a pagar impuestos y les derrumbaron sus torres a la altura de los demás tejados. Para apuntalar muchas de estas construcciones, los edificios se conectan con arcos sobre las calles. Estro le da un toque mucho más romántico al lugar.

Hans, nuestro cochero, nos llama la atención de otras direcciones famosas:

. la "FígaroHáus": Donde aún se conserva el apartamento que ocupó la familia Mozart desde 1787.

. la "Blútgasse": La "calle de la sangre", donde los Caballeros del Templario provocaron una masacre tal que, dicen, la calle se inundó con la sangre de los caídos.

. el "Fleiscmarkt": El viejo mercado de carne de Viena, que queda en el mismo lugar desde el 1220, con la imagen de "Liebe Águstin" tallada en madera sobre la taberna. Dicen que durante la plaga de 1679, el gaitero Águstin una noche estaba tan borracho que lo dieron por muerto y lo tiraron a la fosa común. Sin embargo, al rato el supuesto muerto se puso a tocar la gaita y gracias a eso se salvó al ser rescatado del morboso error.

. Pero hay un monumento a la Peste, sobre la calle "Graben" (que es la calle comercial más tradicional de toda Viena). Frente a la casa de modas "Braun", con una vidriera antigua de madera y bronce (tan elegante como el vestuario en exhibición), se encuentra la "columna de la Peste". La "Columna de la peste" fue levantada en agradecimiento al rey Leopoldo I, quien no huyó despavorido de la ciudad durante la epidemia (como los otros reyes). Se quedó y predicó con el ejemplo para combatir la plaga con estrictas medidas de higiene, como lavarse las manos por ejemplo. Pensaban que estaba loco, pero los hechos le dieron la razón.

Ultima Parada

 

 

 

 

 

 

Vamos a hacer nuestra última parada en este recorrido en "fiaker". Después de pasar por la impresionante iglesia barroca de San Pedro (que sigue los planos de San Pedro de Roma), damos vuelta la esquina y nos encontramos con una reliquia histórica: "El Reloj del Ánker", que es ni más ni menos que un puente que une sobre la calle a dos edificios de la compañía de seguros "Ánker". En fin, por este reloj desfilan los 12 personajes más queridos de la historia de Viena, desde el Emperador romano Marcos Aurelius (quien murió en Viena), hasta el Duque Rodolfo (que mandó construir la catedral), hasta el compositor Joseph Haydn. "Papá" Haydn, como le dicen.

El Palacio Imperial

El Complejo del Palacio Imperial es una de las maravillas de Europa, por su riqueza, por su impecable preservación y por su belleza. Es "una ciudad dentro de una ciudad". Son manzanas y manzanas de palacios y aposentos imperiales, con 2.200 habitaciones, la Capilla Real donde actúan los "Niños Cantores de Viena", la Biblioteca Nacional -con su sala principal, "la PrunkSaal", que es de una exuberancia barroca indescriptible-, La Escuela de Equitación, jardines, plazas y monumentos, y más jardines y plazas. Tan solo los muros y las rejas que rodean la ciudadela son dignos de una exquisitez imperial. Es que el "Hofburg" -como se le llama- fue durante 600 años la sede del poder de los Habsburgos, la familia que gobernó Viena, y cada emperador fue dejando su marca, mandando construir edificios y edificios que van desde el gótico hasta casi el Siglo XX.

Bueno y sin nombrar los museos: el tesoro imperial de Viena por ejemplo, está distribuido en 20 salas con exhibiciones rotativas que incluyen vajilla, mobiliario, coronas reales, todas de una opulencia casi obscena. Sáquenle el "casi". Obscena, punto.

Quien dejó una impronta muy propia, fue una mujer, reverenciada en su época como una de las más hermosas de Europa, una mujer que sigue siendo fuente de inspiración de cuentos, de historias y de películas (como la clásica película "Sissi", encarnada por una joven Romy Schneider). Me refiero a la Emperatriz Elizabeth de Austria, a quien en Austria apodaron cariñosamente "Sissi".

