Entrevistas

Zollverein y su exitosa metamorfosis

Del tizne del carbón, al brillo del diseño y las últimas tendencias de la arquitectura. Zollverein fue el centro de la producción minera de Europa y hoy se posiciona como un referente en servicios y actividad artística. Pero lejos de ocultar su pasado, lo destaca e incorpora. Emiliano Cotelo recorrió una experiencia que aunque lejana e inaccesible, puede ser ejemplo para Uruguay.

(Emitido a las 8.26)
 
ANDRÉS GIL:
El viernes pasado Emiliano tuvo otra de las experiencias sorprendentes de este viaje por Alemania. Viajó desde Colonia hasta Essen, en la cuenca del Ruhr, para conocer una experiencia de reconversión apasionante, de una zona cuyo fuerte durante décadas fue la extracción del carbón. Vamos a ver en qué están la cuenca del Ruhr y Essen en estos días.

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Emiliano, ¿cómo te trata el tiempo?

EMILIANO COTELO:
Sigue el frío, no se puede esperar otra cosa en estas épocas.

AG - Visitaste los restos de aquella impresionante industria del carbón de la zona del Ruhr.

EC - Me interesaba visitar lo que fue la mina de Zollverein, un establecimiento modelo que comenzó su producción en 1928, que en la segunda mitad del Siglo XX fue reduciendo su actividad y que cerró por completo en 1986. En su apogeo llegaron a trabajar allí 8.000 personas y sus instalaciones se desplegaban en 100 hectáreas, al lado mismo de la ciudad.

Habiendo sido la empresa una protagonista tan importante para la región, el impacto de ver aquellas máquinas detenidas era demasiado grande, casi tanto como el espacio que quedaba vacío. ¿Qué hacer con ese gigantesco cementerio industrial?, se preguntaron las fuerzas vivas de la zona.  

La historia y los entretelones requerirían una charla muy larga, pero les cuento el final. Todo el predio de Zollverein es hoy un lugar cargado de movimiento, dinamismo y futuro. Las instalaciones de la mina y sus galpones de maquinaria, que fueron declaradas patrimonio cultural de la humanidad en 2001, albergan hoy un complejo especializado en diseño e industrias creativas, integrado por empresas, instituciones académicas y organizaciones sin fines de lucro.

AG - ¿Por qué la Unesco declaró patrimonio de la humanidad a Zollverein?

EC - Mientras funcionó, esta planta fue una especie de ciudad amurallada, que sólo conocían los que trabajaban allí o quienes traspasaban el portón por razones de negocios. Después del cierre, los especialistas descubrieron que aquello era una verdadera obra de arte, muy particular.

Ocurre que esta es una de las primeras fábricas en el mundo diseñadas por arquitectos, concretamente por los arquitectos alemanes Fritz Schupp y Martin Kremmer, que se inspiraron en un concepto que luego sería clásico: la forma se debe a la función. Los galpones de este enorme complejo son simplemente paralelepípedos de grandes dimensiones, con paredes de cerámica color rojo oscuro y amplios ventanales de metal y cristal. Dentro de ellos, las máquinas de hierro necesarias para extraer el carbón y procesarlo, de tamaño colosal, eran de hecho un conjunto de esculturas lleno de connotaciones, vinculando los diferentes bloques del conjunto, el trazado de calles internas, más jardines e incluso parques. Todo trazado con un estilo homogéneo, sobrio, casi seco, pero elegante y altamente utilitario.

Un artículo de prensa, recurriendo al humor elitista, calificó el lugar como el "parque jurásico de la Bauhaus". En síntesis, allí estaba a disposición de las futuras generaciones una muestra completa de una etapa en la historia de la industria, una forma de trabajar a la que habían entregado su vida miles de técnicos y obreros, y además un hito en la evolución de la arquitectura alemana.

AG - Pero quienes impulsaban el relanzamiento de Zollverein no se conformaron con la protección de la Unesco.

EC - No, otra idea audaz del proyecto implicaba instalar allí un parque empresarial y académico especializado en el diseño y las industrias creativas.

