Entrevistas

Julián González: Arias hace un planteo que le reporta cierta repercusión

Julián González: Arias hace un planteo que le reporta cierta repercusión

El 26 de marzo el gobierno de Costa Rica dio a conocer una carta que su presidente Óscar Arias le envió a José Mujica. En la misma, el costarricense plantea la idea de eliminar las Fuerzas Armadas. En diálogo con En Perspectiva el politólogo Julián González explicó que de acatarse la propuesta de Arias se corre el riesgo de que otro país sustituya la soberanía no ejercida. El especialista señaló que: "Arias todavía se maneja con conceptos de la época de la Guerra Fría y de la época en la cual las fuerzas armadas se ordenaban en función básicamente de hipótesis de conflictos con los vecinos"


(emitido a las 08.33 Hs.)
 
EMILIANO COTELO:
El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, formalizó esta semana su propuesta dirigida al presidente uruguayo, José Mujica, para que este impulse la abolición de las Fuerzas Armadas en nuestro país.

Las intenciones de Arias se conocían en realidad desde el jueves pasado cuando el canal colombiano de televisión NTN 24 adelantó un pasaje de una larga entrevista al premio Nóbel de la Paz. En ese fragmento se le preguntaba por la carrera armamentista que se viene dando en la región.

(Audio Arias)

"Periodista   ¿Por qué cree que entonces nos estamos armando?
Arias   Yo me preguntaba el otro día, voy a pedirle al presidente Mujica que considere abolir su ejército, para qué necesita Uruguay un ejército, quién es el enemigo de Uruguay, ¿lo va a invadir Argentina? ¿lo va a invadir Brasil? ¿para qué necesita Uruguay un ejército? Y voy a pensar en hacerle una carta al presidente Mujica para que considere lo que nosotros consideramos en 1948 cuando nos preguntamos para qué necesitamos un ejército, porque no acabamos con él de declarar la paz al mundo. Ciertamente pienso que Uruguay podría hacer lo mismo.
Periodista   Eso es muy interesante, ¿cuándo le va a mandar esa carta?
Arias   Muy pronto".

(Fin del audio)

El martes, mismo día en que se emitía de manera completa la entrevista televisiva, el gobierno de Costa Rica daba a conocer la carta que Arias dirigió a Mujica y que está fechada el 26 de marzo.

La carta dice:

"Excelentísimo señor
José Alberto Mujica Cordano
Presidente de la República Oriental del Uruguay
Montevideo, Uruguay

Excelentísimo señor Presidente:
No le escribo hoy a don José Alberto Mujica Cordano, sino al "Pepe" revolucionario, a ese hombre que en medio del fango del horror, conservó siempre intacta la flor de la justicia; a ese soñador que no apagó la luz de la utopía, ni en el más oscuro rincón de su celda olvidada; a ese idealista que defendió, ante ofensas y amenazas, una fe inquebrantable en un futuro mejor para Uruguay y para América
Latina. Le escribo al "Pepe" para decirle que queda todavía, en el morral del tiempo, una última utopía: la abolición del ejército uruguayo.
Mis palabras emergen del cariño y de la buena voluntad. Sé que no tengo ningún mandato sobre los destinos de su pueblo. No pretendo irrespetar la soberanía de una nación hermana. Tan sólo quiero brindar un consejo que veo escrito en el muro de la historia de la humanidad: los ejércitos son enemigos del desarrollo, enemigos de la paz, enemigos de la libertad y enemigos de la alegría.
En gran parte del mundo, y sobre todo en América Latina, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los derechos humanos en nuestra región. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente. En el mejor de los escenarios, los ejércitos latinoamericanos han significado un gasto prohibitivo para nuestras economías. Y en el peor, han significado una trampa permanente para nuestras democracias.
Uruguay no necesita un ejército. Su seguridad interna puede estar a cargo del cuerpo de policía, y su seguridad nacional no gana nada con un aparato militar que jamás será más poderoso que el de sus vecinos, que además son países democráticos.
No importa cuánto invierta en sus fuerzas armadas, Uruguay no logrará ganar una carrera armamentista contra Brasil, Colombia, Argentina, Chile y Venezuela. En las circunstancias actuales, la indefensión es mejor política de seguridad nacional para su pueblo, que un aparato militar inferior al de sus vecinos.
Lo digo por experiencia. Costa Rica fue el primer país en la historia en abolir su ejército y declararle la paz al mundo. Hace más de sesenta años, otro Pepe revolucionario, el Comandante José Figueres, decidió proscribir para siempre las fuerzas armadas de mi país. Desde entonces, los costarricenses no han vuelto a vivir una guerra. No han vuelto a derramar su sangre en un enfrentamiento civil. No han vuelto a temer un golpe de Estado, una dictadura o un régimen de persecución política. Mi pueblo vive en paz porque apostó a la vida; vive en paz porque confío en el poder de la razón para gobernar los impulsos de la violencia.
Me dirá, querido amigo, que Costa Rica vive en medio de países pacíficos. Pero eso no fue siempre así. Hubo una época en que mi pueblo colindaba al norte y al sur con la dictadura. Hubo una época en que el silbido de la metralla sonaba muy cerca de nuestras fronteras. En lugar de tomar las armas, Costa Rica salió a luchar por la paz en
Centroamérica. No nos hizo falta el ejército. Por el contrario, estar desmilitarizados nos permitió ser percibidos como aliados de todas las partes del conflicto. En verdad le digo que no ha habido decisión que más haya fortalecido la seguridad nacional costarricense, que la de eliminar el ejército.
Otros dos países latinoamericanos han seguido nuestro ejemplo: Panamá y
Haití. En 1994, el Congreso panameño aprobó, por medio de una reforma constitucional, la abolición de las fuerzas armadas. Desde entonces, Costa Rica y
Panamá comparten la frontera más pacífica del mundo. Y no es casualidad que sean, también, las dos economías más exitosas del istmo centroamericano. Porque el dinero que destinábamos a nuestros ejércitos, lo destinamos ahora a la educación de nuestros niños, a la salud de nuestros ciudadanos y a la competitividad de nuestras industrias y comercios. Hemos cosechado los dividendos de la paz, así como también los cosechó, aunque en menor medida, el pueblo de Haití, que con la abolición del ejército puso fin a un eterno rosario de golpes de Estado.
¡Hay tantos mártires en la historia contra la tutela militar! Usted que padeció bajo el yugo de la opresión, tiene ahora la posibilidad de librar para siempre de ese yugo a los hijos del mañana. Cuando el futuro venga, en palabras de Mario Benedetti,
"con su afilada hoja y su balanza, preguntando ante todo por los sueños, y luego por las patrias, los recuerdos y los recién nacidos", tenemos que saber qué le diremos. Tenemos que saber lo que hemos sido. Ojalá que ese futuro reconozca en usted, amigo Presidente, al "Pepe" revolucionario que declaró la paz al mundo y decretó sagrada la vida en Uruguay.
Un abrazo fraterno,

