(Emitido a las 8.41)

EMILIANO COTELO:
La Cámara de Diputados aprobó ayer, básicamente con los votos del Frente Amplio (FA), el proyecto de ley que prohíbe el castigo físico y el trato humillante a niños y adolescentes. La iniciativa ya contaba con media sanción del Senado y ahora será enviada al Poder Ejecutivo para su promulgación.

La norma deroga un artículo del Código Civil que indica que los padres tienen la facultad de corregir moderadamente a sus hijos, y cuando esto no bastare podrán presentarse aun verbalmente ante el juez competente para su internación en un establecimiento destinado a ese objeto.

Las crónicas de esta mañana a propósito de la sesión de ayer dicen que el debate estuvo muy cargado de advertencias y confesiones. Uno de los testimonios que más llamó la atención fue el de Rodrigo Goñi: "El sopapo salió cruzado, rápido, en un movimiento de arriba hacia abajo, impactando en el rostro del niño Rodrigo Goñi". El legislador nacionalista iba a aquel episodio de su infancia para fundamentar el voto en contra del proyecto del gobierno. Según contó, en aquel momento él había mandado a su madre "ya saben a dónde" y recibió como respuesta un golpe que, dijo, lo impulsó "por el buen camino".

El argumento del diputado blanco y sus colegas de partido no alcanzó para impedir que, con votos del FA y del Partido Independiente, la ley fuera aprobada en la Cámara. La crónica del diario El Observador agrega que en sala no había ningún diputado colorado cuando la iniciativa se votó.

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EC - El Partido Nacional (PN) se opuso en bloque al proyecto, básicamente por entender que se trata de un conjunto de buenas intenciones, pero no incluye sanciones concretas ni dispone controles.

Vamos a escuchar al diputado Gustavo Borsari, del Herrerismo, PN, para conocer cómo se plantaron los blancos.

¿Puede desarrollar un poco más la posición de su partido?

GUSTAVO BORSARI:
La posición de nuestro partido es que esto es sobreabundante. El artículo 261 del Código Civil es muy claro respecto de cómo deben ser las conductas de los mayores respecto de los niños: deben "corregir moderadamente". Había un conjunto de normas que hacían que nuestro derecho positivo ya tuviera establecidas, para usted, para mí, para el escucha, las conductas que se deben atender: el Código Penal, el Código Civil en el 261 y en el 300 y pico por los tutores, que también fue derogado –creo que fue un grave error derogar el 261 y el de los tutores, porque era un derecho que venía desde hacía muchos años–, luego el Código de la Adolescencia, que aprobamos hace tres o cuatro años, en su artículo 16 establece los comportamientos con los niños. Y por último la ley de violencia doméstica, que establece pormenorizadamente las conductas que se deben atender.

Por eso me preguntaba a qué venía el proyecto de ley, cuando he nombrado cuatro categorías de normas que atienden a maltratos, abusos, etcétera.

EC - Usted se preguntaba a qué venía este proyecto de ley y tenía una respuesta para esa pregunta...

GB – No. Me imagino que ha sido producto de un pedido, de una solicitud de algún organismo internacional, que bienintencionada pero erróneamente cree que Uruguay es una república bananera.

EC - ¿Cómo es esto?

GB - Claro, cree que en Uruguay no hay legislación sobre esto. Y Uruguay fue pionero. Hace decenas de años que nuestro Código Civil lo estatuyó, hace años que el Código Penal tiene las lesiones. Si usted le produce una lesión, aunque sea leve, a su hijo, va a ir ante un juez. Está previsto. Y la ley de violencia de doméstica, más cercana en el tiempo, y el Código de la Niñez y la Adolescencia. ¿A qué vienen estos organismos, cuando perfectamente podrían ir –lo digo con mucho respeto, no quiero aludir a ningún país en particular– a otros países que no tienen legislación a propósito del respeto que se debe tener a los menores? No sé qué mandado se está cumpliendo, creo que esto viene de alguna senadora o algún senador del partido de gobierno.

EC - Usted dice "mandados".

GB - Sí, un mandado, una señal más. Tenemos cuatro grupos de normas: Código Civil, Código Penal, ley de violencia doméstica, Código de la Niñez y ahora agregamos un quinto: una ley que estatuye algo que ya está en esos otros cuatro temas. Por lo tanto, la considero absolutamente sobreabundante, y además empeora nuestro ordenamiento jurídico. Ayer lo decía muy bien Iván Posada, que si bien lo votó, dijo que era un grave error derogar el 261 y el 300 y pico del Código Civil, que son la matriz, la madre del derecho garantista uruguayo. Por eso le digo, no tiene que venir nadie a hablarnos a los uruguayos de derecho garantista respecto de los niños.

EC - ¿Provocará problemas la aprobación de este proyecto?

GB - Ayer lo decía otro legislador: esto va a estar en manos de los jueces y un juez de Pando y otro de Artigas. Van a interpretar seguramente en forma diferente la norma. Porque la norma, amén de que programáticamente está bien, ¿dónde establece el límite? Tanto se ha hablado del coscorrón, del chas-chás en la cola, de cuando el nene va a meter los dedos en un enchufe. Yo tengo hijos, usted tiene hijos, los escuchas tienen hijos, y uno va desesperado y les da una palmadita en la mano para que no toquen el enchufe. ¿Dónde está el límite para que se aplique la ley? Yo ayer decía en cámara: ¿quién de los que estamos aquí presentes, si esta ley es aplicada, puede no ser culpable? Vamos a ser honestos. Y el diputado Álvarez me dijo con total honestidad: "Yo sería culpable, la estoy votando, pero yo sería culpable".

EC - Pero el diputado Álvarez también dijo: "No es lo mismo un coscorrón dado por una persona que mide 2,20 y tiene una mano de 40 centímetros de diámetro, que el coscorrón de alguien que, como yo, pesa 70 kilos mojado. Como no está claro cuándo empieza el maltrato, es mejor que no se pueda dar ninguno de esos coscorrones".

GB - Claro que no. Pero todo eso ya estaba legislado en Uruguay. Lo que nos parece mal es un organismo internacional venga a decir que en Uruguay se tiene que crear una norma, cuando hay cuatro ordenamientos jurídicos de la más alta jerarquía que estatuye esas cosas desde hace ya muchos años.


Edición: María Eugenia Martínez
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