Entrevistas

El desempleo en Uruguay llegó a un mínimo histórico; el próximo desafío es la calidad

El desempleo en Uruguay llegó a un mínimo histórico; el próximo desafío es la calidad

En Uruguay, la población económicamente activa asciende a 1 millón 700.000 personas. De estos, 90.000 se encuentran sin empleo. Este número constituye un récord en términos históricos para el país. ¿Cómo debemos interpretar estos datos? ¿Qué calidad de empleo tienen los que están ocupados? ¿Por qué no consiguen trabajo los que lo están buscando? ¿Es posible pensar que la desocupación siga bajando? Los economistas Pablo Rosselli y Florencia Carriquiry, de la consultora Deloitte, respondieron estas y otras interrogantes. "En Uruguay hay una cantidad de trabajo que luce razonable en las estadísticas, pero tenemos que distinguir la cantidad de la calidad. Seguramente, tanto desde el punto de vista de la perspectiva de las personas como de las empresas el desafío está en tener mejor calidad del empleo", explicó el equipo.


(emitido a las 09.00 Hs.)

EMILIANO COTELO:
En diciembre, la tasa de desempleo marcó un mínimo histórico en nuestro país cuando se ubicó en 5,4%.

Este no es un número aislado, sino que desde hace varios meses se observan tasas de desocupación realmente bajas, que vienen de una firme tendencia decreciente a partir de aquellos máximos que ocurrieron durante la crisis de 2002 y 2003.

Este 5,4% es un nivel de desempleo bajo incluso en términos internacionales, tenemos menos desempleo que varias economías desarrolladas. Y aunque es cierto que esos países pasaron por una crisis muy fuerte, el hecho de que Uruguay pudiera quedar ubicado de esta manera en la comparación internacional era un hecho impensable hace unos años atrás.

¿Cómo debemos interpretar estas cifras del mercado trabajo? ¿Qué calidad de empleo tienen los que están ocupados? ¿Por qué no consiguen empleo los que lo están buscando? ¿Es posible pensar que la desocupación siga bajando en Uruguay?

Estas son algunas de las preguntas que ustedes nos han hecho estos días y que vamos a tratar de aclarar en los próximos minutos. Haremos un análisis económico un poco más largo que el habitual con la economista Florencia Carriquiry y el economista Pablo Rosselli, ambos de la consultora Deloitte.

Empecemos explicando de dónde surge y cómo debe interpretarse este número: 5,4% de la población económicamente activa. ¿Cuánta gente está desocupada en Uruguay?

FLORENCIA CARRIQUIRY
Las cifras de desempleo, y en términos más generales las estadísticas del mercado de trabajo, que publica el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se compilan a partir de la Encuesta Continua de Hogares. Esta es una encuesta bien amplia que el INE realiza desde 1968 en Montevideo y desde 1981 en todo el país.

Para dar una idea de la cobertura de esta encuesta, en 2009 se encuestaron unos 47.000 hogares a lo largo de todo el año, aproximadamente unos 3.900 hogares por mes.

En el marco de esa encuesta se hacen una serie de preguntas extensas a las personas que habitan en esos hogares. Como parte de ellas se pregunta acerca de la situación laboral de los integrantes de ese hogar.

EC – ¿Y qué se entiende por desempleado?

FC – Se entiende aquella persona que no tiene trabajo al momento de realizar la encuesta pero que está realizando gestiones activas para conseguirlo, que está buscando empleo en esos momentos.

Respondiendo a la pregunta de cuántas personas hay hoy desocupadas en nuestro país, esa tasa de 5,4% de desempleo se mide en relación a lo que llamamos población económicamente activa, es decir, las personas que están ocupadas o que están buscando trabajo. Estas hoy equivalen aproximadamente a unas 90.000 personas en nuestro país.

EC – Esas 90.000 personas ¿son el cociente de qué?

FC – De la cantidad de desempleados en relación a la cantidad de gente que tiene trabajo o que lo está buscando.

EC – Veamos con más precisión cuándo se considera que una persona está desocupada. ¿Por cuánto tiempo debe estar buscando trabajo esa persona?

PABLO ROSSELLI
Hay que tener presente varios conceptos.