Óscar Arias Sánchez
Presidente de la República de Costa Rica".

Así termina la carta que no cayó bien en Uruguay. Representantes de todos los partidos políticos rechazaron de manera contundente la idea del presidente de Costa Rica. Incluso, el propio Mujica en declaraciones que formuló a la televisión colombiana se mostró distante de esa posibilidad. El presidente afirmó que él no es el dueño de Uruguay para tomar una decisión como esa y añadió que Costa Rica tiene un ejército parecido al de cualquier país.

(Audio José Mujica)

"Pero no nos tenemos que hace trampa porque ellos no tienen fuerzas armadas hace años pero tienen una policía de frontera que como te digo una cosa te digo la otra".

(Fin del audio)

¿Puede un país como Uruguay abolir su ejército? Hoy, la conversación es con el politólogo Julián González, investigador del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, y coordinador del programa de investigación sobre seguridad regional, fuerzas armadas, política y sociedad.


***


EC - ¿Es viable la idea de eliminar el ejército en nuestro país?

JULIÁN GONZÁLEZ:
En realidad todos sabemos que en el fondo del corazoncito de la mayor parte de los uruguayos anda rondando esa idea.

EC – Pero ahora cayó como un bombazo inesperado, ¿no?

JG – Sí. Salió como de atrás de un palo, y armó un poco de bochinche. Además, en semana de turismo no hay mucha cosa para comentar.

EC – En realidad lo había adelantado Arias la semana pasada.

JG – Sí. Arias está terminando su presidencia, es premio Nóbel de la Paz, ha tenido una actuación destacada en Centroamérica como factor de paz. Tiene cierta autoridad moral y política para hacer un planteo de ese tipo y sintoniza bien con esa imagen. A parte, es costarricense y su país hace años decidió abolir las fuerzas armadas.

EC – ¿Cuál es la realidad real de Costa Rica? ¿Qué significa la "Guardia Nacional"? Porque varios de los dirigentes políticos que se han expresado en estos días sostienen que se parece mucho a un ejército.

JG – Estrictamente Costa Rica no tiene una Guardia Nacional, tiene una Policía y después tienen lo que ellos llaman Servicio Aeronaval que es un ente bastante particular. Costa Rica tiene acuerdos bastante antiguos e importantes con Estados Unidos (EEUU). Las costas del país centroamericano se localizan en lo que algunos estrategas norteamericanos llaman "el bajo vientre de Estados Unidos".  Si nosotros somos el patio trasero, el Caribe y toda esa región es el "bajo vientre de EEUU". Es un punto sensible para Estados Unidos, la prueba está en Cuba a lo largo de más de 50 años.

