Entrevistas

La masonería uruguaya "en penumbras"

La masonería uruguaya "en penumbras"

"Escribir sobre la masonería siempre es una empresa bastante difícil", por la "discreción de esta institución", explicó Fernando Amado, autor del libro "En Penumbras. La masonería uruguaya (1973-2008)". "El libro busca arrojar luz sobre una institución que es importante para el país, dijo, y contó varias anécdotas sobre la interacción de las logias uruguayas con la política e incluso con la dictadura.

(Emitido a las 8:53)

EMILIANO COTELO:
Sobre la masonería y sobre su poder se especula mucho desde los orígenes mismos de nuestro país.

Hace pocos días se editó un libro que despeja varias de esas dudas y que se concentra especialmente en la actividad de la masonería uruguaya de los últimos 35 años. Desde 1973, en el entorno del golpe de Estado hasta hoy, cuando el gobierno casualmente está encabezado por un presidente masón.

¿La masonería debió haber enfrentado a la dictadura? ¿Qué influencia tuvo en las administraciones de Sanguinetti, Lacalle y Batlle? ¿Cuál ha sido su peso en los ascensos en las Fuerzas Armadas? ¿Cómo se explica que hoy sean masones dos tercios de los generales del Ejército? ¿Qué instituciones de la sociedad uruguaya responden a la masonería? ¿Quiénes son algunos de sus miembros más conspicuos?

Estos son algunos de los temas del libro "En penumbras" del politólogo Fernando Amado con quien vamos a conversar.

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Fernando Amado es licenciado en Ciencia Política, tiene 25 años y hace poco había publicado el libro "Desconfianza infinita: Lacalle, Sanguinetti, Batlle y Vázquez y la elección de sus cúpulas militares".

Empecemos por el origen del libro ¿por qué decidiste escribir y publicar en este momento un libro sobre la masonería uruguaya y además sobre ese período 1973-2008?

FERNANDO AMADO:
Escribir sobre masonería siempre es una empresa bastante difícil porque una de las particularidades de la institución masónica es justamente la discreción. Los masones siempre hacen la diferencia en que no son una institución secreta sino discreta, en lo cual hay una diferencia sustancial.

Sobre masonería universal hay mucho escrito, mientras sobre masonería uruguaya hay algo escrito, pero desde una perspectiva histórica. Hay algunos libros del profesor Dota que van hasta 1856 y desde ahí hasta la fecha no hay material.

Y en definitiva, quizás la inconsciencia de la edad y algunas otras variables hicieron que me apasionara por el tema, que me interesara el tema de la masonería como una institución tan importante y con tanta influencia en el país desde los inicios de la República. Pero, sobre todo, el período elegido es debido a que quizás –por un tema generacional– uno tiene menos ataduras con el pasado y le interesa arrojar luz a lo que ha sido el pasado reciente de una institución tan importante en el país y que fue también muy importante en ese período.

EC – ¿De algún modo el libro es una derivación o tiene en su génesis algo que ver con el libro anterior, que trataba sobre los ascensos en las cúpulas militares’?

FA – En aquel momento una de las particularidades del libro era justamente el hallazgo del porcentaje de generales que habían sido ascendidos por este gobierno con la calidad de masones. Entonces aquello prendió la mecha de una intriga, una sana intriga de estudiar la institución y cómo funciona, cómo se ha comportado en un período tan importante y en el que sucedieron tantos hechos políticos trascendentes en nuestro país.

EC – En realidad estamos hablando de una institución que es muy antigua, su historia nace en la edad media con los gremios de constructores o albañiles... de hecho, albañil en francés se dice masón.

En Uruguay la presencia de la masonería arranca a fines del siglo XVIII, tiene 150 años de historia, un aniversario que incluso se ha festejado públicamente.

Sin embargo, existe el mito de que se trata de una organización oscura, secreta y conspirativa. ¿Qué dices tú al respecto?

FA – En primer lugar creo que el argumento que utilizan los integrantes de la institución es decir que son una institución discreta, que tiene una forma de manejarse distinta a otras instituciones, pero están muy lejos de ser secreta. Nosotros sabemos dónde están las instituciones masónicas, sabemos donde están los templos, tienen personería jurídica, son instituciones avaladas por el poder público... aquello de secreto como que no tiene mucho sustento.