Para eso, se transformaron los galpones industriales de modo que pudieran albergar oficinas, talleres, aulas y salas de exposiciones. Pero todo eso se hizo dejando en su sitio la maquinaria de la fábrica procesadora de carbón. Maquinaria particularmente voluminosa, por no decir gigante.

AG - Es difícil imaginarse esa convivencia.

EC - Sí, absolutamente difícil. Ojalá algunas de las fotos que publicaremos en Espectador.com ayuden a nuestros oyentes a entender lo que a mí me cuesta explicar. Es que yo mismo fui quedando boca abierta cada vez que salía de un edificio, caminaba y abría la puerta de otro. Por ejemplo, uno de los galpones alberga una exposición de más de mil productos de todas partes del mundo que han ganado premios de diseño. Algunos de ellos aparecen colgados de los grandes bulones de una caldera de hierro, otros montados en una plataforma futurista, blanca y de yeso, que a su vez está insertada en una estructura de ese proceso industrial que combina metal con madera. Todo acompañado de una iluminación detallista que destaca esos objetos por sobre la imponente escenografía de hierro color marrón, que es el gran telón de fondo. Y con instalaciones modernas que se han agregado, por ejemplo escaleras de acero inoxidable con huellas de vidrio y corredores volados por los cuales circulan los visitantes.

Uno de los detalles agregados más imponentes es una escalera mecánica exterior por la que se accede a lo que fue el galpón de lavado del carbón. Tiene 58 metros, está destacada con luces de neón y es hoy uno de los íconos de Zollverein.

AG - ¿Y qué pasa con la temperatura en esos galpones en esta época del año?

EC - Me faltaba agregar que todos estos galpones han sido acondicionados para adaptarlos a los servicios y las comodidades que un centro como este requiere hoy. Entonces, a la fachada original, que era muy delgada, se le agregó, por dentro de los edificios, una segunda piel de ladrillos y ventanas que repite la de fuera. Se han colocado aire acondicionado y ascensores, se renovaron el sistema eléctrico y la instalación sanitaria, se cablearon líneas telefónicas y de trasmisión de datos, hay internet inalámbrica, etcétera.

Todos estos servicios están disponibles tanto en los galpones destinados a muestras permanentes y especiales, como en los edificios que han sido reciclados para oficinas.

AG - ¿De qué manera acceden las empresas a esos locales?

EC - Si la empresa se instala dentro del predio que es patrimonio de la humanidad, lo hace pagando un alquiler. Pero también está la opción de ubicarse en dos edificios nuevos, que se van a agregar fuera del predio; allí va a ser posible comprar el espacio. Del otro lado de esos contratos está la compañía que gestiona el Parque de Zollverein, una firma propiedad del municipio de Essen que con esos ingresos recupera lo que ha invertido en la preservación de las instalaciones antiguas y en las nuevas obras.

AG - ¿Qué tipo de empresas se han ido instalando allí?

EC - La base son firmas de diseño, arquitectura, marketing y turismo. En total ya se han generado en Zollverein más de mil puestos de trabajo directo, y el crecimiento apenas ha empezado, dicen. Hoy mismo el movimiento es muy intenso, pero a veces cuesta percibirlo, sobre todo en estos días de invierno en los que casi todo ocurre escondido en los antiguos galpones. A mí me tocó, por ejemplo, encontrarme con una delegación de 40 arquitectos españoles que había llegado especialmente a analizar los valores de la fábrica original y el reciclaje que se hizo en los últimos años. Es que esto se ha convertido en un lugar de culto, porque en el proyecto Zollverein intervinieron eminencias de la arquitectura contemporánea, como Rem Koolhaas, Lord Norman Foster -el mismo que reformó el edificio del Bundestag en Berlín- o un estudio japonés de arquitectura identificado con la sigla SANAA.

AG - ¿Cómo se insertaron los japoneses en Zollverein?

