"Viena a ritmo de vals"
"¿En qué gran ciudad del mundo,
uno puede bañarse en el río que la cruza, después
manejar 20 minutos hasta las colinas y mientras se moja los labios
con el mejor vino de la región, contempla el parpadeo de
las luces a sus pies? ¿En qué gran ciudad del mundo
uno puede en invierno esquiar en esas mismas colinas, caminar por
sus bosques, tomar un baño termal, hacer golf, cricket, skate,
remo o vela, dentro de la ciudad misma? ¿Mandar a los niños
solos en el transporte público a la escuela? Y todo esto
en una de las ciudades más respetadas por su esplendor y
por sus manifestaciones culturales que la ubican entre las mejores
del mundo. Esta ciudad es diferente".
David Cámeron.
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Desde ya les digo que en el destino de hoy, apenas vamos a dar
las primeras pinceladas de Viena, capital de Austria. Es imposible
de abarcar solo de una vez porque en ella conviven varias ciudades
a la vez: Viena, la capital de la música, Viena, la capital
del imperio austro-húngaro, la Viena del vals, la Viena de
la Emperatriz Sissi, la Viena de Freud, la Viena actual y moderna,
la segunda capital de las Naciones Unidas, la Viena de cuentos y
leyendas al borde del Danubio, la Viena romántica de los
bosques, y la Viena triste, la de posguerra (la de la película
"El Tercer Hombre", con Orson Welles, por ejemplo).
Por eso hoy les proponemos darnos una vuelta por la Viena clásica,
la del Imperio y la Viena del siglo pasado, un recorrido turístico
y alegre. Y para esta vuelta "1-2-3" por Viena, no podíamos
elegir mejor compañía que los valses y las polkas
de Johann Strauss.
En "fiaker" por el centro
No
es fácil decidirse por cuál es exactamente el centro
de Viena. Si decimos que estamos en el "centro" de Viena,
podemos estar en el barrio alrededor de la catedral, en la zona
del Palacio Imperial, cerca de donde está la Opera
y el mercado de pulgas, la zona del Ayuntamiento y los museos, y
la zona del palacio "Belvedere". Todo eso es el centro
de Viena, y aunque parece mucho (y lo es), la mejor manera de recorrerlo
es a pie. El tráfico por el centro es espantoso, porque las
calles son angostitas, no hay casi lugar para estacionar, y todas
son flechadas. Vale la pena hacerlo caminando porque, además,
en cada cuadra hay mucho para ver sobre Historia, leyendas y, por
qué no, hacer compras. Si uno se cansa, siempre hay un café
típico, o una confitería donde reponer energías.
Pero hoy me levanté perezosa, y como quiero andar rapidito,
mejor me voy a tomar un "fiaker". No, no es una bebida
espirituosa. (Es muy temprano para eso.) No, un "fiaker"
es una de las carrozas abiertas, típicas de Viena, por definición
conducidas por un cochero de grandes bigotes, medio rezongón
(hasta que entra en confianza), y que siempre usa un sombrero de
copa redonda.
Nada es barato en Viena y tomarse un "fiaker"... menos.
Si pueden, el sonido de las herraduras de los caballos sobre los
adoquines de Viena, vale toda la pena.
El alma de la ciudad
Vamos
a empezar nuestro recorrido pegado a la catedral de Viena, consagrada
con el nombre de "San Esteban". Allí está
el alma de la ciudad. Varios emperadores Habsburgos están
enterrados debajo del altar mayor. En el mismo lugar de San Esteban,
ha habido iglesias romanescas desde el Siglo XIII, pero el estilo
gótico de San Esteban se debe a su ampliación en los
Siglos XIV y XV. Desde afuera, lo que más impresiona es el
tejado a dos aguas que le da toque casi bizantino, un efecto exótico
y muy vivo que corona el edificio gótico. Está construido
con un millón de tejas vidriadas de colores fuertes (verde,
amarillo, blanco, negro), que describen motivos geométricos.
También hay una enorme águila imperial que también
corona la torre más alta, la "Steffl", a 60 pisos
de altura sobre Viena. No todas las torres de la catedral llegan
tan alto. La torre norte nunca se completó porque, según
la leyenda, su constructor rompió el pacto que tenía
con el diablo al pronunciar un nombre santo. El diablo se enojó,
y el pobre cayó desde la torre a su muerte. Nosotros no creemos
en esas cosas, pero cuando subimos a la "Steffl" - cosa
que se puede hacer por un dólar - y contemplamos toda Viena,
les juro que nos agarramos bien fuerte.