EC – Todas las organizaciones masónicas del Uruguay tienen sus sitios en internet, o sea que hay información pública, conocemos las autoridades de cada una de esas organizaciones. Pero no sabemos quiénes son sus miembros ¿no?

FA – Esa es una de las características principales, pero que también tiene su respaldo y su razón de ser. No olvidemos que la masonería ha sido una institución que ha sido perseguida por regímenes fascistas y totalitarios, entonces uno de los reaseguros para cuidar a sus integrantes tiene que ver con eso. El masón es libre de decir o no su condición, no está prohibido decir "yo soy masón", aunque sí está prohibido decir y revelar la condición de otro hermano; es un tema netamente individual.

Entonces tiene su razón de ser esa discreción en cuanto a los nombres, en cuanto a quienes pertenecen. Incluso, en nuestro país cuando vino la dictadura la masonería estuvo observada, vigilada, por lo que no es nada descabellado que sus integrantes no sean totalmente públicos.

EC – De todos modos, hay otras componentes de secreto o de reserva, como los ritos de la masonería, que sí son guardados muy celosamente.

FA – La cantidad de masones con los que he hablado durante toda la investigación me señalaron en reiteradas oportunidades que lo más sagrado y lo más oculto son justamente esos ritos y rituales. Pero no porque tengan nada de loco o de satánico como muchas veces el imaginario colectivo asocia, sino porque si un profano mira un ritual tiene muchas posibilidades de no entenderlo, ya que están basados en una simbología muy fuerte, en un esoterismo importante. El profano no está capacitado para entender lo que está sucediendo en ese ritual, puede verlo incluso como algo ridículo.

Allí está la parte más oculta de la masonería, más allá de que uno inclusive puede acceder a los textos en alguna librería muy específica sobre estos temas o en internet en algún video. Pero una cosa –como dicen los masones- es poder leer cómo es el ritual y otra cosa es sentirlo y vivirlo. Ellos señalan que más allá de que uno lea mucho, esto es vivencial y es imposible trasmitirlo por otros canales.

EC – Lo otro que da pie a todo tipo de versiones, trascendidos o sospechas es la forma como se mueve, la forma cómo incide o ejerce influencia en la sociedad donde existe, en este caso concreto en el Uruguay y en particular a nivel político. De eso me gustaría que habláramos a lo largo de esta entrevista, con algunos ejemplos de casos que figuran en tu libro.

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Antes de seguir, es inevitable definir la masonería, porque muchos de nuestros oyentes pueden no saber con precisión de qué hablamos. Según el diccionario enciclopédico de la masonería (ed. Mexicana 1975), "es una asociación universal, filosófica y progresista; procura inculcar en sus miembros el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, desarrollar en el corazón humano los sentimientos de abnegación y caridad, la tolerancia religiosa e ideológica, los deberes de la familia; tiende a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la solidaridad y confundiéndolos en un tierno afecto de mutua correspondencia".

Es una definición complicada, porque ¿quién no comparte esos principios?

FA – La masonería no es dueña de los principios ni de los valores ni de las motivaciones que hace que los hombres constituyan mejores sociedades.

Es una institución en la cual el hombre que ingresa va a aprender (a través de esos procesos que decíamos de rituales, de simbología, de cultivo de algunos valores, de la hermandad, de la fraternidad) a ser mejor persona y ser un mejor instrumento para la sociedad, ese es el fin que tiene la masonería, que desde sus templos se trabajen muchas de las características humanas y que ese profano que ingresa a un mundo masónico pueda alejarse de las cosas cotidianas y allí cultive otro tipo de valores para que luego, devuelto a la sociedad, sea una mejor persona y sirva más para ella.

Y está atado a los principios de libertad, igualdad, fraternidad, laicidad, que es muy importante para la masonería y que en el Uruguay tuvo una incidencia importantísima en las luchas de principios del siglo XX, cuando se planteó la discusión sobre la laicidad, sobre la escuela pública, la división de la iglesia y el Estado, el proceso secularizador. Hay algunas líneas de pensamiento que no son compartidas por otras instituciones, como por ejemplo la Iglesia Católica y sobre todo sus ramas más ortodoxas, como el Opus Dei.