En Uruguay se considera que la población en edad de trabajar comprende a todas las personas que tienen 14 años o más. Entonces, las estadísticas del mercado de trabajo refieren siempre a las personas mayores de 14 años, aunque sabemos que puede haber algunas personas menores de 14 años que también realizan actividades económicas con alguna remuneración.

Lógicamente, dentro de la población en edad de trabajar –mayor de 14 años– hay una parte que no trabaja. No trabaja porque está estudiando, porque se retiró, porque se jubiló o porque prefiere no hacerlo. A estas personas que no quieren trabajar, que no están buscando trabajo, se les denomina personas "inactivas".

En el conjunto de las personas mayores de 14 años, los que tienen trabajo o los que buscan trabajo son los que en la jerga se denomina "población económicamente activa", porque están activamente participando en el mercado de trabajo ya sea porque tienen trabajo o porque lo están buscando.

Para que una persona se considere desocupada tiene que ocurrir tres requisitos simultáneamente. Obviamente, uno es que no tenga empleo. El segundo requisito es que haya buscado trabajo activamente en el último mes. Para eso el relevamiento del INE verifica que la persona haya realizado alguna actividad típica de búsqueda de empleo (consultar oportunidades de trabajo en la prensa, conversar con amigos o parientes que le puedan facilitar alguna conexión para adquirir un empleo, llevar un currículum vitae a alguna empresa). Y el tercer requisito es que la persona esté en condiciones de trabajar inmediatamente. A veces una persona puede decir "yo quiero trabajar pero ahora no porque tengo tal o cual dificultad". Para que se considere que la búsqueda es activa la persona tiene que estar dispuesta a tomar rápidamente una oportunidad de trabajo, sin poner condiciones que en los hechos impidan que la persona pueda aceptar esa oferta.

Por tanto, en esta estadística la tasa de desempleo corresponde al 5,4% de la población económicamente activa, de todas las personas que están activamente en el mercado de trabajo.

EC – Así que es una división, es un cociente...

PR - ...Es un cociente: los que no encontraron trabajo en relación a todos los que lo tienen y a los que lo buscaron.

EC – Pasemos ahora al otro lado de la moneda. ¿Qué se considera "tener trabajo"? Porque también da lugar a mucha especulación, a mucha pregunta. Hay un tema crítico de metodología acá, ¿no?

FC –  Sí, es cierto, allí hay un punto clave. La definición de lo que se considera "tener trabajo" en Uruguay sigue las convenciones internacionales, que pueden ser discutibles, sin lugar a dudas. De todas maneras, es importante que se sigan metodologías similares entre los países sobre todo a la hora de intentar comparar los resultados.

En ese sentido, se considera como ocupado a todos aquellos individuos que trabajaron por lo menos una hora en la semana anterior a la encuesta, o que no trabajaron por estar de vacaciones, o por haber tenido algún accidente, o por estar en medio de un conflicto de trabajo, pero tienen un trabajo al que volverán o al que seguramente volverán.

Esa forma de medir el empleo determina que prácticamente cualquier ocupación, por más limitada o precaria que sea en términos de la calidad, de la cantidad de horas o de la remuneración, sea considerado un empleo a los efectos de las estadísticas.

EC – Sí, mucha gente puede pensar que se exige muy poco para considerar a alguien empleado.

FC – Sí, efectivamente es bastante difícil caer en la categoría de desocupación plena o de desocupación abierta. De todas formas esta metodología además de ajustarse a los criterios internacionales tiene otro mérito importante y es que al menos nos señala de forma bien clara cuál es la desocupación mínima en el país. Es realmente difícil discutir que la cantidad de desocupados sea menor a esos 90.000 que comentábamos antes.

PR – Y esa es una propiedad importante de una estadística tan crítica como la situación del mercado de trabajo. El mercado de trabajo es algo muy relevante para la calidad de vida de las personas, y las estadísticas oficiales tienen que tener algún grado de legitimidad. Sería muy nocivo que en los países la estadística de desempleo diera lugar a discusiones frecuentes sobre si hay más o menos gente en esa situación. Es muy difícil caer en la categoría de desocupación y entonces estamos tranquilos de que ese es el mínimo del dato.

EC – ¿Y la otra cara de la moneda, el otro número? ¿Cuántas personas están realmente trabajando y cuántas, por otro lado, no buscan trabajo?