En
nuestro "fiaker" comenzamos a recorrer toda la zona alrededor
de la catedral de San Esteban. Hans, nuestro cochero, nos hizo cuentos
a grito pelado, como para que se entere toda Viena de las historias
que nos hizo creer, mientras mira hacia adelante al conducir la
carroza por las calles, callecitas y callejones que todavía
siguen el trazado original de la Edad Media. En un truco muy bien
planeado, nos pide que nos agachemos, y nos metemos en uno de los
patios interiores entre los edificios que tiene la zona, absolutamente
pacíficos, todos empedrados y arbolados, con helechos que
caen de los balcones interiores. En estos patios sobresalen las
torres "mochas" de la antigua nobleza, quienes vivían
por encima de las casas de la burguesía. Desde el Siglo XV,
los Habsburgos -duques de Austria-, echaron de Viena a los nobles
que se negaran a pagar impuestos y les derrumbaron sus torres a
la altura de los demás tejados. Para apuntalar muchas de
estas construcciones, los edificios se conectan con arcos sobre
las calles. Estro le da un toque mucho más romántico
al lugar.
Hans, nuestro cochero, nos llama la atención de otras direcciones
famosas:
. la "FígaroHáus": Donde aún se
conserva el apartamento que ocupó la familia Mozart desde
1787.
. la "Blútgasse": La "calle de la sangre",
donde los Caballeros del Templario provocaron una masacre tal que,
dicen, la calle se inundó con la sangre de los caídos.
. el "Fleiscmarkt": El viejo mercado de carne de Viena,
que queda en el mismo lugar desde el 1220, con la imagen de "Liebe
Águstin" tallada en madera sobre la taberna. Dicen que
durante la plaga de 1679, el gaitero Águstin una noche estaba
tan borracho que lo dieron por muerto y lo tiraron a la fosa común.
Sin embargo, al rato el supuesto muerto se puso a tocar la gaita
y gracias a eso se salvó al ser rescatado del morboso error.
. Pero hay un monumento a la Peste, sobre la calle "Graben"
(que es la calle comercial más tradicional de toda Viena).
Frente a la casa de modas "Braun", con una vidriera antigua
de madera y bronce (tan elegante como el vestuario en exhibición),
se encuentra la "columna de la Peste". La "Columna
de la peste" fue levantada en agradecimiento al rey Leopoldo
I, quien no huyó despavorido de la ciudad durante la epidemia
(como los otros reyes). Se quedó y predicó con el
ejemplo para combatir la plaga con estrictas medidas de higiene,
como lavarse las manos por ejemplo. Pensaban que estaba loco, pero
los hechos le dieron la razón.
Ultima Parada
Vamos a hacer nuestra última parada en este recorrido en
"fiaker". Después de pasar por la impresionante
iglesia barroca de San Pedro (que sigue los planos de San Pedro
de Roma), damos vuelta la esquina y nos encontramos con una reliquia
histórica: "El Reloj del Ánker", que es
ni más ni menos que un puente que une sobre la calle a dos
edificios de la compañía de seguros "Ánker".
En fin, por este reloj desfilan los 12 personajes más queridos
de la historia de Viena, desde el Emperador romano Marcos Aurelius
(quien murió en Viena), hasta el Duque Rodolfo (que mandó
construir la catedral), hasta el compositor Joseph Haydn. "Papá"
Haydn, como le dicen.
El Palacio Imperial
El
Complejo del Palacio Imperial es una de las maravillas de Europa,
por su riqueza, por su impecable preservación y por su belleza.
Es "una ciudad dentro de una ciudad". Son manzanas y manzanas
de palacios y aposentos imperiales, con 2.200 habitaciones, la Capilla
Real donde actúan los "Niños Cantores de Viena",
la Biblioteca Nacional -con su sala principal, "la PrunkSaal",
que es de una exuberancia barroca indescriptible-, La Escuela de
Equitación, jardines, plazas y monumentos, y más jardines
y plazas. Tan solo los muros y las rejas que rodean la ciudadela
son dignos de una exquisitez imperial. Es que el "Hofburg"
-como se le llama- fue durante 600 años la sede del poder
de los Habsburgos, la familia que gobernó Viena, y cada emperador
fue dejando su marca, mandando construir edificios y edificios que
van desde el gótico hasta casi el Siglo XX.
Bueno y sin nombrar los museos: el tesoro imperial de Viena por
ejemplo, está distribuido en 20 salas con exhibiciones rotativas
que incluyen vajilla, mobiliario, coronas reales, todas de una opulencia
casi obscena. Sáquenle el "casi". Obscena, punto.
