Por Gonzalo Sobral, enviado de El Espectador a Bonn

"No recibimos aportes significativos. Ser un país de renta media con buenos índices de desarrollo humano hace que la prioridad de los fondos internacionales de adaptación se defina hacia otros lados y no sea significativo lo que llega a Uruguay, que termina sufriendo una discriminación injusta, aunque nosotros también somos vulnerables al cambio climático. Muchas veces las burocracias aplican paramétricas y entonces quedamos fuera, aunque cada peso que ha llegado se ha aplicado correctamente", afirmó en Bonn a El Espectador el arquitecto Patrone.

El mayor trabajo del presidente de la delegación uruguaya en la Convención del Cambio Climático ha sido el de trabajar con sus pares para establecer una relación más fluida entre los técnicos y los políticos.

"Después de Copenhague había que trabajar en la reconstrucción de la confianza, algo que se había perdido y que exige una tarea casi de filigrana, un proceso lento y de mucho cuidado. Porque la Unión Europea, a pesar de la crisis que atraviesa, no se bajó de los compromisos asumidos (aportar 30 mil millones de dólares en tres años) y sólo falta encontrar el mecanismo que lo instrumente", agregó.

Para el subsecretario del Mvotma Uruguay tiene que ayudar a que se produzcan acuerdos a nivel regional para luego trasladarlos a los distintos ámbitos en los que estamos representados dentro de la Convención.

"Hay países para los que la llegada de estos fondos es un elemento fundamental para la supervivencia de sus habitantes. Por eso América Latina y el Caribe tiene que contribuir a que Cancún no sea otro Copenhague".

La delegación Uruguaya en la Convención está presidida por Patrone e integrada por el director del Programa de Cambio Climático del Mvotma, ingeniero Luis Santos, y por el representante de la Cancillería Eduardo Bouzout.