PR – En Uruguay la población en edad de trabajar, los mayores de 14 años, son 2 millones 600.000 personas. De estos, hay unas 900.000 personas que no trabajan ni buscan trabajo, los que llamamos los "inactivos". Eso entonces nos deja con que la población que está en el mercado de trabajo, la población económicamente activa, que trabaja o que busca trabajo, son 1 millón 700.000 personas. Hay 90.000 desocupados y un poquito más de 1 millón 600.000 ocupados. Ese número de 1 millón 600.000 personas con algún empleo es un récord en términos históricos para el Uruguay.

EC – Entonces, ¿la caída de la tasa de desempleo que se ha venido dando en los últimos años se debe efectivamente a la creación de puestos de trabajo?

PR – Sí, la respuesta breve es así. Después podemos ver algunos números pero también aquí vale la pena hacer algunas aclaraciones desde el punto de vista metodológico. Generalmente uno tiende a asumir que la tasa de desempleo es una buena señal de cómo funciona la economía. Tendemos a pensar que si el desempleo bajó es que la economía está andando mejor y si el desempleo subió es que la economía está andando peor. Eso es lo que nos dice la intuición. En el largo plazo eso es así pero en los plazos cortos no necesariamente. ¿Por qué? Porque el desempleo finalmente recoge la diferencia entre todos los que quieren trabajar y los que lo logran, la diferencia son los que no lo logran, los desocupados. Por lo tanto, en algunos casos la cantidad de personas desocupadas puede verse afectada porque menos personas busquen trabajo. En momentos de falta de oportunidades de trabajo podemos terminar observando que haya gente que se desaliente, que deje de buscar convencida de que no hay trabajo. Entonces puede haber episodios donde el desempleo baja solamente porque hay menos gente buscando trabajo, porque está convencida de que no tiene oportunidades.

Y en forma inversa, en momentos donde la economía crece y la gente percibe que hay más oportunidades de trabajo puede volcarse más rápido al mercado de trabajo, y podría ocurrir que haya tanto más gente buscando trabajo que el desempleo tienda a subir.

Por eso siempre tenemos que mirar la evolución del desempleo no solo con el resumen de la tasa de desempleo sino también sabiendo qué está ocurriendo con la cantidad de gente que busca y con la cantidad de gente que encuentra trabajo.

De todos modos, en el largo plazo una economía que crece mucho crea empleos y el desempleo tiende a bajar. Eso es lo que ocurrió efectivamente en los últimos años, hemos visto un crecimiento de la actividad económica muy fuerte y hemos visto una creación de empleos muy importante.

EC – ¿Podemos poner algunas cifras de este punto de la creación de empleo?

FC – Sí, Pablo decía recién que en la historia reciente de Uruguay hemos tenido una fuerte creación de empleos, hemos tenido una baja bien significativa del desempleo en estos años. Sin embargo, es interesante ver que hay dos períodos diferentes en esta última década. Allá por el año 2002, en medio de la crisis, se alcanzaron niveles pico de desempleo, de 20% en algunos meses, mientras que en el promedio del año terminamos con una tasa de 16%. Desde esos niveles, en los primeros años de recuperación económica vemos una caída del desempleo más o menos significativa pero en un marco de relativa estabilidad de la población económicamente activa. La cantidad de personas que se volcaban al mercado laboral buscando empleo estaba relativamente estabilizada. En la medida en que la economía comenzó a recuperarse, un mayor número de esas personas consiguieron empleo y la tasa de desempleo fue cediendo hasta ubicarse entre 11 y 12% en 2005.

EC – Esa fue una primera etapa.

FC – Esa fue como una primera etapa, los primeros años de recuperación pos crisis.

A partir de 2006 aproximadamente podemos fechar un cambio interesante. Luego de varios años de recuperación económica un mayor número de personas se vieron alentadas a buscar empleo, personas que estaban antes inactivas se volcaron a buscar trabajo. Y en ese marco de todas maneras el desempleo siguió bajando. ¿Por qué? Porque en alguna medida la economía aceleró la creación de puestos de trabajo, se crearon aún más empleos y eso permitió que la tasa de desempleo siguiera bajando hasta llegar a este 6% que tenemos en los últimos meses.