Quien dejó una impronta muy propia, fue una mujer, reverenciada
en su época como una de las más hermosas de Europa,
una mujer que sigue siendo fuente de inspiración de cuentos,
de historias y de películas (como la clásica película
"Sissi", encarnada por una joven Romy Schneider). Me refiero
a la Emperatriz Elizabeth de Austria, a quien en Austria apodaron
cariñosamente "Sissi".
Chismes Imperiales
La
historia de amor entre la princesa Sissi de Baviera y Francisco
José comenzó en 1853 en una localidad cerca de Salzburgo
donde el Emperador de apenas 23 años estaba de vacaciones.
Francisco José debía haber sido presentado a la princesa
Elena de Baviera, hermana de Elizabeth, pero al conocer a Sissi
se enamoró perdidamente y oponiéndose a su madre se
comprometió con aquella joven de apenas 15 años. Un
año después se celebró la boda y Austria se
enamoró de su joven emperatriz de cuentos de hadas. Sin embargo,
Sissi no era feliz. Francisco José la amaba, pero al gobernar
sobre 50 millones de personas, tenía poco tiempo para su
esposa, quien pasaba la mayoría de las noches durmiendo sola,
fuera de la cama imperial. La emperatriz, de espíritu inquieto
y gran inteligencia, pronto se interesó en los asuntos de
Estado y sus ideas liberales pronto contribuyeron en la lucha por
la igualdad del pueblo húngaro y lograron que Francisco José
fuera consagrado Rey de Hungría.
La madre del Emperador nunca aceptó a Sissi y cuentan crónicas
de la época, que los invitados a los banquetes del palacio
real solían reservar para la misma noche una mesa en el restaurante
del hotel Sacher. El ambiente tenso entre el Emperador, su madre
y Sissi no auspiciaba grandes veladas y las cenas solían
ser muy breves.
La tensión llegó a tal punto que la Emperatriz comenzó
a tener una vida bastante independiente de la de su marido, le encantaba
viajar y algunos afirman que solía escaparse bastante. Los
viajes de Sissi se hicieron cada vez más frecuentes y más
largos. Iba a visitar a su familia en Alemania, Inglaterra, Venecia
que todavía estaba bajo dominio de Austria, o a su "paraíso
secreto", como le gustaba llamarle a la isla de Madeira sobre
el Océano Atlántico. Al principio viajaba a todo lujo,
con incontables vestidos y un séquito de 90 personas a su
servicio, que ocupaban varios vagones del tren imperial. Un hecho
por demás desgraciado, el suicidio de su hijo, transformó
profundamente el carácter de Sissi, que continuó viajando
pero sin tanta pompa. Viajaba sólo con una dama de compañía
y se registraba en los hoteles con un seudónimo: "Duquesa
de Hohenberg". Cada vez más alejada de su marido sólo
se enteraba de su paradero por la prensa.
Todas las imágenes de Sissi, los retratos y esculturas,
la muestran como una mujer joven. Esto es porque cuando Sissi cumplió
los 30 años, cubrió su rostro con un velo, para que
siempre se le recordara joven y bella. En vida ella misma se encargó
de convertirse en un mito. Y su muerte no fue menos cinematográfica.
Fue asesinada a la edad de 61 años en un atentado político...
Pegado al Palacio Real, muy cerca del Teatro Nacional y el Ayuntamiento,
su marido Francisco José, decidió construir un parque
abierto al público, con un memorial de su amada esposa Elizabeth,
a quien todos llamaban "Sissi".
El famoso café vienés
Hay
una institución vienesa tanto o más importante que
la monarquía, o la Opera: Y es el café vienés.
Según dicen, los turcos estuvieron a punto de conquistar
Viena en 1683, y cuando huyeron en retirada dejaron unas cuantas
bolsas de granos de café, que los vieneses llegaron a apreciar
con el paso de los siglos, fundando varios de los cafés más
respetados del mundo, y que aún siguen en pie, como el "Landtman",
el "Céntral" o tantos otros.
No pidan simplemente "un café". Para el mozo sería
como una ofensa. Pida un "brauner" (café con leche),
un "mélange" (café y leche caliente), "kurtz"
(extrafuerte), "obers" (con crema), "schlágobers"
(con crema doble). Pero si insiste en un café negro, pida
un "espresso".
El café los puede acompañar de mil maneras, pero
lo más tradicional es con una "media luna", ya
que dice la leyenda que fueron los panaderos, quienes en su sacrificada
labor, se levantan tan temprano, descubrieron cuando los turcos
estaban por cruzar las murallas de Viena. Como recompensa, el emperador
Ferdinando I, les dio el permiso imperial de darle forma de medias
lunas (símbolo de los turcos) a los bizcochos, hoy famosos
en todo el mundo.
