Análisis Político

¿Cuánto es el poder del presidente de la República? ¿Cuál es el papel de los precandidatos que pierdan en junio en el próximo gobierno?

Análisis del politólogo Oscar A. Bottinelli


(emitido a las 8.34 hs.)

EMILIANO COTELO:
¿Cuánto es el poder del presidente de la República? ¿Cuál es el papel, en el próximo gobierno, de los precandidatos que pierdan en junio?

Estas dos preguntas son la base del análisis político que hoy nos propone Oscar A. Bottinelli, director de Factum.


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EC – ¿Por dónde empezamos?

OSCAR A. BOTTINELLI:
Primero vamos a hacer una afirmación que parece absurda y no lo es: no se elige un monarca absoluto.

EC – Creo que lo sabíamos.

OAB – Tengo dudas.

EC - ¿Por qué?

OAB – Recuerdo esto: a los dos años de la presidencia de Batlle, entre el primer y segundo año, se registran seis renuncias: un ministro, subsecretarios, directores de entes de servicios, y todos decían: "el problema es que Batlle fue elegido para hacer un programa y no lo dejan hacerlo". Ahora se oye muchas veces decir "¿Y qué va a hacer Mujica?", "¿Dónde va a ir Larrañaga?". La verdad es que los que preguntan eso rara vez preguntan sobre Astori y Lacalle, les parece que sobre ellos tienen las cosas claras; tienen claro que Astori va a hacer y que Lacalle va a hacer. Es decir, todo el sistema político se reduce a una única persona que decide por dónde viene el país.

La verdad es que muchos candidatos cuando hablan también dicen: "Nosotros vamos a hacer, vamos a impulsar". Esto se junta con que cuando el Poder Ejecutivo va a enviar un proyecto de ley al Parlamento, por ejemplo que modifique las asignaciones familiares, el periodismo dice: "Se van a modificar las asignaciones familiares y lo decidió el presidente", como que las leyes las hace el presidente.

EC – Sí, es cierto, hay veces que pueden crearse esas sensaciones.

OAB – Esto va de la mano del supuesto que en el país hay una única elección, de un único cargo, cuyas potestades entonces son asimilables a una monarquía absoluta. Así se pierde la alta complejidad y sofisticación del sistema político uruguayo, que no es único; es similar en su estructura y su funcionamiento a muchos sistemas europeos como el de Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Suecia y especialmente Italia, por lo menos hasta hace tres años cuando todavía era el sistema del mundo más parecido al uruguayo.

EC – ¿Cómo se relaciona esa complejidad del sistema que tú estabas enfatizando con las elecciones y en particular con las elecciones del 28 de junio?

OAB – El sistema uruguayo se caracteriza por la existencia de un importante número de corrientes políticas con representación parlamentaria que terminan conformadas en cuatro partidos, pero en la actualidad pueden identificarse 13 corrientes sentadas en el Parlamento. Siete en el Frente Amplio, dos en el Partido Nacional, tres en el Partido Colorado y la del Partido Independiente, más algunos diputados que, como pasa siempre al final de legislatura, se independizan de sus corrientes.

EC – Así que son 13 corrientes en total, por lo menos.

OAB – 13 corrientes en total. El gobierno, entendido como Poder Ejecutivo, no es unipersonal; el Poder Ejecutivo es el presidente de la República con los ministros. Ha habido algunos presidentes, este es uno de ellos, que hablan como si los ministros fueran sus secretarios, incluso dicen: "Yo decidí" y "Yo ordené"; el ministro es un co-decisor del presidente, el Consejo de Ministros manda más que el presidente.

El Parlamento tiene un papel sustantivo, no se pueden nombrar los entes autónomos sin venia del Senado. Hay muchos otros cargos que los nombra directamente el Parlamento. Las leyes pasan todas por el Parlamento. Y especialmente el presupuesto no lo hace el ministro de Economía, lo propone el Poder Ejecutivo.