EC – Para terminar una especie de introducción agreguemos que, en realidad, la masonería uruguaya no es una única cosa, sino que tiene cuatro... ¿cómo llamarlas ramas?

FA – "Potencias masónicas". Como señalabas, Uruguay tiene cultura masónica desde hace mucho tiempo. La Gran Logia de la Masonería del Uruguay tiene más de 150 años de vida, es la más antigua y la más numerosa y la que ha ocupado gran parte de este libro en el terreno del análisis del pasado reciente, porque es la que existía cuando el golpe de Estado, cuando la dictadura militar, cuando la redemocratización y en los primeros gobiernos post dictadura.

Después hay otras tres potencias que estudiamos en el libro: una es el Gran Oriente del Uruguay que tiene la particularidad de ser una escisión con hermanos de la gran logia y tiene las mismas características de esta, pero hubo una división debido a desavenencias en el año 90 por derechos humanos y por la propiedad de un templo en Melo.

Luego, en el 98, la Francmasonería Mixta Universal, que tiene la particularidad de ser mixta o sea de que están hombres y mujeres en pie de igualdad. Y por último la Gran Logia Femenina del Uruguay, una potencia muy similar a la masculina, que incluso tiene relaciones bastante particulares con la masculina. Es bien interesante, porque la masculina siempre fue reticente a la presencia de la mujer en la actividad masónica. La gran logia femenina del Uruguay recién fue fundada a partir del año pasado.

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EC – Muchos oyentes se preguntan a propósito de tu vinculación con la masonería. En el libro tu aclaras que no eres masón.

FA – Por supuesto que no. Es más, hubiese sido imposible escribir un libro así siendo integrante de la masonería.

Pero es una pregunta cantada, es natural que los periodistas y todos los que lean el libro se la hagan. Incluso, conversando con alguna autoridad masónica hace pocos días, le llamaba la atención el acceso y la calidad de la información que pude obtener.

EC – Eso es algo que en el libro se destaca: cómo lograste tener acceso a buenas fuentes en las distintas potencias masónicas uruguayas, al punto de que en varias páginas del libro tu aseguras con mucha firmeza que tal o cual persona es masón y que incluso pertenece o perteneció a tal o cual logia, de tal cual rama de la masonería.

FA – Eso no es una cosa fácil, no ha sido fácil y por algo no hay material acerca de esto. Lo que sí creo es que se enmarca en una situación muy particular, que es que las masonerías están queriendo tener cierta apertura a la sociedad. Ellos decidirán qué grado de apertura, pero contribuyeron con un testimonio, a veces reservado por distintas razones y a veces público, ya que podían hacerlo porque estaban en sus respectivos cargos públicos internos de la masonería.

Y depositaron en mí la confianza –que agradezco eternamente– en que iba a ser un trabajo serio, imparcial, objetivo y que lo que pretendía no era enjuiciar a la masonería ni hacer juicios de valor, sino relatar como había transcurrido las distintas peripecias nacionales en ese período tan complejo.

EC – Uno de los datos interesantes que destaca el libro es que el golpe de Estado de 1973 fue anticomunista y antimasón. El rechazo a la masonería no fue el único motivo del golpe, pero sí una de las razones para la disolución de las cámaras y en el libro llamas la atención por ejemplo del liderazgo de Juan María Bordaberry, un hombre vinculado a la iglesia más conservadora, notoriamente antimasón y el protagonismo que tuvieron en el desencadenamiento del golpe y en su gestación la logia de los Tenientes de Artigas, que era también por definición antimasónica. ¿Podemos desarrollar este punto?

FA – Por supuesto. Es indudable y no escapa a nadie que el golpe de Estado tenía un componente anticomunista neto, pero a eso se le suma un componente antimasón. La posición acerca de la institución masónica del entonces presidente Bordaberry era muy clara y los Tenientes de Artigas tenían un perfil claramente antimasón, ya que creían de que la masonería podía ser una institución que cobijara a subversivos, a personas políticas que en aquel momento estaban muy desprestigiadas y a políticos –como ellos decían– "entreguistas", o sea que no visualizaban el avance del comunismo.