EC – ¿Los acuerdos que tiene Costa Rica con EEUU implican que le ha delegado su defensa exterior?

JG – Hay quienes dicen que sí, como el caso de Panamá también. El Servicio Aeronaval de Costa Rica tiene acuerdos con EEUU que implican, por ejemplo, que hasta el año 2000 Costa Rica no tenía prácticamente un servicio de guardacostas. Es decir, su mar territorial no tenía un instrumento bajo control costarricense para ejercer el control y la soberanía de esa jurisdicción. Eso lo garantizaba Costa Rica a través de un acuerdo con EEUU que era quien se ocupaba del asunto con el servicio de guardacostas de EEUU. A partir del año 2000 es que empieza a funcionar, en función del mismo acuerdo un poco perfeccionado, una fuerza de guardacostas. Si los oficiales navales uruguayos mirasen las embarcaciones que tiene ese servicio de guardacostas costarricense, seguramente tendrían envidia. Ese servicio, en función del acuerdo con EEUU, fue montado por EEUU con equipamiento de EEUU, con entrenamiento de EEUU, con doctrina de EEUU y opera bajo "control" costarricense. En el marco de ese acuerdo hace que haya una cooperación muy estrecha, que en alguna medida en esa región tan sensible pone en cuestión el control soberano de Costa Rica sobre esa fuerza...

EC - ...Sí, y también pone en cuestión ese alarde que hace el presidente Óscar Arias en cuanto a que su país abolió y sigue sin tener fuerzas armadas, ¿no?

JG – Sí, claro. Algo parecido sucede con Panamá que en 1994, cuando termina el período del presidente que queda cuando invade Norteamérica a Panamá y cuando reina todo el affaire de Noriega, se decreta la abolición de la Fuerza de Defensa –se llamaba- y se instala la Guardia Nacional. En general en los países donde EEUU ha invadido ha tendido a dejar una Guardia Nacional. En Granada pasó lo mismo también.

Es decir, hay como una concepción norteamericana que estuvo muy claramente expresada en la época de la guerra fría y que volvió a intentarse cuando terminó la Guerra Fría: la idea de que EEUU nos brinda el gran paraguas de defensa y que nosotros nos tenemos que ocupar de lo que es nuestros territorios y limitarnos a ellos porque igual EEUU tiene el poderío militar necesario para darnos la protección.

Es más, hice una investigación en los archivos nacionales de Washington, sobre los documentos del departamento de Estado de la época de fines de los 40, 50 y principio de los 60. En esa época en que Uruguay firmó el acuerdo de cooperación militar con EEUU que sigue vigente y junto con la firma del convenio de cooperación militar que dio lugar a todo el proceso famoso donde estaban las oficinas de los asesores militares norteamericanos en los propios comandos de las tres fuerzas uruguayas: la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea y asesoraban activamente a esos comandos, se firmó una especie de plan militar en el cual se establecían las tareas, las misiones de las fuerzas armadas uruguayas y de las fuerzas armadas norteamericanas en la defensa militar del hemisferio contra la posible invasión de los ejércitos soviéticos. Allí EEUU le garantizaba a Uruguay que ellos iban a cumplir la tarea de salvaguardar las vías de comunicación más lejanas en el Atlántico y nosotros, los uruguayos, teníamos que hacernos cargo de las vías marítimas de llegada al Río de la Plata y obviamente de nuestro territorio y espacio aéreo nacional.

EC – ¿Por qué cita ese antecedente?

JG – Lo cito porque es la idea de que nosotros, los países latinoamericanos, nos ocupamos de nuestra seguridad interna y tenemos pequeñas fuerzas de seguridad que lo garanticen y EEUU nos da la cobertura más global si se quiere.

EC – A partir de este contexto es discutible si es para enorgullecerse la situación de Costa Rica, ¿no?

JG – Me parece que la carta está llena de frases muy bellas y de deseos muy loables. A mí me hace acordar al concepto más clásico, en el sentido marxista, de utopía. Es decir, la utopía como algo irrealizable. Cuando Marx hablaba de los socialistas utópicos planteaba que eran cosas muy lindas, porque los socialistas utópicos planteaban la abolición de la explotación del hombre por el hombre y la paz, pero lo planteaban en términos que no garantizaban desde el punto de vista científico y desde el punto de vista de Marx su concreción en la realidad. Entonces estas ideas de Arias tienen un problema central y es que son muy bonitas, son muy deseables, a uno le llegan al corazón, pero no están ajustadas a la realidad que vivimos.

