Entrevistas

Bonn y los símbolos de la reunificación

En estos días la reunificación alemana cumple la mayoría de edad. Un proceso exitoso que, sin embargo, mantiene varios puntos en el debe. Emiliano Cotelo recorrió tres edificios de la ciudad de Bonn que surgieron tras la caída del Muro. Además, esbozó algunos de los problemas que permanecen.

(Emitido a las 11.09)

JOSÉ IRAZÁBAL:
Estamos en contacto con Emiliano, hoy con una fecha muy particular, se cumplen 18 años de la caída del muro de Berlín.  Recordemos que el muro había sido levantado en 1961 por el gobierno de la ex Alemania Oriental, para impedir la circulación entre las dos partes en que había quedado dividida esa ciudad al final de la Segunda Guerra Mundial y tras la derrota del nazismo: una bajo control de la ex Unión Soviética y la otra de los aliados (básicamente Estados Unidos, Gran Bretaña y  Francia).

EMILIANO COTELO:
Los 18 años se cumplieron ayer, 9 de noviembre. Hubo algunos actos en los que se conmemoró la fecha y hubo también distintos enfoques en los medios de comunicación. Por ejemplo, en la emisora que visité ayer aquí, en Colonia, la WDR, habían realizado un programa que incluía un informe con una serie de entrevistas a jóvenes alemanes que hoy tienen 18 años, es decir, que nacieron aproximadamente cuando la caída del muro, para recabar sus impresiones y sus expectativas, para saber en qué medida están conformes con la marcha del país, cuánto se discute el tema hoy en sus casas, qué opinan sus padres, si están conformes con esta nueva etapa y si hay quienes añoran el gobierno de Alemania Oriental, etc. (*) Casualmente son 18 años, y podría decirse que la reunificación alcanza la mayoría de edad. Sin embargo, este proceso está lejos de culminar, sigue como algo abierto, presente por todos lados, uno se lo encuentra por todas partes.

JI – En particular, tú vas a contarnos algunos de esos ecos en la ciudad de Bonn...

EC - Uno se imagina fácilmente que el proceso de reunificación tiene tareas pendientes, en Berlín, que fue una ciudad partida en dos y a la que hay que "suturarle" aquella herida, homogeneizándola, eliminando las repeticiones, completando los servicios, etc. También es obvio que hay asignaturas pendientes en toda la zona de lo que fue Alemania Oriental, notoriamente más atrasada que lo que fue la Alemania Occidental. Ahora...tal vez uno no espere ecos de la reunificación dentro de lo que fue Alemania Occidental, pero también existe. Un ejemplo concreto es la ciudad de Bonn, donde estuve estos días, que, como consecuencia de la reunificación está cambiando mucho, y todavía no está pronta.

¿Por qué Bonn?  Hay que recordar que durante la época de la Alemania dividida Bonn fue la capital de Alemania Occidental. Después de la caída del muro se resolvió que fuera Berlín la capital de la Alemania unificada y ello instaló la incertidumbre en los habitantes y las fuerzas vivas de esta zona: ¿Qué pasaría con Bonn, en la medida que se retiraría de allí el gobierno, con buena parte de sus oficinas y todo el movimiento (incluidos funcionarios y autoridades de otros países y organismos internacionales) asociado a ellas? Obviamente toda la administración el gobierno pesaba de manera fuerte en la actividad de una ciudad de 250.000 habitantes. Hubo temores, hubo preocupaciones, y el canciller Helmut Kohl decidió atender esas inquietudes. La solución fue, por un lado, que algunos ministerios permanecieran en Bonn (hoy el gabinete está repartido entre Bonn y Berlín) y, por otra parte, que la ciudad recibiera varias inversiones importantes.

Justamente, les propongo ver tres ejemplos de edificios emblemáticos que se han transformado.

El Edificio de Naciones Unidas.
El edificio que albergaba las oficinas de los diputados cuando el Bundestag funcionaba en Bonn pasó a ser sede de una serie de programas de las Naciones Unidas. Se trata de un bloque grande, una de las señas de identidad de la ciudad, así que el hecho de que adquiriera este nuevo destino (con todo lo que implica de tráfico internacional) ha sido muy importante para la ciudad.
Eso sí, la ONU puso una condición: que se creara en la sede de Bonn un centro de convenciones acorde con las necesidades y con la actividad que esa institución tiene que llevar adelante. Bueno, eso ya está en marcha; se ha conseguido un inversor en el exterior, que va a ser nada menos que la coreana Hyundai.

Antes de la caída del muro, el edificio de oficinas de los diputados no era suficiente, así  que se había empezado a construir una ampliación enorme, compuesta por varios bloques. Obviamente, al trasladarse el Parlamento a Berlín ese proyecto tuvo que detenerse y se resolvió darle otro destino a aquel proyecto: se dispuso trasladar allí buena parte de los servicios de la Deutsche Welle (DW, la emisora internacional de radio y televisión de la RFA), concretamente, las secciones de radio e Internet. Hasta 2003 ese sector de la DW tenía sus oficinas en la ciudad de Colonia, muy cerca de Bonn, pero aquel local implicaba problemas de insalubridad para sus empleados, porque en la construcción se había empleado asbesto. Era un caso muy polémico, había que encontrar otro lugar que sirviera como cuartel general. Entonces se optó por trasladarla a lo que iban a ser esas oficinas de ampliación de los despachos de los diputados.