El gabinete responde a la mayoría parlamentaria, que muchas veces es una coalición: puede ser una coalición de corrientes, un partido compuesto en varias corrientes o a veces una coalición de más de un partido.

El problema es que este gobierno ha sido la excepción.

EC - ¿Por qué?

OAB – Primero, porque el partido llega con una mayoría absoluta, cosa que no ocurría en Uruguay desde la elección de 1966. Segundo, porque es el primer partido que llega con un liderazgo monolítico, mayoría absoluta de un partido que tiene un líder por encima de todo el partido, al cual le habían dado poderes prácticamente ilimitados cuando el Frente Amplio resolvió antes de las elecciones darle carta blanca al presidente para nombrar y sustituir los cargos, particularmente los ministros. Es decir, eliminó la negociación, eliminó el diálogo. Hubo un sentimiento acrítico de los parlamentarios y aún de los ministros en las grandes cosas. Era Vázquez el que decidía, no el colectivo, se personalizó el gobierno en niveles que hacía mucho el país no conocía.

EC – ¿O sea que en este período hemos tenido una especie de monarquía absoluta?

OAB – En este período sí, muy pocas veces limitado pero en general sí. Ocurre que esto duró fundamentalmente los primeros cuatro años de gobierno y hoy es un gobierno que está girando con una rueda autónoma del funcionamiento político partidario.

EC – ¿Y cómo va a ser el juego del liderazgos en el próximo gobierno? Porque por ahí venían tus preguntas.

OAB – Exacto. Lo primero es identificar cómo han sido los liderazgos en los partidos tradicionales que conformaron los gobiernos hasta hace poco más de cuatro años. En general, los partidos tradicionales -y por eso yo decía que esta es la única vez que hay un liderazgo monolítico- tuvieron líderes de parte de los partidos. Generalmente el presidente de la República era el líder de la mayoría del partido más votado o del partido que tenía la mayoría absoluta en el Parlamento, pero era el líder de la mayoría de ese partido, no de todo el partido, y por lo menos había otro líder de la minoría y a veces algún otro espacio. Entonces el presidente de la República, líder de la mayoría de su partido, debía tener una actitud de negociación y de diálogo con el resto de su partido, o si no gobernar en minoría como ocurrió en la última mitad del último gobierno de Luis Batlle o como ocurrió en el segundo gobierno blanco, que creó innumerables problemas en la gobernabilidad.

El otro camino es lo que ocurrió en los cuatro gobiernos anteriores al actual -es decir, en todos los que hubo desde la restauración institucional previos al actual-, en el que se conformaron coaliciones de partidos o entendimientos de partidos, y por lo tanto ya eran líderes de mayoría y minoría de un partido con líderes de mayoría y minoría de otro.

¿Cómo ha sido la historia del Frente Amplio? Primero tuvo en el general Seregni lo que cuesta definir si realmente fue un líder o un primus inter pares, es decir, alguien que estaba por encima de los demás en un papel en parte moderador, de conciliación y en parte de arbitraje.

Luego vino el período Vázquez, un período de una conducción más de tipo caudillesco, de poco diálogo y sobre todo de resolución en solitario, que es lo que conformó este liderazgo absoluto monolítico de estos años de gobierno que fue una excepción a la norma de gobiernos uruguayos.

¿Cómo vienen los liderazgos en el Frente Amplio para el próximo gobierno? Viene el esquema de los partidos tradicionales: va a haber un líder que va a ser el líder de la mayoría del Frente Amplio, sea Mujica sea Astori, lo que no quiere decir que vaya a actuar sectorialmente y esto no hay que confundirlo.

EC – En estos días Mujica ha anunciado que se va del Movimiento de Participación Popular (MPP), que va a salir formalmente del MPP, ¿eso cómo juega en el esquema que estás planteando?

OAB – Bueno, claro, pero eso no quiere decir que los demás lo acepten como líder. La aceptación del liderazgo no es la ocupación de un cargo formal, el liderazgo es un acto afectivo, sicológico, de decir "Yo sigo a tal, lo que él dice me está marcando el camino". No es un tema de decir "Yo gano y los demás me reconocen como líder", no, lo reconocen como el que tiene más poder y más gente atrás.