Si bien no podemos decir que el componente antimasón es total, hay algunas particularidades como por ejemplo el jefe de la casa militar de Bordaberry, que era masón y sin embargo acompañó el golpe. Lo señala el ex presidente Sanguinetti, lo señalan los distintos entrevistados, el presidente Batlle y Lacalle en el libro y los mismos integrantes de la masonería.

EC – Y hay una anécdota muy reveladora que el libro contiene, que es el intento por intervenir la masonería, con la llegada del general Esteban Cristi a la sede de la masonería en la calle Mario Cassinoni. Esa acción se ve frustrada por un as en la manga que tenían en su poder las autoridades de la gran logia de la masonería en el Uruguay de la época. ¿Podemos contar aquello?

FA – Cristi era uno de los porta estandartes de lo que fue la avanzada militar en aquel entonces y como otros integrantes de la logia Tenientes de Artigas, tenía esa obsesión con que la masonería era una institución negativa para el país. Entonces, llegado el momento, por su propia iniciativa, se apersonó ante la sede de la gran logia la masonería del Uruguay con la intención de intervenirla. Lo llamativo es que las autoridades de la masonería estaban alertadas de que el general Cristi iba hacia allí, por lo tanto en el entorno de Cristi había algún militar masón. Cuando llegó a la sede al palacio masónico lo estaban esperando las autoridades de aquel entonces...

EC – Que eran el venerable gran maestro Vindo Corradi y el vice venerable Yamandú Canosa.

FA – Exactamente. Y simplemente le dicen que antes que tomara cualquier resolución querían aportarle algunos datos, algo que fue una jugada maestra, porque le tiraron sobre la mesa el legajo masónico, fotos y joyas masónicas del padre del general Cristi, que también había sido general del Ejército. Él no sabía que su padre había integrado la logia... y no sólo eso, sino que había llegado al máximo grado, al 33; esta era una institución a la cual le había dedicado mucho tiempo. El general Esteban Cristi hijo se vio ante una situación por demás incómoda, de shock, iba a intervenir una institución a la cual su padre le había dedicado tanto tiempo.

En definitiva se terminó retirando de la gran logia, no se intervino la masonería y los integrantes de la masonería lograron el principal objetivo que buscaron durante todo ese proceso de quiebre institucional, que era que la institución siguiera funcionando, ese era el desvelo de las autoridades.

También es importante la otra anécdota que pinta la situación en la interna del Ejército: el general Zubía, que estaba de jefe de una de las zonas militares, le dijo a un coronel (en ese entonces jefe de Policía de la zona que estaba bajo su mando y obviamente masón) que debía renunciar a la masonería porque era internacionalista, como el comunismo. Ese coronel incluso sufrió algunas represalias internas por seguir manteniendo la calidad de masón, que mantiene actualmente.

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EC – Otra situación delicada para la masonería en aquellos años de la dictadura. ¿Qué hizo la institución con aquellos miembros que formaron parte del proceso cívico-militar? Teóricamente tendría que haberlos expulsado.

FA – Sí. El masón cuando ingresa jura, entre otras cosas, defender y respetar la Constitución, la ley, el sistema republicano y la democracia. Entonces, es una paradoja, es incompatible ser masón y respaldar un golpe de Estado. Pero más allá de la incompatibilidad formal eso sucedió en la práctica.

EC – Y hubo un debate muy intenso dentro de la masonería sobre qué hacer.

FA – Muy intenso durante la dictadura y posteriormente, porque no olvidemos que uno de los principales objetivos de las autoridades era que la institución siguiera funcionando. Y ¿cómo podía seguir funcionando? Y bueno, era un precio caro que había que pagar, pero la clave fue que integrantes de la masonería también integraran el proceso cívico-militar. Entonces, al integrar esta institución pero apoyando el golpe de Estado y estando cerca del gobierno de facto, no iban a permitir que nada malo le sucediera a la masonería.