Chismes Imperiales

La historia de amor entre la princesa Sissi de Baviera y Francisco José comenzó en 1853 en una localidad cerca de Salzburgo donde el Emperador de apenas 23 años estaba de vacaciones. Francisco José debía haber sido presentado a la princesa Elena de Baviera, hermana de Elizabeth, pero al conocer a Sissi se enamoró perdidamente y oponiéndose a su madre se comprometió con aquella joven de apenas 15 años. Un año después se celebró la boda y Austria se enamoró de su joven emperatriz de cuentos de hadas. Sin embargo, Sissi no era feliz. Francisco José la amaba, pero al gobernar sobre 50 millones de personas, tenía poco tiempo para su esposa, quien pasaba la mayoría de las noches durmiendo sola, fuera de la cama imperial. La emperatriz, de espíritu inquieto y gran inteligencia, pronto se interesó en los asuntos de Estado y sus ideas liberales pronto contribuyeron en la lucha por la igualdad del pueblo húngaro y lograron que Francisco José fuera consagrado Rey de Hungría.

La madre del Emperador nunca aceptó a Sissi y cuentan crónicas de la época, que los invitados a los banquetes del palacio real solían reservar para la misma noche una mesa en el restaurante del hotel Sacher. El ambiente tenso entre el Emperador, su madre y Sissi no auspiciaba grandes veladas y las cenas solían ser muy breves.

La tensión llegó a tal punto que la Emperatriz comenzó a tener una vida bastante independiente de la de su marido, le encantaba viajar y algunos afirman que solía escaparse bastante. Los viajes de Sissi se hicieron cada vez más frecuentes y más largos. Iba a visitar a su familia en Alemania, Inglaterra, Venecia que todavía estaba bajo dominio de Austria, o a su "paraíso secreto", como le gustaba llamarle a la isla de Madeira sobre el Océano Atlántico. Al principio viajaba a todo lujo, con incontables vestidos y un séquito de 90 personas a su servicio, que ocupaban varios vagones del tren imperial. Un hecho por demás desgraciado, el suicidio de su hijo, transformó profundamente el carácter de Sissi, que continuó viajando pero sin tanta pompa. Viajaba sólo con una dama de compañía y se registraba en los hoteles con un seudónimo: "Duquesa de Hohenberg". Cada vez más alejada de su marido sólo se enteraba de su paradero por la prensa.

Todas las imágenes de Sissi, los retratos y esculturas, la muestran como una mujer joven. Esto es porque cuando Sissi cumplió los 30 años, cubrió su rostro con un velo, para que siempre se le recordara joven y bella. En vida ella misma se encargó de convertirse en un mito. Y su muerte no fue menos cinematográfica. Fue asesinada a la edad de 61 años en un atentado político... Pegado al Palacio Real, muy cerca del Teatro Nacional y el Ayuntamiento, su marido Francisco José, decidió construir un parque abierto al público, con un memorial de su amada esposa Elizabeth, a quien todos llamaban "Sissi".

El famoso café vienés

Hay una institución vienesa tanto o más importante que la monarquía, o la Opera: Y es el café vienés. Según dicen, los turcos estuvieron a punto de conquistar Viena en 1683, y cuando huyeron en retirada dejaron unas cuantas bolsas de granos de café, que los vieneses llegaron a apreciar con el paso de los siglos, fundando varios de los cafés más respetados del mundo, y que aún siguen en pie, como el "Landtman", el "Céntral" o tantos otros.

No pidan simplemente "un café". Para el mozo sería como una ofensa. Pida un "brauner" (café con leche), un "mélange" (café y leche caliente), "kurtz" (extrafuerte), "obers" (con crema), "schlágobers" (con crema doble). Pero si insiste en un café negro, pida un "espresso".

El café los puede acompañar de mil maneras, pero lo más tradicional es con una "media luna", ya que dice la leyenda que fueron los panaderos, quienes en su sacrificada labor, se levantan tan temprano, descubrieron cuando los turcos estaban por cruzar las murallas de Viena. Como recompensa, el emperador Ferdinando I, les dio el permiso imperial de darle forma de medias lunas (símbolo de los turcos) a los bizcochos, hoy famosos en todo el mundo.