En síntesis, si miramos el período en su conjunto entre 2002 y 2010 hubo una creación neta de puestos de trabajo de unos 300.000 empleos, la mayor parte de los cuales se crearon justamente a partir de 2005.

EC – Quiere decir entonces que la caída del desempleo ocurrió debido a una creación muy fuerte de puestos de trabajo...

PR – ...Tan fuerte incluso que, como decía Florencia, ha permitido que más gente se vuelque al mercado de trabajo y aún así el desempleo ha bajado.

EC – Y desde el 2006 está aumentando el número de personas que se incorpora al mercado de trabajo. ¿Quiénes son los que ingresan al mercado de trabajo?

PR – El aumento del número de personas que participa activamente en el mercado de trabajo tiende a ser más o menos generalizado cuando pensamos en las características de las personas. Porque a medida que aumentan las oportunidades de empleo, aún cuando hay personas que puedan tener mayor o menor capacidad para aprovechar esas oportunidades, todas tienden a buscar con mayor intensidad esas nuevas oportunidades de empleo.

De todas maneras, cuando uno mira los últimos años el aumento en la búsqueda de empleo o la participación en el mercado de trabajo que tuvieron las mujeres fue realmente muy importante. Las mujeres se volcaron en una proporción mayor al mercado de trabajo de lo que lo hicieron los hombres. A pesar de eso, la participación de la mujer en el mercado de trabajo sigue siendo significativamente menor que la participación de los hombres. Un 54% de las mujeres en edad de trabajar participa activamente en el mercado de trabajo, contra un 74% de los hombres.

Esa es una característica estructural pero las mujeres se han incorporado con mucha fuerza en los últimos años al mercado de trabajo.

EC – Ahora, a pesar del crecimiento y de la fuerte creación de empleos de la que ustedes hablaban todavía hay 90.000 personas sin empleo. ¿Quiénes son los desocupados? ¿Es posible que consigan empleo en el futuro o se trata de lo que ya suele denominarse como el núcleo más duro del desempleo?

FC – Hay una variable clave a la hora de describir a este grupo de desocupados que es el nivel educativo. Las estadísticas del INE nos muestran que alrededor de un 25% del total de desocupados solo cursó primaria y no necesariamente la terminó; y hay otro 54% aproximadamente que no terminó secundaria. Estos son datos de 2009 pero asumimos que no hay cambios muy fuertes en 2010.

Una primera conclusión es que la falta de capacitación es seguramente una limitante importante a la hora de conseguir empleo.

Luego hay otro grupo relevante, que aproximadamente representa un 10% de los desocupados, que corresponde a las personas con universidad incompleta. En ese caso, probablemente el desempleo responde a que estas personas buscan empleo con algunas condiciones, típicamente un empleo que tenga que ver con su área de estudio, o un empleo de horario reducido...

PR - ...O con alguna condición de remuneración.

FC – Exacto. En el otro extremo, en las personas con mayor capacitación – típicamente los profesionales, las personas con universidad completa, las personas con educación técnica o de magisterio– las tasas de desempleo son muy reducidas. En todos estos grupos el desempleo están en torno de 2% o menos.

En síntesis podemos decir que el nivel de capacitación parece ser una variable clave a la hora de conseguir empleo porque más de 75% de los desempleados son personas con bajos niveles de capacitación.

PR – Lógicamente eso hace que sea difícil que se puedan emplear a esas personas. De todos modos, como la economía está creciendo fuertemente pensamos que vamos a seguir viendo alguna creación de empleos que por lo menos de forma parcial llegue a una parte de ese segmento de personas con menor calificación.

EC - ¿Por ejemplo? ¿Qué empleos se crearían y llegarían a ese tipo de personas con escasa formación?

PR – Eso también lo vemos en el diálogo con nuestros clientes. La economía está creciendo muy rápido, las empresas tienen dificultades para contratar trabajadores y para retenerlos. Hay industrias que son muy intensivas en mano de obra, pensemos en la construcción, en las actividades comerciales. Lo que está ocurriendo es que hoy por hoy las empresas, sobre todo en esos sectores, terminan contratando trabajadores que quizás dos o tres años atrás no habrían tenido una chance clara de conseguir un empleo. Ante la falta de recursos que hay hoy esas personas terminan teniendo un empleo.