Recuperada la democracia, evidentemente el país comienza un proceso de discusión que termina en el voto verde y amarillo para ver si había que juzgar o no a los militares por la actuación en el pasado y la masonería, como es un espejo de la sociedad, en muchas ocasiones estaba discutiendo las mismas cosas, a ver si había que expulsar a aquellos hermanos que habían acompañado el golpe de Estado militar y la dictadura militar y que habían renunciado a sus principios masónicos.

EC – Se dio el caso, según cuentas en el libro, de algunas logias de la masonería que resolvieron por su cuenta expulsar a algunos de sus miembros. Me refiero al caso concreto del coronel doctor Federico Silva Ledesma, que era el presidente del Supremo Tribunal Militar en la dictadura.

FA – Exactamente. La logia terminó sentenciando y proponiendo la expulsión, que luego fue elevada...

EC – La logia no resolvió por sí misma.

FA – Exactamente, se elevó [la proposición], las autoridades por distintas razones lo archivaron, alegaron vicios formales y cosas más bien administrativas. Pero lo cierto es que en el fondo de la cuestión, dentro de la gran logia, se debatían las mismas cosas que fuera de ella.

EC – El argumento era: "si nos servimos de los masones integrantes de la dictadura para mantener la supervivencia de la institución; si de esa manera procedimos mientras estaba la dictadura, ¿por qué ahora les vamos a cobra cuentas?"

FA – Exactamente, incluso en el libro lo dice un masón importante de la gran logia. "¿Con qué autoridad moral vamos a expulsar a determinadas personas que nosotros sabemos que las usamos cuando teníamos algún hermano en aprietos, algún hermano detenido o siendo torturado? Resulta que en aquel momento los utilizamos y ahora los expulsamos".

EC – Son criterios muy polémicos, porque se puede pensar en una institución muy egoísta, preocupada simplemente por subsistir como tal.

FA - Dentro de la gran logia se dio la gran discusión política y ahí uno sus abanderados fue Miguel Ángel Semino (persona muy cercana a Sanguinetti en aquel entonces y que integraba e integra la masonería), que era el defensor de mirar hacia delante. Entonces, la masonería no hizo otra cosa que seguir los pasos que los uruguayos también siguieron en el mundo profano; la masonería compró el cambio en paz de Sanguinetti también.

Las autoridades de aquel entonces quisieron evitar fracturas, pero finalmente no lo pudieron lograr. En el 90 se dio una fractura debido a que ya se habían iniciado estas diferencias por el tema de derechos humanos, a lo que se suma una diferencia muy particular y privada de la institución sobre un templo masónico.
 
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EC – Ahora, pensando en el período que va de 1985 hasta hoy, pensando en el Uruguay ya redemocratizado, ¿qué poder real? ¿qué influencia ha tenido la masonería en el ejercicio del poder? ¿Has podido sacar conclusiones en torno a ese punto?

Hay toda una línea de influencia que es la que algunos despectivamente resumen con el término de "agencias de colocaciones", o sea la capacidad de la masonería para ubicar a algunos de sus miembros en determinados cargos, en determinadas responsabilidades. Pero no es solo eso, sino que el temor o las sospechas de mucha gente vienen a propósito de otras influencias y otras presiones. ¿Qué podemos decir de los períodos de Sanguinetti, Lacalle, Batlle por ejemplo?

FA – Es una preocupación para la masonería actual la forma en la que es vista por la sociedad. Y obviamente que no cae bien y es una preocupación que sea vista como una agencia de colocaciones o de mutuo socorro.

La masonería no transfiere su influencia a una cosa institucional, sino a cada masón desde su lugar y desde su posición en la sociedad.

EC – ¿Y cómo es esto?

FA – La masonería no presiona institucionalmente, ni actúa corporativamente, pero sí los masones individualmente, en su vida cotidiana, influyen y tratan de impartir sus ideales, sus convicciones, etcétera.

Yendo a lo político, evidentemente el doctor Sanguinetti fue un presidente muy cercano a la institución masónica...

EC – Aunque él aclara por todos lados que no es masón y tú lo has podido comprobar.