EC – ¿Cómo se entiende que un presidente de un país le proponga a un colega nada menos que una medida de este tipo: la abolición del ejército? Él dice "no estoy pretendiendo intervenir en los asuntos internos", pero de hecho lo hace. Es un planteo tan directo que impresiona por eso mismo. Y hay quienes dicen, como el senador Eleuterio Fernández Huidobro: "no me extrañaría que le estuviera haciendo el mandado a alguien", y evidentemente alude a EEUU. ¿Puede haber algo de eso?

JG – Esa es la peor de las hipótesis. Hay probablemente otras hipótesis menos graves que son lo que yo decía al principio, Arias está terminando su presidencia y hace un planteo que le está reportando cierta repercusión.

EC – Sí, claro.

JG – Incluso hubo una cadena colombiana que tiene mucha penetración en EEUU y en toda la región del Caribe hispano parlante que ha estado con esta cuestión. Inclusive participé hace poco en una mesa redonda de ese mismo programa donde entrevistaron a Arias hablando sobre su planteo junto con otros especialistas de la región caribeña y centroamericana.

EC – Acá en Uruguay no está en juego nada de esto, lo han dicho desde el presidente Mujica hasta los líderes de la oposición. De todos modos sí parece estar en el horizonte un redimensionamiento de las fuerzas armadas, incluso a partir de la nueva ley de Defensa Nacional.

JG – No, eso es otra cosa. La ley de Defensa Nacional es un enorme avance que creo que en general no se llega a comprender en toda su profundidad la significación que tiene. Establece conceptos que en Uruguay nunca habían estado plasmados en una ley. A partir de la ley de Defensa Nacional debería comenzar un proceso que entre muchas otras cosas supone la necesidad de que el Consejo de Defensa Nacional -que se instala por la ley presidido por el presidente de la República y convocado por él, integrado por una serie de ministros y otros jerarcas públicos o representantes privados que el presidente convoque- tendrá que definir cuál tiene que ser la estrategia de defensa nacional del Uruguay y dentro de eso cuál es el papel que tiene el componente militar, las fuerzas armadas dentro de esa estrategia de defensa nacional.

Arias todavía se maneja con conceptos de la época de la Guerra Fría y de la época en la cual las fuerzas armadas se ordenaban en función básicamente de hipótesis de conflictos con los vecinos. Hoy en día prácticamente en ningún país del mundo las fuerzas armadas trabajan, ordenan su actividad y su organización en función de esa idea; lo hacen en función de la idea de capacidades. Es decir, las fuerzas armadas buscan desarrollar capacidades para lo que el gobierno establezca; pero no necesariamente para enfrentar a los vecinos sino para defender su soberanía en el mar, en el aire, en sus fronteras, o en su territorio nacional.

EC – En base a los mismos conceptos alguna voz uruguya decía que podemos pensar en reducir el ejército -no eliminarlo-, potenciar la armada y la fuerza aérea.

JG – Eso es lo que yo creo que está detrás de alguna de las cosas que ha estado haciendo y diciendo el nuevo presidente José Mujica. Cuando Mujica habló en Durazno, no lo hizo en la unidad del ejército sino en la base aérea. Eso no es casual, fue a la base aérea que es la "benjamina" de las tres fuerzas y  en su discurso puso ejemplos particularmente del espacio marítimo y el espacio aéreo como dos prioridades a custodiar. Me parece que como dice el doctor Lacalle, y además está planteado de hace mucho tiempo que Uruguay, se requiere potenciar la marina. La verdad de la milanesa es que a través de las misiones de paz lo que ha tenido posibilidades de potenciarse han sido las capacidades de combate o de actuación en áreas fluviales y lacustres.

EC – En el caso de la defensa del mar territorial está claro que hay mucho para mejorar en cuanto a la presencia...

JG - ...Y tenemos un par de fragatas viejísimas que se acaban de comprar a Portugal...

EC - ...y están en juego los recursos ictícolas, por ejemplo, que es necesario preservar, que es necesario cuidar.

JG – Uruguay acaba de presentar en Naciones Unidas, en la Convención de Derechos del Mar, su planteo que muy probablemente sea aceptado. En el marco de esa conferencia y del nuevo acuerdo de la Convención del Mar se apela a una ampliación de su jurisdicción económica en la plataforma continental que determina que esa jurisdicción va a ser dentro de poco tiempo mayor en área que nuestra área de tierra.

Además, nosotros tenemos desde el punto de vista de los acuerdos y compromisos internacionales obligaciones en un área muy amplia que va muy profundamente en el Atlántico de búsqueda y rescate. Nosotros tenemos que tener capacidades para cumplir con eso, sino va a venir otro a cumplirlo. Ese es el problema que tiene el planteo del presidente Arias, si quien tiene la soberanía sobre una superficie de tierra o de mar o un pedazo de cielo no la ejerce corre el riesgo de que venga otro a sustituirlo.