Obviamente para las empresas eso es una dificultad. En definitiva, van al mercado de trabajo, tienen dificultades para contratar, tienen dificultades para retener, y lo que contratan tienen que invertir más para capacitarlos. Pero desde el punto de vista de la economía en su conjunto es realmente un círculo virtuoso. Hay personas que hace dos años no habrían conseguido empleo y que hoy lo consiguen, adquieren una capacitación, adquieren un hábito de trabajo y se vuelven más empleables de lo que eran antes.

Ese círculo virtuoso está creando capital humano y eso es algo bueno. Con esto no estamos diciendo que aquí no tenemos un problema. Seguramente las políticas públicas tienen que abordar la falta de capacitación de esas personas para generar soluciones más duraderas. Eso requiere estrategias que atiendan la generación de habilidades específicas para el trabajo y también una estrategia que atienda los problemas en la educación que después comentamos algo más.


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EC – Miremos un poco más a fondo cómo son las personas que no tienen trabajo ni buscan trabajo. Ustedes decían que hay 900.000 personas en esa situación. ¿Qué gente es? ¿Se trata de gente que vive de rentas por ejemplo? ¿Tiene ahí el país un recurso que podría aprovechar?

PR – De las 900.000 personas inactivas el grupo más importante lo conforman los jubilados y los pensionistas, que son aproximadamente la mitad de ese total. Uno diría que esas personas ya se han retirado, que no es razonable pensar que vuelvan al mercado de trabajo.

Un cuarto de ese total son personas que se dedican a las tareas del hogar, que no buscan trabajo a pesar de que están en edad de trabajar. Eso puede deberse a varios factores: en algunos casos por un tema de preferencia y en otros seguramente porque responde a un cálculo de costo-beneficio, son personas que probablemente no encuentran en el mercado de trabajo oportunidades con una remuneración y una calidad que le justifique salir de su hogar y dejar de hacer los quehaceres propios del hogar.

Cuando uno mira el número macro, la tasa de participación en el mercado de trabajo uruguayo no es baja a nivel internacional. En Uruguay hay una cantidad de trabajo que luce razonable en las estadísticas, pero tenemos que distinguir la cantidad de la calidad. Al comienzo decíamos que es muy fácil entrar en la categoría de haber conseguido un empleo. Seguramente, tanto desde el punto de vista de la perspectiva de las personas como de las empresas el desafío está en tener mejor calidad del empleo. Las políticas públicas deberían apuntar mucho más a la calidad que a la cantidad.

EC – ¿Por qué no pasamos a ese tema? Más allá de los datos, de los números, ¿qué es lo que está pasando con la calidad del empleo en nuestro país?

FC – La tasa de desocupación o la tasa de desempleo no nos dice nada de la calidad del empleo o la calidad de los empleos que hay en la economía. En ese sentido, el INE publica otras dos estadísticas complementarias que son el subempleo y la informalidad o el no registro de los ocupados. Se dice que una persona está subempleada cuando tiene empleo pero durante el período de referencia –la semana previa a la encuesta– ha trabajado menos de 40 horas semanales y quiere –y puede– trabajar más.

Por otra parte, el empleo informal o el no registro del trabajador corresponde a aquellas personas que declaran no tener derecho a jubilación, que no están aportando a instituciones de seguridad social.

Si miramos estas estadísticas, en estos últimos años de creación de empleo, de crecimiento económico, también hemos visto un descenso de estos indicadores. Hemos visto menos subempleados y un descenso de la informalidad, pero todavía hay un espacio bien amplio para seguir mejorando en estos temas de calidad del empleo.

Para poner algunos datos, el porcentaje de subempleo en el total de ocupados de nuestro país se ubica en 8% aproximadamente. Eso es una mejora importante respecto a 2003, cuando esta problemática alcanzaba a casi un 20% de los ocupados, pero todavía está por encima de los niveles de comienzo de los 90, cuando teníamos valores de subempleo inferiores al 4%.

Por otra parte, a nivel de la informalidad hoy estamos con un 31% de trabajadores informales, es decir que no aportan a instituciones de seguridad social. La informalidad también ha mostrado un descenso en los últimos años pero sigue siendo un problema bien importante en el mercado de trabajo de nuestro país.