FA – Sanguinetti no es masón. En el libro señala que él atribuye esa campaña a embates políticos cercanos a elecciones, para alejarlo de los votos católicos, etcétera. Pero es notorio que Sanguinetti, debido a su pensamiento liberal, muy republicano y con un acento muy importante en la laicidad, puede ser emparentado con las creencias masónicas.

En cuanto a la influencia durante el gobierno del doctor Lacalle, él mismo señala que alguna vez se le llegó –a través de intermediarios- a sugerir nombres, una cosa común, como señala él mismo.

En el caso del doctor Batlle se hace mucho más claro, y él es contundente, sobre todo en el área de los ascensos militares. Cuando le hicimos la pregunta acerca de si alguna vez sintió presión, dijo que sí, que una vez el venerable gran maestro de ese entonces le hizo llegar a través de un intermediario el nombre de quien creía conveniente para ascender al grado de general en el Ejército. Batlle, fiel a su estilo, me contestó: "¿desde cuándo la masonería es la encargada de nombrar a los generales del Ejército del país?". Y tomó una decisión que no tenía nada que ver con la que le había propuesto el entonces venerable gran maestro.

Esa práctica de sugerir nombres depende mucho de las personas que estén al frente de la institución y este concreto que vivió el doctor Batlle no es bien visto por los masones, no debería ser así, es una dispensa especial que se tomó el venerable gran maestro de aquel entonces y que no es el sentir, ni es para lo que la masonería está.

Y después, en el gobierno de Tabaré Vázquez, tenemos todo un escenario muy distinto, ya que el inicio el presidente es masón y dos de sus hijos también lo son. En el tema de los ascensos militares –ya lo señalaba en el anterior libro y en éste se obtiene mucha mayor información–, incluso en la Armada Nacional que siempre ha tenido una cercanía a la institución masónica, hubo una gran cantidad de ascensos de navales masones. Pero el presidente Vázquez accedió al gobierno siendo el portaestandarte de una fuerza política muy lejana a los militares y a las Fuerzas Armadas.

EC – Y tú lanzas allí la hipótesis de que tal vez en la medida en que no contaba con vínculos de origen partidario dentro de las Fuerzas Armadas el doctor Vázquez optó por guiarse por la hermandad masónica a la hora de resolver buena parte de los ascensos.

FA – Creo que fundamentalmente son dos las características de los ascensos: una es apuntalar a coroneles que estuviesen menos arraigados o menos comprometidos con gobiernos anteriores, por eso el hecho de nombrar a coroneles más jóvenes.

Y la otra –sin duda- es el hecho de nombrar a gente perteneciente a la masonería. En el año 2006 se dio la gran particularidad histórica de que los tres comandantes en jefe el de la Armada, el del Ejército y el de la Fuerza Aérea eran masones. Entonces, es uno de los factores a los que apeló el doctor Vázquez cuando nombró ascensos a lugares tan específicos, tan delicados y en los cuales se tiene que tener confianza.

EC – Entonces quizás no optó por la confianza política, sino por la confianza que él sabía que podía tener a partir de su otra vinculación, en este caso con la masonería.

FA – Es probable. El actual jefe de la casa militar, por ejemplo, el general Pérez es integrante de la masonería y es la mano derecha en el tema militar en este momento del presidente Vázquez.

EC – ¿Y hoy dos tercios de los generales del Ejército son masones?

FA – Sí. Y podría venir un efecto arrastre de gobiernos anteriores, pero no, ese porcentaje es de ascensos en este gobierno de coroneles masones.

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EC – El libro está lleno de revelaciones muy jugosas, como la que dice que el venerable gran maestro de la masonería, en su momento, le informó al entonces general Carlos Díaz que iba a ser el próximo comandante en jefe del Ejército, cuando Bertolotti todavía estaba en ese cargo, durante los primeros meses del gobierno del doctor Tabaré Vázquez. Se lo dijo en una reunión informal donde había una cantidad de miembros de la masonería.

FA – Muchas veces se da ese tipo de reuniones donde se cultiva la camaradería, la fraternidad y allí le señaló que él iba a ser comandante en jefe si hacía determinadas gestiones y visitaba a determinadas personalidades, lo cual luego el general Díaz concretó y a las pruebas me remito...