EC - Este estudio fue el ganador del concurso que convocó Zollverein para el proyecto de una nueva escuela de management y diseño. El planteo de estos arquitectos nipones resultó muy vanguardista; es un gran cubo de hormigón armado, calado por pocas ventanas de distintos tamaños que aparecen distribuidas de manera irregular en las cuatro fachadas. Cuando estábamos acercándonos a este local, el guía me preguntó lo mismo que a todos los visitantes: ¿cuántos pisos tiene el edificio por dentro? Adivinarlo desde fuera es un acertijo difícil, y en general todos equivocan la respuesta. No la doy, dejo que lo averigüen.

Lo cierto es que este diseño japonés fue polémico y caro, pero se convirtió en un gran imán para los especialistas en arquitectura de todo el mundo. Me contaba nuestro anfitrión que el edificio ha dado pie a tantas notas en prensa, radio y televisión, que con esos espacios gratuitos de difusión ya justificó ampliamente la inversión que Zollverein encaró cuando decidió construirlo.

AG - ¿Qué otras cosas hay en el nuevo Zollverein?

EC - Otra de las vedettes es un restaurante, uno de los mejores restaurantes de Alemania, al que peregrinan gourmets desde todo el país y de Europa. No voy a comentar la calidad de su cocina, pero sí digo que en la noche el ambiente es muy seductor, con muebles de estilo, iluminado por velas desde candelabros y arañas muy recargadas, todo ello en contraste frontal con los muros de los salones, que son paredes de hormigón y, sobre todo, con el elemento central de ese ex galpón: el viejo compresor de la fábrica, de más de cinco metros de altura, con sólidas puertas redondas abulonadas, y toda la estructura de apoyo, que va de piso a techo, y el techo es altísimo.

AG - ¿Cómo es la relación entre Zollverein y su entorno? Porque esta zona era denominada la mina de Europa, era la zona de extracción de carbón más importante de toda Europa. De hecho, en aquella época las postales de esa zona eran directamente hombres con la cara tiznada, era una seña de identidad.

EC - Es totalmente diferente de lo que fue en aquellas épocas. Para empezar, porque no contamina el aire de la zona, cosa que los habitantes de Essen toleraban, en tiempos en que la ecología no tenía la fuerza que tiene hoy, a cambio de los miles de puestos de trabajo. Para seguir, ya no se trata de un recinto cerrado e inaccesible; todo lo contrario, la filosofía del proyecto es que este parque sea totalmente abierto a la comunidad y al mundo. Por eso se ve a los niños y los jóvenes de Essen asistir a tours y charlas sobre la actividad minera y el carbón, para conocer cómo trabajaban sus antepasados.

Pero además, esta ciudad del diseño tiene una programación muy densa -que no esperaba- de conciertos, recitales de música popular, exposiciones, espectáculos de teatro, más eventos empresariales e incluso fiestas de casamiento. Y en verano se arman actividades especiales, muy orientadas a las familias, se instalan una gran piscina y una rueda gigante, entre otras atracciones.

Se puede decir que Zollverein hoy es el gran pulmón de Essen y, por otra parte, una puerta al mundo por la cual llegan miles de visitantes, que por supuesto generan trabajo indirecto en la ciudad: taxis, otros transportes, restaurantes, compras, etcétera.

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Emiliano Cotelo junto al gerente del proyecto Zollverein.
AG - Esta experiencia en la cuenca del Ruhr puede ser tomada como referencia incluso por países como el nuestro, que también tienen sus propios cementerios industriales. Vale la pena ver cómo una sociedad se encamina hacia un nuevo modelo de desarrollo.

EC - Sí, mientras hacía la recorrida pensaba en el predio de lo que fue el Frigorífico Anglo, en Fray Bentos. Con muchas limitaciones desde hace años la Intendencia de Río Negro viene impulsando allí un proyecto de parque industrial y museo de la industria. ¿Habrá alguna posibilidad de que alcance la envergadura de Zollverein?

Qué bueno que sería, pero qué lejos se está y cuánto esfuerzo demandaría...

AG - Y cuánta planta, porque los alemanes también han puesto mucha plata en ese proyecto.

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Edición: Mauricio Erramuspe