PR – De todos modos, la perspectiva de la calidad no se agota en esas dos medidas, que tienen el mérito de ser relativamente fáciles de computar. La calidad del empleo también tiene que ver con la remuneración, con las condiciones de trabajo, con la inseguridad o con lo firme que es ese empleo. Obviamente hay mucho camino para avanzar en esa dirección. Las estadísticas oficiales se centran en las cosas que son más medibles, pero obviamente una cosa es decir que hay una cantidad importante de empleo y otra es la calidad de ese empleo.

EC – Claro, por ejemplo un cuidacoches es un empleado a los efectos de las estadísticas.

PR – No hay duda que es un empleado porque tiene una actividad de muchas horas por semana, obtiene una remuneración –obviamente muy baja pero tiene– y eventualmente incluso puede tener cobertura de seguridad social si paga su monotributo. Ese es un ejemplo de una persona que tiene un empleo de mala calidad y que no estamos midiendo como tal en la estadística.


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EC – En el final vamos a ver brevemente dos de las muchas preguntas que nos quedan. ¿Qué pasa si miramos los datos del mercado de trabajo desagregándolos por edades? Tradicionalmente los jóvenes son los más afectados por la desocupación, ¿qué están diciendo los números en ese sentido?

FC – En términos de evolución, la caída de la tasa de desempleo se observa a nivel de todos los grupos demográficos. Es una tendencia bien generalizada en la población uruguaya hoy.

De todas maneras, es cierto que hay grupos que de forma sostenida y consistentemente tienen tasas de desocupación mayores al resto. Los jóvenes son un clásico ejemplo, particularmente las mujeres jóvenes. Si miramos las mujeres de menos de 25 años, la tasa de desempleo es de casi 26%. Es verdad que ha venido bajando, a inicios de 2004 la tasa de desempleo entre las mujeres de menos de 25 años era de 40%, pero es un grupo en el que la desocupación todavía sigue siendo un problema bien acuciante.


Entre los jóvenes varones también hay dificultades para acceder al mercado de trabajo aunque algo menos que en el caso de las mujeres. La desocupación estuvo en torno de 15% en 2010, y en diciembre llegó a estar en el entorno del 11%.

PR – Esto obviamente está asociado por un lado a una dificultad estructural de conseguir el primer empleo. Siempre es difícil conseguir el primer empleo y por eso en todo el mundo los jóvenes padecen más la desocupación. Pero también estamos viendo las consecuencias de los problemas que tenemos en el sistema educativo. Según datos del INE, en el Uruguay tenemos un 20% de los jóvenes de 20 años que ni estudia ni trabaja; estamos obteniendo muy malos resultados en las pruebas internacionales PISA; tenemos muy bajas tasas de egreso en la educación secundaria, incluso en las comparaciones con la región.

Es imperativo mejorar sustancialmente los resultados de la educación para que tengamos menores niveles de desempleo, para que baje la pobreza y mejore la equidad.

EC – Y lo último, ¿qué es lo que cabe esperar en cuanto al futuro? Algo al pasar ustedes ya han dicho, pero ¿hay espacio para una caída mayor del desempleo o ya se llegó a un piso?

PR – Primero, tenemos que ser bastante prudentes con las proyecciones. Los economistas en los últimos años nos hemos visto una y otra vez sorprendidos con la reducción del desempleo, así que si en general nos critican por nuestra capacidad de proyectar, en este caso más aún.

Segundo punto, los datos tienen cierta volatilidad, pueden cambiar. Tenemos que ver si este 5,4% se mantiene o si dentro de unos meses tenemos 6,5%. No deberíamos sorprendernos por eso.

Tercer elemento, con una expansión tan fuerte de la economía durante tantos años ese círculo virtuoso del que hablábamos seguramente está haciendo que la economía opere en general con desempleos más bajos que los que teníamos antes.

Pero también estamos en un ciclo muy expansivo. En nuestra opinión ese ciclo expansivo va a durar, con lo cual podríamos ver un desempleo todavía algo menor eventualmente. Pero si cambia el ciclo económico, vamos a ver alguna suba en la tasa de desocupación también. Por eso, prudencia.


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