Los Bosques de Viena
Para esta última parada les propongo salir a caminar por
las afueras de Viena. A media hora del centro hay una variedad increíble
de paisajes que poco y nada tienen que ver con los adoquines de
las calles y la dimensión imperial que tiene el centro de
la ciudad: desde una campiña casi húngara, hasta las
montañas alpinas, los majestuosos ríos, o lagos idílicos.
Además Viena es el centro de la producción vinícola
en Austria, pero eso lo dejamos para el final.
Las afueras de Viena conforman un paisaje místico y cambiante,
salpicado de iglesias históricas y castillos cuyas paredes
encierran leyendas que la gente cuenta en voz baja y secretos que
nadie quiere contar.
Sólo
su nombre provoca el suspiro de los románticos, los sentimentales
y en sus alturas, rincones y sombras, está la paz que encuentran
los enamorados. Vamos a dar un paseo por los bosques de Viena.
Los bosques se encuentran apenas a unos 20 minutos de la ciudad.
Aquí las últimas ondulaciones de los Alpes se mezclan
con las aguas tranquilas del Danubio. En el aire se percibe la cercanía
de los árboles. La brisa fresca que acaricia las montañas,
trae el perfume de las violetas. Y la luz tiene una trasparencia
como de alguien que nos observa.
Estos "Bosques de Viena" sirvieron de inspiración
a Johann Strauss para componer sus famosos valses. Pero ya durante
el siglo XVII y XVIII había comenzado un movimiento de vuelta
a la naturaleza, y durante las guerras napoleónicas los vieneses
escaparon los problemas de las grandes ciudades y en los bosques
alrededor de Viena buscaron el contacto con la naturaleza que habían
perdido. Las famosas "schubertiadas" (la troupe de Frantz
Schubert y sus amigos), hacían largas caminatas por aquí,
haciendo picnics, disfrutando de buena comida, vino y música.
Sus composiciones como "Bajo los Tilos" o la "La
Trucha" despertaron la inspiración de otros artistas
posteriores como Brahms o Mahler.
Romance trágico
Los bosques de Viena también se vistieron de tragedia romántica.
En el año 1889 en el castillo de Mayerling murió el
Príncipe heredero Rodolfo, el hijo único del Rey Francisco
José y la Reina Sissi, junto a su amante, la baronesa María
Vétsera, quien tenía apenas 17 años. Aparentemente
ambos se suicidaron. Fue un duro golpe para la familia real y para
el imperio. La familia real de los Habsburgos ocultaron la tragedia
y sólo después de la caída de la monarquía
en 1918 se supo la verdad: el príncipe Rudolf no había
muerto solo, sino en brazos de su amante María Vétsera.
¿Por qué se suicidaron? Es todavía un misterio.
Quizás, porque Rodolfo había solicitado el divorcio
de su mujer, y las cortes y el Papa se lo habían negado.
Después de la tragedia, el castillo fue transformado por
orden del Emperador en un monasterio de las hermanas carmelitas.
Rodolfo fue enterrado con pompa y honores imperiales en la cripta
real en el centro de Viena.
La tumba de María Vétsera se encuentra en un pequeño
cementerio, cerca del castillo de Mayerling. Su lápida lleva
inscripta un pasaje de la Biblia: "Brotó como una flor,
se marchita, y huye como las sombras, sin detenerse".
No dejen de ver, no se pierdan...
Mapamundi es un viaje de palabras y sonidos. Nos encanta que hayamos
podido recorrer juntos "Los Valses de Viena". Pero como
siempre, vale la aclaración: lo de hoy fue apenas una recorrida
por una parte de Viena.
Si van con tiempo por unos días, no dejen de:
. Tomarse un cafecito en el Café Landtmann (frente al ayuntamiento)
. Visitar la Casa de Sigmund Freud
. Vayan de compras por la casa de antigüedades Dorotheum,
la tienda de cristalería Lobemeyer, o el mercado de pulgas
de Naschmarkt
. Vayan de paseo por el Parque Prater (de subirse a la rueda gigante
histórica)
.
Vayan al "Copakagrana", la nueva zona de pubs, restaurante
y bares
. Crucen el río hacia la Nueva Viena (donde están
los rascacielos y la nueva sede de las Naciones Unidas. De tomarse
un vino fresco en las típicas tabernas de vino.
. Ni dejen de comerse una rica torta de chocolate en el Hotel Sacher.
. Y si tienen tiempo, hagan un crucero de un día por el
río Danubio, muy cerca de Viena.
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