Los Bosques de Viena

Para esta última parada les propongo salir a caminar por las afueras de Viena. A media hora del centro hay una variedad increíble de paisajes que poco y nada tienen que ver con los adoquines de las calles y la dimensión imperial que tiene el centro de la ciudad: desde una campiña casi húngara, hasta las montañas alpinas, los majestuosos ríos, o lagos idílicos. Además Viena es el centro de la producción vinícola en Austria, pero eso lo dejamos para el final.

Las afueras de Viena conforman un paisaje místico y cambiante, salpicado de iglesias históricas y castillos cuyas paredes encierran leyendas que la gente cuenta en voz baja y secretos que nadie quiere contar.

Sólo su nombre provoca el suspiro de los románticos, los sentimentales y en sus alturas, rincones y sombras, está la paz que encuentran los enamorados. Vamos a dar un paseo por los bosques de Viena.

Los bosques se encuentran apenas a unos 20 minutos de la ciudad. Aquí las últimas ondulaciones de los Alpes se mezclan con las aguas tranquilas del Danubio. En el aire se percibe la cercanía de los árboles. La brisa fresca que acaricia las montañas, trae el perfume de las violetas. Y la luz tiene una trasparencia como de alguien que nos observa.

Estos "Bosques de Viena" sirvieron de inspiración a Johann Strauss para componer sus famosos valses. Pero ya durante el siglo XVII y XVIII había comenzado un movimiento de vuelta a la naturaleza, y durante las guerras napoleónicas los vieneses escaparon los problemas de las grandes ciudades y en los bosques alrededor de Viena buscaron el contacto con la naturaleza que habían perdido. Las famosas "schubertiadas" (la troupe de Frantz Schubert y sus amigos), hacían largas caminatas por aquí, haciendo picnics, disfrutando de buena comida, vino y música. Sus composiciones como "Bajo los Tilos" o la "La Trucha" despertaron la inspiración de otros artistas posteriores como Brahms o Mahler.

Romance trágico

Los bosques de Viena también se vistieron de tragedia romántica. En el año 1889 en el castillo de Mayerling murió el Príncipe heredero Rodolfo, el hijo único del Rey Francisco José y la Reina Sissi, junto a su amante, la baronesa María Vétsera, quien tenía apenas 17 años. Aparentemente ambos se suicidaron. Fue un duro golpe para la familia real y para el imperio. La familia real de los Habsburgos ocultaron la tragedia y sólo después de la caída de la monarquía en 1918 se supo la verdad: el príncipe Rudolf no había muerto solo, sino en brazos de su amante María Vétsera.

¿Por qué se suicidaron? Es todavía un misterio. Quizás, porque Rodolfo había solicitado el divorcio de su mujer, y las cortes y el Papa se lo habían negado.

Después de la tragedia, el castillo fue transformado por orden del Emperador en un monasterio de las hermanas carmelitas.
Rodolfo fue enterrado con pompa y honores imperiales en la cripta real en el centro de Viena.

La tumba de María Vétsera se encuentra en un pequeño cementerio, cerca del castillo de Mayerling. Su lápida lleva inscripta un pasaje de la Biblia: "Brotó como una flor, se marchita, y huye como las sombras, sin detenerse".

No dejen de ver, no se pierdan...

Mapamundi es un viaje de palabras y sonidos. Nos encanta que hayamos podido recorrer juntos "Los Valses de Viena". Pero como siempre, vale la aclaración: lo de hoy fue apenas una recorrida por una parte de Viena.

Si van con tiempo por unos días, no dejen de:

. Tomarse un cafecito en el Café Landtmann (frente al ayuntamiento)

. Visitar la Casa de Sigmund Freud

. Vayan de compras por la casa de antigüedades Dorotheum, la tienda de cristalería Lobemeyer, o el mercado de pulgas de Naschmarkt

. Vayan de paseo por el Parque Prater (de subirse a la rueda gigante histórica)

. Vayan al "Copakagrana", la nueva zona de pubs, restaurante y bares

. Crucen el río hacia la Nueva Viena (donde están los rascacielos y la nueva sede de las Naciones Unidas. De tomarse un vino fresco en las típicas tabernas de vino.

. Ni dejen de comerse una rica torta de chocolate en el Hotel Sacher.

. Y si tienen tiempo, hagan un crucero de un día por el río Danubio, muy cerca de Viena.



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