Pero eso implica que va a haber un líder de la minoría, sea Astori si gana Mujica, sea Mujica si gana Astori, y además va a quedar un espacio intermedio representado hoy por Marcos Carámbula con la Vertiente Artiguista, con el grupo de Víctor Rossi y otros elementos que lo siguen.

Entonces ahí va a haber un juego donde la mayoría, que por ejemplo podría expresar Mujica, está además integrada por el grupo que tiene a Mujica líder, que es el Espacio 609, y por otro lado por la 1001, que tiene como elemento troncal al Partido Comunista, que apoya la candidatura de Mujica pero que Mujica no es su líder directo.

En el caso de Astori, si bien se está generando un liderazgo de Astori por fuera de Asamblea Uruguay, tiene una figura referente que es Rafael Michelini. Y en particular los socialistas adhieren a Astori pero no son de Astori, apoyan la candidatura de Astori pero Astori no es el líder del Partido Socialista ni de los socialistas.

Todo esto implica que para el próximo gobierno está la visualización de un funcionamiento del gobierno que va a ser, si gana el Frente Amplio, similar a lo que ocurriría si gana el Partido Nacional. La única diferencia es que el Partido Nacional -que es obvio que no gana con mayoría absoluta, si gana- va a requerir una coalición con otro, básicamente con el Partido Colorado, y ahí los entendimientos y el diálogo van a ser dentro del Partido Nacional y hacia el Partido Colorado.

Pero gane quien gane, lo que es absolutamente claro es que va a haber juegos mucho más abiertos de diálogo y de negociación hasta para la integración del propio gabinete. No va a ser el juego de un presidente que en solitario –como ocurrió hace un año- anuncia quiénes salen y quiénes entran, sino que consultará antes las salidas y las entradas para mantener los apoyos parlamentarios y mantener la cohesión de una mayoría detrás del gobierno. Consultará incluso los grandes lineamientos presupuestales y grandes lineamientos de las leyes para que se aprueben en el Parlamento o que estas leyes se reelaboren en el Parlamento.

En este gobierno algo de esto hubo en la medida que el presidente de la República no jugó en todos los temas con liderazgo absoluto. En el tema del presupuesto dejó al ministro de Economía, o al equipo económico, elaborarlo, apoyó algunos lineamientos, impuso otros, y dejó que otros se negociaran en el Parlamento; no en todo el Parlamento, dentro la mayoría, dentro del Frente Amplio.

Lo mismo ocurrió con la reforma tributaria; entre la reforma tributaria que manda el equipo económico y la reforma tributaria que sale hay unas cuantas modificaciones significativas que se negocian en el Parlamento dentro del Frente Amplio. Pero fue una negociación acotada que no alcanzó por ejemplo al diseño del gabinete, nunca se sentaron los líderes de las distintas corrientes del Frente Amplio a discutir cómo se armaba el gabinete; era un manejo unipersonal del presidente de la República buscando equilibrios, buscando que todos se sintieran representados, contemplando reclamos, pero fue un juego más unipersonal.

Esto es lo que tenemos que entender: que quien gane el 28 de junio en cada partido es un candidato a liderar la mayoría del partido; eso le va a dar mucha fuerza, va a tener una fuerza mucho mayor que su propia expresión electoral porque va a influir sobre el resto de su propio partido. Luego uno de los dos que gane –el que gane en el Frente Amplio y el que gane en el Partido Nacional– será el próximo presidente de la República. Pero, ¿qué va a hacer? En primer lugar va a hacer lo que todo su partido en conjunto apoye, y a veces también lo que pueda necesitar de diálogo y entendimientos con la oposición, sobre todo si viene, como parecería, un período recesivo, de crisis, donde se requiere un mayor clima de diálogo dentro del sistema político y dentro del país.