La sede la Deutsche Welle vista desde la Post Tower.
Ahora la DW tiene en Bonn una sede muy cómoda, muy agradable, donde están instalados los servicios de radio internacional, que se emiten en 30 idiomas, y los servicios de DW Online; no así la televisión, que ya estaba y sigue estando en Berlín. Hay 1.500 funcionarios desempeñándose en ese lugar. Pero no todo fue color de rosa, porque el proyecto de "relocalización" era de tal envergadura y requería una inversión tan importante, que no hubo forma de completarlo en todos sus detalles.  Entonces, por ejemplo los recursos no alcanzaron para colocar todo el sistema de aire acondicionado; lo hay en los estudios pero no en las redacciones y oficinas.  Esto me lo contaban algunos colegas entre risueños y preocupados, porque parece que en verano pasan mucho calor, por lo menos por ahora.  En todo caso el ejemplo muestra que, aunque no parece a primera vista, la caja para las inversiones de la reunificación tiene sus límites.

Tres tomas del interior de la Post Tower.
Y el tercer ejemplo es la Post Tower. Uno de los módulos de aquella proyectada ampliación de las oficinas del Parlamento se dejó sin efecto (no era necesario para DW). Quedó, entonces, un terreno libre, que fue elegido por el Deutsche Post, el correo alemán, para instalar allí la sede central de Deutsche Post World Net, que es la suma del Deutsche Post más DHL. El Deutsche Post aprovechó la oportunidad para crear una nueva identidad corporativa, y decidió crear esta Post Tower, un proyecto francamente deslumbrante (del arquitecto alemán Helmut Jahn), que pasó a ser otro de los íconos de la ciudad de Bonn.  Se trata de una torre muy elevada, de 40 pisos y cinco subsuelos, con 107.000 metros cuadrados construidos, hecha básicamente en cristal y acero, pero además un edificio inteligente, con una serie de innovaciones tecnológicas admirables. Por ejemplo, no tiene instalación de aire acondicionado.  En verano no lo necesita porque cuenta con un sistema de dos fachadas de vidrio entre las cuales se hace circular el aire en horas de la noche para producir la renovación y la caída de la temperatura; a ese enfriamiento en verano también contribuye el sistema de cañerías que corre en los pisos y que absorbe parte del calor.  Cuesta creer que esto funcione, pero ya ha sido probado efectivamente en verano, y los 2.000 empleados que se desempeñan allí han podido trabajar con comodidad, según ellos mismos me contaron. 
Este sistema se nutre del agua del río Rhin (ubicado a pocos metros): la toma, la utiliza y la devuelve a su cauce.  Esas mismas cañerías son las que calefaccionan  el inmueble en invierno; pero, como el agua del Rin tiene una temperatura relativamente alta en esa época, para calentarla se gasta mucho menos energía que en un sistema de calefacción convencional. Quienes nos guiaron en la visita destacaban el ahorro que implica toda esa tecnología, y la ventaja, desde el punto de vista de la salud, de no tener aire acondicionado: cuántas veces esos sistemas de ductos terminan siendo el caldo de cultivo de enfermedades que se trasladan de unas oficinas a otras.

Además es un edificio pautado por la transparencia.  Por fuera y por dentro, porque el interior de todas las oficinas es visible desde los corredores y los ascensores.  Y, para citar un detalle más, cuenta con una iluminación exterior variable, que en la noche convierte a las fachadas en una obra de arte dinámica. La iluminación es un diseño del británico Yann Kersalé y, ciertamente, vale la pena disfrutarla desde los jardines que se construyeron especialmente alrededor de la torre, o desde cualquier punto de la ciudad.


JI – Esos son tres ejemplos de edificios en Bonn, nuevos o reconvertidos, que son consecuencia de la reunificación. Son, digamos, buenas noticias. Pero hay otros ecos no tan felices de estos 18 años en Alemania.

EC - Sí, claro.  Y menciono hoy simplemente dos datos.
Uno: los desempleados.  Que incluso tibiamente forman parte del paisaje urbano.  Yo los he encontrado en las calles vendiendo las revistas que editan sobre su problemática. Son 3,5 millones en Alemania.
El desempleo promedio en el país es 9,5%, pero en lo que fue Alemania Oriental es bastante más alto (aunque también allí varía según las zonas).

Los estudios de la Deutsche Welle por dentro.
Y, dos, el impuesto a la renta adicional que pagan los alemanes para financiar los costos de la reunificación. Se llama (traducción mediante) impuesto de solidaridad.  ¿Cómo funciona?  Primero se calcula lo que el ciudadano tiene que pagar por impuesto a la renta.  Supongamos que eso da 100.  Bueno, el impuesto para la reunificación es 5,5 extra. Llegó a ser 7,5%, en algún momento se eliminó, luego se lo reimplantó y hoy está en 5,5%.  Como en sus orígenes se lo presentó como algo transitorio, hay mucha gente que entiende que 18 años después ya debería desaparecer.  Otros cuestionan que no tenga un destino específico; reclaman más transparencia sobre el uso de ese dinero.  Y, también, hay quienes sostienen que ya se destinó suficientes recursos a apoyar a lo que fue Alemania Oriental, y que, ya que el impuesto se mantiene, ya es tiempo de empezar a volcarlo dentro de la propia zona occidental, donde también hay regiones con problemas.  En fin, es un impuesto aún polémico.

(*) Una anécdota casi increíble.  Uno de los periodistas que me recibió en la WDR, Thomas Schmidt, director de la cadena WDR 2, tiene un hijo que nació exactamente en el momento de la caída del muro. Obviamente, semejante acontecimiento personal y familiar lo absorbió por completo aquella noche y lo dejó afuera de la cobertura informativa del hito histórico del 9 de noviembre de 1989.

Links:
www.wdr.de
www.dw-world.de
www.dw-world.de/spanish
www.deutschepost.de

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Edición: Mauricio Erramuspe